JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 20, 20-28
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, la madre de los Zebedeos se acercó a Jesús con sus hijos y se arrodilló para pedirle un favor.
El le preguntó:
"¿Qué quieres?"
Ella contestó:
"Manda que estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y otro a tu izquierda cuando tú reines".
Jesús respondió:
"No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz de amargura que yo voy a beber?"
Ellos dijeron:
"Sí, podemos".
Jesús les respondió:
"Beberán mi cáliz, pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes lo ha reservado mi Padre".
Al oír aquello, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo:
"Ustedes saben que los jefes de las naciones las gobiernan tiránicamente y que los dirigentes las oprimen. No debe ser así entre ustedes. El que quiera ser importante entre ustedes, sea su servidor, y el que quiera ser el primero, que sea su esclavo. De la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate de todos".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
Santiago, Apóstol (25 de jul)
Antífona de Entrada
Caminando Jesús por la orilla del lago de Galilea, vio a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que estaban remendando sus redes, y los llamó.
Oración Colecta
Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que Santiago fuera el primero de entre los apóstoles en derramar su sangre por el Evangelio; fortalece a tu Iglesia con el testimonio de su martirio y defiéndela con su valiosa
protección.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Hizo decapitar a Santiago
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 4, 33; 5, 12a. 27-33; 12, 1b-2
En aquellos días, los apóstoles daban testimonio con mucha fortaleza de la resurrección de Jesús, el Señor, y todos gozaban de gran estima y realizaban muchos signos y prodigios en medio del pueblo.
Lo hicieron entrar para que compareciera ante el Consejo, y el sumo sacerdote les preguntó:
"¿No les prohibimos terminantemente enseñar en nombre de ése? Y sin embargo, han llenado Jerusalén con sus enseñanzas y además quieren hacernos responsables de la muerte de ese hombre".
Pedro y los apóstoles respondieron:
"Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros antepasados ha resucitado a Jesús, a quien ustedes mataron colgándolo de un madero. Dios lo ha exaltado a su derecha como Príncipe y Salvador, para dar a Israel la ocasión de arrepentirse y de obtener el perdón de los pecados. Nosotros y el Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que le obedecen, somos testigos de todo esto".
Ellos, enfurecidos de tales palabras, querían matarlos. Y el rey Herodes mandó ejecutar a Santiago, hermano de Juan.
Palabra de Dios.
Te alabamos Señor.
Salmo Responsorial
Sal 66, 2-3.5.7-8
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Que Dios se apiade y nos bendiga, que haga brillar su rostro sobre nosotros; para que se conozcan en la tierra tus caminos, tu salvación en todas las naciones.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Que se alegren y canten de júbilo las naciones, porque juzgas rectamente los pueblos, y gobiernas las naciones de la tierra.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto, nos bendice el Señor, nuestro Dios. Que Dios nos bendiga, y que lo teman hasta en los más remotos lugares de la tierra.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Yo los he elegido del mundo, dice el Señor, para que vayan y den fruto y su fruto permanezca.
Aleluya.
Evangelio
Beberán de mi cáliz
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 20, 20-28
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, la madre de los Zebedeos se acercó a Jesús con sus hijos y se arrodilló para pedirle un favor.
El le preguntó:
"¿Qué quieres?"
Ella contestó:
"Manda que estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y otro a tu izquierda cuando tú reines".
Jesús respondió:
"No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz de amargura que yo voy a beber?"
Ellos dijeron:
"Sí, podemos".
Jesús les respondió:
"Beberán mi cáliz, pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes lo ha reservado mi Padre".
Al oír aquello, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo:
"Ustedes saben que los jefes de las naciones las gobiernan tiránicamente y que los dirigentes las oprimen. No debe ser así entre ustedes. El que quiera ser importante entre ustedes, sea su servidor, y el que quiera ser el primero, que sea su esclavo. De la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate de todos".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración de los Fieles
Celebrante
Oremos, hermanos y hermanas, a Dios Padre misericordioso, que ha querido que fuésemos edificados en la solidez de la fe de los apóstoles, y pidámosle por el bien de todos.
(Reondemos a cada petición: Escúchanos, Señor).
Para que la Iglesia guarde sin alterar en todo el mundo la enseñanza que recibió en sus orígenes por medio de la predicación apostólica y la transmita con fidelidad de generación en generación, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Para que no cesen de nacer en todo el mundo Iglesias, que, como retoño legítimo de las primeras comunidades fundadas por los apóstoles, se alimenten de la Palabra que ellos anunciaron y que arraigó también en nuestra tierra, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Para que, quienes como Santiago, el primero de los apóstoles que derramó la sangre por el nombre de Cristo, sufren persecuciones, sean semilla de una nueva primavera cristiana, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Para que el Señor nos ilumine con el testimonio del martirio de Santiago, y nos fortalezca de manera que estemos dispuestos a beber, como él, el cáliz del sufrimiento, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Celebrante:
Señor Jesús, Redentor nuestro, que llamaste a Santiago para que dejase las redes y se hiciera pescador de hombres; escucha nuestra oración y fortalece nuestras débiles voluntades, para que, como él, seamos fieles a tu llamada. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, los dones que te presentamos y, por intercesión del apóstol Santiago, purifica nuestros corazones para que podamos participar dignamente del Cuerpo de Cristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
Prefacio
Santiago, testigo predilecto
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso, Pastor eterno.
Porque Santiago, testigo predilecto, anunció el Reino que viene por la muerte y resurrección de tu Hijo, y, el primero entre los apóstoles, bebió el cáliz del Señor: con su guía y patrocinio se conserva y se dilata la fe por toda la tierra, mientras tu apóstol alienta a los que peregrinan finalmente a ti, por Cristo, Señor nuestro.
Por eso, Señor,
con todos los ángeles te alabamos ahora y por siempre, diciendo con humilde fe:
Antífona de la Comunión
Quienes participan del cáliz del Señor, se convierten en amigos de Dios.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Por intercesión del apóstol Santiago, en cuya festividad hemos recibido con alegría tus santos sacramentos, concédenos, Señor, tu protección y ayuda.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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Santiago, Apóstol (25 de jul)
Antífona de Entrada
Caminando Jesús por la orilla del lago de Galilea, vio a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que estaban remendando sus redes, y los llamó.
Se dice "Gloria".
Oración Colecta
Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste que Santiago fuera el primero de entre los apóstoles en derramar su sangre por el Evangelio; fortalece a tu Iglesia con el testimonio de su martirio y defiéndela con su valiosa
protección.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Hizo decapitar a Santiago
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 4, 33; 5, 12a. 27-33; 12, 1b-2
En aquellos días, los apóstoles daban testimonio con mucha fortaleza de la resurrección de Jesús, el Señor, y todos gozaban de gran estima y realizaban muchos signos y prodigios en medio del pueblo.
Lo hicieron entrar para que compareciera ante el Consejo, y el sumo sacerdote les preguntó:
"¿No les prohibimos terminantemente enseñar en nombre de ése? Y sin embargo, han llenado Jerusalén con sus enseñanzas y además quieren hacernos responsables de la muerte de ese hombre".
Pedro y los apóstoles respondieron:
"Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros antepasados ha resucitado a Jesús, a quien ustedes mataron colgándolo de un madero. Dios lo ha exaltado a su derecha como Príncipe y Salvador, para dar a Israel la ocasión de arrepentirse y de obtener el perdón de los pecados. Nosotros y el Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que le obedecen, somos testigos de todo esto".
Ellos, enfurecidos de tales palabras, querían matarlos. Y el rey Herodes mandó ejecutar a Santiago, hermano de Juan.
Palabra de Dios.
Te alabamos Señor.
Salmo Responsorial
Sal 66, 2-3.5.7-8
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Que Dios se apiade y nos bendiga, que haga brillar su rostro sobre nosotros; para que se conozcan en la tierra tus caminos, tu salvación en todas las naciones.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Que se alegren y canten de júbilo las naciones, porque juzgas rectamente los pueblos, y gobiernas las naciones de la tierra.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
La tierra ha dado su fruto, nos bendice el Señor, nuestro Dios. Que Dios nos bendiga, y que lo teman hasta en los más remotos lugares de la tierra.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Yo los he elegido del mundo, dice el Señor, para que vayan y den fruto y su fruto permanezca.
Aleluya.
Evangelio
Beberán de mi cáliz
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 20, 20-28
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, la madre de los Zebedeos se acercó a Jesús con sus hijos y se arrodilló para pedirle un favor.
El le preguntó:
"¿Qué quieres?"
Ella contestó:
"Manda que estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y otro a tu izquierda cuando tú reines".
Jesús respondió:
"No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz de amargura que yo voy a beber?"
Ellos dijeron:
"Sí, podemos".
Jesús les respondió:
"Beberán mi cáliz, pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes lo ha reservado mi Padre".
Al oír aquello, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo:
"Ustedes saben que los jefes de las naciones las gobiernan tiránicamente y que los dirigentes las oprimen. No debe ser así entre ustedes. El que quiera ser importante entre ustedes, sea su servidor, y el que quiera ser el primero, que sea su esclavo. De la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate de todos".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración de los Fieles
Celebrante
Oremos, hermanos y hermanas, a Dios Padre misericordioso, que ha querido que fuésemos edificados en la solidez de la fe de los apóstoles, y pidámosle por el bien de todos.
(Reondemos a cada petición: Escúchanos, Señor).
Para que la Iglesia guarde sin alterar en todo el mundo la enseñanza que recibió en sus orígenes por medio de la predicación apostólica y la transmita con fidelidad de generación en generación, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Para que no cesen de nacer en todo el mundo Iglesias, que, como retoño legítimo de las primeras comunidades fundadas por los apóstoles, se alimenten de la Palabra que ellos anunciaron y que arraigó también en nuestra tierra, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Para que, quienes como Santiago, el primero de los apóstoles que derramó la sangre por el nombre de Cristo, sufren persecuciones, sean semilla de una nueva primavera cristiana, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Para que el Señor nos ilumine con el testimonio del martirio de Santiago, y nos fortalezca de manera que estemos dispuestos a beber, como él, el cáliz del sufrimiento, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Celebrante:
Señor Jesús, Redentor nuestro, que llamaste a Santiago para que dejase las redes y se hiciera pescador de hombres; escucha nuestra oración y fortalece nuestras débiles voluntades, para que, como él, seamos fieles a tu llamada. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, los dones que te presentamos y, por intercesión del apóstol Santiago, purifica nuestros corazones para que podamos participar dignamente del Cuerpo de Cristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
Prefacio
Santiago, testigo predilecto
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso, Pastor eterno.
Porque Santiago, testigo predilecto, anunció el Reino que viene por la muerte y resurrección de tu Hijo, y, el primero entre los apóstoles, bebió el cáliz del Señor: con su guía y patrocinio se conserva y se dilata la fe por toda la tierra, mientras tu apóstol alienta a los que peregrinan finalmente a ti, por Cristo, Señor nuestro.
Por eso, Señor,
con todos los ángeles te alabamos ahora y por siempre, diciendo con humilde fe:
Antífona de la Comunión
Quienes participan del cáliz del Señor, se convierten en amigos de Dios.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Por intercesión del apóstol Santiago, en cuya festividad hemos recibido con alegría tus santos sacramentos, concédenos, Señor, tu protección y ayuda.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
16ª Semana. Jueves
CISTERNAS AGRIETADAS. EL PECADO
— El pecado es el mayor engaño que puede sufrir el hombre y el único y verdadero mal.
— Los efectos del pecado.
— La lucha contra las faltas veniales. Amor a la Confesión.
I. El pueblo judío, después de su experiencia en el desierto, conocía bien la importancia del agua. Encontrar agua en medio del desierto era hallar un tesoro, y se guardaban los pozos más que las joyas, pues de ellos dependía la vida. La Sagrada Escritura habla de Dios como de lafuente de las aguas vivas; el justo es como un árbol plantado junto al borde del agua viva1, que produce frutos incluso en tiempo de sequía2.
En el coloquio con la mujer samaritana, Jesús manifestó que Él es la fuente capaz de saciar a las almas con agua viva3. En la fiesta de losTabernáculos o de las Tiendas, en la que los judíos recordaban su paso por el desierto acampando en tiendas, Jesús se presenta como el único que puede apagar la sed de las almas. En el último día –escribe San Juan–, el día más solemne de la fiesta, estaba allí Jesús y clamó: Si alguno tiene sed, venga a Mí, y beba quien cree en Mí. Como dice la Escritura, brotarán de su seno ríos de agua viva4. Solo Cristo puede calmar la sed de eternidad que Dios mismo ha puesto en nuestro corazón, solo Él puede hacer que nuestra vida sea fecunda. Muchos Santos Padres han visto en el costado abierto de Cristo, del que brota sangre y agua, el origen de los sacramentos5, que dan la vida sobrenatural.
En este contexto nos suenan con especial fuerza hoy en la oración las palabras del Profeta Jeremías al hablarnos del abandono de su pueblo y, en un sentido más amplio, del pecado de los hombres, de nuestros pecados: Espantaos, cielos, horrorizaos y pasmaos... Porque dos maldades ha cometido mi pueblo: me abandonaron a Mí, fuente de agua viva, y cavaron aljibes agrietados, que no pueden contener el agua6.
Todo pecado es separación de Dios. Se abandona por nada el agua viva que salta a la vida eterna; intento frustrado de apagar la sed en otras cosas, y muerte. Es el mayor engaño que puede sufrir el hombre, es el auténtico mal, puesto que arrebata la gracia santificante, la vida de Dios en el alma, que es el don más precioso que hemos recibido. El pecado es siempre «el derroche de nuestros valores más preciosos. Esta es la auténtica realidad, aun cuando parece, a veces, que precisamente el pecado nos permite obtener éxitos. El alejamiento del Padre lleva consigo una gran destrucción en quien lo realiza, en quien quebranta su voluntad, y disipa en sí mismo su herencia: la dignidad de la propia persona humana, la herencia de la gracia»7. El pecado convierte al alma en verdadero pedregal en el que es imposible que crezca la gracia y se desarrollen las virtudes; tierra seca, endurecida, llena de espinas, como nos mostraba el Evangelio de la Misa de ayer y volveremos a considerar mañana. El pecado –el abandono de la fuente de las aguas vivas para construir aljibes agrietados– significa la ruina del hombre.
II. Fuera de Dios, el hombre solo encontrará infelicidad y muerte; el pecado es un vano intento de guardar agua en un aljibe roto. «Ayúdame a repetirlo al oído de aquel, y del otro..., y de todos: el pecador, que tenga fe, aunque consiga todas las bienaventuranzas de la tierra, necesariamente es infeliz y desgraciado.
»Es verdad que el motivo que nos ha de llevar a odiar el pecado, aun el venial, el que debe mover a todos, es sobrenatural: que Dios lo aborrece con toda su infinidad, con odio sumo, eterno y necesario, como mal opuesto al infinito bien...; pero la primera consideración, que te he apuntado, nos puede conducir a esta última»8: la soledad que deja en el alma el pecado nos debe también mover a alejarnos de él. No sin razón se ha dicho que con mucha frecuencia «el camino del Infierno es ya un infierno».
El pecado endurece el alma para las cosas de Dios. En el Evangelio de la Misa9 dice Jesús, citando al Profeta Isaías: Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón...Basta echar una mirada a nuestro alrededor para ver, con pena, cómo estas palabras del Señor son también una realidad en muchos que han perdido el sentido del pecado y están como embrutecidos para las realidades sobrenaturales.
El pecado mortal aparta al hombre radicalmente de Dios, porque priva al alma de la gracia santificante; se pierden todos los méritos adquiridos por las buenas obras realizadas y deja al alma incapacitada para adquirir otros nuevos; queda en cierto modo sujeta a la esclavitud del demonio; disminuye la inclinación natural a la virtud, de tal manera que cada vez le es más difícil realizar actos buenos; en ocasiones tiene efectos también sobre el cuerpo: falta de paz, malhumor, desidia, voluntad floja para el trabajo...; se provoca un desorden en las potencias y afectos; produce un mal a toda la Iglesia y a todos los hombres y una separación de ellos, aunque externamente quede inadvertido: de la misma manera que todo justo que se esfuerza por amar a Dios eleva al mundo y a cada hombre, todo pecado «abaja consigo a la Iglesia y, en cierto modo, al mundo entero. En otras palabras, no existe pecado alguno, aun el más íntimo y secreto, que afecte exclusivamente a aquel que lo comete. Todo pecado repercute, con mayor o menor intensidad, con mayor o menor daño, en todo el conjunto eclesial y en toda la familia humana»10.
Todo pecado está íntima y misteriosamente relacionado con la Pasión de Cristo. Nuestros pecados estuvieron presentes y fueron la causa de tanto dolor; ahora, en cuanto está de nuestra parte, crucifican de nuevo al Hijo de Dios11. «¡Cómo nos ama, y cuántos sacrificios, cuántas penas pasó por salvarnos, desde el pesebre hasta la cruz! ¿Qué nos dicen los misterios dolorosos del Rosario, las estaciones delVía crucis, la Cruz, los clavos y la lanza, las heridas? Por nosotros, por cada uno de nosotros ha sufrido todo esto, solamente para abrirnos el acceso al Padre (Ef 2, 18), para obtenernos el perdón de los pecados y el derecho a la posesión de la vida eterna. Nosotros, en recompensa, pecamos y despreciamos todos sus sacrificios. Este fue su dolor más agudo durante la agonía en Getsemaní: previó con clarividencia divina con qué íbamos a corresponderle»12.
Con la ayuda y la misericordia divina, porque nadie está confirmado en gracia, el cristiano que sigue de cerca a Cristo no cae habitualmente en faltas graves. Pero el conocimiento de la propia debilidad ha de llevarnos a evitar con esmero las ocasiones de pecar, aun las más lejanas; a practicar la mortificación de los sentidos; a no fiarnos de la propia experiencia, de los años quizá de entrega, de una formación esmerada... Y hemos de pedir al Señor aborrecer todo pecado y toda falta deliberada, la finura de conciencia para detectar incluso las faltas leves y desear purificar el alma en la frecuente Confesión, para no perder el sentido del pecado, esa tremenda realidad que parece ajena a una buena parte de la sociedad a la que pertenecemos, porque ha dado la espalda a Dios.
Le decimos a Jesús: «¡Ayúdanos a vencer nuestra indiferencia y nuestro torpor! Danos el sentido del pecado. Crea en nosotros, Señor, un corazón puro, y renueva en nuestra conciencia un espíritu firme»13.
III. Para entablar una lucha decidida contra el pecado es preciso reconocer sin excusas ni disculpas nuestros errores diarios, llamándolos por su nombre, sin buscar justificaciones que impedirían el dolor y la contrición y la lucha por evitarlos: omisiones en nuestros deberes profesionales, en la fraternidad, en el trato con Dios; juicios negativos sobre los demás; ambiciones menos nobles o desordenadas: de ser el centro de los demás, de mandar, de tener más de lo que se necesita; movimientos de envidia, malhumor que se vierte en los demás; pocas atenciones en la vida de familia; deseos consentidos de ser servidos en vez de servir... Son verdaderos pecados veniales, porque la voluntad se resiste a secundar el querer de Dios, prefiriendo el propio capricho o el juicio propio en algo contrario a la voluntad de Dios, aunque no suponga una ruptura con Él. No se compagina el empeño por estar cada día más cerca de Jesucristo con admitir cosas que separan de Él. Cada falta venial deliberada es un paso atrás en nuestro camino hacia Dios; es entorpecer la acción del Espíritu Santo en el alma.
A nosotros, que estamos sedientos de Dios, que queremos dejar a un lado y aborrecer de verdad todo aquello que nos separa o retrasa, nos dice el mismo Jesús: Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba...
Esta agua viva que promete el Señor no se puede guardar en vasijas rotas por el pecado mortal o agrietadas por los pecados veniales. La Confesión restaura el alma, la purifica y la llena de gracia. Vayamos a este sacramento con contrición verdadera. Que podamos decir con el Salmista: ríos de lágrimas derramaron mis ojos porque no observaron tu ley14.
Le pedimos a Nuestra Madre Santa María, Refugio de los pecadores, que nos conceda la gracia de aborrecer todo pecado venial y un gran amor al sacramento de la Misericordia divina. Examinemos al terminar este rato de oración con qué frecuencia acudimos a este sacramento, con qué amor nos acercamos, qué empeño ponemos en los consejos recibidos.
1 Sal 1, 3. — 2 Jer 17, 5-8. — 3 Jn 4, 10-15. — 4 Jn 7, 37-38. — 5 Cfr. Misal Romano,Prefacio de la Misa del Sagrado Corazón de Jesús. — 6 Primera lectura. Año II. Jer2, 12-13. — 7 Juan Pablo II, Homilía 16-III-1980. — 8 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 1024. — 9 Mt 13, 10-17 — 10 Juan Pablo II, Exhor. Apost. Reconciliatio et Poenitentia, 2-XII-1984, 16. — 11 Cfr. Heb 6, 6. — 12 B. Baur, En la intimidad con Dios, p. 68. — 13 Juan Pablo II, Homilía en la inauguración del Año Santo, 25-II-1983. — 14 Sal 118, 136.
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25 de julio
SANTIAGO, APÓSTOL*
Solemnidad (en España)
— Beber el cáliz del Señor.
— No desalentarse por las propias flaquezas, Acudir al Señor.
— Acudir a la Virgen en las dificultades.
I. Pasando Jesús junto al lago de Galilea vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban repasando las redes, y los llamó, y les dio el nombre de «Boanerges», que significa «hijos del Trueno»1.
«Todo comenzó cuando algunos pescadores del lago de Tiberíades fueron llamados por Jesús de Nazareth. Acogieron esta llamada, lo siguieron y vivieron con Él cerca de tres años. Fueron partícipes de Su vida cotidiana, testigos de Su plegaria, de Su bondad misericordiosa con los pecadores y con los que sufrían, de Su poder. Escucharon atentos Su palabra, una palabra jamás oída». En este tiempo, los discípulos tuvieron el conocimiento «de una realidad que, desde entonces, les poseerá para siempre; precisamente la experiencia de la vida con Jesús. Se había tratado de una experiencia que había roto la trama de la existencia precedente; habían tenido que dejar todo, familia, profesión, posesiones. Se había tratado de una experiencia que les había introducido en una nueva manera de existir»2.
Un día el invitado a seguirle fue Santiago, hijo de Salomé, una de las mujeres que servían a Jesús con sus bienes y que estuvo presente en el Calvario, y hermano de Juan. El Apóstol conocía ya al Señor antes de que Este le llamara definitivamente, y gozó de una particular predilección, junto a Pedro y a su hermano: estuvo presente en la glorificación del Tabor3, presenció el milagro de la resurrección de la hija de Jairo y fue uno de los tres que el Maestro tomó consigo para que le acompañaran en Getsemaní4 en el comienzo de la Pasión. Por su celo impetuoso, el Señor dio a estos dos hermanos el sobrenombre deBoanerges, los hijos del trueno.
El Evangelio de la Misa nos narra un acontecimiento singular de la vida de este Apóstol. Jesús acababa de hablar de la proximidad de su Pasión y Muerte en Jerusalén: subimos a Jerusalén -les había dicho y el Hijo del Hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles para burlarse de él y azotarlo y crucificarlo, pero al tercer día resucitará5. El Maestro siente la necesidad de compartir con los suyos estos sentimientos que embargan su alma. Y es en estas circunstancias cuando se acercó a Él la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró para hacerle una petición6. Le ruega que reserve para ellos dos puestos eminentes en el nuevo reino, cuya llegada parece inminente. Jesús se dirige a los hermanos y les pregunta si pueden compartir con Él su cáliz, su misma suerte. Ofrecer la propia copa a otro para beber era considerado en la antigüedad como una gran prueba de amistad. Ellos respondieron: ¡Podemos!7. «Era la palabra de la disponibilidad, de la fuerza; una actitud propia no solo de gente joven, sino de todos los cristianos, y especialmente de todos los que aceptan ser apóstoles del Evangelio»8. Jesús aceptó la respuesta generosa de los dos discípulos y les dijo: Mi cáliz sí lo beberéis, participaréis en mis sufrimientos, completaréis en vosotros mi Pasión. Poco tiempo más tarde, hacia el año 44, Santiago moriría decapitado por orden de Herodes9, y Juan sería probado con innumerables padecimientos y persecuciones a lo largo de su vida.
Desde que Cristo nos redimió en la Cruz, todo sufrimiento cristiano consistirá en beber el cáliz del Señor, participar en su Pasión, Muerte y Resurrección. Por medio de nuestros dolores completamos en cierto modo su Pasión10, que se prolonga en el tiempo, con sus frutos salvíficos. El dolor humano se convierte en redentor porque se halla asociado al que padeció el Señor. Es el mismo cáliz, del que Él, en su misericordia, nos hace partícipes. Ante las contrariedades, la enfermedad, el dolor, Jesús nos hace la misma pregunta: ¿podéis beber mi cáliz? Y nosotros, si estamos unidos a Él, sabremos responderle afirmativamente, y llevaremos con paz y alegría también aquello que humanamente no es agradable. Con Cristo, hasta el dolor y el fracaso se convierten en gozo y en paz. «Esta ha sido la gran revolución cristiana: convertir el dolor en sufrimiento fecundo; hacer, de un mal, un bien. Hemos despojado al diablo de esa arma...; y, con ella, conquistamos la eternidad»11.
II. Desde que Santiago manifestó sus ambiciones, no del todo nobles, hasta su martirio, hay un largo proceso interior. Su mismo celo, dirigido contra aquellos samaritanos que no quisieron recibir a Jesúsporque daba la impresión de ir a Jerusalén12, se transformará más tarde en afán de almas. Poco a poco, conservando su propia personalidad, fue aprendiendo que el celo por las cosas de Dios no puede ser áspero y violento, y que la única ambición que vale la pena es la gloria de Dios. Cuenta Clemente de Alejandría que cuando el Apóstol era llevado al tribunal donde iba a ser juzgado fue tal su entereza que su acusador se acercó a él para pedirle perdón. Santiago... lo pensó. Después lo abrazó diciendo: «la paz sea contigo»; y recibieron los dos la palma del martirio13.
Al meditar hoy sobre la vida del Apóstol Santiago nos ayuda no poco comprobar sus defectos, y los de aquellos Doce que el Señor había elegido. No eran poderosos, ni sabios, ni sencillos. Los vemos a veces ambiciosos, discutidores14, con poca fe15. Santiago será el primer Apóstol mártir16. ¡Tanto puede la ayuda divina! ¡Cuántas gracias dará en el Cielo a Dios por haberlo llevado por caminos tan distintos de los que él había soñado! Así es el Señor: porque es bueno e infinitamente sabio, y nos ama, en muchas ocasiones no nos da aquello que le pedimos, sino lo que nos conviene.
Santiago, como los demás Apóstoles, tenía defectos y flaquezas que se pueden ver con claridad en los relatos de los Evangelistas. Pero, junto a estas deficiencias y fallos, tenía un alma grande y un gran corazón. El Maestro fue siempre paciente con él y con todos, y contó con el tiempo para enseñarles y formarlos con una sabia pedagogía divina. «Fijémonos –escribe San Juan Crisóstomo– en cómo la manera de interrogar del Señor equivale a una exhortación y a un aliciente. No dice: "¿Podéis soportar la muerte? ¿Sois capaces de derramar vuestra sangre?", sino que sus palabras son: ¿Podéis beber el cáliz? Y, para animarlos a ello, añade: Que yo tengo que beber; de este modo, la consideración de que se trata del mismo cáliz que ha de beber el Señor había de estimularlos a una respuesta más generosa. Y a su Pasión le da el nombre de bautismo, para significar con ello que sus sufrimientos habían de ser causa de una gran purificación para todo el mundo»17.
También a nosotros nos ha llamado el Señor. No demos entrada al desaliento si alguna vez las flaquezas y los defectos se hacen patentes. Si acudimos a Jesús, Él nos alentará para seguir adelante con humildad, más fielmente. También el Señor tiene paciencia con nosotros. y cuenta con el tiempo.
III. En la Segunda lectura de la Misa, San Pablo nos recuerda: Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros18. Somos algo quebradizo, de poca resistencia, que sin embargo puede contener un tesoro incomparable, porque Dios obra maravillas en los hombres, a pesar de sus debilidades. Y precisamente para que se vea que es Él quien actúa y da la eficacia, ha querido escoger a los flacos para confundir a los fuertes, y a las cosas viles y despreciables del mundo y a aquellos que eran nada para destruir a los que son, a fin de que ningún mortal se jacte ante su acatamiento19. Esto escribe quien en otro tiempo persiguió a la Iglesia. Los cristianos, al llevar a Dios en el alma, podemos vivir a la vez «en el Cielo y en la tierra, endiosados; pero sabiendo que somos del mundo y que somos tierra, con la fragilidad propia de lo que es tierra: un cacharro de barro que el Señor se ha dignado aprovechar para su servicio. Y cuando se ha roto, hemos acudido a las lañas, como el hijo pródigo: he pecado contra el Cielo y contra Ti...»20. Esas lañas que se ponían antiguamente a las vasijas que se rompían, para que siguieran siendo útiles.
Dios hace eficaz a quien tiene la humildad de sentirse como unavasija de barro, a quien lleva en su cuerpo la mortificación de Jesús21, a quien bebe el cáliz de la Pasión, el mismo que Jesús bebió y al que invitó a Santiago.
La tradición nos habla de este Apóstol predicando en España. Su afán de almas le llevó hasta el extremo del mundo conocido. La misma tradición nos cuenta las dificultades que encontró en estas tierras en los comienzos de su evangelización, y cómo Nuestra Señora se le apareció en carne mortal para darle ánimos. Es posible que a nosotros también nos llegue el desaliento en alguna ocasión y que nos encontremos algo abatidos por los obstáculos que dificultan nuestros deseos de llevar a Cristo a otras almas. Podemos incluso encontrar incomprensiones, burlas, oposiciones. Pero Jesús no nos abandona. Acudiremos a Él, y podremos decir con San Pablo: Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados...22. Y acudiremos a Santa María, y en Ella, como el Apóstol Santiago, encontraremos siempre aliento y alegría para seguir adelante en nuestro camino.
1 Antífona de entrada. Cfr. Mt 4, 18; 21; Mc 3, 17. — 2 C. Caffarra, Vida en Cristo, EUNSA, Pamplona 1988, pp. 19-20 — 3 Mt 17, 1 ss. — 4 Mt 26, 37. — 5 Mt 20, 17-19. — 6 Mt 20, 20. — 7 Mt 20, 22. — 8 Juan Pablo II, Homilía en Santiago de Compostela, 9-XI-1982. — 9 Hech 12, 2. — 10 Cfr. Col 1, 24. — 11 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 887 — 12 Lc 9, 53. — 13 Cfr. Clemente de Alejandría. Hypotyp., VII, citado por Eusebio, Historia Ecclesiastica. 11, 9. — 14 Lc 22, 24-47. — 15 Mt 14, 31. — 16 Cfr. Hech 12, 2. — 17 Liturgia de las Horas, Segunda lectura. San Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Evangelio de San Mateo, 65, 3-4. — 18 2 Cor 4, 7. —19 1 Cor 1, 27-29. — 20 S. Bernal. Apuntes sobre la vida del Fundador del Opus Dei. Rialp. 2.ª ed., Madrid 1976. Epílogo. — 21 Cfr. Segunda lectura. 2 Cor 4, 10. — 22Segunda lectura. 2 Cor 4, 8.
* Santiago era natural de Betsaida, hijo de Zebedeo y hermano de San Juan. Fue uno de los tres discípulos que estuvieron presentes en la Transfiguración, en la agonía de Getsemaní y en otros acontecimientos importantes de la vida pública de Jesús. Es el primer Apóstol que murió por predicar el mensaje salvador de Cristo. Su energía y firmeza hicieron que el Señor le llamara hijo del trueno. Su actividad apostólica se desarrolló en Judea y Samaria y, según una venerable tradición -avalada por importantes testimonios-, llegó a España. Vuelto a Palestina, sufrió martirio hacia el año 44 por orden de Herodes Agripa. Sus restos fueron trasladados a Santiago de Compostela, centro de peregrinación, principalmente durante la Edad Media, y foco de fe para toda Europa.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
25 de Julio
Santiago el mayor
ApóstoI
Año 44
El nombre Santiago, proviene de dos palabras Sant Iacob. Porque su nombre en hebreo era Jacob. Los españoles en sus batallas gritaban: "Sant Iacob, ayúdenos". Y de tanto repetir estas dos palabras, las unieron formando una sola: Santiago.
Fue uno de los 12 apóstoles del Señor.
Era hermano de San Juan evangelista. Se le llamaba el Mayor, para distinguirlo del otro apóstol, Santiago el Menor, que era más joven que él. Con sus padres Zebedeo y Salomé vivía en la ciudad de Betsaida, junto al Mar de Galilea, donde tenían una pequeña empresa de pesca. Tenían obreros a su servicio, y su situación económica era bastante buena pues podían ausentarse del trabajo por varias semanas, como lo hizo su hermano Juan cuando se fue a estarse una temporada en el Jordán escuchando a Juan Bautista.
Santiago formó parte del grupo de los tres preferidos de Jesús, junto con su hermano Juan y con Simón Pedro. Después de presenciar la pesca milagrosa, al oír que Jesús les decía: "Desde ahora seréis pescadores de hombres", dejó sus redes y a su padre y a su empresa pesquera y se fue con Jesucristo a colaborarle en su apostolado. Presenció todos los grandes milagros de Cristo, y con Pedro y Juan fueron los únicos que estuvieron presentes en la Transfiguración del Señor y en su Oración en el Huerto de Getsemaní. ¿Por qué lo prefería tanto Jesús? Quizás porque (como dice San Juan Crisóstomo) era el más atrevido y valiente para declararse amigo y seguidor del Redentor, o porque iba a ser el primero que derramaría su sangre por proclamar su fe en Jesucristo. Que Jesús nos tenga también a nosotros en el grupo de sus preferidos.
Cuenta el santo Evangelio que una vez al pasar por un pueblo de Samaria, la gente no quiso proporcionarles ningún alimento y que Santiago y Juan le pidieron a Jesús que hiciera llover fuego del cielo y quemara a esos maleducados. Cristo tuvo que regañarlos por ese espíritu vengativo, y les recordó que El no había venido a hacer daño a nadie sino a salvar al mayor número posible de personas. Santiago no era santo cuando se hizo discípulo del Señor. La santidad le irá llegando poquito a poco.
Otro día Santiago y Juan comisionaron a Salomé, su madre, para que fuera a pedirle a Jesús que en el día de su gloria los colocara a ellos dos en los primeros puestos: uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús les dijo: "¿Serán capaces de beber el cáliz de amargura que yo voy a beber?" Ellos le dijeron: "Sí somos capaces". Cristo añadió: "El cáliz de amargura sí lo beberán, pero el ocupar los primeros puestos no me corresponde a Mí el concederlo, sino que esos puestos son para aquellos para quienes los tiene reservado mi Padre Celestial". Los otros apóstoles se disgustaron por esta petición tan vanidosa de los dos hijos de Zebedeo, pero Jesús les dijo a todos: "El que quiera ser el primero, que se haga el servidor de todos, a imitación del Hijo del hombre que no ha venido a ser servido sino a servir". Seguramente que con esta lección de Jesús, habrá aprendido Santiago a ser más humilde.
Después de la Ascención de Jesús, Santiago el Mayor se distinguió como una de las principales figuras entre el gurpo de los Apóstoles. Por eso cuando el rey Herodes Agripa se propuso acabar con los seguidores de Cristo, lo primero que hizo fue mandar cortarle la cabeza a Santiago, y encarcelar a Pedro. Así el hijo de Zebedeo tuvo el honor de ser el primero de los apóstoles que derramó su sangre por proclamar la religión de Jesús Resucitado.
Antiguas tradiciones (del siglo VI) dicen que Santiago alcanzó a ir hasta España a evangelizar. Y desde el siglo IX se cree que su cuerpo se encuentra en la catedral de Compostela (norte de España) y a ese santuario han ido miles y miles de peregrinos por siglos y siglos y han conseguido maravillosos favores del cielo. El historiador Pérez de Urbel dice que lo que hay en Santiago de Compostela son unas reliquias, o sea restos del Apóstol, que fueron llevados allí desde Palestina.
Es Patrono de España y de su caballería. Los españoles lo han invocado en momentos de grandes peligros y han sentido su poderosa protección. También nosotros si pedimos su intercesión conseguiremos sus favores.
Apóstol Santiago: pídele a Jesús que seamos muchos, muchos, los que como tú, nos dediquemos con toda valentía y generosidad a propagar por el mundo la religión de Cristo.
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Valentina, Tea y Pablo, Santos Mártires, 25 de julio
Mártires Martirologio Romano: En Cesarea de Palestina, santos Valentina, Tea y Pablo, mártires durante la persecución llevada a cabo en tiempo del emperador Maximiano, siendo prefecto Firmiliano. Valentina, virgen, por haber tirado a tierra de un puntapié la ara levantada en honor de los dioses, fue arrojada al fuego junto con Tea, virgen también, después de haber sido cruelmente atormentada, volando de este modo al encuentro del Esposo. Pablo, condenado a muerte, habiendo conseguido un breve tiempo para orar, rogó encarecidamente por la salvación de todos y seguidamente fue decapitado, recibiendo la corona del martirio (308). En el reinado de Maximino II, Firmiliano, el sucesor de Urbano en el gobierno de Palestina, llevó adelante con gran crueldad la persecución contra los cristianos. En Cesárea, donde comparecieron ante él noventa y siete confesores de la fe (hombres, mujeres y niños), mandó que se quemase a todos con un hierro candente el tendón del pie izquierdo, que se les arrancase el ojo derecho y se cauterizara la herida con fuego. Después, los condenó a trabajos forzados en las canteras del Líbano. Muchos otros cristianos de diferentes ciudades de Palestina comparecieron ante ese juez brutal y fueron tratados en forma semejante. |
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Fuente: Franciscanos.net
Pedro de Mogliano, Beato Presbítero, 25 de julio
Presbítero Franciscano Martirologio Romano: En Camerino, del Piceno, en Italia, beato Pedro de Mogliano Corradini, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que brilló por su evangélica predicación, el ejemplo de sus virtudes y la fama de sus milagros (1490). Sacerdote de la Primera Orden (1442‑1490). El Papa Clemente XIII aprobó su culto el 10 de agosto de 1760. |
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Fuente: EWTN.com
Cristóbal de Licia, Santo Mártir, 25 de julio
Patrono de los viajeros, transportistas y conductores Etimológicamente: Cristóbal = Aquel que es el Portador de Cristo, es de origen griego San Cristóbal, popularísimo gigantón que antaño podía verse con su barba y su cayado en todas las puertas de las ciudades: era creencia común que bastaba mirar su imagen para que el viajero se viese libre de todo peligro durante aquel día. Hoy que se suele viajar en coche, los automovilistas piadosos llevan una medalla de san Cristóbal junto al volante. |
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Fuente: Vatican.va
Ángel Dario Acosta Zurita, Beato Sacerdote y Mártir, 25 de julio
Presbítero y Mártir Martirologio Romano: En Veracruz, México, beato Darío Acosta Zurita, presbítero y mártir (1931). Nació el 13 de diciembre de 1908, en Naolinco, Veracruz. Fue bautizado en la iglesia parroquial de San Mateo Apóstol, el 23 de diciembre, con el nombre de Ángel Darío. |
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Fuente: Capuchinosmex.com
María Teresa Kowalska, Beata Virgen y Mártir, 25 de julio
Religiosa, Virgen y Mártir Martirologio Romano: En el campo de concentración de Dzialdowo, en Polonia, beata María Teresa Kowalska, virgen de la Orden de las Clarisas Capuchinas y mártir, la cual, encarcelada durante la ocupación militar de Polonia, permaneció firme en la fe, alcanzando la vida eterna (1941). Pertenecía al Convento de las Monjas Clarisas Capuchinas de Przasnysz. Si bien su vida transcurrió en silencio, el recuerdo de su muerte heroica - cosa única en la memoria de este monasterio - sigue siendo aún hoy muy vivo. Son pocas las noticias biográficas que se conservan de Sor Teresa. |
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Fuente: www.jar-asuncion.com.ar
Deogracias Palacios, Beato Presbítero y Mártir, 25 de julio
Presbítero y Mártir Martirologio Romano: En Motril, pueblo en el litoral español de la provincia de Granada, beatos mártires Deogracias Palacios, León Inchausti, José Rada, Julián Moreno, presbíteros, y José Ricardo Díez, religioso, miembros de la Orden de los Agustinos Recoletos, detenidos inesperadamente por el populacho durante la persecución religiosa desencadenada en la guerra civil española, e inmediatamente fusilados en el camino (1936). Nació en Baños de Valdearados, Burgos, España, el 22 de mayo de 1901. A los 10 años ingresó en el Colegio Preparatorio de los Agustinos Recoletos en Berlanga de Duero. Oración |
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Fuente: L´oservatore Romano
Dionisio Pamplona, Beato Presbítero y Mártir, 25 de julio
Presbítero y Mártir Martirologio Romano: En Monzón, cerca de Huesca, en Aragón, región de España, beato Dionisio Pamplona, presbítero de la Orden de los Clérigos Regulares de las Escuelas Pías, asesinado por odio a la fe en la persecución religiosa desencadenada en la guerra civil española (1936). Nació en 1858 en Calamocha (Teruel). Ejerció su ministerio como maestro y educador en los colegios escolapios de Alcañiz, Jaca, Pamplona y Barbastro. En Buenos Aires fue, también, rector del colegio y párroco, y ambos oficios desempeñaba en Peralta de la Sal, cuando fue apresado y encarcelado. |
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Fuente: Passiochristi.org
Pedro del Sagrado Corazón Redondo y compañeros, Beatos Mártires, 25 de julio
Mártires Pasionistas Martirologio Romano: En Urda, pueblo de la provincia española de Toledo, beatos mártires Pedro del Sagrado Corazón Redondo, presbítero, Félix de las Cinco Llagas Ugalde Irurzun y Benito de la Virgen del Villar Solano Ruiz, religiosos de la Congregación de la Pasión, que consiguieron la gloriosa palma del martirio al ser fusilados por su fe cristiana, durante la persecución religiosa desencadenada en la guerra (1936).
La noche del 21 al 22 de julio de 1936, el convento pasionista de Daimiel, Ciudad Real, descansaba en la más profunda calma. La oscuridad era como un manto protector, que envolvía la casa e iglesia del Santo Cristo de la Luz. Parecía como si nadie pudiera perturbar ese ambiente de paz y de silencio. |
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Fuente: concepcionistas.com
María del Carmen Sallés y Barangueras, Beata Fundadora, 25 de julio
Fundadora de la Cohgregación Martirologio Romano: En Madrid, capital de España, beata María del Carmen Sallés y Barangueras, virgen, fundadora de la Congregación de las Hermanas de la Inmaculada Concepción, para la educación de mujeres piadosas e incultas (1911). Todo empezó en Vic (Barcelona, España), en 1848. El 9 de abril nació a la vida. El 11 nació a la gracia. |
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Fuente: Franciscanos.org
Antonio Lucci, Beato Obispo, 25 de julio
Obispo Martirologio Romano: En Bovino, en la Apulia (Italia), beato Antonio Lucci, obispo, de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales, que, brillando por su singular doctrina, de tal modo se entregaba a ayudar a los pobres que se olvidaba de atender las más mínimas necesidades de sí mismo (1752). Antonio (en el siglo, Angelo Nicola Lucci) nació en Agnone, diócesis de Trivento (Molise, Italia), el 2 de agosto de 1682, en una familia de vida cristiana ejemplar. Siendo todavía muy joven entró en la Orden de los Franciscanos Menores Conventuales; emitió los votos religiosos en el año 1698; completados los estudios humanísticos y filosóficos, inició la teología, que continuó en Asís, junto a la tumba de San Francisco, animado siempre del vivo deseo de perfección religiosa. Recibió la ordenación sacerdotal el 17 de noviembre de 1705. Completó los estudios académicos con notables resultados científicos y espirituales, hasta conseguir el doctorado en teología. |
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Fuente: Carmelnet.org
Juan Soreth, Beato Sacerdote Carmelita, 25 de julio
Presbítero Martirologio Romano: En Angers, ciudad de Francia, beato Juan Soreth, presbítero de la Orden de los Carmelitas, en la que introdujo una observancia más estrecha y la amplió con conventos para monjas (1471). Nació en Caen (Normandía-Francia) en 1394. Siendo muy joven vistió el hábito carmelitano en su misma ciudad. |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Cucufate, Santo Mártir, 25 de julio
Mártir Martirologio Romano: En Barcelona, ciudad de la Hispania Tarraconense, san Cucufate, mártir, que, herido con espada durante la persecución desencadenada por el emperador Diocleciano, subió victorioso al cielo (s. IV). San Cucufate era de origen africano, y nació de padres nobles y cristianos en la población de Scila. Enviado, con su hermano Félix, a Cesarea de la Mauritania para aprender las letras humanas, hizo allí grandes progresos, no sólo en el estudio, sino más aún en el espíritu. Mas, como ambos se sintieran animados de un intenso deseo del martirio, teniendo noticias de que había estallado una sangrienta persecución contra los cristianos, partieron para España y desembarcaron en Barcelona. |
Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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