: El cortador de bambú
Cuentos tradicionales japoneses: El cortador de bambú - 日本ã�®æ˜"話 - 竹å�–物語 (ã�‹ã��や姫)Kaguya Hime parte a la Ciudad de la Luna. (Imágenes tomadas de Wikimedia Commons, actualmente de dominio público y empleadas en este blog con fines ilustrativos y sin ánimo de lucro) HabÃa una vez un anciano llamado 竹å�–ç¿�Taketori-no-Okina ("anciano cortador de bambú") que vivÃa con su esposa. Un dÃa fue a una plantación de bambú para recolectar brotes. Cuidadosamente cortó el bambú y se quedó asombrado al encontrar a un precioso bebé en el interior. Era una niña. Taketori decidió recogerla y llevarla a su casa. - Mira lo que he encontrado - dijo llorando el anciano mientras le mostraba a la pequeña niña que encontró dentro del bambú a su esposa. La viejita respondió: - Ciertamente son los dioses los que nos han mandado a esta encantadora niña. Decidieron quedarse con la niña y la llamaron ã�‹ã��や姫 Kaguya-Hime (Princesa de la Luz Brillante). La pequeña niña creció muy rápidamente y con el tiempo se volvió muy hermosa. Cuando el anciano o su esposa estaban cansados o de mal humor, solo les bastaba con ver a la niña para sentirse bien nuevamente. Ellos vivÃan muy felices con Kaguya Hime, a la que querÃan como si fuera su propia hija. Además, desde el mismo dÃa en que habÃa encontrado a la pequeña, siempre que Taketori cortaba un bambú encontraba oro dentro de él. Gracias a esto, pronto se hizo rico y pudo permitirse el lujo de construir una gran casa en la que vivir cómodamente con su anciana esposa. Cuando Kaguya Hime creció, se convirtió en una mujer de gran belleza, que se hizo muy famosa en todo el mundo por su elegancia y hermosura, a pesar de que el anciano no permitÃa que su preciosa princesa saliera de casa. Cinco prÃncipes llegaron a su casa para pedir la mano de Kaguya en matrimonio. Pero ella era reacia a casarse, asà que les propuso a sus pretendientes varias tareas imposibles para llevar a cabo antes de conseguir casarse con ella. A su primer pretendiente, Kaguya le encargó traer el caliz sagrado de Buda que se encontraba en La India. Al segundo prÃncipe le encargó recuperar una legendaria rama hecha de plata y oro. El tercero tenÃa que intentar conseguir al legendario vestido del ratón de sol que se dice que está en China. Al cuarto le pidió que le trajera una joya de colores que brillaba al cuello de un dragón. Al último prÃncipe, le encargó una concha preciosa que las golondrinas guardaban como un tesoro. Esto desilusionó mucho a los pretendientes, pues la princesa les habÃa pedido objetos que nadie sabÃa si existÃan realmente. Aún asà decidieron intentarlo. Un dÃa, llego el primer hombre y trajo la taza de Buda que la princesa habÃa pedido, pero pronto Kaguya descubrió que no habÃa ido realmente a la India como ella lo pidió, sino que en su lugar le habÃa traÃdo una taza sucia de un templo cerca de Kyoto. Cuando la princesa lo vio, supo inmediatamente que esta no era la taza de Buda. El segundo no tenÃa idea de donde podrÃa encontrarse una rama de plata y oro, por lo que decidió ordenárselo a unos joyeros. Cuando los joyeros fabricaron la rama, él se la llevó a la princesa. Era una rama de plata y oro tan maravillosa que ella pensó que realmente se trataba de lo que habÃa pedido y pensó que no podrÃa escapar del matrimonio con este joven... de no ser porque los joyeros aparecieron para reclamar al pretendiente su dinero. De esta manera la princesa comprendió que esta rama no era la verdadera y por consiguiente no era lo que ella habÃa pedido. El tercer pretendiente, a quién se le habÃa pedido el vestido del ratón del sol, les dio dinero a algunos comerciantes que iban a China. Ellos le trajeron una piel vistosa y le dijeron que pertenecÃa al ratón de sol. Se lo llevó a la princesa y ella dijo : - Realmente es una piel muy fina. Pero la piel del ratón de sol no arde, aún cuando se tira al fuego. Probémoslo. Y Kaguya tiró la piel en el fuego, y como era de esperar, la piel ardió. El cuarto pretendiente era muy valiente e intentó encontrar al dragón por sà mismo. Navegó y vagó durante mucho tiempo, porque nadie sabÃa donde vivÃa el dragón. Pero durante una jornada, fue asediado por una tormenta en la que casi pierde la vida. La tormenta le impidió seguir buscando al dragón, asà que regresó a su casa. De vuelta en su hogar, se encontró muy enfermo y no pudo volver con la Princesa Kaguya. El quinto y último de los hombres buscó en todos los nidos, y en uno de ellos pensó que habÃa encontrado lo que la princesa le habÃa encargado; pero al bajar tan aprisa por la escalera, se cayó y se lastimó. Ni siquiera lo que tenÃa en su mano era la concha que la princesa habÃa pedido, sino una golondrina vieja y dura. De este modo todos los pretendientes fracasaron, y ninguno podrÃa casarse con la princesa. Un dÃa, el Emperador quiso conocer la extraordinaria belleza de Kaguya Hime. En cuanto la vio, quedó prendado de la joven y le pidió que se casara con él y fuera a vivir a su palacio. Pero la princesa rechazó también su propuesta, diciéndole que era imposible, ya que ella no habÃa nacido en el planeta y no podÃa ir con él. Ese verano, cada vez que la princesa miraba la Luna, sus ojos se llenaban de lágrimas. Los ancianos estaban muy preocupados, pero la princesa guardaba silencio. Un dÃa antes de la luna llena de mediados de agosto, la princesa explicó por qué estaba tan triste. Explicó que no habÃa nacido en el planeta, sino que procedÃa de la Ciudad de la Luna (月ã�®éƒ½ Tsuki no Miyako), a dónde debÃa regresar en la próxima luna llena, y que vendrÃan personas a buscarla. Los ancianos trataron de convencerla de que no partiera, pero ella contestó que debÃa hacerlo. Asà que Taketori corrió en busca del Emperador, y le contó toda la historia. El Emperador, para evitar que la princesa Kaguya se marchara, envió a su casa una gran cantidad de soldados. Pero en la noche de la luna llena de mediados de agosto, una intensa luz los cegó a todos y las gentes de la Ciudad de la Luna bajaron a por la princesa. Los soldados no pudieron combatir ni tratar siquiera de impedirlo, porque estaban cegados por aquella intensa luz y porque extrañamente habÃan perdido las ganas de luchar. La princesa se despidió de sus padres, y les dijo que no deseaba irse, pero que tenÃa que hacerlo. También se despidió del Emperador por medio de una carta. El desolado Emperador envió un ejército entero de soldados a la montaña más alta de Japón, el gran Monte Fuji. La misión era subir hasta la cima y quemar la carta que Kaguya-Hime habÃa escrito, con la esperanza de que llegara a la ahora distante princesa. Años después, de la Luna cayó la capa que la gente de la Ciudad de la Luna le habÃa dado a la princesa Kaguya. Un monje, llamado Miatsu, se enteró de la historia de la princesa y fue a ver al Emperador. Le dijo que si alguna vez la luna llena aparecÃa más de lo debido, llevaran la capa al Monte Fuji y lo quemaran. El monje le dijo que la princesa Kaguya habÃa recibido la carta que el habÃa quemado , y que se encontraba molesta por no haberse podido quedar en el planeta, por lo que habÃa decidido convertir la Tierra en un lugar como la luna. El Emperador le pidió al monje que sellara a Kaguya en un lugar del cual jamás pudiera salir. La princesa Kaguya se enteró por medio de un susurro de un sirviente del palacio que estaba encargado de cuidar el espejo que la mantenÃa cautiva del hechizo y el engaño del Emperador, asà que le pidió a uno de los habitantes de la Ciudad de la Luna que hiciera que del Monte Fuji cayera fuego, lava, cenizas y gases venenosos que causaran la muerte de la región entera. Esa persona asà lo hizo, y tomando la furia de la princesa como componente principal, creó al volcán (antes era nada más una montaña), que no hizo erupción debido a que la rabia de la princesa no era suficiente, por lo que tenÃan que esperar hasta que la rabia de la princesa se acumulara y fuera la suficiente para hacer estallar al volcán. Desde entonces las erupciones del Fuji , aunque escasas, han sido violentas, debido a la furia de Kaguya Hime. Notas:
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