jueves, 2 de agosto de 2012

[ † ] Viernes 03 de Agosto de 2012. Santa Juana de Chantal ¡ruega por nosotros!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 13, 54-58

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo fue Jesús a su pueblo y se puso a enseñarles en la sinagoga judía. La gente, admirada, decía:
"¿De dónde le vienen a éste esa sabiduría y esos poderes milagrosos? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas entre nosotros? ¿De dónde, pues, le viene todo esto?"
Y los tenía desconcertados. Pero Jesús les dijo:
"Un profeta sólo es despreciado en su pueblo y entre los suyos".
Y no hizo allí muchos milagros por su falta de fe.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las “palabras de vida eterna” (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: “si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). “Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso”. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: “quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación” (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados graves al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

vie 17a. Ordinario año Par

Antífona de Entrada

Sálvanos, Señor y Dios nuestro, reúnenos de entre las naciones; para que podamos agradecer tu poder santo y sea nuestra gloria alabarte.

Oración Colecta

Oremos:
Concédenos, Señor, Dios nuestro, amarte con todo el corazón y, con el mismo amor, amar a nuestros prójimos.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

La gente se amotinó contra Jeremías en el templo del Señor

Lectura del libro del profeta Jeremías 26, 1-9

Al comienzo del reinado de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá, el Señor me dirigió esta palabra:
"Párate en el atrio del templo del Señor y proclama, sin omitir nada, todo lo que te mando decir a los que vienen de las ciudades de Judá para dar culto en el templo. Tal vez te hagan caso y se conviertan de su mala conducta. Si lo hacen, yo me arrepentiré del mal que pensaba hacerles para castigar sus malas acciones: Les dirás:
Así dice el Señor: Si no me obedecen; si cumplen la ley que les he dado; si no escuchan las palabras de mis siervos los profetas, a quienes yo les envío sin cesar y ustedes no hacen caso, trataré a este templo como al santuario de Siló, y todas las naciones citarán el nombre de esta ciudad en sus maldiciones".
Los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo oyeron a Jeremías pronunciar estas palabras en el templo del Señor. Y cuando Jeremías acabó de decir lo que el Señor le había mandado decir a todo el pueblo, lo apresaron lo sacerdotes, los profetas y todo el pueblo, diciendo:
"Morirás por esto. ¿Por qué profetizas en nombre del Señor, diciendo que este templo correrá la suerte del santuario de Siló y que esta ciudad será destruida y despoblada?"
Entonces todo el pueblo se abalanzó sobre Jeremías en el templo del Señor.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 68, 5.8-10.14

Escúchanos, Señor, conforme a tu clemencia.

Más que los cabellos de mi cabeza son los que me odian sin motivo; más fuertes que yo, los que me atacan sin razón. ¿Es que tengo que devolver lo que no he robado? Escúchanos, Señor, conforme a tu clemencia. Por ti sufro el insulto y la vergüenza cubre mi rostro. Soy un extranjero para mis hermanos, un extraño para los hijos de mi madre. Me desvelo por defender tu templo, el insulto de los que te insultan cae sobre mí.
Escúchanos, Señor, conforme a tu clemencia.

Pero yo dirijo mi oración a ti, Señor, en el tiempo propicio; por tu inmenso amor respóndeme, sálvame, Señor, pues eres fiel.
Escúchanos, Señor, conforme a tu clemencia.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
La palabra de Dios permanece para siempre. Y ésa es la palabra que se les ha anunciado.
Aleluya.

Evangelio

¿No es éste el hijo del carpintero? ¿De dónde, pues, ha sacado esa sabiduría y esos poderes milagrosos?

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 13, 54-58

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo fue Jesús a su pueblo y se puso a enseñarles en la sinagoga judía. La gente, admirada, decía:
"¿De dónde le vienen a éste esa sabiduría y esos poderes milagrosos? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas entre nosotros? ¿De dónde, pues, le viene todo esto?"
Y los tenía desconcertados. Pero Jesús les dijo:
"Un profeta sólo es despreciado en su pueblo y entre los suyos".
Y no hizo allí muchos milagros por su falta de fe.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, estos dones que te presentamos en señal de sumisión a ti, y conviértelos en el sacramento de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

La alabanza, don de Dios

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Pues aunque no necesitas nuestra alabanza, es don tuyo el que seamos agradecidos; y aunque nuestras bendiciones no aumentan tu gloria, nos aprovechan para nuestra salvación, por Cristo, Señor nuestro.
Por eso,
unidos a los ángeles y los arcángeles, te aclamamos llenos de alegría:

Antífona de la Comunión

Ven, Señor, en ayuda de tu siervo y sálvame por tu misericordia. Que no me arrepienta nunca de haberte invocado.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Que el sacramento del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo que acabamos de recibir, nos ayude, Señor, a vivir más profundamente nuestra fe.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

 

17ª Semana. Viernes

SIN RESPETOS HUMANOS

— Valentía para seguir a Cristo en cualquier ambiente y circunstancias.

— Vencer los respetos humanos, parte de la virtud de la fortaleza.

— Muchos necesitan el testimonio claro de nuestro sentir cristiano. Ejemplaridad.

I. Cuando Jesús inició su vida pública, muchos vecinos y parientes le tomaron por loco1, y en su primera visita a Nazaret, que leemos en el Evangelio de la Misa2, sus paisanos se niegan a ver en Él nada sobrenatural y extraordinario. En sus palabras se puede ver la envidia, apenas contenida. ¿De dónde le viene a este esa sabiduría y esos poderes? ¿No es este el hijo del artesano?... Y se escandalizaban de Él.

Desde el principio, Jesús arrostró una corriente de maledicencias y de desprecios, nacidas de egoísmos cobardes, porque proclamaba la Verdad sin respetos humanos. Esa corriente iría aumentando con los años, hasta desatarse en calumnias y en persecución abierta, que le llevaría a la muerte. Sus mismos enemigos reconocerán en ocasiones diversas: Maestro, sabemos que eres sincero y que con verdad enseñas el camino de Dios, sin darte cuidado de nadie, y que no haces acepción de personas3.

La misma disposición –desprendimiento de juicios y alabanzas– pide el Maestro a sus discípulos. Los cristianos debemos cultivar y defender el debido prestigio profesional, moral y social, justamente labrado, porque forma parte de la dignidad humana, y para llevar a cabo la labor apostólica que hemos de realizar en medio de nuestras tareas. Pero no debemos olvidar que, en muchas ocasiones, nuestra conducta chocará con el comportamiento de los que se oponen a la moral cristiana, o de aquellos otros que se han aburguesado en el seguimiento de Cristo. Además, el Señor nos puede pedir también –en circunstancias extraordinarias– que renunciemos incluso a ese patrimonio de honra, y aun a la misma vida. Y a eso estamos dispuestos, con la ayuda de la gracia. Todo lo nuestro es del Señor.

El cristiano debe rechazar el miedo de parecer chocante si, por vivir como discípulo de Cristo, su conducta es mal interpretada o claramente rechazada. Quien ocultara su condición de cristiano en medio de un ambiente de costumbres paganas, se doblegaría, por cobardía, al respeto humano, y sería merecedor de aquellas palabras de Jesús: quien me niegue ante los hombres, Yo también le negaré ante mi Padre que está en los cielos4. El Señor nos enseña que la confesión de la fe –con todas sus consecuencias, en cualquier ambiente– es condición para ser discípulo suyo.

De este modo se comportaron muchos fieles seguidores de Jesús, como José de Arimatea y Nicodemo, que –siendo discípulos ocultos del Señor– no tuvieron inconveniente en dar la cara a la hora en que humanamente parece todo perdido, pues Jesús ha muerto crucificado. Ellos, al contrario de otros, “son valientes declarando ante la autoridad su amor a Cristo –“audacter”– con audacia, a la hora de la cobardía”5. Así se comportaron después los Apóstoles, que se mostraron firmes ante el abuso del Sanedrín y ante las persecuciones de los paganos, bien convencidos de que la doctrina de la Cruz de Cristo es necedad para los que se pierden, pero para los que se salvan, para nosotros, es fuerza de Dios6. Y el mismo San Pablo, que nunca se avergonzó de predicar el Evangelio, escribía a su discípulo Timoteo: no nos ha dado Dios un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de templanza. No te avergüences jamás del testimonio de nuestro Señor7. Son palabras dirigidas hoy a nosotros para que mantengamos la fidelidad al Maestro cuando las circunstancias o el ambiente se presenta adverso.

II. La vida del cristiano ha de desarrollarse llena de normalidad, allí donde le ha tocado vivir, pero con frecuencia representará un fuerte contraste con modos de obrar tibios, aburguesados o indiferentes, y más con tantos comportamientos anticristianos, que no raramente son indignos de un ser humano. En estos casos, es lógico que la diferencia sea más llamativa; y no ha de sorprendernos que quienes actúan al margen de las enseñanzas de Cristo juzguen injustamente a los cristianos y que exterioricen esos juicios con ironías, comentarios mordaces e incluso con palabras ofensivas. Lo mismo sucedió a Nuestro Señor.

Quizá no se trate, normalmente, de sufrir grandes violencias físicas por causa del Evangelio, sino de soportar murmuraciones y calumnias, sonrisas burlonas, discriminaciones en el lugar de trabajo, pérdida de ventajas económicas o de amistades superficiales... A veces, quizá en la misma familia o con los amigos será necesaria una buena dosis de serenidad y fortaleza sobrenatural para mantener una postura coherente con la fe. Y en esas incómodas situaciones se puede presentar la tentación de escoger el camino fácil y evitar en los otros un movimiento de rechazo, de incomprensión, incluso de burla, a costa de ceder en la postura que debe mantener siempre un buen cristiano; puede meterse en el alma la idea de no perder amigos, de no cerrarse puertas por las que quizá será necesario pasar más tarde... Viene la tentación de dejarse llevar por los respetos humanos, ocultando la propia identidad, la condición de discípulos de Cristo que quieren vivir muy cerca de Él.

En esas situaciones difíciles, el cristiano no debe preguntarse qué es lo más oportuno, aquello que será bien acogido o aceptado, sino qué es lo mejor, qué espera el Señor en aquella concreta circunstancia. Muchas veces los respetos humanos son consecuencia de la comodidad de no llevarse un pequeño mal rato, del afán de agradar siempre o del deseo de no distinguirse dentro de un grupo. Y quizá el Señor espera eso, que nos distingamos, que seamos coherentes con la fe y el amor que llevamos en el corazón, que expresemos, aunque solo sea con el silencio, con unas pocas palabras, con un gesto o con una actitud... nuestras convicciones más profundas. Esta firmeza en la fe, que se transparenta en la conducta, es frecuentemente, sin darnos cuenta, el mejor modo de expresar el atractivo de la fe cristiana, y el comienzo del retorno de muchos hacia la Casa del Padre.

Para muchos que comienzan a seguir a Cristo, este es uno de los principales obstáculos que se presentarán en su camino. “¿Sabéis –pregunta el Santo Cura de Ars– cuál es la primera tentación que el demonio presenta a una persona que ha comenzado a servir mejor a Dios? Es el respeto humano”8, porque toda persona normal posee un sentido innato de vergüenza que la lleva a rehuir aquellas situaciones que la ponen en evidencia delante de los demás. Esta será nuestra mayor alegría: dar la cara por Jesucristo, cuando la ocasión lo requiera. Jamás nos arrepentiremos de haber sido coherentes con nuestra fe cristiana.

III. Muchas personas están a nuestro alrededor esperando el testimonio claro de un sentir cristiano. ¡Cuánto bien podemos hacer con la conducta! ¡Qué necesitado está el mundo de cristianos trabajadores, amables, cordiales y firmes en su fe! A veces oímos hablar de un “artículo valiente” porque ataca el magisterio del Papa o porque defiende el aborto o los anticonceptivos... Sin embargo, lo valiente en la época en que nos ha tocado vivir es precisamente defender la autoridad del Romano Pontífice en lo que a la fe y a la moral se refiere, defender el derecho a la vida de toda persona concebida, tener –si esa es la voluntad de Dios– una familia numerosa o defender la indisolubilidad del matrimonio. ¡Cuántos corazones vacilantes han sido fortalecidos por una actuación llena de firmeza!

Es necesario y urgente obtener de Dios, si nos faltara, la audacia propia de los hijos de Dios para vencer los temores. No podemos permitir que al Señor se le expulse o se le ponga entre paréntesis en la vida social, que hombres sectarios pretendan relegarlo al ámbito de la conciencia individual amparados en la inoperancia de gente buena acobardada.

No nos ha de extrañar sentir la tentación de pasar inadvertidos en determinadas situaciones que resultan conflictivas, a causa del Evangelio. El mismo San Pedro, después de haber sido confirmado como Cabeza de la Iglesia, después de recibir el Espíritu Santo, por respetos humanos cayó en pequeñas concesiones prácticas al ambiente adverso, que le fueron señaladas por San Pablo con firmeza y lealtad9. Este episodio, lejos de empañar la santidad y la unidad de la Iglesia, demostró la perfecta unión de los Apóstoles, el aprecio de San Pablo hacia la Cabeza visible de la Iglesia y la gran humildad de San Pedro para rectificar. También nosotros nos podemos ayudar mucho si en estos casos, con fortaleza y aprecio verdadero, practicamos la corrección fraterna, como hacían los cristianos de la primera hora.

El Señor nos da ejemplo de la conducta que hemos de seguir. Él sabía, desde aquel día en Nazaret, que muchos no estarían de acuerdo con Él. Jamás actuó de cara a los hombres; solo le importó una cosa: cumplir la voluntad del Padre. Nunca dejó de curar, por ejemplo, en sábado, aunque bien sabía que estaban espiándole para ver si curaba en ese día10. Jesús sabe lo que quiere, y lo sabe desde el principio. Jamás se le ve en todo su ministerio, ya sea en sus palabras o en su modo de actuar, vacilar, permanecer indeciso, y menos volverse atrás. Jesús pide esta misma voluntad firme a los suyos. “Con ello infunde a sus discípulos su modo de ser. Están muy lejos de Él la precipitación y más aún la indecisión, las claudicaciones y las salidas de compromiso. Todo su ser y su vida son un “sí” o un “no”. Jesús es siempre el mismo, siempre dispuesto, porque cuando habla y cuando obra, siempre lo hace con plena lucidez de conciencia y con toda su voluntad”11.

Pidamos a Jesús esa firmeza para guiarnos en toda circunstancia por el querer de Dios, que permanece para siempre, y no por la voluntad de los hombres, que es cambiante, antojadiza y poco duradera.

1 Mc 3, 21. — 2 Mt 13, 54-58. — 3 Mt 22, 16. — 4 Mt 10, 32. — 5 Cfr. San Josemaría Escrivá, Camino, n. 841. — 6 1 Cor 1, 18. — 7 2 Tim 1, 7-8 — 8 Santo Cura de Ars, Sermón sobre las tentaciones. — 9 Gal 2, 11-14. — 10 Mc 3, 2. — 11 K. Adam, Jesucristo, Herder, Barcelona 1970, p. 95.

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Santoral                   (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Santa Juana de Chantal
Fundadora
Año 1641

Que Santa Juana nos consiga de Dios la gracia 
de dedicar totalmente nuestra vida y nuestras fuerzas
 y capacidades a propagar el Reino de Dios y 
a conseguir la salvación de muchas almas.

Nadie tiene mayor amor que quien sacrifica
 su vida por los demás (Jesucristo Jn. 15, 13).

 

Esta santa fue la más activa colaboradora de San Francisco de Sales en la fundación de la comunidad de las Hermanas de la Visitación.

Nació en Dijon, Francia, en 1572. Era hija del Presidente del Parlamento de esa región, el Sr. Fremiot, hombre muy distinguido y apreciado. Su santa madre murió cuando la niñá tenía apenas 18 meses, y toda la educación de la futura santa en sus primeros años corrió por cuenta de su padre, el cual supo encaminarla hacia la consecución de una gran personalidad.

Cuando la niña tenía aproximadamente unos ocho años, llegó a su casa un protestante, el cual decía que no era posible que Dios convirtiera una hostia en el cuerpo de Cristo. La jovencita le preguntó: "¿Sabe Ud. el Credo?". - Claro que sí, respondió el otro- "¡Pués dígalo!" Y el protestante empezó a decir: Creo en Dios Padre Todopoderoso... En ese momento Juana lo interrumpió exclamando: -¡Uy, no diga Ud. eso de que Dios es Todopoderoso!- ¿Por qué? - ¡Porque si Dios no puede hacer que una hostia se convierta en el cuerpo de Jesucristo, ya Dios no es Todopoderoso!- El otro no fue capaz de responderle.

En 1592, al cumplir Juana sus 20 años, se casó con el Barón de Chantal, un aguerrido militar que poseía un castillo cerca al de la familia de la joven. En adelante ella se llamará la Señora Fermiot de Chantal. Su matrimonio transcurrió felizmente por nueve años, y tuvierón un hijo y tres hijas. Pero en 1601 el esposo salió de cacería y a uno de sus compañeros se le disparó el arma y lo hirió mortalmente. Ya moribundo el Sr. Chantal hizo jurar a Juana que no tomaría ninguna venganza contra el que lo había herido, y murió santamente. Ella quedaba viuda de sólo 29 años y con cuatro hijos pequeños. Fue después madrina de los hijos del que había matado a su marido, y para demostrar que sí perdonaba totalemente, ayudó siempre a esa familia.

Por dos años le pidió a Nuestro Señor la gracia de encontrar un director espiritual que la encaminara hacia la santidad. Y una vez en sueños vio a un sacerdote alto y venerable, y oyó una voz que le decía: "Ese es". - Ella no lo había visto nunca antes. Y en el año 1604 San Francisco de Sales fue a la ciudad de Dijon a predicar la Cuaresma, y Juana asistió a sus sermones, y tan pronto lo vio la primera vez, se dio cuenta de que este era el sacerdote que le había sido indicado en el sueño. Por su parte San Francisco fijó su atención en una señora de riguroso luto que le atendía muy esmeradamente su sermón y al terminar la predicación le preguntó al Sr. Arzobispo quién era la tal señora.- "Es mi hermana - le dijo el prelado - y mañana se la presento". Al día siguiente llevó a su hermanaa Juana a visitar a Monseñor de Sales.

Desde el primer día en que se encontraron, San Francisco de Sales y Santa Juana de Chantal, se dieron cuenta de que estaban destinados a ayudarse fuertemente en lo espiritual el uno al otro. La santa hizo con él una confesión general de toda su vida, y le pidió que fuera su director espiritual. Esta amistad santa la hará progresar mucho en la perfección. El personal de servicio que había en el Castillo de Dijon, donde Juana vivía (al lado de su suegro duro gruñón, que la hizo sufrir muchísimo, pero del cual ella nunca se quejó), comentaba: "Esta señora ha cambiado como la noche al día, desde que recibe consejos del santo obispo de Sales. Ahora es mucho más amable y bondadosa".

La viuda Juana se dedicó a educar a sus hijos, y a administrar muy bien los bienes que le había dejado su marido, y a repartir cuantiosas limosnas a los pobres. Había hambre y escasez en el país y cada día una gran fila de mendicantes llegaba al castillo a recibir abundante comida y buenas atenciones médicas. Ella misma visitaba en sus ranchos a los que estaban postrados y asistía a los enfermos más repugnantes y abandonados. Todo el numeroso personal de trabajadores de sus fincas rezaba las oraciones por la mañana y por la noche, asistía a misa cada domingo y recibía instrucciones religiosas cada semana. La amaban como a madre cariñosa.

Su inmenso deseo era el de hacerse religiosa, pero San Francisco se oponía a ello, porque primero tenía que educar bien a sus hijos. Finalmente cuando estos ya estuvieron bien formados y preparados para triunfar en la vida, el santo aceptó que se fuera de religiosa. Pero entonces su padre y sus hijos se opusieron totalmente. El papa se le arrodilló llorando, a suplicarle que no se alejara de los suyos, pero ella seguía inconmovible en su determinación de seguir su vocación. Su hijo se acostó en la puerta diciendo que tendría que pasar sobre él si quería irse de religiosa. La valiente mujer, pasó sobre el cuerpo de su muy amado hijo, y casi desmayada por su inmenso pesar se alejó llorando y partió velozmente hacia el sitio en donde iba a empezar su labor de religiosa. Todos sus parientes se alegrarán después y se felicitarán por tener de familiar a una religiosa de tanto prestigio y de tan grande santidad.

San Francisco de Sales había preparado con muchos años de oración y de meditación la fundación de una nueva comunidad de religiosas. Las llamó Hermanas de la Visitación de la Sma. Virgen. El santo obispo encontró en Juana Francisca la mujer ideal para que le dirigiera su comunidad de mujeres. Así que en 1610, los dos santos emprendieron la fundación de esta nueva Congregación que tantos triunfos religiosos le iba a proporcionar a la Iglesia Católica. Esta comunidad tenía la especialidad de que recibía personas aun con graves defectos, y muy pobres, con tal de que tuvieran un fuerte deseo de llegar a la santidad. San Francisco repetía que cada casa religiosa es un hospital de almas a donde acuden quienes tienen el alma enferma, pero desean conseguir su curación espiritual.

Pronto se hizo popular en el mundo el Reglamento tan bondadoso y humano que el santo de Sales redactó para sus religiosas de la Visitación. Se propuso que no fuera "ni demasiado duro para las débiles, ni demasiado suave para las fuertes". El santo quería que la bondad, la mansedumbre y la humildad fueran las características o distintivos de sus religiosas, y santa Juana y sus compañeras se propusieron llevar a la práctica lo mejor posible estos ideales del santo fundador.

Para ellas y para las demás mujeres que desearan llegar a la santidad por medios fáciles y sencillos, compuso San Francisco tres libros formidables que han hecho inmenso bien en todo el mundo "La Práctica del amor de Dios" (el preferido por Santa Juana), que la llevó a ella a un altísimo grado de amor hacia nuestro Señor. "Las conversaciones Espirituales" (que son las charlas que el santo les hacía a las religiosas cuando iba a visitarlas y que la Madre Chantal y sus compañeras fueron copiando cuidadosamente) y El arte de aprovachar nuestras faltas que no fue redactado como libro por el santo, sino que ha sido extractado de los centenares de cartas que el escribió a las personas a las cuales proporcionaba dirección espiritual por correspondencia. Estos escritos sumados a su libro más famoso "La introducción a la Vida Devota" (o Filotea) llevaron a la Madre Chantal y a sus compañeras a un altísimo grado de espiritualidad.

Su padre, el Presidente Fremiot, había formado a Juana con una rigidez especial, como preparándola para terribilísimos problemas que se le pudieran presentar en la vida, y esta formación le llegó muy oportuna, porque el sartal de dificultades que le fueron llegando, parecía interminable.

Primero fue la muerte inesperada de su esposo en tan absurdo accidente y el aguantar pacientemente por años a su suegro, viejo gruñón y cansón. Luego su hijo Celso, al cual había preparado con tanto esmero, entró de militar, y al salir a defender la patria contra los invasores extranjeros y contra los herejes hugonotes, cayó muerto en la batalla, dejando una viuda muy joven y una niña recién nacida (de cuya formación tuvo que encargarse la madre Chantal). Una de sus hijas se casó con un alto empleado de la corte, el cual murió inesperadamente en una epidemia, y la joven esposa en medio de grandes angustias murió al dar a luz a su primer hijo.

En 1622 murió San Francisco de Sales, dejándola sola al frente de una numerosa Comunidad, recién fundada, y luego llegó la peste que acabó con buena parte de las religosas de su comunidad. Además de todo esto, la alta sociedad no dejaba de criticarla y burlarse de ella por haber entrado de religiosa (San Francisco le escribía una vez: "Si Ud. se hubiera casado nuevamente con un señor riquísimo, la gente no la criticaría, pero como se dedicó a servir al Creador del cielo y de la tierra, ahora sí que la critican sin compasión. Ánimo: trabajar y hacer el bien incansablemente, y dejar que murmuren hasta que se revienten").

Cuando San Francisco de Sales murió, se encargó de la dirección espiritual de Juana y de sus religiosas, San Vicente de Paul, y este santo dejó de ella el siguiente retrato espiritual: "Era una mujer de gran fe y sin embargo tuvo tentaciones contra la fe toda su vida. Aparentemente había alcanzado la paz y la tranquilidad del espíritu, pero en su interior sufría terribles pruebas, tentaciones abominables y una sequedad espiritual que la hacía sufrir mucho. La vista de su propia alma la atormentaba. Pero en medio de tan grandes sufrimientos jamás perdió la serenidad y el buen genio, y todo lo hacía por amor a Dios y por la salvación de las almas. Por eso la considero como una de las almas más santas que haya habido sobre la tierra". Magnífico elogio hecho por un gran santo, acerca de una santa admirable.

En 1641 había visitado ya uno por uno los 65 conventos que su comunidad tenía en varios países. Tenía 69 años. Le había dicho a Nuestro Señor: "Puedes destruir y cortar y quemar todo lo que en mí y en mi vida te parezca que es necesario sacrificar para cooperar a la extensión de tu reino". Y Dios le había aceptado su generoso ofrecimiento. Extenuada y falta de fuerzas a causa de tanto trabajar y sacrificarse por la salvación de las almas, expiró santamente el 13 de diciembre de ese mismo año, 1641. El Papa la declaró santa en 1767.

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Fuente: Mercaba.org
Lidia de Tiatira, Santa Comerciante, 3 de agosto  

Lidia de Tiatira, Santa

Comerciante

Martirologio Romano: Conmemoración de santa Lidia de Tiatira, vendedora de púrpura, que fue la primera que creyó en el Evangelio en Filipos, en Macedonia, cuando lo predicó el apóstol san Pablo (s. I).

 

Ser el primero en hacer algo es un modo seguro de hacer que tu nombre figure en el libro de los récords. La primera persona en dar la vuelta al globo. La primera persona en correr la milla en menos de tres minutos. La primera persona en llegar al Polo Sur. Lidia también fue una de las primeras. Su familia fue la primera en Europa en convertirse al cristianismo y ser bautizada.

Lidia era una comerciante de púrpuras. Eso podría no significar mucho para nosotros hoy en día, pero en el siglo primero eso significaba que era una mujer muy rica. Dado que el tinte de la púrpura se extraía con muchas dificultades de cierto molusco, sólo una elite podía permitirse tener telas teñidas de ese color. Una mercader que vendiera ese tinte tan extremadamente costoso era rica, se mirase como se mirase.

La riqueza se cita a menudo como uno de los principales obstáculos al crecimiento espiritual.

Se nos advierte que "es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de los Cielos". Eso no significa, sin embargo, que ser pobre te haga mejor automáticamente. Una persona pobre que acumula unas pocas posesiones no es mejor que una persona rica que acumula muchas. No hay indicaciones de que Lidia abandonara su negocio tras convertirse al cristianismo. Pero hay muchas pruebas de que utilizó su fortuna sabiamente.

Entendió que el valor real de la riqueza reside en el modo en que la usas, no en cuánto tienes.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Agustín Kazotic, Beato Obispo, 3 de agosto,  

Agustín Kazotic, Beato

Obispo

Martirologio Romano: En Lucera, en la Apulia, beato Agustín Kazotic, obispo, de la orden de Predicadores, que en un principio estuvo al frente de la Iglesia de Zagreb y, posteriormente, por la hostilidad del rey de Dalmacia, asumió la sede de Lucera, donde desarrolló una gran obra de ayuda en favor de los pobres y los necesitados (1323).

 

Agustín Kazotic nació en Trogir, ciudad de la Dalmacia, en 1260. Tomó el hábito de los frailes predicadores antes de cumplir los veinte años. Estudió en la Universidad de París. El beato predicó con gran fruto a sus compatriotas y fundó en su patria varios conventos de su orden, a los que dio por lema las palabras de San Agustín: "Desde que estoy al servicio de Dios no he conocido hombres más buenos que los monjes que viven santamente, pero tampoco he conocido hombres más malos que los monjes que no viven como debieran".

Fue enviado a Hungría, donde conoció al cardenal Nicolás Boccasini, legado pontificio, quien sería más tarde Papa con el nombre de Benedicto XI. En 1303, el cardenal Boccasini consagró al Beato Agustín obispo de Zagreb, en Croacia.

El clero y toda la diócesis de Zagreb necesitaban urgentemente una reforma. El beato reunió varios sínodos disciplinares, cuyos cánones puso en ejecución en frecuentes visitas pastorales y fomentó las ciencias sagradas y el estudio de la Biblia mediante la fundación de un convento de la Orden de Santo Domingo. Además, asistió al Concilio ecuménico de Vienne (1311-12). A su retorno, sufrió la persecución del gobernador de Dalmacia, Miladino, contra cuya tiranía y exacciones había protestado.

Tras de regir durante 14 años la diócesis de Zagreb, el beato fue trasladado a la sede de Lucera, en la provincia de Benevento. Ahí trabajó por desarraigar la corrupción moral y religiosa que los sarracenos habían dejado tras de sí.

El beato poseía el don de curar a los enfermos. Su muerte ocurrió el 3 de agosto de 1323. Su culto fue oficialmente confirmado en 1702.

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Fuente: Santiebeati.it
Asprenato, Santo Obispo, 3 de agosto  

Asprenato, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Nápoles, de la Campania, san Asprenato, primer obispo de la ciudad (s. II/III).

 

Muchos napolitanos, por la gran devoción para el patrón principal de la ciudad san Genaro y de su espectacular milagro anual de la licuefacción de la sangre, ha olvidado o hasta ignoran que el primer obispo de la naciente comunidad cristiana de Nápoles fue san Asprenato, mientras san Genaro fue obispo de Benevento y mártir en Pozzuoli en las proximidades de Nápoles.

De san Asprenato se sabe que vivió entre finales del siglo I y principios del siglo II, época en que los más recientes estudios arqueológicos, fijan los principios de la Iglesia napolitana, y como confirmación de esto, se sabe que el nombre Asprenato fue muy popular en el período de la república y en los primeros tiempos del imperio romano, luego cayó en desuso.

Varios antiguos documentos comprendidos en el famoso Calendario Marmóreo de Nápoles, certifican su existencia durante los mandatos de los emperadores Trajano y a Adriano y fijan en veintitrés años la duración de su episcopado.

De su vida no se sabe nada cierto, pero una antiquísima leyenda repetida con modificaciones en textos posteriores, cuenta que san Pedro, fundada la Iglesia de Antioquía, se encaminó hacia Roma con algunos discípulos, pasó por Nápoles, aquí encontró una viejecita enferma (identificada luego como santa Cándida La Anciana), quien prometió adherirse a la nueva fe si se curaba.

Pedro hace una oración pidiendo la sanación, a lo que los discípulos de Antioquía contestaron con ¡Amén!, Cándida se sanó, y encomienda cure también a un amigo suyo llamado Asprenato enfermo desde hace tiempo y que si lo curara también ciertamente se convirtiría.

En este instante Pedro también intercede y logra que sea curado, y luego de catequizarlo, lo bautiza. El cristianismo vivía una rápida difusión en Nápoles, y cuando Pedro decidió retomar el viaje hacia Roma, consagro a Asprenato como obispo.

Él hizo construir el oratorio de Santa María del Principio sobre que surgirá la basílica de santa Restituta y fundó la iglesia de san Pedro en Aram donde todavía hoy se conserva el altar sobre el que el apóstol celebró el Sacrificio.

El santo obispo murió rico en méritos, y varios milagros fueron conseguidos por su intercesión; su cuerpo fue llevado al oratorio de santa María del Principio, algunos estudios más recientes dicen que las reliquias están en las catacumbas de san Genaro, en cuyos alas superiores están las imágenes, no bien conservadas, de los primeros 14 obispos napolitanos.

Después de san Genaro es el segundo de los 47 santos protectores de Nápoles, cuyos bustos de plata son custodiados en la capilla del tesoro de san Genaro en la Catedral (el Duomo), aquí también esta conservado el bastón con el que san Pedro lo curó.

En la ciudad, en épocas diferentes, fueron elegidas dos iglesias en su honor y una capilla le es dedicada en la antiquísima basílica de santa Restituta.

Es invocado para calmar la jaqueca, su fiesta litúrgica es recordada en el Martirologio Romano y en el Calendario Marmóreo al 3 de agosto.

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Fuente: Franciscanos.org
Alfonso López López y Miguel Ramón Salvador, Beatos Mártires, 3 de agosto  

Alfonso López López y Miguel Ramón Salvador, Beatos

Martirologio Romano: En la aldea de Samalús, cerca de Barcelona, en España, beatos mártires Alfonso López López, presbítero, y Miguel Remón Salvador, religiosos de la Orden de Hermanos Menores Conventuales, que en el furor de la persecución contra la fe recibieron la corona del martirio por dar testimonio de Cristo (1936).

 

El 11 de marzo del año 2001, el papa Juan Pablo II beatificó a 233 mártires de la persecución religiosa en España (1936-39). Son el Beato José Aparicio y 232 compañeros. Entre ellos hay 49 miembros de la Familia Franciscana.

Alfonso López López, que encabeza el grupo, era sacerdote. Nació en Secorún (Huesca) en 1878 y fue fusilado, junto con el Beato Miguel, en Samalús (Barcelona) el 3 de agosto de 1936. Hizo los estudios eclesiásticos en Italia y, tras su ordenación sacerdotal, estuvo tres años de confesor en el Santuario de Loreto (1912-1915). Pasó el resto de su vida en Granollers (Barcelona) como docente y director espiritual.

Miguel Remón Salvador, hermano profeso, nació en Caudé (Teruel) en 1907 y fue fusilado, junto con el Beato Alfonso, en Samalús (Barcelona) el 3 de agosto de 1936. Ingresó en la Orden en Granollers, pero luego marchó a Italia e hizo la profesión solemne en Loreto donde permaneció un par de años prestando diversos servicios en la Basílica. Regresó a Granollers en 1935 para ejercer los oficios que se le confiaron, en los que siempre se mostró laborioso, afable y pacífico.

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Fuente: Santiebeati.it
Pedro de Anagni, Santo Obispo, 3 de agosto  

Pedro de Anagni, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Anagni, en el Lacio, san Pedro, obispo, que brilló primeramente en la observancia monástica y después en el celo pastoral, y llevó a término la construcción de la iglesia catedral (1105).

 


Con la Bula dada en Segni el 4 junio de 1110, dirigida a los obispos de Anagni y la Campania romana, el papa Pascual II contó a Pedro, obispo de Anagni, en el catálogo de los santos, autorizó de esta manera el culto en las diócesis de la Campania y asignó para ello que su celebración sea el 3 agosto. Por las virtudes ejercidas por el santo y los hechos milagrosos con que la divina gracia lo ilustró en vida y después de muerte, la Bula hizo referencia a la fiel narración de Bruno, obispo de Segni.

Esta narración no ha llegado a nuestros días, para conocer a Pedro ha quedado una leyenda escrita poco antes de 1181, desafortunadamente no ha sido conservada completa, le falta el prólogo y ha padecido alguna otra mutilación cuando, en 1325, fue distribuida en partes que debieron servir como lecciones para la celebración de los Oficios Divinos el día festivo del santo y en la novena previa. y en él octava. El Oficio del santo con las mencionadas lecciones es agenciado en el “Lectionarium por annum” usado en las iglesias de Anagni.

Para la composición de la leyenda el anónimo autor, que pertenece probablemente al clero de la catedral, tuvo a disposición — además del relato escrito por Bruno de Segni, que quizás sea la fuente principal — el relato, que entre 1113 y 1117 escribiera el obispo Pedro II de Anagni, de los prodigios verificados durante el doble traslado del mártir Magno y durante el reconocimiento de las reliquias de Pedro y, claro está, la tradición oral de la Iglesia de Anagni. Dando como resultado un escrito que a pesar de algunas obvias incongruencias, guarda la cronología y las circunstancias de los hechos contados, la leyenda es por lo tanto sustancialmente atendible.

Este relato nos presenta al santo obispo, animado por el espíritu de la reforma gregoriana, poniendo todos sus esfuerzos en la sede a él confiada por el Papa Alejandro II, dedicándose a la obra de restauración de la disciplina eclesiástica, a avivar el culto al mártir Magno, a recuperar los bienes de su Iglesia, usurpados por los laicos, y a reconstruir desde los cimientos el ruinoso edificio de la catedral.

Una vida de recogimiento y ruego lo prepararon para el despacho pastoral, al que fue encaminado dese niño, cuando, descendiente de la familia de los príncipes longobardos de Salerno y habiendo quedado huérfano de los padres, fue ofrecido al monasterio de San Benito. Al estudio en un ambiente rodeado de los sagrados cánones le siguió la práctica en la disertación de los asuntos eclesiásticos adquirida por su contacto con Alejandro II, a cuyo servicio como capellán, lo colocó el cardenal Ildebrando, después de lo haberlo conocido en el monasterio salernitano. Durante su episcopado Alejandro II, confía ahora en él, mandándolo como apocrisiario (legado eclesiástico) a la corte de Miguel VII emperador de oriente. Posteriormente se ausentó de su sede al seguir a Bohemundo de Tarento a las cruzadas, estando en Constantinopla cerca del emperador.

En Anagni, tuvo que sufrir mucho a causa de los clérigos hostiles a la reforma, pero cuando, después de cuarenta y tres años de episcopado, le llegó la muerte el 3 de agosto de 1105, la ardua obra estaba cumplida: reconstruida la catedral y restaurada la disciplina canónica; eclesiásticos por él formados estuvan listos a sucederle dignamente como pastores de la Iglesia de Anagni. Su amigo y colaborador, Bruno de Segni, pudo entonces, después de haber celebrado las exequias, contar la vida edificante y preparar su glorificación. En lo referente al culto, recordamos que, después de la proclamación de la santidad de Pedro, ocurrida el 4 junio de 1110, el segundo sucesor del santo, Pedro II, como es referido en la leyenda, ordenó el traslado del cuerpo de San Pedro de Anagni de la basílica superior a la inferior. Después de más de dos siglos, el canónico anagnini Jacobo de Guerra restauró el altar erguido en su honor, consagrado luego el día 11 de febrero de 1324, y, en un amplio nicho cavado en la pared de fondo, hizo pintar, noblemente sentado en cátedra, al santo obispo, entre las figuras erguidas de los santas Aurelia y Neomisia. Por fin, una constitución capitular del 15 de enero de 1325 estableció que la celebración festiva del santo fuera elevada a ritual doble con octava como las de san Magno y santa Secundina. La Iglesia de Anagni celebra todavía su fiesta el 3 de agosto, pero ya que él es uno de los patronos principales de la ciudad y diócesis, su busto de cobre cubierto de plata, que es un relicario, obra del 1541, es expuesta junto a un busto similar del mártir Magno en las celebraciones patronales del 19 de agosto.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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