jueves, 26 de abril de 2012

---> Lecturas Viernes 27 de Abril de 2012. Nuestra Señora de Montserrat ¡ruega por nosotros!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Juan (6, 52-59)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, los judíos se pusieron a discutir entre sí:

"¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?"

Jesús les dijo:

"Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día.

Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí.

Este es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre".

Esto lo dijo Jesús enseñando en la sinagoga de Cafarnaúm.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te quiero, pero no te quiero ver todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados graves al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

Que aclamen al Señor todos los pueblos

Feria de Pascua: viernes de la 3a. semana

El que come de este pan vivirá para siempre

Antífona de Entrada

Digno es el Cordero que fue sacrificado, de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor. Aleluya.

Oración Colecta

Oremos:

Dios todopoderoso, que nos has dado la gracia de conocer la resurrección de tu Hijo, haz que resucitemos a una vida nueva por medio de tu Espíritu de amor.

Por nuestro Señor Jesucristo…

Amén.

 

Primera Lectura

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (9, 1-20)

En aquellos días, Saulo, amenazando todavía de muerte a los discípulos del Señor, fue a ver al sumo sacerdote y le pidió, para las sinagogas de Damasco, cartas que lo autorizaran para traer presos a Jerusalén a todos aquellos hombres y mujeres que seguían la nueva doctrina.

Pero sucedió que, cuando se aproximaba a Damasco, una luz del cielo lo envolvió de repente con su resplandor. Cayó por tierra y oyó una voz que le decía:

"Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" Preguntó él: "¿Quién eres, Señor?" La respuesta fue: "Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate. Entra en la ciudad y ahí se te dirá lo que tienes que hacer".

Los hombres que lo acompañaban en el viaje se habían detenido, mudos de asombro, pues oyeron la voz, pero no vieron a nadie. Saulo se levantó del suelo, y aunque tenía abiertos los ojos, no podía ver. Lo llevaron de la mano hasta Damasco y ahí estuvo tres días ciego, sin comer ni beber.

Había en Damasco un discípulo que se llamaba Ananías, a quien se le apareció el Señor y le dijo: "Ananías". El respondió: "Aquí estoy, Señor".

El Señor le dijo:

"Ve a la calle principal y busca en casa de Judas a un hombre de Tarso, llamado Saulo, que está orando".Saulo tuvo también la visión de un hombre llamado Ananías, que entraba y le imponía las manos para que recobrara la vista.

Ananías contestó:

"Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus fieles en Jerusalén. Además, trae autorización de los sumos sacerdotes para poner presos a todos los que invocan tu nombre". Pero el Señor le dijo:

"No importa. Tú ve allá, porque yo lo he escogido como instrumento, para que me dé a conocer a las naciones, a los reyes y a los hijos de Israel. Yo le mostraré cuánto tendrá que padecer por mi causa".

Ananías fue allá, entró en la casa, le impuso las manos a Saulo y le dijo: "Saulo, hermano, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino, me envía para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo".

Al instante, algo como escamas se le desprendió de los ojos y recobró la vista. Se levantó y lo bautizaron. Luego comió y recuperó las fuerzas. Se quedó unos días con los discípulos en Damasco y se puso a predicar en las sinagogas, afirmando que Jesús era el Hijo de Dios.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial Salmo 116

Que aclamen al Señor todos los pueblos. Aleluya.

Que alaben al Señor, todas las naciones, que lo aclamen todos los pueblos.

Que aclamen al Señor todos los pueblos. Aleluya.

Porque grande es su amor hacia nosotros y su fidelidad dura por siempre.

Que aclamen al Señor todos los pueblos. Aleluya.

 

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.

El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él, dice el Señor.

Aleluya.

 

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio según san Juan (6, 52-59)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, los judíos se pusieron a discutir entre sí:

"¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?"

Jesús les dijo:

"Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día.

Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí.

Este es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre".

Esto lo dijo Jesús enseñando en la sinagoga de Cafarnaúm.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, estos dones que hemos preparado para el sacrificio eucarístico, y transforma toda nuestra vida en una continua ofrenda.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Prefacio de Pascua II

La nueva vida en Cristo

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este tiempo en que Cristo, nuestra pascua, fue inmolado.

Por él, los hijos de la luz nacen a la vida eterna, y las puertas de los cielos han vuelto a abrirse para los que creen en él, ya que en su muerte murió nuestra muerte y en su gloriosa resurrección hemos resucitado todos.

Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin

cesar el himno de tu gloria:

Santo, Santo, Santo...

 

Antífona de la Comunión

Cristo, que murió en la cruz, ha resucitado ya y nos ha redimido.

Aleluya.

Oración después de la Comunión

Oremos:

Te suplicamos, Señor, que esta Eucaristía que tu Hijo nos mandó celebrar en memoria suya y en la cual hemos participado, nos una cada vez más con el vínculo de tu amor.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

___________________________________________________________________________________________

 

Meditación diaria

 

Pascua. 3ª semana. Viernes

COMUNIÓN DE LOS SANTOS

— Comunidad de bienes espirituales. El "tesoro de la Iglesia".

— Se extiende a todos los cristianos. Resonancia incalculable de nuestras buenas obras.

— Las indulgencias.

I. San Pablo hace referencia en sus escritos al hecho fundamental de su vida, que leemos en la Primera lectura de la Misa. Quedaría grabado para siempre en su alma: Cuando estaba de camino, sucedió que, al acercarse a Damasco, se vio rodeado de una luz del cielo. Y al caer a tierra oyó una voz que decía: Saulo, ¿por qué me persigues? Él contestó: ¿Quién eres, Señor? Y Él: Yo soy Jesús, a quien tú persigues1. En esta primera revelación, Jesús se muestra personal e íntimamente unido a sus discípulos, a quienes Pablo perseguía.

Más tarde, en la doctrina del Cuerpo Místico de Cristo, uno de los temas centrales de su predicación, mostrará esta unión profunda de los cristianos entre sí, por estar unidos a la Cabeza, Cristo: si padece un miembro, todos los miembros padecen con él; y si un miembro es honrado todos los otros a una se gozan2.

Esta fe inquebrantable en la unión de los fieles entre sí, llevaba al Apóstol a pedir oraciones a los primeros cristianos de Roma, a quienes aún no conocía personalmente, para salir bien librado de los incrédulos que iba a encontrar en Judea3. Se sentía muy unido a sus hermanos en la fe, a quienes llamaba santos en sus cartas: Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús, que están en Filipos4. Desde los primeros tiempos de la Iglesia, los cristianos, al rezar el Símbolo Apostólico, han profesado como una de las principales verdades de la fe: Creo en la Comunión de los Santos. Consiste en una comunidad de bienes espirituales de los que todos se benefician. No es una participación de bienes de este mundo, materiales, culturales, artísticos, sino una comunidad de bienes imperecederos, con los que nos podemos prestar unos a otros una ayuda incalculable. Hoy, ofreciendo al Señor nuestro trabajo, nuestra oración, nuestra alegría y nuestras dificultades, podemos hacer mucho bien a personas que están lejos de nosotros y a la Iglesia entera.

"Vivid una particular Comunión de los Santos: y cada uno sentirá, a la hora de la lucha interior, lo mismo que a la hora del trabajo profesional, la alegría y la fuerza de no estar solo"5. Santa Teresa, consciente de los estragos que hacían los errores protestantes dentro de la Iglesia, sabía también de este apoyo que nos podemos prestar los unos a los otros: "Porque andan ya las cosas del servicio de Dios tan flacas –decía la Santa– que es menester hacerse espaldas unos a otros los que le sirven para ir adelante"6, y siempre se vivió esta doctrina en el seno de la Iglesia7.

"¿Qué significa para mí la Comunión de los Santos? Quiere decir que todos los que estamos unidos en Cristo –los santos del Cielo, las almas del Purgatorio y los que aún vivimos en la tierra– debemos tener consciencia de las necesidades de los demás.

"Los santos del Cielo (...) deben amar las almas que Jesús ama, y el amor que tienen por las almas del Purgatorio y las de la tierra, no es un amor pasivo. Los santos anhelan ayudar a esas almas en su caminar hacia la gloria, cuyo valor infinito son capaces de apreciar ahora como no podían antes. Y si la oración de un hombre bueno de la tierra puede mover a Dios, ¡cómo será la fuerza de las oraciones que los santos ofrecen por nosotros! Son los héroes de Dios, sus amigos íntimos, sus familiares"8.

II. La Comunión de los Santos se extiende hasta los cristianos más abandonados: por más solo que se encuentre un cristiano, sabe muy bien que jamás muere solo: toda la Iglesia está junto a él para devolverlo a Dios, que lo creó.

Pasa a través del tiempo. Cada uno de los actos que realizamos en la caridad tiene repercusiones ilimitadas. En el último día nos será dado el comprender las resonancias incalculables que han podido tener, en la historia del mundo, las palabras, o las acciones, o las instituciones de un santo, y también las nuestras.

Todos nos necesitamos, todos nos podemos ayudar; de hecho, estamos participando continuamente de los bienes espirituales comunes de la Iglesia. En este momento alguien está rezando por nosotros, y nuestra alma se vitaliza por el sufrimiento, el trabajo o la oración de personas que quizá desconocemos. Un día, en la presencia de Dios, en el momento del juicio particular, veremos esas inmensas aportaciones que nos mantuvieron a flote en muchos casos y, en otros, nos ayudaron a situarnos un poco más cerca de Dios.

Si somos fieles, también contemplaremos con inmenso gozo cómo fueron eficaces en otras personas todos nuestros sacrificios, trabajos, oraciones; incluso lo que en aquel momento nos pareció estéril y de poco interés. Quizá veremos la salvación de otros, debida en buena parte a nuestra oración y mortificación, y a nuestras obras.

De modo particular, vivimos y participamos de esta comunión de bienes en la Santa Misa. La unidad de todos los miembros de la Iglesia, también de los más lejanos, se perfecciona cada día en torno al Cuerpo del Señor, que se ofrece por su Iglesia y por toda la humanidad. "Todos los cristianos, por la Comunión de los Santos, reciben las gracias de cada Misa, tanto si se celebra ante miles de personas o si ayuda al sacerdote como único asistente un niño, quizá distraído"9.

San Gregorio Magno expone con gran sentido gráfico y pedagógico esta eficacia maravillosa de la Santa Misa. "Me parece –dice el Santo Doctor en una de sus homilías– que muchos de vosotros sabéis el hecho que os voy a recordar. Se cuenta que no ha mucho tiempo sucedió que cierto hombre fue hecho prisionero por sus enemigos y conducido a un punto lejano de su patria. Y como estuviese allí mucho tiempo y su mujer no le viera venir de la cautividad, le juzgó muerto, y como tal ofrecía por él sacrificios todas las semanas. Y cuantas veces su mujer ofrecía sacrificios por la absolución de su alma, otras tantas se le desataban las cadenas de su cautiverio. Vuelto más tarde a su pueblo, refirió con admiración a su mujer cómo las cadenas que le sujetaban en su calabozo se desataban por sí solas en determinados días de cada semana. Considerando su mujer los días y horas en que esto sucediera, reconoció que quedaba libre cuando era ofrecido por su alma el Santo Sacrificio, según ella pudo recordar"10. Muchas cadenas se nos rompen cada día gracias a las oraciones de otros.

III. La unidad invisible de la Iglesia tiene múltiples manifestaciones visibles. Momento privilegiado de esta unidad tiene lugar en el sacramento que recibe precisamente el nombre de Comunión, en ese augusto Sacrificio que es uno en toda la tierra. Uno es el Sacerdote que lo ofrece, una la Víctima, uno el pueblo que también lo ofrece, uno el Dios a quien se ofrece, uno el resultado de la ofrenda: Porque el pan es uno, somos muchos un solo cuerpo, pues todos participamos de ese único pan11. Lo mismo que este pan era ayer todavía un puñado de granos sueltos, así los cristianos, en la medida de su unión con Cristo, se funden en un solo cuerpo, aunque provengan de lugares y condiciones bien diversas. "En el sacramento del pan eucarístico –afirma el Concilio Vaticano II– se representa y se reproduce la unidad de los fieles"12. Es "el sacramento de la caridad"13, que reclama la unión entre los hermanos.

Es también verdad de fe que esta comunión de bienes espirituales existe entre los fieles que constituyen la Iglesia triunfante, purgante y militante. Podemos encomendarnos y recibir ayuda de los santos (canonizados o no) que están ya en el Cielo, de los ángeles, de las almas que se purifican todavía en el Purgatorio (a las que podemos ayudar a aligerar su carga desde la tierra) y de nuestros hermanos que, como nosotros, peregrinan hacia la patria definitiva.

Cuando cumplimos el piadoso deber de rezar y ofrecer sufragios por los difuntos, hemos de tener especialmente en cuenta a aquellos con los que mantuvimos en la tierra unos vínculos más fuertes: padres, hermanos, amigos, etcétera. Ellos cuentan con nuestras oraciones. La Santa Misa es, también, el sufragio más importante que podemos ofrecer por los difuntos.

En este dogma de la Comunión de los Santos se basa la doctrina de las indulgencias. En ellas, la Iglesia administra con autoridad las gracias alcanzadas por Cristo, la Virgen y los Santos; bajo ciertas condiciones, emplea esas gracias para satisfacer por la pena debida por nuestros pecados y también por lo que deben satisfacer las almas que están en el Purgatorio.

La doctrina acerca de este intercambio de bienes espirituales debe ser para nosotros un gran estímulo para cumplir con fidelidad nuestros deberes, para ofrecer a Dios todas las obras, y orar con devoción, sabiendo que todos los trabajos, enfermedades, contrariedades y oraciones constituyen una ayuda formidable para los demás. Nada de lo que hagamos con rectitud de intención se pierde. Si viviéramos mejor esta realidad de nuestra fe, nuestra vida estaría llena de frutos.

"Un pensamiento que te ayudará, en los momentos difíciles: cuanto más aumente mi fidelidad, mejor contribuiré a que otros crezcan en esta virtud. —¡Y resulta tan atrayente sentirnos sostenidos unos por otros!"14.

Puede impulsarnos a vivir mejor este día el recordar que alguien está intercediendo por nosotros en este instante, y que alguno espera nuestra oración para salir adelante de una mala situación, o para decidirse a seguir más de cerca al Señor.

1 Hech 9, 3-5. — 2 1 Cor 12, 26. — 3 Rom 15, 30-31. — 4 Flp 1, 1. — 5 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 545. — 6 Santa Teresa, Vida, 7-8. — 7 Cfr. San Ignacio de Antioquía, Carta a los Efesios, 2, 2-5; San Cipriano, Carta 60; San Clemente, Carta a los Corintios, 36, 1 ss; San Ambrosio, Trat. sobre Caín y Abel, 1 ss. 8 L. J. Trese, La fe explicada, Rialp, Madrid 1975, pp. 201-202. — 9 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 89. — 10 San Gregorio Magno, Hom. sobre los Evangelios, 37. — 11 1 Cor 10, 17. — 12 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 3. — 13 Santo Tomás, Suma Teológica, 3, q. 73, a. 3. — 14 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 948.

 

 

27 de abril

NUESTRA SEÑORA DE MONTSERRAT*

Memoria

— Los santuarios de la Virgen, "signos de Dios".

— Nuestra Señora, esperanza nuestra en cualquier necesidad.

— Esperanza y filiación divina.

I. Y vendrán muchedumbres de pueblos diciendo: Venid, subamos al monte de Yahvé, a la casa del Dios de Jacob, Él nos enseñará sus caminos e iremos por sus sendas, porque de Sión ha de salir la ley y de Jerusalén la palabra de Yahvé1.

Incontables peregrinos se dirigen diariamente a los innumerables santuarios dedicados a Nuestra Señora, para encontrar los caminos de Dios o reafirmarse en ellos, para hallar la paz de sus almas y consuelo en sus aflicciones. En estos lugares de oración, la Virgen hace más fácil y asequible el encuentro con su Hijo. Todo santuario se convierte en "una antena permanente de la buena Nueva de la Salvación"2.

Hoy celebramos la fiesta de Nuestra Señora de Montserrat, a la que durante siglos tantos cristianos han acudido a buscar el auxilio de María para seguir adelante en un camino no siempre fácil. ¡Cuántos han encontrado allí la paz del alma, la llamada de Dios a una mayor entrega, la curación, el consuelo en medio de una tribulación...! La liturgia de la fiesta está centrada en el misterio de la Visitación, "que constituye la primera iniciativa de la Virgen. Montserrat encierra, por consiguiente, lecciones valiosísimas para nuestro caminar de peregrinos"3, pues eso somos. No podemos olvidar que nos dirigimos a una meta bien concreta: el Cielo. El fin de un viaje determina en buena parte el modo de viajar, los enseres que se llevan, las vituallas del camino... La Virgen nos dice a cada uno que no llevemos demasiados pertrechos, ni atuendos excesivamente pesados, que entorpecen la marcha, y que debemos caminar deprisa hacia la casa del Padre. Nos recuerda que no existen metas definitivas aquí en la tierra y que todo ha de estar orientado al término de ese recorrido, del que quizá ya hemos hecho una buena parte.

Además, "en la marcha, hay que imitar el estilo de la Madre en la visita que hiciera a su prima: En aquellos días se puso María en camino y con presteza fue a la montaña, a una ciudad de Judá (Lc 1, 39)"4. Ella marcha con presteza, con paso rápido y alegre. Así hemos de ir nosotros por la senda que nos lleva a Dios. Además, hemos de llevar en el corazón la alegría y el espíritu de servicio que llevaba Nuestra Señora en el suyo.

II. La virtud del peregrino es la esperanza; sin ella dejaría de caminar. o lo haría cansinamente. La Virgen es nuestra esperanza, pues nos alienta continuamente a seguir adelante, nos ayuda a superar los momentos de desaliento, nos saca adelante maternalmente en las circunstancias más difíciles. Siempre que acudimos a Ella –aunque sea con la brevedad de una jaculatoria, o con una mirada a una imagen suya salimos reconfortados. "Incluso sin que nos demos cuenta, como hiciera con los esposos de Caná de Galilea, interviene siempre con solicitud y delicadeza de madre. Lo hizo de forma ejemplar en el misterio de la Visitación, subrayado con trazo litúrgico indeleble en Montserrat. Se explica, por tanto –continuaba Juan Pablo II que resuene a diario en esta montaña el acento melodioso del saludo a la Señora, a la Reina, a la Madre, a la depositaria de la esperanza que alienta a los peregrinos: Deu vos salve, vida, dolcesa i esperança nostra"5, Dios te salve, vida, dulzura y esperanza nuestra... Así podemos saludarla en muchas ocasiones.

Nuestra Señora fue motivo de alegría, de paz y de esperanza para todos mientras estuvo presente aquí en la tierra. El sábado santo, cuando con la Muerte de Jesús se hizo la oscuridad más completa sobre el mundo, solo quedó encendida la esperanza de María. Por ello, los Apóstoles se congregaron bajo su amparo. Ahora, desde el Cielo, "con su amor materno se cuida de los hermanos de su Hijo, que todavía peregrinan y se hallan en peligros y ansiedad hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada"6. San Bernardo explica bellamente que la Virgen es el acueducto que, recibiendo la gracia de la fuente que brota del corazón del Padre, nos la distribuye a nosotros. Este hilo de agua celestial desciende sobre los hombres, "no todo de una vez, sino que hace caer la gracia gota a gota sobre nuestros corazones resecos"7, según nuestra necesidad y los deseos de recibir.

La Virgen nos reconforta siempre y está presente cuando necesitamos protección, pues esta vida es como una larga singladura en la que hemos de padecer vientos y tormentas. Ella es puerto seguro, donde ninguna nave naufraga8. No dejemos que entre la rutina en esas devociones con las que cada día nos acogemos a su protección: el Ángelus, el Santo Rosario, las tres Avemarías para pedir por la santa pureza de todos, la devoción del escapulario... Cuando hacemos alguna romería, o vamos a buscar su intercesión en algún santuario o ermita a Ella dedicada, nos acoge con especial misericordia y amor.

III. Porque la peregrinación de la vida prosigue y no tenemos aquí morada permanente9, es una medida de elemental prudencia solicitar de nuestra Madre del Cielo "provisión de energías en vista de ulteriores etapas"10, las que aún nos falta por recorrer. Uno de los mayores enemigos del caminante, lo que resta más fuerzas, es el desaliento, la falta de esperanza en llegar a la meta. No cae en el desánimo quien padece dificultades y dolor, sino quien deja de aspirar a la santidad y quien después de un error, de una caída, no se levanta deprisa y sigue caminando.

El que ha puesto su esperanza en Cristo vive de ella, y lleva ya en sí mismo algo del gozo celestial que le espera, pues la esperanza es fuente de alegría y permite soportar con paciencia las dificultades11; ora confiadamente y con constancia en todas las situaciones de la vida; soporta pacientemente la tentación, las tribulaciones y el dolor; trabaja esforzadamente por el Reino de Dios, en un apostolado eficaz, principalmente con aquellos con quienes más se relaciona... La esperanza lleva al abandono en Dios, a la filiación divina, pues sabe el cristiano que Él conoce y cuenta con las situaciones por las que hemos de pasar: edad, enfermedad, problemas familiares o profesionales... Sabe también que en cada situación tendremos las ayudas necesarias para salir adelante. Y es la Virgen la que adelanta esas ayudas y gracias, la que las multiplica... Ella nos da la mano después de una caída, de un momento de vacilación, facilita la contrición por nuestras faltas y pone en nuestro corazón los sentimientos del hijo pródigo.

Cuenta Santa Teresa que al morir su madre, cuando tenía unos doce años, se dio cuenta de lo que realmente había perdido, y "afligida –escribe la Santa– fuime a una imagen de nuestra Señora y suplicaba fuese mi madre, con muchas lágrimas. Paréceme que, aunque se hizo con simpleza, que me ha valido; porque conocidamente he hallado a esta Virgen soberana en cuanto me he encomendado a Ella y, en fin, me ha tornado a sí"12. Con esta sencillez y confianza hemos de acudir a Nuestra Señora en cada una de sus fiestas y de sus advocaciones. Hoy acudimos a Nuestra Señora de Montserrat, pidiéndole que nos enseñe el camino de la esperanza, que es el mismo de la filiación divina. Ella, "sentada en su trono, con el Hijo en sus rodillas, parece estar esperando poder abrazar con Él a todos sus hijos. Nuestra peregrinación espiritual se cifra, en definitiva, en alcanzar la filiación divina. Nuestra vocación es un hecho; por predilección incomprensible del Padre, nos hizo hijos en el Hijo: Bendito sea Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que en Cristo nos bendijo con toda bendición espiritual en los cielos; por cuanto que Él nos eligió antes de la constitución del mundo para que fuésemos santos e inmaculados ante Él en caridad, y nos predestinó a la adopción de hijos suyos por Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para la alabanza del esplendor de su gracia, que nos otorgó gratuitamente en el amado (Ef 1, 3-6)"13.

1 Is 2, 3. — 2 Juan Pablo II, A los rectores de los santuarios, 22-I-1981. — 3 ídem, Discurso en el Santuario de Nuestra Señora de Montserrat, 17-XI-1982. — 4 Ibídem. — 5 Ibídem. — 6 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 62. — 7 San Bernardo, Homilía en la Natividad de la Bienaventurada Virgen María, 3-5. — 8 Cfr. San Juan Damasceno, Homilía en la Dormición de la Bienaventurada Virgen María. — 9 Heb 13, 14. — 10 Juan Pablo II, Discurso en el Santuario de Nuestra Señora de Montserrat, cit. — 11 Cfr. Col 1, 11-24. — 12 Santa Teresa, Vida, 1, 7. — 13 Juan Pablo II, Discurso en el Santuario de Nuestra Señora de Montserrat, cit.

* El culto de la Virgen de Montserrat, Patrona de Cataluña, es antiquísimo. pues se remonta más allá de la invasión de España por los árabes.

La imagen, ocultada entonces, fue descubierta en el siglo ix. Para darle culto, se edificó una capilla a la que el rey Wifredo el Velloso agregó más tarde un monasterio benedictino.

En los orígenes fue un santuario mariano de ámbito regional, pero los milagros atribuidos a la Virgen de Montserrat fueron cada vez más numerosos, y los peregrinos que iban hacia Santiago de Compostela los divulgaron y la fama del santuario catalán trascendió las fronteras. Así, por ejemplo, en Italia se han contado más de ciento cincuenta iglesias o capillas dedicadas a la Virgen de Montserrat, bajo cuya advocación se erigieron algunas de las primeras iglesias de México, Chile y Perú, y con el nombre de Montserrat han sido bautizados monasterios, pueblos, montes e islas en América.

___________________________________________________________________________________________

 

Santoral             (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Santa Zita
Sirvienta
(1278)

Una sencilla sirvienta del hogar. Desde los 12 años hasta su muerte sirvió en casa de los Fatinelli de Lucca (Italia), siendo a veces humillada y criticada por ellos. Mereció, no obstante, su respeto gracias a la sincera devoción y a la entrega a su trabajo. El Señor le favoreció con el don de los milagros y carismas extraordinarios. El culto a la sierva de Dios comenzó poco después de su muerte en 1272. Su tumba en la iglesia de San Fridiano fue objeto de veneración y peregrinación por toda clase de gente.
Canonizada en 1696, su nombre entró en el calendario Romano en 1748. Desde Italia su culto pasó ya desde la edad media a todas partes de Europa, sobre todo dentro de las clases populares. Muy vinculada a las asociaciones de jóvenes del servicio domestico.

Historia

Santa Zita nació en Lucca, Italia, en 1218, de una familia campesina pobre, pero muy piadosa.
De pequeñita, bastaba que la mamá le dijera: "Esto agrada a Dios", para que la niña lo hiciera. Y bastaba decirle: "Esto no agrada a Nuestro Señor", para que dejara de hacerlo.
A los 12 años, a causa de la pobreza de la familia tuvo que emplearse de sirvienta en una familia rica. El consejo que le dio la mamá al despedirse de ella fue esto: "En tus acciones y palabras debes pensar: ¿Esto agradará a Dios?". Fue un consejo que le ayudó machismo a comportarse bien.
El jefe de la familia donde Zita fue a trabajar, era de temperamento violento y mandaba con gritos y palabras muy humillantes. Todos los empleados protestaban por este trato tan áspero, menos Zita que lo aceptaba de buena gana para asemejarse a Cristo Jesús que fue humillado y ultrajado.
Las demás empleadas le tenían envidia y la humillaban continuamente con palabras hirientes. Pero jamás Zita respondía a sus ofensas ni guardaba rencor o resentimiento. Los obreros se disgustaban porque ella demostraba aversión a las palabras groseras y a los cuentos inmorales. La tildaban de "besaladrillos" y de "beata". Pero con el correr de los años, todos se fueron dando cuenta de que era una verdadera santa, una gran amiga de Dios.

Era la más consagrada a sus oficios en toda esa inmensa casa y repetía que una piedad que lo lleva a uno a descuidar los deberes y oficios que tiene que cumplir, no es verdadera piedad.
Un hombre quiso irrespetarla en su castidad, y ella le arañó la cara, y lo hizo alejarse. El otro fue con calumnias ante el dueño de la casa y éste la insultó horriblemente. Zita no dijo ni una sola palabra para defenderse. Dejaba a Dios que se encargara de su defensa. Y después se supo toda la verdad y el patrón tuvo que arrepentirse del trato tan injusto que le había dado y creció enormemente su aprecio por aquella humilde sirvienta.
El dinero de su sueldo lo gastaba casi todo en ayudar a los pobres. Dormía en una estera en el puro suelo porque su catre y colchón los había regalado a una familia muy necesitada.
Un día en pleno invierno con varios grados bajo cero, la señora de la casa le prestó su manto de lana para que fuera al templo a oír misa. Pero en la puerta del templo encontró a un pobre tiritando de frío y le dejó el manto. Al volver a casa fue terriblemente regañada por haber dado aquella tela, pero poco después apareció en la puerta de la casa un señor misterioso a traer un hermoso manto de lana. Y no quiso decir quién era él. La gente decía: "Un ángel del Señor vino a visitarnos".
Un día llevaba para los pobres entre los pliegues de su delantal, todo lo que había sobrado del almuerzo, y por el camino se encontró con el furioso jefe de la casa, el cual le preguntó: - ¿Qué lleva ahí?. Ella abrió el delantal y solamente apareció allí un montón de flores.
En época de gran escasez y hambre Zita repartió entre los más pobres unos costales de grano que había en la despensa. Cuando llegó el furibundo capataz de la casa a contar cuántos costales de grado quedaban en el granero, la santa se puso a rezar a Dios para que le solucionara aquel problema. El hombre encontró allí todos los costales de grano. No faltaba ni uno solo. Y nadie se pudo explicar cómo ni cuándo fueron repuestos los que la joven había repartido entre los pobres.
Cuando le quedaba un día libre, lo empleaba en visitar pobres, enfermos y presos, en ayudar a los condenados a muerte.
Estuvo 48 años de sirvienta, demostrando que en cualquier oficio y profesión que sea del agrado de Dios, se puede llegar a una gran santidad.
Murió el 27 de abril de 1278.
Fueron tantos los milagros que se obraron por su intercesión que el Papa Inocencio XII la declaró santa. Y su cuerpo se conservaba incorrupto cuando fue sacado del sepulcro, más de 300 años después de su muerte.
Todavía son miles y miles los peregrinos que van a visitar el sepulcro y el templo de Santa Zita. Y ella sigue dándonos esta gran lección: que en un trabajo humilde se puede ganar una gran gloria para el cielo.

___________________________________________________________________________________________

Fuente: Franciscanos.net
Jaime de Bitetto, Beato Franciscano, Abril 27  

Jaime de Bitetto, Beato

Religioso de la Primera Orden Franciscana
(1400‑1490)

Clemente XI aprobó su culto.

Nació en Dalmacia (de ahí el sobrenombre de Ilírico), más probablemente en Zara (según otros en Estridonio) hacia 1400, hijo de Leonardo y Beatriz Varinguer.

De unos veinte años de edad entró a la Orden de los Hermanos Menores en Zara, en calidad de hermano religioso. En 1438 acompañó a Italia a su provincial; al llegar a Bari, pidió y obtuvo el poder permanecer en dicha provincia.

Vivió doce años en diversos conventos y luego fue destinado a Bitetto, donde, salvo breves temporadas, permaneció hasta su muerte, por lo cual se le apoda también de Bitetto. Ejercitó principalmente el oficio de limosnero, y de esta forma ejerció un fructuoso apostolado; se distinguió por su caridad heroica durante la peste de 1482.

Obró prodigios, algunos de ellos un tanto extraños y dignos del mundo de las "Florecillas". Los habitantes de la Apulia del siglo XV, durante 40 años vieron y admiraron al humilde penitente fray Jaime recorrer sus caminos, tocar de puerta en puerta, para pedir la limosna en el nombre del Señor y dar a cambio una palabra de aliento que brotaba de su gran corazón rebosante de caridad divina.

Sólo Dios sabe cuánto bien hizo él con el buen ejemplo y con la palabra sencilla y persuasiva.

El nombre de nuestro Beato ha permanecido ligado a la gruta de nuestra Señora llamada "La Bendita", no muy lejos del convento. Enamoradísimo de la celestial Madre, pasaba largas horas en oración ante la imagen de María; muchas veces fue visto arrobado en dulcísimos éxtasis.

Dotado de espíritu profético, predijo muchas cosas que luego se cumplieron, entre ellas la curación o la muerte de personas enfermas que recurrían a él. Estos y muchos otros hechos prodigiosos glorificaron la santidad del humilde hermano limosnero y cocinero, quien en su vida nada buscó, nada pidió, nada amó sino a Dios.

Era ya muy anciano y su cuerpo estaba desgastado por las prolongadas penitencias. En los últimos años tenía que ayudarse con el bastón para sostenerse en pie. Finalmente vino la hermana muerte a invitarlo al reposo eterno. Siempre había vivido en el silencio y en la humildad y así su muerte fue rodeada de oración y de silencio. Una antigua pintura lo representa recostado en la dura estera, rodeado de sus cohermanos y de los fieles llorando. El rostro del moribundo está rodeado de una misteriosa luz, el gozo de los santos en el acto solemne de recibir el premio eterno.

El Beato Jaime de Bitetto murió el 27 de abril de 1490.
Tenía 90 años.

___________________________________________________________________________________________

Fuente: Hijasdejesus.org
María Antonia Bandrés y Elósegui, Beata Religiosa, Abril 27  

María Antonia Bandrés y Elósegui, Beata

Religiosa de la Congregación de las Hijas de Jesús

Nace en Tolosa (España) un 6 de marzo de 1898.

Su papá se llamaba Ramón Bandrés y su mamá Teresa Elósegui. Fue la segunda hija de los quince que tuvo el matrimonio.

Antonita sentía un amor entrañable hacia sus padres y hermanos, esto hizo que le costara mucho afectivamente la separación de los mismos al ingresar al noviciado, por eso se le escuchó decir: "Sólo por Dios los he dejado".

En aquel hogar se vivía la fe y la caridad cristiana. Doña Teresa era una mujer ejemplar y santa, que supo ayudar a sus hijos a crecer en todo, pero especialmente en el amor a Dios, a María y a los más pobres y necesitados.

Su salud era un poco débil. Sus padres tuvieron con ella cuidados especiales. La debilidad y el excesivo celo de los suyos, ayudaron a acentuar en aquella niña un carácter sensible hasta la susceptibilidad, que en los primeros años llegó a preocupar a doña Teresa: "¡Qué chiquilla más fastidiosa! ¡Cuánto vas a sufrir con ese carácter!". Y sufrió sí, pero sin que la sonrisa, aunque teñida a veces de melancolía, se borrara de sus labios.

Cursó sus estudios en el colegio de San José (Tolosa), el mismo fue fundado por la
Madre Cándida y allí mismo conoció a la encantadora Antonita, todavía casi niña. Cautivada por su mirada profunda y transparente, profetizó la Madre Cándida: "Tú serás Hija de Jesús".

Sin duda estas palabras se grabaron con anhelo de respuesta fiel en su corazón, que ya quería ser sólo de Jesús. El amor a la Virgen, que había germinado en los brazos de su madre, floreció espléndido en el colegio, ya que el mismo está marcado por la advocación de la Virgen del Amor Hermoso. Y María Antonia Bandrés fue congregante mariana por méritos de conducta y aplicación.

Su amor a los pobres y necesitados

Con ellos compartía de niña sus ahorros y todo lo que tenía, pero supo siempre hacer las obras de misericordia con sencillez y naturalidad para que nadie se sintiera herido. Para Antonita seguir a Jesucristo y estar cerca de los pobres eran una misma cosa. Lo había aprendido de sus padres que le enseñaron que el amor a los otros era un deber. Primero los visitaba con su madre, luego –catorce o quince años– iba a su encuentro sólo con la sencillez y humildad que la caracterizaban.

A veces cuando el lugar o la persona visitada podían suponer algún riesgo, le acompañaba Francisca, una empleada de la casa, cómplice en la caridad y en el silencio con que María Antonia actuaba en estas situaciones difíciles: Aquella viejecita de la chabola, que respondía con gritos y mal humor a su ternura; el marido amenazante, que se calmaba sólo cuando "la señorita" lo esperaba en su propia casa para evitar el terror de los niños; las obreras del sindicato, para quienes ella era "distinta de las demás, aunque todas buenas"; lugares, personas en los que el paso de María Antonia dejó huella.

Su llamada

La llamada a ser Hija de Jesús encontró su corazón bien dispuesto. La decisión estaba tomada. El realizarla costaría mucho, pero había de llegar a término seguro: "Es preciso llegar a la cumbre". E inició María Antonia aquella subida, que nunca tuvo retrocesos. Las piedras del camino fueron hiriendo sus pies sin que jamás se detuviera a vendar las heridas. Era natural sufrir por Jesús, "que tanto sufrió por nosotros". Tener algo que ofrecerle, era una compensación a sus deseos de darse toda, porque "de hacerlo, hacerlo entero".

Movida por un impulso del Espíritu Santo, ofreció a Dios su vida por quien había sido su padrino de bautismo, el querido tío Antón. El le manifestó su desacuerdo cuando ella se marchó al Noviciado, por tener una postura más agnóstica, pero comprendió luego el gesto misericordioso de su ahijada y descubrió tras él la misericordia del Padre, que lo acogió en sus brazos en un día de gracia y de perdón, bajo la mirada maternal de la Virgen de Aranzazu. Para sus últimos instantes, le estaban reservadas las gracias de la paz y la consolación verdaderas: "¿Esto es morir? ¡Qué dulce es morir en la vida religiosa! Siento que la Virgen está a mi lado, que Jesús me ama y yo lo amo…"

Entro al Reino Celestial el 27 de abril de 1919, y fue beatificada por S.S. Juan Pablo II el 12 de mayo de 1996.

___________________________________________________________________________________________

Hosanna de Kotor, Beata Dominica, Abril 27  

Hosanna de Kotor, Beata

Nacida en Montenegro, en el año 1493, en el seno de una familia ortodoxa griega, fue bautizada dentro de esa tradición con el nombre de Catalina (Catherine) Cosie.

Ella era una pastorcita en su juventud, y aprovechaba su labor para pasar horas oración solitaria, es en esta época que comenzó a tener visiones del Niño Jesús. Cuando cumplió 12 años, sus visiones fueron seguidas por un fuerte deseo de viajar a Kotor, donde ella sentía que podría orar mucho mejor.

Su madre le consiguió un trabajo como sirvienta de una católica muy adinerada, que le permitía pasar en la iglesia todo el tiempo que ella deseara, fue aquí donde Catalina se convirtió al Catolicismo Romano.

Al final de su adolescencia ella sintió el llamado de llevar la vida dura y espiritual de un anacoreta. Aunque era muy joven para asumir esta vida, su director espiritual le facilitó una celda cerca de la iglesia de San Bartolomé en Kotor.

Luego ella se mudó a una celda en la iglesia de San Pablo, y tomó el habito terciario dominico cambiando su nombre a Hosanna en memoria a la beata Hosanna de Mantua, y vivió bajo la regla dominica los siguientes 52 años.

Un grupo de hermanas dominicas se mudaron cerca de ella para seguir sus consejos y guía, pedirle oraciones. La consideraban su líder. Llegaron a ser tantas, que un convento dominico fue construido para ellas.

Las visiones místicas no se detuvieron, ella veía a la Santísima Virgen con al Niño Jesús, varios santos y de vez en cuando al mismo demonio. Alguna vez Satanás tomó la apariencia de la Virgen, pero Hosanna se dio cuenta de quien era cuando le pidió que deje la vida religiosa.

La tradición cuenta que cuando Kotor fue atacada por los turcos, lograron su liberación gracias a las oraciones de nuestra beata; también se cuenta que sus oraciones salvaron a Kotor de la plaga.

Murió en el año 1565, y fue beatificada en el año 1934 durante del pontificado de S.S. Pío XI

___________________________________________________________________________________________

Nicolás Roland, Beato Fundador, Abril 27  

Nicolás Roland, Beato

Fundador de las Hermanas del Niño Jesús

Nicolás Roland nace en la pequeña localidad de Baslieux-les-Reims, a nueve kilómetros de Reims, hijo de Jean-Baptiste Roland (1611-1673), comisario para las guerras y antiguo comerciante de paños y de Nicole Beuvelet. El padrino de su bautismo, celebrado el 23 de julio de 1643, fue su tío, el luego famoso Matthieu Beuvelet.

En 1650 ingresa en el colegio de los jesuitas de Reims, junto a la iglesia de San Mauricio, donde demuestra una inteligencia viva y el deseo de hacerse sacerdote. En 1653 recibe la tonsura de manos del obispo de Pouy en la abadía de Saint-Pierre les Dames.

Ya clérigo, comienza sus estudios de Retórica y Teología, participando también en varias obras de teatro, como la estrenada con ocasión de la coronación de Luis XIV el 7 de junio de 1654, Le lys, sacreé roi des fleurs. Una vez terminados sus estudios, abandona momentáneamente la carrera sacerdotal y emprende un viaje por toda Francia para conocer el país. Tras un accidentado viaje por mar, decide consagrarse totalmente a Dios y hacerse presbítero.

El joven estudiante se traslada a París en 1660 para estudiar Filosofía y Teología, probablemente con los jesuitas. Se aloja en el Colegio de "Bons Amis". Pertenece a varias asociaciones piadosas, demostrando un carácter apasionado y activo que le acompañó toda su vida, como la "Asociación de Amigos" del jesuita Jean Bagot, la de San Vicente de Paul y la Asociación de Misiones Extranjeras. Incluso llega a plantearse ingresar en la Compañía de Jesús. Se entusiasma con los misioneros y decide trasladarse a Siam, pero antes termina con el Doctorado sus estudios de Teología. En 1664, recibe el diaconado y el 3 de marzo de 1665 es ordenado sacerdote.

Su deseo de ser misionero en tierras lejanas se disipa al recibir la prebenda de Canónigo "Teologal" -es decir, predicador- de la Catedral de Reims. Ya como canónigo, hace algunos viajes misioneros como predicador popular, pero su función principal es escribir sermones y formar a los nuevos sacerdotes.

En 1666 abandona la casa paterna y se traslada a la calle de Barbâtre, en Reims, donde comienza una vida entregada a la caridad desde una gran pobreza. Establece contactos con el seminario de Saint Nicholas-du-Chardonnet, donde trabaja su tío y se impregna del espíritu de Adrian Bourdoise, Jean-Jacques Olier y el movimiento de renovación del clero francés. Pasa varios meses en Ruán, en la parroquia de Saint-Amand, viviendo en el hueco de la escalera durante seis meses. Allí sigue las orientaciones de Antoine de la Haye en total desprendimiento y pobreza. Tras esta experiencia, su casa se convierte en una especie de seminario preparatorio para jóvenes aspirantes al sacerdocio que él anima y ayuda de diversas formas.

APOSTOLADO

De entre todas su muchas actividades apostólicas y además de hacia la dirección espiritual, es hacia la educación popular hacia la que se siente más atraído el joven canónigo, especialmente tras la publicación en 1668 de las Amonestaciones de Charles Démia, verdadero precursor de la escuela para los pobres. En Ruán conoce a otro apasionado religioso embarcado en la obra de las escuelas para los pobres, el mínimo y posterior beato Nicolás Barré, que había llegado a la ciudad en 1659.

El 15 de octubre de 1670 realiza la defensa legal del orfanato remense fundado por Marie Varlet. Solicita al padre Nicolás Barré el envío de dos religiosas maestras de las Hermanas de la Providencia, fundadas por la Orden de los Mínimos, para ayudar en esta obra.

El 27 de diciembre del mismo año recibe a las dos maestras y las alberga en la casa. Eran Françoise Duval y Ana Le Coeur, con las que iniciará de la Congregación de Hermanas del Niño Jesús, dedicadas a la educación de las niñas pobres y abandonadas.

LA FUNDACION

En 1672 se encuentra con otro joven canónigo de Reims, Juan Bautista de La Salle, de quien asume por un tiempo la dirección espiritual. Ambos se animan mutuamente en las obras apostólicas que emprenden. Mientras su dirigido permanece en el Seminario de Saint-Sulpice, en París, conserva con él estrecha correspondencia y diversos encuentros. Sus primeras relaciones son más bien espirituales, aun cuando le va inculcando el desprendimiento que él mismo tiene y que luego manifestará el fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.

Tras el fallecimiento de su padre, en 1673, se entrega más al apostolado sacerdotal y a la animación de la nueva comunidad de Hermanas del Niño Jesús. Además del Orfanato, se encarga de varias escuelas de barrio. El 13 de junio abre en Reims la primera escuela propia de las Hermanas. Lo hace a sus expensas. Se siente seguro en el terreno de las niñas, pero no sabe cómo atender por igual las escuelas de niños. Intentará que comience La Salle la obra masculina, pero no lo consigue.

En 1675 recibe la aprobación de la Regla de las Hermanas, por parte del Arzobispo Charles-Maurice Le Tellier. Las señala el nombre de "Hermanas del Niño Jesús", por su devoción a esta advocación venerada en el Carmelo de Beaune, su lugar preferido de peregrinación. Escribe diversos obras espirituales y publica el manifiesto "Avisos para las personas regulares". Uno de los avisos dejado a las Hermanas dice así:

"El fuego sagrado, que debe abrasar a las Hermanas, les lleva a caldear a los demás, sobre todo a las maestras, a las alumnas, y a cuantas personas traten. Así lograrán, con los buenos ejemplos y las palabras edificantes, hacer el bien que la Divina Providencia desee. Con ese fuego, amarán al prójimo, pues Dios no separa la caridad con que quiere que le amemos a Él de la que debemos tener con todos los hombres. Este es el principio que debe animar en la instrucción de las niñas en la escuela, no haciendo distinción de personas ni de sus cualidades humanas y naturales".

Al año siguiente entrega todos sus bienes para consolidar la joven congregación. Multiplica sus actividades en favor de los necesitados. Sufre diversas incomprensiones por parte del cabildo catedralicio y de la autoridad eclesial. Emprende varios viajes a París para conseguir el reconocimiento civil de su Comunidad, pero el proceso se demora.

Durante los meses de marzo y abril de 1678 participa en una gran campaña de predicación y apostolado, ayudando a los padres del Oratorio. El 30 de marzo asiste con gozo a la primera misa de su dirigido, Juan Bautista de la Salle. Anima a La Salle a canjear su canonjía por una pequeña parroquia, pero el arzobispo se opone y la operación queda en suspenso.

INGRESO AL REINO DE LOS CIELOS

El 19 abril de 1678 tiene que guardar cama aquejado de una fuerte fiebre. El 23 del mismo mes redacta el testamento, dejando el encargo a Juan Bautista de La Salle y al joven clérigo Nicolas Rogier de dar terminación a su Instituto. El 27 fallece tranquilamente, siendo enterrado en la capilla de las Hermanas el día 29. Tenía sólo 36 años y dejaba un gran proyecto apostólico iniciado, aunque sólo contaba 20 Hermanas, un asilo y cuatro escuelas.

San Juan Bautista de La Salle continuará la aprobación de su obra y posteriormente seguirá sus pasos fundando la congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas para la educación humana y cristiana de los hijos de los artesanos y de los pobres.

Nicolás Roland fue beatificado en Roma, por el Papa Juan Pablo II el 16 de octubre de 1994, junto a los religiosos Josefina Vannini, Alberto Hurtado Cruchaga, Petra de San José Perez Florido y María Rafols, como paso previo a una futura canonización. Sus restos descansan en una cripta en la catedral de Reims.

___________________________________________________________________________________________

 

Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

Si NO desea el evangelio, santoral y meditación diaria y sólo artículos interesantes censurados por la prensa (la mayoría), unos 4 por semana escriba a: ave-maria-purisima+subscribe@googlegroups.com (responder el mensaje de confirmación).

 

Para de-suscribirse escribir desde su casilla de email a:

Evangelio+unsubscribe@googlegroups.com

NO debe colocarlo en CC sino en "Para/To"

Si no se desuscribe es porque recibe el mensaje en su otro email que le reenvía al actual: debe escribir desde ese otro email.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario