jueves, 24 de abril de 2014

[ † ] Viernes de la Pasión y Muerte de Jesucristo. 25/04/2014. San Herminio ¡ruega por nosotros!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Juan 21, 1-14

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a sus discípulos junto al lago de Tiberíades. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás el Gemelo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. En esto dijo Simón Pedro:
"Voy a pescar".
Los otros dijeron:
"Vamos contigo".
Salieron y juntos subieron a la barca; pero aquella noche no lograron pescar nada.
Al clarear el día, se presentó Jesús en la orilla del lago, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo:
"Muchachos, ¿han pescado algo?"
Ellos contestaron:
"No".
El les dijo:
"Echen la red al lado derecho de la barca y encontrarán peces".
Ellos la echaron, y la red se llenó de tal cantidad de peces que no podían moverla. Entonces el discípulo a quien Jesús tanto amaba le dijo a Pedro:
"¡Es el Señor!"
Al oír Simón Pedro que era el Señor, se puso la túnica, pues estaba sin ella, y se lanzó al agua. Los otros discípulos llegaron hasta la orilla en la barca, arrastrando la red llena de peces, pues no era mucha la distancia que los separaba de tierra; tan sólo unos cien metros.
Al saltar a tierra, vieron unas brasas, con peces colocados sobre ellas, y pan. Jesús les dijo:
"Traigan ahora algunos de los peces que acaban de pescar".
Simón Pedro subió a la barca y bajó a tierra la red llena de peces; en total eran ciento cincuenta y tres peces grandes. Y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo:
"Vengan a comer algo".
Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿"quién eres?", porque sabían muy bien que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan en sus manos y lo repartió; y lo mismo hizo con los peces.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos, después de haber resucitado de entre los muertos.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

vie 8a. de Pascua

Antífona de Entrada

El Señor liberó a su pueblo y lo llenó de esperanza, y a sus enemigos los sumergió en el mar. Aleluya.

 

Se dice "Gloria".

Oración Colecta

Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que en el sacramento de la muerte y resurrección de tu Hijo ofreces a los hombres el pacto de la reconciliación y de la paz, concédenos realizar en nuestra vida este misterio que
proclamamos con la fe.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

Fuera de Jesús no hay salvación

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 4, 1-12

En aquellos días, mientras Pedro y Juan hablaban a la gente, se presentaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del templo y los saduceos. Estaban molestos porque enseñaban al pueblo y anunciaban que la resurrección de los muertos se había realizado ya en Jesús. Los arrestaron y los encerraron en la cárcel hasta el día siguiente, pues ya era tarde. Pero muchos de los que habían oído el discurso creyeron, y el número de los que creyeron llegó a cinco mil.
Al día siguiente se reunieron en Jerusalén los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas; Anás, sumo sacerdote, y Caifás, Juan, Alejandro y todos los quepertenecían a la familia sacerdotal.
Hicieron comparecer a Pedro y a Juan y les preguntaron:
"¿Con qué poder o en nombre de quién ustedes han hecho esto?"
Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo:
"Jefes del pueblo y ancianos de Israel: hoy ha quedado sano un hombre enfermo, y nos preguntan en nombre de quién se ha realizado esta curación; pues sepan ustedes y todo el pueblo de Israel que este hombre aparece sano ante ustedes en virtud del nombre de Jesús de Nazaret, a quien ustedes crucificaron, y a quien Dios ha resucitado de entre los muertos.
El es la piedra rechazada por ustedes, los constructores, que se ha convertido en piedra fundamental. Nadie más que él puede salvarnos, pues sólo por medio de él nos concede Dios a los hombres la salvación sobre la tierra".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 117, 1-2.4.22-24.25-27a

Este es el día en que actuó el Señor.

Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterno su amor. Diga el pueblo de Israel: es eterno su amor. Digan los que respetan al Señor: es eterno su amor.
Este es el día en que actuó el Señor.

La piedra que rechazaron los constructores se ha convertido en la piedra fundamental. Esto es obra del Señor y es realmente admirable. Este es el día en que actuó el Señor, festejemos y alegrémonos en él.
Este es el día en que actuó el Señor.

Señor, danos la salvación; Señor, danos la prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor. Desde la casa del Señor los bendecimos; el Señor es Dios, él nos ilumina.
Este es el día en que actuó el Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo.
Aleluya.

Evangelio

Se acercó Jesús, tomó el pan y se lo dio a sus discípulos, y también el pescado

† Lectura del santo Evangelio según san Juan 21, 1-14

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a sus discípulos junto al lago de Tiberíades. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás el Gemelo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. En esto dijo Simón Pedro:
"Voy a pescar".
Los otros dijeron:
"Vamos contigo".
Salieron y juntos subieron a la barca; pero aquella noche no lograron pescar nada.
Al clarear el día, se presentó Jesús en la orilla del lago, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo:
"Muchachos, ¿han pescado algo?"
Ellos contestaron:
"No".
El les dijo:
"Echen la red al lado derecho de la barca y encontrarán peces".
Ellos la echaron, y la red se llenó de tal cantidad de peces que no podían moverla. Entonces el discípulo a quien Jesús tanto amaba le dijo a Pedro:
"¡Es el Señor!"
Al oír Simón Pedro que era el Señor, se puso la túnica, pues estaba sin ella, y se lanzó al agua. Los otros discípulos llegaron hasta la orilla en la barca, arrastrando la red llena de peces, pues no era mucha la distancia que los separaba de tierra; tan sólo unos cien metros.
Al saltar a tierra, vieron unas brasas, con peces colocados sobre ellas, y pan. Jesús les dijo:
"Traigan ahora algunos de los peces que acaban de pescar".
Simón Pedro subió a la barca y bajó a tierra la red llena de peces; en total eran ciento cincuenta y tres peces grandes. Y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo:
"Vengan a comer algo".
Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿"quién eres?", porque sabían muy bien que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan en sus manos y lo repartió; y lo mismo hizo con los peces.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos, después de haber resucitado de entre los muertos.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

No se dice "Credo".

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, estos dones que te presentamos, para que nos los conviertas en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo resucitado, para que de las alegrías y trabajos de la tierra podamos elevarnos al deseo de ti.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

El misterio pascual

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor; pero más que nunca en este día en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Porque él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo; muriendo destruyó nuestra muerte, y resucitando restauró la vida.
Por eso,
con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría, y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:

Antífona de la Comunión

Dijo Jesús a sus discípulos: "Vengan y coman". Y tomó el pan y lo repartió entre ellos. Aleluya.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Señor, que tu amor paterno proteja siempre a quienes has salvado por medio de la pasión de tu Hijo, y que Cristo resucitado sea la fuente de todas nuestras alegrías.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

Octava de Pascua. Viernes

CONSTANCIA EN EL APOSTOLADO

— La pesca milagrosa. Junto al Señor, los frutos son siempre abundantes. Distinguir al Señor en medio de los acontecimientos de la vida.

— El apostolado supone un trabajo paciente.

— Contar con el tiempo. Poner más medios humanos y sobrenaturales cuanta más resistencia ofrezca un alma.

I. Jesucristo... es la piedra angular: ningún otro puede salvar; bajo el cielo no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos1.

Los Apóstoles han marchado de Jerusalén a Galilea, como les había indicado el Señor2. Están junto al lago: en el mismo lugar o en otro semejante donde un día los encontró Jesús y los invitó a seguirle. Ahora han vuelto a su antigua profesión, la que tenían cuando el Señor los llamó. Jesús los halla de nuevo en su tarea. Acaeció así: estaban juntos Simón Pedro y Tomás, llamado Dídimo, Natanael, que era de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos de sus discípulos3. Son siete en total. Es la hora del crepúsculo. Otras barcas han salido ya para la pesca. Entonces, les dijo Simón Pedro: Voy a pescar. Le contestaron: Vamos también nosotros contigo. Salieron, pues, y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada.

Al alba, se presentó Jesús en la orilla. Jesús resucitado va en busca de los suyos para fortalecerlos en la fe y en su amistad, y para seguir explicándoles la gran misión que les espera. Los discípulos no se dieron cuenta de que era Jesús, no acaban de reconocerle. Están a unos doscientos codos, a unos cien metros. A esa distancia, entre dos luces, no distinguen bien los rasgos de un hombre, pero pueden oírle cuando levanta la voz. ¿Tenéis algo que comer?, les pregunta el Señor. Le contestaron: No. Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y encontraréis. Y Pedro obedece: La echaron y ya no podían sacarla por la gran cantidad de peces. Juan confirma la certeza interior de Pedro. Inclinándose hacia él, le dijo: ¡Es el Señor! Pedro, que se ha estado conteniendo hasta este momento, salta como impulsado por un resorte. No espera a que las barcas lleguen a la orilla. Al oír Simón Pedro que era el Señor, se ciñó la túnica y se echó al mar. Los otros discípulos vinieron en la barca, pues no estaban lejos de tierra, sino a doscientos codos, arrastrando la red con los peces.

El amor de Juan distinguió inmediatamente al Señor en la orilla: ¡Es el Señor! "El amor, el amor lo ve de lejos. El amor es el primero que capta esas delicadezas. Aquel Apóstol adolescente, con el firme cariño que siente hacia Jesús, porque quería a Cristo con toda la pureza y toda la ternura de un corazón que no ha estado corrompido nunca, exclamó: ¡es el Señor!"4.

Por la noche –por su cuenta–, en ausencia de Cristo habían trabajado inútilmente. Han perdido el tiempo. Por la mañana, con la luz, cuando Jesús está presente, cuando ilumina con su Palabra, cuando orienta la faena, las redes llegan repletas a la orilla.

En cada día nuestro ocurre lo mismo. En ausencia de Cristo, el día es noche; el trabajo, estéril: una noche más, una noche vacía, un día más en la vida. Nuestros esfuerzos no bastan, necesitamos a Dios para que den fruto. Junto a Cristo, cuando le tenemos presente, los días se enriquecen. El dolor, la enfermedad, se convierten en un tesoro que permanece más allá de la muerte; la convivencia con quienes nos rodean se torna junto a Jesús un mundo de posibilidades de hacer el bien: pormenores de atención, aliento, cordialidad, petición por los demás...

El drama de un cristiano comienza cuando no ve a Cristo en su vida; cuando por la tibieza, el pecado o la soberbia se nubla su horizonte; cuando se hacen las cosas como si no estuviera Jesús junto a nosotros, como si no hubiera resucitado.

Debemos pedirle mucho a la Virgen que sepamos distinguir al Señor en medio de los acontecimientos de la vida, que podamos decir muchas veces: ¡Es el Señor! Y esto, en el dolor y en la alegría, en cualquier circunstancia. Junto a Cristo, cerca siempre de Él, seremos apóstoles, en medio del mundo, en todos los ambientes y situaciones5.

II. Cuando descendieron a tierra vieron unas brasas preparadas, un pez puesto encima y pan. Jesús les dijo: Traed algunos de los peces que habéis pescado ahora. Subió Simón Pedro y sacó a tierra la red llena de ciento cincuenta y tres peces grandes. Y aunque eran tantos no se rompió la red.

Los Santos Padres han comentado con frecuencia este episodio diciendo que la barca representa a la Iglesia, cuya unidad está simbolizada por la red que no se rompe; el mar es el mundo; Pedro, en la barca, simboliza la suprema autoridad de la Iglesia; el número de peces significa los llamados6. Nosotros, como los Apóstoles, somos los pescadores que han de llevar a las gentes a los pies de Cristo, porque las almas son de Dios7.

"¿Por qué contó el Señor tantos pescadores entre sus Apóstoles? (...). ¿Qué cualidad vio en ellos Nuestro Señor? Creo que había una cosa que apreció particularmente en quienes habían de ser sus Apóstoles: una paciencia inquebrantable (...). Han trabajado toda la noche y no han pescado nada; muchas horas de espera, en las que la luz gris de la aurora les traería su premio, y no lo ha habido (...).

"¡Cuánto ha esperado la Iglesia de Cristo a través de los siglos (...) extendiendo pacientemente su invitación y dejando que la gracia hiciera su obra! (...) ¿Qué importa si en un sitio o en otro ha trabajado duramente y recogido muy poco para su Maestro? Sobre su palabra, pese a todo, volverá a echar la red, hasta que su gracia, cuyos límites no guardan proporción con el esfuerzo humano, le traiga de nuevo una nueva pesca"8. No sabemos cómo ni cuándo, pero todo esfuerzo apostólico da su fruto, aunque en muchas ocasiones nosotros no lo veamos. El Señor nos pide a los cristianos la paciente espera de los pescadores. Ser constantes en el apostolado personal con los amigos y conocidos. No abandonarlos jamás, no dejar a nadie por imposible.

La paciencia es parte principal de la fortaleza y nos lleva a saber esperar cuando así lo requiera la situación, a poner más medios humanos y sobrenaturales, a recomenzar muchas veces, a contar con nuestros defectos y con los de las personas que queremos llevar a Dios. "La fe es un requisito imprescindible en el apostolado, que muchas veces se manifiesta en la constancia para hablar de Dios, aunque tarden en venir los frutos.

"Si perseveramos, si insistimos bien convencidos de que el Señor lo quiere, también a tu alrededor, por todas partes, se apreciarán señales de una revolución cristiana: unos se entregarán, otros se tomarán en serio su vida interior, y otros –los más flojos– quedarán al menos alertados"9.

III. Jesús llamó a los Apóstoles conociendo sus defectos. Los quiere como son. A Pedro le dirá, después de haber comido con ellos aquella mañana: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?... Apacienta mis corderos... Apacienta mis ovejas10. Cuenta con ellos para fundar su Iglesia; les da el poder de realizar en su nombre el Sacrificio del altar, el poder de perdonar los pecados, les hace depositarios de su doctrina y de sus enseñanzas... Confía en ellos y los forma con paciencia; cuenta con el tiempo para hacerlos idóneos para la misión que han de desempeñar.

El Señor también ha previsto los momentos y el modo de santificar a cada uno, respetando su personal correspondencia. A nosotros nos toca ser buenos canales por los que llega la gracia del Señor, facilitar la acción del Espíritu Santo en nuestros amigos, parientes, conocidos, colegas... Si el Señor no se cansa de dar su ayuda a todos, ¿cómo nos vamos a desalentar nosotros, que somos simples instrumentos? Si la mano del carpintero sigue firme sobre la madera, ¿cómo va a ser reacia la garlopa en realizar su trabajo?

No es corta la senda que conduce al Cielo. Y Dios no suele conceder gracias que consigan inmediatamente y de forma definitiva la santidad. Nuestros amigos, de ordinario, se acercarán poco a poco hasta el Señor. Encontraremos resistencias, consecuencia muchas veces del pecado original, que ha dejado sus secuelas en el alma, y también de los pecados personales. A nosotros nos corresponde facilitar la acción de Dios con nuestra oración, la mortificación, el quererles de verdad, el ejemplo, la palabra oportuna, la amistad sincera, la comprensión, el pasar por alto sus defectos... Si nuestros amigos tardan en responder a la gracia, nosotros debemos prodigar las muestras de amistad y de afecto, hacer más sólido el soporte humano sobre el que se apoya el apostolado. Afianzar el trato humano con esa persona, que parece no querer comprometerse en aquello que pueda acercarle a Cristo, es señal por nuestra parte de amistad verdadera y de rectitud de intención, de que nos mueve verdaderamente el deseo de que Dios tenga muchos amigos en la tierra, y el bien de nuestros amigos.

El Evangelio nos muestra cómo el Señor era Amigo de sus discípulos, dedicándoles todo el tiempo necesario: les pregunta si tienen algo que comer, para iniciar el diálogo, les prepara luego una pequeña comida a la orilla del lago, se marcha con Pedro mientras Juan les sigue, le dice que continúa confiando en él. No nos debe extrañar que unos amigos así tratados por el Amigo, den luego la vida hasta el martirio, por Él y por la salvación del mundo. Pidamos a Santa María que nos ayude a imitar a Jesús, de modo que en la amistad no seamos "un elemento pasivo tan solo. Tienes que convertirte en verdadero amigo de tus amigos: "ayudarles". Primero, con el ejemplo de tu conducta. Y luego, con tu consejo y con el ascendiente que da la intimidad"11.

1 Primera lectura. Hech 4, 12. — 2 Cfr. Mt 28, 7. — 3 Jn 21, 2 y ss. — 4 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 266. — 5 Cfr. F. Fernández-Carvajal, La tibieza, Palabra, 6ª ed., Madrid 1986, pp. 157 y ss. — 6 Cfr. San Agustín, Comentario sobre San Juan, in loc. — 7 Cfr. San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 267. — 8 R. A. Knox, Sermón predicado en la festividad de San Pedro y San Pablo, 29-VI-1947. — 9 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 207. — 10 Jn 21, 15-17. — 11 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 731.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Aniano, Santo Obispo de Alejandría, Abril 25  

Aniano, Santo

Obispo de Alejandría

Etimológicamente significa "consagrado a la diosa Anna Perenna, diosa de la luna o del año".

También los zapateros van al cielo. Perteneció al primer siglo de la vida cristiana. Juramentaba a cada instante, sobre todo cuando las cosas no le iban muy bien en su trabajo o se encontraba con gente que no le caía bien o le había hecho o dicho algo que lo le gustase.

No juraba por Júpiter, Hécules o los demás dioses paganos, sino por el gran Dios del cielo.

Cuentan que san Marcos evangelista lo escuchó una vez. Fue a su zapatería para arreglase los zapatos. Y mientras se los arreglaba, se clavó la lezna en el dedo.

Y como era habitual, ya que era un hombre mal hablado, comenzó a blasfemar.

Marcos, en lugar de dejarlo tirado y salir huyendo, se acercó a él, le curó el dedo herido y le tranquilizó.

Este fue el comienzo para que san Marcos comenzase a hablar del Dios único y verdadero con su amigo.

Le dio la primera y larga lección de todo cuanto había hecho el Señor Jesucristo con el hombre.

Este fue sencillamente el origen de su conversión al cristianismo.

Después siguió las lecciones y sobre todo, vivía todo cuanto le dijo el apóstol.

A tan alto grado llegó su seguimiento de Cristo que, al verlo tan bueno y tan entregado al apostolado que había aprendido del evangelista, lo nombraron obispo de Alejandría.

Ya Marcos lo había nombrado su vicario cuando se encontraba fuera.

Al morir san Marcos, fue él quien ocupó la sede episcopal de Alejandría durante 18 años y siete meses. Otras fuentes hablan de él como un señor noble al que san Marcos nombró obispo.

San Epifanio nombra en sus libros que una iglesia de Alejandría se levantó en su honor.

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Herminio de Lobbes, Santo Abad y Obispo, Abril 25  

Herminio de Lobbes, Santo

Abad y Obispo

Etimológicamente significa "soldado". Viene de la lengua alemana.

Una humilde oración de abandono también permanece siempre muy sencilla sin pretender nada. En cualquier edad, ¿quién no se sorprende a sí mismo diciendo: escucha, escucha mi oración de niño? Y siguen los combates cotidianos. Lucha y contemplación se unen.

Este joven nació en Laon, Francia, a finales del siglo VII.

Sus padres eran fervientes cristianos. Lo educaron en el celo apostólico y, cuando tuvo la edad requerida, se marchó al monasterio de Lobbes.

Estudió profundamente la Sagrada Escritura simultáneamente con las ciencias profanas.

Se distinguió por su amor a la pureza de costumbres. El obispo, viendo sus buenas cualidades, lo ordenó de sacerdote.

Con el tiempo, llegó a ser abad del monasterio durante muchos años, destacando entre sus hermanos los monjes, como un verdadero santo.

Toda su actividad la desplegaba haciendo el bien a los necesitados, los preferidos del Evangelio.

Convirtió el monasterio en una auténtica casa de acogida y de hospitalidad.

Dios le concedió el don de la profecía. De esta forma, anunció la victoria de Carlos Martel en la batalla del 21 de marzo del año 717; la dominación de Pipino el Breve sobre los franceses; la muerte de Radbode, jefe de los frisones y otras tantas.

Viendo que llegaba el día de su muerte, la recibió con dulzura y amabilidad. Como si fuera su hermana. Esto ocurría en el año 737.

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Fuente: Piamarta.cl
Juan (Giovanni) Piamarta, Beato Fundador, Abril 25  

Juan (Giovanni) Piamarta, Beato

Fundador del Instituto Artigianelli y de la Congregación de la Sagrada Familia de Nazaret

El 12 de octubre de 1997 S.S. Juan Pablo II, después de una rigurosa investigación y un acucioso proceso canónico, adjudicó a Giovanni Piamarta el honor de los altares nombrandolo beato.

El Beato Giovanni Battista Piamarta, nacido en Brescia en 1841 de una familia pobre artesana, se sentirá impulsado a abrazar la causa de los huérfanos y de los jóvenes no sólo por la indigencia infantil, sino también por la filantropía evangélica y por el espíritu de León XIII, el Papa dé los obreros y de la "Rerum 1vIovarum" (1891).

Debía poseer una excepcional sutileza selectiva, aquel Don Pancracio Pezzana, párroco de Vallio, que apreció los requisitos vocacionales de aquel muchacho, que emprendería la cartea eclesiástica sin ningún propósito calculador, sino con la única pasión de hallar la felicidad en el servicio gratuito a los últimos. El nunca querría elevarse al rol de protagonista en la compleja realidad eclesiástica bresciana.

La Divina Providencia lo había esignado "manager" de la caridad y de la sociabilidad, tras de los turineses Don Bosco y Murialdo y del bresciano Pavoni, de quien, bajo cierto aspecto, recogerá la herencia. Los hombres lo hubiesen querido como un artesano perfecto, ojalá peluquero como lo fuera el padre, o colchonero refinado al estilo de Zanolini.

Otras voces evangélicas, otras instancias desde lo alto y desde abajo lo llamaron a su auténtica vocación humanitaria.

Puesto a prueba por la indigencia familiar y por la muerte prematura de la extraordinaria madre, se templó sin lloriqueos en el brioso ambiente del Oratorio bresciano, donde un innato anticonformismo y una espontánea religiosidad fueron canalizados por el camino de una sólida formación católica.

A imagen y semejanza de Don Bosco, él se inserta en el contexto de su tiempo y percibe las exigencias de la clase obrera y campesina en el período final del siglo XIX.

En el andar de este hombre, falto de títulos académicos, pero doctorado en amor, hallamos un ejército de personas, de las cuales no podemos prescindir: Mons. Bonomelli, obispo de Cremona, había sido su profesor de teología y lo había ayudado a romper el pequeño "guetto" de sacristía para mirar "en grande" los problemas del hombre; Mons. Pietro Capretti, el "leader" del movimiento católico bresciano, que le inspiró varios proyectos y no le regaló sólo buenos consejos, sino también conspicuas ayudas económicas; y luego el grupo de laicos comprometidos como Giuseppe Tovini, Giorgio Montini, padre de Paulo VI, y Luigi Bazoli, a los cuales probablemente el P. Piamarta debe no sólo el apoyo económico, sino también una equilibrada selección de fidelidad creativa a las reglas de la Santa Sede (piénsese en la feliz fórmula "preparación en la abstención").

Siguiendo la huella del venerable Pavoni, cuya obra providencial para los aprendices se había derretido bajo el calor candente del anticlericalismo del "Risorgimento", el P. Piamarta creó hace cien años el Instituto Artigianelli (3 de diciembre de 1886).

La iniciativa no bastó para su fervor de sociabilidad evangélica. La caridad cristiana es como el fuego, que salta de una rama a otra e incendia el bosque. En 1895, junto con Bonsignori, fundó la Colonia Agrícola de Remedello Sopra, que transformó una tierra casi árida como un desierto, en edén de fecundidad y bienestar.

En mayo de 1902 el Padre de los "Artigianelli" (Pequeños Artesanos) es el fundador de la Sagrada Familia de Nazaret, la Congregación masculina destinada a recoger su herencia moral. Algunos años después, en pía solidaridad con Elisa Baldo, da inicio a las Humildes Siervas del Señor. Estas dos ramas religiosas, que se adecuaron a continuación con las normas del derecho canónico y se pusieron al día con la urgencia de los tiempos, mantienen viva la llama del P. Piamarta, que se dirige hacia los altares.

Algunas memorias, aún todas por verificar, sostienen que en su curso de estudios no brillase por un alto coeficiente intelectual. Sin embargo, este cura de Ars bresciano fue un creador de cultura y emprendió afortunadas iniciativas en el campo tipográfico editorial, imprimiendo en su imprenta artesanal diarios y periódicos, monografías apologéticas y libros de formación de vasta resonancia, apoyando la propaganda de las sociedades obreras (¡la buena sangre no miente!).

Su promocionalidad creativa ni siquiera rozó el rumor del dinero. Su obra se desarrolló bajo la insignia de la alegre pobreza franciscana.

Afligido por una salud enfermiza se le pronosticó una corta vida.

Llegó a los ?2 años y bajó a la tumba el 25 de abril de 1913, al cabo de un ritmo tan intenso de vida, que habría abatido constituciones más robustas. Tenía mente de padre y corazón de madre, fuerza de caudillo y dulzura digna de S. Francisco de Sales y alegría como la de S. Filippo Neri, el buen "Pippo" de los chistes y de las burlas.

Un amigo. escritor, alérgico al agua santa y bien conocido por una historia de Italia de muy gustoso corte periodístico, hace algún tiempo desahogaba su malhumor, diciéndome: "La Iglesia está desahuciada: las ha hecho de demasiados colores".

La réplica es fácil. Ninguna sociedad ha generado una galería tan tupida de benefactores de la humanidad como el catolicismo.

Hombres como el P. Piamarta valen bastante más que una enciclopedia apologética.
Su aventura humana es una apología viviente.

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Fuente: Vatican.va
Pedro de San José Betancurt, Santo Terciario Franciscano de Guatemala, Abril 25  

Pedro de San José Betancurt, Santo

San Pedro de San José Betancurt nace en Vilaflor de Tenerife el 21 de marzo de 1626 y muere en Guatemala el 25 de abril de 1667.

La distancia en el tiempo no opaca la luz que emana de su figura y que ha iluminado tanto a Tenerife como a toda la América Central desde aquellos remotos días de la Colonia.

San Pedro de San José Betancurt supo leer el Evangelio con los ojos de los humildes y vivió intensamente los Misterios de Belén y de la Cruz, los cuales orientaron todo su pensamiento y acción de caridad. Hijo de pastores y agricultores, tuvo la gracia de ser educado por sus padres profundamente cristianos; a los 23 años abandonó su nativa Tenerife y, después de 2 años, llegó a Guatemala, tierra que la Providencia había asignado para su apostolado misionero.

Apenas desembarcado en el Nuevo Mundo, una grave enfermedad lo puso en contacto directo con los más pobres y desheredados. Recuperada inesperadamente la salud, quiso consagrar su vida a Dios realizando los estudios eclesiásticos pero, al no poder hacerlo, profesó como terciario en el Convento de San Francisco, en la actual La Antigua Guatemala, con un bien determinado programa de revivir la experiencia de Jesús de Nazaret en la humildad, la pobreza, la penitencia y el servicio a los pobres.

En un primer momento realizó su programa como custodio y sacristán de la Ermita del Santo Calvario, cercana al convento franciscano, que se convierte en el centro irradiador de su caridad. Visitó hospitales, cárceles, las casas de los pobres; los emigrantes sin trabajo, los adolescentes descarriados, sin instrucción y ya entregados a los vicios, para quienes logró realizar una primera fundación para acoger a los pequeños vagabundos blancos, mestizos y negros. Atendió la instrucción religiosa y civil con criterios todavía hoy calificados como modernos.

Construyó un oratorio, una escuela, una enfermería, una posada para sacerdotes que se encontraban de paso por la ciudad y para estudiantes universitarios, necesitados de alojamiento seguro y económico. Recordando la pobreza de la primera posada de Jesús en la tierra, llamó a su obra "Belén".

Otros terciarios lo imitaron, compartiendo con el santo penitencia, oración y actividad caritativa: la vida comunitaria tomó forma cuando el Santo escribió un reglamento, que fue adoptado también por las mujeres que atendían a la educación de los niños; estaba surgiendo aquello que más tarde debería tener su desarrollo natural: la Orden de los Bethlemitas y de las Bethlemitas, aún cuando éstas sólo obtuvieron el reconocimiento de la Santa Sede más tarde.

El Santo Hermano Pedro se adelantó a los tiempos con métodos pedagógicos nuevos y estableció servicios sociales no imaginables en su época, como el hospital para convalecientes.Sus escritos espirituales son de una agudeza y profundidad inigualables.

Muere apenas a los 41 años el que en vida era llamado "Madre de Guatemala". A más de tres siglos de distancia, la memoria del "hombre que fue caridad" es sentida grandemente, viva y concreta, en su nativa Tenerife, en Guatemala y en todos los lugares donde se conoce su obra. El Hermano Pedro fue Beatificado solemnemente por S.S. Juan Pablo II el 22 de junio de 1980, y canonizado el 30 de julio de 2002 por el mismo Papa, en un acontecimiento de incalculable valor pastoral y eclesial para Guatemala y para toda América.

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Fuente: Vatican.va
José Trinidad Rangel, Beato Sacerdote y Mártir, Abril 25  

José Trinidad Rangel, Beato

Nació en el rancho "El Durazno", de la ciudad de Dolores Hidalgo, Guanajuato, el sábado 4 de junio de 1887, en el seno de una familia cristiana humilde.

Siendo muy joven sintió la vocación al sacerdocio, pero debido a la escasez de recursos económicos de sus padres tuvo que posponer su entrada en el seminario hasta los veinte años.

Ingresó en el seminario como alumno gratuito y externo en 1909, concediéndole una beca por su aplicación al estudio, que le permitió vivir como seminarista interno. El 13 de abril de 1919 recibió la ordenación sacerdotal.

El primer destino como sacerdote fue el de adscrito a la parroquia del Sagrario de León en calidad de miembro del Centro Catequístico de la Salle. Se refugió en la ciudad de León, Guanajuato, por no cumplir con la ley civil de inscribirse como sacerdote en el registro del Gobierno.

En León, viviendo como refugiado en casa de las hermanas Alba, entabló amistad con el
P. Andrés Solá, refugiado como él, con el que compartía sus temores y dificultades, y en quien encontró una ayuda en su vivencia sacerdotal. Sabedor de su vocación y opción, rechazó el ofrecimiento de su hermano Agustín a dejar el país y refugiarse en Estados Unidos, prefiriendo aceptar el ofrecimiento de su superior eclesiástico de ir a celebrar clandestinamente los oficios de la Semana Santa a las hermanas Mínimas de San Francisco del Rincón, donde fue detenido y trasladado a la comandancia antes de sufrir el martirio.

Como sacerdote destacó por su modestia, humildad, sencillez y celo por la salvación de las almas. Con intrepidez evangélica, desempeñó su ministerio, sin negar en ningún momento su condición sacerdotal aunque eso significara el encarcelamiento y la muerte.

Fue fusilado el 25 de abril de 1927 y beatificado el 20 de noviembre de 2005 por S.S. Benedicto XVI.

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Fuente: Vatican.va
Andrés Solá y Molist, Beato Sacerdote y Mártir, Abril 25  

Andrés Solá y Molist, Beato

Nació el 7 de octubre de 1895 en la masía conocida con el nombre de Can Vilarrasa, situada en el municipio de Taradell, parroquia de Santa Eugenia de Berga, provincia de Barcelona, diócesis de Vich, España. Fue el tercer hijo de una familia numerosa compuesta de once hermanos y los padres, que eran agricultores.

Al escuchar la predicación de un misionero claretiano en el pueblo de Sentforas, él y su hermano Santiago sintieron la vocación religiosa y entraron en el seminario que los misioneros tenían en Vich. Recibió la ordenación sacerdotal el 23 de septiembre de 1922 en la capilla del palacio episcopal de Segovia, España. Durante un año estuvo preparándose para el ministerio de la predicación en Aranda de Duero.

Terminado el curso de preparación recibió su destino, México, llegando junto con otros cinco claretianos a Veracruz el 20 de agosto de 1923. Ocho días más tarde llegó a la capital y visitó el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, poniendo bajo su protección su ministerio sacerdotal. En México desempeñó diversos oficios.

En diciembre de 1924 recibió, junto con sus hermanos de comunidad de León, la noticia de las leyes anticatólicas y anticlericales del presidente Calles, optando por refugiarse en una casa amiga, la de las hermanas Josefina y Jovita Alba, para evitar la expulsión del país.

En marzo de 1927, al arreciar la persecución religiosa, obedeciendo al superior local, p. Fernando Santesteban, dejó León y se marchó a México, D.F., donde estuvo unos cuantos días, regresando con el permiso del superior provincial para residir en León y ejercer allí su ministerio misionero. A los pocos días de haber llegado, el 23 de abril el superior de la comunidad le entregó una carta en la que le comunicaba la existencia de una orden de detención contra él y le invitaba a suspender toda actividad, a huir o a esconderse, y a cambiar de domicilio. No le dio importancia a dicha carta, considerando que nada malo le podría pasar, siendo detenido al día siguiente.

Una detención que no fue fruto de su imprudencia, sino más bien de la ingenuidad de dos señoras que tratando de hacer el bien, no se les ocurrió tomar las precauciones necesarias tras su visita al cuartel, donde pidieron la libertad para el
P. José Trinidad Rangel. Cuando entraron los soldados en la casa de las hermanas Alba no reconocieron al p. Solá como sacerdote, sólo tras el registro efectuado a su habitación descubrieron una fotografía en la que estaba dando la primera Comunión a una niña. En ningún momento negó su condición sacerdotal, más bien confesó su nombre y condición, siendo suficiente para detenerlo junto con Leonardo Pérez, que se encontraba en el oratorio de la casa.

Fue llevado a la comandancia militar, último lugar terreno antes de abrazar la palma del martirio y contemplar a Cristo, era el 25 de abril de 1927.

Fue beatificado el 22 de junio de 2004 por S.S. Benedicto XVI.

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Fuente: Vatican.va
Leonardo Pérez Lários, Beato Laico Mártir, Abril 25  

Leonardo Pérez Lários, Beato

Nació el 28 de noviembre de 1883 en Lagos de Moreno, Jalisco. Fue el tercer hijo de los once que tuvieron sus padres. Hijo de una familia sencilla, recibió una buena educación cristiana en el seno de su familia. A la muerte de su padre se trasladó la familia a vivir a León.

Quiso contraer matrimonio, desistiendo de hacerlo por la oposición que encontró en la familia de la novia. Quiso ser religioso, pero le resultó imposible por tener a su cargo a dos hermanas que no poseían medios de subsistencia, siendo él el que proveía a su sustento y cuidado. Pero estos proyectos irrealizados no le llevaron a apartarse de la fe y de la Iglesia, a pesar de las dificultades sociales por las que estaba pasando y que afectaban a los fieles cristianos.

Era una persona que vivía intensamente su vida cristiana, con una profunda devoción al Santísimo Sacramento y a la Virgen María. Perteneció a una Congregación Mariana donde sus miembros hacían voto de castidad y se reunían semanalmente para hacer adoración al Santísimo Sacramento.

Fue detenido en la casa de las hermanas Alba tras participar en la Eucaristía y en la Hora Santa que el
P. Andrés Solá había organizado después de la celebración de la santa misa. Los soldados al verlo vestido de negro y con una actitud muy devota, pues estaba concentrado en su meditación y acción de gracias por la comunión recibida, lo tomaron por un sacerdote.

Fueron inútiles las aclaraciones realizadas por el P. Solá y las personas que estaban en ese momento en la casa en relación al estado de vida de Leonardo. Cuando le preguntaron sobre su condición sacerdotal él la negó, pero afirmó ser católico, apostólico y romano. Fue conducido al cuartel y de ahí con sus dos compañeros al martirio, siendo fusilado el 25 de abril de 1927.

S.S. Benedicto XVI lo beatificó el 20 de noviembre de 2005.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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