JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio
Gloria a ti, Señor.
"Señalando con la mano a los discípulos, dijo: "Éstos son mi madre y mis hermanos""
En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablan con él. Uno se lo avisó: Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo."
Pero él contestó al que le avisaba: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?"
Y, señalando con la mano a los discípulos, dijo: Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las “palabras de vida eterna” (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). “Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso”. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: “quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados graves al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
Beato Juan Soreth, Presbitero
Fiesta
Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio
Antífona de Entrada
Te alabaré y te daré gracias siempre, porque tú eres mi salvador, Señor mío y Dios mío.
Se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Padre todopoderoso, tú que concediste a santo Tomás reconocer a Cristo como su Señor y su Dios; por intercesión de este Apóstol, haz que crezcamos en la fe, para que creyendo firmemente en tu Hijo Jesucristo podamos participar de su vida divina.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Lectura de la carta del profeta
"Arrojará a lo hondo del mar todos nuestros delitos"
Señor, pastorea a tu pueblo con el cayado, a las ovejas de tu heredad, a las que habitan apartadas en la maleza, Pastarán en Basán y Galaad, como en tiempos antiguos; como cuando saliste de Egipto y te mostraba mis prodigios.
¿Qué Dios como tú, que perdonas el pecado y absuelves la culpa al resto de tu heredad? No mantendrá por siempre la ira, pues se complace en la misericordia.
Volverá a compadecerse y extinguirá nuestras culpas, arrojará a lo hondo del mar todos nuestros delitos. Serás fiel a Jacob, piadoso con Abrahán, como juraste a nuestros padres en tiempos remotos.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial 84
"Muéstranos, Señor, tu misericordia."
Señor, has sido bueno con tu tierra, has restaurado la suerte de Jacob, has perdonado la culpa de tu pueblo, has sepultado todos sus pecados, has reprimido tu cólera, has frenado el incendio de tu ira.
Restáuranos, Dios salvador nuestro; cesa en tu rencor contra nosotros. ¿Vas a estar siempre enojado, o a prolongar tu ira de edad en edad?
¿No vas a devolvernos la vida, para que tu pueblo se alegre contigo? Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Tomás, tú crees porque me has visto, dice el Señor; dichosos los que creen sin haberme visto.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
Gloria a ti, Señor.
"Señalando con la mano a los discípulos, dijo: "Éstos son mi madre y mis hermanos""
En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablan con él. Uno se lo avisó: Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo."
Pero él contestó al que le avisaba: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?"
Y, señalando con la mano a los discípulos, dijo: Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración de los Fieles
Celebrante:
En la fiesta de Santo Tomás, apóstol, presentemos al Padre del cielo muestra oración por las necesidades del mundo entero y por la Iglesia.
Digamos:
Te lo pedimos, Señor.
Por la Iglesia del nuevo milenio: para que Dios robustezca su fe y para que los cristianos demos testimonio de Jesús como nuestro Dios y Señor.
Oremos.
Te lo pedimos, Señor.
Por el Pueblo de Dios, edificado sobre la fe de los apóstoles: para que viva en plenitud la misión que se le ha encomendado y predique el Evangelio hasta los confines de la tierra.
Oremos.
Te lo pedimos, Señor.
Por los que gozan de prosperidad material: para que aprendan a compartir sin egoísmo los bienes que de Dios han recibido.
Oremos.
Te lo pedimos, Señor.
Por los que sienten vacilar su fe, por los que se han apartado de ella y por los que viven en la indiferencia: para que la intercesión de Santo Tomás les obtenga convicciones profundas, y una experiencia del amor de Dios que los haga retornar a Él. Oremos.
Te lo pedimos, Señor.
Por los enfermos: para que el Señor les conforte.
Oremos.
Te lo pedimos, Señor.
Por los que comulgamos con el Cuerpo y la Sangre de Cristo y nos llamamos discípulos suyos: para que seamos ante los hombres auténticos testigos de nuestra fe en Él.Oremos.
Te lo pedimos, Señor.
Celebrante:
Señor y Dios de bondad, que nos das tu Espíritu Santo para ayudarnos en nuestro peregrinar hacia Ti; escucha las oraciones que te presentamos en la fiesta de Santo Tomás, apóstol, y concédenos vivir con espíritu de fe todos los acontecimientos de nuestra vida.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, el sacrificio de alabanza que vamos a ofrecerte en esta festividad de santo Tomás, apóstol, y conserva en nosotros los dones de tu redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de los Apóstoles I
Los apóstoles, pastores del
pueblo de Dios
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso, Pastor eterno.
Porque no abandonas a tu rebaño, sino que lo cuidas continuamente por medio de los santos Apóstoles, para que sea gobernado por aquellos mismos pastores que le diste como vicarios de tu Hijo.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de la Comunión
Jesús dijo a Tomás: Acerca tu mano, toca las cicatrices dejadas por los clavos y no seas incrédulo, sino creyente.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Padre misericordioso, que nos has alimentado con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, haz que, junto con el apóstol Tomás, reconozcamos en Cristo a nuestro Señor y a nuestro Dios y demos testimonio con la vida de lo que creemos con la fe.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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† Meditación diaria
16ª Semana. Martes
LA NUEVA FAMILIA DE JESÚS
— Nuestra unión con Cristo es más fuerte que cualquier vínculo humano. Los lazos que se originan de seguir al Señor en un mismo camino son más estrechos que los de la sangre.
— Debemos tener el necesario desprendimiento e independencia para llevar a cabo la propia vocación.
— María, la Madre de la nueva familia de Jesús, la Iglesia, es también Madre de cada uno de nosotros.
I. El Evangelio de la Misa1 nos muestra a Jesús predicando una vez más. Se halla en una casa tan abarrotada de gente que su Madre y otros parientes no pueden llegar hasta Él, y le envían un recado. Alguien le dijo entonces: Mira que tu madre y tus hermanos están fuera intentando hablarte. Y Él, extendiendo las manos hacia sus discípulos, les dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Pues todo el que haga la voluntad de mi Padre que está en los Cielos, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre.
En otra ocasión, una mujer del pueblo, al ver las palabras llenas de vida de Jesús, exclamó en una alabanza a María: Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron. Pero el Señor dio la impresión de querer rechazar el requiebro de aquella mujer, y contestó: Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan2.
El Papa Juan Pablo II relaciona estas dos escenas con aquella respuesta que Jesús dio a María y a José cuando le encontraron en Jerusalén, a la edad de doce años, después de una búsqueda afanosa durante tres días. Allí les dijo Jesús, con un amor sin límites y con una claridad total: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es necesario que Yo esté en las cosas de mi Padre?3. Desde el comienzo, Jesús estuvo dedicado a las cosas de su Padre. Anunciaba el Reino de Dios y a su paso todas las cosas alcanzaban un sentido nuevo, también el parentesco. “En esta dimensión nueva, un vínculo como el de la “fraternidad” significa también una cosa distinta de la “fraternidad según la carne”, que deriva del origen común de los mismos padres. Y aun la “maternidad” (...) adquiere un significado diverso”4, más profundo y más íntimo.
Nos enseña repetidamente el Señor que por encima de cualquier vínculo y autoridad humana, incluso la familiar, está el deber de cumplir la voluntad de Dios, la propia vocación. Nos dice que seguirle de cerca, en la propia vocación, la que Él ha dado a cada hombre y a cada mujer, nos lleva a compartir su vida hasta tal punto de intimidad que constituye un vínculo más fuerte que el familiar5. Santo Tomás lo explica diciendo que “todo fiel que hace la voluntad del Padre, esto es, que le obedece, es hermano de Cristo, porque es semejante a Aquel que cumplió la voluntad del Padre. Pero, quien no solo obedece, sino que convierte a otros, engendra a Cristo en ellos, y de esta manera llega a ser como la Madre de Cristo”6. Es muy fuerte el vínculo que nace de llevar la misma sangre, pero lo es aún más el que se origina del seguir a Cristo en el mismo camino. No hay ninguna relación humana, por estrecha que sea, que se asemeje a nuestra unión con Jesús y con quienes siguen a Jesús.
II. ¿Quién es mi madre...? “¿Se aleja con esto de la que ha sido su madre según la carne? ¿Quiere tal vez dejarla en la sombra del escondimiento, que ella misma ha elegido? Si así puede parecer por el significado de aquellas palabras, se debe constatar, sin embargo, que la maternidad nueva y distinta, de la que Jesús habla a sus discípulos, concierne concretamente a María de un modo especialísimo”7. Ella es amada por Jesús de modo absolutamente singular a causa del vínculo de la sangre por el que María es su Madre según la carne. Pero Jesús la ama más, y está más estrechamente unido con Ella, por los lazos de la delicada fidelidad de la Virgen a su vocación, al perfecto cumplimiento de la voluntad del Padre. Por eso la Iglesia nos recuerda que la Santísima Virgen “acogió las palabras con las que su Hijo, exaltando el Reino por encima de las condiciones y lazos de la carne y de la sangre, proclamó bienaventurados a los que escuchan y guardan la palabra de Dios, como Ella lo hacía fielmente”8.
La propia vocación nos hace querer, humana y sobrenaturalmente, a los padres, a los hijos, a los hermanos. Dios ensancha y afina el corazón, y a la vez nos pide la necesaria independencia y desprendimiento de cualquier atadura, para llevar a cabo lo que Él quiere de cada uno: realizar la propia llamada, que es única e irrepetible, aunque alguna vez, por razones comprensibles, pueda causar dolor a quienes más queremos en la tierra. No podemos olvidar que después de la explicación de Jesús a María y a José, que llevaban tres días buscándole, ellos no comprendieron lo que les dijo9, siendo María la llena de gracia y José justo, metido plenamente en Dios. Más tarde fueron entendiendo más –María en un orden más profundo–, a medida que los acontecimientos de su Hijo se iban desarrollando. No nos tiene que sorprender, por tanto, que a veces nuestros parientes no entiendan.
¡Qué alegría pertenecer con lazos tan fuertes a esta nueva familia de Jesús! ¡Cómo hemos de querer y ayudar a quienes están fuertemente unidos a nosotros por los vínculos de la fe y de la vocación! Entonces entendemos las palabras de la Escritura: Frater qui adiuvatur a fratre quasi civitas firma10, el hermano, ayudado por su hermano, es como una ciudad amurallada. Nada puede contra la caridad y la fraternidad bien vivida. “¡Poder de la caridad! —Vuestra mutua flaqueza es también apoyo que os sostiene derechos en el cumplimiento del deber si vivís vuestra fraternidad bendita: como mutuamente se sostienen, apoyándose, los naipes”11.
III. Todo el que haga la voluntad de mi Padre que está en los Cielos, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre. Quizá la Virgen, desde el lugar en que se encontraba fuera de la casa donde enseñaba su Hijo, oyera estas palabras, o quizá alguien se las repetiría enseguida. Ella bien sabía los lazos profundos que la unían con Aquel a quien iba a ver: vínculos de la naturaleza, y otros, más profundos aún, originados por su perfecta unión con la Trinidad Beatísima. Ella sabía, cada vez de un modo más perfecto, que había sido llamada desde la eternidad para ser la Madre de esta nueva familia que se forma en torno a Jesús. Por medio de la fe correspondió a la llamada que Dios le dirigía para ser Madre de su Hijo y “en la misma fe ha descubierto y acogido la otra dimensión de la maternidad, revelada por Jesús durante su misión mesiánica. Se puede afirmar –enseña el Papa Juan Pablo II– que esta dimensión de la maternidad pertenece a María desde el comienzo, o sea desde el momento de la concepción y del nacimiento del Hijo. Desde entonces era “la que ha creído”. A medida que se esclarecía ante sus ojos y ante su espíritu la misión del Hijo, ella misma como Madre se abría cada vez más a aquella “novedad” de la maternidad, que debía constituir su “papel” junto al Hijo”12.
Más tarde, en el Calvario, se descorrió por completo el velo del misterio de su maternidad espiritual sobre aquellos que a lo largo de los siglos habían de creer en Él: Ahí tienes a tu hijo13, le dijo Jesús señalando a Juan. Y en él estábamos representados todos los hombres. Esa maternidad se extiende de modo particular a todos los bautizados y a quienes están en camino hacia la fe, porque María es Madre de la Iglesia toda14, la gran familia del Señor que se prolonga a través de los tiempos.
Se da una particular correspondencia entre el momento de la Encarnación del Hijo de Dios y el nacimiento de la Iglesia en Pentecostés, y “la persona que une estos dos momentos es María: María en Nazaret y María en el cenáculo de Jerusalén. En ambos casos su presencia discreta, pero esencial, indica el camino del “nacimiento del Espíritu”. Así la que está presente en el misterio de Cristo como Madre, se hace –por voluntad del Hijo y por obra del Espíritu Santo– presente en el misterio de la Iglesia”15. La presencia de María en la Iglesia es una presencia materna, y lo mismo que en una familia la relación de maternidad y de filiación es única e irrepetible, así nuestra relación con la Madre del Cielo es única y diferente para cada cristiano. Y lo mismo que Juan la acogió en su casa, cada cristiano ha de “entrar en el radio de acción de aquella “caridad materna”“16.
A cada uno nos quiere como si fuera su único hijo, y se desvela por nuestra santidad y por nuestra salvación como si no tuviera otros hijos en la tierra. Muchas veces hemos de llamarla ¡Madre! Y ahora, al terminar este rato de oración, le decimos en la intimidad de nuestra alma: ¡Madre mía!, no me dejes. ¡Tú bien sabes cuánta necesidad tengo de Ti! ¡Ayúdame a estar siempre cerca de tu Hijo!
1 Mt 12, 46-50. — 2 Lc 11, 27-28. — 3 Lc 2, 49. — 4 Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, 25-llI-1987, 20. — 5 Cfr. Sagrada Biblia, Santos Evangelios, EUNSA, Pamplona 1983, nota a Mc 4, 31-35. — 6 Santo Tomás. Comentario sobre el Evangelio de San Mateo, 12, 49-50. — 7 Juan Pablo II, loc. cit. — 8 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 58. — 9 Lc 2, 50 — 10 Prov 18, 19. — 11 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 462. — 12 Juan Pablo II, loc. cit. — 13 Jn 19, 26. — 14 Cfr. C. Pozo, María en la obra de la salvación, BAC, Madrid 1974, pp. 61-62.— 15 Juan Pablo II, o. c., 24. — 16 Ibídem, 45.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Fuente: Archidiócesis de Madrid
Cristina, Santa Mártir, 24 de julio
Virgen y Mártir Martirologio Romano: En Bolsena, ciudad de la Toscana, santa Cristina, virgen y mártir (s. inc.) Nació en Toscana, en la margen derecha del lago Bolsena, en un villorrio frecuentemente sacudido por elementos naturales y al mismo tiempo transformado por diversas culturas en el transcurso del tiempo. |
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Chárbel Makhluf, Santo Solitario de Dios y Taumaturgo del Líbano, 24 de julio
Gran amante de la Eucaristía y de la Virgen Santísima Martirologio Romano: San Sarbelio (José, Charbel) Makhluf, presbítero de la Orden de los Maronitas Libaneses, que, por amor a la soledad y para alcanzar la más alta perfección, dejó el cenobio de Annaya, en el Líbano, y se retiró al desierto, en el que sirvió a Dios día y noche, viviendo con gran austeridad, ayunando y orando (1898).
imperio de Trajano. Cuando su madre y su tío se enteraron de su decisión, se dirigieron inmediatamente a buscarlo al monasterio tratando de convencerlo de que regresara. Finalmente, Brígida, también convencida de la vocación de su hijo, le dijo: Si no fueras a ser buen religioso te diría: ¡Regresa a casa! Pero ahora sé que el Señor te quiere a su servicio. Y en mi dolor al estar separada de tí, le digo resignada: ¡Que Dios te bendiga, hijo mío, y que haga de ti un santo...! |
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Fuente: OSAnet.org
Antonio Torriani (De la Torre), Beato Médico y Sacerdote Agustino, 24 de julio
Médico de cuerpos y almas Martirologio Romano: En l´Aquila, en la región Vestina, beato Antonio Torriani, presbítero de la Orden de los Ermitaños de San Agustín, médico de cuerpos y almas (1494). Nació en Milán (Italia) hacia el año 1424 de la noble familia de los Torriani o Della Torre. Después de haber estudiado medicina en la universidad de Pavía y durante algún tiempo ejercitado su profesión en Milán, vistió el hábito agustiniano en el convento de San Marcos de esta ciudad, y poco más tarde recibió la ordenación sacerdotal. |
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Balduino de Rieti, Santo Abad, 24 de julio
Abad Martirologio Romano: En Rieti, ciudad de la Sabina, san Balduíno, abad, discípulo de san Bernardo en el monasterio de Claraval, que fue enviado por el mismo san Bernardo a esta ciudad para fundar y regir el monasterio de San Mateo sub Lacu (1140). |
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Nicolás Hermansson, Beato Obispo, 24 de julio
Obispo Martirologio Romano: En Linköping, en Suecia, beato Nicolás Hermansson, obispo, el cual, exigente consigo mismo, se entregó totalmente a su Iglesia y a los pobres, y recibió la custodia de las reliquias de Santa Brígida (1391). Nicolás (Nils) Hermansson fue un destacado obispo y poeta de la Suecia medieval, estrechamente asociado con el Santa Brígida. Nicolás nació un Skanninge (Ostergotland). Temprano en la vida decidió ser un sacerdote. Estudió en París y Orleans; en su retorno a Suecia en 1358 fue canónigo en Linköping y Uppsala. En 1361 era al mismo tiempo archi-diácono y vicario general de la antigua e importante diócesis de Linköping, misma que administró durante la ausencia de su obispo. En 1374 fue elegido obispo de Linköping, cargo en el que lo ratificó el Papa Gregory XI, pero por la oposición del Rey Alberto no pudo tomar posesión hasta 1375. |
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Fuente: stjteresianas.pcn.net
Mercedes del Sagrado Corazón Prat, Beata Virgen y Mártir, 24 de julio
Virgen y Mártir Martirologio Romano: En Barcelona, España, beata María de la Merced Prat, de la Sociedad de Santa Teresa de Jesús, virgen y mártir, que durante la guerra civil española fue condenada a muerte por ser religiosa (1936). La Madre Mercedes nació en Barcelona (España) el 6 de marzo de 1880. Su padre, Don Juan Prat, murió el 26 de mayo de 1895, y su madre Doña Teresa Prat entregó su alma al Señor, un año después, el 16 de mayo de 1896. |
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Fuente: Enciclopedia-Aragonesa.com
María Pilar de San Francisco Borja y compañeras, Beatas Virgenes y Mártires, 24 de julio
Vírgenes y Mártires Martirologio Romano: En la ciudad de Guadalajara, en España, beatas María Pilar de San Francisco Borja (Jacoba) Martínez García, Teresa del Niño Jesús y de San Pablo de la Cruz (Eusebia) García y García, y María Ángeles de San José (Marciana) Valtierra Tordesillas, carmelitas descalzas, vírgenes y mártires, todas ellas coronadas con el martirio durante la guerra, mientras aclamaban a Cristo, su Esposo (1936). (Tarazona, 1877 - Guadalajara, 1936). Nació un 30 de diciembre en la calle Garnacha, número 1, hoy calle doña Valeriana Irazoqui, muy cerca de la Merced. Fue el undécimo de los hijos del matrimonio compuesto por Luis Martínez y Gabina García. Fue bautizada con el nombre de Jacoba en el templo catedralicio de Tarazona (parroquia de San Andrés) y confirmada por el obispo don Ramón Fernández en la iglesia de Santa María Magdalena. |
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Fuente: Diocesisgetafe.es
María Ángeles de San José (Marciana) Valtierra Tordesillas, Beata Virgen y Mártir, 24 de julio
Virgen y Mártir Martirologio Romano: En la ciudad de Guadalajara, en España, beatas María Pilar de San Francisco Borja (Jacoba) Martínez García, (Eusebia) García y García, y María Ángeles de San José (Marciana) Valtierra Tordesillas, carmelitas descalzas, vírgenes y mártires, todas ellas coronadas con el martirio durante la guerra, mientras aclamaban a Cristo, su Esposo (1936). Nace en Getafe (Madrid), a vista del Cerro de los Angeles y de su Monumento al Sagrado Corazón de Jesús el 5 de marzo de 1905. “Tres palomas del Carmelo
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uente: Carmelnet.org
Teresa del Niño Jesús y de San Juan de la Cruz (Eusebia) García y García, Beata Virgen y Mártir, 24 de julio
Virgen y Mártir Martirologio Romano: En la ciudad de Guadalajara, en España, beatas María Pilar de San Francisco Borja (Jacoba) Martínez García, Teresa del Niño Jesús (Eusebia) García y García, y María Ángeles de San José (Marciana) Valtierra Tordesillas, carmelitas descalzas, vírgenes y mártires, todas ellas coronadas con el martirio durante la guerra, mientras aclamaban a Cristo, su Esposo (1936). Nació en Mochales (Guadalajara) el 5.3.1909 y se llamó Eusebia. Fue la segunda de ocho hermanos. Sus padres, Juan y Eulalia, la educaron en una fe recia y generosa. |
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Fuente: franciscanos.net
Modestino de Jesús y de María Mazzarell, Beato Presbítero, 24 de julio
Presbítero Martirologio Romano: En Nápoles, ciudad de la Campania, beato Modestino de Jesús y de María (Domingo) Mazzarello, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que, cercano siempre a toda clase de pobres y afligidos, al asistir a los moribundos en tiempo de cólera murió contagiado de la misma enfermedad (1854). (1802‑1854) |
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Fuente: Enciclopedia Católica
Juan Boste, Santo Presbítero y Mártir, 24 de julio
Presbítero y Mártir Martirologio Romano: En Durhan, en Inglaterra, san Juan Boste, presbítero, que, siendo reina Isabel I, por ser sacerdote sufrió el martirio y ante el juez no cesó de dar ánimos a sus compañeros (1594). Sacerdote y mártir, nacido de una buena familia católica en Dufton, en Westmorelan, aproximadamente en 1544. Murió en Durham, el 24 de julio de 1594. Estudió en el Queen College, Oxford, de 1569 a 1572, llegó a ser integrante de la academia, y fue recibido en la Iglesia de Brome, en Suffolk, en 1576. Renunció a su pertenencia a la academia en 1580, y fue a Reims, donde fue ordenado sacerdote el 4 de marzo de 1581, y en abril fue enviado a Inglaterra. |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Luisa de Saboya, Beata Princesa, 24 de julio
Pricesa, Viuda, Religiosa Martirologio Romano: En Orbe, de Saboya (hoy en el cantón de Vaud), beata Luisa, religiosa, hija del duque beato Amadeo, que contrajo matrimonio con el príncipe Hugo de Châlon-Arlay y, fallecido éste, profesó la Regla de Santa Clara, reformada por santa Coleta, viviendo fielmente y con humildad la vida religiosa (1503). La muy encumbrada, poderosa, acaudalada e ilustre dama, Luisa de Saboya señalada por Dios para convertirse en una humilde monja de las Clarisas Pobres, nació en el año de 1461, en cuna de oro, como se dice. Fue hija de Amadeo IX, duque de Saboya, y también beatificado; por parte de su madre, Yolanda, fue nieta del rey Carlos VII de Francia, sobrina del rey Luis XI y prima de Santa Juana de Valois. El duque murió antes de que su hija cumpliese los nueve años, y la pequeña Luisa fue admirablemente educada por su madre. Desde muy temprana edad dio muestras de poseer cualidades espirituales extraordinarias. Catalina de Saulx, una de las damas de honor de Luisa escribió sobre ella estas palabras: "Era tan dulce y generosa, bien dispuesta, y amable, que despertaba el afecto de todos que se dejaban llevar por su atractivo y conquistar por su encanto". A la edad de dieciocho años, se caso con Hugo de Chálons, señor de Nozeroy, un hombre tan bueno como rico y poderoso, quien, de completo acuerdo con su mujer, impuso en su hogar una vida perfectamente cristiana. Tanto por ejemplo como por precepto, marido y mujer crearon un alto nivel de vida moral y material para todos los que moraban en sus tierras y dependían de ellos de alguna manera. En contraste con los palacios y residencias de los otros nobles acaudalados, la suntuosa casa de los de Chálons parecía un monasterio. Con especial empeño se combatía la costumbre de jurar o usar palabras groseras; la señora Luisa fue, sin duda, la primera ama de casa que tuvo una alcancía para los pobres, en la que todos los que vivían o visitaban su casa, tenían obligación de echar dinero, si se les iba la lengua y decían malas palabras. Luisa prodigó ampliamente su caridad hacia los enfermos y necesitados, hacia las viudas y los huérfanos especialmente hacia los leprosos. |
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Fuente: Franciscanos.net
Kinga (Cunegunda), Santa Princesa de Polonia, 24 de julio
Virgen Martirologio Romano: En Stary Sacz, de Tarnow, en Polonia, santa Kinga o Cunegunda, hija del rey de Hungría y casada con el príncipe Boleslao, la cual, de acuerdo con su esposo, conservó su virginidad y, muerto éste, profesó la vida religiosa bajo la Regla de Santa Clara, en el monasterio fundado por ella misma (1293). Virgen y religiosa de la Segunda Orden (1224‑1292). Aprobó su culto Alejandro VIII el 11 de junio de 1690. Canonizada por Juan Pablo II en 1999. |
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Fuente: Corazones.org
Boris y Gleb, Santos Mártires, 24 de julio
Mártires Martirologio Romano: En Rusia, santos Boris y Gleb, mártires, príncipes de Rus e hijos de san Vladimiro, que prefirieron morir antes que oponerse por la fuerza a su hermano Svatopolk. Boris consiguió la palma del martirio cerca de Pereislavia, junto al río Altam, y Gleb, poco después, junto al río Dneper, cerca de Smolensko (1015). Boris y Gleb, hijos de San Vladimiro, Duque de Muscovy y nietos de Santa Olga. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
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