JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 24, 13-35
Gloria a ti, Señor.
El mismo día de la resurrección, iban dos discípulos a un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús se acercó y comenzó a caminar con ellos. Pero sus ojos estaban velados y no lo reconocieron. El les preguntó:
"¿De qué vienen hablando por el camino?"
Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió:
"¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?" El les preguntó:
"¿Qué ha pasado?"
Ellos le respondieron:
"Lo de Jesús el Nazareno, que fue profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y todo el pueblo; cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el libertador de Israel.Y ya ves, hace tres días que sucedió esto.
Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y vinieron contando que habían visto unos ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres; pero a El no le vieron".
Entonces Jesús les dijo:
"¡Qué insensatos y duros de corazón son para creer lo anunciado por los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?"
Y comenzando por Moisés y siguiendo con los profetas les explicó los pasajes de la Escritura que se referían a él.
Ya cerca del pueblo donde iban él hizo ademán de seguir adelante, pero ellos le insistieron diciendo:
"Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto oscurecerá".
Y entró para quedarse con ellos. Sentados a la mesa, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos comentaron:
"¡Con razón nuestro corazón ardía mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!"
Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
"Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón".
Entonces ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
3er. Dom de Pascua Ciclo A
Antífona de Entrada
Aclamen al Señor, habitantes todos de la tierra: canten a su nombre, denle gracias y alábenlo. Aleluya.
Oración Colecta
Oremos:
Señor, tú que nos has renovado en el espíritu al devolvernos la dignidad de hijos tuyos, concédenos aguardar, llenos de júbilo y esperanza, el día glorioso de la resurrección.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
No era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio
Lectura del Libro de los Hechos de los Apóstoles 2, 14.22-33
El día de Pentecostés, se presentó Pedro con los Once, levantó la voz y dijo:
"Escúchenme israelitas: Les hablo de Jesús de Nazaret, el hombre que Dios acreditó ante ustedes mediante los milagros, prodigiosos y señales que ustedes bien conocen. Conforme al plan previsto y sancionado por Dios, Jesús fue entregado, y ustedes por medio de los paganos lo clavaron en la cruz. Pero Dios lo resucitó rompiendo las ataduras de la muerte; no era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio, pues David dice refiriéndose a él:
Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, goza mi lengua y mi carne descansa esperanzada. Porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. Me has enseñado el camino de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia".
Hermanos, permítanme hablarles con toda claridad: el patriarca David murió y lo enterraron, y su sepulcro se conserva entre nosotros hasta el día de hoy. Pero, como era profeta y sabía que Dios le había prometido con juramento que un descendiente suyo ocuparía su trono, con visión profética habló de la resurrección de Cristo, el cual no fue abandonado a la muerte ni sufrió la corrupción.
Pues bien, a este Jesús Dios lo resucitó, y de ello nosotros somos testigos. Llevado a los cielos por el poder de Dios, recibió del Padre el Espíritu Santo prometido, y ahora lo ha comunicado, como lo están viendo y oyendo".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del Salmo 15
Señor, enséñanos el camino de la vida. Aleluya.
Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio. Yo siempre he dicho que tú eres mi Señor. El Señor es la parte que me ha tocado en herencia: mi vida está en sus manos.
Señor, enséñanos el camino de la vida. Aleluya.
Bendeciré al Señor que me aconseja; hasta de noche me instruye internamente.Tengo siempre presente al Señor, con él a mi lado jamás tropezaré. Señor, enséñanos el camino de la vida. Aleluya Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vive tranquilo: porque tú no me abandonarás a la muerte, ni dejarás que sufra la corrupción.
Señor, enséñanos el camino de la vida. Aleluya.
Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia, de alegría perpetua junto a ti.
Señor, enséñanos el camino de la vida. Aleluya.
Segunda Lectura
Ustedes han sido rescatados con la sangre preciosa de Cristo, el Cordero sin mancha
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 1, 17-21
Hermanos: Si ustedes llaman Padre a Dios, que juzga imparcialmente a cada uno, según sus obras, vivan siempre con temor filial durante su peregrinar por la tierra.
Bien saben que de su estéril manera de vivir, heredada de sus padres, los ha rescatado Dios: no con bienes efímeros, con oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, el Cordero sin defecto ni mancha, al cual Dios había elegido antes de la creación del mundo, y por amor a ustedes lo ha manifestado en estos tiempos.
Por Cristo, ustedes creen en Dios, quien lo resucitó de entre los muertos y lo llenó de gloria. De esta forma, su fe y su esperanza están puestas en Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Señor Jesús, haz que comprendamos la Sagrada Escritura. Enciende nuestro corazón mientras nos hablas.
Aleluya.
Evangelio
Lo reconocieron al partir el pan
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 24, 13-35
Gloria a ti, Señor.
El mismo día de la resurrección, iban dos discípulos a un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús se acercó y comenzó a caminar con ellos. Pero sus ojos estaban velados y no lo reconocieron. El les preguntó:
"¿De qué vienen hablando por el camino?"
Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió:
"¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?" El les preguntó:
"¿Qué ha pasado?"
Ellos le respondieron:
"Lo de Jesús el Nazareno, que fue profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y todo el pueblo; cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el libertador de Israel.Y ya ves, hace tres días que sucedió esto.
Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y vinieron contando que habían visto unos ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres; pero a El no le vieron".
Entonces Jesús les dijo:
"¡Qué insensatos y duros de corazón son para creer lo anunciado por los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?"
Y comenzando por Moisés y siguiendo con los profetas les explicó los pasajes de la Escritura que se referían a él.
Ya cerca del pueblo donde iban él hizo ademán de seguir adelante, pero ellos le insistieron diciendo:
"Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto oscurecerá".
Y entró para quedarse con ellos. Sentados a la mesa, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos comentaron:
"¡Con razón nuestro corazón ardía mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!"
Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
"Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón".
Entonces ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Invoquemos, amados hermanos y hermanas, a Cristo, triunfador del pecado y de la muerte que siempre intercede por nosotros:
Respondemos: Escúchanos, Señor.
Para que Cristo, el Señor, atraiga hacia su corazón a los fieles y fortalezca sus voluntades, de manera que busquen los bienes de allá arriba, donde él está sentado a la derecha de Dios, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Para que Cristo, rey supremo de la creación, haga que todos los pueblos gocen abundantemente de la paz que en sus apariciones otorgó a los discípulos, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Para que Cristo, el destructor de la muerte y el médico de toda enfermedad, se compadezca de los débiles y desdichados y aleje del mundo el hambre, las guerras y todos los males, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Para que Cristo, el Señor, salve y bendiga nuestra comunidad y conceda la paz, la alegría y el descanso en las fatigas a los que hoy nos hemos reunido aquí para celebrar su triunfo, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Celebrante:
Dios nuestro, que en este día, memorial de la Pascua, has reunido a tu Iglesia que peregrina por el mundo, escucha nuestra oración y abre nuestros corazones para que entendamos las Escrituras y reconozcamos a tu Hijo al partir el pan.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, los dones que te presentamos llenos de júbilo por la resurrección de tu Hijo, y concédenos participar también de la felicidad eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, glorificarte siempre, Señor; pero más que nunca en este tiempo en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Porque él, con la inmolación de su cuerpo en la cruz, dio pleno cumplimiento a lo que anunciaban los sacrificios de la antigua alianza, y ofreciéndose a sí mismo por nuestra salvación, quiso ser al mismo tiempo sacerdote, víctima y altar.
Por eso,
con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría, y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:
Antífona de la Comunión
Los discípulos reconocieron al Señor Jesús al partir el pan. Aleluya.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Mira, Señor, con bondad a tus hijos que has renovado por medio de los sacramentos
y condúcelos al gozo eterno de la resurrección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
Pascua. Tercer domingo
El día del Señor
— El domingo, día del Señor.
— Las fiestas cristianas. Sentido de las festividades. La Santa Misa, centro de la fiesta cristiana.
— El culto público a Dios. El descanso dominical y festivo.
I. "El día llamado del Sol se reúnen todos en un mismo lugar, quienes habitan en la ciudad y los que viven en el campo... Y nos reunimos todos en este día, en primer lugar, porque, en este día, que es el primero de la semana, Dios creó el mundo (...) y porque es el día en que Jesucristo nuestro Salvador resucitó de entre los muertos"1. El sábado judío dio paso al domingo cristiano desde los mismos comienzos de la Iglesia. Desde entonces, cada domingo celebramos la Resurrección de Cristo.
El sábado era en el Antiguo Testamento día dedicado a Yahvé. Dios mismo lo instituyó2 y mandó que el pueblo israelita se abstuviera de ciertos trabajos en esa jornada, para dedicarse a honrar a Dios3. También era el día en el que se congregaba la familia y se celebraba el fin de la cautividad en Egipto. Con el paso del tiempo, los rabinos complicaron el precepto divino, y en tiempos de Jesús existía una serie de minuciosas y agobiantes prescripciones que nada tenían que ver con lo que Dios había dispuesto sobre el sábado.
Los fariseos chocaron frecuentemente con Jesús por estas cuestiones. Sin embargo, el Señor no menospreció el sábado, no lo suprimió como día dedicado a Yahvé; por el contrario, parece ser su día predilecto: acude ese día a las sinagogas a predicar, y muchos de sus milagros fueron realizados en día de sábado.
La Sagrada Escritura, en innumerables pasajes, había dado siempre un concepto alto y noble del sábado. Era el día establecido por Dios para que su pueblo le diese un culto público, y la total dedicación de la jornada aparece como una obligación grave4. La importancia del precepto se deduce también de la repetición de ese mandato a lo largo de la Escritura. En ocasiones, los Profetas señalan como causa de los castigos de Dios sobre su pueblo el no haber guardado sus sábados.
El descanso sabático era de naturaleza estrictamente religiosa, y por eso culminaba y se manifestaba en la oblación de un sacrificio5.
Las fiestas de Israel, y particularmente el sábado, eran signo de la alianza divina y un modo de expresar el gozo de saberse propiedad del Señor y objeto de su elección y de su amor. Por eso cada fiesta estaba ligada a un acontecimiento de salvación.
Sin embargo, aquellas fiestas solo contenían la promesa de una realidad que aún no había tenido lugar. Con la Resurrección de Jesucristo, el sábado deja paso a la realidad que anunciaba, la fiesta cristiana. El mismo Jesús habla del reino de Dios como de una gran fiesta ofrecida por un rey con ocasión de las bodas de su hijo6, en quien somos invitados a participar de los bienes mesiánicos7. Con Cristo surge un culto nuevo y superior, porque tenemos también un nuevo Sacerdote, y se ofrece una nueva Víctima.
II. Después de la Resurrección, el primer día de la semana fue considerado por los Apóstoles como el día del Señor, dominica dies8, cuando Él nos alcanzó con su Resurrección la victoria sobre el pecado y la muerte. Por eso los primeros cristianos tenían las reuniones litúrgicas en domingo. Y esta ha sido la constante y universal tradición hasta nuestros días. "La Iglesia, por una tradición apostólica que trae su origen desde el mismo día de la Resurrección de Cristo, celebra el misterio pascual cada ocho días, en el día que es llamado con razón día del Señor o domingo"9.
Este precepto de santificar las fiestas regula un deber esencial del hombre con su Creador y Redentor. En este día dedicado a Dios le damos culto especialmente con la participación en el Sacrificio de la Misa. Ninguna otra celebración llenaría el sentido de este precepto.
Junto al domingo, la Iglesia determinó las fiestas que conmemoran los principales acontecimientos de nuestra salvación: Navidad, Pascua, Ascensión, Pentecostés, otras fiestas del Señor y las fiestas de la Virgen. Junto a estas, los cristianos celebraron desde el principio el die natalis o aniversario del martirio de los primeros cristianos. Las fiestas cristianas llegaron incluso a ordenar el mismo calendario civil. Siguiendo el calendario, la Iglesia "conmemora los misterios de la redención, abre las riquezas del poder santificador y de los méritos de su Señor, de tal manera que en cierto modo se hacen presentes en todo momento para que puedan los fieles ponerse en contacto con ellos y llenarse de la gracia de la salvación"10.
El centro y el origen de la alegría de la fiesta cristiana se encuentra en la presencia del Señor en su Iglesia, que es la prenda y el anticipo de una unión definitiva en la fiesta que no tendrá fin11. De ahí la alegría que inunda la celebración dominical, como aparece en la Oración sobre las ofrendas de la Misa de hoy: Recibe, Señor, las ofrendas de tu Iglesia exultante de gozo; y pues en la resurrección de tu Hijo nos diste motivo para tanta alegría, concédenos participar de este gozo eterno. Por eso nuestras fiestas no son un mero recuerdo de hechos pasados, como puede serlo el aniversario de un acontecimiento histórico, sino que son un signo que manifiesta y hace presente a Cristo entre nosotros.
La Santa Misa hace presente a Jesús en su Iglesia y es Sacrificio de valor infinito que se ofrece a Dios Padre en el Espíritu Santo. Todos los demás valores humanos, culturales y sociales de la fiesta deben ocupar un segundo lugar, cada uno en su orden, sin que en ningún momento oscurezcan o sustituyan lo que debe ser fundamental. Junto a la Santa Misa, tienen un lugar importante las manifestaciones de piedad litúrgica y popular, como el culto eucarístico, las procesiones, el canto, un mayor cuidado en el vestir, etc.
Hemos de procurar, mediante el ejemplo y el apostolado, que el domingo sea "el día del Señor, el día de la adoración y de la glorificación de Dios, del santo Sacrificio, de la oración, del descanso, del recogimiento, del alegre encontrarse en la intimidad de la familia"12.
III. Aclamad al Señor, tierra entera; tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria, leemos en la Antífona de entrada13.
El precepto de santificar las fiestas responde también a la necesidad de dar culto público a Dios, y no solo de modo privado. Algunos pretenden relegar el trato con Dios al ámbito de la conciencia, como si no debiera tener necesariamente manifestaciones externas. Sin embargo, el hombre tiene el deber y el derecho de rendir culto externo y público a Dios; sería una grave lesión que los cristianos se vieran obligados a ocultarse para poder practicar su fe y dar culto a Dios, que es su primer derecho y su primer deber.
El domingo y las fiestas determinadas por la Iglesia son, ante todo, días para Dios y días especialmente propicios para buscarle y para encontrarle. "Quaerite Dominum. Nunca podemos dejar de buscarlo: sin embargo, hay períodos que exigen hacerlo con más intensidad, porque en ellos el Señor está especialmente cercano, y por lo tanto es más fácil hallarlo y encontrarse con Él. Esta cercanía constituye la respuesta del Señor a la invocación de la Iglesia, que se expresa continuamente mediante la liturgia. Más aún, es precisamente la liturgia la que actualiza la cercanía del Señor"14.
Las fiestas tienen una gran importancia para ayudar a los cristianos a recibir mejor la acción de la gracia. En esos días se exige también que el creyente interrumpa el trabajo para poder dedicarse mejor al Señor. Pero no hay fiesta sin celebración, pues no basta dejar el trabajo para hacer fiesta; tampoco hay fiesta cristiana sin que los creyentes se reúnan para dar gracias, alabar al Señor, recordar sus obras, etcétera. Por eso indicaría poco sentido cristiano plantear el domingo, la fiesta, el fin de semana..., de manera que se hiciera imposible o muy difícil ese trato con Dios. A algunos cristianos tibios les sucede que acaban por pensar que no tienen tiempo para asistir a la Santa Misa, o lo hacen precipitadamente, como quien se libera de una enojosa obligación.
El descanso no es solo una oportunidad para recuperar fuerzas, sino que es también signo y anticipo del reposo definitivo en la fiesta del Cielo. Por eso la Iglesia quiere celebrar sus fiestas incluyendo el descanso laboral, al que por otra parte tienen derecho los fieles cristianos como ciudadanos iguales a los demás; derecho, que el Estado ha de garantizar y proteger.
El descanso festivo no debe interpretarse ni ser vivido como un simple no hacer nada –una pérdida de tiempo–, sino como la ocupación positiva y el enriquecimiento personal en otras tareas. Hay muchos modos de descansar, y no conviene quedarse en el más fácil, que muchas veces no es el que mejor nos descansa. Si sabemos limitar, por ejemplo, el uso de la televisión también los días de fiesta, no repetiremos tanto la falsa excusa de que "no tenemos tiempo". Al contrario, veremos que esos días podemos pasar más tiempo con la familia, atender a la educación de los hijos, cultivar el trato social y las amistades, hacer alguna visita a unas personas necesitadas, o que están solas o enfermas, etcétera. Es quizá la ocasión que estábamos buscando para poder conversar detenidamente con un amigo; o el momento para que el padre o la madre puedan hablar a solas, al hijo que más lo necesita y escuchar. En general, hay que "... saber tener todo el día cogido por un horario elástico, en el que no falte como tiempo principal –además de las normas diarias de piedad– el debido descanso, de tertulia familiar, la lectura, el rato dedicado a una afición de arte, de literatura o de otra distracción noble: llenando las horas con una tarea útil, haciendo las cosas lo mejor posible, viviendo los pequeños detalles de orden, de puntualidad, de buen humor"15.
1 Liturgia de las Horas. Segunda lectura. San Justino, Apología 1ª 67. — 2 Gen 2, 3. — 3 Ex 20, 8-11; 21, 13; Dt 5, 14. — 4 Cfr. Ex 31, 14-15. — 5 Cfr. Num 28, 9-10. — 6 Cfr. Mt 22, 2-13. — 7 Cfr. Is 25, 6-8. — 8 Apoc 1, 10. — 9 Conc. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium, 106. — 10 Ibídem, 102. — 11 Cfr. Apoc 21, 1 ss; 2 Cor 1, 22. — 12 Pío XII, Aloc. 7-lX-1947. — 13 Sal 65, 1-2. — 14 Juan Pablo II, Homilía, 20-III-1980. — 15 Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer, 111.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Afra de Brescia, Santa Mártir, Mayo 4
Mártir Una mártir de la que conocemos muy poco, que en algunas oportunidades es confundida con Santa Afra de Augusta. |
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Fuente: AmigosDeSantaBrigida.com
Ricardo Reynolds, Santo Mártir, Mayo 4
Mártir Martirologio Romano: En Londres, en Inglaterra, santos Juan Houghton, Roberto Lawrence y Agustín Webster, presbíteros y mártires, priores respectivamente de las cartujas de Londres, Beauvalle y Axholme, y san Ricardo Reynolds, de la Orden de Santa Brígida, todos los cuales, durante el reinado de Enrique VIII, y después de haber profesado valerosamente la fe de los padres, fueron arrastrados vivos hasta el lugar de su suplicio en Tyburn, donde perecieron ahorcados juntamente con Juan Haile, presbítero, párroco de la cercana localidad de Isleworth (1535). Nació hacia 1490 de la familia Reynolds de Pinhoe, en el condado de Devon (Inglaterra). Fue alumno destacado del Colegio de Cristo(Cambridge) y socio del Colegio Corpus Christi , se graduó como bachiller en Teología. En 1513 profesó en el Monasterio de Syon, de la Orden del Santísimo Salvador. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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