martes, 12 de marzo de 2013

[ † ] Miércoles de San José. 13/03/2013. San Humberto ¡ruega por nosotros!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Juan 5 , 17-30

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a los judíos: 
"Mi Padre no cesa nunca de trabajar; por eso yo trabajo también en todo tiempo". 
Esta afirmación provocó en los judíos un mayor deseo de matarlo, porque no sólo no respetaba el sábado, sino además decía que Dios era su propio Padre, y se hacía igual a Dios.
Jesús continuó diciendo:
"Yo les aseguro que el Hijo no puede hacer nada por su cuenta; él hace únicamente lo que ve hacer al Padre; lo que hace el Padre, eso también hace el Hijo. Pues el Padre ama al Hijo y le manifiesta todas sus obras; y le manifestará todavía cosas mayores, de modo que ustedes mismos quedarán maravillados. Porque, así como el Padre resucita a los muertos, dándoles la vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere. 
El Padre no juzga a nadie, sino que le ha dado al Hijo todo el poder de juzgar. Y quiere que todos den al Hijo el mismo honor que dan al Padre. El que no honra al Hijo, tampoco honra al Padre que lo envió. Yo les aseguro que quien acepta lo que yo digo y cree en el que me envió, tiene la vida eterna; no sufrirá un juicio de condenación, sino que ha pasado de la muerte a la vida. 
Les aseguro que está llegando la hora, mejor aún, ha llegado ya, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y todos los que la oigan, vivirán. Pues así como el Padre tiene el poder de dar la vida, ha dado al Hijo ese mismo poder. Y le ha dado también autoridad para juzgar, porque es el Hijo del hombre. No se admiren de lo que les estoy diciendo, porque llegará el momento en que todos los muertos oirán su voz, y saldrán de los sepulcros. Los que hicieron el bien, resucitarán para la vida eterna; pero los que hicieron el mal, resucitarán para su condenación. 
Yo no puedo hacer nada por mi cuenta. Juzgo según lo que Dios me dice, y mi juicio es justo, porque no pretendo actuar según mi voluntad, sino que cumplo la voluntad del que me envió". 
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=272692

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

mie 4a. Sem cuaresma

Antífona de Entrada

Ahora, Señor, que estás dispuesto a escucharme, elevo a ti mi súplica: Respóndeme, Dios mío, según tu gran amor y tu fidelidad a las promesas.

Oración Colecta

Oremos:
Señor, tú que recompensas al justo y perdonas al pecador que se arrepiente, ten piedad de nosotros, para que la humilde confesión de nuestras faltas nos obtenga tu perdón y tu paz. 
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

Te constituí como alianza para el pueblo, para restaurar la tierra

Lectura del libro del profeta Isaías 49, 8-15

Así dice el Señor:
"Te respondo cuando me necesitas, te auxilio el día en que te salvo, pues te formé y te constituí mediador del pueblo para restaurar el país, para repartir las tierras devastadas, para decir a los cautivos: "¡Salgan!" a los que están en tinieblas: "¡Déjense ver!" A lo largo de los caminos pastarán, en todos los montes resecos tendrán pastos. No pasarán hambre ni sed, el viento sofocante y el sol no les hará daño, pues el que se compadece de ellos los guiará, y los conducirá hacia manantiales de agua. Convertiré en caminos mis montañas y se nivelarán mis senderos.
¡Miren! Vienen todos de lejos, unos del norte y del poniente, otros de la región de Sinín. Griten, cielos, de gozo; salta, tierra, de alegría; montañas, rompan en aclamaciones, que el Señor consuela a su pueblo, se apiada de sus pobres. Sión decía: "Me ha abandonado Dios, el Señor me ha olvidado". ¿Acaso olvida una madre a su niño de pecho, y deja de querer al hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvide, yo no te olvidaré".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 144, 8-9.13cd-14.17-18

El Señor es clemente y misericordioso.

El Señor es clemente y misericordioso, paciente y rico en amor. El Señor es bondadoso con todos, a todas sus obras se extiende su ternura.
El Señor es clemente y misericordioso.

El Señor es fiel a todas sus palabras, leal en todas sus acciones. El Señor sostiene a todos los que caen y levanta a los que desfallecen.
El Señor es clemente y misericordioso.

El Señor es fiel en todo lo que hace, leal en todas sus acciones. El Señor está cerca de los que lo invocan, de todos los que lo invocan sinceramente.
El Señor es clemente y misericordioso.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Yo soy la resurrección y la vida, dice el Señor; el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Como el Padre resucita a los muertos y les da vida, así el Hijo da la vida a quien él quiere dársela

† Lectura del santo Evangelio según san Juan 5, 17-30

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a los judíos: 
"Mi Padre no cesa nunca de trabajar; por eso yo trabajo también en todo tiempo". 
Esta afirmación provocó en los judíos un mayor deseo de matarlo, porque no sólo no respetaba el sábado, sino además decía que Dios era su propio Padre, y se hacía igual a Dios.
Jesús continuó diciendo:
"Yo les aseguro que el Hijo no puede hacer nada por su cuenta; él hace únicamente lo que ve hacer al Padre; lo que hace el Padre, eso también hace el Hijo. Pues el Padre ama al Hijo y le manifiesta todas sus obras; y le manifestará todavía cosas mayores, de modo que ustedes mismos quedarán maravillados. Porque, así como el Padre resucita a los muertos, dándoles la vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere. 
El Padre no juzga a nadie, sino que le ha dado al Hijo todo el poder de juzgar. Y quiere que todos den al Hijo el mismo honor que dan al Padre. El que no honra al Hijo, tampoco honra al Padre que lo envió. Yo les aseguro que quien acepta lo que yo digo y cree en el que me envió, tiene la vida eterna; no sufrirá un juicio de condenación, sino que ha pasado de la muerte a la vida. 
Les aseguro que está llegando la hora, mejor aún, ha llegado ya, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y todos los que la oigan, vivirán. Pues así como el Padre tiene el poder de dar la vida, ha dado al Hijo ese mismo poder. Y le ha dado también autoridad para juzgar, porque es el Hijo del hombre. No se admiren de lo que les estoy diciendo, porque llegará el momento en que todos los muertos oirán su voz, y saldrán de los sepulcros. Los que hicieron el bien, resucitarán para la vida eterna; pero los que hicieron el mal, resucitarán para su condenación. 
Yo no puedo hacer nada por mi cuenta. Juzgo según lo que Dios me dice, y mi juicio es justo, porque no pretendo actuar según mi voluntad, sino que cumplo la voluntad del que me envió". 
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las Ofrendas

Señor, que el poder de este sacrificio elimine en nosotros las consecuencias del pecado y nos haga crecer en santidad de vida. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

Los frutos de la penitencia

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. 
Porque has querido que en nuestras privaciones voluntarias encontremos un motivo para bendecirte, ya que nos ayudan a refrenar nuestras pasiones desordenadas y, al darnos ocasión de compartir nuestros bienes con los necesitados, nos hacen imitadores de tu generosidad.
Por eso, 
con todos los ángeles, te glorificamos y te aclamamos diciendo:

Antífona de la Comunión

Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

Oración después de la Comunión

Oremos:
No permitas, Señor, que el sacramento que hemos recibido sea motivo de condenación, pues tu providencia lo ha instituido para salvación nuestra. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

 

Cuaresma. 4ª semana. Miércoles

UNIDAD DE VIDA

— Los cristianos, luz del mundo y sal de la tierra.

— Consecuencias en el mundo del pecado original. La Redención. Reconducir a Cristo todas las realidades terrenas.

— La vida de piedad y el trabajo. La santidad en medio del mundo.

I. Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él1. Vino al mundo para que los hombres tuvieran luz y dejaran de debatirse en las tinieblas2, y, al tener luz, pudieran hacer del mundo un lugar donde todas las cosas sirvieran para dar gloria a Dios y ayudaran al hombre a conseguir su último fin. Y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la recibieron3. Son palabras actuales para una buena parte del mundo, que sigue en la oscuridad más completa, pues fuera de Cristo los hombres no alcanzarán jamás la paz, ni la felicidad, ni la salvación. Fuera de Cristo solo existen las tinieblas y el pecado. Quien rechaza a Cristo se queda sin luz y ya no sabe por dónde va el camino. Queda desorientado en lo más íntimo de su ser.

Durante siglos, muchos hombres separaron su vida (trabajo, estudio, negocios, investigaciones, aficiones...) de la fe; y, como consecuencia de esa separación, las realidades temporales quedaron desvirtuadas, como al margen de la luz de la Revelación. Al faltar esta luz, muchos han llegado a considerar el mundo como fin de sí mismo, sin ninguna referencia a Dios, para lo cual han tergiversado incluso las verdades más elementales y básicas. De modo particular, en los países occidentales es preciso corregir esa separación, "porque son muchas las generaciones que se están perdiendo para Cristo y para la Iglesia en estos años, y porque desgraciadamente desde estos lugares se envía al mundo entero la cizaña de un nuevo paganismo. Este paganismo contemporáneo se caracteriza por la búsqueda del bienestar material a cualquier coste, y por el correspondiente olvido –mejor sería decir miedo, auténtico pavor– de todo lo que pueda causar sufrimiento. Con esta perspectiva, palabras como Dios, pecado, cruz, mortificación, vida eterna..., resultan incomprensibles para gran cantidad de personas, que desconocen su significado y su contenido. Habéis contemplado esa pasmosa realidad de que muchos quizá comenzaron por poner a Dios entre paréntesis, en algunos detalles de su vida personal, familiar y profesional; pero, como Dios exige, ama, pide, terminan por arrojarle –como a un intruso– de las leyes civiles y de la vida de los pueblos. Con una soberbia ridícula y presuntuosa, quieren alzar en su puesto a la pobre criatura, perdida su dignidad sobrenatural y su dignidad humana, y reducida –no es exageración: está a la vista en todas partes– al vientre, al sexo, al dinero"4.

El mundo se queda en tinieblas si los cristianos, por falta de unidad de vida, no iluminan y dan sentido a las realidades concretas de la vida. Sabemos que la actitud ante el mundo de los verdaderos discípulos de Cristo, y de modo específico de los seglares, no es de separación, sino la de estar metidos en sus entrañas, como la levadura dentro de la masa, para transformarlo. El cristiano coherente con su fe es sal que da sabor y preserva de corrupción. Y para esto cuenta, sobre todo, con su testimonio en medio de las tareas ordinarias, realizadas ejemplarmente. "Si los cristianos viviéramos de veras conforme a nuestra fe, se produciría la más grande revolución de todos los tiempos... ¡La eficacia de la corredención depende también de cada uno de nosotros! —Medítalo"5. ¿Vivo la unidad de vida en cada momento de mi existencia: trabajo, descanso...?

II. Todas las criaturas fueron puestas al servicio del hombre, dentro del orden establecido por el Creador. Adán, con su soberbia, introdujo el pecado en el mundo, rompiendo la armonía de todo lo creado y del mismo hombre. En adelante, la inteligencia quedó oscurecida y con posibilidad de caer en el error; la voluntad, debilitada; enferma –no corrompida– la libertad para amar el bien con prontitud. El hombre quedó profundamente herido, con dificultad para saber y conseguir su bien verdadero. "Rompió la Alianza con Dios, sacando como consecuencia de ello por una parte la desintegración interior y, por otra, la incapacidad de construir la comunión con los otros"6. El desorden introducido por el pecado llegó más allá del hombre, afectando también a la naturaleza. El mundo es bueno, pues fue hecho por Dios para contribuir a que el hombre alcanzara su último fin. Pero después del pecado original, las cosas materiales, el talento, la técnica, las leyes..., pueden ser desviadas de su ordenación recta y convertirse en males para el hombre, oscureciéndose su fin último, separándole de Dios en vez de acercarle a Él. Nacen así muchos desequilibrios, injusticias, opresiones, que tienen su origen en el pecado. "El pecado del hombre, es decir, su ruptura con Dios, es la causa radical de las tragedias que marcan la historia de la libertad. Para comprender esto, muchos de nuestros contemporáneos deben descubrir nuevamente el sentido del pecado"7.

Dios, en su misericordia infinita, se compadeció de este estado en el que había caído la criatura y nos redimió en Jesucristo: nos ha vuelto a su amistad, y lo que es más, nos ha reconciliado con Él hasta el extremo de podernos llamar hijos de Dios y que lo seamos8; nos ha destinado a la vida eterna, a morar con Él para siempre en el Cielo.

Nos toca a los cristianos, principalmente a través de nuestro trabajo convertido en oración, hacer que todas las realidades terrestres se vuelvan medio de salvación, porque solo así servirán verdaderamente al hombre. "Hemos de impregnar de espíritu cristiano todos los ambientes de la sociedad. No os quedéis solamente en el deseo: cada una, cada uno, allá donde trabaje, ha de dar contenido de Dios a su tarea, y ha de preocuparse –con su oración, con su mortificación, con su trabajo profesional bien acabado– de formarse y de formar a otras almas en la Verdad de Cristo, para que sea proclamado Señor de todos los quehaceres terrenos"9. ¿Estoy haciendo todo lo que puedo para llevar esto a la práctica? ¿Me doy cuenta de que para esto necesito tener cada vez más una honda unidad de vida?

III. La misión que el Señor nos ha encomendado es la de infundir un sentido cristiano a la sociedad, porque solo entonces las estructuras, las instituciones, las leyes, el descanso, tendrán un espíritu cristiano y estarán verdaderamente al servicio del hombre. "Los discípulos de Jesucristo hemos de ser sembradores de fraternidad en todo momento y en todas las circunstancias de la vida. Cuando un hombre o una mujer viven intensamente el espíritu cristiano, todas sus actividades y relaciones reflejan y comunican la caridad de Dios y los bienes del Reino. Es preciso que los cristianos sepamos poner en nuestras relaciones cotidianas de familia, amistad, vecindad, trabajo y esparcimiento, el sello del amor cristiano, que es sencillez, veracidad, fidelidad, mansedumbre, generosidad, solidaridad y alegría"10.

Las prácticas personales de piedad no han de estar aisladas del resto de nuestros quehaceres, sino que deben ser momentos en los que la referencia continua a Dios se hace más intensa y profunda, de modo que después sea más alto el tono de las actividades diarias. Es claro que buscar la santidad en medio del mundo no consiste simplemente en hacer o en multiplicar las devociones o las prácticas de piedad, sino en la unidad efectiva con el Señor que esos actos promueven y a que están ordenados. Y cuando hay una unión efectiva con el Señor eso influye en toda la actuación de una persona. "Esas prácticas te llevarán, casi sin darte cuenta, a la oración contemplativa. Brotarán de tu alma más actos de amor, jaculatorias, acciones de gracias, actos de desagravio, comuniones espirituales. Y esto, mientras atiendes tus obligaciones: al descolgar el teléfono, al subir a un medio de transporte, al cerrar o abrir una puerta, al pasar ante una iglesia, al comenzar una nueva tarea, al realizarla y al concluirla (...)"11.

Procuremos vivir así, con Cristo y en Cristo, todos y cada uno de los instantes de nuestra existencia: en el trabajo, en la familia, en la calle, con los amigos... Eso es la unidad de vida. Entonces, la piedad personal se orienta a la acción, dándole impulso y contenido, hasta convertir al quehacer en un acto más de amor a Dios. Y, a su vez, el trabajo y las tareas de cada día facilitan el trato con Dios y son el campo donde se ejercitan todas las virtudes. Si procuramos trabajar bien y poner en nuestros quehaceres la dimensión trascendente que da el amor de Dios, nuestras tareas servirán para la salvación de los hombres, y haremos un mundo más humano, pues no es posible que se respete al hombre –y mucho menos que se le ame– si se niega a Dios o se le combate, pues el hombre solo es hombre cuando es verdaderamente imagen de Dios. Por el contrario, "la presencia de Satanás en la historia de la humanidad aumenta en la misma medida en que el hombre y la sociedad se alejan de Dios"12.

En esta tarea de santificar las realidades terrenas, los cristianos no estamos solos. Restablecer el orden querido por Dios y conducir a su plenitud el mundo entero es principalmente fruto de la acción del Espíritu Santo, verdadero Señor de la historia: "Non est abbreviata manus Domini, no se ha hecho más corta la mano de Dios (Is 59, 1): no es menos poderoso Dios hoy que en otras épocas, ni menos verdadero su amor por los hombres. Nuestra fe nos enseña que la creación entera, el movimiento de la tierra y el de los astros, las acciones rectas de las criaturas y cuanto hay de positivo en el sucederse de la historia, todo, en una palabra, ha venido de Dios y a Dios se ordena"13.

Le pedimos al Espíritu Santo que remueva las almas de muchas personas –hombres y mujeres, mayores y jóvenes, sanos y enfermos...– para que sean sal y luz en las realidades terrenas.

1 Antífona de comunión. Jn 3, 17. — 2 Cfr. Jn 8, 12. — 3 Jn 1, 5. — 4 A. del Portillo, Carta Pastoral, 25-XII-1985, n. 4. — San Josemaría Escrivá, Surco, n. 945. — 6 Juan Pablo II, Audiencia general, 6-VIII-1983. — 7 S. C. para la Doctrina de la Fe, Instr. Libertatis contientiae, 22-III-1986, 37. — 8 Cfr. 1 Jn 3, 1. — 9 A. del Portillo, loc. cit., n. 10. — 10 Conferencia Episcopal Española, Instr. pastoral Los católicos en la vida pública, 22-lV-1986, III. — 11 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 149. — 12 Juan Pablo II, Audiencia general, 20-VIII-1986. — 13 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 130.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

San Humberto
Cazador y obispo
(727)

Humberto significa: el que tiene pensamientos luminosos (Hum, en su idioma = pensamientos, Bert = luminoso).

Es Patrono de los cazadores y de los obispos que tienen que gobernar regiones muy problemáticas.

Las antiguas tradiciones cuentan de él lo siguiente:

Humberto era hijo del rey Bertrand de Aquitania. De joven era muy aficionado a la cacería y valientísimo para luchar contra las fieras. Un día en un bosque su padre fue atacado por un oso furioso que lo iba a matar, pero el joven Humberto llegó a tiempo y arremetió tan fuertemente a la fiera feroz que ésta tuvo que soltar a Bertrand y así el rey salvó su vida.

Fue enviado a estudiar al palacio del rey de Neustria (Bélgica) pero allá había malas costumbres y salió huyendo para no volverse vicioso. Fue entonces al palacio del rey de Austrasia, donde recibió una buena educación, y se casó con una hija del rey y tuvo un hijo a quien llamó Floriberto.

Humberto olvidó los sabios consejos de su santa madre y se dedicó únicamente a fiestas y deportes y dejó de asistir al templo. Y un Viernes Santo en vez de ir a las ceremonias religiosas se fue de cacería. Peor sucedió que yendo en pleno bosque persiguiendo un venado, éste se detuvo repentinamente y los perros y los caballos saltaron asustados hacia atrás. Entre los cuernos del venado apareció una cruz luminosa y Humberto oyó una voz que le decía: "Si no vuelves hacia Dios, caerás en el infierno".

El joven príncipe se fue en busca del obispo San Lamberto, ante el cual pidió de rodillas perdón por sus pecados. El santo obispo le concedió el perdón y se dedicó a instruirlo muy esmeradamente en la religión. Poco después murió la esposa y entonces Humberto quedó libre para dedicarse totalmente a la vida espiritual. Renunció al derecho que tenía de ser heredero del trono, repartió sus bienes a los pobres y fue ordenado de sacerdote. Entró de monje en el convento de los Padres Benedictinos y se dedicó a la oración, a la lectura y meditación y a humildes trabajos en el conventos, como hortelano, y pastor de ovejas.

Deseaba ir a Roma a visitar la tumba de los Apóstoles San Pedro y San Pablo y a escuchar al Sumo Pontífice. Y se fue a pie escalando montañas cubiertas de hielo y atravesando en barcas pequeñas ríos crecidísimos, hasta que logró llegar, después de mil peligros, a la Ciudad Eterna.

Estando un día en un templo de Roma orando muy devotamente fue mandado llamar por el Sumo Pontífice Sergio, el cual le contó que a su santo obispo Lamberto lo habían asesinado los enemigos de la religión y que al Papa le parecía que el mejor para reemplazar al obispo muerto era él, el monje Humberto. Aunque tenía miedo de aceptar tan alto cargo, una visión sobrenatural lo convenció de que debía aceptar, y fue consagrado obispo de la Iglesia Católica.

El territorio que le correspondió gobernar a San Humberto estaba poblado por gentes que adoraban ídolos y eran muy crueles. El fue recorriendo todas las regiones enseñando la verdadera religión y alejando a la gente de las falsas creencias y dañosas supersticiones. Dios le concedió el don de hacer milagros. Los que tenían malos espíritus, al encontrarse con el santo recobraban la paz, y el mal espíritu se les alejaba. Los que antes adoraban ídolos y dioses falsos, al oírlo predicar tan hermosamente acerca del Dios del cielo que hizo la tierra, y todo cuanto existe, exclamaban: "Nunca nos habían hablado así", y se convertían y se hacían bautizar.

Por ríos tormentosos y cruzando selvas tenebrosas y haciendo viajes muy agotadores, y recorriendo los campos en procesión cantando y rezando, visitó todo el territorio de su diócesis, ofreciendo, los sacrificios de sus viajes, por la conversión de los pecadores, y Dios le respondió concediéndole que miles y miles se convirtieran a la verdadera fe.

Un día vio que ardía en llamas la casita de una pobre mujer. Se puso a rezar con toda fe y el incendio se apagó milagrosamente.

Le construyó un templo al santo obispo asesinado, San Lamberto, y llevó allá las reliquias del mártir (el cuerpo de Lamberto, al abrir su sepulcro después de varios años de enterrado, estaba incorrupto, como recién sepultado). Al paso de los restos del santo obispo varios paralíticos quedaron sanados y empezaron a andar, y varios ciegos recobraron la vista.

Un día mientras Humberto celebraba la misa entró al templo un hombre loco porque lo había mordido un perro con hidrofobia (o enfermedad de la rabia). Toda la gente salió corriendo a la plaza, pero el santo le dio una bendición al loco enfermo y éste quedó instantáneamente sano y salió a la plaza gritando: "Vuelvan tranquilos al templo que el santo obispo me ha curado con su bendición". Por esto las gentes han invocado a San Humberto contra las mordeduras de perros rabiosos.

Otro día se acercó a la orilla del mar y vio que una terrible tempestad hundía una barca llena de gente y que todos los pasajeros caían entre las embravecidas olas. El santo se arrodilló a orar por ellos y milagrosamente los náufragos salieron a la orilla sanos y salvos. Por eso los marineros le han tenido mucha fe a San Humberto.

En el año 727 Dios le anunció que pronto iba a morir, y al terminar una misa les dijo a los fieles: "Ya no volveré a beber este cáliz entre vosotros". Poco después se enfermó y murió santamente, dejando entre las gentes el recuerdo de una vida dedicada totalmente al bien de los demás.

Señor Jesús: envíanos muchos pastores santos y generosos como San Humberto, que consagren totalmente su existencia a la salvación de las almas y a hacerte amar más y más.

Si Dios está con nosotros ¿Quién podrá contra nosotros? (S. Pablo).

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Fuente: ACI Prensa
Nicéforo, Santo Patriarca de Constantinopla, 13 Marzo  

Nicéforo, Santo

Patriarca de Constantinopla (806-815), nacido cerca del 758; fallecido el 2 de junio del 829. Este campeón de la opinión ortodoxa en la segunda contienda por la veneración de las imágenes pertenecía a una notable familia de Constantinopla. Fue hijo del secretario imperial Teodoro y de su piadosa esposa Eudoxia. Eudoxia era partidaria estricta de la Iglesia y Teodoro haba sido desterrado por el emperador Constantino Coprónimo (741-775) debido a su inquebrantable apoyo a la enseñanza de la Iglesia en lo concerniente a las imágenes. Siendo aún joven, Nicéforo fue llevado a la corte, donde se convirtió en secretario imperial. Junto con otros dos oficiales de alto rango, representó a la emperatriz Irene en el 787 en el segundo Concilio de Nicea (el séptimo concilio ecuménico), el cual declaró la doctrina de la Iglesia con respecto a las imágenes. Poco después, Nicéforo buscó la soledad en el Bósforo tracio, donde fundó un monasterio. Allí se dedicó a las prácticas ascéticas y al estudio profano de gramática, matemáticas y filosofía, así como a las Escrituras. Luego fue llamado a la capital y allí se le encargó un gran hospital. A la muerte del Patriarca Tarasio (25 de febrero del 806), hubo gran división entre el clero y los altos oficiales de la corte en cuanto a quién escoger como sucesor de aquél. Finalmente, con el asentimiento de los obispos, el emperador Nicéforo (802-11) nombró patriarca a Nicéforo. Aunque seguía siendo laico, todo mundo sabía que era muy religioso y muy docto. Recibió las Sagradas órdenes y fue consagrado obispo el 12 de abril del 806, domingo de Pascua. La elevación directa de un laico al patriarcado, como había ya sucedido en el caso de Tarasio, despertó oposición en el partido eclesiástico entre el clero y los monjes. Los líderes eran los abades Platón de Sacadio y Teodoro de Studita, y el hermano de Teodoro, el Arzobispo José de Tesalónica. Por esta oposición, el abad Platón estuvo encarcelado veinticuatro días por orden del emperador.
Nicéforo pronto dio otros motivos para un mayor antagonismo. En el 795, un sacerdote llamado José había celebrado el ilegítimo matrimonio del emperador Constantino VI (780-797) con Teodota, cuando todavía vivía María, la legítima esposa del emperador, a quien haba repudiado. Por este acto, José fue depuesto y desterrado. El emperador consideró que era importante resolver este asunto y, a deseo suyo, el nuevo patriarca, junto con la concurrencia de un sínodo compuesto de un número pequeño de obispos, perdonó a José y, en el 806, lo restauró en su cargo. El patriarca cedió a los deseos del emperador a fin de evitar un mal más grave. El partido eclesiástico estricto consideró que su acción fue una violación de la ley eclesiástica y un escándalo. Antes que la cuestión fuera resuelta, Teodoro había escrito al patriarca rogándole que no restituyera en su cargo al sacerdote culpable, mas no recibió respuesta. Aunque la cuestión no se debatió abiertamente, él y sus seguidores prácticamente ya no mantenían comunión con Nicéforo ni el sacerdote, José. Pero, mediante una carta escrita por el Arzobispo José, el modo de proceder que él y el partido estricto habían seguido se volvió asunto público en el 808 y causó furor. Teodoro expuso, en discurso y por escrito, las razones de la acción del partido estricto y mantuvo firmemente su posición. Al defenderse contra la acusación de que él y sus compañeros eran cismáticos, declaró que había guardado silencio en lo posible, que no había censurado a ningún obispo y que siempre incluyó el nombre del patriarca en la liturgia. Reafirmó su amor y adherencia al patriarca, y dijo que retiraría toda oposición si el patriarca reconocía la violación de la ley destituyendo al sacerdote José. El emperador Nicéforo tomó ahora medidas violentas. Ordenó al patriarca que convocara un sínodo, que fue celebrado en el 809, e hizo que Platón y varios monjes comparecieran forzosamente ante él. Los oponentes del patriarca fueron condenados, el Arzobispo de Tesalónica fue depuesto, los abades Platón y Teodoro, junto con sus monjes, fueron desterrados a las islas vecinas y echados a varias prisiones.

Esto, sin embargo, no desalentó a los decididos oponentes de la "herejía adulterina". En el 809, Teodoro y Platón, a través del archimandrita Epifanio, enviaron un memorial al Papa León III; Teodoro luego colocó la cuestión nuevamente ante el Papa en una carta, en la que rogó al sucesor de san Pedro conceder una ayuda al Oriente de manera que no fuera ahogado por las olas de la "herejía adulterina". El Papa León envió una respuesta alentadora y consoladora a los confesores resolutos, y estos le volvieron a escribir a través de Epifanio. León no había recibido comunicación de parte del patriarca Nicéforo y, por tanto, no estaba completamente informado en la cuestión; también deseó ahorrarle al emperador oriental en lo posible. Consiguientemente, por un tiempo no tomó más medidas en el asunto. El emperador Nicéforo continuó persiguiendo a todos los adherentes de Teodoro de Studita, y, además, oprimió a los que tenía por sospechosos, ya fueran del clero o dignatarios del imperio. Por otra parte, favoreció a los paulicianos heréticos y a los iconoclastas y agotó al pueblo con impuestos opresivos, de manera que fue odiado universalmente. En julio del 811, el emperador fue muerto en una batalla con los búlgaros. Su hijo, Stauracio, quien había sido herido en la misma batalla, fue proclamado emperador, pero fue depuesto por los hombres principales del imperio porque seguía el mal ejemplo de su padre. El 2 de octubre del 811, con la aprobación del patriarca, Miguel Rhangabe, cuñado de Stauracio, fue elevado al trono. El nuevo emperador prometió, por escrito, defender la fe y proteger tanto al clero como a los monjes, y fue coronado con mucha solemnidad por el patriarca Nicéforo. Miguel tuvo éxito en la reconciliación entre el patriarca y Teodoro de Studita. El patriarca volvió a deponer al sacerdote José y retiró sus decretos contra Teodoro y sus partidarios. Por el otro lado, Teodoro, Platón y la mayora de sus adeptos reconocieron al patriarca como el cabeza legítimo de la Iglesia bizantina, y trataron de traer a los rebeldes de regreso a la obediencia. El emperador también había recurrido al papado en relación con estas riñas y obtenido una carta de aprobación de León. Por otra parte, el patriarca ahora envió al Papa la tradicional notificación por escrito de su instalación en el cargo (Synodica). En ella trató de justificar el retraso con la tiranía del anterior emperador, entretejió una intrincada confesión de fe y prometió notificar a Roma en el momento apropiado en lo referente a todas las cuestiones importantes.

El emperador Miguel era un hombre honorable de buenas intenciones, pero débil y dependiente. Por consejo de Nicéforo, mandó matar a los heréticos y sediciosos paulicianos y trató de suprimir a los iconoclastas. El patriarca intentó por todos los medios establecer una disciplina monástica entre los monjes, y suprimir los monasterios dobles, que habían sido prohibidos por el séptimo concilio ecuménico. Tras su total derrota, el 22 de junio del 813, en la guerra contra los búlgaros, el emperador perdió toda autoridad. Con la aprobación del patriarca, renunció y entró en un monasterio con sus hijos. El general del pueblo, León el Armeno, se convirtió en emperador el 11 de julio del 813. Cuando Nicéforo exigió la confesión de fe, antes de la coronación, León la postergó. No obstante esto, Nicéforo lo coronó, pero luego León de nuevo renunció a hacer su confesión. En cuanto el nuevo emperador había asegurado la paz del imperio con la derrota de los búlgaros, sus verdaderas opiniones comenzaron a aparecer gradualmente. Entró en relación con los oponentes de las imágenes, entre los cuales se hallaba un número de obispos; poco a poco se volvió más evidente que estaba preparando un nuevo ataque contra la veneración de las imágenes. Ahora, con intrépida energía, el patriarca Nicéforo procedió contra las maquinaciones de los iconoclastas. Llevó a juicio a varios eclesiásticos opuestos a las imágenes ante un sínodo y forzó a un abad llamado Juan y también al obispo Antonio de Sileo a la sumisión. La aquiescencia del obispo Antonio fue meramente simulada.

En diciembre del 814, Nicéforo tuvo una larga conferencia con el emperador acerca de la veneración de imágenes, pero no se llegó a ningún acuerdo. Luego el patriarca envió a varios obispos y abades doctos para convencerlo de la verdad de la posición del patriarca en cuanto a la veneración de las imágenes. El emperador deseó un debate entre los representantes de las opiniones dogmáticas opuestas, pero los adeptos de la veneración de las imágenes rehusaron participar en dicha conferencia, puesto que el séptimo concilio ecuménico ya había resuelto la cuestión. Entonces Nicéforo convocó una asamblea de obispos y abades en la iglesia de santa Sofía, lugar donde excomulgó al obispo Antonio de Sileo, quien haba perjurado. Un gran número de laicos también estuvo presente en esta ocasión, y el patriarca junto con el clero y el pueblo permaneció en la iglesia toda la noche orando. El emperador después citó a Nicéforo, y el patriarca fue al palacio imperial acompañado de abades y monjes. Nicéforo primero tuvo una conversación larga y en privado con el emperador, en la cual inútilmente intentó por todos los medios disuadir a León de su oposición a la veneración de imágenes. El emperador reicibió a los que habían acompañado a Nicéforo, entre ellos a siete metropolitanos y al abad Teodoro de Studita. Todos repudiaron la interferencia del emperador en cuestiones dogmáticas y una vez más rechazaron la proposición de León de celebrar una conferencia. El emperador luego ordenó a los abades a guardar silencio sobre el asunto y les prohibió llevar a cabo reuniones. Teodoro declaró que el silencio con esas condiciones sería traición y expresó simpatía por el patriarca, a quien el emperador prohibió llevar a cabo servicio público en la iglesia. Nicéforo enfermó; cuando se recuperó, el emperador lo citó para defender su modo de proceder ante un sínodo de obispos que simpatizaba con el iconoclasma. Mas el patriarca no reconocería el sínodo e hizo caso omiso a las citaciones. El conciliábulo ahora ordenaba que ya no se le llamara patriarca. Su casa fue rodeada de multitudes de enfadados iconoclastas, que le gritaron amenazas e improperios. Fue vigilado por soldados y no se le permitió realizar ningún acto oficial. Protestando contra este modo de proceder, el patriarca notificó a León que juzgaba necesario renunciar a la sede patriarcal. Acto seguido, fue arrestado a medianoche en marzo del 815 y desterrado al monasterio de san Teodoro, que había construido en el Bósforo.

León ahora elevó al patriarcado a Teodoto, un laico casado y analfabeto que favorecía el iconoclasma. Teodoto fue consagrado el 1ero de abril del 815. El exiliado Nicéforo perseveró en su oposición y escribió varios tratados contra el iconoclasma. Tras el asesinato del emperador León, el 25 de diciembre del 820, Miguel el amoriano ascendió al trono, y los defensores de la veneración de imágenes fueron ahora tratados con mayor consideración. Sin embargo, Miguel no consentiría a una restauración propiamente dicha de las imágenes, como le exigía Nicéforo, pues declaró que no deseaba interferir en asuntos religiosos y dejaría todo como estaba. En consecuencia, las medidas hostiles del emperador León no fueron revocadas, aun cuando la persecución cesó. Nicéforo recibió permiso para regresar del exilio si prometía permanecer callado. Él, no obstante, no aceptaría y permaneció en el monasterio de san Teodoro, donde continuó defendiendo, por discurso y por escrito, la veneración de las imágenes. Los tratados dogmáticos que escribió, principalmente sobre este tema, son los siguientes: una Apología para la Iglesia católica en lo concerniente al recién surgido cisma en relación a las sagradas imágenes (Migne, P.G., C, 833-849), escrita en el 813-814; un tratado más largo en dos partes; la primera es una Apología para la fe pura y no adulterada de los cristianos en contra de quienes nos acusan de idolatría (Migne, loc. Cit., 535-834); la segunda parte contiene el Antirrhetici, una refutación de un escrito del emperador Constantino Coprónimo sobre las imágenes (loc. Cit., 205-534). Nicéforo añadiá a su segunda parte setenta y cinco extractos de escritos de los Padres [editados por Pitra, Spicilegium Solesmense, I (Pars, 1852), 227-370]; en otros dos escritos, que aparentemente van juntos, se examinan y explican pasajes de escritores antiguos que habían sido usados por los enemigos de las imágenes para sostener sus opiniones. Ambos tratados fueron editados por Pitra; el primero Epikisis en Spicilegium Solesmense, I, 302-335; el segundo Antirresis en el mismo, I, 371-503, y IV, 292-380. Estos dos tratados hablan de pasajes de Macario Magno, Eusebio de Cesarea y de un escrito equivocadamente atribuido a Epifanio de Ciro. Pitra editó otra obra que justificaba la veneración de imágenes titulada Antirrheticus adversus iconomachos (Spicil. Solesm., IV, 233-291). Un último y, al parecer, especialmente importante tratado sobre esta cuestión no ha sido publicado. Nicéforo también dejó dos pequeñas obras históricas; una conocida como el Breviarium, la otra como Chronographis; ambas fueron editadas por C. De Boor, Nicephori archiep. Const. Opuscula historica, en la Bibliotheca Teubneriana (Leipzig, 1880). Al final de su vida fue venerado y tras su muerte fue considerado santo.

En el 874, sus huesos fueron trasladados a Constantinopla con mucha pompa por parte del Patriarca Metodio y fue enterrado el 13 de marzo en la Iglesia de los Apóstoles.

Su fiesta se celebra en este día tanto en la iglesia griega como en la romana; los griegos también observan el 2 de junio como el día de su muerte.

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Fuente: Archidiócesis de Madrid
Leandro de Sevilla, Santo Obispo, 13 de marzo  

Leandro de Sevilla, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Sevilla, en Hispania, san Leandro, obispo, hermano de los santos Isidoro, Fulgencio y Florentina, que con su predicación y diligencia convirtió, contando con la ayuda de su rey Recaredo, a los visigodos de la herejía arriana a la fe católica (c. 600).

 

¿Qué secreto poseía aquella familia de Cartagena que supo poner en los altares a sus tres hijos? Porque no hay duda de la influencia de los padres en la vida de sus hijos tanto para bien como para mal. Eso no quiere decir que los hijos que han nacido en buena y cristiana familia tengan una póliza de seguro que les garantice la fidelidad a los principios que mamaron ni tampoco que quienes conocieron a unos padres mediocres estén condenados irreparablemente a la desgracia moral. No. Pero, hechas las salvedades y sabiendo que el uso de la libertad es privado y personal, no cabe duda -es testigo la historia- de la impronta que deja en los retoños el estilo de quienes los engendraron y educaron. En este caso, Leandro tuvo otros dos hermanos que están como él en los altares, Isidoro que le sucedió en el arzobispado de Sevilla, y santa Florentina.

Su nacimiento fue en torno al 535. La familia emigra a Sevilla y, cuando tiene la edad, Leandro entra el un monasterio. Es nombrado metropolitano de Sevilla. Funda una escuela de artes y ciencia que la concibe como instrumento para difundir la doctrina ortodoxa en medio de una España que está inficcionada de arrianismo, particularmente en la corte visigoda. Dos hijos del rey arriano Leovigildo están formándose en su escuela, Hermenegildo y Recaredo.

Leovigildo asienta en Toledo la capital del reino visigodo. Su hijo Hermenegildo será su igual en la Bética y residirá en Sevilla; por su ciencia, bondad y celo Hermenegildo se convierte a la fe nicena con el ejemplo y apoyo de su esposa Igunda. Pero en Toledo hay reales aires de grandeza; el rey piensa que el principio de unidad y estabilidad está en la religión arriana; se enciende la persecución contra la fe católica con fuego y espada, incluidos los territorios de la Bética, en la que su propio hijo Hermenegildo morirá mártir.

Leandro ha sido obligado a abandonar su Iglesia y su patria. Aprovecha el destierro para pedir ayuda al emperador de Bizancio. En Constantinopla se encuentra con Gregorio, que ha sido enviado por el papa Pelagio -lo sucederá luego en la Sede romana- con quien traba una gran amistad; le anima a poner por escrito los libros Morales -comentario al libro de Job- que influirán de un modo decisivo en la ascética de todo el Medievo.

Vuelve a Sevilla su Arzobispo al disminuir la tensión del rey Leovigildo y lo verá morir. Leandro, en el 589, convoca el III Concilio de Toledo donde Recaredo, que ha sucedido a su padre en el trono, abjura de los errores arrianos y hace profesión de fe católica lográndose la unidad del reino visigodo y la paz. Sobreviene como esperada consecuencia una renovación en la vida religiosa, un resurgir de las letras y una fresca ganancia en el terreno de las artes.

La conversión paulatina a la fe católica de los arrianos visigodos del reino es sincera y la deseada unidad ha encontrado el vínculo de cohesión en la unidad de la fe. Lo que intuyó el rey Leovigildo, pero con signo contrario; en esta ocasión, triunfó la verdad.

Ahora y hasta su muerte en el año 600, el sabio y santo Arzobispo deja de ser un hombre influyente en la política del reino. Le ocupa el alma el ansia de hacer el bien. Mucha oración, atención a las obligaciones pastorales, estudio de la Sagrada Escritura, penitencia por los pecados de su vida, y la carta que escribe a su hermana Florentina que llega a servir de pauta para la vida monástica femenina hasta el punto de ser llamada "la regla de San Alejandro" le llenaron su tiempo.

Sevilla tiene motivos para mostrar orgullo con un santo así ¿verdad? Hay quien afirma que los santos pertenecen a todos y posiblemente no les falte razón, pero ¿no podrán pertenecer a algunos un poco más?

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Fuente: Bibliotheca hagiographica latina
Rodrigo de Córdoba, Santo Sacerdote y Mártir, Marzo  

Rodrigo de Córdoba, Santo

San Rodrigo mártir vivió bajo el reinado de Mohamed I, hijo de Abderramán II, en el emirato de Córdoba.

San Eulogio, obispo de esta ciudad, da cuenta del martirio sufrido por Rodrigo, juntamente con san Salomón, el día tercero de los idus de marzo (día 13) del año 895.

Natural de un pueblo próximo a Egabro (Cabra), cursó en esta ciudad los estudios eclesiásticos y se ordenó sacerdote.

Uno de sus hermanos, fanático de Mahoma, arremetió un día contra él y lo dejó malherido; y habiéndolo instalado en una camilla, lo paseó por la ciudad, explicando que de esta manera quería demostrar su fe musulmana. Pero habiéndose rehecho Rodrigo de sus heridas, logró escapar.

Su hermano, despechado, lo acusó ante el cadí de prevaricador y apóstata. Conducido a prisión, allí conoció a otro mozárabe, Salomón, acusado como él de haber renegado de Mahoma.

Después de numerosos intentos por convertirlos al Islam, el cadí los sentenció a muerte. Fueron degollados, y sus cuerpos, atados a pesadas piedras, fueron arrojados al río. Pero fueron hallados milagrosamente, y enterrados solemnemente, durante una procesión nocturna, precedida por el obispo Saúl.

La fiesta de san Rodrigo y san Salomón se celebra el 13 de marzo.

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Salomón, Santo Mártir, 13 Marzo  

Salomón, Santo

Mártir

Etimológicamente significa "pacífico". Viene de la lengua hebrea.

En esta espera, al que escucha a Dios, de día o de noche, se le responde: paz Tanto si vives solo como con otros, ¿llegará tu casa, o tu única habitación, a ser como una "casa de Nazaret" donde acoger la paz?

San Eulogio es el escritor más importante de los muchos Mártires de Córdoba en tiempos de los musulmanes y sus califas.

De entre esos mártires, los mas típicos y característicos son, sin duda alguna, Salomón y Rodrigo.

Córdoba, la preciosa ciudad andaluza, plagada de monumentos y de historia, tuvo ilustres pensadores en aquellos tiempos. Baste recordar a Séneca, Lucano, Averroes.

En el siglo X vivió su mejor apogeo cultural y artístico antes de que la reconquistara el rey Fernando III de Castilla.

Hubo épocas en las que la convivencia de musulmanes, judíos y cristianos fue ideal. Eso sí, los cristianos no podían hacer gala de su fe con manifestaciones públicas. Sin embargo, sí se les exigía grandes tributos.

Era, en realidad, una paz comprada o silenciosa. No podía durar demasiado tiempo.

Los cristianos más sensibilizados no querían vivir una hibernación religiosa.

Por eso, de vez en cuando, había reacciones contra la dominación musulmana.

Los musulmanes contestaban con persecuciones esporádicas. Este creyente fue uno de los cabecillas de una de las reacciones. Se les unieron Rodrigo y Eulogio.

No hay muchos datos acerca de Salomón antes de que sufriera la prisión y el martirio, que tuvo lugar el 13 de marzo del año 857.

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Fuente: Franciscanos.net
Agnelo de Pisa, Beato Franciscano, 13 Marzo  

Agnelo de Pisa, Beato

Sacerdote de la Primera Orden (1194‑1236).



León XIII el 4 de septiembre de 1892 aprobó su culto.

Agnelo de Pisa es gloria no sólo de Pisa, su ciudad natal, sino de Oxford, donde murió en 1236.

Recorrer, tras sus pies descalzos su itinerario entre el Arno y el Támesis, es seguir una de las etapas más importantes de la difusión del franciscanismo en Europa.

El joven Agnelo conoció a San Francisco en Venecia, y había sido uno de los muchos atraídos por su palabra y por su ejemplo.

A los 17 años de edad fue recibido en la Orden por el mismo San Francisco. Siguiéndolo descalzo por amor de la Dama Pobreza, pronto mostró sus dotes de óptimo organizador y realizador, a pesar de su modestia de verdadero franciscano, que conservó durante toda su vida. Por esto, muy joven, tenía apenas 23 años, fue enviado a Francia por el mismo San Francisco, con un grupo de hermanos destinados a fundar los primeros conventos franciscanos en París.

Fray Agnelo fue el primer custodio, o superior de las casas allí fundadas por él, dando pruebas de gran celo y de ejemplar sabiduría. Por esto en el capítulo general de 1223, San Francisco le encomendó una tarea todavía más exigente: la conquista espiritual de todo un país, Inglaterra, fundando allí una Provincia Franciscana. Fray Agnelo desembarcó en Dover con ocho compañeros, el 10 de septiembre de 1224.

Para finales de aquel año, ya había fundado dos conventos: uno en Cornhill, cerca de Londres, y el otro en Oxford. En los años siguientes las casas franciscanas se multiplicaron en Inglaterra por sobre toda previsión. Fray Agnelo comprendió la importancia de los estudios y de la enseñanza para el provenir de la Orden y de su Provincia. Oxford, donde él fundó el segundo convento, era – y es todavía hoy – el máximo centro universitario del país. Los Dominicos ya habían abierto allí una casa de estudios; lo mismo hicieron pocos años después los franciscanos con fray Agnelo, que invitó a enseñar teología allí al mismo canciller de la Universidad, Roberto Grossatesta. La escuela franciscana de Oxford pronto adquirió grandísima importancia, y tal siguió siendo en los siglos siguientes.

Toda la provincia franciscana de Inglaterra se hizo admirable por su virtud y su doctrina. Estos éxitos sin embargo no disminuyeron la humildad de fray Agnelo, que no se ensoberbeció ni siquiera cuando fue escogido como consejero del rey Enrique III, ni cuando fue sabio mediador en las controversias políticas y diplomáticas. Por obediencia aceptó la ordenación sacerdotal; como ministro provincial fue a Asís para el capítulo de 1230; luego volvió a Inglaterra, por petición de los obispos del país. Se estableció en el convento de Oxford, por él mismo fundado. Poco después murió, a la edad de 42 años, en Oxford, en 1236. La fama de santidad bien pronto rodeó a este inglés de Pisa, símbolo viviente de la unidad espiritual de los dos países.

Su sepulcro en la iglesia franciscana de Oxford fue destruido durante la persecución de Enrique VIII.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Ansovino de Camerino, Santo Obispo, 13 Marzo  

Ansovino de Camerino, Santo

Tan pronto como Ansovino, natural de Camerino, en Umbría, recibió la ordenación sacerdotal, se retiró a un lugar solitario de Castel Raimondo, cerca de Torcello, donde no tardó en adquirir renombre por su santidad y los milagros que obraba. A raíz de su fama, el emperador Luis el Piadoso escogió al padre Ansovino como su confesor y luego, promovió su nombramiento para ocupar la sede episcopal de Camerino. El sacerdote se rehusaba a aceptar la dignidad y, cuando al fin consintió, puso la condición de que no había de suministrar soldados para el ejército imperial (un servicio obligatorio para el obispo en los estados feudales), por considerar que ese suministro era inadecuado y contrario a las leyes de la Iglesia.

Desde que asumió el cargo, Ansovino demostró ser un pastor sabio y prudente. Su extraordinaria liberalidad para socorrer a los pobres le procuró el amor de todos y, su fama de obrar curaciones y otros milagros, le valió la veneración general.

Se hallaba en Roma cuando le atacó una fiebre que, desde un principio, él mismo calificó de fatal. Al sentirse enfermo, insistió en volver a su sede para morir con sus fieles. A caballo viajó hasta Camerino y aún pudo impartir su postrera bendición y recibir el viático, antes de expirar serenamente.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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