†
JMJ
Pax
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 13, 54-58
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús llegó a su tierra y se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal forma, que todos estaban asombrados y se preguntaban:
"¿De dónde ha sacado éste esa sabiduría y esos poderes milagrosos? ¿Acaso no es éste el hijo del carpintero? ¿ No se llama María su madre y no son sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿Qué no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde, pues, ha sacado todas estas cosas?"
Y se negaban a creer en él. Entonces, Jesús les dijo:
"Un profeta no es despreciado más que en su patria y en su casa".
Y no hizo muchos milagros allí por la incredulidad de ellos.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
San José Obrero (1o. de mayo)
Antífona de Entrada
Dichoso el que teme al Señor y cumple su voluntad, él gozará el fruto de su trabajo, tendrá prosperidad y alegría. Aleluya.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, creador del universo, que has querido que el hombre colabore con su trabajo al perfeccionamiento de tu obra y al bien de sus hermanos; por intercesión de san José y a ejemplo suyo, concédenos comprender y realizar la misión que nos has encomendado, a cada uno.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Llenen la tierra y sométanla
Lectura del libro del Génesis 1, 26-31; 2, 1-3
En el principio creó Dios al cielo y la tierra. Y dijo Dios:
"Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine a los peces del mar, a las aves del cielo, a los animales domésticos y a todo animal que se arrastra sobre la tierra".
Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen suya lo creó; hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo:
"Sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todo ser viviente que se mueve sobre la tierra".
Y dijo Dios:
"He aquí que les entrego todas las plantas de semilla que hay sobre la faz de la tierra, y todos los árboles que producen fruto y semilla, para que les sirvan de alimento. Y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todos los seres que respiran, también les doy por alimento las verdes plantas".
Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho y lo encontró muy bueno. Fue la tarde y la mañana del sexto día.
Así quedaron concluidos el cielo y la tierra con todos sus ornamentos, y terminada su obra, descansó Dios el séptimo día de todo cuanto había hecho. Dios bendijo el séptimo día y lo consagró, porque ese día cesó de trabajar en la creación del universo.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 89
Dales, Señor, prosperidad a nuestras obras.
Desde antes que surgieran las montañas y la tierra y el mundo apareciesen, existes tú, Dios mío, desde siempre y por siempre.
Dales, Señor, prosperidad a nuestras obras.
Tú haces volver al polvo a los humanos, diciendo a los mortales que retornen. Mil años para ti son como un día que ya pasó, como una breve noche.
Dales, Señor, prosperidad a nuestras obras.
Haznos captar lo breve de la vida y seremos sensatos. ¿Hasta cuando, Señor, vas a tener compasión de tus siervos? ¿Hasta cuándo?
Dales, Señor, prosperidad a nuestras obras.
Llénanos de tu amor por la mañana y júbilo será la vida toda. Haz, Señor, que tus siervos y sus hijos, puedan mirar tus obras y tu gloria.
Dales, Señor, prosperidad a nuestras obras.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Bendito sea el Señor día tras día, que nos lleve en sus alas y nos salve.
Aleluya.
Evangelio
¿No es éste el hijo del carpintero?
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 13, 54-58
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús llegó a su tierra y se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal forma, que todos estaban asombrados y se preguntaban:
"¿De dónde ha sacado éste esa sabiduría y esos poderes milagrosos? ¿Acaso no es éste el hijo del carpintero? ¿ No se llama María su madre y no son sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿Qué no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde, pues, ha sacado todas estas cosas?"
Y se negaban a creer en él. Entonces, Jesús les dijo:
"Un profeta no es despreciado más que en su patria y en su casa".
Y no hizo muchos milagros allí por la incredulidad de ellos.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobe las Ofrendas Dios de toda bondad, acepta los dones que te presentamos en esta conmemoración de san José, obrero, y haz que esta Eucaristía sea para nosotros fuente de vida cristiana y salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Prefacio
Misión de san José
Y alabar, bendecir y proclamar tu gloria en la conmemoración de san José, el hombre justo que diste por esposo a la Virgen Madre de Dios; el fiel y prudente servidor a quien constituiste jefe de tu familia para que, haciendo las veces de padre, cuidara a tu Hijo unigénito, concebido por obra del Espíritu Santo, Jesucristo, nuestro Señor. Por él, los ángeles y los arcángeles, y todos los coros celestiales celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces cantando humildemente tu alabanza: Santo, Santo, Santo...
Antífona de la Comunión
Todo lo que hagan de palabra o de obra, háganlo en el nombre de Jesús, el Señor, dando gracias por su medio a Dios Padre. Aleluya.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, tú que nos has alimentado con la Eucaristía; por ello te pedimos que, dando testimonio, como san José, del amor que infundes en nuestros corazones, podamos gozar continuamente de la paz verdadera.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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† Meditación diaria
SAN JOSé OBRERO* Memoria — El trabajo, un don de Dios. — Sentido humano y sobrenatural del trabajo. — Amar el propio quehacer profesional. I. Comerás el fruto de tu trabajo...1. La Iglesia, al presentarnos hoy a San José como modelo, no se limita a valorar una forma de trabajo, sino la dignidad y el valor de todo trabajo humano honrado. En la Primera lectura de la Misa2 leemos la narración del Génesis en la que se muestra al hombre como partícipe de la Creación. También nos dice la Sagrada Escritura que puso Dios al hombre en el jardín del Edén para que lo cultivara y guardase3. El trabajo, desde el principio, es para el hombre un mandato, una exigencia de su condición de criatura y expresión de su dignidad. Es la forma en la que colabora con la Providencia divina sobre el mundo. Con el pecado original, la forma de esa colaboración, el cómo, sufrió una alteración: Maldita sea la tierra por tu causa -leemos también en el Génesis4-; con fatiga te alimentarás de ella todos los días de tu vida... Con el sudor de tu frente comerás el pan... Lo que habría de realizarse de un modo apacible y placentero, después de la caída original se volvió dificultoso, y muchas veces agotador. Con todo, permanece inalterado el hecho de que la propia labor está relacionada con el Creador y colabora en el plan de redención de los hombres. Las condiciones que rodean al trabajo han hecho que algunos lo consideren como un castigo, o que se convierta, por la malicia del corazón humano cuando se aleja de Dios, en una mera mercancía o en "instrumento de opresión", de tal manera que en ocasiones se hace difícil comprender su grandeza y su dignidad. Otras veces, el trabajo se considera como un medio exclusivo de ganar dinero, que se presenta como fin único, o como manifestación de vanidad, de propia autoafirmación, de egoísmo..., olvidando el trabajo en sí mismo, como obra divina, porque es colaboración con Dios y ofrenda a Él, donde se ejercen las virtudes humanas y las sobrenaturales. Durante mucho tiempo se despreció el trabajo material como medio de ganarse la vida, considerándolo como algo sin valor o envilecedor. Y con frecuencia observamos cómo la sociedad materialista de hoy divide a los hombres "por lo que ganan", por su capacidad de obtener un mayor nivel de bienestar económico, muchas veces desorbitado. "Es hora de que los cristianos digamos muy alto que el trabajo es un don de Dios, y que no tiene ningún sentido dividir a los hombres en diversas categorías según los tipos de trabajo, considerando unas tareas más nobles que otras. El trabajo, todo trabajo, es testimonio de la dignidad del hombre, de su dominio sobre la creación. Es ocasión de desarrollo de la propia personalidad. Es vínculo de unión con los demás seres, fuente de recursos para sostener a la propia familia; medio de contribuir a la mejora de la sociedad, en la que se vive, y al progreso de toda la Humanidad"5. Esto es lo que nos recuerda la fiesta de hoy6, al proponernos como modelo y patrono a San José, un hombre que vivió de su oficio, al que debemos recurrir con frecuencia para que no se degrade ni se desdibuje la tarea que tenemos entre manos, pues no raras veces, cuando se olvida a Dios, "la materia sale del taller ennoblecida, mientras que los hombres se envilecen"7. Nuestro trabajo, con ayuda de San José, debe salir de nuestras manos como una ofrenda gratísima al Señor, convertido en oración. II. El Evangelio de la Misa8 nos muestra, una vez más, cómo a Jesús le conocen en Nazareth por su trabajo. Cuando vuelve Jesús a su tierra, sus vecinos decían: ¿No es este el hijo del carpintero? ¿No es su madre María?... En otro lugar se dice que Jesús siguió el oficio del que le hizo las veces de padre aquí en la tierra, como ocurre en tantas ocasiones: ¿No es este el carpintero, hijo de María?...9. El trabajo quedó santificado al ser asumido por el Hijo de Dios y, desde entonces, puede convertirse en tarea redentora, al unirlo a Cristo Redentor del mundo. La fatiga, el esfuerzo, las condiciones duras y difíciles, consecuencia del pecado original, se convierten con Cristo en valor sobrenatural inmenso para uno mismo y para toda la humanidad. Sabemos que el hombre ha sido asociado a la obra redentora de Jesucristo, "que ha dado una dignidad eminente al trabajo ejecutándolo con sus propias manos en Nazareth"10. Cualquier trabajo noble puede llegar a ser tarea que perfecciona a quien lo realiza, a la sociedad entera, y puede convertirse, con todas sus incidencias, en medio para ayudar a otros a través de la comunión que existe entre todos los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia. Pero para esto es necesario no olvidar el fin sobrenatural, además del humano, que deben tener todos los actos de la vida, incluso los que se presentan como más duros y difíciles: "el condenado a galeras bien sabe que rema con el fin de mover un barco, pero para reconocer que esto da sentido a su existencia, tendría que profundizar en el significado que el dolor y el castigo tiene para un cristiano; es decir, tendría que ver su situación como una posibilidad de identificarse con Cristo. Ahora bien, si por ignorancia o por desprecio no lo logra, llegará a odiar su "trabajo". Un efecto similar puede darse cuando el fruto o el resultado del trabajo (no su retribución económica, sino lo que se ha "trabajado", "elaborado" o "hecho") se pierde en una lejanía de la que casi no se tiene noticia"11. ¡Cuántos cada mañana, por desgracia, se dirigen a su "trabajo" como si fueran a galeras! A remar para un barco que no saben a dónde va, ni siquiera les importa. Solo esperan el fin de semana y la paga mensual. Ese trabajo, evidentemente, no dignifica, no santifica, difícilmente servirá para desarrollar la propia personalidad y ser un bien para la sociedad. Pensemos hoy, junto a San José, en el amor y aprecio que tenemos a nuestra tarea, el cuidado que ponemos en acabarla con perfección, la puntualidad, el prestigio profesional, el sosiego –no reñido con la urgencia– con que lo llevamos a cabo, la consideración y el respeto que tenemos por todo trabajo, la laboriosidad... Si nuestro quehacer está humanamente bien hecho, podremos decir con la liturgia de la Misa de hoy: Señor, Dios nuestro, fuente de misericordia, acepta nuestra ofrenda en la fiesta de San José obrero, y haz que estos dones se transformen en fuente de gracia para los que te invocan12. III. La obra bien hecha es la que se lleva a cabo con amor. Apreciar la propia profesión, el oficio al que nos dedicamos es, quizá, el primer paso para dignificarlo y para elevarlo al plano sobrenatural. Debemos poner el corazón en lo que tenemos entre manos, y no hacerlo "porque no hay más remedio". "Aquel hombre, hijo mío, que vino a verme esta mañana –¿sabes?, el de la cazadora color de tierra– no es un hombre honesto (...). Este hombre ejerce la profesión de caricaturista en un periódico ilustrado. Esto le da de qué vivir; esto le ocupa las horas de la jornada. Y, sin embargo, él habla siempre con asco de su oficio, y me dice: "¡Si yo pudiera ser pintor! Pero me es indispensable dibujar esas tonterías para comer. ¡No mires los muñecos, chico, no los mires! Comercio puro...". Quiere decir que él cumple únicamente por la ganancia. Y que ha dejado que su espíritu se vaya lejos de la labor que le ocupa las manos. Porque él tiene su labor por muy vil. Pero dígote, hijo, que si la faena de mi amigo es tan vil, si sus dibujos pueden ser llamados tonterías, la razón está justamente en que él no metió allí su espíritu. Cuando el espíritu en ella reside, no hay faena que no se vuelva noble y santa. Lo es la del caricaturista, como la del carpintero y la del que recoge las basuras (...). Hay una manera de dibujar caricaturas, de trabajar la madera (...), que revela que en la actividad se ha puesto amor, cuidado de perfección y armonía, y una pequeña chispa de fuego personal: eso que los artistas llaman estilo propio, y que no hay obra ni obrilla humana en que no pueda florecer. Manera de trabajar que es la buena. La otra, la de menospreciar el oficio, teniéndolo por vil, en lugar de redimirlo y secretamente transformarlo, es mala e inmoral. El visitante de la cazadora color de tierra es, pues, un hombre inmoral, porque no ama su oficio"13. San José nos enseña a amar el oficio en el que empleamos tantas horas: el hogar, el laboratorio, el arado o el ordenador, el traer y llevar paquetes o el cuidar de la portería de aquel gran edificio... La categoría de un trabajo reside en su capacidad de perfeccionarnos humana y sobrenaturalmente, en las posibilidades que nos ofrece de sacar la familia adelante y de colaborar en obras buenas en favor de los hombres, en la ayuda que a través de él prestamos a la sociedad... San José tuvo delante a Jesús mientras trabajaba. A veces le pedía que le sostuviera una madera mientras aserraba y, otras, le enseñaba a manejar el formón o la garlopa... Cuando estaba cansado miraba a su hijo, que era el Hijo de Dios, y aquella tarea adquiría un nuevo vigor porque sabía que con su trabajo estaba colaborando en los planes misteriosos, pero reales, de la salvación. Pidámosle hoy que nos enseñe a tener esa presencia de Dios que él tuvo mientras ejercía su oficio. No olvidemos a Santa María, a la que vamos a dedicar, con mucho amor, este mes de mayo que hoy comenzamos. No olvidemos ofrecer cada día alguna hora de trabajo o de estudio, más intensa, mejor acabada, en su honor. 1 Cfr. Antífona de entrada. Sal 127, 1-2. — 2 Gen 1, 26; 2, 3. — 3 Gen 2, 15. — 4 Gen 3, 17-19. — 5 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 47. — 6 Juan Pablo II, Exhor. Apost. Redemptoris custos, 15-VIII-1989, 22. — 7 Pío XI, Enc. Quadragesimo anno, 15-V-1931. — 8 Mt 13, 54-58. — 9 Mc 6, 3. — 10 Conc. Vat. II, Const. Gaudium et spes, 67. — 11 P. Berglar, Opus Dei, Rialp, Madrid 1987, p. 309. — 12 Misal Romano, Oración sobre las ofrendas. — 13 E. D'Ors, Aprendizaje y heroísmo; grandeza y servidumbre de la inteligencia, EUNSA, Pamplona 1973, pp. 19-20. * Desde 1955 se celebra litúrgicamente la Memoria de San José Obrero. La Iglesia recuerda así -"a ejemplo de San José y con su patrocinio"- el valor humano y sobrenatural del trabajo. Todo trabajo humano es colaboración en la obra de Dios, Creador, y por Jesucristo se convierte -según el amor a Dios y la caridad con los demás- en verdadera oración y en apostolado. ___________________________________________________________________________________________
LA VID Y LOS SARMIENTOS
— Jesucristo es la vid verdadera. La vida divina en el alma.
— "Jesús nos poda para que demos más fruto". Sentido del dolor y de la mortificación. La Confesión frecuente.
— Unión con Cristo. El apostolado, "sobreabundancia de la vida interior". El sarmiento seco.
I. Yo soy la verdadera vid, y vosotros los sarmientos; el que permanece en mí, y yo en él, ése da fruto abundante, leemos en el Evangelio de la Misa1.
El pueblo elegido había sido comparado con frecuencia, por su ingratitud, a una viña; así, se habla de la ruina y restauración de la viña arrancada de Egipto y plantada en otra tierra2; en otra ocasión, Isaías expresa la queja del Señor porque su viña, después de incontables cuidados, esperando que le daría uvas le dio agrazones, uvas amargas3. También Jesús utilizó la imagen de la viña para significar el rechazo de los judíos al Mesías y la llamada a los gentiles4.
Pero aquí el Señor emplea la imagen de la vid y de los sarmientos en un sentido totalmente nuevo. Cristo es la verdadera vid, que comunica su propia vida a los sarmientos. Es la vida de la gracia que fluye de Cristo y se comunica a todos los miembros de su Cuerpo, que es la Iglesia. Sin esa savia nueva no producen ningún fruto porque están muertos, secos.
Es una vida de tan alto valor, que Jesús derramó hasta la última gota de su sangre para que nosotros pudiésemos recibirla. Todas sus palabras, acciones y milagros nos introducen progresivamente en esta nueva vida, enseñándonos cómo nace y crece en nosotros, cómo muere y cómo se nos restituye si la hemos perdido5. Yo he venido, nos dice, para que tengan vida y la tengan en abundancia6. Permaneced en mí y yo en vosotros7.
¡Nos hace partícipes de la misma vida de Dios! El hombre, en el momento del Bautismo, es transformado en lo más profundo de su ser, de tal modo que se trata de una nueva generación, que nos hace hijos de Dios, hermanos de Cristo, miembros de su cuerpo, que es la Iglesia. Esta vida es eterna, si no la perdemos por el pecado mortal. La muerte ya no tiene verdadero poder sobre quien la posea, que no morirá para siempre, cambiará de casa8, para ir a morar definitivamente en el Cielo. Jesús quiere que sus hermanos participen de lo que Él tiene en plenitud. "La vida que de la Trinidad adorable se había derramado en su santa Humanidad se desborda de nuevo, se extiende y se propaga. De la cabeza desciende a los miembros (...). La cepa y los sarmientos forman un mismo ser, se nutren y obran juntamente, produciendo los mismos frutos porque están alimentados por la misma savia"9.
Esto os escribo, nos dice San Juan después de habernos narrado incontables maravillas, para que conozcáis que tenéis la vida eterna10. Esta vida nueva la recibimos o se fortalece de modo particular a través de los sacramentos, que el Señor quiso instituir para que de una manera sencilla y asequible pudiera llegar la Redención a todos los hombres. En estos siete signos eficaces de la gracia encontramos a Cristo, el manantial de todas las gracias. "Allí nos habla Él, nos perdona, nos conforta; allí nos santifica, allí nos da el beso de la reconciliación y de la amistad; allí nos da sus propios méritos y su propio poder; allí se nos da Él mismo"11.
II. Todo sarmiento que en mí no da fruto lo corta, y todo el que da fruto lo poda para que dé más fruto12.
El cristiano que rompe con los canales por los que le llega la gracia –la oración y los sacramentos– se queda sin alimento para su alma, y "esta acaba muriendo a manos del pecado mortal, porque sus reservas se agotan y llega un momento en que ni siquiera es necesaria una fuerte tentación para caer: se cae él solo porque carece de fuerzas para mantenerse de pie. Se muere porque se le acaba la vida. Pero si los canales de la gracia no están expeditos porque una montaña de desgana, negligencia, pereza, comodidad, respetos humanos, influencias del ambiente, prisas y otros quehaceres (...) los obstruye, entonces la vida del alma va languideciendo y uno malvive hasta que acaba por morir. Y, desde luego, su esterilidad es total, porque no da fruto alguno"13.
La voluntad del Señor, sin embargo, es que demos fruto y lo demos en abundancia14. Por eso poda al sarmiento para que dé más fruto. Y dice Jesús a continuación: Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado15. El Señor ha utilizado el mismo verbo para hablar de la poda de los sarmientos y de la limpieza de sus discípulos. Al pie de la letra habría que traducir: "A todo el que da fruto lo limpia para que dé más fruto"16.
Hemos de decirle con sinceridad al Señor que estamos dispuestos a dejar que arranque todo lo que en nosotros es un obstáculo a su acción: defectos del carácter, apegamientos a nuestro criterio o a los bienes materiales, respetos humanos, detalles de comodidad o de sensualidad... Aunque nos cueste, estamos decididos a dejarnos limpiar de todo ese peso muerto, porque queremos dar más fruto de santidad y de apostolado.
El Señor nos limpia y purifica de muchas maneras. En ocasiones permitiendo fracasos, enfermedades, difamaciones... "¿No has oído de labios del Maestro la parábola de la vid y los sarmientos? —Consuélate: te exige, porque eres sarmiento que da fruto... Y te poda, "ut fructum plus afferas" —para que des más fruto.
"¡Claro!: duele ese cortar, ese arrancar. Pero, luego, ¡qué lozanía en los frutos, qué madurez en las obras!"17.
También ha querido el Señor que tengamos muy a mano el sacramento de la Penitencia, para que purifiquemos nuestras frecuentes faltas y pecados. La recepción frecuente de este sacramento, con verdadero dolor de los pecados, está muy relacionada con esa limpieza de alma necesaria para todo apostolado.
III. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí18.
En el trato personal con Jesucristo nos disponemos y aprendemos a ser eficaces, a comprender, a estar alegres, a querer de verdad a los demás y a llevarlos más cerca de Dios; a ser buenos cristianos, en definitiva. "Por tanto –comenta San Agustín–, todos nosotros, unidos a Cristo nuestra Cabeza, somos fuertes, pero separados de nuestra Cabeza no valemos para nada (...). Porque unidos a nuestra cabeza somos vid; sin nuestra cabeza (...) somos sarmientos cortados, destinados no al uso de los agricultores, sino al fuego. De aquí que Cristo diga en el Evangelio: Sin mí no podéis hacer nada. ¡Oh Señor! Sin ti nada, contigo todo (...). Sin nosotros Él puede mucho o, mejor, todo; nosotros sin Él nada"19.
Son muy diversos los frutos que el Señor espera de nosotros. Pero todo sería inútil, como el intentar recoger buenos racimos de un sarmiento que quedó desgajado de la cepa, si no tenemos vida de oración, si no estamos unidos al Señor. "Mirad esos sarmientos repletos, porque participan de la savia del tronco: solo así se han podido convertir en pulpa dulce y madura, que colmará de alegría la vista y el corazón de la gente (Cfr. Sal 103, 15), aquellos minúsculos brotes de unos meses antes. En el suelo quedan quizá unos palitroques sueltos, medio enterrados. Eran sarmientos también, pero secos, agostados. Son el símbolo más gráfico de la esterilidad"20.
La vida de unión con el Señor trasciende el ámbito personal y se manifiesta en el modo de trabajar, en el trato con los demás, en las atenciones con la familia..., en todo. De esa unidad con el Señor brota la riqueza apostólica, pues "el apostolado, cualquiera que sea, es una sobreabundancia de la vida interior"21. Ya que Cristo es "la fuente y origen de todo apostolado de la Iglesia, es evidente que la fecundidad del apostolado de los laicos depende de la unión vital que tengan con Cristo. Lo afirma el Señor: El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada. Esta vida de unión íntima con Cristo en la Iglesia se nutre con los auxilios espirituales comunes a todos los fieles... Los laicos deben servirse de estos auxilios de tal forma que, al cumplir debidamente sus obligaciones en medio del mundo, en las circunstancias ordinarias de la vida, no separen la unión con Cristo de su vida privada, sino que crezcan intensamente en esa unión, realizando sus tareas en conformidad con la Voluntad de Dios"22.
En todas las facetas de la vida pasa lo mismo: "nadie da lo que no tiene". Solo del árbol bueno se pueden recoger frutos buenos. "Los sarmientos de la vid son de lo más despreciable si no están unidos a la cepa; y de lo más noble si lo están (...). Si se cortan no sirven de nada, ni para el viñador ni para el carpintero. Para los sarmientos una de dos: o la vid o el fuego. Si no están en la vid, van al fuego; para no ir al fuego, que estén unidos a la vid"23.
¿Estamos dando los frutos que el Señor esperaba de nosotros? A través de nuestro trato, ¿se han acercado nuestros amigos a Dios? ¿Hemos facilitado que alguno de ellos se encamine al sacramento de la Confesión? ¿Damos frutos de paz y de alegría en medio de quienes más tratamos cada día? Son preguntas que nos podrían ayudar a concretar algún propósito antes de terminar nuestra oración. Y lo hacemos junto a María, que nos dice: Como vid eché hermosos sarmientos, y mis flores dieron sabrosos y ricos frutos24. El que me halla a mí, halla la vida y alcanzará el favor de Yahvé25. Ella es el camino corto por el que llegamos a Jesús, que nos llena de su vida divina.
1 Jn 15, 1-8. — 2 Cfr. Sal 79. — 3 Cfr. Is 5, 1-5. — 4 Cfr. Mt 21, 33-34. — 5 Cfr. P. M. de la Croix, Testimonio espiritual del Evangelio de San Juan, Rialp, Madrid 1966, p. 141. — 6 Jn 10, 10. — 7 Jn 15, 4. — 8 Cfr. Misal Romano, Prefacio de difuntos I. — 9 M. V. Bernadot, De la Eucaristía a la Trinidad, Palabra, Madrid 1976, pp. 12-13. — 10 1 Jn 5, 13. — 11 E. Boylan, El amor supremo, Rialp, 3ª ed., Madrid 1963, p. 210. — 12 Jn 15, 2. — 13 F. Suárez, La vid y los sarmientos, Rialp, 2ª ed., Madrid 1980, pp. 41-42. — 14 Cfr. Jn 15, 8. — 15 Jn 15, 3. — 16 Cfr. nota a Jn 15, 2, en Santos Evangelios, EUNSA, Pamplona 1983. — 17 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 701. — 18 Jn 15, 4-6. — 19 San Agustín, Comentario al Salmo 30, II, 1, 4. — 20 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 254. — 21 Ibídem, 239. — 22 Conc. Vat. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 4. — 23 San Agustín, Trat. Evangelio de San Juan, 81, 3. — 24 Eclo 24, 17.— 25 Prov 8, 35.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Jeremías, Santo Profeta, Mayo 1
Profeta Etimológicamente significa "Dios me levanta". Viene de la lengua hebrea.
su labor apostólica. Sentía en sus carnes que parte del pueblo y sus gobernantes "pasaban" de él. "Señor, todos se burlan de mí. Cuando voy por las calles se ríen y y dicen: Allá va el de las malas noticias". Eran los desahogos del profeta ante Dios. |
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Segismundo, Santo Rey de Borgoña, Mayo 1
Rey de los burgundios Fue rey de la Borgoña desde el 516 hasta su muerte. Historia
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Mafalda de Portugal, Santa Abadesa, 1 de mayo
Mafalda de Borgoña y de Barcelona Infanta de Portugal y reina de Castilla. Era hija de Sancho I el Poblador y de su mujer, Dulce de Barcelona. |
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Orencio y Paciencia, Santos Esposos y Mártires, Mayo 1
Esposos y Mártires Etimológicamente significan "amaneciente", de la lengua griega, y "paciente", de la lengua latina. |
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Agustín Schoeffler, Santo Sacerdote y Mártir, Mayo 1
Nació el 22 de Noviembre de 1822 en Mittelbronn, Mosela, Francia. |
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Aldebrando de Fossombrone, Beato Obispo, Mayo 1
Etimológicamente significa "governante con la espada", viene del germánico. |
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Clemente Septyckyj, Beato Sacerdote y Mártir, 1 de mayo
Mártir Clemente Septyckyj, era el hermano menor del obispo greco-católico Andrés Septyckyj, nació el 17 de noviembre de 1869 en el villorio de Prylbychi, en la provincia de Lviv (Ucrania). |
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Juan Luis Bonnard, Santo Sacerdote y Mártir, Mayo 1
Nació el 1 de marzo de 1824, en Saint Christot-en-Jarret, poblado del departamenteo de Loira, Francia. |
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Fuente: Devocionario.com
Peregrino Laziosi, Santo Patrón de los enfermos de Cáncer y SIDA, Mayo 1
Patrón de los enfermos de Cáncer y SIDA Fecha canonización: 1726 por Benedicto XIII ORACIÓN A SAN PEREGRINO, |
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Fuente: Vatican.va
Ricardo Pampuri, Santo Religioso, Mayo 1
HERMINIO FELIPE PAMPURI en religión Fr. Ricardo, décimo de once hijos, nació el 2 de agosto de 1897 en Trivolzio (Pavia) de Inocencio y de Angela Campari, y fue bautizado el día siguiente. |
Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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