viernes, 27 de abril de 2012

---> Lecturas Sábado 28 de Abril de 2012. Sábado es día de María. No hay mejor honra que la misa matutina. San Luis María, ¡ruega por nosotros!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Juan (6, 60-69)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús dijeron al oír sus palabras:

"Este modo de hablar es intolerable, ¿quién puede admitir eso?"

Dándose cuenta Jesús de que sus discípulos murmuraban,les dijo:

"¿Esto los escandaliza?

¿Qué sería si vieran al Hijo del hombre subir a donde estaba antes?

El Espíritu es quien da la vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida, y a pesar de esto, algunos de ustedes no creen".(En efecto, Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo habría de traicionar).

Después añadió:

"Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede".

Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: "¿También ustedes quieren dejarme?"

Simón Pedro le respondió:

"Señor, ¿a quién iremos?

Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te quiero, pero no te quiero ver todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados graves al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

Cumpliré mis promesas al Señor

Feria de Pascua: sábado de la 3a. semana o memoria libre de San Pedro Chanel, presbítero y mártir

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida

Antífona de Entrada

Por el bautismo, habéis sido sepultados con Cristo y con él habéis sido resucitados, porque habéis creído en el poder de Dios, que lo resucitó de entre los muertos.

Aleluya.

 

Oración Colecta

Oremos:

Dios nuestro, que por medio del bautismo haces participar de la vida de Cristo a los que creen en ti, protégenos de los engaños del enemigo, para que podamos conservar fielmente el don de tu amor.

Por nuestro Señor Jesucristo…

Amén.

 

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (9, 31-42)

En aquellos días, las comunidades cristianas gozaban de paz en toda Judea, Galilea y Samaria, con lo cual se iban consolidando, progresaban en la fidelidad a Dios y se multiplicaban, animadas por el Espíritu Santo.

Pedro recorría toda la región y una vez fue a visitar a los fieles que vivían en Lida. Ahí encontró a un hombre, llamado Eneas, que tenía ya ocho años de estar en cama, paralítico. Pedro le dijo:

"Eneas, Jesucristo te da la salud. Levántate y tiende tu cama". Eneas se levantó inmediatamente; y todos los habitantes de Lida y de la llanura de Sarón que lo vieron, se convirtieron al Señor.

Había en Jafa, entre los discípulos, una mujer llamada Tabitá (que significa "gacela"), la cual hacía infinidad de obras buenas y repartía limosnas. En aquellos días cayó enferma y murió. Lavaron su cadáver y lo tendieron en una habitación del segundo piso. Como Lida está cerca de Jafa, los discípulos, sabiendo que Pedro estaba allá, enviaron dos hombres para suplicarle que fuera a Jafa sin tardar. Pedro fue con ellos. Tan pronto como llegó, lo condujeron a la habitación del segundo piso. Allí lo rodearon todas las viudas, llorando y mostrándole las túnicas y los vestidos que Tabitá les había hecho, cuando aún vivía.

Pedro mandó salir a todos, se postró de rodillas y se puso a orar; luego, dirigiéndose a la muerta, dijo: "Tabitá, levántate".

Ella abrió los ojos y al ver a Pedro, se incorporó. El la tomó de la mano y la levantó; llamó a los fieles y a las viudas y se la entregó viva. Esto se supo por toda Jafa y muchos creyeron en el Señor.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial Salmo 115

¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Aleluya.

¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?

Levantaré el cáliz de salvación e invocaré el nombre del Señor.

¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Aleluya.

Cumpliré mis promesas al Señor ante todo su pueblo. A los ojos de Dios es muy penoso que mueran sus amigos.

¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Aleluya.

De la muerte, Señor, me has librado, a mí, tu esclavo e hijo de tu esclava. Te ofreceré con gratitud un sacrificio e invocaré tu nombre.

¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Aleluya.

 

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna.

Aleluya.

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio según san Juan (6, 60-69)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús dijeron al oír sus palabras:

"Este modo de hablar es intolerable, ¿quién puede admitir eso?"

Dándose cuenta Jesús de que sus discípulos murmuraban,les dijo:

"¿Esto los escandaliza?

¿Qué sería si vieran al Hijo del hombre subir a donde estaba antes?

El Espíritu es quien da la vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida, y a pesar de esto, algunos de ustedes no creen".(En efecto, Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo habría de traicionar).

Después añadió:

"Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede".

Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: "¿También ustedes quieren dejarme?"

Simón Pedro le respondió:

"Señor, ¿a quién iremos?

Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, en tu bondad, los dones que te presentamos y concédenos tu protección para conservar tu gracia y conseguir la felicidad eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Prefacio de Pascua III

Cristo vive por siempre e

intercede por nosotros

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este tiempo en que Cristo, nuestra pascua fue inmolado.

Porque continuamente se ofrece por nosotros e intercede por todos ante ti el que, inmolado en la cruz, venció a la muerte y, una vez muerto, vive para siempre.

Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría, y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

 

Antífona de la Comunión

Padre, te ruego por aquellos que creerán en mí, para que sean uno en nosotros y el mundo pueda creer que tú me has enviado, dice el Señor.

Aleluya.

Oración después de la Comunión

Oremos:

Señor, que tu amor paterno proteja siempre a quienes has salvado por medio de la pasión de tu Hijo, y que Cristo resucitado sea la fuente de todas nuestras alegrías.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

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Meditación diaria

 

Pascua. 3ª semana. Sábado

EL EXAMEN PARTICULAR

— Para ser fieles al Señor es necesario luchar cada día. El examen particular.

— Fin y materia del examen particular.

— Constancia en la lucha. La fidelidad en los momentos difíciles se forja cada día en lo que parece pequeño.

I. La promesa de la Sagrada Eucaristía en la sinagoga de Cafarnaún causó discusiones y escándalos en muchos de los seguidores del Señor. Ante una verdad tan maravillosa, una buena parte de los discípulos dejaron de seguirle: Desde entonces –relata San Juan en el Evangelio de la Misa– muchos discípulos se echaron atrás y ya no andaban con Él1.

Ante la maravilla de su entrega a los hombres en la Comunión eucarística, estos responden volviéndole la espalda. No es la muchedumbre, sino discípulos quienes le abandonan. Los Doce permanecen, son fieles a su Maestro y Señor. Ellos acaso tampoco comprendieron mucho aquel día lo que el Señor les promete, pero permanecieron junto a Él. ¿Por qué se quedaron? ¿Por qué fueron leales en aquel momento de deslealtades? Porque les unía a Jesús una honda amistad, porque le trataban diariamente y habían comprendido que Él tenía palabras de vida eterna, porque le amaban profundamente. ¿A dónde vamos a ir?, le dice Pedro cuando el Señor les pregunta si también ellos se marchan: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Santo de Dios2.

Los cristianos vivimos una época privilegiada para dar testimonio de esta virtud en ocasiones tan poco valorada, la fidelidad. Vemos cómo, con frecuencia, se quiebra la lealtad en el matrimonio, en la palabra empeñada, la fidelidad a la doctrina y a la persona de Cristo. Los Apóstoles nos muestran que esta virtud se fundamenta en el amor; ellos son fieles porque aman a Cristo. Es el amor el que les induce a permanecer en medio de las defecciones. Solo uno de ellos le traicionará, más tarde, porque dejó de amar. Por eso nos aconseja a todos el Papa Juan Pablo II: "Buscad a Jesús esforzándoos en conseguir una fe personal profunda que informe y oriente toda vuestra vida; pero sobre todo que sea vuestro compromiso y vuestro programa amar a Jesús, con un amor sincero, auténtico y personal. Él debe ser vuestro amigo y vuestro apoyo en el camino de la vida. Solo Él tiene palabras de vida eterna"3. Nadie más que Él.

Mientras estemos en este mundo, la vida del cristiano es una lucha constante entre amar a Cristo y el dejarse llevar por la tibieza, las pasiones o un aburguesamiento que mata todo amor. La fidelidad a Cristo se fragua cada día en la lucha contra todo lo que nos aparta de Él, en el esfuerzo por progresar en las virtudes. Entonces seremos fieles en los momentos buenos, y también en las épocas difíciles, cuando parece que son pocos los que se quedan junto al Señor.

Para mantenernos en una fidelidad firme al Señor es necesario luchar en todo momento, con espíritu alegre, aunque sean pequeñas las batallas. Y una manifestación de estos deseos de acercarnos cada día un poco más a Dios, de amar cada vez más, es el examen particular, que nos ayuda a luchar con eficacia contra los defectos y obstáculos que nos separan de Cristo y de nuestros hermanos los hombres, y nos facilita el modo de adquirir virtudes y hábitos, que limitan nuestras tosquedades en el trato con Jesús.

El examen particular nos concreta las propias metas de la vida interior y nos dispone a alcanzar, con la ayuda de la gracia, una cota determinada y específica de esa montaña de la santidad, o a expulsar a un enemigo, quizá pequeño, pero bien pertrechado, que causa numerosos estragos y retrocesos. "El examen general parece defensa. —El particular, ataque. —El primero es la armadura. El segundo, espada toledana"4.

Hoy, cuando le decimos al Señor que queremos serle fieles, nos debemos preguntar en su presencia: ¿Son grandes mis deseos de avanzar en el amor? ¿Concreto estos deseos de lucha en un punto específico que pueda ser el blanco de mi examen particular? ¿Soy dócil a las indicaciones que recibo en la dirección espiritual?

II. Mediante el examen general llegamos a conocer las razones últimas de nuestro comportamiento; con el examen particular buscamos los remedios eficaces para combatir determinados defectos o para crecer en las virtudes. Este examen, breve y frecuente a lo largo del día, en los momentos previstos, debe tener un fin muy preciso: "Con el examen particular has de ir derechamente a adquirir una virtud determinada o a arrancar el defecto que te domina"5. En ocasiones el objetivo de este examen será "derribar al Goliat, esto es, la pasión dominante"6, aquello que más sobresale como defecto, lo que más daño hace a nuestra amistad con el Señor, a la caridad con quienes nos relacionamos. "Cuando alguno se ve particularmente dominado por un defecto, debe armarse solo contra ese enemigo, y tratar de combatirlo antes que a otros (...), pues mientras no lo hayamos superado echaremos a perder los frutos de la victoria conseguida sobre los demás"7. Por eso es tan importante que nos conozcamos y que nos demos a conocer en la dirección espiritual, que es donde habitualmente fijaremos el tema de este examen.

Como no todos tenemos los mismos defectos, "se hace necesario que cada uno presente batalla en consideración al tipo de lucha con que se ve acosado"8.

Puede ser tema de examen particular el aumentar la presencia de Dios en medio del trabajo, en la vida de familia, mientras caminamos por la calle; el estar más atentos para descubrir dónde se encuentra un sagrario y dirigir al Señor un saludo o una jaculatoria, aunque no podamos acercarnos en ese momento; cuidar la puntualidad, comenzando desde por la mañana a la hora de levantarnos, al comenzar la oración, o la Santa Misa...; la paciencia con nosotros mismos, con los defectos de quienes colaboran en un mismo trabajo, o en la familia; suprimir de raíz el hábito de la murmuración y contribuir a que no se murmure en nuestra presencia; la brusquedad en el trato; el desinterés por las necesidades del prójimo; ganar en la virtud de la gratitud, de tal manera que sepamos dar las gracias aun por favores y servicios muy pequeños de la vida corriente; ser más ordenados en la distribución del tiempo, en los libros o instrumentos de trabajo, en las cosas personales, el trato con los Ángeles Custodios... Un examen particular que dejará en el alma una profunda huella, si luchamos, puede ser el amar y vivir mejor la Santa Misa y la Comunión.

Aunque en algunos casos el objetivo del examen particular pueda presentarse en su cara negativa, como resistencia al mal, el mejor modo de combatir será el de practicar la virtud contraria al defecto que tratamos de desarraigar: practicar la humildad para vencer la tendencia a ser el centro de todo o el deseo de recibir siempre elogios y alabanzas; ejercitarse en la serenidad para evitar la precipitación... De este modo se hace más eficaz y atractiva la lucha interior. "El movimiento del alma hacia el bien es más fuerte que el encaminado a apartarse del mal"9.

Antes de señalar la materia del examen particular debemos pedir luces al Señor para conocer en qué quiere Él que luchemos: Domine, ut videam!10, ¡Señor, que vea!, le podemos decir como el ciego de Jericó. Y pedir ayuda en la dirección espiritual.

III. Es tarea personal la manera de concretar este examen. Para unos –por su modo de ser, por su temperamento– será necesario concretarlo mucho y llevar una contabilidad muy estrecha por su tendencia a la vaguedad y a las generalidades; para otros eso podría ser motivo de complicaciones y de crearse problemas donde no debe haberlos. Nos ayudarán en la dirección espiritual si nos esforzamos en darnos a conocer.

No nos debe extrañar si alcanzar con nuestra lucha el objetivo propuesto en el examen particular nos lleva tiempo. Si está bien puesto, lo normal es que se trate de un defecto arraigado, y que sea necesaria una lucha paciente, recomenzando una y otra vez, sin desánimos. En ese empezar de nuevo, con la ayuda del Señor, estamos afianzando bien los cimientos de la humildad. Para mantener despierto el examen particular hace falta fortaleza, constancia y humildad. El amor –que es ingenioso– encontrará cada día la manera de hacer nuevo el mismo punto de lucha, porque en él, más que la propia superación, buscamos amar al Señor, quitar todo obstáculo que entorpezca nuestra amistad con Él y, por tanto, lo que nos separa de los demás. Nos dará ocasión de hacer muchos actos de contrición por las derrotas, y acciones de gracias por las victorias.

La lucha en un examen particular concreto, cada día, es el mejor remedio contra la tibieza y el aburguesamiento. ¡Qué gran cosa si nuestro Ángel Custodio pudiera testificar al final de nuestra vida que luchamos en cada jornada, aunque no todo hayan sido victorias! La fidelidad llena de fortaleza en los momentos difíciles se forja cada día en lo que parece pequeño. "Hemos de convencernos de que el mayor enemigo de la roca no es el pico o el hacha, ni el golpe de cualquier otro instrumento, por contundente que sea: es esa agua menuda, que se mete, gota a gota, entre las grietas de la peña, hasta arruinar su estructura. El peligro más fuerte para el cristiano es despreciar la pelea en esas escaramuzas, que calan poco a poco en el alma, hasta volverla blanda, quebradiza (...)"11.

Al terminar nuestra oración le decimos al Señor, como Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Sin Ti nos quedamos sin Camino, sin Verdad y sin Vida.

Es una hermosa jaculatoria para repetir muchas veces, pero especialmente a la hora de la lucha. A Nuestra Señora, Virgo fidelis, le pedimos que nos ayude a ser fieles, luchando cada día por quitar los obstáculos, bien concretos, que nos separan de su Hijo.

1 Jn 6, 66. — 2 Jn 6, 69. 3 Juan Pablo II, Discurso, 30-I-1979. — 4 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 238. — 5 Ibídem, n. 241. — 6 J. Tissot, La vida interior, Madrid 1971, p. 484. — 7 San Juan Clímaco, Escala del paraíso, 15. 8 Casiano, Colaciones, 5, 27. — 9 Santo Tomás, Suma Teológica, 1-2, q. 29, a. 3. — 10 Cfr. Mc 10, 48. — 11 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 77.

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Santoral             (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

 


San Luis María
Grignon de Montfort


Fundador
(1716)

 


"A quien Dios quiere hacer muy santo, lo hace muy 
devoto de la Virgen María".

                                               - San Luis de Montfort

 

El libro de San Luis, Tratado de la verdadera devoción a la Virgen María, se ha propagado por todo el mundo con enorme provecho para sus lectores. El Papa Juan Pablo II tomó como lema una frase que repetía mucho este gran santo:   
              "Soy todo tuyo Oh María, y todo cuanto tengo, tuyo es".

SU VIDA

Es el fundador de los padres Montfortianos y de las Hermanas de la  Sabiduría. Nació en Montfort, Francia, en 1673. Era el mayor de una familia de ocho hijosDesde muy joven fue un gran devoto de la Santísima Virgen. A los 12 años ya la gente lo veía pasar largos ratos arrodillado ante la estatua de la Madre de Dios. Antes de ir al colegio por la mañana y al salir de clase por la tarde, iba a arrodillarse ante la imagen de Nuestra Señora y allí se quedaba como extasiado. Cuando salía del templo después de haber estado rezando a la Reina Celestial, sus ojos le brillaban con un fulgor especial.

Luis no se contentaba con rezar. Su caridad era muy práctica. Un día al ver que uno de sus compañeros asistía a clase con unos harapos muy humillantes, hizo una colecta entre sus compañeros para conseguirle un vestido y se fue donde el sastre y le dijo: "Mire, señor: los alumnos hemos reunido un dinero para comprarle un vestido de paño a nuestro compañero, pero no nos alcanza para el costo total. ¿Quiere usted completar lo que falta?". El sastre aceptó y le hizo un hermoso traje al joven pobre.

El papá de Luis María era sumamente colérico, un hombre muy violento. Los psicólogos dicen que si Montfort no hubiera sido tan extraordinariamente devoto de la Virgen María, habría sido un hombre colérico, déspota y arrogante porque era el temperamento que había heredado de su propio padre. Pero nada suaviza tanto la aspereza masculina como la bondad y la amabilidad de una mujer santa. Y esto fue lo que salvó el temperamento de Luis. Cuando su padre estallaba en arrebatos de mal humor, el joven se refugiaba en sitios solitarios y allí rezaba a la Virgen amable, a la Madre del Señor. Y esto lo hará durante toda su vida. En sus 43 años de vida, cuando sea incomprendido, perseguido, insultado con el mayor desprecio, encontrará siempre la paz orando a la Reina Celestial, confiando en su auxilio poderoso y desahogando en su corazón de Madre, las penas que invaden su corazón de hijo.

Con grandes sacrificios logró conseguir con qué ir a estudiar al más famoso seminario de Francia, el seminario de San Suplicio en París. Allí sobresalió como un seminarista totalmente mariano. Sentía enorme gozo en mantener siempre adornado de flores el altar de la Santísima Virgen.

Luis Grignon de Montfort será un gran peregrino durante su vida de sacerdote. Pero cuando él era seminarista concedían un viaje especial a un Santuario de la Virgen a los que sobresalieran en piedad y estudio. Y Luis se ganó ese premio. Se fue en peregrinación al Santuario de la Virgen en Chartres. Y al llegar allí permaneció ocho horas seguidas rezando de rodillas, sin moverse. ¿Cómo podía pasar tanto tiempo rezando así de inmóvil? Es que él no iba como algunos de nosotros a rezar como un mendigo que pide que se le atienda rapidito para poder alejarse. El iba a charlas con sus dos grandes amigos, Jesús y María. Y con ellos las horas parecen minutos.

Su primera Misa quiso celebrarla en un altar de la Virgen, y durante muchos años la Catedral de Nuestra Señora de París fue su templo preferido y su refugio.

Montfort dedicó todas sus grandes cualidades de predicador y de conductor de multitudes a predicar misiones para convertir pecadores. Grandes multitudes lo seguían de un pueblo a otro, después de cada misión, rezando y cantando. Se daba cuenta de que el canto echa fuera muchos malos humores y enciende el fervor. Decía que una misión sin canto era como un cuerpo sin alma. El mismo componía la letra de muchas canciones a Nuestro Señor y a la Virgen María y hacía cantar a las multitudes. Llegaba a los sitios más impensados y preguntaba a las gentes: "¿Aman a Nuestro Señor? ¿Y por qué no lo aman más? ¿Ofenden al buen Dios? ¿Y porqué ofenderlo si es tan santo?".

Era todo fuego para predicar. Donde Montfort llegaba, el pecado tenía que salir corriendo. Pero no era él quien conseguía las conversiones. Era la Virgen María a quien invocaba constantemente. Ella rogaba a Jesús y Jesús cambiaba los corazones. Después de unos Retiros dejó escrito: "Ha nacido en mí una confianza sin límites en Nuestro Señor y en su Madre Santísima". No tenía miedo ni a las cantinas, ni a los sitios de juego, ni a los lugares de perdición. Allí se iba resuelto a tratar de quitarse almas al diablo. Y viajaba confiado porque no iba nunca solo. Consigo llevaba el crucifijo y la imagen de la Virgen, y Jesús y María se comportaban con él como formidables defensores.

A pie y de limosna se fue hasta Roma, pidiendo a Dios la eficacia de la palabra, y la obtuvo de tal manera que al oír sus sermones se convertían hasta los más endurecidos pecadores. El Papa Clemente XI lo recibió muy amablemente y le concedió el título de "Misionero Apostólico", con permiso de predicar por todas partes.

En cada pueblo o vereda donde predicaba procuraba dejar una cruz, construida en sitio que fuera visible para los caminantes y dejaba en todos un gran amor por los sacramentos y por el rezo del Santo Rosario. Esto no se lo perdonaban los herejes jansenistas que decían que no había que recibir casi nunca los sacramentos porque no somos dignos de recibirlos. Y con esta teoría tan dañosa enfriaban mucho la fe y la devoción. Y como Luis Montfort decía todo lo contrario y se esforzaba por propagar la frecuente confesión y comunión y una gran devoción a Nuestra Señora, lo perseguían por todas partes. Pero él recordaba muy bien aquellas frases de Jesús: "El discípulo no es más que su maestro. Si a Mí me han perseguido y me han inventado tantas cosas, así os tratarán a vosotros". Y nuestro santo se alegraba porque con las persecuciones se hacía más semejante al Divino Maestro.

Antes de ir a regiones peligrosas o a sitios donde mucho se pecaba, rezaba con fervor a la Sma. Virgen, y adelante que "donde la Madre de Dios llega, no hay diablo que se resista". Las personas que habían sido víctimas de la perdición se quedaban admiradas de la manera tan franca como les hablaba este hombre de Dios. Y la Virgen María se encargaba de conseguir la eficacia para sus predicaciones.

San Luis de Montfort fundó unas Comunidades religiosas que han hecho inmenso bien en las almas. Los Padres Montfortianos (a cuya comunidad le puso por nombre "Compañía de María") y las Hermanas de la Sabiduría.

Murió San Luis el 28 de abril de 1716, a la edad de 43 años, agotado de tanto trabajar y predicar.


ORACIÓN

San Luis Grignon de Montfort, ruega a la Virgen Santísima 
que nos envíe muchos apóstoles que, como tú, se dediquen 
a hacer y a amar más y más a Jesús.


Sobre la tumba de San Luis de Montfort dice:

¿Qué miras, caminante? Una antorcha apagada, un hombre a quien el fuego del amor consumió, y que se hizo todo para todos, Luis María Grignon Montfort.

¿Preguntas por su vida? No hay ninguna más íntegra, ¿Su penitencia indagas? Ninguna más austera. ¿Investigas su celo? Ninguno más ardiente. ¿Y su piedad Mariana? Ninguno a San Bernardo más cercano. 

Sacerdote de Cristo, a Cristo reprodujo en su conducta, y enseñó en sus palabras. Infatigable, tan sólo en el sepulcro descansó, fue padre de los pobres, defensor de los huérfanos, y reconciliador de los pecadores.

Su gloriosa muerte fue semejante a su vida. Como vivió, murió.
Maduro para Dios, voló al cielo a los 43 años de edad.

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Pedro Chanel, Santo Sacerdote y Mártir, Abril 28  

Pedro Chanel, Santo

Sacerdote y Mártir

Futuna es una pequeña "expresión geográfica", una de las islas Fiji, señalada en los mapas con un punto entre el ecuador y el trópico de Capricornio en el inmenso océano Pacífico. Hoy es una posesión francesa, meta de turistas amantes de lo exótico. Los habitantes son católicos y viven una vida pacífica. Pero hace 140 años, precisamente el 12 de noviembre de 1837, cuando desembarcó allí el misionero marista Pedro Chanel, junto con un compañero laico, la isla estaba dividida por dos tribus continuamente en guerra.

Sólo la valentía y la caridad de un hombre de Dios podían escoger esta meta con todos los riesgos que conllevaba. En efecto, Pedro Chanel concluyó aquí su aventura de evangelizador, asesinado a golpes de garrote y hacha el 28 de abril de 1841 por el yerno del jefe de la tribu Musumusu, enfurecido porque entre los convertidos al cristianismo se encontraban algunos miembros de su familia.

Pedro Chanel había nacido en Cuet (Francia) el 12 de julio de 1803. A los doce años, por invitación del celoso párroco Trompier, comenzó los estudios sacerdotales, y en 1824 entró al seminario mayor de Bourg, en donde tres años después fue ordenado sacerdote.

Hubiera querido ir inmediatamente a tierra de misión, pero el ordinario del lugar tenía mucha necesidad de sacerdotes. Fue coadjutor en Amberieu y en Gex, en donde se unió a un grupo de sacerdotes diocesanos, los maristas, que en el mismo ámbito parroquial vivían el ideal misionero bajo la guía del Padre Colin. La Sociedad de María, aprobada por el Papa en 1836, contó entre sus primeros miembros al Padre Chanel, que ese mismo año se embarcó en Le Havre hacia Valparaíso, con destino a Oceanía. Cuando la nave llegó a Futuna, se invitó al Padre Chanel a permanecer ahí con el compañero laico Nicezio, que tenía veinte años.

Fue lenta y paciente la tarea de penetración en el pequeño mundo de esa gente tan distinta en costumbres de vida y en mentalidad. Pero el anuncio del Evangelio fue calando en las jóvenes generaciones.

Este éxito suscitó al mismo tiempo la hostilidad de las viejas generaciones. El tributo de sangre de Pedro Chanel fue el precio para abrir finalmente las puertas a la evangelización de toda la isla. El nuevo mártir cristiano, beatificado el 7 de noviembre de 1889, fue canonizado el 12 de junio de 1954 y declarado patrono de Oceanía.

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Fuente: Franciscanos.net
Luquesio y Buonadonna de Poggibonsi, Beatos Terciarios Franciscanos, Abril 28  

Luquesio y Buonadonna de Poggibonsi, Beatos

Luquesio nació en Gaggiano, caserío del Chianti. Siempre había deseado seguir la carrera de las armas y era del partido de los Güelfos. Pero después de haber participado en las luchas políticas a sus propias expensas, decidió retirarse y se trasladó a Poggibonsi (Siena), donde comenzó a ejercer el comercio con lo cual recuperó su holgura económica perdida en las lides políticas. Casado, era muy consciente de que una mujer es muy buena si no malgasta la hacienda. Pero poco a poco, de avaro que era, comenzó a ser generoso y fue acercándose paulatinamente a las prácticas piadosas, al igual que su mujer.

Ambos esposos eran bien diferentes de lo que habían sido de jóvenes. En aquel tiempo pasó por la región San Francisco, a quien Luquesio conocía ya como hijo de su colega Pedro de Bernardone, pero luego logró conocerlo también como santo y lo alojó gustoso en su casa. Impresionados por su espíritu de pobreza y sencillez, él y su esposa Buonadonna fueron a preguntarle a San Francisco cómo podían ellos, casados y con hijos, seguir el camino del Evangelio y poder tener una regla como ya les había dado a los Hermanos y a las Hermanas. Debía ser una norma de vida cuya observancia sirviera para imitar a aquellos que se habían consagrado a Dios.

Con tal fin Francisco venía pensando ya de tiempo atrás en una institución que agrupase bajo una regla de vida también a los laicos casados y trabajadores, que por lo mismo no podían observar completamente los tres votos de castidad, pobreza y obediencia.

Lo que en última instancia lo llevó a concretar esta idea fue la petición de los dos esposos de Poggibonsi. Señaló a Luquesio y a su mujer un vestido semejante al de los Hermanos. Más tarde les envió la regla de la llamada "Tercera Orden Franciscana", definida como "medula del santo Evangelio".

Los terciarios franciscanos se difundieron rápidamente y de manera sorprendente, puede decirse que en los siglos sucesivos muchos en Europa fueron terciarios franciscanos. En Italia, entre las glorias de la Tercera Orden se cuentan Giotto de Bondone, Dante Alighieri y Cristóbal Colón.

La tradición según la cual los dos esposos de Poggibonsi fueron los dos primeros terciarios franciscanos no es segura. Pero ellos fueron los primeros en alcanzar la gloria del altar porque en Poggibonsi el culto a los beatos Luquesio y Buonadona comenzó inmediatamente después de su muerte.

Muchos episodios, prodigiosos o edificantes se narran acerca del resto de su vida, que ciertamente se desarrolló santamente, en busca de una perfección siempre creciente, siguiendo cada vez más estrictamente la regla dada por San Francisco para la Tercera Orden. Luquesio y Buonadona fueron los primeros en practicarla, como medio de honestidad, de paz y de amor en la tierra, y de eterna bienaventuranza en el cielo. Murió el 26 de abril de 1260 y su cuerpo se venera en la iglesia de los hermanos menores.

Inocencio XII en 1694 concedió oficio y misa en su honor.

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Fuente: Montfort.org
María Luisa de Jesús, Beata Cofundadora, Abril 28  

María Luisa de Jesús, Beata

Cofundadora de las Hijas de la Sabiduría

María Luisa Trichet (en religión María Luisa de Jesús), con San Luis María Grignion de Montfort, es la cofundadora de la Congregación de las religiosas, llamadas Hijas de la Sabiduría.

Nacida en Poitiers (Francia), el 7 de mayo de 1684, fue bautizada el mismo día. Cuarta de una familia de ocho hijos, recibió una sólida educación cristiana tanto en la familia como en la escuela. A los 17 años, encuentra por primera vez a Luis María Grignion de Montfort, quien acaba de ser nombrado capellán del hospital de Poitiers. Su fama de predicador y de confesor es ya notable entre la juventud de esta región del Poitou.

Espontáneamente, María Luisa ofrece sus servicios en el hospital: ella consagra una buena parte de su tiempo a los pobres y a los enfermos. Pero, de pronto, Luis María de Montfort le pide de "permanecer" allí. A esta llamada María Luisa responde con un sí total. En el hospital no hay puesto libre para entrar en calidad de "gobernante"... no importa, María Luisa, simplemente, consigue ser admitida como "pobre". Tiene 19 años.

"Te volverás loca como este sacerdote" le había dicho su madre. ¡Qué idea, cuando se es bella, joven y de buena familia, llevar un sayal gris (2 de febrero de 1703) y pasar su tiempo a cuidar vagabundos, enfermos y apestados! ¡Qué locura seguir a "este sacerdote loco"!

Durante diez años, María Luisa va a desempeñar lo más perfectamente posible su humilde servicio de cuidar lisiados. Luis María de Montfort ha dejado Poitiers; María Luisa está sola.

La célebre cruz que Montfort ha dibujado está colocada en el centro del hospital. María Luisa lleva una cruz sobre su sayal gris, pero sobre todo en su corazón. En efecto, ella debe realizar el servicio agotador de cada día, la ausencia de compañeras, el fallecimiento de dos de sus hermanas y de su hermano, joven sacerdote muerto a causa de la peste, víctima de su abnegación.

Es el comienzo de una aventura, que es a la vez la historia de la Congregación de las Hijas de la Sabiduría:

1714: Llegada de la primera compañera, Catalina Brunet.
1715: Fundación de la primera comunidad en La Rochelle (Charente) con dos nuevas reclutas: María Régnier y María Valleau.
1716: Muerte prematura de Luis María de Montfort a la edad de 43 años.

La joven congregación es desastibilizada por esta noticia tan dolorosa como inesperada. María Luisa experimenta la frase escrita por Luis María de Montfort: "Si no se arriesga algo por Dios, no se hace nada grande por El".

Durante 43 años, María Luisa de Jesús, sola, forma sus compañeras, conduce y desarrolla las fundaciones que se multiplican: escuelas de caridad, visitas y cuidados a los enfermos, sopa popular para los mendigos, gestión de grandes hospitales marítimos en Francia.

Los pobres del hospital de Niort (Deux-Sèvres) la llaman "la Buena Madre Jesús". ¡Es decirlo todo! Su programa de vida es muy simple: "Es necesario que yo ame a Dios oculto en mi prójimo" (Coro de un cántico compuesto por Luis María de Montfort destinado a las Hijas de la Sabiduría).

Cuando ella muere en Saint-Laurent-sur-Sèvre (Vendée) el 28 de abril de 1759, la Congregación cuenta con 174 religiosas presentes en 36 comunidades, más la Casa Madre. Luis María de Montfort y María Luisa de Jesús descansan juntos en la iglesia parroquial de San Lorenzo.

Desde esta fecha, millares y millares de Hijas de la Sabiduría (16.883) han calmado su sed de Sabiduría en la Locura del Amor de Dios y de los Pobres. Hoy, más de 2.500 continúan esta aventura en los 5 continentes.

El 16 de mayo de 1993, María Luisa de Jesús (Trichet) fue declarada "Bienaventurada" (Beata) por el Papa Juan Pablo II en Roma.

El 19 de septiembre de 1996, el Papa Juan Pablo II fue a recogerse y a orar en las tumbas de San Luis María de Montfort y de la Bienaventurada María Luisa de Jesús en Saint-Laurent-sur-Sèvre (Vendée).

Por su vida y por sus obras, María Luisa de Jesús revela un mensaje de gran actualidad: promoción integral de la persona humana y servicio a los más pobres, por amor a Jesucristo-Sabiduría.

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Teodora y Didimo o Dimas, Santos Mártires en Alejandría, Abril 28  

Teodora y Didimo o Dimas, Santos

Mártires en Alejandría
Abril 28

 

Etimológicamente significa "don de Dios" y " doble, gemelo, compañero". Vienen de la lengua griega.

¿Hijos pródigos? ¡Todos lo somos! Desde el fondo de tus servidumbre, volviéndote hacia él, no habrá más amargura en tu rostro. Su perdón se convierte en tu propio canto. Abandonarse a Cristo, darle la confianza, perdonar, todo es lo mismo, un mismo soplo de vida.

Los dos murieron mártires en Alejandría en el año 304. Teodora quería mantenerse virgen.
Pero las intenciones del gobernador no eran las mismas. Le concedió tres días de reflexión antes de que fuera condenada a vivir en una casa de prostitución.

El gobernador le dijo:" ¿Ignoras que por voluntad del emperador las vírgenes consagradas que rehusan hacer sacrificios a los dioses, pueden ser deshonradas?. Lo sé, respondió Teodora, pero nunca haré sacrificios a los dioses. Te ruego que no deshonres a tu familia.

Ella se mantuvo firme en su decisión. Un soldado, Dídimo, que había estado en la audiencia con el gobernador, fue a decirle: "Yo soy el primero".

Una vez que estuvieron solos, él le dio su uniforme de soldado y ella le entregó su velo. Así pudo escaparse. Los dos fueron perseguidos hasta que los encontraron.

San Ambrosio de Milán cuenta que Teodora se presentó al tribunal para salvar a Dimas. Pero la suerte ya estaba echada. Los dos murieron martirizados por el terrible emperador Diocleciano.

Se abandonaron a Cristo y, desde él, sacaron la fuerza necesaria para morir por la fe.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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