domingo, 31 de agosto de 2014

[ † ] Lunes por las almas del Purgatorio. 01/09/2014. San Egidio ¡ruega por nosotros!

JMJ

Pax

Lectura del santo Evangelio según san Lucas (4, 16-30)

Gloria a ti, Señor.

 

En aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, donde se había criado.

Entró en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura.

Se le dio el volumen del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor.

Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a hablar, diciendo: "Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura, que ustedes acaban de oír".

Todos le daban su aprobación y admiraban la sabiduría de las palabras que salían de sus labios, y se preguntaban: "¿No es éste el hijo de José?" Jesús les dijo: "Seguramente me dirán aquel refrán: 'Médico, cúrate a ti mismo, y haz aquí, en tu propia tierra, todos esos prodigios que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm' ".

Y añadió: "Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra. Había ciertamente en Israel muchas viudas en los tiempos de Elías, cuando faltó la lluvia durante tres años y medio, y hubo un hambre terrible en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda que vivía en Sarepta, ciudad de Sidón.

Había muchos leprosos en Israel, en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, que era de Siria".

Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira, y levantándose, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron hasta una barranca del monte, sobre el que estaba construida la ciudad, para despeñarlo. Pero él, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

Lunes 22a. semana del Tiempo Ordinario

El Señor es mi pastor, nada me falta  

 

Antífona de Entrada

Que llegue hasta ti mi súplica, Señor, y encuentren acogida mis plegarias.

 

Oración Colecta

Oremos: Ayúdanos, Señor, a dejar en tus manos paternales todas nuestras preocupaciones, a fin de que podamos entregarnos con mayor libertad a tu servicio.

Por nuestro Señor Jesucristo… Amén.

 

Primera Lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios (2, 1-5)

Hermanos: Cuando llegué a la ciudad de ustedes para anunciarles el Evangelio, no busqué hacerlo mediante la elocuencia del lenguaje o la sabiduría humana, sino que resolví no hablarles sino de Jesucristo, más aún, de Jesucristo crucificado.

Me presenté ante ustedes débil y temblando de miedo.

Cuando les hablé y les prediqué el Evangelio, no quise convencerlos con palabras de hombre sabio; al contrario, los convencí por medio del Espíritu y del poder de Dios, a fin de que la fe de ustedes dependiera del poder de Dios y no de la sabiduría de los hombres.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial

Salmo 118

¡Cuánto amo, Señor, tu voluntad!

¡Cuánto amo tu voluntad! Todo el día la estoy meditando.

Tus mandatos me hacen más sabio que mis enemigos, porque siempre me acompañan.

¡Cuánto amo, Señor, tu voluntad!

Soy más prudente que todos mis maestros, porque medito tus preceptos.

Soy más sagaz que los ancianos, porque cumplo tus leyes.

¡Cuánto amo, Señor, tu voluntad!

Aparto mis pies de toda senda mala para cumplir tus palabras.

No me aparto de tus mandamientos, porque tú me has instruido.

¡Cuánto amo, Señor, tu voluntad!  

 

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.

El Espíritu del Señor está sobre mí; él me ha enviado para anunciar a los pobres la buena nueva.

Aleluya.

 

Evangelio

Lectura del santo Evangelio según san Lucas (4, 16-30)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, donde se había criado.

Entró en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura.

Se le dio el volumen del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor.

Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a hablar, diciendo: "Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura, que ustedes acaban de oír".

Todos le daban su aprobación y admiraban la sabiduría de las palabras que salían de sus labios, y se preguntaban: "¿No es éste el hijo de José?" Jesús les dijo: "Seguramente me dirán aquel refrán: 'Médico, cúrate a ti mismo, y haz aquí, en tu propia tierra, todos esos prodigios que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm' ".

Y añadió: "Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra. Había ciertamente en Israel muchas viudas en los tiempos de Elías, cuando faltó la lluvia durante tres años y medio, y hubo un hambre terrible en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda que vivía en Sarepta, ciudad de Sidón.

Había muchos leprosos en Israel, en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, que era de Siria".

Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira, y levantándose, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron hasta una barranca del monte, sobre el que estaba construida la ciudad, para despeñarlo. Pero él, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Mira, Señor, con bondad los dones que te presentamos, a fin de que el sacramento de la muerte y resurrección de tu Hijo, nos alcance de ti la vida verdadera.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

 

Prefacio Común I

Restauración universal en Cristo

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.

A quien hiciste fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste que participáramos todos.

El cual, siendo Dios, se anonadó a sí mismo, y por su sangre derramada en la cruz, puso en paz todas las cosas.

Y así, constituido Señor del universo, es fuente de salvación eterna para cuantos creen en él.

Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo…

 

Antífona de la Comunión

El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas para reparar mis fuerzas.

 

Oración después de la Comunión

Oremos: Te damos. gracias, Señor, por habernos alimentado con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y te rogamos que la fuerza del Espíritu Santo, que nos has comunicado en este sacramento, permanezca en nosotros y transforme toda nuestra vida.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.


Meditación diaria

22ª semana. Lunes

OBRAS DE MISERICORDIA

— Jesús misericordioso. Imitarle.

— Preocuparnos por la situación espiritual de quienes nos rodean.

— Otras manifestaciones de la misericordia.

I. Volvió Jesús de Nazaret, donde se había criado, y según su costumbre entró en la sinagoga el sábado1. Allí le entregaron el libro del Profeta Isaías para que leyera. Jesús abrió el libro por un pasaje directamente mesiánico: El Espíritu Santo está sobre mí, por lo cual me ha ungido para evangelizar a los pobres; me ha enviado para anunciar la redención a los cautivos y devolver la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, y para promulgar el año de gracia del Señor.

Jesús, enrollando el libro, lo devolvió y se sentó. Había una gran expectación entre sus vecinos, con los que había convivido tantos años: Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en Él. Muy probablemente estaría presente la Virgen. Entonces, el Señor les dijo con toda claridad: Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír.

Isaías2 anunciaba en este pasaje la llegada del Mesías que libraría a su pueblo de sus aflicciones. Las palabras del Señor "son su primera declaración mesiánica, a la que siguen los hechos y palabras conocidas a través del Evangelio. Mediante tales hechos y palabras, Cristo hace presente al Padre entre los hombres. Es altamente significativo –sigue comentando Juan Pablo II– que estos hombres sean en primer lugar los pobres carentes de medios de subsistencia, los privados de libertad, los ciegos que no ven la belleza de la creación, los que viven en aflicción de corazón o sufren a causa de la injusticia social, y finalmente los pecadores. Con relación a estos especialmente, Cristo se convierte sobre todo en signo legible de Dios que es amor"3.

Más tarde, cuando los enviados del Bautista le preguntan si Él es el Cristo o si han de esperar a otro, Jesús les responde que comuniquen a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres son evangelizados...4.

El amor de Cristo se expresa particularmente en el encuentro con el sufrimiento, en todo aquello en que se manifiesta la fragilidad humana, tanto física como moral. De esta manera revela la actitud continua de Dios Padre hacia nosotros, que es amor5 y rico en misericordia6.

La misericordia será el núcleo fundamental de su predicación y la razón principal de sus milagros. También la Iglesia "abraza con su amor a todos los afligidos por la debilidad humana; más aún, en los pobres y en los que sufren reconoce la imagen de su Fundador, pobre y paciente, se esfuerza en remediar sus necesidades y procura servir en ellos a Cristo"7.

¿Y qué otra cosa haremos nosotros si queremos imitar al Maestro y ser buenos hijos de la Iglesia? Cada día se nos presentan incontables ocasiones de poner en práctica la enseñanza de Jesús acerca de nuestro comportamiento ante el dolor y la necesidad. Y esta actitud compasiva y misericordiosa ha de ser en primer lugar con los que habitualmente tratamos, con quienes Dios ha puesto a nuestro cuidado y con los más necesitados. Pensemos hoy junto al Señor cómo es nuestro trato con estas personas y con todos. ¿Sé darme cuenta de su dolor –físico o moral–, de su cansancio o de la necesidad que padecen? ¿Me presto con solicitud a darles la ayuda que precisan? ¿Procuro aliviarles de sus males o de la carga que llevan, sobre todo cuando les resulta excesivamente pesada?

II. ...me ha ungido para evangelizar a los pobres, me ha enviado para anunciar la redención a los cautivos y devolver la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos... No hay pobreza mayor que la que provoca la falta de fe, ni cautividad y opresión más grandes que las que el demonio ejerce en quien peca, ni ceguera más completa que la del alma que ha quedado privada de la gracia: "el pecado produce la más dura tiranía", afirma San Juan Crisóstomo8.

Si la mayor desgracia, el peor de los desastres, es alejarse de Dios, nuestra mayor obra de misericordia será en muchas ocasiones acercar a los sacramentos, fuentes de Vida, y especialmente a la Confesión, a nuestros familiares y amigos. Si sufrimos con sus penas, enfermedades y desgracias, ¿cómo no nos dolerá si vemos que no conocen a Jesucristo, que no le tratan o que le han dejado? La verdadera compasión comienza por la situación espiritual de su alma, que hemos de procurar remediar con la ayuda de la gracia. ¡Qué gran obra de misericordia es el apostolado!

Toda miseria moral, cualquiera que sea, reclama nuestra compasión. Así, entre estas obras que, por vía de ejemplo, ha señalado desde antiguo la Iglesia, está "enseñar al que no sabe". Cuando el número de analfabetos ha decrecido en tantos países, ha aumentado en proporciones asombrosas la ignorancia religiosa, incluso en naciones de antigua tradición cristiana. "Por imposición laicista o por desorientación y negligencia lamentables, multitudes de jóvenes bautizados están llegando a la adolescencia con total desconocimiento de las más elementales nociones de la Fe y de la Moral y de los rudimentos mínimos de la piedad. Ahora, enseñar al que no sabe significa, sobre todo, enseñar a los que nada saben de religión, significa "evangelizarles", es decir, hablarles de Dios y de la vida cristiana. La catequesis ha pasado a ser en la actualidad una obra de misericordia de primera importancia"9.

¡Cuánto bien hace la madre que enseña el catecismo a sus hijos, y quizá a los amigos de sus hijos! ¡Qué recompensa tan grande dará el Señor a quienes prestan con generosidad su tiempo en una labor de catequesis, y a quienes aconsejan el libro oportuno que ilustra la inteligencia y mueve los afectos del corazón! Es abrirles el camino que lleva a Dios; no tienen una necesidad mayor.

III. Imitar a Jesús en su actitud misericordiosa hacia los más necesitados nos llevará en muchas ocasiones a dar consuelo y compañía a quienes se encuentran solos, a los enfermos, a quienes sufren una pobreza vergonzante o descarada. Haremos nuestro su dolor, les ayudaremos a santificarlo, y procuraremos remediar ese estado en el modo en que nos sea posible. Cuánto puede confortar a estas personas un rato de compañía –buscado quizá con espíritu de sacrificio, a la salida del trabajo, cuando lo que apetecía era descansar, etc.–, con una conversación sencilla y amable, bien preparada, en la que el sentido sobrenatural que procuramos dar a nuestras palabras y comentarios –de noticias positivas, de iniciativas de apostolado– deja en el enfermo o en el anciano una luz de fe y confianza en Dios; con delicadeza y oportunidad, nos atreveremos a prestar algunos servicios, a arreglarle la cama, a leer un rato algún libro piadoso ameno, incluso divertido10.

Cada día es más necesario pedir al Señor un corazón misericordioso para todos, pues en la medida en que la sociedad se deshumaniza, los corazones se vuelven duros e insensibles. La justicia es virtud fundamental; pero la justicia sola no basta: se precisa además la caridad. Por mucho que mejorase la legislación laboral y social, siempre será necesario el calor del corazón humano, fraternal y amigo, que se acerca a esas situaciones a las que la mera justicia no llega, pues la misericordia "no se limita a socorrer al necesitado de bienes económicos; se dirige, antes que nada, a respetar y comprender a cada individuo en cuanto tal, en su intrínseca dignidad de hombre y de hijo del Creador"11.

La misericordia nos lleva a perdonar con prontitud y de corazón, aunque quien ofende no manifieste arrepentimiento por su falta o rechace la reconciliación. El cristiano no guarda rencores en su alma; no se siente enemigo de nadie. Nos esforzaremos en querer a quienes son desgraciados por su propia culpa, incluso por su propia maldad. El Señor solo nos preguntará si esa persona es desgraciada, si sufre, "pues eso basta para que sea digno de su interés. Esfuérzate sin duda en protegerlo contra sus malas pasiones, pero desde el momento en que sufre, sé misericordioso. Amarás a tu prójimo, no cuando lo merezca, sino porque es tu prójimo"12.

El Señor nos pide una actitud compasiva que se extienda a todas las manifestaciones de la vida. También en el juicio sobre el prójimo, a quien hemos de mirar desde el ángulo en el que queda más favorecido. "Aunque vierais algo malo –aconseja San Bernardo– no juzguéis al instante a vuestro prójimo, sino más bien excusadle en vuestro interior. Excusad la intención, si no podéis excusar la acción. Pensad que lo habrá hecho por ignorancia, o por sorpresa, o por desgracia. Si la cosa es tan clara que no podéis disimularla, aun entonces creedlo así, y decid para vuestros adentros: la tentación habrá sido muy fuerte"13.

Frecuentemente hemos de recordar que, si somos misericordiosos, obtendremos del Señor esa misericordia para nuestra vida que tanto necesitamos, particularmente para esas flaquezas, errores y fragilidades, que Él bien conoce. Esa confianza en la infinita compasión de Dios nos llevará a permanecer siempre muy cerca de Él.

María, Reina y Madre de Misericordia, nos dará un corazón capaz de compadecerse eficazmente de quienes sufren a nuestro lado.

1 Evangelio de la Misa. Lc 4, 16-30. — 2 Cfr. Is 61, 1-2 — 3 Juan Pablo II, Enc. Dives in misericordia, 30-XI-1980, 3. — 4 Lc 7, 22 ss. — 5 1 Jn 4, 16. — 6 Ef 2, 4. — 7 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 8. — 8 San Juan Crisóstomo, Comentario al Salmo 126. — 9 J. Orlandis, 8 Bienaventuranzas, pp. 104-105. — 10 Cfr. Santo Cura de Ars, Sermón sobre la limosna, en F. Fernández-Carvajal, Antología de textos, Palabra, 14ª ed., Madrid 2003, n. 355-1. — 11 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 72. — 12 G. Chevrot, Las Bienaventuranzas, Rialp, 8ª ed., Madrid 1981, p. 170. — 13 San Bernardo, Sermón sobre el Cantar de los Cantares, 40.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

San Gil o Egidio

("El Protegido o Defendido" en latín; o "cabrito" en griego).

Ermitaño de origen griego que vivió entre los siglos VI y VII. Algunas leyendas piadosas lo consideraban un rico heredero emigrado de Marsella y establecido como anacoreta en un bosque, en la desembocadura del río Ródano. Con el tiempo edificó un monasterio.

Se le atribuyen algunos milagros y la piedad en el Medioevo lo llamó: Abogado de los pecadores, por haber ayudado en su conversión al Rey Carlos; Protector de pobres, tullidos, arqueros, por haber sido herido por una flecha; Abogado contra el miedo y el incubo, por ayudar a una cierva en peligro; y Defensor contra las enfermedades del cáncer y la epilepsia, llamada "mal de San Gil".

Se le consideró uno de los "14 santos auxiliares". Se le representa como anacoreta, con varios atributos: cierva, lirio, flecha clavada en el brazo, dos puertas (regalo del Papa a su monasterio) y un mensaje celeste en una filacteria por haber descubierto un pecado oculto del Rey Carlos y hacérselo confesar.

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Fuente: Archiciócesis de Madrid.
Josué, Santo Patriarca del A.T., Septiembre 1  

Josué, Santo

Patriarca

Martirologio Romano: Conmemoración de san Josué, hijo de Nun, siervo del Señor, que al recibir la imposición de manos por Moisés, fue lleno del espíritu de sabiduría, y a la muerte de Moisés introdujo de modo maravilloso al pueblo de Israel, cruzando el Jordán, en la tierra de promisión (Jos, 1, 1).Muerto Moisés, Josué es el capitán que introducirá a su gente Tierra Prometida. Ya era la hora de poseer la tierra que Dios prometió a los israelitas al sacarlos de Egipto. Han pasado cuarenta años. Es un pueblo joven el que está en las proximidades de Canán. Son los hijos de los que Yavé sacó con mano poderosa. Se han curtido en el desierto inhóspito donde han vivido del mimo de Dios y presenciando a diario sus grandezas. Tienen esculpida en su alma la idea de que sólo en la fidelidad a la Alianza tienen garantía de la protección de Dios.

Josué es un varón pletórico de fe y casto, joven y fuerte, que mantiene la seguridad de que será Dios quien vencerá a los poderosos habitantes de la tierra que se les da en posesión. Tienen que pelearla, pero sólo Dios les dará la victoria.

Jericó es la plaza fuerte que les abrirá las puertas a la conquista. Posee murallas duras y sus habitantes están aprestados a defenderla.

Es Dios quien habla ahora con Josué, como antes lo hiciera con Moisés, dándole instrucciones para la empresa. No se le pedirá pasividad, sino una disposición absoluta al misterio. La táctica guerrera sugerida es la más impensada y la menos descrita en las praxis de la guerra: hay que dar vueltas a la ciudad, cantando y tocando las trompetas. Así se caerán las potentes murallas de defensa.

Sin un "pero" de Josué y con la presteza originada por la fe sucede como Dios dice. Y es que Dios se ríe de las encuestas, la lógica humana se ve superada en su potencia y las estadísticas de los hombres se tornan enanas en su presencia. Sin embargo, la fe hace que se derriben las más altas murallas de la tierra.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Terenciano de Todi, Santo Obispo y Mártir, Septiembre 1  

Terenciano de Todi, Santo

Obispo y Mártir

Martirologio Romano: En Todi, de la Umbría, san Terenciano, obispo (c. s. IV).

Etimología Terenciano = atento, delicado. Viene de la lengua latina.

San Terenciano se convirtió gracias a la fe que veía en los primeros cristianos que llegaron a la ciudad de Todi, Italia. Llegó a ser obispo de Todi. Muchos paganos se convirtieron a la fe de Cristo por su celo pastoral.

La envidia de los sacerdotes paganos hacia él, crecía de día en día. Por eso, llevados por su envidia y enfurecidos las numerosas conversiones, lo denunciaron al emperador Adriano.

Por orden del procónsul Licinio, fue atormentado en el potro y con escorpiones; mientras se le iba la vida, repetía: "Señor, sean confundidos los que adoran a dioses falsos y se glorían de sus ricas imágenes". Y sucedió que un sacerdote pagano quedó ciego y los templos se cayeron al suelo. Entonces el santo volvió a decir: "Gloria a ti, Jesús bendito, que colmas de bendiciones a quienes creen en ti".

El juez le preguntó: ¿Dónde está tu Dios? Y Terenciano contestó: "Está conmigo y si tú creyeras en él, encontrarías misericordia".

Enfurecido, el juez mandó que le cortaran la lengua, y luego le degollaron.

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Fuente: Zenit.org
José Samsó i Elias, Beato Sacerdote y Mártir, 1 de septiembre  

José Samsó i Elias, Beato

Sacerdote y Mártir

En Mataró, Cataluña, España, Beato José Samsó i Elías, sacerdote y mártir durante la persecución religiosa en España. ( 1936)

Fecha de beatificación: 23 de enero de 2010, en la basílica de Santa María de Santa María de la ciudad barcelonesa de Mataró –de la que fue párroco–, la ceremonia fue oficiada por el Cardenal Arzobispo de la Archidiócesis de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, en representación de S.S. Benedicto XVI.

 

José Samsó Elías nació en Castellbisbal el 17 de enero de 1887. Cursó la carrera sacerdotal en el Seminario Conciliar de Barcelona, distinguiéndose en todos los cursos por su talento privilegiado y piedad ejemplar, todo lo cual le hacía acreedor de las mejores calificaciones. En los últimos años de su carrera sacerdotal, habiendo fijado en él su atención el Obispo José Laguarda, lo distinguió como su secretario particular, cargo en el cual estuvo hasta que fue consagrado Presbítero el 12 de marzo de 1910, celebrando su primera misa el día de San José, en la Capilla del Centro Obrero de la Sagrada Familia de la calle Calabria de Barcelona.

El 23 de julio de 1910 fue nombrado Coadjutor de la parroquia de San Julián de Argentona. Allí permaneció durante 7 años. El 11 de enero de 1917 fue nombrado párroco de la parroquia de Sant Joan de Mediona. A la muerte del párroco de Santa María de Mataró, Dr. Roig, José Samsó quedó nombrado Ecónomo-Arcipreste de la ciudad de Mataró y titular de dicha parroquia.

Fue un modelo de sacerdote entregado totalmente al ministerio de párroco. Severo consigo mismo, por temperamento y por virtud, pero comprensivo con los demás y dotado de las cualidades de gobierno para regir las comunidades que le fueron encomendadas.

Destacó en el ministerio de la caridad y de la catequesis. Su obra más conocida en este sentido es la Guía para catequistas, preparada ya en marzo de 1936, pero que no fue publicada hasta 1940.

Su dirección espiritual animó a muchas personas a seguir su vocación sacerdotal o religiosa, implantó la puntualidad en el horario de las misas, buscaba la perfección en los actos litúrgicos para alcanzar su máximo esplendor del culto, y trabajó intensamente en la decoración interior de la iglesia de Santa María, que en 1928 fue distinguida con el título de Basílica Menor.

En octubre de 1934, un grupo de hombres armados entró en la rectoría de Santa María, amenazando al rector y a la gente que estaba con él, les obligaron a ir a la nave central y apilar sillas, y le ordenaron al rector que las prendiera. Samsó se negó, a pesar de las amenazas.

Aquellos hombres incendiaron un altar y algunos utensilios. Cuando pudieron llegar algunos feligreses el fuego se pudo apagar. El párroco perdonó a aquellos hombres y no quiso revelar su identidad cuando fue invitado a hacerlo por la autoridad judicial.

Desde ese día y hasta su detención en 1936, el sacerdote manifestó varias veces que se acercaba una persecución de sangre. El peligro para él y su condición de sacerdote y rector le llevó a aceptar generosamente la posibilidad del martirio, con una actitud de esperanza.

Al iniciarse la Guerra Civil, se refugió en casa de unos feligreses, hasta que, en la madrugada del 28 de julio de 1936, intentando abandonar la ciudad por razones de prudencia, fue detenido y encarcelado por su condición de sacerdote. Después de un mes de cautiverio en la prisión de Mataró, se puso precio a su vida, y atado de manos, emprendió su Vía Crucis hacia el cementerio de Mataró, donde fue asesinado el 1 de septiembre de 1936. "Murió perdonando a sus ejecutores y con una gran ejemplaridad cristiana", han indicado.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Lupo de Sens, Santo Obispo, Septiembre 1  

Lupo de Sens, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Sens, de Neustria, san Lupo, obispo, que fue desterrado por haber dicho ante un jerarca local que convenía al pueblo ser regido por un sacerdote y obedecer a Dios antes que a los príncipes (c. 623).

San Loupo o Leu, perteneciente a una familia noble, nació en Orléans. Fue elegido Arzobispo de Sens en 609.

Clotairo, rey de los Francos, entrando en Borgoña, envió a su senescal contra los habitantes de Sens, éste sitió la ciudad. San Lupo, hizo repicar la campana de la iglesia de Saint Eesteban. Los sitiadores, oyendo ese sonido, sintieron tal pánico, que pensaron que no podrían escapar a la muerte, y emprendieron la huida.

Habiéndose finamente apoderado de la Borgoña, Clotario envió a Sens a otro senescal. Como San Lupo no acudió a su presencia llevándole presentes, lo difamó ante el rey, y éste lo envió al exilio. Allí, San Lupo se destaca por su doctrina y milagros.

Los habitantes de Sens pidieron al rey que llamara a San Lupo del exilio. Cuando Clotario se encontró ante aquel hombre paciente y mortificado, se sintió tan conmovido que se prosternó a sus pies solicitando su perdón. Colmándolo de presentes, lo restableció en su Sede.

Después de haberse hecho famoso por sus grandes virtudes y milagros, el Santo Obispo entregó su alma a Dios alrededor de 610.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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