Pax
¡Ay de aquél por quien el Hijo del hombre va a ser entregado!
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 26, 14-25
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, uno de los Doce, el llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo:
"¿Qué me dan si les entrego a Jesús?"
Ellos le ofrecieron treinta monedas de plata.
Y desde ese momento buscaba la oportunidad para entregarlo.
El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:
"¿Dónde quieres que te preparemos la cena de pascua?"
El respondió:
"Vayan a la ciudad, a casa de Fulano, y díganle: "El Maestro dice: Se acerca el momento, y quiero celebrar la pascua en tu casa con mis discípulos"".
Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la cena de pascua.
Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce, y mientras cenaban les dijo:
"Les aseguro que uno de ustedes me va a entregar".
Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno:
"¿Acaso soy yo, Señor?"
Jesús respondió:
"El que come en el mismo plato que yo, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, tal como está escrito de él; pero ¡ay de aquél que entrega al Hijo del hombre! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!"
Entonces preguntó Judas, el traidor:
"¿Soy yo acaso, maestro?"
Y Jesús le respondió:
"Tú lo has dicho".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch? HYPERLINK "https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw"v=mTKKaT-KaKw
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria. HYPERLINK "http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX"tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http: HYPERLINK "http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc"//iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
Miércoles Santo
Antífona de Entrada
Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, porque el Señor se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz; por eso Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Oración Colecta
Oremos:
Padre misericordioso, que para librarnos del poder del enemigo quisiste que tu Hijo sufriera el suplicio de la cruz, concédenos alcanzar la gracia de la resurrección.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
No he sustraído mi rostro a los insultos y salivazos
Lectura del libro del profeta Isaías 50, 4-9a
En aquel entonces dijo Isaías:
"El Señor me ha dado una lengua de discípulo para que sepa sostener con mi palabra al
cansado. Cada mañana me despierta el oído, para que escuche como los discípulos. El Señor me ha abierto el oído, y yo no me he resistido ni me he echado atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, mis mejillas a los que tiraban mi barba; no oculté la cara ante los insultos y salivazos. El Señor me ayuda, por eso soportaba las ofensas, por eso endurecí mi cara como una
piedra, sabiendo que no quedaría defraudado. Mi defensor está cerca, ¿quién me denunciará? ¡Comparezcamos juntos! ¿Quién me va a acusar? ¡Que venga a decírmelo! Sepan que el Señor me ayuda: ¿Quién me condenará?"
Palabra de Dios.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Salmo Responsorial
Sal 68, 8-10.21bcd-22.31 y 33-44
Por tu bondad, Señor, socórreme.
Por ti sufro el insulto y la vergüenza cubre mi rostro. Soy un extranjero para mis hermanos, un extraño para los hijos de mi madre. Me desvelo por defender tu templo, y el insulto de los que te insultan cae sobre mí.
Por tu bondad, Señor, socórreme.
Los insultos me han roto el corazón y casi muero; espero compasión, y no la hay; consoladores, y no los encuentro. Me pusieron veneno en la comida, me dieron a beber vinagre para mi sed.
Por tu bondad, Señor, socórreme.
Yo alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza dándole gracias. Véanlo ustedes, los humildes, y alégrense, recobren el ánimo los que buscan a Dios. Porque el Señor escucha a los necesitados, y no rechaza a sus cautivos.
Por tu bondad, Señor, socórreme.
Aclamación antes del Evangelio
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Señor Jesús, rey nuestro, sólo tú has tenido compasión de nuestras faltas.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Evangelio
¡Ay de aquél por quien el Hijo del hombre va a ser entregado!
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 26, 14-25
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, uno de los Doce, el llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo:
"¿Qué me dan si les entrego a Jesús?"
Ellos le ofrecieron treinta monedas de plata.
Y desde ese momento buscaba la oportunidad para entregarlo.
El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron:
"¿Dónde quieres que te preparemos la cena de pascua?"
El respondió:
"Vayan a la ciudad, a casa de Fulano, y díganle: "El Maestro dice: Se acerca el momento, y quiero celebrar la pascua en tu casa con mis discípulos"".
Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la cena de pascua.
Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce, y mientras cenaban les dijo:
"Les aseguro que uno de ustedes me va a entregar".
Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno:
"¿Acaso soy yo, Señor?"
Jesús respondió:
"El que come en el mismo plato que yo, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, tal como está escrito de él; pero ¡ay de aquél que entrega al Hijo del hombre! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!"
Entonces preguntó Judas, el traidor:
"¿Soy yo acaso, maestro?"
Y Jesús le respondió:
"Tú lo has dicho".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Pongamos, hermanos y hermanas, nuestra mirada en Jesús, elevado en la cruz para que todos los que crean en él tengan vida eterna, y oremos al Señor los unos por los otros:
(Respondemos a cada petición: Señor, ten piedad).
Para que el Señor, que fue entregado a sus enemigos por nosotros, tenga misericordia de aquéllos que, como Judas, lo han traicionado y abandonado, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad
Para que el Señor, que con su sangre preciosa limpió los pecados del mundo, se muestre ante el Padre amigo y defensor de todos los seres humanos, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad
Para que los pobres, los agobiados, los desesperanzados y todos los que con sus sufrimientos participan de la cruz de Cristo encuentren consuelo en la pasión del Señor, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad
Para que cuantos por el bautismo hemos sido sumergidos en la muerte de Cristo participemos también de su resurrección, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad
Celebrante:
Dios todopoderoso y eterno, que has querido salvar al mundo con la muerte de tu Hijo, concede a quienes recordamos con amor su pasión gloriosa obtener los dones que te pedimos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, los dones que te presentamos, y concédenos la gracia de traducir, en una vida de amor y de obediencia a tu voluntad, el misterio de la pasión de tu Hijo que estamos celebrando.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
La victoria de la pasión
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque se acercan ya los días santos de la pasión salvadora y la gloriosa resurrección de Jesucristo nuestro Señor, en los que celebramos su triunfo sobre la soberbia del demonio y recordamos el misterio de nuestra redención.
Por eso,
los ángeles te cantan con júbilo eterno y nosotros nos unimos a sus voces cantando humildemente tu alabanza:
Antífona de la Comunión
El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino para servir y dar su vida para redención de todos.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Concédenos, Señor, Dios nuestro, creer profundamente que por la muerte de tu Hijo, padecida en el Calvario y anunciada en cada Eucaristía, tú nos has dado la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
Miércoles Santo
Pasión de Nuestro Señor
CAMINO DEL CALVARIO
— Jesús con la Cruz a cuestas por las calles de Jerusalén. Simón de Cirene.
— Jesús acompañado de dos ladrones en su camino hacia el Calvario. Modos de llevar la cruz.
— El encuentro con su Santísima Madre.
I. Tras una noche de dolor, de burlas y desprecio, Jesús, roto por el terrible tormento de la flagelación, es llevado para ser crucificado. Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de haberle hecho azotar, se lo entregó para que fuera crucificado1, dice sobriamente el Evangelio de San Mateo.
El pueblo no aceptó el canje por Barrabás, del que era inocente por quien era culpable de robo con homicidio. Jesús es condenado a sufrir un doloroso castigo y la muerte reservada a los criminales. Al poco tiempo, todos ven que está demasiado débil para llevar sobre sus hombros la cruz hasta el Calvario. Un hombre, Simón de Cirene, que va camino de su casa, es forzado a cargar con ella. ¿Dónde están tus discípulos? Jesús les había hablado de llevar la cruz2, y todos ellos habían afirmado con gran seguridad que estaban dispuestos a ir con Él hasta la muerte3. Ahora ni siquiera encuentra a uno para que le ayude a llevar el madero hasta el lugar de la ejecución. Lo ha de hacer un extraño, y obligado a la fuerza. Alrededor del Señor no hay rostros amigos y nadie quiso comprometerse. Hasta quienes recibieron beneficios y curaciones quieren pasar ahora inadvertidos. Se cumplió al pie de la letra lo que profetizó Isaías muchos siglos antes: He pisado el lagar yo solo, sin que nadie de entre las gentes me ayudase... Miré, y no había quien me auxiliase; me maravillé de que no hubiera quien me apoyara4.
Cogió Simón el extremo de la cruz y lo cargó sobre sus hombros. El otro, el más pesado, el del amor no comprendido, el de los pecados de cada hombre, ese lo llevó Cristo, solo.
Hay una excepción en este desamparo en que el Señor se encuentra, y que nos ha sido transmitida por tradición: una mujer –a la que se conoce por el nombre de Verónica– se acerca con un paño para limpiar el rostro de Jesús, y en la tela quedó impreso el rostro del Señor. "El velo de la Verónica es el símbolo del conmovedor diálogo entre Cristo y el alma reparadora. La Verónica respondió al amor de Cristo con su reparación; una reparación especialmente admirable, porque fue hecha por una débil mujer que no temió las iras de los enemigos de Cristo (...). ¿Se imprime en mi alma (...) el rostro de Jesús, como en el velo de la Verónica?"5.
El Señor sigue su camino; algún alivio físico le ha llegado. Pero la vía es tortuosa y el suelo irregular. Sus energías están cada vez más mermadas; nada tiene de extraño que Jesús caiga. Una, dos, tres veces. Cae y a duras penas se levanta. Y a los pocos metros vuelve a caer. Al levantarse nos dice lo mucho que nos ama; al caer expresa la gran necesidad que siente de que le amemos.
"No es tarde, ni todo está perdido... Aunque te lo parezca. Aunque lo repitan mil voces agoreras. Aunque te asedien miradas burlonas e incrédulas... Has llegado en un buen momento para cargar con la Cruz: la Redención se está haciendo –¡ahora!–, y Jesús necesita muchos cirineos"6.
II. En otro momento de ese caminar hacia el Calvario, Jesús pasa delante de un grupo de mujeres que lloran por Él. Las consuela y hace una "llamada al arrepentimiento, al verdadero arrepentimiento, al pesar, en la verdad del mal cometido. Jesús dice a las hijas de Jerusalén que lloran a su vista: No lloréis por mí; llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos (Lc 23, 28). No podemos quedarnos en la superficie del mal, hay que llegar a su raíz, a las causas, a la más honda verdad de la conciencia (...). Señor, ¡dame saber vivir y andar en la verdad!"7.
A Jesús, formando parte del cortejo, y para hacer más humillante su muerte, le acompañan dos ladrones. Un espectador recién llegado, que nada supiera, vería tres hombres, cada uno cargado con su cruz, camino de la muerte. Pero solo uno es el Salvador del mundo, y una sola la Cruz redentora.
Hoy también se puede llevar la cruz de distintas formas. Hay una cruz llevada con rabia, contra la que el hombre se revuelve lleno de odio o, al menos, de un profundo malestar; es una cruz sin sentido y sin explicación, inútil, que incluso aleja de Dios. Es la cruz de los que en este mundo solo buscan la comodidad y el bienestar material, que no soportan el dolor ni el fracaso, porque no quieren comprender el sentido sobrenatural del sufrimiento. Es una cruz que no redime: es la que lleva uno de los ladrones.
Camino del Calvario marcha una segunda cruz llevada con resignación, quizá incluso con dignidad humana, aceptándola porque no hay más remedio. Así la lleva el otro ladrón, hasta que poco a poco se da cuenta de que muy cerca de él está la figura soberana de Cristo, que cambiará por completo los últimos instantes de su vida aquí en la tierra, y también la eternidad, y le hará convertirse en el buen ladrón.
Hay un tercer modo de llevarla. Jesús se abraza a la Cruz salvadora y nos enseña cómo debemos cargar con la nuestra: con amor, corredimiendo con Él a todas las almas, reparando por los propios pecados. El Señor ha dado un sentido profundo al dolor. Pudiendo redimirnos de muchas maneras lo hizo a través del sufrimiento, porque nadie tiene amor más grande que aquel que da la vida por sus amigos8.
Las personas santas han descubierto que el dolor, el sufrimiento, la contrariedad dejan de ser algo negativo en el momento en que no se ve la cruz sola, sino con Jesús que pasa y sale a nuestro encuentro. "¡Dios mío!, que odie el pecado, y me una a Ti, abrazándome a la Santa Cruz, para cumplir a mi vez tu Voluntad amabilísima..., desnudo de todo afecto terreno, sin más miras que tu gloria..., generosamente, no reservándome nada, ofreciéndome contigo en perfecto holocausto"9.
Simón de Cirene conoció a Jesús a través de la Cruz. El Señor le recompensará la ayuda prestada dando la fe también a sus dos hijos, Alejandro y Rufo10; serían pronto cristianos destacados de la primera hora. Debemos pensar que Simón de Cirene más tarde sería un discípulo fiel, estimado por la primera comunidad cristiana de Jerusalén. "Todo empezó por un encuentro inopinado con la Cruz.
"Me presenté a los que no preguntaban por mí, me hallaron los que no me buscaban (Is 65, 1).
"A veces la Cruz aparece sin buscarla: es Cristo que pregunta por nosotros. Y si acaso ante esa Cruz inesperada, y tal vez por eso más oscura, el corazón mostrara repugnancia... no le des consuelos. Y, lleno de una noble compasión, cuando los pida, dile despacio, como en confidencia: corazón, ¡corazón en la Cruz!, ¡corazón en la Cruz!"11.
La meditación de hoy es un momento oportuno para que nos preguntemos a nosotros mismos cómo llevamos las contrariedades, el dolor. Buena ocasión para examinar si nos acercan a Cristo, si estamos corredimiendo con Él, si nos sirven para expiar nuestras culpas.
III. "Caminaba el Salvador, el cuerpo inclinado con el peso de la Cruz, los ojos hinchados y como ciegos de lágrimas y de sangre, el paso lento y dificultoso por su debilidad; le temblaban las rodillas, se arrastraba casi detrás de sus dos compañeros de suplicio. Y los judíos se reían, los verdugos y los soldados le empujaban"12. En el cuarto misterio doloroso del Rosario contemplamos a Jesús con la Cruz a cuestas camino del Calvario "Estamos tristes, viviendo la Pasión de Nuestro Señor Jesús. —Mira con qué amor se abraza a la Cruz. —Aprende de Él. —Jesús lleva Cruz por ti: tú, llévala por Jesús.
"Pero no lleves la Cruz arrastrando... Llévala a plomo, porque tu Cruz, así llevada, no será una Cruz cualquiera: será... la Santa Cruz (...).
"Y de seguro, como Él, encontrarás a María en el camino"13.
En el Vía Crucis meditamos que, en una de aquellas callejuelas, Jesús se encontró con su Madre. Se paró un instante. "Con inmenso amor mira María a Jesús, y Jesús mira a su Madre; sus ojos se encuentran, y cada corazón vierte en el otro su propio dolor. El alma de María queda anegada en amargura, en la amargura de Jesucristo.
"¡Oh vosotros cuantos pasáis por el camino: mirad y ved si hay dolor comparable a mi dolor! (Lam 1, 12).
"Pero nadie se da cuenta, nadie se fija, solo Jesús (...).
"En la oscura soledad de la Pasión, Nuestra Señora ofrece a su Hijo un bálsamo de ternura, de unión, de fidelidad, un sí a la voluntad divina"14.
El Señor continúa su camino y María le acompaña a pocos metros de distancia, hasta el Calvario. La profecía de Simeón se está cumpliendo con perfecta exactitud.
"¿Qué hombre no lloraría, si viera a la Madre de Cristo en tan atroz suplicio?
"Su Hijo herido... Y nosotros lejos, cobardes, resistiéndonos a la Voluntad divina.
"Madre y Señora mía, enséñame a pronunciar un sí que, como el tuyo, se identifique con el clamor de Jesús ante su Padre: non mea voluntas... (Lc 22, 42): no se haga mi voluntad, sino la de Dios"15.
Cuando el dolor y la aflicción nos aquejen, cuando se hagan más penetrantes, acudiremos a Santa María, Mater dolorosa, para que nos haga fuertes y para aprender a santificarlos con paz y serenidad.
1 Mt 27, 26. — 2 Mt 16, 24. — 3 Mt 26, 35. — 4 Is 63, 3 y 5. — 5 J. Ablewicz, Seréis mis testigos, Madrid 1983. Vía Crucis, Sexta estación, pp. 334-335. — 6 San Josemaría Escrivá, Vía Crucis, V, 2. — 7 K. Wojtyla, Signo de contradicción, Madrid 1978. Vía Crucis, Octava estación, pp. 244-245. — 8 Cfr. Jn 15, 13. — 9 San Josemaría Escrivá, loc. cit., IX. — 10 Cfr. Mc 15, 21. — 11 San Josemaría Escrivá, loc. cit., V. — 12 L. de la Palma, La pasión del Señor, p. 168. — 13 San Josemaría Escrivá, Santo Rosario, cuarto misterio doloroso. — 14 ídem, Vía Crucis, IV. — 15 Ibídem, IV, 1.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
31 de marzo
SAN BENJAMÍN
Mártir
E l rey Yezdigerd, hijo de Sapor II puso fin a la cruel persecución de los cristianos que había sido llevado al cabo en Persia durante el reinado de su padre. Sin embargo, el obispo Abdas con un celo mal entendido incendio el Pireo o templo del fuego, principal objeto del culto de los persas. El rey amenazó con destruir todas las iglesias de los cristianos, a menos que el obispo reconstruyera el templo, pero éste se rehusó a hacerlo; el rey lo mandó a matar e inició una persecución general que duró 40 años.
Uno de los primeros mártires fue Benjamín, diácono. Después de que fuera golpeado, estuvo encarcelado durante un año, pero obtuvo su libertad gracias al embajador del Constantinopla y prometiendo bajo su responsabilidad que el santo se abstendría de hablar acerca de su religión. Sin embargo, Benjamín declaró que él no podía cumplir tal condición y, no perdió la oportunidad de predicar el Evangelio. Fue de nuevo aprehendido y llevado ante el rey, quien lo sometió a crueles torturas, siendo luego decapitado.
Renovato (Renato), San | |||
Obispo, 31 de marzo. | |||
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Balbina, Santa | |||
31 de marzo | |||
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Guido de Pomposa, Santo | |
Monje, 31 de marzo | |
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