viernes, 20 de septiembre de 2013

[ † ] Sábado de la Virgen María. 21/09/2013. San Mateo apóstol ¡ruega por nosotros! En su día, lo que más agrada a María, es la Misa matutina.

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san san Mateo 9, 9-13

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
"Sígueme".
El se levantó y lo siguió. Y estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo,
preguntaron a los discípulos:
"¿Cómo es que su maestro come con publicanos y pecadores?"
Jesús lo oyó y dijo:
"No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Vayan y aprendan lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

San Mateo, Apóstol (21 de sep)

Antífona de Entrada

Vayan y prediquen a todos los pueblos, bautizándolos y enseñándoles a cumplir todo lo que les he mandado, dice el Señor.

Se dice "Gloria".

Oración Colecta

Oremos:
Dios misericordioso, que elegiste a san Mateo, un recaudador de impuestos, para hacerlo apóstol tuyo; ayúdanos, por su intercesión, a cumplir nuestras responsabilidades en esta vida como verdaderos apóstoles de Cristo.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

Primera Lectura

Esto es lo que predicamos y lo que ustedes han creído

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4, 1-7.11-13

Hermanos: Yo, el prisionero por Cristo, les ruego que anden como pide la vocación a la que han sido llamados. Sean siempre humildes y amables, sean comprensivos; sopórtense mutuamente con amor; esfuércense en mantener la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz.
Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la meta de la esperanza en la vocación a la que han sido llamados. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo Dios, Padre de todo, que lo que trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.
Pero a cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo. Cristo ha constituido a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los fieles, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al Hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 18, 2-3.4-5

A toda la tierra alcanza su pregón.

El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: El día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra.
A toda la tierra alcanza su pregón.

Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje.
A toda la tierra alcanza su pregón.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
A ti ¡oh Dios!, te alabamos; a ti, Señor, te reconocemos. Te ensalza el glorioso coro de los apóstoles, Señor.
Aleluya.

Evangelio

Sígueme. El se levantó y lo siguió

† Lectura del santo Evangelio según san san Mateo 9, 9-13

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
"Sígueme".
El se levantó y lo siguió. Y estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo,
preguntaron a los discípulos:
"¿Cómo es que su maestro come con publicanos y pecadores?"
Jesús lo oyó y dijo:
"No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Vayan y aprendan lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración de los Fieles

Celebrante:
Oremos, hermanos y hermanas, a Dios Padre todopoderoso y, fieles a la enseñanza apostólica, intercedamos por todos los seres humanos:
(Respondemos: Escúchanos, Señor).

Para que la Iglesia, que recuerda hoy con veneración el martirio del apóstol y evangelista san Mateo, sea iluminada por su evangelio, fortalecida por su testimonio y ayudada por su intercesión, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.

Para que todos los seres humanos reciban el perdón de sus pecados, obtengan consuelo en sus sufrimientos y alcancen los bienes anunciados al mundo por los apóstoles de Jesucristo, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.

Para que el Dios de misericordia revele el Evangelio de salvación a los que sufren ante las dudas o viven en la indiferencia, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.

Para que todos nosotros nos veamos protegidos por la oración de los apóstoles e iluminados por sus enseñanzas, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.

Celebrante:
Señor, Dios de nuestros padres, que has querido que el testimonio de los apóstoles fuera columna y fundamento del nuevo Israel, la Iglesia de tu Hijo; escucha nuestras oraciones y, por la intercesión del apóstol san Mateo, da cumplimiento a nuestros deseos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, los dones que te presentamos en la fiesta del apóstol y evangelista san Mateo; y como fruto de esta Eucaristía, concede a tu Iglesia mantenerse fiel al Evangelio predicado por los apóstoles.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Prefacio

Los apóstoles, cimientos de la Iglesia y testigos de Cristo

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque cimentaste tu Iglesia sobre la roca de los Apóstoles, para que ella fuera en el mundo signo permanente de tu santidad y anunciara a los hombres tu mensaje de salvación.
Por eso, Señor,
con todos los ángeles y llenos de profunda devoción, te alabamos ahora y siempre diciendo con humilde fe:

Antífona de la Comunión

No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, dice el Señor.

Oración después de la Comunión

Oremos:
Tú, Señor, que nos has hecho partícipes en esta Eucaristía del júbilo de san Mateo
al recibir en su casa a Jesucristo; concédenos la gracia de no separarnos nunca de tu Hijo
y de esforzarnos por darlo a conocer.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

21 de septiembre

SAN MATEO,
APÓSTOL Y EVANGELISTA*

Fiesta

— Correspondencia de San Mateo a la llamada del Señor. Nuestra correspondencia.

— La alegría de la vocación.

— Una vocación esencialmente apostólica.

I. San Marcos, San Lucas y el propio San Mateo narran la vocación de este inmediatamente después de la curación del paralítico de Cafarnaún. Probablemente el mismo día o al siguiente, se dirigió Jesús a la orilla del mar seguido de una gran muchedumbre1. Y en el camino pasó delante del lugar donde se pagaban los tributos por el tránsito de mercancías de una región a otra. Cafarnaún, además de un pequeño puerto de mar, era ciudad fronteriza con la región de Perea, al otro lado del Jordán.

Mateo, como publicano, estaba al servicio de Herodes y, sin ser funcionario, era arrendatario de los impuestos. Este oficio era mal visto, incluso despreciado, por el pueblo, aunque a la vez apetecido por la facilidad de enriquecimiento que proporcionaba. Es de suponer que este publicano era de buena posición, pues pudo dar un gran banquete en su casa, al que asistió un grandísimo número de publicanos Y otros que los acompañaban a la mesa2.

Al pasar Jesús, le invitó a que le siguiera. Y dejadas todas las cosas se levantó y le siguió3. Se trata de una respuesta rápida y generosa. Mateo, que debía conocer al Maestro de otras ocasiones, esperó este gran momento, y a la primera insinuación no dudó en dejarlo todo para seguir a Jesús. Solo Dios sabe lo que vio aquel día en Mateo, y solo el Apóstol sabrá lo que contempló en Jesús para dejar inmediatamente la mesa de las recaudaciones y seguirle. "Y al mostrar una decisión pronta y desprenderse así de golpe de todas las cosas de la vida, atestiguaba muy bien, por su perfecta obediencia, que le había llamado el Señor en el momento oportuno"4. El instante y la situación en los que el Señor se insinúa en el alma pidiendo una entrega sin reservas son los que Dios tiene previstos en su Providencia, y son por tanto los más oportunos. A veces lo hará a una temprana edad, y a esos pocos años, para esa persona, corresponde el mejor momento para seguir la llamada del Señor. Otras, Cristo llama en la madurez y en las circunstancias familiares, de trabajo, etc., más diversas. Con la vocación, Dios acompaña la gracia para responder prontamente y ser fieles hasta el final. Además, puede suceder que, cuando se dice que no al Señor en espera de decirle sí más adelante, en un tiempo que subjetivamente parezca más oportuno, ese momento no se presente, porque toda resistencia a la gracia endurece el corazón5. También es posible que el Señor no pase una segunda vez: que no haya una segunda repetición de la llamada amorosa. Esto llevaba a San Agustín a animar a todos los fieles a corresponder a la gracia cuando Dios la da; y añadía: Timeo Jesum praetereuntem et non redeuntem, temo que Jesús pase y no vuelva6.

En todos nosotros se fija el Maestro, cualesquiera que sean nuestra edad y condición. Sabemos bien que Jesucristo pasa cerca de nuestra vida, nos mira y se dirige a nosotros de manera singular. Nos invita a seguirle más de cerca, y a la vez nos deja en la mayoría de los casos metidos en la entraña de la sociedad, del trabajo, de la familia... "Piensa en lo que dice el Espíritu Santo, y llénate de pasmo y de agradecimiento: "elegit nos ante mundi constitutionem" nos ha elegido, antes de crear el mundo, "ut essemus sancti in conspectu eius!" para que seamos santos en su presencia.

"Ser santo no es fácil, pero tampoco es difícil. Ser santo es ser buen cristiano: parecerse a Cristo. El que más se parece a Cristo, ese es más cristiano, más de Cristo, más santo.

"Y ¿qué medios tenemos? Los mismos que los primeros fieles, que vieron a Jesús, o lo entrevieron a través de los relatos de los Apóstoles o de los Evangelistas"7.

II. San Mateo, para celebrar y agradecer su vocación, dio un gran banquete, al que invitó a sus amigos, a muchos de los cuales se les consideraba o eran pecadores. Este gesto refleja la alegría del nuevo Apóstol por su vocación, que es un gran bien del que es preciso alegrarse siempre. Si nos fijamos solo en la renuncia que lleva consigo toda invitación de Dios a seguirle con paso más firme, si miramos solo lo que hay que dejar y no el don de Dios, el bien que va a llevar a cabo en nosotros y a través de nosotros, podría venir la tristeza, como al joven rico que no quiso dejar sus riquezas y se marchó triste8. Solo pensó en lo que dejaba. No llegó a conocer la maravilla de estar con Cristo y de ser su instrumento para cosas grandes. "Quizá ayer eras una de esas personas amargadas en sus ilusiones, defraudadas en sus ambiciones humanas. Hoy, desde que Él se metió en tu vida ¡gracias, Dios mío!, ríes y cantas, y llevas la sonrisa, el Amor y la felicidad dondequiera que vas"9.

La vida de quien ha sido llamado por Cristo y todos lo hemos sido no puede ser como la de aquel personaje que Jesús nombra cuando ya parece terminada la parábola del hijo pródigo: el hermano mayor que ha permanecido en la finca del padre, que ha sido buen trabajador, que no ha salido de los límites de la hacienda paterna... que ha sido fiel, pero sin alegría, sin caridad con su hermano menor, que por fin acaba de volver. Es la imagen viva del justo que no acierta a comprender que poder servir a Dios y gozar de su amistad y presencia es ya una continua fiesta. No entiende que en el servicio a Dios está ya la misma recompensa, que el mismo servir es reinar. Dios espera de nosotros un servicio alegre, no de mala gana ni forzado, pues Dios ama al que da con alegría10. Hay siempre suficientes motivos de fiesta, de acción de gracias, de estar alegres, cuando estamos sirviendo al Señor, cuando decimos sí a sus llamadas.

San Mateo se convirtió en un testigo excepcional de la vida y de los hechos del Maestro. Un poco más tarde sería elegido uno de los Doce para seguir al Señor en todos sus pasos: escuchó sus palabras y contempló sus milagros, estuvo entre los íntimos que celebraron la Última Cena y asistió a la institución de la Eucaristía, oyó el testamento del Señor en el Mandamiento del amor y acompañó a Cristo al Huerto de los Olivos, donde empezaría, con los otros discípulos, un calvario de angustia, especialmente por haber abandonado también a Jesús. Después, muy poco después, saboreó la alegría de la Resurrección y, antes de la Ascensión, recibió el mandato de llevar la Buena Nueva hasta los confines de la tierra. Más tarde, también con los discípulos y la Santísima Virgen, recibió el fuego del Espíritu Santo, en Pentecostés. Al escribir su Evangelio recordaría tantos momentos gratos junto al Maestro. Comprendió que su vida cerca de Cristo había valido la pena. ¡Qué diferencia si se hubiera quedado aquella mañana amarrado al telonio de los impuestos y no hubiera sabido seguir a Jesús que pasaba! Nuestra vida, ¡bien lo sabemos!, solo vale la pena si la vivimos junto a Cristo, en una correspondencia cada día más fiel. Si ante cada llamamiento que nos hace Jesús para vivir más cerca de Él respondemos con prontitud y alegría.

III. Al banquete que dio Mateo asistieron sus amigos y muchos conocidos. Algunos eran publicanos. Los fariseos y los escribas murmuraban entre sí, y decían a los discípulos de Jesús: ¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores?11. San Jerónimo, en una nota al margen del texto y en tono jocoso, anota que aquello debió ser un festín de pecadores.

El Maestro asistió al banquete en casa del nuevo discípulo. Y lo haría de buen grado, con gusto, aprovechando aquella oportunidad para ganarse la simpatía de los amigos de Mateo. Jesús, a quien le llegaron los comentarios malintencionados de los fariseos, les respondió con una enseñanza llena de sabiduría y de sencillez: No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos12. Muchos de los asistentes al banquete se sintieron acogidos por el Señor, y pasado un tiempo se bautizarían y serían cristianos fieles. A nosotros nos enseña el Señor con su ejemplo a estar abiertos a todos para ganarlos a todos. "El diálogo de salvación no quedó condicionado por los méritos de aquellos a quienes se dirigía, ni tampoco por los resultados favorables o contrarios: no tienen necesidad de médico los que están sanos... El diálogo de salvación se abrió, se ofrece a todos; se abrió para todos los hombres sin discriminación alguna..."13. Nadie nos debe ser indiferente; cuanto mayor sea la necesidad, mayor ha de ser nuestro empeño apostólico, mayores los medios humanos y sobrenaturales que hemos de emplear. Examinemos hoy en nuestra oración si tenemos un trato acogedor con todos; también con aquellos que parecen estar más lejos de nuestras ideas y de nuestro modo cristiano de pensar y de ver la vida.

"Tienes razón. Desde la cumbre me escribes en todo lo que se divisa y es un radio de muchos kilómetros, no se percibe ni una llanura: tras de cada montaña, otra. Si en algún sitio parece suavizarse el paisaje, al levantarse la niebla, aparece una sierra que estaba oculta.

"Así es, así tiene que ser el horizonte de tu apostolado: es preciso atravesar el mundo. Pero no hay caminos hechos para vosotros... Los haréis, a través de las montañas, al golpe de vuestras pisadas"14.

Agradezcamos hoy al Apóstol el Evangelio que nos legó, leámoslo con piedad para conocer cada vez mejor a Jesús y aprender a amarle con toda nuestra alma.

1 Mc 2, 13. — 2 Lc 5, 29. — 3 Mt 9, 9. — 4 San Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Evangelio de San Mateo, 30, 1. — 5 Cfr. F. Suárez, La Virgen Nuestra Señora, Rialp, 6.ª ed., Madrid 1966, pp. 78-79. — 6 Sagrada Escritura, Santos Evangelios, EUNSA, 2.ª ed., Pamplona 1985, nota a Lc 18, 35-43. — 7 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 10. — 8 Cfr. Lc 18, 18. — 9 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 81. — 10 2 Cor 9, 7. — 11 Lc 5, 30. — 12 Mt 9, 12. — 13 Pablo VI, Enc. Ecclesiam suam, 6-VIII-1964. — 14 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 928.

* San Mateo, Apóstol y Evangelista, nació en Cafarnaún, y cuando Jesús lo llamó para formar parte del grupo de los Doce ejercía el oficio de recaudador de impuestos. La Tradición es unánime en reconocerlo como autor del primer Evangelio, escrito en arameo y traducido poco después al griego. Según la Tradición predicó y sufrió martirio en Oriente, quizá en Persia.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

San Mateo
Apóstol y Evangelista

Mateo significa: "regalo de Dios".

Se llamaba también Leví, y era hijo de Alfeo.

Su oficio era el de recaudador de impuestos, un cargo muy odiado por los judíos, porque esos impuestos se recolectaban para una nación extranjera. Los publicanos o recaudadores de impuestos se enriquecían fácilmente. Y quizás a Mateo le atraía la idea de hacerse rico prontamente, pero una vez que se encontró con Jesucristo ya dejó para siempre su ambición de dinero y se dedicó por completo a buscar la salvación de las almas y el Reino de Dios.

Como ejercía su oficio en Cafarnaum, y en esa ciudad pasaba Jesús muchos días y obraba milagros maravillosos, ya seguramente Mateo lo había escuchado varias veces y le había impresionado el modo de ser y de hablar de este Maestro formidable. Y un día, estando él en su oficina de cobranzas, quizás pensando acerca de lo que debería hacer en el futuro, vio aparecer frente a él nada menos que al Divino Maestro el cual le hizo una propuesta totalmente inesperada: "Ven y sígueme".

Mateo aceptó sin más la invitación de Jesús y renunciando a su empleo tan productivo, se fue con El, no ya a ganar dinero, sino almas. No ya a conseguir altos empleos en la tierra, sino un puesto de primera clase en el cielo. San Jerónimo dice que la llamada de Jesús a Mateo es una lección para que todos los pecadores del mundo sepan que, sea cual fuere la vida que han llevado hasta el momento, en cualquier día y en cualquier hora pueden dedicarse a servir a Cristo, y El los acepta con gusto.

Mateo dispuso despedirse de su vida de empleado público dando un gran almuerzo a todos sus amigos, y el invitado de honor era nada menos que Jesús. Y con Él, sus apóstoles. Y como allí se reunió la flor y nata de los pecadores y publicanos, los fariseos se escandalizaron horriblemente y llamaron a varios de los apóstoles para protestarles por semejante actuación de su jefe. "¿Cómo es que su maestro se atreve a comer con publicanos y pecadores?"

Jesús respondió a estas protestas de los fariseos con una noticia que a todos nos debe llenar de alegría: "No necesitan médico los que están sanos, sino los que están enfermos. Yo no he venido a buscar santos sino pecadores. Y a salvar lo que estaba perdido". Probablemente mientras decía estas bellas palabras estaba pensando en varios de nosotros.

Desde entonces Mateo va siempre al lado de Jesús. Presencia sus milagros, oye sus sabios sermones y le colabora predicando y catequizando por los pueblos y organizando las multitudes cuando siguen ansiosas de oír al gran profeta de Nazaret. Jesús lo nombra como uno de sus 12 preferidos, a los cuales llamó apóstoles (o enviados, o embajadores) y en Pentecostés recibe el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego. Los judíos le dieron 39 azotes por predicar que Jesús sí había resucitado (y lo mismo hicieron con los otros apóstoles) y cuando estalló la terrible persecución contra los cristianos en Jerusalén, Mateo se fue al extranjero a evangelizar, y dicen que predicó en Etiopía y que allá murió martirizado.

En todo el mundo es conocido este santo, y lo será por siempre, a causa del maravilloso librito que él escribió: "El evangelio según San Mateo". Este corto escrito de sólo 28 capítulos y 50 páginas, ha sido la delicia de predicadores y catequistas durante 20 siglos en todos los continentes. San Mateo en su evangelio (palabra que significa: "Buenas Noticias") copia sermones muy famosos de Jesús, como por ej. El Sermón de la Montaña (el sermón más bello pronunciado en esta tierra), el sermón de las Parábolas, y el que les dijo a sus apóstoles cuando los iba mandar a su primera predicación. Narra milagros muy interesantes, y describe de manera impresionante la Pasión y Muerte de Jesús. Termina contando su resurrección gloriosa.

El fin del evangelio de San Mateo es probar que Jesucristo sí es el Mesías o Salvador anunciado por los profetas y por el Antiguo Testamento. Este evangelio fue escrito especialmente para los judíos que se convertían al cristianismo, y por eso fue redactado en el idioma de ellos, el arameo.

Quizás no haya en el mundo otro libro que haya convertido más pecadores y que haya entusiasmado a más personas por Jesucristo y su doctrina, que el evangelio según San Mateo. No dejemos de leerlo y meditarlo.

A cada uno de los 4 evangelistas se les representa por medio de uno de los 4 seres vivientes que, según el profeta, acompañan al Hijo del hombre (un león: el valor. El toro: la fuerza. El águila: los altos vuelos. Y el hombre: la inteligencia). A San Marcos se le representa con un león. A San Lucas con un toro (porque empieza su evangelio narrando el sacrifico de una res que estaban ofreciendo en el templo). A San Juan por medio del águila, porque este evangelio es el que más alto se ha elevado en sus pensamientos y escritos. Y a San Mateo lo pintan teniendo al lado a un ángel en forma de hombre, porque su evangelio comienza haciendo la lista de los antepasados de Jesús como hombre, y narrando la aparición de un ángel a San José.

Que San Mateo, gran evangelizador, le pida a Jesús que nos conceda un gran entusiasmo por leer, meditar y practicar siempre su santo evangelio.

Decía Jesús "Convertíos y creed en el evangelio" (Mc. 1, 15).

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Fuente: Mercaba.org
Lorenzo Imbert y compañeros, Santos Presbíteros y Mártires, 21 de septiembre  

Lorenzo Imbert y compañeros, Santos

Presbíteros y Mártires

Martirologio Romano: En Sai-Nam-Hte, en Corea, pasión de los santos mártires Lorenzo Imbert, obispo, Pedro Maubant y Jacobo Chastan, presbíteros de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París, los cuales, por salvar la vida de sus cristianos, se ofrecieron a los soldados de guardia hasta ser asesinados a espada (1839).

Fecha de canonización: Los tres forman parte de 103 mártires canonizados por S.S. Juan Pablo II el 6 de mayo de 1984, en Seúl, Corea.

 

Lorenzo José Mario Imbert. Su nombre es el primero y el más destacado de la larga relación de mártires cuya fiesta se celebra hoy. Había nacido en la diócesis de Aix-en-Provence. Su familia residía en Calas, y era harto pobre. Es conmovedor saber cómo aprendió a leer: un día encontró un centimillo en la calle, con el compró un alfabeto y rogó a una vecina que le enseñara las letras. Así, a fuerza de perseverancia, consiguió la preparación suficiente para poder ingresar, en 1818, en el seminario de Misiones Extranjeras. Después de dos años de estudios se embarca en Burdeos y marcha a trabajar a China.

En plena tarea apostólica le sorprende el nombramiento de vicario apostólico de Corea y su elevación al episcopado. En mayo de 1837 es consagrado en Seu-Tchouen, y al terminar el año llega a Corea.

No era el primero en llegar. Le habían precedido ya otros dos misioneros, llamados a compartir el martirio con él. Los dos franceses: Pedro Filiberto Maubant, nacido en la diócesis de Bayeux, y Santiago Honorato Castán, nacido en la diócesis de Digne. El primero había venido directamente de Francia. El segundo había trabajado anteriormente en Siam.

Inmediatamente pusieron manos a la obra. Ante todo fue necesario aprender la lengua coreana, tributaria del chino, pero con muchas analogías con los dialectos siberianos. Después pudieron ya ponerse de lleno al trabajo apostólico.

Escuchemos a monseñor Imbert lo que era su vida: "No permanezco mas que dos días en cada casa que reúno los cristianos, y antes de que amanezca el tercer día paso a otra casa. Me toca sufrir mucha hambre, porque después de haberme levantado a las dos y media de la madrugada, esperar hasta el mediodía y recibir entonces una comida mala y floja, bajo un clima bajo y seco, no es cosa fácil. Después de comer reposo un poco, y a continuación doy clase de teología a mis seminaristas; después oigo confesiones hasta la noche. Me acuesto a las nueve sobre la tierra cubierta de una lona y un tapiz de lana de Tartaria, porque en Corea no hay ni camas ni mantas. He tenido, siempre un cuerpo débil y enfermizo, y a pesar de todo he llevado adelante una vida laboriosa y bien ocupada; pero aquí pienso haber llegado a lo superlativo y al nec plus ultra de trabajo. Ya os imaginaréis que con una vida tan penosa no tengamos miedo al golpe de sable que debe terminarla."

Todo esto había que hacerlo con el mayor secreto. Las quince o veinte personas a las que había atendido cada día: confesiones, bautismos, confirmaciones, matrimonios, etcétera, tenían que retirarse antes de la aurora. Aun así, aquella vida no pudo prolongarse mucho tiempo. Dos años después de su llegada, el 11 de agosto de 1839, monseñor Imbert era detenido por los perseguidores.

Comprendió bien que había llegado el final de su vida. Y creyó un deber, para evitar apostasías a los fieles seguidores, invitar a sus dos compañeros a entregarse. La tarjeta enviada por el obispo, que era una invitación al martirio, llegó primero al padre Maubant, quien la transmitió a su compañero el padre Castán. Ambos obedecieron sin vacilar. Cada uno redactó una instrucción para uso de sus fieles y luego en común unas líneas dirigidas a toda la cristiandad coreana. Escribieron una breve memoria para el Cardenal Prefecto de Propaganda Fide y una carta a sus hermanos de las Misiones Extranjeras para encomendarles a sus neófitos. En esta carta es donde alegremente, como si quisieran aliviarles la pena, dicen que "el primer ministro Ni, actualmente gran perseguidor, ha hecho fabricar tres grandes sables para cortar cabezas".

Todo esto llevaba la fecha del 6 de septiembre. Y una vez terminados los preparativos, los dos misioneros se unieron a su obispo. Los tres europeos comparecieron ante el prefecto y confesaron noblemente su fe: "Por salvar las almas de muchos, no hemos vacilado ante una distancia de diez millares de lys. Denunciar a nuestras gentes, y hacerles daño, olvidando los diez mandamientos, no lo haremos jamás, preferimos morir." Aquel mismo día 15 de septiembre recibieron la primera paliza, con bastones. Otra nueva les esperaba, después de un interrogatorio similar, el día 16. Por fin, el día 21 tuvo lugar el suplicio final.

Les desnudaron hasta la cintura, y les asaetearon cruelmente, de arriba a abajo, a través de las orejas, les colmaron de heridas y, por fin, los rociaron de cal viva. Después de obligarles a dar por tres veces la vuelta a la plaza, mostrándose al público que se burlaba de ellos, se les hizo arrodillarse. Los soldados empezaron a correr en su derredor y al pasar les golpeaban con su sable. El padre Castán se puso instintivamente de pie al recibir el primer golpe. Después se arrodilló junto a sus dos compañeros, que estaban inmóviles. Al poco tiempo, los tres habían muerto.

Pero no eran ellos solos. Antes y después iban a perecer en aquella misma persecución otros muchos cristianos.

El primer lugar, un sacerdote nativo: el padre Andrés Kim. De acuerdo con las mejores tradiciones del seminario de Misiones Extranjeras, los misioneros se habían preocupado de ir preparando, en lo posible, un clero nativo. Cuando ellos murieron, el padre Kim se esforzó por conseguir que vinieran nuevos misioneros. En estos afanes le sorprendieron los perseguidores. Después de larga estancia en la cárcel, fue decapitado en 1846.

En la misma persecución murieron también diez catequistas y una muchedumbre de fieles. De entre ellos se escogieron unos cuantos, a quienes hoy veneramos en los altares: setenta y cinco héroes "nobles y plebeyos, jóvenes y viejos, mujeres ya maduras y jóvenes en la más florida edad, que prefirieron las cárceles, los tormentos, el fuego, el hierro, las cosas más extremas a trueque de no apartarse de la religión santísima. Para tentar su fe, los bárbaros verdugos recurrieron a los tormentos más refinados. Unos fueron ahorcados, a otros les rompieron las piernas, otros fueron azotados hasta la muerte, otros quemados con planchas ardientes, otros enterrados vivos en nichos para que murieran de hambre, y así todos cambiaron esta vida por otra inmortal y feliz. Tantos y tan crueles suplicios los sufrieron todos con invicta fortaleza". Tales son las palabras del Decreto de beatificación expedido por el papa Pío XI. Porque, como ya anteriormente se había escrito en el Decreto de tuto, aquella muchedumbre, en la que había incluso niños de quince y trece años, "mostró tanta constancia en profesar la fe, que en manera alguna pudo la rabia de los perseguidores llegar a vencerla. Ni las cárceles largas y horribles, ni los tormentos crudelísimos, ni el hambre y la sed, con la que ellos eran probados, ni otros horrendos suplicios, ni el terror y los halagos de los jueces impíos, ni la edad juvenil o provecta, ni el amor materno, ni la piedad filial, ni el dulce yugo del matrimonio, fueron capaces de superar la fortaleza y firmeza de aquellos mártires".

No es extraño que muy pronto se extendiera por todo el mundo la fama de su admirable ejemplo. Por eso, el papa Pío XI, superando las dificultades de tipo jurídico que se oponían a su beatificación, pues resultaba muy difícil recoger las pruebas exigidas con todo el rigor canónico, teniendo en cuenta que había certeza absoluta de la realidad del martirio, los beatificó solemnemente en 1925. Su sangre, como siempre ha ocurrido, fue semilla de nuevos cristianos, y hoy Corea, al menos en su parte Sur, libre del comunismo, es una de las cristiandades más florecientes y esperanzadoras de todo el Extremo Oriente.

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Maura de Troyes, Santa Virgen, 21 de septiembre  

Maura de Troyes, Santa

Virgen

Martirologio Romano: En Troyes, a orillas del Sena, en la Galia Lugdunense (hoy Francia), santa Maura, virgen, dedicada a obras de piedad y caridad (c. 850).

Etimología: Maura = oscura. Viene de la lengua latina.

Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma, el Papa.

 

Estamos hoy ante la historia de una virgen del siglo IX.

Era hija de un noble llamado Mariano y de la rica Sedulia, y hermana de Eutropioo, el eminente prelado de Troyes.

Fue aquí en donde ella vivió. Su padre llevaba una vida disipada. Gracias a las advertencias de su hija, cambió de vida y se convirtió en un padre honrado y virtuoso.

Su hermano, que era sacerdote, había renunciado ya a su herencia. De esta manera, Maura disponía de una dote increíble.

Prefirió entregarse al Señor antes que un hombre.

Decía tener cuatro novios: san Pedro, san Pablo, san Gervasio y san Protasio.

Les rezaba a menudo. Mantenía y sostenía las iglesias a ellos dedicadas.

Socorría a los monjes y monjas en la diversas misiones que llevaban a cabo.

Iba los martes y los viernes descalza y de rodillas a sus iglesias. Y esos días tomaba solamente agua.

Prudencio, obispo y biógrafo de Maura, afirma que era muy querida porque hacía muchas curaciones de la vista.

 

 

Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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