lunes, 12 de mayo de 2014

[ † ] Martes por los ángeles custodios. 13/05/2014. Nuestra Señora de Fátima ¡ruega por nosotros!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Juan 10, 22-30

Gloria a ti, Señor.

Por aquellos días, se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón. En esto, se le acercaron los judíos, lo rodearon y le dijeron:
"¿Hasta cuándo vas a tenernos en suspenso? Si eres el Cristo, dilo claramente de una vez".
Jesús les respondió:
 
"Ya les dije con toda claridad y no me han creído. Las obras que yo hago por encargo de mi Padre dan testimonio de mí; ustedes, sin embargo, no me creen, porque no pertenecen a las ovejas de mi rebaño. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán para siempre; nadie puede arrebatármelas. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos, y nadie puede
 
arrebatárselas. El Padre y yo somos uno".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

mar 4a. Sem Pascua

Antífona de Entrada

Alegrémonos, regocijémonos y demos gracias, porque el Señor, nuestro Dios omnipotente, ha establecido su reinado. Aleluya.

 

Oración Colecta

Oremos:
Dios Padre todopoderoso, concede, a quienes celebramos la resurrección de Cristo, vivir plenamente la alegría de nuestra salvación.
Por nuestro señor Jesucristo... 
Amén.

 

Primera Lectura

Comenzaron a predicar a los griegos el Evangelio del Señor Jesús

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 11, 19-26

En aquellos días, los que se habían dispersado a causa de la persecución provocada por el caso de Esteban, llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, pero sólo predicaban la palabra a los judíos. Había, sin embargo, entre ellos algunos chipriotas y cirenenses, los cuales, al llegar a Antioquía, predicaban también a los no judíos, anunciándoles la buena noticia del Señor Jesús. El poder del Señor estaba con ellos, y fue grande el número de los que creyeron y se convirtieron al Señor.
Cuando se enteraron de esto los de la iglesia de Jerusalén, enviaron a Bernabé a Antioquía. Una vez que éste llegó y vio lo que había realizado la gracia de Dios, se alegró y exhortaba a todos para que se mantuvieran fieles al Señor, pues era un hombre bueno y lleno del Espíritu Santo y de fe. Y una considerable multitud se unió al Señor.
Después fue a Tarso a buscar a Saulo. Cuando lo encontró, lo llevo a Antioquía, y estuvieron juntos un año entero en aquella iglesia, enseñando a muchos. En Antioquía fue donde por primera vez se llamó a los discípulos "cristianos". 
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 86, 1-3.4-5.6-7

Alaben al Señor todos los pueblos.

El Señor ha cimentado a Sión sobre el monte santo, el Señor ama las puertas de Sión más que a todas las moradas de Jacob. Cosas sorprendentes se dicen de ti, ciudad de Dios. 
Alaben al Señor todos los pueblos.

Mencionaré a Egipto y a Babilonia entre los que la conocen, filisteos, tirios y etíopes han nacido allí. Se dirá de Sión: "Todos han nacido en ella, él mismo, el Altísimo, la ha fundado".
Alaben al Señor todos los pueblos.

El Señor inscribe en el libro de los pueblos: "Este nació allí". Y danzarán y cantarán: "Todas mis fuentes están en ti".
Alaben al Señor todos los pueblos.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya. 
Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor; yo las conozco y ellas me siguen. 
Aleluya.

Evangelio

El Padre y yo somos uno

† Lectura del santo Evangelio según san Juan 10, 22-30

Gloria a ti, Señor.

Por aquellos días, se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón. En esto, se le acercaron los judíos, lo rodearon y le dijeron:
"¿Hasta cuándo vas a tenernos en suspenso? Si eres el Cristo, dilo claramente de una vez".
Jesús les respondió: 
"Ya les dije con toda claridad y no me han creído. Las obras que yo hago por encargo de mi Padre dan testimonio de mí; ustedes, sin embargo, no me creen, porque no pertenecen a las ovejas de mi rebaño. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán para siempre; nadie puede arrebatármelas. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos, y nadie puede 
arrebatárselas. El Padre y yo somos uno".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Concédenos, Señor, que este sacrificio pascual nos llene siempre de alegría, prosiga en nosotros tu obra redentora y nos obtenga de ti la felicidad eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

El misterio pascual

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor; pero más que nunca en este tiempo en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Porque él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo; muriendo destruyó nuestra muerte, 
y resucitando restauró la vida.
Por eso, 
con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría, y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:

Antífona de la Comunión

Era necesario que Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos, para entrar en su gloria. Aleluya.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Que el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, precio de nuestra redención, nos ayuden, Señor, a cumplir tus mandamientos y a obtener nuestra felicidad eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

Pascua. 4ª semana. Martes

PRIMEROS CRISTIANOS. UNIVERSALIDAD DE LA FE

— Rápida propagación del cristianismo. Los primeros cristianos se santificaron en medio del ambiente en el que encontraron a Cristo.

— Ciudadanos ejemplares en medio del mundo. Llevar a Cristo a todos los ambientes.

— Costumbres cristianas en el seno de la familia.

I. «Nuestro Señor funda su Iglesia sobre la debilidad –pero también sobre la fidelidad– de unos hombres, los Apóstoles, a los que promete la asistencia constante del Espíritu Santo (...).

»La predicación del Evangelio no surge en Palestina por la iniciativa personal de unos cuantos fervorosos. ¿Qué podían hacer los Apóstoles? No contaban nada en su tiempo; no eran ricos, ni cultos, ni héroes a lo humano. Jesús echa sobre los hombros de este puñado de discípulos una tarea inmensa, divina»1. Quien hubiera contemplado sin visión sobrenatural los comienzos apostólicos de aquel pequeño grupo, habría creído que se trataba de un empeño destinado al fracaso desde el principio. Sin embargo, aquellos hombres tuvieron fe, fueron fieles y comenzaron a predicar por todas partes aquella doctrina insólita que chocaba frontalmente con muchas costumbres paganas; en poco tiempo el mundo conoció que Jesucristo era el Redentor del mundo.

Desde el principio la Buena Nueva es predicada a todos los hombres, sin distinción alguna. Los que se habían dispersado en la persecución provocada por la muerte de Esteban –leemos en la Misa de hoy2–, llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía. En esta ciudad fueron tantas las conversiones que allí por primera vez llamaroncristianos a los discípulos del Señor. Pocos años más tarde encontramos seguidores de Cristo en Roma y en todo el Imperio.

En los comienzos, la fe cristiana arraigó principalmente entre personas de condición sencilla: soldados de tropa, bataneros, cardadores de lana, esclavos...; también comerciantes.

Considerad, hermanos –escribía San Pablo–, quiénes son los que han sido llamados a la fe de entre vosotros: cómo no sois muchos los sabios según la carne, ni muchos los poderosos, ni muchos los nobles...3.

Para Dios no existe acepción de personas, y los primeros llamados –ignorantes y débiles a los ojos humanos– serán los instrumentos que utilizará para la expansión de la Iglesia. Así se vio con más claridad que la eficacia era divina.

También entre los primeros cristianos existían personas cultas, sabias, importantes, humanamente hablando –un ministro etíope, centuriones, hombres como Apolo y Dionisio Areopagita, mujeres como Lidia–, pero fueron los menos dentro del gran número de conversos a la nueva fe. Comenta Santo Tomás que «también pertenece a la gloria de Dios el que por medio de gente sencilla haya atraído a Sí a los sublimes del mundo»4.

Los primeros cristianos ejercían todas las profesiones comunes en su tiempo, salvo aquellas que entrañaban algún peligro para su fe, como «intérpretes de sueños», adivinos, guardianes de templos... Y aunque en la vida pública estaban presentes las prácticas religiosas paganas, permaneció cada uno en el lugar y profesión donde encontró la fe, procurando dar su tono a la sociedad, esforzándose por llevar una conducta ejemplar, sin rehuir el trato –al contrario– con sus vecinos y conciudadanos. Intervenían en el foro, en el mercado, en el ejército... «Nosotros los cristianos –dirá Tertuliano–, no vivimos separados del mundo, frecuentamos el foro, los baños, los talleres, las tiendas, los mercados y las plazas públicas. Ejercemos los oficios de marino, de soldado, de labriego, de negociante...»5.

El Señor nos recuerda que también hoy llama a todos, sin distinción de profesión, de condición social o de raza. «¡Qué compasión te inspiran!... Querrías gritarles que están perdiendo el tiempo... ¿Por qué son tan ciegos, y no perciben lo que tú –miserable– has visto? ¿Por qué no han de preferir lo mejor?

»—Reza, mortifícate, y luego –¡tienes obligación!– despiértales uno a uno, explicándoles –también uno a uno– que, lo mismo que tú, pueden encontrar un camino divino, sin abandonar el lugar que ocupan en la sociedad»6.

Así hicieron nuestros primeros hermanos en la fe.

II. A finales del siglo ii, los cristianos están extendidos por todo el Imperio: «No hay raza alguna de hombre, llámense bárbaros o griegos o con otros nombres cualesquiera, ora habiten en casas o se llamen nómadas sin viviendas o moren en tiendas de pastores, entre los que no se ofrezcan por el nombre de Jesús crucificado oraciones y acciones de gracias al Padre y Hacedor de todas las cosas»7.

Los fieles cristianos no huyen del mundo para buscar con plenitud a Cristo: se consideran parte constituyente de ese mismo mundo, al que tratan de vivificar desde dentro, con su oración, con su ejemplo, con una caridad magnánima: «lo que es el alma para el cuerpo, eso son los cristianos en el mundo»8. Vivificaron su mundo, que en muchos puntos había perdido el sentido de la dignidad humana, siendo ciudadanos como los demás, y sin distinguirse de ellos ni por su vestido, ni por insignias, ni por cambiar de ciudadanía9.

No solo son ciudadanos, sino que procuraban serlo ejemplarmente: «obedecen las leyes, pero con su vida sobrepasan las leyes»10, las cumplen acabadamente en beneficio de todos. Ya San Pablo enseñó que se había de pedir a Dios por los constituidos en autoridad11.

Como ciudadanos ejemplares, honraban a la autoridad civil, pagaban los tributos y cumplían las demás obligaciones sociales. Y esto, en épocas de paz y en momentos de persecución y de odio manifiesto. Un ejemplo de la heroicidad de los primeros fieles en vivir estas virtudes cívicas nos lo proporciona San Justino Mártir, a mediados del siglo ii: «Como hemos aprendido de Él (de Cristo), nosotros procuramos pagar los tributos y las contribuciones, íntegramente y con rapidez, a vuestros encargados (...). De aquí que adoramos solo a Dios, pero os obedecemos gustosamente a vosotros en todo lo demás, reconociendo abiertamente que sois los reyes y los gobernadores de los hombres y pidiendo en la oración que, junto con el poder imperial, encontréis también un arte de gobierno lleno de sabiduría»12. Y Tertuliano, que atacaba con vehemencia la degeneración del mundo pagano, escribía que los fieles oraban en sus asambleas por los emperadores, por sus ministros y autoridades, por el bienestar temporal y por la paz13.

Los cristianos, en cualquier época, no podemos vivir de espaldas a la sociedad de la que formamos parte. En el mismo corazón del mundo procuramos vivir responsablemente nuestros quehaceres temporales para, desde dentro, informarlos con un espíritu nuevo, con la caridad cristiana. Cuanto más se haga sentir el alejamiento de Cristo, tanto más urgente se hace la presencia de los cristianos en esos lugares, para llevar, como los primeros en la fe, la sal de Cristo, y devolver al hombre su dignidad humana, perdida en muchas ocasiones. «Para seguir las huellas de Cristo, el apóstol de hoy no viene a reformar nada, ni mucho menos a desentenderse de la realidad histórica que le rodea... —Le basta actuar como los primeros cristianos, vivificando el ambiente»14.

Podemos preguntarnos si donde vivimos llevamos la luz de Cristo a esas personas, a ese ambiente, como hicieron los primeros cristianos.

III. Los caminos de acercamiento a la fe fueron muy variados, algunos extraordinarios, como le sucedió a San Pablo15. A otros los llamará el Señor a través del ejemplo de un mártir; la mayoría de las veces conocían la Buena Nueva por mediación de algún compañero de trabajo, de vecindad, de prisión, de viaje, etcétera. Ya en la época apostólica se hizo costumbre bautizar a los niños, incluso antes de tener uso de razón. San Pablo bautizó familias enteras, y junto con los demás Apóstoles transmitió esta costumbre a toda la Iglesia. Dos siglos más tarde, Orígenes podía escribir este texto: «la Iglesia ha recibido de los Apóstoles la costumbre de administrar el bautismo incluso a los niños»16.

Las casas de los primeros fieles, iguales externamente a las demás, se convirtieron en hogares cristianos. Los padres transmitían la fe a sus hijos, y estos a los suyos, y así la familia se convirtió en un pilar fundamental de la consolidación de la fe y de las costumbres cristianas. Empapados por la caridad, los hogares cristianos eran lugares de paz en medio, no infrecuentemente, de incomprensiones externas, de calumnias, de persecución. En el hogar se aprendía a ofrecer el día, a dar gracias, a bendecir los alimentos, a dirigirse a Dios en la abundancia y en la escasez.

Las enseñanzas de los padres brotaban con naturalidad al compás de la vida, y así la familia cumplía su función educadora. Estos son los consejos que da San Juan Crisóstomo a un matrimonio cristiano: «muéstrale a tu mujer que aprecias mucho vivir con ella y que por ella prefieres quedarte en casa que andar por la calle. Prefiérela a todos los amigos e incluso a los hijos que te ha dado; ama a estos por razón de ella (...). Haced en común vuestras oraciones (...). Aprended el temor de Dios; todo lo demás fluirá como de una fuente y vuestra casa se llenará de innumerables bienes»17. Otras veces es un hijo o una hija el foco de expansión del cristianismo en su familia: atrae a otros hermanos a la fe; quizá luego a sus padres, y estos a los tíos... y acaban acercándose hasta los abuelos.

Son muchas las costumbres cristianas que pueden vivirse en el seno de la familia: el rezo del Santo Rosario, los cuadros o imágenes de la Virgen, hacer el Nacimiento en Navidad, la bendición de la mesa... y otras muchas. Si sabemos cuidarlas, contribuirán a que en el hogar se respire siempre un clima amable, de familia cristiana, donde desde pequeños se aprende con naturalidad a tratar a Dios y a su Madre Santísima.

1 San Josemaría Escrivá, Homilía Lealtad a la Iglesia, 4-VI-1972. — 2 Cfr. Hech 11, 19-20. — 3 1 Cor 1, 26. — 4 Santo Tomás, Comentario a la 1ª Carta a los Corintios, ad. loc. — 5 Tertuliano, Apologético, 42. — 6 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 182. — 7 San Justino, Diálogo con Trifón, 117, 5. — 8 Epístola a Diogneto, 6, 1. — 9 Cfr.Ibídem, 5, 1-11. — 10 Ibídem, 5, 10. — 11 Cfr. 1 Tim 2, 1-2. — 12 San Justino,Apología I, 17. — 13 Cfr. Tertuliano, Apologético, 39, 1 ss. — 14 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 320. — 15 Cfr. Hech 9, 1-19.  16 Orígenes, Coment. a la Carta a los Romanos, 5, 9. — 17 San Juan Crisóstomo, Hom. 20, sobre la Carta a los Efesios.

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13 de mayo

VIRGEN DE FÁTIMA*

Memoria

— Las apariciones de Nuestra Señora.

— La Virgen pide penitencia por los pecados de los hombres.

— Consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María.

I. El 13 de mayo de 1917, hacia el mediodía, se apareció Nuestra Señora por vez primera a tres pastorcillos –Lucía, Jacinta y Francisco–, que habían llevado sus ovejas a pastar a una hondonada cubierta de carrascas y de olivos que los lugareños conocían con el nombre deCova de Iría1. La Virgen pidió a los niños que acudieran a aquel mismo lugar el día trece de cada mes, durante seis meses consecutivos. El mensaje que les irá desgranando la Señora es un mensaje depenitencia por los pecados que cada día se cometen, el rezo del Santo Rosario por esta misma intención y la consagración del mundo a su Inmaculado Corazón. En cada aparición, la dulce Señora insiste en el rezo diario del Rosario, y les enseña una oración para que la repitan muchas veces, ofreciendo sus obras y en especial pequeñas mortificaciones y sacrificios: ¡Oh Jesús!..., por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de las ofensas hechas al Inmaculado Corazón de María.

En agosto, la Virgen prometió un signo público, visible por todos, como prueba de la veracidad de estos mensajes. En cada aparición, la Virgen alentaba a los niños a que rezaran por la conversión de los pecadores, ofreciendo sacrificios y rezando el Santo Rosario. El 13 de octubre, tuvo lugar el llamado prodigio del sol. Decenas de miles de personas, presentes en Cova de Iría, fueron testigos de este hecho extraordinario; incluso fue visto por quienes estaban a muchos kilómetros del lugar de las apariciones. Nuestra Señora declaró entonces a los niños que era la Virgen del Rosario. También les dijo: «Es preciso que los hombres se enmienden, que pidan perdón de sus pecados... Que no ofendan más a Nuestro Señor, que ya es demasiado ofendido».

El Papa Juan Pablo II, recordando su peregrinación a Fátima, donde acudió «con el rosario en la mano, el nombre de María en los labios y el canto de la misericordia en el corazón», para dar gracias a Nuestra Señora por haber salido con vida del atentado sufrido el año anterior, señalaba que «las apariciones de Fátima, comprobadas por signos extraordinarios, en 1917, forman como un punto de referencia y de irradiación para nuestro siglo. María, Nuestra Madre celestial, vino para sacudir las conciencias, para iluminar el auténtico significado de la vida, para estimular a la conversión del pecado y al fervor espiritual, para inflamar las almas de amor a Dios y de caridad hacia el prójimo. María vino a socorrernos, porque muchos, por desgracia, no quieren acoger la invitación del Hijo de Dios para volver a la casa del Padre.

»Desde su santuario de Fátima, María renueva todavía hoy su materna y apremiante petición: la conversión a la Verdad y a la Gracia; la vida de los sacramentos, especialmente la Penitencia y la Eucaristía, y la devoción a su Corazón Inmaculado, acompañado por el espíritu de penitencia»2.

Hoy podemos preguntarnos cómo va nuestra correspondencia a las frecuentes inspiraciones del Espíritu Santo para que purifiquemos el alma, especialmente en la Confesión sacramental, cómo reparamos por los pecados personales pasados y por los de todos los hombres, cómo rezamos el Santo Rosario –especialmente en este mes de mayo–, poniendo «intenciones ambiciosas», pidiendo que muchos amigos y compañeros se acerquen de nuevo a Cristo, recorriendo con humildad el camino de vuelta del hijo pródigo.

II. «El mensaje de Fátima es, en su núcleo fundamental, una llamada a la conversión y a la penitencia, como en el Evangelio (...). La Señora del mensaje parecía leer con una perspicacia especial los signos de los tiempos, los signos de nuestro tiempo.

»La llamada a la penitencia es una llamada maternal; y, a la vez, es enérgica y hecha con decisión»3. Hoy, en nuestra oración, nos llega esta voz a la vez dulce y fuerte de la Virgen, que apremia, como dirigida personalmente a cada uno de nosotros.

A lo largo de todo el Evangelio resuenan las palabras arrepentíos y haced penitencia4. Jesús comenzará su misión pidiendo penitencia:haced penitencia, porque está cerca el Reino de los Cielos5. Esta palabra significa la conversión del pecador, y designa todo un conjunto de actos interiores y exteriores dirigidos a reparar el pecado cometido6.

La Virgen nos recuerda que sin penitencia no se recibe el Reino de su Hijo; sin penitencia se está en el reino del pecado. Sin penitencia,todos igualmente pereceréis7, había anunciado el Señor. Por eso, en el mensaje que difunden los Apóstoles, recién nacida la Iglesia, la predicación de esta virtud ocupará un lugar esencial8. Todo el tiempo de la Iglesia peregrina, en el que nos encontramos, aparece comospatium verae poenitentiae, un tiempo de verdadera penitencia concedido por el Señor para que nadie perezca9. Es necesaria la penitencia porque existe el pecado y nosotros no somos ajenos a él, porque es necesario reparar por tantas faltas y debilidades propias y de nuestros hermanos los hombres, y porque nadie, sin un privilegio especial y extraordinario, está confirmado en gracia. «La finalidad última de la penitencia –enseña el Papa Juan Pablo II– consiste en lograr que amemos intensamente a Dios y nos consagremos a Él»10. El Santo Cura de Ars solía afirmar que nos es tan necesaria para el alma como el respirar para la vida del cuerpo11.

La primera muestra de esta virtud se manifiesta en el amor a la Confesión frecuente de nuestras culpas actuales y pasadas, que nos lleva a desearla, a cuidarla con esmero, con contrición verdadera, y a llevar a cabo un eficaz apostolado entre nuestros parientes y amigos para acercarles a este sacramento de la misericordia y de la alegría. La virtud de la penitencia ha de estar presente, de alguna manera, en las acciones corrientes de todos los días: en «el cumplimiento exacto del horario que te has fijado, aunque el cuerpo se resista o la mente pretenda evadirse con ensueños quiméricos. Penitencia es levantarse a la hora. Y también, no dejar para más tarde, sin un motivo justificado, esa tarea que te resulta más difícil o costosa.

»La penitencia está en saber compaginar tus obligaciones con Dios, con los demás y contigo mismo, exigiéndote de modo que logres encontrar el tiempo que cada cosa necesita. Eres penitente cuando te sujetas amorosamente a tu plan de oración, a pesar de que estés rendido, desganado o frío.

»Penitencia es tratar siempre con la máxima caridad a los otros, empezando por los tuyos. Es atender con la mayor delicadeza a los que sufren, a los enfermos, a los que padecen. Es contestar con paciencia a los cargantes e inoportunos. Es interrumpir o modificar nuestros programas, cuando las circunstancias –los intereses buenos y justos de los demás, sobre todo– así lo requieran.

»La penitencia consiste en soportar con buen humor las mil pequeñas contrariedades de la jornada; en no abandonar la ocupación, aunque de momento se te haya pasado la ilusión con que la comenzaste; en comer con agradecimiento lo que nos sirven, sin importunar con caprichos.

»Penitencia, para los padres y, en general, para los que tienen una misión de gobierno o educativa, es corregir cuando hay que hacerlo, de acuerdo con la naturaleza del error y con las condiciones del que necesita esa ayuda, por encima de subjetivismos necios y sentimentales.

»El espíritu de penitencia lleva a no apegarse desordenadamente a ese boceto monumental de los proyectos futuros, en el que ya hemos previsto cuáles serán nuestros trazos y pinceladas maestras. ¡Qué alegría damos a Dios cuando sabemos renunciar a nuestros garabatos y brochazos de maestrillo, y permitimos que sea Él quien añada los rasgos y colores que más le plazcan!»12. ¡Qué buena obra maestra aparece entonces!

III. Una parte del mensaje de Fátima era el deseo de la Virgen de que se consagrara el mundo a su Inmaculado Corazón. ¿Dónde iba a estar más seguro el mundo? ¿Dónde vamos a estar nosotros mejor defendidos y amparados? Esta Consagración «significa acercarnos, por intercesión de la Madre, a la misma fuente de la Vida, que brotó en el Gólgota. Este manantial corre ininterrumpidamente, brotando de él la Redención y la gracia. Se realiza continuamente en él la reparación por los pecados del mundo. Este manantial es fuente incesante de vida nueva y de santidad»13.

Pío XII (cuya ordenación episcopal había tenido lugar precisamente el 13 de mayo de 1917, el día de la primera aparición) consagró al Inmaculado Corazón de María el género humano y, especialmente, los pueblos de Rusia14. Juan Pablo II ha querido renovarla, y a ella nos podemos unir nosotros: «¡Oh Madre de los hombres y de los pueblos!, tú que conoces todos sus sufrimientos y esperanzas, tú que sientes maternalmente todas las luchas entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas que invaden el mundo contemporáneo, acoge nuestro grito que, como movidos por el Espíritu Santo, elevamos directamente a tu corazón, y abraza con el amor de la Madre y de la Sierva este nuestro mundo, que ponemos bajo tu confianza y te consagramos, llenos de inquietud por la suerte terrena y eterna de los hombres y de los pueblos.

»De manera especial ponemos bajo tu confianza y te consagramos aquellos hombres y naciones que necesitan especialmente esta consagración. "¡Bajo tu protección nos acogemos, Santa Madre de Dios!". "¡No deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades!".

»¡No deseches!

»¡Acoge nuestra humilde confianza y entrega!»15.

Santa María, siempre atenta a lo que le pedimos, nos dejará que encontremos refugio y amparo en su Purísimo Corazón.

1 C. Barthas, La Virgen de Fátima, Rialp. Madrid 1963, p. 86 ss. — 2 Juan Pablo II,Ángelus, 26-VII- 1987. — 3 ídem, Homilía en Fátima, 13-V-1982. — 4 Cfr. Mc 1, 15. —5 Mt 4, 17. — 6 Cfr. L. Boyer, Diccionario de Teología, Herder, Barcelona 1983, voz Penitencia.  7 Lc 13, 3. — 8 Cfr. Hech 2, 38. — 9 Cfr. 2 Pdr 3, 9. — 10 Juan Pablo II, Homilía en Fátima, cit. — 11 Santo Cura de Ars, Sermón sobre la penitencia. —12 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 138. — 13 Juan Pablo II, Homilía en Fátima, cit. — 14 Pío XII, Radiomensaje Benedicite Deum, 31-X-1942. — 15 Juan Pablo II, Consagración a la Virgen de Fátima, 13-V-1982.

* Desde el 13 de mayo al 13 de octubre de 1917, la Virgen se apareció en Fátima (Portugal) a tres niños: Lucía, Francisco y Jacinta. Estas apariciones fueron precedidas por tres apariciones de un Ángel en la primavera de 1916. La Virgen les recomendó, en cada ocasión, el rezo del Santo Rosario y la reparación por las ofensas que recibe su Inmaculado Corazón. El 13 de octubre tuvo lugar un prodigio, que fue observado por miles de personas, anunciado por Nuestra Señora para que el mundo comprendiera la veracidad de estas apariciones: el sol, como un disco luminoso, comenzó a girar sobre sí mismo, asemejándose a una rueda de fuego. El fenómeno duró unos diez minutos.

La Virgen pidió que fuera consagrado el mundo a su Inmaculado Corazón, Esta Consagración, a petición del Episcopado portugués, fue realizada solemnemente por Pío XII el 31 de octubre de 1942. Fue renovada por Juan Pablo II.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Virgen de Fátima 

(1917)

Desde el 13 de mayo de 1917 la Sma. Virgen María se apareció por seis veces en Fátima (Portugal) a tres pastorcitos: Lucía, Francisco y Jacinta. En un hermoso libro titulado "Memorias de Lucía" (cuya lectura recomendamos) la que vio a la Virgen cuenta todos los detalles de esas apariciones.

El 13 de mayo se produjo el siguiente diálogo:

- ¿De dónde es su merced?

- Mi patria es el cielo.

- ¿Y qué desea de nosotros?

- Vengo a pedirles que vengan el 13 de cada mes a esta hora (mediodía). En octubre les diré quién soy y qué es lo que quiero.

- ¿Y nosotros también iremos al cielo?

- Lucía y Jacinta sí.

- ¿Y Francisco?

Los ojos de la aparición se vuelven hacia el jovencito y lo miran con expresión de bondad y de maternal reproche mientras va diciendo:

- El también irá al cielo, pero antes tendrá que rezar muchos rosarios.

Y la Sma. continuó diciéndoles:

- ¿Quieren ofrecerse al Señor y estar prontos para aceptar con generosidad los sufrimientos que Dios permita que les lleguen y ofreciéndolo todo en desagravio por las ofensas que se hacen a Nuestro Señor?

- Sí, Señora, queremos y aceptamos.

Con un gesto de amable alegría, al ver su generosidad, les dijo:

- Tendrán ocasión de padecer y sufrir, pero la gracia de Dios los fortalecerá y asistirá.

Segunda aparición: 13 de Junio de 1917.

La Sma. Virgen le dice a los tres niños: "Es necesario que recen el rosario y aprendan a leer".

Lucía le pide la curación de un enfermo y la Virgen le dice: "Que se convierta y el año entrante recuperará la salud".

Lucía le suplica: "Señora: ¿quiere llevarnos a los tres al cielo?".

- Sí a Jacinta y a Francisco los llevaré muy pronto, pero tú debes quedarte aquí abajo, porque Jesús quiere valerse de ti para hacerme amar y conocer. El desea propagar por el mundo la devoción al Inmaculado Corazón de María.

- ¿Y voy a quedarme solita en este mundo?

- ¡No hijita! ¿Sufres mucho? Pero no te desanimes, que yo no te abandonaré. Mi corazón inmaculado será tu refugio y yo seré el camino que te conduzca a Dios.

Tercera aparición: 13 de julio de 1917.

Ya hay 4,000 personas. Nuestra Señora les dice a los videntes: "Es necesario rezar el rosario para que se termine la guerra. Con la oración a la Virgen se puede obtener la paz. Cuando sufran algo digan: 'Oh Jesús, es por tu amor y por la conversión de los pecadores'".

La Virgen abrió sus manos y un haz de luz penetró en la tierra y apareció un enorme horno lleno de fuego, y en él muchísimas personas semejantes a brasas encendidas, que levantadas hacia lo alto por las llamas volvían a caer gritando entre lamentos de dolor. Lucía dio un grito de susto. Los niños levantaron los ojos hacia la Virgen como pidiendo socorro y Ella les dijo:

- ¿Han visto el infierno donde van a caer tantos pecadores? Para salvarlos, el Señor quiere establecer en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado de María. Si se reza y se hace penitencia, muchas almas se salvarán y vendrá la paz. Pero si no se reza y no se deja de pecar tanto, vendrá otra guerra peor que las anteriores, y el castigo del mundo por sus pecados será la guerra, la escasez de alimentos y la persecución a la Santa Iglesia y al Santo Padre. Vengo a pedir la Consagración del mundo al Corazón de María y la Comunión de los Primeros Sábados, en desagravio y reparación por tantos pecados. Si se acepta lo que yo pido, Rusia se convertirá y vendrá la paz. Pero si no una propaganda impía difundirá por el mundo sus errores y habrá guerras y persecuciones a la Iglesia. Muchos buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá que sufrir mucho. Varias naciones quedarán aniquiladas. Pero al fin mi Inmaculado Corazón triunfará.

Y añadió Nuestra Señora: Cuando recen el Rosario, después de cada misterio digan: "Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia".

Cuarta aparición: Agosto 1917.

La 4ª. Aparición no fue posible el 13 de agosto, porque en este día el alcalde tenía prisioneros a los 3 niños para tratar de hacerlos decir que ellos no habían visto a la Virgen. Aunque no lo logró. La aparición sucedió unos días después.

La Sma. Virgen les dijo en la 4ª. Aparición: "Recen, recen mucho y hagan sacrificios por los pecadores. Tienen que recordar que muchas almas se condenan porque no hay quién rece y haga sacrificios por ellas". (El Papa Pío XII decía que esta frase era la que más le impresionaba del mensaje de Fátima y exclamaba: "Misterio tremendo: que la salvación de muchas almas dependa de las oraciones y sacrificios que se hagan por los pecadores).

Desde esta aparición los tres niños se dedicaron a ofrecer todos los sacrificios posibles por la conversión de los pecadores y a rezar con más fervor el Rosario.

Quinto aparición: 13 de Septiembre 1917.

Ya hay unas 12,000 personas. Nuestra Señora les recomienda a los videntes que sigan rezando el Rosario y anuncia el fin de la guerra. Lucía le pide por varios enfermos. La Virgen le responde que algunos sí curarán, pero que otros no, porque Dios no se confía de ellos, y porque para la santificación de algunas personas es más conveniente la enfermedad que la buena salud. E invita a todos a presenciar un gran milagro el próximo 13 de octubre.

Sexta y última aparición. 13 de octubre de 1917.

En este día hay 70,000 personas. La aparición dice a los tres niños: "Yo soy la Virgen del Rosario. Deseo que en este sitio me construyan un templo y que recen todos los días el Santo Rosario".

Lucía les dice los nombres de bastantes personas que quieren conseguir salud y otros favores muy importantes. Nuestra Señora le responde que algunos de esos favores serán concedidos y otros serán reemplazados por favores mejores. Y añade: "Pero es muy importante que se enmienden y que pidan perdón por sus pecados".

Y tomando un aire de tristeza la Sma. Virgen dijo estas sus últimas palabras de las apariciones: QUE NO OFENDAN MAS A DIOS QUE YA ESTA MUY OFENDIDO (Lucía afirma que de todas las frases oídas en Fátima, esta fue la que más le impresionó).

La Sma. Virgen antes de despedirse señaló con sus manos hacia el sol y entonces los 70,000 espectadores presenciaron un milagro conmovedor, un espectáculo maravilloso, nunca visto: la lluvia cesó instantáneamente (había llovido desde el amanecer y era mediodía) las nubes se alejaron y el sol apareció como un inmenso globo de plata o de nieve, que empezó a dar vueltas a gran velocidad, esparciendo hacia todas partes luces amarillas, rojas, verdes, azules y moradas, y coloreando de una manera hermosísima las lejanas nubes, los árboles, las rocas y los rostros de la muchedumbre que allí estaba presente. De pronto el sol se detiene y empieza a girar hacia la izquierda despidiendo luces tan bellas que parece una explosión de juegos pirotécnicos, y luego la multitud ve algo que la llena de terror y espanto.

Ven que el sol se viene hacia abajo, como si fuera a caer encima de todos ellos y a carbonizarlos, y un grito inmenso de terror se desprende de todas las gargantas. "Perdón, Señor, perdón", fue un acto de contricción dicho por muchos miles de pecadores. Este fenómeno natural se repitió tres veces y duró diez minutos. No fue registrado por ningún observatorio astronómico porque era un milagro absolutamente sobrenatural.

Luego el sol volvió a su sitio y los miles de peregrinos que tenían sus ropas totalmente empapadas por tanta lluvia, quedaron con sus vestidos instantáneamente secos. Y aquel día se produjeron maravillosos milagros de sanaciones y conversiones.

Y nosotros queremos recordar y obedecer los mensajes de la Sma. Virgen en Fátima: "Rezar el Rosario. Hacer oración y sacrificios por la conversión de los pecadores y NO ofender más a Dios, que ya esta muy ofendido".

SITIO ESPECIAL SOBRE LA VIRGEN DE FATIMA

Películas

1951 La Señora de Fátima

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1997

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2000? El 13avo día

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El milagro

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Los pastorcillos

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2005 Mensajes

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Dibujos animados para niños

El día que el sol danzó

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Documentales

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Fuente: OSAmont.org
Magdalena Albrici, Beata Abadesa, Mayo 13  

Magdalena Albrici, Beata

Abadesa

Martirologio Romano: En Como, de Lombardía, beata Magdalena Albrici, abadesa de la Orden de San Agustín, que reavivó extraordinariamente el fervor de sus hermanas en religión (1834).

Etimológicamente: Magdalena = Torre de Dios, es de origen hebreo. También se relaciona con el lugar de origen de María de Magdala (María Magdalena).

 

Nació en Como (Italia), hacia 1415.

Con un amor muy grande a Jesús, entró en una casa religiosa que, fuera de los muros de la ciudad, había sido instituida bajo la Regla de S. Agustín, en un lugar llamado Brunate. Habiendo crecido la comunidad paulatinamente con el ingreso de varias jóvenes, se convirtió la casa en monasterio con el título de S. Andrés y bajo la misma Regla. En 1455, la comunidad fue acogida en la Congregación Agustiniana de Lombardía, lo cual fue definitivamente aprobado por el Papa Pío II el 16 de julio de 1459.

Consideraba como una de sus mayores satisfacciones pertenecer a la Orden Agustiniana y estar bajo su jurisdicción. Enamorada de la espiritualidad agustiniana, fue una admirable propagadora de la vida agustiniana. Unió a muchas consagradas, que hacían vida común, a la Orden. Así se acrecentó la familia agustiniana con un considerable número de monasterios.

A las hermanas que estaban a su cargo las incitaba a una mayor perfección en las virtudes, prefiriendo siempre obedecer que mandar, ser súbdita que superiora. También se le atribuye la fundación de una fraternidad de agustinos seculares en Como.

Sobresaliendo en la pureza de vida y en la caridad con todos, murió en mayo de 1465.

S. Pío X confirmó su culto en 1907. Sus restos se conservan en la catedral de Como.

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Fuente: EWTN
Roberto Belarmino, Santo Doctor de la Iglesia, Mayo 13  

Roberto Belarmino, Santo

Obispo y Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: San Roberto Belarmino, obispo y doctor de la Iglesia, miembro de la Compañía de Jesús, que intervino de modo preclaro, con modos sutiles y peculiares, en las disputas teológicas de su tiempo. Fue cardenal, y durante algún tiempo también obispo entregado al ministerio pastoral de la diócesis de Capua, en Italia, desempeñando finalmente en la Curia romana múltiples actividades en defensa doctrinal de la fe (1621).

Etimológicamente: Roberto = Aquel que brilla por su fama, es de origen germánico.

Etimológicamente: Belarmino = Aquel querrero que tiene todas las armas,es de origen germánico.

 

Este santo ha sido uno de los más valientes defensores de la Iglesia Católica contra los errores de los protestantes. Sus libros son tan sabios y llenos de argumentos convencedores, que uno de los más famosos jefes protestantes exclamó al leer uno de ellos: "Con escritores como éste, estamos perdidos. No hay cómo responderle".

San Roberto nació en Monteluciano, Toscana (Italia), en 1542. Su madre era hermana del Papa Marcelo II. Desde niño dio muestras de poseer una inteligencia superior a la de sus compañeros y una memoria prodigiosa. Recitaba de memoria muchas páginas en latín, del poeta Virgilio, como si las estuviera leyendo. En las academias y discusiones públicas dejaba admirados a todos los que lo escuchaban. El rector del colegio de los jesuitas en Montepulciano dejó escrito: "Es el más inteligente de todos nuestros alumnos. Da esperanza de grandes éxitos para el futuro".

Por ser sobrino de un Pontífice podía esperar obtener muy altos puestos y a ello aspiraba, pero su santa madre lo fue convenciendo de que el orgullo y la vanidad son defectos sumamente peligrosos y cuenta él en sus memorias: "De pronto, cuando más deseoso estaba de conseguir cargos honoríficos, me vino de repente a la memoria lo muy rápidamente que se pasan los honores de este mundo y la cuenta que todos vamos a tener que darle a Dios, y me propuse entrar de religioso, pero en una comunidad donde no fuera posible ser elegido obispo ni cardenal. Y esa comunidad era la de los padres jesuitas". Y así lo hizo. Fue recibido de jesuita en Roma en 1560, y detalles de los misterios de Dios: él entraba a esa comunidad para no ser elegido ni obispo ni cardenal (porque los reglamentos de los jesuitas les prohibían aceptar esos cargos) y fue el único obispo y cardenal de los Jesuitas en ese tiempo.

Uno de los peores sufrimientos de San Roberto durante toda la vida fue su mala salud. En él se cumplía lo que deseaba San Bernardo cuando decía: "Ojalá que los superiores tengan una salud muy deficiente, para que logren comprender a los débiles y enfermos". Cada par de meses tenían que enviar a Roberto a las montañas a descansar, porque sus condiciones de salud eran muy defectuosas. Pero no por eso dejaba de estudiar y de prepararse.

Ya de joven seminarista y profesor, y luego como sacerdote, Roberto Belarmino atraía multitudes con sus conferencias, por su pasmosa sabiduría y por la facilidad de palabra que tenía y sus cualidades para convencer a los oyentes. Sus sermones fueron extraordinariamente populares desde el primer día. Los oyentes decían que su rostro brillaba mientras predicaba y que sus palabras parecían inspiradas desde lo alto.

Belarmino era un verdadero ídolo para sus numerosos oyentes. Un superior enviado desde Roma para que le oyera los sermones que predicaba en Lovaina, escribía luego: "Nunca en mi vida había oído hablar a un hombre tan extraordinariamente bien, como habla el padre Roberto".

Era el predicador preferido por los universitarios en Lovaina, París y Roma. Profesores y estudiantes se apretujaban con horas de anticipación junto al sitio donde él iba a predicar. Los templos se llenaban totalmente cuando se anunciaba que era el Padre Belarmino el que iba a predicar. Hasta se subían a las columnas para lograr verlo y escucharlo.

Al principio los sermones de Roberto estaban llenos de frases de autores famosos, y de adornos literarios, para aparecer como muy sabio y literato. Pero de pronto un día lo enviaron a hacer un sermón, sin haberle anunciado con anticipación, y él sin tiempo para prepararse ni leer, se propuso hacer esa predicación únicamente con frases de la S. Biblia (la cual prácticamente se sabía de memoria) y el éxito fue fulminante. Aquel día consiguió más conversiones con su sencillo sermoncito bíblico, que las que había obtenido antes con todos sus sermones literarios. Desde ese día cambió totalmente su modo de predicar: de ahora en adelante solamente predicará con argumentos tomados de la S. Biblia, no buscando aparecer como sabio, sino transformar a los oyentes. Y su éxito fue asombroso.

Después de haber sido profesor de la Universidad de Lovaina y en varias ciudades más, fue llamado a Roma, para enseñar allá y para ser rector del colegio mayor que los Padres Jesuitas tenían en esa capital. Y el Sumo Pontífice le pidió que escribiera un pequeño catecismo, para hacerlo aprender a la gente sencilla. Escribió entonces el Catecismo Resumido, el cual ha sido traducido a 55 idiomas, y ha tenido 300 ediciones en 300 años (una por año) éxito únicamente superado por la S. Biblia y por la Imitación de Cristo. Luego redactó el Catecismo Explicado, y pronto este su nuevo catecismo estuvo en las manos de sacerdotes y catequistas en todos los países del mundo. Durante su vida logró ver veinte ediciones seguidas de sus preciosos catecismos.

Se llama controversia a una discusión larga y repetida, en la cual cada contendor va presentando los argumentos que tiene contra el otro y los argumentos que defienden lo que él dice.

Los protestantes (evangélicos, luteranos, anglicanos, etc.) habían sacado una serie de libros contra los católicos y estos no hallaban cómo defenderse. Entonces el Sumo Pontífice encomendó a San Roberto que se encargara en Roma de preparar a los sacerdotes para saber enfrentarse a los enemigos de la religión. El fundó una clase que se llamaba "Las controversias", para enseñar a sus alumnos a discutir con los adversarios. Y pronto publicó su primer tomo titulado así: "Controversias". En ese libro con admirable sabiduría, pulverizaba lo que decían los evangélicos y calvinistas. El éxito fue rotundo. Enseguida aparecieron el segundo y tercer tomo, hasta el octavo, y los sacerdotes y catequistas de todas las naciones encontraban en ellos los argumentos que necesitaban para convencer a los protestantes de lo equivocados que están los que atacan nuestra religión. San Francisco de Sales cuando iba a discutir con un protestante llevaba siempre dos libros: La S. Biblia y un tomo de las Controversias de Belarmino. En 30 años tuvieron 20 ediciones estos sus famosos libros. Un librero de Londres exclamaba: "Este libro me sacó de pobre. Son tantos los que he vendido, que ya se me arregló mi situación económica".

Los protestantes, admirados de encontrar tanta sabiduría en esas publicaciones, decían que eso no lo había escrito Belarmino solo, sino que era obra de un equipo de muchos sabios que le ayudaban. Pero cada libro lo redactaba él únicamente, de su propio cerebro.

El Santo Padre, el Papa, lo nombró obispo y cardenal y puso como razón para ello lo siguiente: "Este es el sacerdote más sabio de la actualidad".

Belarmino se negaba a aceptar tan alto cargo, diciendo que los reglamentos de la Compañía de Jesús prohiben aceptar títulos elevados en la Iglesia. El Papa le respondió que él tenía poder para dispensarlo de ese reglamento, y al fin le mandó, bajo pena de pecado mortal, aceptar el cardenalato. Tuvo que aceptarlo, pero siguió viviendo tan sencillamente y sin ostentación como lo había venido haciendo cuando era un simple sacerdote.

Al llegar a las habitaciones de Cardenal en el Vaticano, quitó las cortinas lujosas que había en las paredes y las mandó repartir entre las gentes pobres, diciendo: "Las paredes no sufren de frío".

Los superiores Jesuitas le encomendaron que se encargara de la dirección espiritual de los jóvenes seminaristas, y San Roberto tuvo la suerte de contar entre sus dirigidos, a San Luis Gonzaga. Después cuando Belarmino se muera dejará como petición que lo entierren junto a la tumba de San Luis, diciendo: "Es que fue mi discípulo".

En los últimos años pedía permiso al Sumo Pontífice y se iba a pasar semanas y semanas al noviciado de los Jesuitas, y allá se dedicaba a rezar y a obedecer tan humildemente como si fuera un sencillo novicio.

En la elección del nuevo Sumo Pontífice, el cardenal Belarmino tuvo 14 votos, la mitad de los votantes. Quizá no le eligieron por ser Jesuita (pues estos padres tenían muchos enemigos). El rezaba y fervorosamente a Dios para que lo librara de semejante cargo tan difícil, y fue escuchado.

Poco antes de morir escribió en su testamento que lo poco que tenía se repartiera entre los pobres (lo que dejó no alcanzó sino para costear los gastos de su entierro). Que sus funerales fueran de noche (para que no hubiera tanta gente) y se hicieran sin solemnidad. Pero a pesar de que se le obedeció haciéndole los funerales de noche, el gentío fue inmenso y todos estaban convencidos de que estaban asistiendo al entierro de un santo.

Murió el 17 de septiembre de 1621. Su canonización se demoró mucho porque había una escuela teológica contraria a él, que no lo dejaba canonizar. Pero el Sumo Pontífice Pío XI lo declaró santo en 1930, y Doctor de la Iglesia en 1931.

Antiguamente se lo festejaba el 13 de mayo, en la actualidad su fiesta es el 17 de septiembre, día de su nacimiento al Reino de Dios.

ORACIÓN
Señor Dios,
tú que, para defender la fe de la Iglesia
y promover su renovación espiritual,
diste a San Roberto Belarmino
una ciencia y una fortaleza admirables,
concédenos,
por la intercesión de este insigne
doctor de la Iglesia,
conservar y vivir siempre
en toda su integridad el mensaje evangélico
al que él consagró toda su vida.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Amén.

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Fuente: EWTN
Andrés Fournet, Santo Fundador, Mayo 13  

Andrés Fournet, Santo

Fundador de la Comunidad de Hermanas de la Santa Cruz

Martirologio Romano: En La Puye, de la comarca de Poitiers, en Francia, san Andrés Huberto Fournet, presbítero, quien ejerció como párroco durante la Revolución Francesa y, no obstante su condición de sacerdote proscrito, fortaleció la fe de sus feligreses, y al restablecerse la paz para la Iglesia, fundó, junto con santa Isabel Bichier des Ages, la Congregación de Hijas de la Cruz (1834).

Etimológicamente: Andrés = Aquel que es un Hombre viril, es de origen griego.

 

Este fue el muchacho que cuando era estudiante firmaba sus libros con esta frase: "Andrés, que nunca será ni religioso ni sacerdote". Y Dios le hizo la jugada de hacerlo sacerdote y fundador de una orden de religiosas. Nació cerca de Poitiers (Francia) en 1752.

En sus primeros años era rebelde y molestón y la única que medio lo podía soportar era su propia madre. Pero esta santa mujer se propuso hacer de esa fierecilla un buen pastor, que salvara otras almas que estuvieran en dificultades.

Su mamá era supremamente generosa con los pobres. Andrés la criticaba porque le parecía que ella daba demasiado, y le decía que a los pobres había que darles las sobras únicamente. Ella le dijo un día: "Mira, vas a la mesa, echas en una bandeja las mejores frutas, los panes más grandes y los traes y los regalas al pobre que está en la puerta pidiendo. Recuerda que lo que se dé al necesitado se le da a Nuestro Señor, y que para el Señor siempre se da lo mejor". En el momento el muchacho no entendió la lección, pero más tarde hará de este consejo de su madre una ley para toda su vida.

Los papás lo enviaron a un colegio a estudiar interno, pero Andrés era el promotor de todos los desórdenes. Parecía que tuviera cien pulgas debajo de la camisa. No era capaz de estarse quieto. Al fin el rector, como castigo, lo hizo encerrar en un cuarto oscuro. Pero el inquieto estudiante se fugó de allí y se fue para la casa. Cuando su padre ya le iba a dar por ello un tremendo castigo, la mamá intercedió por él y obtuvo que le perdonara el castigo con tal de que volviera al colegio y se portara bien. Así lo prometió y así lo cumplió. En adelante su conducta fue excelente.

Al empezar sus estudios de filosofía en Poitiers, perdió el poco fervor que tenía y se dedicó a una vida mundana y de continuos paseos y fiestas y bailes. Pero todo esto le dejaba un vacío inmenso en el alma y una insatisfacción completa y horrible.

Sin consultar a ninguno de su familia se entró de militar. Pero cuando quiso visitar a sus familiares, ninguno lo quiso aceptar. Y tuvo la mamá que ir al ejército y pagar una fuerte multa para que lo licenciaran y lo dejaran retirarse. Quiso buscar puesto como empleado público, pero tenía una letra tan enredada que en todas las oficinas donde pidió empleo fue rechazado.

Fue entonces cuando le recomendaron que se fuera a pasar unas semanas con un tío sacerdote, párroco, que tenía fama de santo. Y allí en compañía de este hombre de Dios, le llegó a Andrés el cambio total en su comportamiento y en su modo de pensar, y se dedicó a los estudios eclesiásticos, y a la oración y la meditación.

Fue ordenado sacerdote y enviado como ayudante de su tío el párroco.

Empezó a predicar y lo hacía con palabras muy elegantes y rebuscadas. Un día al empezar el sermón se le olvidó todo y tuvo que suspender su sermón. Su tío, el anciano párroco, le dijo: "Es que lo que buscas es lucirte y aparecer bien ante los demás, y eso no le gusta a Dios. Debes predicar con más sencillez". Cambió entonces de método y en adelante la gente comentaba: "Antes el padrecito aparecía como muy sabio, pero nadie le entendía nada. Ahora habla como nosotros, y su predicación nos vuelve mejores".

Cuando ya lo nombraron párroco, Andrés se dedicó a vivir muy elegantemente con lujosas comodidades en su casa cural. Más le interesaba aparecer como un señor muy importante que como un santo sacerdote. Su madre seguía rezando mucho por él. Y un día que había preparado un gran almuerzo para los más ricos de la parroquia llegó un pordiosero a pedirle limosna y entró hasta el comedor. El Padre le dijo que no tenía nada para darle, y el otro observando esas mesas tan bien servidas le dijo: "¿Y todo esto qué es?". Y mirándolo fijamente le dijo: "Padre Andrés, usted vive más como un rico que como un pobre, como lo manda Cristo". Esta frase le impresionó inmensamente al joven párroco. Esa noche se fue a la iglesia y le pidió perdón a Nuestro Señor y desde el día siguiente quitó todos los lujos de su casa parroquial, y se dedicó por completo a ayudar a los pobres. En adelante en vez de invitar a los ricos se iba a visitar a los más abandonados. Desde que dejó su vida de lujos y de comilonas y se dedicó a gastar todo lo que recibía a favor de los pobres, la santidad de Andrés empezó a crecer notablemente.

En 1789 estalló la terrible Revolución Francesa que asesinó a miles de católicos y persiguió sin compasión a todos los sacerdotes. El Padre Andrés tuvo que esconderse y los guardias de la revolución lo buscaban por todas partes. Un día cuando estaba escondido en un armario en una familia, al oír que los perseguidores amenazaban a los demás de la casa, salió y se les presentó a los militares, y estos quedaron tan impresionados ante su venerable presencia, que se fueron y no se lo llevaron preso.

El Padre Andrés se disfrazó de labrador y se fue a vivir en la finca de una señora muy católica. Pero un día llegaron allá los enviados del gobierno en busca de él para llevárselo y matarlo. La señora y Andrés estaban charlando junto a la chimenea cuando de repente llegaron los gendarmes preguntando por el sacerdote. La dama sin más ni más le dio una cachetada al padre diciéndole: "Váyase inmediatamente a hacer sus oficios y deje de estar por aquí sin hacer nada". Los militares creyeron que era un servicial de la casa y no lo siguieron, y así él pudo salir huyendo. Después decía por burla: "Fue lo mejor que usted podía hacer. Si no, me habrían descubierto".

Después tuvo que salir huyendo hacia España y allá estuvo cinco años. Cuando suavizó la persecución, volvió a su querida parroquia de Maillé y se dedicó a reavivar el fervor de sus parroquianos predicándoles misiones y dedicando muchas horas a confesar. Todos lo querían.

Tuvo la suerte de encontrar una mujer con grandes cualidades para la vida religiosa, Santa Isabel Bichier, y con ella fundó la Comunidad de Hermanas de la Santa Cruz, que se llaman también, hermanas de San Andrés. Él fue hasta su muerte el director espiritual de esa comunidad. Un día en que las religiosas no tenían casi harina para hacer pan para sus muchos niños pobres, el santo le dio la bendición a un poco de harina, y con ella pudieron hacer pan para todos.

Muchos laicos y sacerdotes lo buscaban para que les diera dirección espiritual porque tenía el don de saber aconsejar muy bien.

El 13 de mayo de 1834 pasó a gozar de la paz del Señor

Para nosotros la vida de San Andrés Fournet es un ejemplo de cómo aunque en nuestros primeros años no hayamos sido muy fervorosos, si tenemos buena voluntad y deseo de tener contento a Dios, podremos ir avanzando notablemente hacia la santidad.

Fue canonizado el 4 de junio de 1933 por S.S. Pío XI.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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