viernes, 26 de julio de 2013

[ † ] Sábado de la Virgen María. 27/07/2013. En su día, lo que más agrada a María, es la Misa matutina.

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 13, 24-30

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la muchedumbre: 
"El Reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras los trabajadores dormían, llegó un enemigo del dueño, sembró cizaña entre el trigo y se marchó. Cuando crecieron las plantas y se empezaba a formar la espiga, apareció también la cizaña. Entonces los trabajadores fueron a decirle al amo:
"Señor, ¿qué no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, salió esta cizaña?"
El amo les respondió:
"De seguro lo hizo un enemigo mío".
Ellos le dijeron:
"¿Quieres que vayamos a arrancarla?"
Pero él les contestó:
"No. No sea que al arrancar la cizaña, arranquen también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha y, cuando llegue la cosecha, diré a lo segadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en gavillas para quemarla; y luego almacenen el trigo en mi granero"".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

sab 16a. Ordinario año impar

Antífona de Entrada

Que se postre ante ti, Señor,la tierra entera; que todos canten himnos en tu honor y alabanzas a tu nombre.

Oración Colecta

Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que con amor gobiernas los cielos y la tierra, escucha paternalmente las súplicas de tu pueblo y haz que los días de nuestra vida transcurran en tu paz.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

Primera Lectura

Esta es la sangre de la alianza que el Señor ha hecho con ustedes

Lectura del libro del Exodo 24, 3-8

En aquellos días, Moisés bajó de la montaña del Sinaí y refirió al pueblo todo lo que el Señor le había dicho y los mandamientos que le había dado. Y el pueblo contestó a una voz:
"Haremos todo lo que dice el Señor".
Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano, construyó un altar al pie de la montaña y puso al lado del altar doce piedras conmemorativas, en representación de las doce tribus de Israel. 
Después mandó a algunos jóvenes israelitas a ofrecer holocaustos e inmolar novillos, como sacrificios pacíficos en honor del Señor; tomó la mitad de la sangre, la puso en vasijas y derramó sobre el altar la otra mitad.
Entonces tomó el libro de la alianza y lo leyó al pueblo, y el pueblo respondió:
"Obedeceremos; haremos todo lo que manda el Señor".
Luego Moisés roció al pueblo con la sangre, diciendo:
"Esta es la sangre de la alianza que el Señor ha hecho con ustedes, conforme a las palabras que han oído".
Palabra de Dios. 
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 49

Ofrécele al Señor tu gratitud.

Habla el Dios de los dioses, el Señor, y convoca a cuantos viven en la tierra. En Jerusalén, dechado de hermosura, el Señor se ha manifestado.
Ofrécele al Señor tu gratitud.

Congreguen ante mí a los que sellaron sobre el altar mi alianza. Es Dios quien va a juzgar y el cielo mismo lo declara.
Ofrécele al Señor tu gratitud.

Mejor ofrece a Dios tu gratitud y cumple tus promesas al Altísimo, pues yo te libraré cuando me invoques y tú me darás gloria, agradecido.
Ofrécele al Señor tu gratitud.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Acepten dócilmente la palabra que ha sido sembrada en ustedes y es capaz de salvarlos.
Aleluya.

Evangelio

Dejen que crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 13, 24-30

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la muchedumbre: 
"El Reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras los trabajadores dormían, llegó un enemigo del dueño, sembró cizaña entre el trigo y se marchó. Cuando crecieron las plantas y se empezaba a formar la espiga, apareció también la cizaña. Entonces los trabajadores fueron a decirle al amo:
"Señor, ¿qué no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, salió esta cizaña?"
El amo les respondió:
"De seguro lo hizo un enemigo mío".
Ellos le dijeron:
"¿Quieres que vayamos a arrancarla?"
Pero él les contestó:
"No. No sea que al arrancar la cizaña, arranquen también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha y, cuando llegue la cosecha, diré a lo segadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en gavillas para quemarla; y luego almacenen el trigo en mi granero"".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Concédenos, Señor, participar dignamente en esta Eucaristía, porque cada vez que celebramos el memorial del sacrificio de tu Hijo, se lleva a cabo la obra de nuestra redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

El misterio de la salvación

En verdad es justo y necesario,es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, nuestro Señor. El cual, compadecido del extravío de los hombres, quiso nacer de la Virgen; sufriendo la cruz,nos libró de eterna muerte y, resucitando, nos dio vida eterna.
Por eso,
con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Antífona de la Comunión

Para mí, Señor, has preparado la mesa y has llenado la copa hasta los bordes.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Infúndenos, Señor, el espíritu de tu caridad para que, alimentados del mismo pan del cielo, permanezcamos siempre unidos por el mismo amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

16ª Semana. Sábado

LA NUEVA ALIANZA

— La alianza del Sinaí y la Nueva Alianza de Cristo en la Cruz.

— La renovación de la Alianza: la Santa Misa.

— Amar el Sacrificio del altar.

I. Leemos en el libro del Éxodo1 que cuando Moisés bajó del Sinaí dio a conocer al pueblo los mandamientos que había recibido de Dios. Los israelitas se obligaron a cumplirlos y Moisés los puso por escrito. A la mañana siguiente edificaron un altar en la parte más baja de la montaña y alzaron doce piedras, en memoria de las doce tribus de Israel. Inmolaron unas víctimas con cuya sangre ratificaron la Alianza que Yahvé realizaba con su pueblo. Mediante este pacto, los israelitas se comprometían a cumplir los preceptos divinos recibidos por Moisés en el Sinaí, y Yahvé, con amor paternal, velaría por su pueblo, elegido entre todos los pueblos de la tierra. El rito se realizó a través de la sangre, símbolo de la fuente de la vida. Se roció sobre el altar, que representaba a Dios y después de leer Moisés solemnemente y en voz alta el «libro de la Alianza», roció al pueblo. La aspersión con la sangre expresaba esta unión especial de Yahvé y su pueblo2.

Tan importante es este acontecimiento que ha de ser recordado y renovado en muchas ocasiones3. El pueblo romperá incontables veces el pacto, pero Dios no se cansa de perdonar y de amar; no solo perdona: anuncia por los Profetas, una y otra vez, la nueva Alianza en la que mostrará su infinita misericordia4. Por la Sangre de Cristo, derramada en la Cruz, se sellará el nuevo y definitivo pacto anunciado, que une estrechamente a Dios su nuevo pueblo, la humanidad entera, llamada a formar parte de la Iglesia. El sacrificio del Calvario fue un sacrificio de valor infinito que estableció unas relaciones completamente nuevas e irrevocables de los hombres con Dios.

«¿Deseas descubrir (...) el valor de esta sangre?, pregunta San Juan Crisóstomo. Mira de dónde brotó y cuál sea su fuente. Empezó a brotar de la misma Cruz y su fuente fue el costado del Señor. Pues muerto ya Jesús, dice el Evangelio, uno de los soldados se acercó con la lanza, y le traspasó el costado, y al punto salió agua y sangre: agua, como símbolo del Bautismo; sangre, como figura de la Eucaristía. El soldado le traspasó el costado, abrió una brecha en el muro del templo santo, y yo encuentro allí el tesoro escondido y me alegro con la riqueza hallada»5. Esta riqueza la encontramos cada día en la Santa Misa, donde el cielo parece unirse con la tierra, ante el asombro de los mismos ángeles, y allí nos unimos con Cristo en una intimidad real y verdadera; el antiguo pueblo elegido jamás pudo imaginar algo semejante. «Te suplico, dulcísimo Jesucristo –le decimos al Señor con una antigua oración para la acción de gracias de la Misa–, que tu Pasión sea la virtud que me fortalezca, proteja y defienda; tus llagas sean para mí manjar y bebida con las cuales me alimente, embriague y deleite; la aspersión de tu sangre me purifique de todos mis delitos; tu muerte sea para mí vida permanente, tu Cruz sea mi eterna gloria...»6.

II. Vienen días, palabra de Yahvé, en los que Yo haré una alianza nueva con la casa de Israel y la casa de Judá; no como la alianza que hice con sus padres, cuando los saqué de la tierra de Egipto...7. En la Última Cena, el Señor anticipó lo que más tarde llevaría a cabo al morir. En aquella acción mostró a sus discípulos lo que quería hacer e hizo en la Cruz: la entrega de su Cuerpo y de su Sangre por todos. La Cena es la anticipación del sacrificio de la Cruz8. Este cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre; cuantas veces lo bebáis, hacedlo en conmemoración mía9, palabras del Señor que recoge San Pablo en la primera Carta a los Corintios escrita unos veintisiete años después de aquella noche memorable, y que se guardaban en el seno de la Iglesia como un tesoro.

La palabra conmemoración recoge el sentido de la palabra hebrea que se utilizaba para designar la esencia de la fiesta judía, como recuerdo o memorial de la salida de Egipto y de la Alianza hecha por Dios en el Sinaí10. Con estos ritos, los israelitas no solo recordaban un acontecimiento pasado, sino que tenían conciencia de actualizarlo o revivirlo, para participar en él a lo largo de todas las generaciones. Cuando Nuestro Señor manda a los Apóstoles haced esto en conmemoración mía, no les dice simplemente que recuerden aquel momento único de la Cena memorable, sino que renueven su sacrificio del Calvario, que está ya anticipadamente presente en aquella Cena.

Ahora, cada día, en todo el mundo, se renueva esta Alianza siempre que se celebra la Santa Misa. En cada altar se re-presenta, es decir, se vuelve a hacer presente, de modo misterioso pero real, el mismo sacrificio de Cristo en el Calvario: se realiza en el presente, aquí y ahora, la obra de nuestra Redención que Cristo realizó allí y entonces, como si desapareciesen los veinte siglos que nos separan del Calvario. El carácter de Nueva Alianza del Sacrificio Eucarístico se pone particularmente de manifiesto en el momento de la Consagración11. En esos instantes hemos de expresar, de modo más consciente, nuestra fe y nuestro amor.

Un autor antiguo daba estas recomendaciones al sacerdote que celebra, y que, con la oportuna acomodación, nos pueden ayudar a todos a vivir con más intensidad de fe y de amor ese momento tan grande. Una vez pronunciadas las palabras que hacen presente a Cristo sobre el altar, «penetra con los ojos de la fe en lo que se esconde bajo las especies sacramentales; arrodillándote entonces, mira con los ojos de la fe al ejército de los ángeles que te rodea, y adora con ellos a Cristo con una reverencia tan profunda que humilles tu corazón hasta el abismo. En la elevación, contempla a Cristo elevado en la Cruz, y pídele que traiga a Sí todas las cosas. Haz actos intensísimos de las diversas virtudes, ora unos, ora otros, de fe, de esperanza, de amor, de adoración, de humildad..., diciendo con la mente: "¡Jesús, Hijo de Dios, ten compasión de mí! Señor mío y Dios mío. Te amo, Dios mío, y te adoro con todo mi corazón y sentimientos". Puedes también renovar la intención por la que celebras y ofrecer lo ya consagrado según los cuatro fines. Pero de modo especial, cuando elevas el cáliz, acuérdate con dolor y lágrimas de que la sangre de Cristo fue derramada por ti y de que con frecuencia tú la has despreciado; adórale en compensación por los desprecios pasados»12.

Nuestra fe y nuestro amor han de quedar fortalecidos particularmente en esos momentos de la Consagración.

III. ¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos! Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor13. ¡Con qué amor y reverencia hemos de acercarnos a la Santa Misa! Allí está el manantial sublime de las gracias siempre nuevas, al que deben venir todas las generaciones que van sucediéndose en el tiempo para encontrar la fortaleza en el largo camino hacia la eternidad14. Allí encontramos la gracia, y al Autor mismo de toda gracia15.

Cuando nos preparemos para celebrar o para participar del Santo Sacrificio del altar, hemos de hacerlo de un modo tan intenso y tan activo que estrechamente nos unamos con Jesucristo, Sumo Sacerdote, según lo que nos indica San Pablo: Habéis de tener en vuestros corazones los mismos sentimientos que tuvo Jesús en el suyo16, y ofrezcamos el Santo Sacrificio juntamente con Él y por Él, y con Él nos ofrezcamos también nosotros mismos17. Y para cuidar esa íntima unión con Jesucristo en la Santa Misa nos ayudará mucho el esmero en la participación exterior en la Liturgia, que ha de serconsciente, piadosa y activa, con recta disposición de ánimo, poniendo el alma en consonancia con la voz y colaborando con la gracia divina18. Prestaremos delicada atención a los diálogos y a las aclamaciones, haremos actos de fe y de amor en los breves silencios previstos, pediremos a la Santísima Virgen que nos enseñe a estar particularmente vigilantes, con la vigilancia del amor, en el momento de la Consagración, al recibir en nuestra alma a Jesús... No echaremos en olvido el valor de la puntualidad, delicada atención para con el Señor y para con los demás, el modo de vestir, con sencillez pero con la dignidad que tal acción requiere, pues «no ama a Cristo quien no ama la Santa Misa, quien no se esfuerza en vivirla con serenidad y sosiego, con devoción, con cariño. El amor hace a los enamorados finos, delicados; les descubre, para que los cuiden, detalles a veces mínimos, pero que son siempre expresión de un corazón apasionado. De este modo hemos de asistir a la Santa Misa. Por eso he sospechado siempre que, los que quieren oír una Misa corta y atropellada, demuestran con esa actitud poco elegante también, que no han alcanzado a darse cuenta de lo que significa el Sacrificio del altar»19.

La acción de gracias después de la Misa completará esos momentos tan importantes del día, que tendrán una influencia decisiva en el trabajo, en la vida familiar, en la alegría con que tratamos a los demás, en la seguridad y confianza con que vivimos la jornada. La Misa, así vivida, nunca será un acto aislado, sino alimento de nuestras acciones; les dará unas características peculiares, las que corresponden y definen a un hijo de Dios que vive como tal en medio del mundo, corredimiendo con Cristo.

Procuremos encontrar a Nuestra Señora en la Santa Misa, que es como una prolongación del Calvario, donde Ella acompañó a su Hijo en el dolor, ofreciéndose al Padre. Ofrezcamos a Jesús, y nosotros con Él, por medio de Santa María, que de un modo muy particular se halla presente en el Santo Sacrificio: «¡Padre Santo! Por el Corazón Inmaculado de María os ofrezco a Jesús, vuestro Hijo muy amado, y me ofrezco yo mismo en Él, con Él y por Él a todas sus intenciones y en nombre de todas las criaturas»20.

1 Primera lectura. Año I. Ex 24, 3-8. — 2 Cfr. B. Orchard y otros, Verbum Dei, vol I, in loc. — 3 Cfr. 2 Sam 7, 13-16, 28, 69; Jos 24, 19-28. — 4 Cfr. Jer 31, 31-34; Ez 16, 60; Is 42, 6. — 5 San Juan Crisóstomo, Catequesis bautismales, III, 19. — 6 Preces selectae, Adamas Verlag, Colonia 1987, p. 20. — 7 Jer 31, 31.— 8 Cfr. M. Schmaus,Teología dogmática, vol. VI p. 244. — 9 1 Cor 11, 25. — 10 Cfr. Sagrada Biblia,Epístolas de San Pablo a los Corintios, EUNSA, Pamplona 1984, nota a 1 Cor 11, 24. — 11 Cfr. B. Orchard y otros, loc. cit. — 12 Card. J. Bona, El sacrificio de la Misa, pp. 145-146. — 13 Salmo responsorial. Año II. Sal 83, 2-3. — 14 Cfr. R. Garrigou-Lagrange Las tres edades de la vida interior, vol. I, p. 131. — 15 Cfr. Pablo VI, Instr.Eucaristicum Mysterium, 25-III-1967, 4. — 16 Cfr. Flp. 2, 5 — 17 Cfr. Pío XII, Enc.Mediator Dei, 20-XI-1947. — 18 Cfr. Conc. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium, 48 y 11. — 19 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 92. — 20 P. M. Sulamitis,Ofrenda del Amor Misericordioso, Salamanca 1931.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

Santa María Josefa Rosello
Fundadora
Año 1880

Que la Divina Providencia de Dios
envíe a su santa Iglesia muchas "capitanas" que,
como María Josefa Rosello, se dediquen a
llenar el mundo de obras de caridad.

Dijo Jesús: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio".

Esta activísima mujer tuvo el consuelo de que al morir ya había fundado 66 conventos de su comunidad. Es la fundadora de las Hermanas de la Misericordia.

En un retrato que le fue tomado, la santa aparece con un rostro firmemente perfilado y lleno de energía; sereno, y con la alegría de quien espera conseguir nuevos triunfos.

María Josefa nació en 1811 en Abisola, Italia, de familia pobre. Cuando todavía era muy jovencita, su papá la llamaba "la pequeña capitana", porque demostraba tener cualidades de líder y ejercía mucha influencia entre sus compañeras.

Un día todas las personas mayores del pueblo dispusieron irse en peregrinación a visitar un santuario de la Virgen, en otra población. Cuando ya los mayores se habían marchado, María Josefa organizó a las niñas de la población y con ellas se fue cantando y rezando, en peregrinación al templo del pueblo. Un joven subió a la torre e hizo repicar las campanas, y así también los menores tuvieron su fiesta religiosa.

Un par de esposos muy ricos sufrían porque el marido estaba paralizado y no tenían quien le hiciera de enfermera. Averiguaron qué mujer había de absoluta confianza y les recomendaron a Josefa. Y ella atendió con el más esmerado cariño al pobre paralítico durante ocho años. Los esposos en pago a tantas bondades, dispusieron hacerla heredera de sus cuantiosos bienes. Pero la joven les dijo que solamente había hecho esto por amor a Dios, y no les recibió nada.

Nuestra joven sentía un gran deseo de dedicarse a llevar una vida de soledad y oración, pero su confesor le dijo que eso no era lo mejor para su temperamento emprendedor. Entonces al saber que el señor obispo de Savona estaba aterrado al ver que había tantas niñas abandonadas por las calles, sin quién las educara, se le presentó para ofrecerle sus servicios. Al prelado le pareció muy buena su oferta y la encargó de conseguir otras jovenes que quisieran dedicarse a la educación de niñas abandonadas. Y así en 1837 con ella y varias de sus amigas quedó fundada la congregación de Nuestra Señora de la Merced o de las Misericordias, con el fin de atender a las jóvenes más pobres.

Con unos muebles viejos, una casona casi en ruinas, cuatro colchones de paja extendidos en el suelo, unos kilos de papas, un crucifijo y un cuadro de la Santísima Virgen, empezaron su nueva comunidad. Y Dios la bendijo tanto, que ya en vida de la fundadora se fundaron 66 casas de la comunidad. Sus biógrafos dicen que María Josefa no hizo milagros de curaciones, pero que obtuvo de Dios el milagro de que su congregación se multiplicara de manera admirable. Cada vez que tenía unos centavos sobrantes en una casa, ya pensaba en fundar otra para las gentes más pobres.

La esposa del paralítico al cual ella había atendido con tanta caridad cuando era joven, le dejó al morir toda su grande herencia y con eso pudo pagar terribles deudas que tenía y fundar nuevas casas.

La Madre Josefa tenía una confianza total en la Divina Providencia, o sea en el gran amor generoso con que Dios cuida de nosotros. Y aún en las circunstancias más difíciles no dudaba de que Dios iba a intervenir a ayudarla, y así sucedía.

En su escritorio tenía una calavera para recordar continuamente en que terminan las bellezas y vanidades del mundo.

Durante 40 años fue superiora general, pero aún teniendo tan alto cargo, en cada casa donde llegaba, se dedicaba a ayudar en los oficios más humildes: lavar, barrer, cocinar, atender a los enfermos más repugnantes, etc.

Ante tantos trabajos y afanes se enfermó gravemente. El obispo se dio cuenta de que se trataba de cansancio y exceso de trabajo. La envió a descansar varias semanas, y volvió llena de salud y de energías para seguir trabajando, por el Reino de Dios.

Los misioneros encontraban muchas niñas abandonadas y en graves peligros y las llevaban a la Madre Josefa. Y ella, aun con grandes sacrificios y endeudándose hasta el extremo, las recibía gratuitamente para educarlas.

Su gran deseo era el poder enviar misioneras a lejanas tierras. Y la ocasión se presentó en 1875 cuando desde Buenos Aires, Argentina, le rogaron que enviara a sus religiosas a atender a las niñas abandonadas. Y coincidió el envío de sus primeras misioneras con el primer grupo de misioneros salesianos que enviaba San Juan Bosco. Así que ellas en el barco recibieron la bendición y los consejos de este gran santo que estaba ese día despidiendo a sus primeros misioneros salesianos.

También en América sus religiosas fueron fundando hospitales, casas de refugio y obras de beneficiencia.

Sus últimos años padeció muy dolorosas enfermedades que la redujeron casi a total quietud. Y llegaron escrúpulos o falsos temores de que se iba a condenar. Era una pena más que le permitía Dios para que se santificara más y más. Pero venció esas tentaciones con gran confianza en Dios y murió diciendo: "Amemos a Jesús. Lo más importante es amar a Dios y salvar el alma". El 7 de diciembre de 1880 pasó a la eternidad. En 1949 fue declarada santa.

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Fuente: Archidiócesis de Madrid
Aurelio, Natalia, Félix, Liliosa y Jorge, Mártires Mártires, 27 de julio  

Aurelio, Natalia, Félix, Liliosa y Jorge, Mártires

Mártires

Martirologio Romano: En Córdoba, en la provincia hispánica de Andalucía, santos mártires Jorge, diácono y monje originario de Siria, Aurelio y Sabigoto, esposos, y Félix y Liliosa, esposos también, que en la persecución desencadenada por los sarracenos, deseando dar testimonio de su fe cristiana, no cesaron de alabar a Cristo en la cárcel, donde fueron finalmente decapitados.

 

Aurelio es hijo de un mahometano de los que ocupaban Córdoba, en España; pero su madre es cristiana y procuró educarlo en la fe verdadera. Pronto quedó huérfano de padre y madre; una tía suya, también cristiana, se encargó de hacerlo un hombre. Al llegarle la edad se casó con Natalia, hija de padres mahometanos pero, convertida al cristianismo, se bautizó cuando ellos murieron y empezó a llamarse Sabigoto; tienen dos hijas pequeñas; son ricos y emparentados con gente importante de la ciudad por la parte mora.

Félix es uno de los amigos de Aurelio y está casado con Liliosa. A ellos las cosas les van igualmente bien, no por agarenos, sino por la renuncia que años atrás hizo Félix a la fe de los cristianos; tuvo miedo; no se atrevió a afrontar la vida con las limitaciones de trabajo, económicas, los impuestos, la mala perspectiva para los futuros hijos con todas las puertas cerradas para prosperar y disimuló su fe ante el juez. Por ello no les va nada mal. Él sigue creyendo en Dios, pero no frecuenta las reuniones, ni participa en el culto porque no se interprete que da marcha atrás.

Han comenzado a pasar cosas graves en la ciudad emirada en los últimos tiempos. Los ánimos se han calentado y comenzado a haber gente muerta por ser cristiana. Primero mataron a un presbítero que se llamaba Perfecto, luego a otros más; hay gente en la cárcel por su fe cristiana y se presentan situaciones tan tensas que no se sabe muy bien cómo va a ponerse el ambiente.

En general, los cristianos de Córdoba están ya hartos de su deteriorada situación, y han comenzado a presentarse ellos mismos, de modo espontáneo, al tribunal. Otros piensan que esta es la ocasión de lavar sus culpas y hasta parece ser el caso de Félix. Los dos matrimonios llevan tiempo hablando entre ellos de responsabilidades y de fidelidad. Una de las primeras cabezas cristianas les ha hecho poner en balanza lo que se gana y lo que se pierde; es ese hombre valiente y docto obispo que se llama Eulogio. Las dos parejas se animan a ser fieles y más valientes de lo que son.

Cuando el otro día estaba Aurelio en la plaza vió un espectáculo triste en sí mismo y lamentable; llevaban en un borrico, con gran alboroto, entre gritos y gestos maldicentes, al bueno de Juan; iba herido, le pegaban con cuerdas, le insultaban y maldecían por ser cristiano y no bendecir al Profeta. Llegó a casa y no pudo ocultar su pena por la injusticia, todo en él era rebeldía por la impotencia; Liliosa escuchó la versión y pronto la conocen Aurelio y Sabigoto. Ahora los cuatro están dispuestos a buscar solución definitiva pasando por el martirio; pero deben prepararse bien al momento decisivo. Primero, Aurelio y Sabigoto deben llevar a sus hijas al monasterio que fundaron Jeremías e Isabel; ahora es Isabel la abadesa de Tábanos y ella se encargará de cuidarlas con la dote que pondrán a su disposición; luego, sí, deben mejorar su oración, sus sacrificios, su amor a Dios. Y así comienza una nueva dimensión en sus vidas. Los cuatro están a partir un piñón cuando dan abundantes limosnas con sus bienes, comienzan a dormir en el suelo, practican el ayuno, visitan a los enfermos y hasta deciden ir -con influencias- a la prisión para dar algo de consuelo.

Fue allí donde encontraron a Flora, la virgen que es hija de mahometano y cristiana y a María, monja de Cuteclara y hermana del diácono Wilabonso, decapitado el siete de junio del año pasado. Ellas están condenadas a muerte por sacrílegas y parece que lo que esperan es un premio por su alegría y decisión. Las dos parejas fueron a consolarlas y salieron de la cárcel con fuego en sus corazones.

Conocieron en el monasterio tabanense a Jorge, un monje oriental, concretamente de Siria, que pasó veintiséis años en San Sabas, cerca de Jerusalén, enviado a África para recoger limosnas para mantener a los monjes que habían quedado allí. Es diácono, amigo de Eulogio, sencillo y servidor de todos; habla griego, árabe y latín. Se les unió desde entonces, pensando en el martirio, y ya no se les despega ni de día ni de noche.

Los cinco se han presentado ante el juez; le ponen al corriente de su fe cristiana al tiempo que afirman la falsedad de la religión que profesan todos los seguidores de Mahoma. El juez se esfuerza en hacerles recapacitar sobre su locura; les está haciendo ver la vida que tienen por delante con promesas de bienes, comodidades y honra. Todo es basura comparado con Jesucristo a quien desean servir por encima de todo. Les da cinco días de cárcel para pensar y poder reunir al Consejo porque son personas importantes por su parentela y él no quiere decidir su suerte. Ante los nuevos jueces, pareció que tenían ellos más ganas de ser condenados que los jueces en condenarles. Terminaron degollados, aplicando la ley, por maldecir al Profeta y declarar abyecta su religión.

Fue el día 27 de julio del año 852.

Dos matrimonios y un fraile dijeron públicamente del modo más fuerte y claro que es mejor el bien de Cristo que la totalidad de bienes terrenos.
Amén.

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Fuente: E W T N
Simeón Estilita el Grande, Santo Monje, 27 de julio  

Simeón Estilita el Grande, Santo

Monje

Martirologio Romano: Cerca de Antioquía, en Siria, san Simeón, monje, que durante muchos años vivió sobre una columna, por lo que recibió el sobrenombre de "Estilita", y cuya vida y trato con todos fueron admirables (459).

Nace cerca del año 400 en el pueblo de Sisan, en Cilicia, cerca de Tarso, donde nació San Pablo. (Estilita significa: el que vive en una columna).

De pequeño se dedicaba a pastorear ovejas por los campos, pero un día, al entrar en una iglesia, oyó al sacerdote leer en el sermón de la Montaña las bienaventuranzas, en el capítulo 5 del evangelio de San Mateo. Se entusiasmó al oír que Jesús anuncia: "Dichosos serán los pobres, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos los puros de corazón porque ellos verán a Dios". Se acercó a un anciano y le preguntó qué debería hacer para cumplir esas bienaventuranzas y ser dichoso. El anciano le respondió: "Lo más seguro seria irse de religioso a un monasterio".

Se estaba preparando para ingresar a un monasterio, y pedía mucho a Dios que le iluminara qué debía hacer para lograr ser santo e irse al cielo, y tuvo un sueño: vio que empezaba a edificar el edificio de su santidad y que cavaba en el suelo para colocar los cimientos y una voz le recomendaba: "Ahondar más, ahondar más". Y al fin oyó que la voz le decía: "Sólo cuando seas lo suficientemente humilde, serás santo".

A los 15 años entró a un monasterio y como era muy difícil conseguir libros para rezar, se aprendió de memoria los 150 salmos de la S. Biblia, para rezarlos todos cada semana, 21 cada día.

Se le considera el inventor del cilicio, o sea de una cuerda hiriente que algunos penitentes se amarran en la cintura para hacer penitencia. Se ató a la cintura un bejuco espinoso y no se lo quitaba ni de día ni de noche. Esto para lograr dominar sus tentaciones. Un día el superior del monasterio se dio cuenta de que derramaba gotas de sangre y lo mandó a la enfermería, donde encontraron que la cuerda o cilicio se le había incrustado entre la carne. Difícilmente lograron quitarle la cuerda, con paños de agua caliente. Y el abad o superior le pidió que se fuera para otro sitio, porque allí su ejemplo de tan extrema penitencia podía llevar a los hermanos a exagerar en las mortificaciones.

Se fue a vivir en una cisterna seca, abandonada, y después de estar allí cinco días en oración se le ocurrió la idea de pasar los 40 días de cuaresma sin comer ni beber, como Jesús. Le consultó a un anciano y éste le dijo: "Para morirse de hambre hay que pasar 55 días sin comer. Puede hacer el ensayo, pero para no poner en demasiado peligro la vida, dejaré allí cerca de usted diez panes y una jarra de agua, y si ve que va desfallecer, come y bebe." Así se hizo. Los primeros 14 días de cuaresma rezó de pie. Los siguientes 14 rezó sentado. Los últimos días de la cuaresma era tanta su debilidad que tenía que rezar acostado en el suelo. El domingo de Resurrección llegó el anciano y lo encontró desmayado y el agua y los panes sin probar. Le mojó los labios con un algodón empañado en agua, le dio un poquito de pan, y recobró las fuerzas. Y así paso todas las demás cuaresmas de su larga vida, como penitencia de sus pecados y para obtener la conversión de los pecadores.

Se fue a una cueva del desierto para no dejarse dominar por la tentación de volverse a la ciudad, llamó a un cerrajero y se hizo atar con una cadena de hierro a una roca y mandó soldar la cadena para no podérsela quitar. Pero varias semanas después pasó por allí el Obispo de Antioquía y le dijo: "Las fieras sí hay que atarlas con cadenas, pero al ser humano le basta su razón y la gracia de Dios para no excederse ni irse a donde no debe". Entonces Simeón, que era humilde y obediente, se mandó quita la cadena.

De todos los países vecinos y aun de países lejanos venían a su cueva a consultarlo y a pedirle consejos y las gentes se le acercaban para tocar su cuerpo con objetos para llevarlos en señal de bendición, y hasta le quitaban pedacitos de su manto para llevarlos como reliquias.

Entonces para evitar que tanta gente viniera a distraerlo en su vida de oración, se ideó un modo de vivir totalmente nuevo y raro: se hizo construir una columna de tres metros para vivir allí al sol, al agua, y al viento. Después mandó hacer una columna de 7 metros, y más tarde, como la gente todavía trataba de subirse hasta allá, hizo levantar una columna de 17 metros, y allí pasó sus últimos 37 años de su vida.

Columna se dice "Stilos" en griego, por eso lo llamaron "Simeón el estilita".

No comía sino una vez por semana. La mayor parte del día y la noche la pasaba rezando. Unos ratos de pie, otros arrodillado y otros tocando el piso de su columna con la frente. Cuando oraba de pie, hacía reverencias continuamente con la cabeza, en señal de respeto hacia Dios. En un día le contaron más de mil inclinaciones de cabeza. Un sacerdote le llevaba cada día la Sagrada Comunión.

Para que nadie vaya a creer que estamos narrando cuentos inventados o leyendas, recordamos que la vida de San Simeón Estilita la escribió Teodoreto, quien era monje en aquel tiempo y fue luego Obispo de Ciro, ciudad cercana al sitio de los hechos. Un siglo más tarde, un famoso abogado llamado Evagrio escribió también la historia de San Simeón y dice que las personas que fueron testigos de la vida de este santo afirmaban que todo lo que cuenta Teodoreto es cierto.

Las gentes acudían por montones a pedir consejos. El les predicaba dos veces por día desde su columna y los corregía de sus malas costumbres. Y entre sermón y sermón oía sus súplicas, oraba por ellos y resolvía pleitos entre los que estaban peleados, para amistarlos otra vez. A muchos ricos los convencía para que perdonaran las deudas a los pobres que no les podían pagar.

Convirtió a miles de paganos. Un famoso asesino, al oírlo predicar, empezó a pedir perdón a Dios a gritos y llorando.

Algunos lo insultaban para probar su paciencia y nunca respondió a los insultos ni demostró disgusto por ellos.

Hasta Obispos venían a consultarlo, y el Emperador Marciano de Constantinopla se disfrazó de peregrino y se fue a escucharlo y se quedó admirado del modo tan santo como vivía y hablaba.

Para saber si la vida que llevaba en la columna era santidad y virtud y no sólo un capricho, los monjes vecinos vivieron y le dieron orden a gritos de que se bajara de la columna y se fuera a vivir con los demás. Simeón, que sabía que sin humildad y obediencia no hay santidad, se dispuso inmediatamente a bajarse de allí, pero los monjes al ver su docilidad le gritaron que se quedara otra vez allá arriba porque esa era la voluntad de Dios.

Murió el 5 de enero del año 459. Estaba arrodillado rezando, con la cabeza inclinada, y así se quedó muerto, como si estuviera dormido. El emperador tuvo que mandar un batallón de ejército porque las gentes querían llevarse el cadáver, cada uno para su ciudad. En su sepulcro se obraron muchos milagros y junto al sitio donde estaba su columna se construyó un gran monasterio para monjes que deseaban hacer penitencia.

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Fuente: Corazones.org
Pantaleón, Santo Mártir, 27 de julio  

Pantaleón, Santo

Mártir

Martirologio Romano: En Nicomedia, de Bitinia, san Pantaleón o Pantalaimón, mártir, venerado en Oriente como médico que ejercía su arte sin retribución alguna (c. 305).

Etimológicamente: Pantaleón = Aquel que se compadece de todos, es de origen griego.

 

Médico nacido en Nikomedia (actual Turquía). Fue decapitado por profesar su fe católica en la persecución del emperador romano Diocleciano, el 27 de julio del 305.

Lo que se sabe de San Pantaleón procede de un antiguo manuscrito del siglo VI que está en el Museo Británico. Pantaleón era hijo de un pagano llamado Eubula y de madre cristiana. Pantaleón era médico. Su maestro fue Euphrosino, el médico mas notable del imperio. Fue médico del emperador Galerio Maximiano en Nicomedia.

Conoció la fe pero se dejó llevar por el mundo pagano en que vivía y sucumbió ante las tentaciones, que debilitan la voluntad y acaban con las virtudes, cayendo en la apostasía. Un buen cristiano llamado Hermolaos le abrió los ojos, exhortándole a que conociera "la curación proveniente de lo más Alto", le llevó al seno de la Iglesia. A partir de entonces entregó su ciencia al servicio de Cristo, sirviendo a sus pacientes en nombre del Señor.

En el año 303, empezó la persecución de Diocleciano en Nikomedia. Pantaleón regaló todo lo que tenía a los pobres. Algunos médicos por envidia, lo delataron a las autoridades. Fue arrestado junto con Hermolaos y otros dos cristianos. El emperador, que quería salvarlo en secreto, le dijo que apostatara, pero Pantaleón se negó e inmediatamente curó milagrosamente a un paralítico para demostrar la verdad de la fe. Los cuatro fueron condenados a ser decapitados. San Pantaleón murió mártir a la edad de 29 años el 27 de julio del 304. Murió por la fe que un día había negado. Como San Pedro y San Pablo, tuvo la oportunidad de reparar y manifestarle al Señor su amor.

Las actas de su martirio nos relatan sobre hechos milagrosos: Trataron de matarle de seis maneras diferentes; con fuego, con plomo fundido, ahogándole, tirándole a las fieras, torturándole en la rueda y atravesándole una espada. Con la ayuda del Señor, Pantaleón salió ileso. Luego permitió libremente que lo decapitaran y de sus venas salió leche en vez de sangre y el árbol de olivo donde ocurrió el hecho floreció al instante. Podría ser que estos relatos son una forma simbólica de exaltar la virtud de los mártires, pero en todo caso, lo importante es que Pantaleón derramó su sangre por Cristo y los cristianos lo tomaron como ejemplo de santidad.

En Oriente le tienen gran veneración como mártir y como médico que atendía gratuitamente a los pobres. También fue muy famoso en Occidente desde la antiguedad.

Se conservan algunas reliquias de su sangre, en Madrid (España), Constantinopla (Turquía) y Ravello (Italia).

El Milagro de su sangre

Una porción de su sangre se reserva en una ampolla en el altar mayor del Real Monasterio de la Encarnación en Madrid de los Austrias, junto a la Plaza de Oriente, Madrid, España. Fue tomada de otra más grande que se guarda en la Catedral italiana de Ravello. Fue donada al monasterio junto con un trozo de hueso del santo por el virrey de Nápoles. En Madrid lo custodian las religiosas Agustinas Recoletas dedicadas a la oración. Hay constancia de que la reliquia ya estaba en la Encarnación desde su fundación en el año 1616.

La sangre, en estado sólido durante todo el año, se licuefacciona [o ocurre el fenómeno de licuefacción], como la sangre de San Jenaro, sin intervención humana. Esto ocurre en la víspera del aniversario de su martirio, o sea, cada 26 de julio. Así ha ocurrido cada año hasta la fecha de este escrito, 2005, cuando se celebran 1700 años de su martirio. En ese año el milagro tuvo lugar mientras las religiosas oraban en el coro del templo y ante la presencia de cientos de visitantes. El monasterio abre las puertas al público para que todos sean testigos. En algunas ocasiones, la sangre ha tardado en solidificarse para señalar alguna crisis, como ocurrió durante las dos guerras mundiales.

Muchas veces se ha intentado explicar el fenómeno mediante mecanismos netamente naturales, como la temperatura o las fases de la luna. Sin embargo, ninguna de las explicaciones ha resultado satisfactoria para la ciencia. La iglesia no se ha definido sobre el milagro. Las hermanas dicen sencillamente que es "un regalo de Dios".

Para facilitar la vista del público y evitar el deterioro de la reliquia, en el 1995 las monjitas instalaron monitores de televisión que aumentan diez veces la imagen de la cápsula que contiene la sangre del santo.

La sangre de un médico mártir se licúa. ¿Qué nos dice Dios con este portento?.

Acaso no necesitamos este testimonio valiente de quien dio su vida por la fe. Su sangre nos recuerda nuestra propia responsabilidad de vivir la fe en un tiempo donde tantos caen en la apostasía o simplemente en la indiferencia. Cuanto necesitamos el ejemplo de San Pantaleón, quien supo vivir su profesión al servicio de Jesucristo.

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Fuente: ACIprensa.com
María Magdalena Martinengo, Beata Clarisa Capuchina, 27 de julio  

María Magdalena Martinengo, Beata

Virgen

Martirologio Romano: En Brescia, en la región de la Lombardía, beata María Magdalena Martinengo, abadesa de la Orden de las Clarisas Capuchinas, insigne por su abstinencia (1737).

 

Nació en la ciudad italiana de Brescia en 1687.

Desde muy niña se vio inclinada a la devoción y a la mortificación y mostró un gran deseo de "imitar todo lo que habían hecho los santos". A los 18 años, ingresó en el convento capuchino de Santa María de las Nieves de su ciudad natal.

En 1706 hizo su profesión. Tres veces fue maestra de novicias y, durante algún tiempo, desempeñó el humilde cargo de portera. En 1732 y en 1736, fue elegida superiora. Dios premió su desinteresado amor con experiencias místicas extraordinarias y con el don de milagros.

La beata profesaba particular devoción a la coronación de espinas y, después de su muerte, se descubrió que llevaba bajo el velo, alrededor de la cabeza, una rejilla de puntas aceradas. María Magdalena supo unir a las mortificaciones, el cumplimiento de sus deberes de maestra y superiora, el amor al silencio y una gran mansedumbre en la conversación.

Su muerte ocurrió en 1737, cuando tenía 50 años de edad. Fue beatificada en 1900.

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Fuente: Vatican.va
María de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo, Beata Religiosa, 27 de julio  

María de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo, Beata

Virgen, religiosa de la
Congregación de las Crucificadas Adoratrices de la Eucaristía

Martirologio Romano: En Nápoles, Italia, beata María de la Pasión, virgen (1912).

 

Nació el 23 de septiembre de 1866 en Barra (Nápoles, Italia). Fue bautizada al día siguiente con el nombre de Maria Grazia. Sus padres, Leopoldo Tarallo y Concetta Borriello, tuvieron otros seis hijos, dos de los cuales murieron muy pronto. Dos de las hijas fueron también religiosas en el instituto en el que ingresó la sierva de Dios.

Sus padres, que le dieron una sólida formación humana y cristiana, vivían aún cuando murió María de la Pasión y colaboraron como testigos en el proceso canónico. Su madre declaró en dicho proceso:

"Desde muy pequeña se mostraba siempre dócil y tranquila, le gustaba estar apartada. Al ser la primera de mis hijas, con amor y empeño superiores a su edad, me ayudaba en los quehaceres de la casa y se ocupaba también de enseñar a sus hermanas pequeñas lo que ella aprendía en la escuela".

Deseaba ardientemente recibir la Eucaristía. En su autobiografía escribe: "Cuando iba a la santa misa con mi madre, viendo a las personas que se acercaban a la mesa eucarística, me ponía a llorar porque quería recibir también yo la sagrada Comunión, pero no me lo permitían". Por fin pudo hacerlo, a los siete años, el Lunes santo de 1873. Recibió el sacramento de la Confirmación a los diez años, el 28 de julio de 1876.

Terminada la escuela primaria, Maria Grazia aprendió y luego ejerció el oficio de costurera.
Su vida estaba totalmente orientada hacia la perfección cristiana y la vida consagrada. Como Terciaria Franciscana vivía los consejos evangélicos.

A los veintidós años, cuando pensaba que ya pertenecía completamente a Jesús, su padre, que se oponía a esa vocación, trató de disuadirla imponiéndole la aceptación del matrimonio. El joven Raffaelle Aruto le había pedido la mano de María Grazia.

Ante su padre autoritario no se atrevió a negarse, convencida de que a pesar de ello el matrimonio no se realizaría, pues nuestro Señor Jesucristo se lo había asegurado en su interior. Así, el 13 de abril de 1889 se llevó a cabo el matrimonio civil, dejando para más adelante el religioso, como era tradición en aquella región. Pero esa misma tarde, durante el banquete para celebrarlo, Raffaelle se sintió mal por un ataque de hemoptisis y los médicos le aconsejaron que se trasladara a Torre del Greco para respirar aire más salubre. Allí murió nueve meses después del matrimonio civil, el 27 de enero de 1890.

El padre de Maria Grazia quiso imponerle un segundo matrimonio, pero ella le dijo: "Padre, ¿ni siquiera ahora quiere rendirse? Habiendo visto lo que ha sucedido ¿no se convence de que yo debo ser monja?". Por fin su padre la dejó seguir su camino para entregarse sin reservas a Dios en la vida consagrada.

El 1 de junio de 1891, juntamente con su hermana Drusiana, entró en el convento de las religiosas Crucificadas Adoratrices de la Eucaristía, fundada por la sierva de Dios María Pía Notari. Su hermana Giuditta entró en la congregación tres años después.

Durante el proceso canónico, la fundadora, que le había dado el nombre de María de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, dio testimonio de su vida virtuosa y de su fama de santidad.

La maestra de novicias declaró sobre sor María: "Durante su noviciado, bajo mi dirección, cumplió con admirable exactitud todos sus deberes religiosos, distinguiéndose entre sus compañeras especialmente en las virtudes de la santa obediencia y la humildad. No llamaba para nada la atención".

Realizó plenamente su vocación por amor a la Pasión de Jesús crucificado, a la Eucaristía y a la Virgen de los Dolores. Decía: "Me llamo sor María de la Pasión y debo asemejarme al Maestro".

Recibió varios encargos, entre ellos la dirección espiritual de sus hermanas como maestra de novicias, pero también otros más humildes, como cocinera, ropera y portera. Entre todos los trabajos prefería el de fabricar las hostias para la santa misa, pues lo veía como una prolongación de la adoración eucarística y como parte del carisma de su instituto.

Oraba continuamente; pasaba mucho tiempo del día, y a veces durante la noche, orando en el último lugar del coro, y permanecía en íntimo diálogo con Dios. La oración era el alimento de su alma.

Siempre fue ejemplar y edificante en la caridad y en la oración, y toda la comunidad la admiraba.
En uno de sus escritos manifiesta su ardiente celo apostólico con estas palabras: "Mientras en la tristeza de mi corazón consideraba hasta qué punto llega el encendido amor del Corazón del Verbo divino a los hombres, y que estos corresponden a tan gran amor con las más negras ingratitudes, me dije: Ah, Dios mío, ojalá pudiera salir al mundo para gritar por las plazas: Oh mundo ciego, abre los ojos y conoce a este Dios y ámalo. (...) El Amor no es amado, porque no es conocido".
Vivió los últimos días de su vida alimentándose únicamente de la Eucaristía.

Murió el 27 de julio de 1912.

Su fama de santidad se extendió por la heroicidad de las virtudes, por haberse ofrecido como víctima por los pecadores y los sacerdotes, y también por los dones sobrenaturales que coronaron el camino de su espiritualidad, santidad y mística.

Su aspiración era: "Quiero llegar a ser santa, amando a Cristo en la Eucaristía, sufriendo con Cristo crucificado, viendo a Cristo en los demás".

Fue beatificada el 14 de mayo de 2006.

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Felipe Hernández Martínez, Beato Religioso y Mártir, 27 de julio  

Felipe Hernández Martínez, Beato

Mártir Religioso Salesiano

Martirologio Romano: En Barcelona, España, beatos Felipe Hernández Martínez, Zacarías Abadía Buesa y Santiago Ortiz Alzueta, religiosos de la Sociedad Salesiana y mártires, que sufrieron el martirio durante la persecución contra la fe (1936).

 

Nació en Villena el 14 de marzo de 1913, en el seno de una familia sencilla de agriculores. Felipe, de carácter inquieto y algo revoltoso, ingresó a los 9 años en el Colegio Salesiano de su ciudad natal. Mientras estudiaba la enseñanza elemental, sintió la llamada de Dios a consagrarse como religiosos salesiano. En el otoño de 1924 ingresa en el Seminario de Campello.

En el año 1929 hizo su noviciado en Gerona, pronunciando los votos el día 1 de agosto de 1930. Terminados los estudios de Filosofía, comenzó su trienio práctico en Ciudadela (Menorca),donde uno de sus alumnos lo describe:

"alegre y expansivo, sabía contagiar a los niños su dinamismo, ponía especial interés en que los niños aprendieran a ayudar debidamente la santa misa. Era el clerigo ideal, que atraía por su piedad, la cual vivía realmente, y que trataba a todos con cariño y con una delicadeza extremada".

En octubre de 1935 marchó a Carabanchel Alto para comenzar sus estudios de Teología, yendo en el verano de 1936 a pasar las vacaciones a la Casa de Sarriá, donde encontró la muerte el 27 de julio por la noche, junto a dos salesianos más, D. Jaime Ortiz y D. Zacarías Abadía, y un sacerdote del Corazón de María, el P. Casals.

Debiendo salir de Sarriá, don Felipe, con el Hermano coadjtutor don Jaime Ortiz y un joven alumno de la Escuela de Mecánica, se dirigieron a una pensión de la calle Diputación, donde estaba hospedado un hermano del referido joven.

Con frecuencia se ponían en contacto con otros salesianos en lugares prefijados, para ayudarse y comunicarse las noticias más importantes. Los ratos que permnecían en la pensión, los dedicaban a la oración. A medida que pasaba el tiempo se iban dando cuenta de la verdadera gravedad de la situación.

Habiendo encontrado la casa de un capellán, acudían con frecuencia para oír la Santa Misa y confesarse. Aconsejados que se abstuvieran de semejantes imprudencias en las circunstancias en que se encontraban, Felipe contestó:

"Si he de morir, prefiero ver la muerte cara a cara y no ser sorprendido en la ratonera"

Un atardecer, mientras los religiosos se encontraban en la pensión, fueron detenidos. Ante el Comité que les juzgó, Jaime, según un testigo, confeso su condición de religioso salesiano, y que su misión era la de educar a la juventud obrera, a la cual por la módica pensión de dos pesetas diarias, el colegio proporcionaba alimentación, educación y una formación profesional que les permitía ganarse honradamente la vida. Murió el 27 de julio.

Fue beatificado por Juan Pablo II el 11 de marzo de 2001.

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Fuente: Franciscanos.org
Modesto Vegas Vegas, Beato Presbítero y Mártir, 27 de julio  

Modesto Vegas Vegas, Beato

Presbítero y Mártir

Martirologio Romano: En el pueblo de Llisà, cerca de Barcelona, en España, beato Modesto Vegas Vegas, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales y mártir, que derramó su sangre por Cristo durante la persecución contra la fe (1936).

 

El P. Modesto nació el 24 de febrero de 1912 en La Serna (Palencia). Hizo los estudios primarios en la escuela de su pueblo, e ingresó en el Seminario de Granollers en 1924. Aquí estudió humanidades, teniendo como profesores, entre otros, a los beatos Alfonso López y Dionisio Vicente. Hace allí mismo el noviciado con el P. Alfonso como maestro, y emite la profesión temporal el 27 de octubre de 1929. Comienza la filosofía en Granollers, pero completa los estudios eclesiásticos en Ósimo (Italia). Allí hace la profesión solemne, y es ordenado sacerdote el 29 de junio de 1934.

Regresa a España el 9 de octubre de aquel mismo año. En Granollers ejerce los ministerios de la predicación y de la reconciliación, apostolados que también desempeña en la comarca del Vallés Oriental. El ministerio de la reconciliación le permite ser portador y regalador de la misericordia de Dios Padre a los muchos penitentes que se acercaban a la iglesia conventual de Nuestra Señora de Montserrat y San Antonio de Padua. Su enfermedad y el dolor que le causaba, tanto físico como moral, le permitía ser generoso y acogedor con quienes se acercaban al confesonario y buscaban el perdón de Dios.

El 19 de julio de 1936, el P. Modesto dejó el convento y se refugió en casa de la terciaria franciscana Dolores Artigas Font, casada con José Anglada Artigas, en cuya casa prestaba servicios domésticos Carmen, hermana del religioso. Allí permaneció hasta el 27 de julio. Algunos vecinos debieron de alertar a la señora Dolores sobre los planes que los milicianos tenían de registrar su casa. El P. Modesto, enfermo como se encontraba, hacia las tres de la tarde abandonó dicha casa acompañado por su hermana Carmen, y se dirigió al Hospital-Asilo de Granollers, donde equivocadamente se creía que estaría más seguro. A mitad del camino, en el paso a nivel del tren en la antigua carretera de Cardedeu y a corta distancia del hospital, a pesar de que iba vestido de seglar, un grupo de niños lo reconoció y comenzaron a gritar y a llamarle por su nombre: "¡Padre Modesto! ¡Padre Modesto!" Esto alertó a un grupo de milicianos de la FAI, que se hallaban desparramados por todas las esquinas de Granollers, y lo detuvieron.

Inmediatamente lo condujeron al Comité Revolucionario de Granollers, delante del cual confesó su condición de religioso franciscano y sacerdote. Por este motivo fue víctima de todo género de injurias y vituperios: sólo por ser fraile y sacerdote fue inmediatamente detenido, para horas más tarde ser conducido a la muerte. Le pidieron la documentación, a lo que respondió que no la tenía consigo, pero que se encontraba en casa de su hermana. Cuenta su hermana Carmen, que siempre permaneció al lado de Modesto, que durante el interrogatorio "los del Comité preguntaron a mi hermano si era religioso, lo que no negó ni afirmó. Fui yo la que negué esta condición de mi hermano, con el fin de salvarlo de una muerte que creía segura. Nos invitaron a sentarnos un momento para que nos recordáramos de esto. Durante este tiempo, mi hermano me rogó que no ocultase su condición de religioso, y yo me oponía a ello. Interrogado nuevamente, aun siendo consciente del peligro mortal que implicaba semejante confesión, mi hermano afirmó ser religioso: "Soy un religioso y sacerdote franciscano!" A la confesión de mi hermano, los rojos prorrumpieron en horrendas blasfemias, y en acusaciones contra los curas y los frailes". "Entonces mi hermano, con calma y serenidad, replicó: "¡No es cierto! ¡Los curas y los frailes no hacemos mal a nadie! ¡Por el contrario, hacemos todo cuanto está a nuestro alcance en beneficio de los demás!" Entonces un ex-seminarista, lleno de ira y de rabia, contestó: "¡No seas embustero! ¡Yo he estudiado con curas y frailes y os conozco bien! ¡Todos debéis ser quemados vivos!""

Acabado el interrogatorio dejaron en libertad a Carmen y no así Modesto, a quien inmediatamente hicieron subir a un camión, con la excusa de llevarlo a la cárcel. El camino no era el de la prisión, sino el del martirio. Lo condujeron al bosque de Can Montcada, término municipal de Lliçà d´Amunt, a unos cuatro kilómetros de Granollers, donde fue fusilado hacia las cinco de la tarde de aquel 27 de julio de 1936. En su vía dolorosa había continuado el diálogo entre el condenado a muerte y los verdugos, por cuanto refiere Dolores Anglada, que dice haberlo oído contar a uno de los asesinos del P. Modesto. Éste les dijo: "¿Me lleváis a la muerte?" "¡No!", le respondieron ellos. Pero el P. Modesto, que estaba seguro que pretendían su muerte, les dijo: "¿No tenéis compasión con un pobre enfermo?" Le respondieron: "¡Si realmente estás enfermo, ya no tienes nada que hacer en esta vida! ¡Nosotros te vamos a llevar a un lugar donde, según tus creencias, estarás mucho mejor!"

Su cuerpo estuvo abandonado tres días, hasta la tarde del 30 de julio. Fue enterrado en el cementerio de Lliçà d´Amunt en una fosa común. El acta de defunción lo describe como "sujeto desconocido, de unos veinticinco a treinta años".

El 11 de marzo del año 2001, el papa Juan Pablo II lo beatificó, junto a
233 mártires de la persecución religiosa en España (1936-39).

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Celestino I, Santo XLIII Papa, 27 de julio  

Celestino I, Santo

XLIII Papa

Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio de Priscila, en la vía Salaria, san Celestino I, papa, que se preocupó de que la Iglesia se mantuviese en la verdadera fe y ampliase sus límites, instituyó el episcopado en Gran Bretaña e Irlanda y promovió la celebración del Concilio de Éfeso, en el que se condenó a Nestorio y se saludó a María como Madre de Dios (432).


Papa del 10 de septiembre de 422 al 27 de julio de 432

Nada se conoce de su historia antigua, excepto que fue un romano y que el nombre de su padre fue Priscus. Se dice que vivió durante un tiempo en Milán con San Ambrosio. La primera noticia, sin embargo, que está consignada en un documento de San Inocencio I, en el año 416, indica que Celestino habría sido un diácono.

En 418, San Agustín le escribió de una manera reverencial. El sucedió a San Bonifacio I, como papa, el 10 de septiembre de 422 (de conformidad con Tillemont, aunque los bollandistas indican como fecha el 3 de noviembre). Murió el 26 de julio de 432, habiendo cumplido en el pontificado nueve años, diez meses y dieciséis días. A pesar de los tiempos tumultuosos de Roma, fue electo sin ninguna oposición, tal y como se dice en una carta de San Agustín (Epist., cclxi). La misma fue escrita al pontífice muy poco después de haber sido nombrado como tal. En ella, el gran doctor le pide su asistencia en arreglar las dificultades con Antonio, Obispo de Fessula en Africa.

San Celestino I, sucesor de Bonifacio I, era un hombre de mucha energía y al mismo tiempo de conmovedora liberalidad. Mientras se preocupaba por la restauración de Roma, no perdía de vista los intereses espirituales de toda la cristiandad. Defendía el derecho del Papa y de recibir apelaciones por parte de cualquier fiel, laico o clérigo, y respondía con solicitud.

Al Papa se le pedía sobre todo establecer normas según las cuales todo fiel tenía que conformar su propia conducta. De estas respuestas, que se conocen con el nombre de Decretales, tomó forma el primer embrión del derecho canónico.

Escribió cartas a los obispos para corregir abusos, disipar dudas doctrinales, combatir herejías, o simplemente para prohibir a los obispos llevar el cinturón o el manto propios de los monjes. Tuvo correspondencia con el amigo obispo de Hipona, San Agustín, cuya doctrina, a un año de la muerte, defendió calurosamente en la disputa antipelagiana, con palabras que consagraron definitivamente la autoridad y la santidad.

Los últimos días del pontificado de Celestino se caracterizaron por la lucha en el este en contra de la herejía de Nestorius. Nestorius quien había llegado a ser Obispo de Constantinopla en 428, primero dio una gran satisfacción, tal y como podemos ver en una carta dirigida por él a Celestino. Pronto se levantaron sospechas de su ortodoxia por recibir amablemente a los pelagianos, que habían sido rechazados por el papa en Roma. Poco después, rumores sobre sus enseñanzas acerca de la personalidad dual de Cristo, llegaron a Roma. Celestino comisionó a Cirilo de Alejandría para que investigara e hiciera un reporte.

Cirilo encontró que Nestorius profesaba abiertamente sus herejías y envió un recuento completo de la situación a Celestino. En un Sínodo en Roma (430) el Papa condenó solemnemente los errores de Nestorius, y ordenó a Cirilo que en su nombre, procediera contra el hereje quien fue incomunicado y depuesto, a menos que en diez días hiciera una declaración por escrito mediante la cual se retractara de sus errores.

En cartas escritas en el mismo día a Nestorius, a los clérigos, la gente de Constantinopla, Juan de Antioquia, Juvenal de Jerusalem, Rufus de Thessalonica, y Flavian de Filipi, Celestino anuncia la sentencia contra Nestorius y comisiona a Cirilo para que ejecute la decisión. De manera simultánea, restaura a todos los que habían sido excomunicados o privados de derechos por Nestorius.

Cirilo envía la sentencia papal y su propio anatema a Nestorius. El emperador ahora establece un concilio general que ser reunirá en Efesio. A este concilio Celestino envia como delegados a Arcadius, y Projectus, obispos, y a Filipo, un sacerdote, quienes deben actuar en coordinación con Cirilo. Sin embargo, ellos no estuvieron involucrados en discusiones, sino que debían juzgar las opiniones de otros. Celestino in todas sus cartas aume que su propia decisión es ya la final, y Cirilo y el concilio se manifiesta "compelido por los cánones sagrados y las cartas de Nuestro Más Santo Padre, Celestino, Obispo de la Iglesia Romana."

El último acto oficial de Celestino, fue enviar a San Patricio a Irlanda, quizá sobrepasando todas las expectativas en esta acción de grandes consencuencias para el bien. Ya había enviado con anterioridad (431) a Palladius como obispo de los "Scots (i.e. irlandeses) creyentes en Cristo." Pero Palladius abandonó pronto su misión en Irlanda y murió al año siguiente en Bretaña.

El Papa Celestino I murió el 27 de julio del año 432, y fue sepultado en el cementerio de Priscila, en una capilla adornada con frescos que representaban los episodios del reciente Concilio de Éfeso, que había proclamado solemnemente la maternidad divina de María.

En el año 817 las reliquias del Santo Pontífice fueron trasladadas a la basílica de Santa Práxedes, y parte de ellas parece que fueron llevadas a la catedral de Mantua.

fuente: ENCICLOPEDIA CATÓLICA

 

 

Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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