lunes, 9 de septiembre de 2013

[amro] ''Visión de los vencidos'', Migule León Portilla. Historia de México

Un saludo de su amigo Sören Garza (hombre), desde México.

 

 

La visión de los vencidos

Miguel León Portilla

 

 

 

 

INTRODUCCIÓN

 

 

 

Revelación y asombro para los europeos de los siglos XVI y XVII, fueron las crónicas, noticias y relaciones de los descubridores y conquistadores del Nuevo Mundo. Europa —continente antiguo, poseedor de larga historia— mostró avidez por conocer las extrañas formas de vivir de esos "pueblos bárbaros", que sus navegantes, exploradores y conquistadores iban "descubriendo".

 

Los datos aportados, con espontaneidad o con doblez, por los "cronistas de Indias", se recibieron en Europa con el más vivo interés. Pudieron convertirse algunas veces en tema de controversia, pero nunca dejaron de ser objeto de reflexión. No sólo los conquistadores y los frailes misioneros, sino también los sabios y humanistas europeos, los historiadores reales, intentaron forjarse imágenes adecuadas de las diversas realidades físicas y humanas existentes en el Nuevo Mundo.

 

Los resultados fueron diversos. Hubo "proyecciones" de viejas ideas. Se pensó, por ejemplo, que determinados indígenas eran en realidad los descendientes de las tribus perdidas de los judíos. Tal es el caso de fray Diego de Durán a propósito del mundo náhuatl. Otras veces las relaciones e  historias eran una apología más o menos consciente de la Conquista, como en el caso de Hernán Cortés. En algunas crónicas aparecen los indígenas del Nuevo Mundo como gente bárbara, idólatras entregados a la antropofagia y a la sodomía, mientras que en otras son descritos como dechado de virtudes naturales.

 

Aprovechando las noticias que llegaban, se escribieron luego en Europa historias con el criterio humanista propio de la época. Bastaría con recordar las décadas De orbe novo del célebre Pedro Mártir de Angleria, en las que tantas veces expresa su admiración al describir las artes y formas de vida de los indios. O el impresionante cúmulo de información de primera mano que acerca de las Indias allegó e incorporó en su Historia General el cronista real Antonio de Herrera. En resumen, puede decirse que la historiografía, no ya sólo española y portuguesa, sino también francesa, inglesa, alemana e italiana, cobraron nueva vida al hacer objeto de su estudio las cosas naturales y humanas del Nuevo Mundo.

 

Pero, frente a este innegable estupor e interés del mundo antiguo por las cosas y los hombres de este continente, rara vez se piensa en la admiración e interés recíproco que debió despertar en los indios la llegada de quienes venían de un mundo igualmente desconocido. Porque, si es atractivo estudiar las diversas formas como concibieron los europeos a los que, por error, llamaron "indios", el problema inverso, que lleva a ahondar en el pensamiento indígena —tan lejano y tan cercano a nosotros— encierra igual, si no es que mayor interés. ¿Qué pensaron los hombres del Nuevo Mundo, en particular los mesoamericanos, nahuas, mayas y otros al ver llegar a sus costas y pueblos a los "descubridores y conquistadores"? ¿Cuáles fueron sus primeras actitudes? ¿Qué sentido dieron a su lucha? ¿Cómo valoraron su propia derrota?

 

Es cierto que estas preguntas no podrán contestarse en todos los casos. Mas, por lo menos, habrá algunas respuestas, tratándose de las culturas indígenas que alcanzaron mayor desarrollo. Sus textos y pinturas por una parte, y las relaciones españolas por otra, constituirán las dos caras distintas del espejo histórico en el que se refleja la Conquista. Como es natural, las imágenes logradas por mesoamericanos y españoles mostrarán grandes variantes. No obstante condenaciones e incomprensiones mutuas, en el fondo ambos tipos de imágenes son intensamente humanas. En cuanto tales, deberán estudiarse sin prejuicio. Porque, su examen sereno, más allá de fobias y filias, ayudará a comprender la raíz del México actual, consecuencia viviente del encuentro violento de esos dos mundos.

 

Dentro de Mesoamérica, son las culturas maya y náhuatl las que ofrecen el más amplio testimonio indígena de la Conquista. Ambas fueron culturas con historia, escritura y transmisión oral. Una breve mención del interés que tenían por la historia esos pueblos indígenas, pondrá de manifiesto el porqué de su empeño por conservar su propia visión de la Conquista.

 

 

INTERÉS POR LA HISTORIA EN EL MUNDO INDÍGENA

 

Las estelas mayas y otros monumentos conmemorativos mayas y nahuas, los códices históricos, xiuhámatl, "libros de años", del mundo náhuatl prehispánico, redactados a base de una escritura principalmente ideográfica e incipientemente fonética, dan testimonio del gran interés que ponían, entre otros, nahuas y mayas por preservar el recuerdo de los hechos pasados de alguna importancia. Complemento de lo anterior eran los textos fielmente memorizados en sus centros prehispánicos de educación, donde se enseñaban a los estudiantes, además de otras cosas, las viejas historias acerca de cuanto había sucedido, año por año, tal como se consignaba en sus códices.

 

Un único testimonio vamos a aducir de este aprecio indígena por conservar su historia, tomado de quien, sin pretender la alabanza de los indios, allegó en pleno siglo XVI, mejor que nadie, relaciones y noticias acerca de la Historia general de los hechos de los castellanos en las Islas y Tierra Firme de la Mar Océano, o sea, el cronista Mayor de Felipe II, don Antonio de Herrera. Sea excusa de una larga cita el interés de la misma. Escribe así Herrera en el libro X de su Década cuarta:

 

Conservaban las naciones de Nueva España, la memoria de sus antiguallas: En Yucatán, i en Honduras, havia vnos Libros de Hojas, enquadernados, en que tenian los Indios la distribucion de sus tiempos, i conocimiento de las Plantas, i Animales, i otras cosas naturales.

 

En la Provincia de Mexico, tenian su Libreria, Historias, i Kalendarios, con que pintaban; las que tenian Figuras, con sus proprias Imagen i con otros Caracteres, las que no tenian Imagen proprias: asi figuraban cuanto querian.

 

Y para memoria del tiempo, en que acaecia cada cosa, tenian aquellas Ruedas, que era cada vna de vn Siglo de cinquenta i dos Años; i al lado de Principalmente la lectura de estas Ruedas, conforme al Año, en que sucedian cosas memorables, iban pintando con las Pinturas, i Caracteres dichas, así como poniendo vn Hombre pintado con vn Sombrero, i vn Saio colorado, en el Signo de Caña, que corria entonces, como señalaron el Año, que los Castellanos entraron en su Tierra, i asi en los demas sucesos.

 

I como sus Figuras no eran tan suficientes, como nuestra Escritura, no podian concordar puntualmente en las palabras, sino en lo substancial de los conceptos: pero vsaban aprender de coro, Arengas, Parlamentos, i Cantares. Tenian gran curiosidad, en que los Muchachos los tomasen de memoria, i para esto tenian Escuelas, adonde los Ancianos enseñaban a los Mozos estas cosas, que por tradición, se han siempre conservado mui enteras.

 

I luego que entraron los Castellanos en aquella Tierra, que enseñaron el Arte de Escrivir a los Indios, escrivieron sus Oraciones, i Cantares, como entre ellos se platicaban, desde su maior antiguedad: por sus mismos Caracteres, i Figuras escrivian estos razonamientos, i de la misma manera escriven el Pater noster, i el Ave Maria, i toda la Doctrina Christiana.

 

Pues bien, nahuas y mayas que tanto empeño ponían y "tanta curiosidad tenían" en "conservar la memoria de sus antiguallas", no dejaron perecer el recuerdo —su propia visión— del más impresionante y trágico de los acontecimientos: la Conquista hecha por hombres extraños, que acababan por destruir para siempre sus antiguas formas de vida. El presente libro —especie de antología de textos y pinturas— ofrece algunos rasgos de las varias imágenes que los mesoamericanos de idioma náhuatl de Tenochtitlan, Tlatelolco, Tetzcoco, Chalco y Tlaxcala se formaron acerca de Cortés y los españoles, acerca de la Conquista y la ruina final de su metrópoli, México-Tenochtitlan.

 

Un trabajo semejante podrían preparar también los mayistas, que disponen asimismo de relaciones indígenas de la Conquista, entre otras, las contenidas en los Anales de los Xahil, Títulos de la Casa Ixquin-Nehaip, en la Crónica de ChacXulubChen, y por lo menos fragmentariamente, en algunos de los libros de los Chilam Balam.

 

Toca tratar ahora, con la brevedad que exige esta introducción, acerca del origen y modo como se escribieron y pintaron los varios testimonios dejados por hombres de cultura náhuatl, varios de ellos testigos de la Conquista, y que constituyen la que hemos llamado una Visión de los vencidos.

 

 

 

Para descargar el libro completo:

 

 

http://201.147.150.252:8080/xmlui/bitstream/handle/123456789/1313/Leon-Portilla%2520Miguel%2520%2520-%2520La%2520Vision%2520de%2520los%2520Vencidos.pdf?sequence=1


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