sábado, 1 de enero de 2011

[uniendo letras:42417] Microrrelato: Cual la rosa encendida (6)

 
 
Sir Richard Worsley, baronet, 1775, J.Reynolds.jpg
 
 
 
VI
 
 
Llegados a este punto, hablaremos un poco de los pretendientes de doña Estefanía Amlier.

Comenzando por el duque de Miranda, diremos que era alto, moreno, de piel clara no en demasía, ojos negros pequeños si bien no excesivamente. No se consideraba muy ducho en latín, no obstante, lo era en griego, inglés, italiano y francés: de este último reseñar que lo hablaba a la perfección, aunque no le ocurriese lo mismo con el alemán, que no lo dominaba en absoluto. Amaba profundamente todo lo literario, además de que tenía dotes literarias, pues dicho está que era su pasión y gracia. En lo referente a la economía, en cambio, no sabía mucho ni nunca la había apreciado demasiado, pues era un completo desastre para los negocios que a menudo dejaba en manos de algún esbirro o administrador más ducho en tales cuestiones. Vestía, por otro lado, con gusto y cuidado, mas sin afectación; nunca lo habían tildado de afrancesado ni las modas excesivamente remilgadas habían llamado jamás su atención; no era un amanerado ni quería parecerlo tampoco.

Don Mauro Leda era un poco menos dado a la elegancia que el anterior. No le iba en absoluto la ensoñación, el idealismo, ni la excesiva imaginación, es decir, era en extremo realista y conservador, como suelen ser algunos nobles españoles. Cultivado en literatura y arte, de un carácter fuerte y hasta algo endemoniado, el conde de Béjar no se consideraba un hombre de costumbres exóticas ni peculiares. No se le podía considerar demasiado locuaz empero, aunque sí altanero, presuntuoso, soberbio y muy patriótico; con esto quiero afirmar que le agradaban los franceses y los europeos, pero no los afrancesados ni toda la influencia que los pueblos "bárbaros" ejercieron en ese siglo sobre España. Se defendía en las cartas como un tahúr, pese a que su afición era solamente superflua, y ni dilapidaba grandes cantidades en el juego ni lo constituía en su bandera; cosa digna de agradecer, porque su hacienda se mantenía intacta y ni una peseta era derrochada de manera inútil.

Su aspecto físico era notable. Muy alto y delgado, piel atezada pero no negra, risueño en su profundos y grandes ojos negros y en su cabello negro crespo y rizado. Su forma de vestir, en cambio, no era demasiado cuidada: vestía con limpieza pero no con excesiva elegancia ni "petimetrismo" (les pido que me dejen usar esta palabra inventada, que, aunque no se encuentra en los diccionarios al uso, viene a decir que no abusaba de encajes, lunares y polvos  de los que en aquella época se abusaba tanto.)

Respecto al holandés, el señor Nolasco, diremos que se mostraba harto ilustrado para ser un burgués; incluso mucho más que sus contrincantes, a los que no tenía nada que envidiar. Sabía hablar y escribir con corrección francés, inglés, italiano y toda lengua que se le pusiera en mientes. Dominaba el estudio de la literatura y la filosofía; sabía de arte y se deleitaba de cuando en cuando con "dejarse caer" por algún museo con la sola intención de maravillarse con la pintura, escultura o lo que fuese que allí hubiera. Se vestía con moderación y elegancia, siempre sobriamente. Gustaba del terciopelo y la seda adamascada, del raso y el paño (prendas nobles), y sobre todo de los colores grises y turquesas: que se asemejaban a sus ojos y que habían sido delectación y gozo de su difunto padre. En aspecto era alto, más bien fuerte, moreno y de pelo ondeado, ojos garzos y piel rosada típica de los norteños. Tenía diversas aficiones, entre ellas los animales y, sobre todo, los équidos. Le encantaban los caballos de tal modo, que había adquirido un frisón al que llamaba "Ábrego" allí en tierras de Holanda al que idolatraba casi como a un miembro de su familia.

En cuanto al carácter se distinguía por su gesto dócil y mesurado, compasivo; si bien, a veces se dejaba llevar por su proceder intempestivo y dado a las demostraciones efusivas y vehementes, típicas de los enamorados.

 

¡Grandiosos caballeros estos de nuestra ficción!

 

 

Así pues con estas definiciones creo haber delimitado lo suficiente las principales características de los personajes de esta historia, si bien considero que se trazarán con más precisión a lo largo de la obra, añadiendo así otras cualidades que adornan a estos hombres, pues no pretendo que resulte tedioso el hecho de incidir demasiado en cuestiones asaz banales ni que el lector sienta que estas digresiones vienen a romper el hilo argumental de la obra.

Opino sinceramente que es mejor repetir y dilatar las explicaciones, en lo posible, por todo este opúsculo que yo misma he creado y que tiene la intención de deleitar a mis lectores no de aburrirlos torpemente.

 

Reproducidas aquí, someramente, mis intenciones, pasemos a la siguiente escena de esta entretenida narración.

--
Nuestro blog.
 
http://unidosporlasletras.blogspot.com/
 
Si algun participante no pudiese acceder a el, le ruego que envie un correo al Grupo, y sera admitido en el Blog para poder publicar en el mismo.
 
 
Has recibido este mensaje porque estás suscrito a Grupo "Uniendo
letras" de Grupos de Google.
Si quieres publicar en este grupo, envía un mensaje de correo
electrónico a uniendo-letras@googlegroups.com
Para anular la suscripción a este grupo, envía un mensaje a
uniendo-letras+unsubscribe@googlegroups.com
Para obtener más opciones, visita este grupo en
http://groups.google.com/group/uniendo-letras?hl=es?hl=es.

No hay comentarios:

Publicar un comentario