JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una joven desposada con un hombre llamado José, de la descendencia de David; el nombre de la joven era María. El ángel entró donde estaba María y le dijo:
«Dios te salve, llena de gracia, el Señor está contigo».
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué significaba tal saludo. El ángel le dijo:
«No temas, María, pues Dios te ha concedido su favor. Concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús. El será grande, será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la descendencia de Jacob por siempre y su reino no tendrá fin».
María dijo al ángel:
«¿Cómo será esto, pues no tengo relaciones con ningún hombre?»
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que va a nacer de ti será santo y se llamará Hijo de Dios. Mira, tu pariente Isabel también ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que todos tenían por estéril; porque para Dios nada hay imposible».
María dijo:
«Aquí está la esclava del Señor, que me suceda como tú dices».
Y el ángel la dejó.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
Anunciación del Señor (25 de mar; si cae domingo se anticipa al sábado, si cae en semana santa se pasa para después de la octava de Pascua).
Antífona de Entrada
Cuando Jesús entró en el mundo dijo: Padre mío, he venido para cumplir tu voluntad.
Se dice «Gloria».
Oración Colecta
Oremos:
Señor, tú has querido que la Palabra se encarnase en el seno de la Virgen María; concédenos, en tu bondad, que cuantos confesamos a nuestro Redentor, como Dios y hombre verdadero, lleguemos a hacernos semejantes a él en su naturaleza divina.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Yo quiero misericordia y no sacrificios
Lectura del libro del profeta Isaías 7, 10-14
En aquellos días dijo el Señor a Ajaz:
«Pide al Señor tu Dios una señal, en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo».
Respondió Ajaz:
«No la pido, pues no quiero poner a prueba al Señor».
Isaías dijo:
«Escucha, heredero de David, ¿les parece poco cansar a los hombres, que quieren también cansar a mi Dios? Pues el Señor mismo les dará una señal. Miren, la joven está encinta y dará a luz un hijo, a quien le pondrá el nombre de Enmanuel».
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Sal 39, 7-8a.8b-9.10.11
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero hiciste que te escuchara; no pides holocaustos ni víctimas. Entonces yo digo: «Aquí estoy».
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Para hacer lo que está escrito en el libro acerca de mí. Amo tu voluntad, Dios mío, llevo tu ley en mi interior.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
He proclamado tu fidelidad en la gran asamblea; tú sabes, Señor, que no me he callado.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
No he ocultado tu fidelidad en el fondo de mi corazón, proclamé tu lealtad y tu salvación, no oculté tu amor y tu lealtad en la gran asamblea.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Segunda Lectura
«Aquí vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad»
Lectura de la carta a los Hebreos 10, 4-10
Hermanos: Es imposible que la sangre de los toros y de los chivos quite los pecados. Por eso, al entrar en este mundo, dice Cristo:
No has querido sacrificio ni ofrenda, pero me has formado un cuerpo; no has aceptado holocausto ni sacrificio por el pecado. Entonces yo dije: Aquí vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad. Así está escrito de mí en un capítulo del libro.
En primer lugar dice: No has querido ni has aceptado los sacrificios, ofrendas, holocaustos ni víctimas por el pecado, que se ofrecen según la ley. Después añade: Aquí vengo para hacer tu voluntad. De este modo anula la primera disposición y establece la segunda. Por haber cumplido la voluntad de Dios, y gracias a la ofrenda que Jesucristo ha hecho de su cuerpo una vez para siempre, nosotros hemos quedado consagrados a Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Evangelio
El publicano regresó a su casa justificado, el fariseo no
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una joven desposada con un hombre llamado José, de la descendencia de David; el nombre de la joven era María. El ángel entró donde estaba María y le dijo:
«Dios te salve, llena de gracia, el Señor está contigo».
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué significaba tal saludo. El ángel le dijo:
«No temas, María, pues Dios te ha concedido su favor. Concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús. El será grande, será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la descendencia de Jacob por siempre y su reino no tendrá fin».
María dijo al ángel:
«¿Cómo será esto, pues no tengo relaciones con ningún hombre?»
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que va a nacer de ti será santo y se llamará Hijo de Dios. Mira, tu pariente Isabel también ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que todos tenían por estéril; porque para Dios nada hay imposible».
María dijo:
«Aquí está la esclava del Señor, que me suceda como tú dices».
Y el ángel la dejó.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Al celebrar hoy el inicio de la salvación del linaje humano, oremos, hermanos y hermanas, a Dios Padre todopoderoso:
Respondemos: Escúchanos, Señor).
Para que el Hijo de Dios, que se hizo hombre en el seno de una virgen humilde y obediente, conceda a los fieles imitar a aquélla que complació con su humildad al Señor y a nosotros nos ayudó con su obediencia, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Para que el Verbo de Dios, que al hacerse hombre en el seno de María cumplió las antiguas profecías, realice también, con su encarnación, los anhelos y esperanzas de los pueblos que aún ignoran la presencia de Dios en el mundo, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Para que el que enaltece a los humildes y colma de bienes a los hambrientos dé fuerza a los decaídos, consuele a los tristes y conceda su ayuda a los que sufren, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Para que el que miró la humillación de María, su sierva, ponga también sus ojos en nuestra debilidad y haga obras grandes en nosotros, roguemos al Señor. Para la Salvación, oremos hermanos.
Escúchanos, Señor.
Celebrante:
Dios nuestro, que escogiste a santa María Virgen como Madre del Salvador, escucha las oraciones de tu Iglesia; y haz que, siguiendo el ejemplo de santa María y poniendo en ti toda nuestra esperanza, obtengamos en abundancia los bienes que te hemos pedido.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, con bondad, los dones de tu Iglesia, que reconoce haber tenido su origen en la encarnación de tu Hijo, y concédele celebrar llena de gozo este memorial de tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
El misterio de la Encarnación
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque la Virgen creyó el anuncio del ángel: que Cristo, por obra del Espíritu Santo, iba a hacerse hombre por salvar a los hombres. Así Dios cumplió sus promesas al pueblo de Israel y colmó de manera insospechada la esperanza de otros pueblos.
Por eso,
los ángeles te cantan con júbilo eterno y nosotros nos unimos a sus voces cantando humildemente tu alabanza:
Antífona de la Comunión
Miren: la Virgen está encinta y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Dios con nosotros.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Confirma, Señor, en nosotros la verdadera fe mediante los sacramentos que hemos recibido; para que cuantos confesamos al Hijo de la Virgen, como Dios y como hombre verdadero, podamos llegar a las alegrías del Reino por el poder de su santa resurrección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
† Meditación diaria
25 de marzo
ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR*
Solemnidad
— Verdadero Dios y perfecto hombre.
— La culminación del amor divino.
— Consecuencias de la Encarnación en nuestra vida.
I. Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo nacido de mujer1.
Como culmen del amor por nosotros, envió Dios a su Unigénito, que se hizo hombre, para salvarnos y darnos la incomparable dignidad de hijos. Con su venida podemos afirmar que llegó la plenitud de los tiempos. San Pablo dice literalmente que fue hecho de mujer2. Jesús no apareció en la tierra como una visión fulgurante, sino que se hizo realmente hombre, como nosotros, tomando la naturaleza humana en las entrañas purísimas de la Virgen María. La fiesta de hoy es propiamente de Jesús y de su Madre. Por eso, «ante todas las cosas –señala fray Luis de Granada– es razón poner los ojos en la pureza y santidad de esta Señora que Dios ab aeterno escogió para tomar carne de ella.
»Porque así como, cuando determinó criar al primer hombre, le aparejó primero la casa en que le había de aposentar, que fue el Paraíso terrenal, así cuando quiso enviar al mundo el segundo, que fue Cristo, primero le aparejó lugar para lo hospedar: que fue el cuerpo y alma de la Sacratísima Virgen»3. Dios preparó la morada de su Hijo, Santa María, con la mayor dignidad creada, con todos los dones posibles y llena de gracia.
En esta Solemnidad aparece Jesús más unido que nunca a María. Cuando Nuestra Señora dio su consentimiento, «el Verbo divino asumió la naturaleza humana: el alma racional y el cuerpo formado en el seno purísimo de María. La naturaleza divina y la humana se unían en una única Persona: Jesucristo, verdadero Dios y, desde entonces, verdadero Hombre; Unigénito eterno del Padre y, a partir de aquel momento, como Hombre, hijo verdadero de María: por eso Nuestra Señora es Madre del Verbo encarnado, de la segunda Persona de la Santísima Trinidad que ha unido a sí para siempre -sin confusión la naturaleza humana. Podemos decir bien alto a la Virgen Santa, como la mejor alabanza, esas palabras que expresan su más alta dignidad: Madre de Dios»4. ¡Tantas veces le hemos repetido: Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros...! ¡Tantas veces las hemos meditado al considerar el primer misterio gozoso del Santo Rosario!
II. Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros...5.
A lo largo de los siglos, santos y teólogos, para comprender mejor, buscaron las razones que podrían haber movido a Dios a un hecho tan extraordinario. De ninguna manera era preciso que el Hijo de Dios se hiciera hombre, ni siquiera para redimirlo, pues Dios –como afirma Santo Tomás de Aquino– «pudo restaurar la naturaleza humana de múltiples maneras»6. La Encarnación es la manifestación suprema del amor divino por el hombre, y solo la inmensidad de este amor puede explicarla: Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito...7, al objeto único de su Amor. Con este abajamiento, Dios ha hecho más fácil el diálogo del hombre con Él. Es más, toda la historia de la salvación es la búsqueda de este encuentro; la fe católica es una revelación de la bondad, de la misericordia, del amor de Dios por nosotros.
Desde el principio, Dios fue enseñando a los hombres su gratuito acercamiento. La Encarnación es la plenitud de esta cercanía. ElEmmanuel, el Dios con nosotros, tiene su máxima expresión en el acontecimiento que hoy nos llena de alegría. El Hijo Unigénito de Dios se hace hombre, como nosotros, y así permanece para siempre, encarnado en una naturaleza humana: de ningún modo la asunción de un cuerpo en las purísimas entrañas de María fue algo precario y provisional. El Verbo encarnado, Jesucristo, permanece para siempre Dios perfecto y hombre verdadero. Este es el gran misterio que nos sobrecoge: Dios, en su amor, ha querido tomar en serio al hombre y, aun siendo obra de puro amor, ha querido una respuesta en la que la criatura se comprometa ante Cristo, que es de su misma raza. «Al recordar que el Verbo se hizo carne, es decir, que el Hijo de Dios se hizo hombre, debemos tomar conciencia de lo grande que se hace todo hombre a través de este misterio; es decir, ¡a través de la Encarnación del Hijo de Dios! Cristo, efectivamente, fue concebido en el seno de María y se hizo hombre para revelar el eterno amor del Creador y Padre, así como para manifestar la dignidad de cada uno de nosotros»8.
La Iglesia, al exponer durante siglos la verdadera realidad de la Encarnación, tenía conciencia de que estaba defendiendo no solo la Persona de Cristo, sino a ella misma, al hombre y al mundo. «Él, que esimagen de Dios invisible (Col 1, 15), es también el hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado. En Él la naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros a dignidad sin igual. El Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido en cierto modo con todo el hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejante en todo a nosotros excepto en el pecado»9. ¡Qué valor debe tener la criatura humana ante Dios, «si ha merecido tener tan grande Redentor»!10. Demos hoy gracias a lo largo del día por tan inmenso bien a través de Santa María, pues Ella «ha sido el instrumento de la unión de Jesús con toda la humanidad»11.
III. La Encarnación debe tener muchas consecuencias en la vida del cristiano. Es, en realidad, el hecho que decide su presente y su futuro. Sin Cristo, la vida carece de sentido. Solo Él «revela plenamente al hombre el mismo hombre»12. Solo en Cristo conocemos nuestro ser más profundo y aquello que más nos afecta: el sentido del dolor y del trabajo bien acabado, la alegría y la paz verdaderas, que están por encima de los estados de ánimo y de los diversos acontecimientos de la vida, la serenidad, incluso el gozo ante el pensamiento del más allá, pues Jesús, a quien ahora procuramos servir, nos espera... Es Cristo quien «ha devuelto definitivamente al hombre la dignidad y el sentido de su existencia en el mundo, sentido que había perdido en gran medida a causa del pecado»13.
La asunción de todo lo humano noble por el Hijo de Dios (el trabajo, la amistad, la familia, el dolor, la alegría...) nos indica que todas estas realidades han de ser amadas y elevadas. Lo humano se convierte en camino para la unión con Dios. La lucha interior tiene entonces un carácter marcadamente positivo, pues no se trata de aniquilar al hombre para que resplandezca lo divino, ni de huir de las realidades corrientes para llevar una vida santa. No es lo humano lo que choca con lo divino, sino el pecado y las huellas que dejaron en el alma el pecado original y el personal. El empeño por asemejarnos a Cristo lleva consigo la lucha contra todo aquello que nos hace menos humanos o infrahumanos: los egoísmos, las envidias, la sensualidad, la pequeñez de espíritu... El verdadero empeño del cristiano por la santidad lleva consigo el desarrollo de la propia personalidad en todos los sentidos: prestigio profesional, virtudes humanas, virtudes de convivencia, amor a todo lo verdaderamente humano...
De la misma forma que en Cristo lo humano no deja de serlo por su unión con lo divino, por la Encarnación lo terrestre no dejó de serlo, pero desde entonces todo puede ser orientado por el hombre hacia Él. Et ego, si exaltatus fuero a terra, omnia traham ad meipsum14. Y Yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré todo hacia Mí. «Cristo con su Encarnación, con su vida de trabajo en Nazareth, con su predicación y milagros por las tierras de Judea y de Galilea, con su muerte en la Cruz, con su Resurrección, es el centro de la creación, Primogénito y Señor de toda criatura.
»(...) Quiere el Señor a los suyos en todas las encrucijadas de la tierra. A algunos los llama al desierto, a desentenderse de los avatares de la sociedad de los hombres, para hacer que esos mismos hombres recuerden a los demás, con su testimonio, que existe Dios. A otros, les encomienda el ministerio sacerdotal. A la gran mayoría, los quiere en medio del mundo, en las ocupaciones terrenas. Por lo tanto, deben estos cristianos llevar a Cristo a todos los ámbitos donde se desarrollan las tareas humanas: a la fábrica, al laboratorio, al trabajo de la tierra, al taller del artesano, a las calles de las grandes ciudades y a los senderos de montaña»15. Ese es nuestro cometido.
Terminamos nuestra oración acudiendo a la Madre de Jesús, nuestra Madre. «¡Oh María!, hoy tu tierra nos ha germinado al Salvador... ¡Oh María! Bendita seas entre todas las mujeres por todos los siglos... Hoy la Deidad se ha unido y amasado con nuestra humanidad tan fuertemente que jamás se pudo separar ya esta unión ni por la muerte ni por nuestra ingratitud»16. ¡Bendita seas!
1 Liturgia de las Horas, Antífona 1 del Oficio de lectura. Cfr. Gal 4, 4-5. — 2 Cfr.Sagrada Biblia, Vol. VI, Epístolas de San Pablo a los Romanos y a los Gálatas, EUNSA, Pamplona 1984, nota a Gal 4, 4. — 3 Fray Luis de Granada, Vida de Jesucristo, 1. — 4 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 274. — 5 Jn 1, 14. — 6Santo Tomás, Suma Teológica, 3, q. 1, a. 2. — 7 Jn 3, 16. — 8 Juan Pablo II, Ángelus en el Santuario de Jasna Gora, 5-VI-1979. — 9 Conc. Vat. II, Const. Gaudium et spes, 22. — 10 Misal Romano, Himno Exsultet de la Vigilia pascual. — 11 Juan Pablo II, Audiencia general 28-I-1987. — 12 ídem, Enc. Redemptor hominis, 4-III-1979, 11. —13 Ibídem. — 14 Jn 12, 32. — 15 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 105. —16 Santa Catalina de Siena, Elevaciones, 15.
* La Iglesia celebra hoy el misterio de la Encarnación del Verbo de Dios y, al mismo tiempo, la vocación de Nuestra Señora, que conoce a través del Ángel la voluntad de Dios sobre Ella. Con su correspondencia -su fiat comienza la Redención.
Esta Solemnidad, tanto en los calendarios más antiguos como en el actual, es una fiesta del Señor. Sin embargo, los textos hacen referencia especialmente a la Virgen, y durante muchos siglos fue considerada como una fiesta mariana. La Tradición de la Iglesia reconoce un estrecho paralelismo entre Eva, madre de todos los vivientes, por quien con su desobediencia entró el pecado en el mundo, y María -nueva Eva-, Madre de la humanidad redimida, por la que vino la Vida del mundo: Jesucristo nuestro Señor.
La fijación en el día de hoy, 25 de marzo, está relacionada con la Navidad; además, según una antigua tradición, en el equinoccio de primavera debían coincidir la creación del mundo, el inicio y el fin de la Redención: la Encarnación y la Muerte y Resurrección de Cristo.
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25 de marzo
LA VOCACIÓN DE SANTA MARÍA
— El ejemplo de Nuestra Señora.
— Corresponder a la propia vocación.
— El sí que nos pide el Señor.
I. Al entrar al mundo dijo el Señor: Vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad1.
La Anunciación y Encarnación del Hijo de Dios es el hecho más maravilloso y extraordinario, el misterio más entrañable de las relaciones de Dios con los hombres y el más trascendental de la historia de la humanidad: ¡Dios se hace hombre y para siempre! Y sin embargo este acontecimiento tuvo lugar en un pueblo pequeño de un país prácticamente desconocido en su tiempo. En Nazareth, «el que es Dios verdadero nace como hombre verdadero, sin que falte nada a la integridad de su naturaleza humana, conservando la totalidad de la esencia que le es propia y asumiendo la totalidad de nuestra esencia humana... para restaurarla»2.
San Lucas nos narra con suma sencillez este supremo acontecimiento: En el sexto mes fue enviado un ángel a una ciudad de Galilea, llamada Nazareth, a una virgen desposada con un varón de nombre José, de la casa de David, y el nombre de la virgen era María3. La piedad popular ha representado desde antiguo a Santa María recogida en oración cuando recibe la embajada del ángel: Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo. Nuestra Madre quedó turbada ante estas palabras, pero con una turbación que no la deja paralizada. Ella conocía bien la Escritura por la instrucción que todo judío recibía desde los primeros años y, sobre todo, por la claridad y penetración que le daban su fe incomparable, su profundo amor y los dones del Espíritu Santo. Por eso entendió el mensaje de aquel enviado de Dios. Su alma está completamente abierta a lo que Dios le va a pedir. El ángel se apresura a tranquilizarla y le descubre el designio del Señor sobre ella, su vocación: has hallado gracia delante de Dios –le dice–: concebirás en tu seno y darás a luz a un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor le dará el trono de David, su padre, reinará eternamente sobre la casa de Jacob, y su Reino no tendrá fin.
«El mensajero saluda, en efecto, a María como llena de gracia: la llama así como si este fuera su verdadero nombre. No llama a su interlocutora con el nombre que le es propio en el registro civil, Miryam(María), sino con este nombre nuevo: llena de gracia. ¿Qué significa este nombre? ¿Por qué el arcángel llama así a la Virgen de Nazareth?
»En el lenguaje de la Biblia, gracia significa un don especial que, según el Nuevo Testamento, tiene la propia fuente en la vida trinitaria de Dios mismo, de Dios que es amor (cfr. 1 Jn 4, 8)»4. María es llamadallena de gracia porque este nombre designa su verdadero ser. Cuando Dios cambia un nombre a alguien o le da un sobrenombre, le destina a algo nuevo o le descubre su verdadera misión en la historia de la salvación. María es llamada llena de gracia, agraciadísima, en razón de su Maternidad divina.
El anuncio del ángel descubre a María su propio quehacer en el mundo, la clave de toda su existencia. La Anunciación fue para Ella una iluminación perfectísima que alcanzó su vida entera y la hizo plenamente consciente de su papel excepcional en la historia de la humanidad. «María es introducida definitivamente en el misterio de Cristo a través de este acontecimiento»5.
Cada día –en el Ángelus–, muchos cristianos en todo el mundo recordamos a Nuestra Madre este momento inefable para Ella y para toda la humanidad; también cuando contemplamos el primer misterio de gozo del Santo Rosario. Procuremos meternos en esa escena y contemplar a Santa María que abraza con amorosa piedad la santa voluntad de Dios. «Cómo enamora la escena de la Anunciación. –María –¡cuántas veces lo hemos meditado! está recogida en oración..., pone sus cinco sentidos y todas sus potencias al habla con Dios. En la oración conoce la Voluntad divina; y con la oración la hace vida de su vida: ¡no olvides el ejemplo de la Virgen!»6.
II. Aquí estoy para hacer tu voluntad7.
La Trinidad Santísima había trazado un plan para Nuestra Señora, un destino único y absolutamente excepcional: ser Madre del Dios encarnado. Pero Dios pide a María su libre aceptación. No dudó Ella de las palabras del ángel, como había hecho Zacarías; manifiesta, sin embargo, la incompatibilidad entre su decisión de vivir siempre la virginidad, que el mismo Dios había puesto en su corazón, y la concepción de un hijo. Es entonces cuando el ángel le anuncia en términos claros y sublimes que iba a ser madre sin perder su virginidad:El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que nacerá será llamado Santo, Hijo de Dios.
María escucha y pondera en su corazón estas palabras. Ninguna resistencia en su inteligencia y su corazón: todo está abierto a la voluntad divina, sin restricción ni limitación alguna. Este abandono en Dios es lo que hace al alma de María ser buena tierra capaz de recibir la semilla divina8. Ecce ancilla Domini... he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. Nuestra Señora acepta con inmensa alegría no tener otra voluntad y otro querer que el de su Amo y Señor, que desde aquel momento es también Hijo suyo, hecho hombre en sus purísimas entrañas. Se entrega sin limitación alguna, sin poner condiciones, con júbilo y libremente. «Así María, hija de Adán, al aceptar el mensaje divino, se convirtió en Madre de Jesús y, al abrazar de todo corazón y sin entorpecimiento de pecado alguno la voluntad de Dios, se consagró totalmente como esclava del Señor a la Persona y a la obra de su Hijo, sirviendo con diligencia al misterio de la redención con Él y bajo Él, con la gracia de Dios omnipotente. Con razón, pues, piensan los Santos Padres que María no fue un instrumento puramente pasivo en las manos de Dios, sino que cooperó a la salvación de los hombres con fe y obediencia libres»9.
La vocación de Santa María es el ejemplo perfecto de toda vocación. Entendemos la vida nuestra y los acontecimientos que la rodean a la luz de la propia llamada. Es en el empeño por llevar a cabo ese designio divino donde encontramos el camino del Cielo y la propia plenitud humana y sobrenatural.
La vocación no es tanto la elección que nosotros hacemos, como aquella que Dios ha hecho de nosotros a través de mil circunstancias que es necesario saber interpretar con fe y con un corazón limpio y recto. No me habéis elegido vosotros a Mí, sino que Yo os elegí a vosotros10. «Toda vocación, toda existencia, es por sí misma una gracia que encierra en sí otras muchas. Una gracia, esto es, un don, algo que se nos da, que se nos regala sin derecho alguno de nuestra parte, sin mérito propio que lo motive o -menos aún justifique. No es preciso que la vocación, el llamamiento a cumplir el designio de Dios, la misión asignada, sea grande o brillante: basta que Dios haya querido utilizarnos, servirse de nosotros, basta el hecho de que confíe en nuestra colaboración. Es esto ya, en sí mismo, tan inaudito, tan grandioso, que toda una vida dedicada al agradecimiento no bastaría para corresponder»11.
Hoy le será muy grato a Dios que le demos gracias por las incontables luces que han ido señalando el itinerario de nuestra llamada, y que lo hagamos a través de su Madre Santísima que tan fidelísimamente correspondió a lo que el Señor quiso de Ella.
III. Ne timeas...
«No temas. Aquí radica el elemento constitutivo de la vocación. El hombre, de hecho, teme. Teme no solamente ser llamado al sacerdocio, sino también ser llamado a la vida, a sus obligaciones, a una profesión, al matrimonio. Este temor muestra un sentido de responsabilidad inmadura. Hay que superar el temor para acceder a una responsabilidad madura: hay que aceptar la llamada, escucharla, asumirla, ponderarla según nuestras luces, y responder: sí, sí. No temas, no temas, pues has hallado la gracia, no temas a la vida, no temas tu maternidad, no temas tu matrimonio, no temas tu sacerdocio, pues has hallado la gracia. Esta certidumbre, esta conciencia nos ayuda de igual forma que ayudó a María. En efecto, "la tierra y el paraíso esperan tu sí, oh Virgen Purísima". Son palabras de San Bernardo, famosas y hermosísimas palabras. Espera tu sí, María. Espera tu sí, madre que vas a tener un hijo; espera tu sí, hombre que debes asumir una responsabilidad personal, familiar y social...
»Esta es la respuesta de María, la respuesta de una madre, la respuesta de un joven: un sí para toda la vida»12, que nos compromete gozosamente.
La respuesta de María –fiat– es aún más definitiva que un simple sí. Es la entrega total de la voluntad a lo que el Señor quería de Ella en aquel momento y a lo largo de toda su vida. Este fiat tendrá su culminación en el Calvario cuando, junto a la Cruz, se ofrezca juntamente con su Hijo.
El sí que nos pide el Señor, a cada uno en su propio camino, se prolonga a lo largo de toda la vida, en acontecimientos pequeños unas veces, mayores otras, en las sucesivas llamadas, de las cuales unas son preparación para las siguientes. El sí a Jesús nos lleva a no pensar demasiado en nosotros mismos y a estar atentos, con el corazón vigilante, hacia donde viene la voz del Señor que nos señala el camino que Él traza a los suyos. En esta correspondencia amorosa se van entrelazando, en perfecta armonía, la propia libertad y la voluntad divina,
Pidamos hoy a Nuestra Señora el deseo sincero y grande de conocer con más hondura la propia vocación, y luz para corresponder a las sucesivas llamadas que el Señor nos hace. Pidámosle que sepamos darle una respuesta pronta y firme en cada circunstancia, pues solo la vocación es lo que llena una vida y le da sentido.
1 Heb 10, 5-7. — 2 Liturgia de las Horas, Segunda lectura. San León Magno, Carta 28, a Flaviano, 3 — 3 Lc 1, 26-37. — 4 Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, 25-III-1987, 8. — 5 Juan Pablo II, loc. cit. — 6 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 481. — 7Salmo responsorial. Sal 39, 7. — 8 Cfr. M. D. Philippe, Misterio de María, Rialp, Madrid 1986, p. 108. — 9 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 56. — 10 Jn 15, 16. — 11 F. Suárez, La Virgen Nuestra Señora, Rialp, 17ª ed., Madrid 1984, pp. 35-36. —12 Juan Pablo II, Alocución 25-III-1982.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Fidel de Sigmaringen
Mártir
Año 1622
Fidel significa: el que es fiel. El que es digno de fe.
Nació en Sigmaringa, Alemania, en 1577.
Tenía una inteligencia muy vivaz y fue enviado a estudiar a la Universidad de Friburgo, donde obtuvo doctorado en ambos derechos, y luego llegó a ser profesor muy estimado de filosofía y letras. Durante seis años fue encargado de la educación de varios jóvenes de las familias principales de Suabia (Alemania), a los cuales llevó por varios países de Europa para que conocieran la cultura y el modo de ser de las diversas naciones. Sus alumnos se quedaban admirados del continuo buen ejemplo de su profesor en el cual no podían encontrar ni una palabra ni un acto que no fueran de buen ejemplo. Lo que los otros gastaban en cucherías él lo gastaba en dar limosnas.
Como abogado, Fidel se dedicó a defender gratuitamente a los pobres que no tenían con qué costearse un defensor. Su generosidad era tan grande que la gente lo llamaba "El abogado de los pobres". Ya desde muy joven renunciaba a conseguir y estrenar trajes nuevos y el dinero que con eso ahorraba lo repartía entre las gentes más necesitadas. Jamás en su vida de estudiante ni en sus años de profesional tomó licor, ni nadie lo vio en reuniones mundanas o que ofrecieran peligro para la virtud. Sus compañeros de abogacía se admiraban de que este sabio doctor nunca empleaba palabras ofensivas en los pleitos que sostenía (y sus contrarios sí las usaban y muy terribles).
Un día el abogado contrario a un pleito, le ofreció en secreto una gran cantidad de dinero, con tal de que arreglaran los dos en privado y se le diera la victoria al rico que había cometido la injusticia. Fidel se quedó aterrado al constatar lo fácil que es para un abogado el prestarse a trampas y vender su alma a Satanás por unas monedas como lo hizo Judas. Y dispuso dejar la abogacía y entrar de religioso capuchino. Tenía 35 años.
Dividió sus importantes riquezas en dos partes: la mitad la repartió a los pobres, y la otra mitad la dio al Sr. Obispo para que hiciera un fondo para costear los estudios a seminaristas pobres.
Con razón le pusieron después esta leyenda debajo de su retrato:
¡Santo es Fidel, y fue abogado!,
Obra del poder Divino.
Mucho le costó ser capuchino
y morir después martirizado.
Habiendo sido tan rico y tan lleno de comodidades se fue a vivir como el más humilde y pobre fraile capuchino. Le pedía constantemente a Dios que lo librara de la tibieza (ese vicio que lo hace a uno vivir sin fervor, ni frío ni caliente, descuidado en sus deberes religiosos y flojo para hacer obras buenas) y le suplicaba a Nuestro Señor que no lo dejara perder el tiempo en inutilidades y que lo empleara hasta lo máximo en propagar el Reino de Dios. Le gustaba repetir la famosa frase de San Bernardo: "Sería una vergüenza que habiendo sido coronado de espinas mi Capitán Jesucristo, en cambio yo que soy su soldado, viviera entre comodidades y sin hacer sacrificios".
En Friburgo consiguió la conversión de muchos protestantes. Y la gente se quedó admirada cuando llegó la peste del cólera, pues se dedicaba de día y de noche a asistir gratuitamente a todos los enfermos que podía. Su austeridad o dominio de sí mismo, era impresionante. Su fervor en la oración y en la Santa Misa conmovían a los que lo acompañaban. Las gentes veían en su persona a una superioridad interior que les impresionaba. Su predicación conseguía grandes frutos porque era sencilla, clara, fácil, práctica, suave y amable, pero acompañada por la unción o fuerza de conmover que proviene de quien antes de predicar reza mucho por sus oyentes y después de la predicación sigue orando por ellos. Era tal el atractivo de sus sermones que hasta los mismos herejes iban a escucharlo. Pero este atractivo fue el que llenó de envidia y rabia a sus opositores y los llevó a escogerlo a él, entre todos los compañeros de misión, para martirizarlo.
Hay algo que a los santos les falla de manera impresionante, es la "prudencia simplemente humana", ese andar haciendo cálculos para no excederse en desgastarse por el Reino de Dios. Los santos no se miden. Ellos se enamoran de Cristo y de su religión y no andan dedicándose a darse a cuenta gotas, sino que se entregan totalmente a la misión que Dios les ha confiado. Y esto le sucedió a Fidel. Cada poco le llegaban tarjetas como esta: "Recuerde que está predicando en tierras donde hay muchos protestantes, evangélicos, calvinistas y demás herejes. No hable tan claro en favor de la religión católica, si es que quiere seguir comiendo tranquilamente su sopa entre nosotros".
Pero él seguía incansable enseñando el Catecismo Católico y previniendo a sus oyentes contra el peligro de las sectas de evangélicos y demás protestantes. Tenía que prevenir a sus ovejas contra los lobos que acaban con las devociones católicas.
Al saber en Roma los grandes éxitos del padre Fidel que con sus predicaciones convertía a tantos protestantes, lo nombraron jefe de un grupo de misioneros que tenían que ir a predicar en Suiza, nido terrible de protestantes calvinistas. Lo enviaba la Sagrada Congregación para la Propagación de la fe.
En la ceremonia con la cual lo despedían solemnemente al empezar su viaje hacia Suiza, Fidel dijo en un sermón: "Presiento que voy a ser asesinado, pero si me matan, aceptaré con alegría la muerte por amor a Jesucristo y la consideraré como una enorme gracia y una preferencia de Nuestro Señor.
Pocos días antes de ser martirizado, al escribir una carta a su lejano superior, terminaba así su escrito: "Su amigo Fidel que muy pronto será pasto de gusanos".
Al llegar a Suiza empezó a oír rumores de que se planeaba asesinarlo porque los protestantes tenían gran temor de que muchos de sus adeptos se pasaran al catolicismo al oírlo predicar. Al escuchar estas noticias se preparó para la muerte pasando varias noches en oración ante el Santísimo Sacramento, y dedicando varias horas del día a orar, arrodillado ante un crucifijo. La santidad de su vida lo tenía ya bien preparado para ser martirizado.
El domingo 24 de abril, se levantó muy temprano, se confesó y después de rezar varios salmos se fue al templo de Seewis, donde un numeroso grupo de protestantes se había reunido con el pretexto de que querían escucharlo, pero con el fin de acabar con él. Al subir al sitio del predicador, encontró allí un papel que decía: "Este será su último sermón. Hoy predicará por última vez". Se armó de valor y empezó entusiasta su predicación. El tema de su sermón fue esta frase de San Pablo: "Una sola fe, un solo Señor, un solo bautismo" (EF. 4,5) y explicó brillantemente cómo la verdadera fe es la que enseñan los católicos, y el único Señor es Jesucristo y que no hay varios bautismos como enseñan los protestantes que mandan rebautizar a la gente. Aquellos herejes temblaban de furia en su interior, y uno de los oyentes le disparó un tiro, pero equivocó la puntería. Fidel bajó del sitio desde donde predicaba y sintiendo que le llegaba el fin, se arrodilló por unos momentos ante una imagen de la Sma. Virgen. Quedó como en éxtasis por unos minutos, y luego salió por una pequeña puerta por la sacristía detrás del templo.
Los herejes lo siguieron a través del pueblo gritándole: "Renuncie a lo que dijo hoy en el sermón o lo matamos". El les respondió valientemente: "He venido para predicar la verdadera fe, y no para aceptar falsas creencias. Jamás renunciaré a la fe de mis antepasados católicos." Aquel grupo de herejes, dirigidos por un pastor protestante, le gritaba: "O acepta nuestras ideas o lo matamos". El les contestó: "Ustedes verán lo que hacen. Yo me pongo en manos de Dios y bajo la protección de la Virgen Santísima. Pero piensen bien lo que van a hacer, no sea que después tengan que arrepentirse muy amargamente". Entonces lo atacaron con palos y machetes y lo derribaron por el suelo, entre un charco de sangre. Poco antes de morir alcanzó a decir: "Padre, perdónalos".
Era el 24 de abril del año 1622.
Dios demostró la santidad de su mártir, obrando maravillosos milagros junto a su sepulcro. Y el primer milagro fue que aquel pastor protestante que acompañaba a los asaltantes, se convirtió al catolicismo y dejó sus errores.
El Papa Benedicto XIV lo declaró santo en 1746.
San Fidel mártir: te encomendamos nuestros países tan plagados de ideas ajenas al Evangelio que le van quitando la devoción a nuestra gente y la van llevando al indiferentismo y a la herejía. Haz que a ejemplo tuyo se levanten por todas partes apóstoles Católicos valerosos y santos que prevengan al pueblo y no lo dejen caer en las garras de lobos que asaltan al verdadero rebaño del Señor.
Si el grano de trigo cae a tierra y muere, produce mucho fruto. (Jesucristo).
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María de Cleofás, Santa Discípula de Jesús, Abril 24
Discípula de Jesús |
María de Cleofás, Santa |
es, además, uno de los discípulos que el día de la resurrección de Jesús, mientras iban hacia Emaús, fueron alcanzados por Jesús a quien reconocieron en la "fracción del pan". Mientras el esposo se alejaba de Jerusalén, con el corazón lleno de melancolía y desilusión, la esposa María de Cleofás, siguiendo el impulso de su corazón, iba de prisa a la tumba del Redentor para rendirle el extremo homenaje de la unción ritual con varios ungüentos. En efecto, el viernes por la tarde se había quedado atrás con María Magdalena para ver "en dónde lo dejaban". Dice el evangelista Marcos: "María la Magdalena y María, la madre de Santiago el menor y de José miraban dónde lo ponían".
Pasado el sábado, muy de mañana, mientras el marido regresaba a casa, María de Cleofás y las otras compañeras "compraron perfumes y fueron a hacerle las unciones"; pero el ángel les anunció: "No está aquí, ha resucitado". A las piadosas mujeres, que fueron al sepulcro con sus ungüentos y con su dolor, les correspondió el privilegio de conocer las primeras la noticia de la resurrección: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?". "Si Cristo no resucitó -dirá San Pablo- nuestra fe no vale nada y nosotros seríamos unos mentirosos… Pero Cristo resucitó y es la primicia de los otros que ahora duermen y resucitarán". Esta alegre noticia se la llevaron a los "Doce y a todos los otros" unas pocas mujeres, entre ellas María de Cleofás.
Sugerimos leer el Artículo Los hermanos de Jesús.
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Fuente: buonpastoreint.org
María de Santa Eufrasia Pelletier, Santa Virgen y Fundadora, Abril 24
Fundadora de la Congregación de |
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Ivo o Ives de Huntingdonshire, Santo Obispo, Abril 24
Obispo Según una leyenda medieval, san Ivo fue un obispo persa que gozaba con de gran honor y prestigio entre los suyos, y llevaba una fuerte vida de disciplina de cara a sí mismo. Juntamente con tres compañeros se fue a Inglaterra y se establecieron en ermitas lejanas para vivir en paz, penitencia y soledad. |
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Salomé, Santa Madre de los Apóstoles Santiago y Juan, 22 de octubre
Octubre 22 Etimológicamente significa "paz". Viene de la lengua hebrea. |
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Fuente: Vatican.va
Benito Menni, Santo Fundador, Abril 24
Fundador de las Hermanas Hospitalarias |
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uente: Vatican.va
María Isabel Hesselblad, Beata Religiosa Brigidina, Abril 24
Abadesa Martirologio Romano: En Roma, beata María Isabel Hesselblad, virgen, la cual, oriunda de Suecia, después de varios años de trabajar en un hospital restauró la Orden de Santa Brígida, notable por su solicitud hacia la contemplación, la caridad para con los necesitados y la unidad de los cristianos (1957) La Beata nació en un pequeño pueblito de Fâglavik, en la provincia de Âlvsborg, Suecia, el 4 de junio de 1870. |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Wilfrido de York, Santo Obispo, Abril 24
Obispo Martirologio Romano: En York, en Northumbria, san Wilfrido, obispo, que, después de trabajar con todo esmero, fue obligado a abandonar su sede y murió entre los monjes de Ripon, de quienes fue abad durante un tiempo (709). San Wilfrido, obispo de York, se distinguió por su celo en defender en Inglaterra los usos romanos. Ofreció asilo al piadoso Dagoberto II, hijo de San Sigeberto, rey de Austrasia, destronado por el mayordomo de palacio Grimoaldo. Encargóse de la educación del joven príncipe; y éste, vuelto a su reino, recibió con grandes honores al santo obispo, obligado a su vez a abandonar su patria como consecuencia de las vejaciones del rey Egfrido. De allí, San Wilfrido fue a Roma a reclamar la protección del Papa, y volvió a Inglaterra, donde Egfrido lo hizo encarcelar. Recuperada la libertad, pero no pudiendo obtener la ejecución del juicio del Papa, se fue a Sussex a predicar el Evangelio. Fue puesto entonces en posesión de la diócesis de Hexham, retomó el gobierno de los monasterios que había fundado y murió visitándolos, en el año 709, a la edad de 75 años. |
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Gregorio de Elvira o de Illiberis Obispo, Abril 24
Obispo Martirologio Romano: En Illiberis (o Elvira, hoy Granada), en la Hispania Bética, san Gregorio, obispo, cuyo libro Sobre la Fe fue alabado por san Jerónimo (s. IV). Padre de la Iglesia hispanorromano. Fue un prelado español del siglo IV. Este santo, llamado también Gregorio Bético, es citado con elogio por Eusebio Vercelense, san Jerónimo y otros, los cuales dicen que se había enfrentado a Osio por haber comunicado con Alsacio, Ursacio y Valente de lo cual se puede inferir que ya era obispo de Ilíberis antes del año 347. |
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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, Abril 24
San Alejandro, mártir |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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