viernes, 20 de junio de 2014

[ † ] Fiesta de Corpus Chisti en donde no fue precepto el jueves. 22/06/2014. Excepto causa grave, no asistir a Misa dominical es pecado GRAVE (Catecismo 2042, 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). Precepto: Misa ENTERA. Víspera del Domingo comienza el Sábado a las 15 o 16:00 hs según diócesis

JMJ

Pax

Fiesta de Corpus en las diócesis donde no fue precepto el jueves.

Lecturas en:

http://www.iesvs.org/2014/06/fiesta-de-corpus-christi-en-algunos.html

 

12° Domingo Tiempo Ordinario:

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 10, 26-33

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus apóstoles:
"No teman a los hombres. No hay nada oculto que no llegue a descubrirse; no hay nada secreto que no llegue a saberse. Lo que les digo de noche, repítanlo en pleno día, y lo que les digo al oído, pregónenlo desde las azoteas.
No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman, más bien, a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo.
¿No es verdad que se venden dos pajarillos por una moneda? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae por tierra si no lo permite el Padre. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados. Por lo tanto, no tengan miedo, porque ustedes valen mucho más que todos los pájaros del mundo. A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo reconoceré ante mi Padre del cielo; pero al que me niegue delante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

12o. Dom Ord Ciclo A

Antífona de Entrada

Firmeza es el Señor para su pueblo, defensa y salvación para sus fieles. Sálvanos, Señor, vela sobre nosotros y guíanos siempre.

 

Se dice "Gloria".

Oración Colecta

Oremos:
Padre misericordioso: tú que nunca dejas de tu mano a quienes has hecho arraigar en tu amistad, concédenos vivir siempre movidos por tu amor y un filial temor de ofenderte.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

El Señor ha salvado la vida de su pobre de la mano de los malvados

Lectura del libro del profeta Jeremías 20, 10-13

En aquel tiempo dijo Jeremías:
"Yo oía el cuchicheo de la gente que decía: Denunciemos a Jeremías, denunciemos al profeta del terror.
Todos los que eran mis amigos espiaban mis pasos, esperaban que tropezara y me cayera, diciendo:
"Si se tropieza y se cae, lo venceremos y podremos vengarnos de él".
Pero el Señor, guerrero poderoso, está a mi lado; por eso mis perseguidores caerán por tierra y no podrán conmigo; quedarán avergonzados de su fracaso y su ignominia será eterna e inolvidable.
Señor de los ejércitos, que pones a prueba al justo y conoces lo más profundo de los corazones, haz que yo vea tu venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa.
Canten y alaben al Señor, porque él ha salvado la vida de su pobre de la mano de los malvados".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 68

Escúchame, Señor, porque eres bueno.

Por ti he sufrido oprobios y la vergüenza cubre mi semblante. Extraño soy y advenedizo, aun para aquellos de mi propia sangre; pues me devora el celo de tu casa, el odio del que te odia, en mí recae.
Escúchame, Señor, porque eres bueno.

A ti, Señor, elevo mi plegaria, ven en mi ayuda pronto; escúchame conforme a tu clemencia Dios fiel en el socorro. Escúchame, Señor, pues eres bueno y en tu ternura vuelve a mí tus Ojos.
Escúchame, Señor, porque eres bueno.

Se alegrarán, al verlo, los que sufren; quienes buscan a Dios tendrán más ánimo, porque el Señor jamás desoye al pobre ni olvida al que se encuentra encadenado. Que lo alaben por esto cielo y tierra, el mar y cuanto en él habita.
Escúchame, Señor, porque eres bueno.

Segunda Lectura

El don de Dios supera con mucho al delito

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 12-15

Hermanos: Por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado entró la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron.
Antes de la ley de Moisés ya existía pecado en el mundo y, si bien es cierto que el pecado no se castiga cuando no hay ley, sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aún sobre aquellos que no pecaron como pecó Adán, cuando desobedeció un mandato directo de Dios. Por lo demás, Adán era figura de Cristo, el que había de venir.
Ahora bien, el don de Dios supera con mucho al delito. Pues si por el pecado de un solo
hombre todos fueron castigados con la muerte, por el don de un solo hombre, Jesucristo, se ha desbordado sobre todos la abundancia de la vida y la gracia de Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
El Espíritu de la Verdad dará testimonio de mí, dice el Señor, y también ustedes serán mis testigos.
Aleluya.

Evangelio

No tengan miedo a los que matan el cuerpo

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 10, 26-33

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus apóstoles:
"No teman a los hombres. No hay nada oculto que no llegue a descubrirse; no hay nada secreto que no llegue a saberse. Lo que les digo de noche, repítanlo en pleno día, y lo que les digo al oído, pregónenlo desde las azoteas.
No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman, más bien, a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo.
¿No es verdad que se venden dos pajarillos por una moneda? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae por tierra si no lo permite el Padre. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados. Por lo tanto, no tengan miedo, porque ustedes valen mucho más que todos los pájaros del mundo. A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo reconoceré ante mi Padre del cielo; pero al que me niegue delante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Se dice "Credo".

Oración de los Fieles

Celebrante:
Elevemos, hermanos, nuestros ojos al Señor, y esperemos confiados su ayuda salvífica.
(Respondemos a cada petición: Señor, ten piedad.)

Por el santo Padre el Papa, por nuestros obispos y por todos los sacerdotes y diáconos de Jesucristo, roguemos al señor.
Señor, ten piedad.

Por el buen tiempo, por el fruto de las investigaciones de los estudiosos y por la prosperidad de nuestro trabajo, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad.

Por las vírgenes consagradas al Señor y por los religiosos que trabajan en nuestras comunidades, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad.

Por los que hacen el bien en nuestras parroquias y por los que cuidan de los pobres y de los enfermos, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad.

Celebrante:
Señor Jesucristo, que has confiado a nuestras débiles fuerzas el anuncio profético de tu Palabra, escucha las oraciones de tu pueblo y sostennos con la fuerza de tu Espíritu; para que nunca nos avergoncemos de nuestra fe, confesemos con valentía tu nombre y merezcamos así que, el día de tu manifestación, te pongas de nuestra parte ante tu Padre del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Oración sobre las Ofrendas

Acepta, Señor, este sacrificio de reconciliación y alabanza, a fin de que purifiques nuestros
corazones y podamos
corresponder a tu amor con nuestro amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

Nuestra salvación por el Hijo de Dios hecho hombre

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque manifestaste admirablemente tu poder no sólo al socorrer nuestra débil naturaleza con la fuerza de tu divinidad, sin prever el remedio en la misma debilidad humana, y así de lo que fue causa de nuestra ruina hiciste el principio de nuestra salvación, por Cristo nuestro Señor. Por Él los ángeles cantan con júbilo eterno y nosotros nos unimos a sus voces cantando humildemente"

Antífona de la Comunión

Los ojos de todos los humanos te miran, Señor, llenos de esperanza, y Tú das a cada uno su alimento.

 

Oración después de la Comunión

Señor, todopoderoso, que nos has renovado con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, concédenos que la participación en esta Eucaristía nos ayude a obtener la plenitud de la redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

Duodécimo Domingo

ciclo a

VIVIR SIN MIEDOS

— Valentía en la vida corriente.

— Nuestra fortaleza se fundamenta en la conciencia de nuestra filiación divina.

— Valentía y confianza en Dios en las grandes pruebas y en lo pequeño de la vida corriente.

I. Nos pide el Señor en el Evangelio de la Misa1 que vivamos sin miedo, como hijos de Dios. En ocasiones nos encontramos con gentes angustiadas y atemorizadas por las dificultades de la vida, por acontecimientos adversos y por obstáculos que se agrandan cuando solo se cuenta con las fuerzas humanas para salir adelante. Con frecuencia vemos también a cristianos que parecen atenazados por un miedo vergonzoso para hablar claro de Dios, para decir que no a la mentira, para mostrar, cuando sea necesario, su condición de fieles discípulos de Cristo; se teme al qué dirán, al comentario desfavorable, a ir contracorriente, a llamar la atención... Y ¿cómo no va a llamar la atención un discípulo de Cristo en ambientes de costumbres paganizadas, en los que los valores económicos son a menudo los supremos valores?

Jesús nos dice que no nos preocupemos demasiado por la calumnia y la murmuración, si estas llegan. No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay oculto que no vaya a ser descubierto, ni secreto que no llegue a saberse. ¡Qué pena si más tarde se descubriera que tuvimos miedo de proclamar a los cuatro vientos la verdad que el Señor nos había confiado!: Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a plena luz; y lo que escuchasteis al oído, pregonadlo desde los terrados. Si alguna vez callamos debe ser porque en ese momento lo oportuno es callar, por prudencia sobrenatural, por caridad; nunca por temor o por cobardía. No somos los cristianos amigos de la oscuridad y de los rincones, sino de la luz, de la claridad en la vida y en la palabra. Vivimos unos tiempos en los que se hace más necesario proclamar la verdad sin ambigüedades, porque la mentira y la confusión están perdiendo a muchas almas. La sana doctrina, las normas morales, la rectitud de conciencia en el ejercicio de la profesión o a la hora de vivir las exigencias del matrimonio, el sentido común... gozan algunas veces de menos prestigio, por absurdo que parezca, que una doctrina chocante y errada, a la que se califica de "valiente" o se la tiñe de un color de progreso...

No tengamos miedo a perder el brillo de un prestigio solo aparente, o a sufrir la murmuración, y alguna vez la calumnia, por no ir con la corriente o la moda del momento. Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del Cielo, nos dice el Señor. Y compensa con creces las incomprensiones que podamos sufrir al vivir con valentía y audacia santa en medio de un mundo que en muchas ocasiones se encuentra incapacitado para entender otros valores que no sean los puramente materiales.

Considero -dice San Pablo- que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros2. "Por tanto –comenta San Cipriano–, ¿quién no va a esforzarse por lograr tan gran gloria, por hacerse amigo de Dios, por gozar enseguida con Cristo, por recibir los premios divinos tras los tormentos y suplicios de la tierra? Si es una gloria para los soldados de este mundo volver triunfantes a su patria después de abatir al enemigo, ¿cuánta mayor y plausible gloria será, una vez vencido el diablo, volver triunfantes al Cielo (...); llevar allá los trofeos victoriosos (...); sentarse al lado de Dios cuando venga a juzgar, ser coheredero con Cristo, equipararse a los ángeles y disfrutar con los Patriarcas, con los Apóstoles y con los Profetas de la posesión del Reino de los Cielos?"3.

II. Sin miedo a la vida y sin miedo a la muerte4, con alegría en medio de dificultades, incluso graves, con obstáculos que exigirán esfuerzo y sacrificio, con enfermedades, serenos ante un futuro quizá incierto... Así nos pide el Señor que vivamos. Y esto será posible si consideramos muchas veces al día que somos hijos de Dios, y de modo particular cuando nos asalte la inquietud, la zozobra, la oscuridad. ¿Acaso no se vende un par de pajarillos por un as? Pues bien, ni uno solo de ellos caerá en tierra sin que lo permita vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados. Por tanto, no tengáis miedo: vosotros valéis más que muchos pajarillos.

El Señor declara el inmenso cariño que nos tiene y el gran valor que poseen para Él los hombres. San Jerónimo, comentando este pasaje del Evangelio de la Misa, escribe: "Si los pajarillos, que son de tan escaso precio, no dejan de estar bajo providencia y cuidado de Dios, ¿cómo vosotros, que por la naturaleza de vuestra alma sois eternos, podréis temer que no os mire con particular cuidado Aquel a quien respetáis como a vuestro Padre?"5.

La filiación divina nos hace fuertes en medio de las flaquezas personales, de los obstáculos con los que tropezamos, de las dificultades de un ambiente frecuentemente alejado de Dios y que se opone, a veces con agresividad, a los ideales cristianos. Pero el Señor está conmigo, como soldado fuerte, nos hace llegar el profeta Jeremías en la Primera lectura de la Misa6. Es el grito de esperanza y de seguridad del Profeta, cuando se encuentra solo, en medio de sus enemigos. Mi Padre Dios está conmigo como soldado fuerte, podemos repetir nosotros cuando veamos cerca el peligro y cerrado el horizonte. Dominus, illuminatio mea et salus mea, quem timebo? El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?7.

Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe8, proclamaba el Apóstol San Juan en medio de grandes dificultades que provenían del mundo pagano en el que los cristianos, como ciudadanos corrientes, ejercían los oficios y profesiones más variadas y realizaban un apostolado eficaz. Y del cimiento seguro de una fe inconmovible surge una moral de victoria que no es engreimiento ni ingenuidad, sino la firmeza alegre del cristiano que, a pesar de sus miserias y limitaciones personales, sabe que esa victoria la ha ganado Cristo con su Muerte en la Cruz y con su gloriosa Resurrección. Dios es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? A nadie y a nada, Señor. ¡Tú eres la seguridad de mis días!

III. Nos exhorta Jesús a no temer nada, excepto al pecado, que quita la amistad con Dios y conduce a la eterna condenación. Ante las dificultades debemos ser fuertes y valerosos, como corresponde a hijos de Dios: No tengáis miedo a los que matan el cuerpo -nos dice el Señor-, pero no pueden matar el alma; temed ante todo al que puede hacer perder alma y cuerpo en el Infierno. El santo temor de Dios es un don del Espíritu Santo que facilita la lucha decidida contra el pecado, contra aquello que separe de Él, y nos mueve a huir de las ocasiones de pecar, a no fiarnos de nosotros mismos, a tener presente en todo momento que tenemos los "pies de barro", frágiles y quebradizos. Los males corporales, incluida la muerte, no son nada en comparación con los males del alma, el pecado.

Fuera del temor de perder a Dios –que es cuidado filial, precaución de no ofenderle–, nada debe inquietarnos. En determinados momentos de nuestro caminar podrán ser grandes las tribulaciones que padezcamos, y el Señor nos dará entonces las gracias necesarias para sobrellevarlas y crecer en la vida interior: Te basta mi gracia9, nos dirá Jesús.

El que asistió a Pablo nos sacará adelante a nosotros. En esos momentos invocaremos al Señor con fe y con humildad: "¡Señor!, no te fíes de mí. Yo sí que me fío de Ti. Y al barruntar en nuestra alma el amor, la compasión, la ternura con que Cristo Jesús nos mira, porque Él no nos abandona; comprenderemos en toda su hondura las palabras del Apóstol: virtus in infirmitate perficitur (2 Cor 12, 9); con fe en el Señor, a pesar de nuestras miserias –mejor, con nuestras miserias–, seremos fieles a nuestro Padre Dios; brillará el poder divino, sosteniéndonos en medio de nuestra flaqueza"10.

De ordinario, sin embargo, será en lo pequeño donde manifestaremos la fortaleza y la valentía: al rechazar una invitación, con educación, pero con firmeza, para concurrir a un lugar o asistir a un espectáculo en el que un buen cristiano debe sentirse incómodo; a la hora de manifestar el acuerdo o desacuerdo ante la orientación que los profesores quieren dar a la educación de los hijos; a la hora de cortar esa conversación menos limpia, o en el momento de invitar a un amigo a unas clases de formación, o de provocar esa conversación que puede desembocar en el consejo delicado y oportuno que le acerque a la Confesión sacramental... Son con frecuencia las pequeñas cobardías las que frenan o impiden un apostolado de horizontes grandes. Son también las "pequeñas valentías" las que hacen eficaz una vida.

"A la hora del desprecio de la Cruz, la Virgen está allá, cerca de su Hijo, decidida a correr su misma suerte. Perdamos el miedo a conducirnos como cristianos responsables, cuando no resulta cómodo en el ambiente donde nos desenvolvemos: Ella nos ayudará"11.

1 Mt 10, 26-33. — 2 Rom 8, 18. — 3 San Cipriano, Epístola a Fortunato, 13. — 4 Cfr. San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 132. — 5 San Jerónimo, Comentario al Evangelio según San Mateo, 10, 29-31. — 6 Cfr. Jer 20, 10-13. — 7 Sal 27, 1. — 8 1 Jn 5, 4. — 9 2 Cor 12, 9. — 10 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 194. — 11 ídem, Surco, n. 977.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

"Dichosos los que sufren persecución por causa de la religión,
porque su premio será muy grande en el reino de los cielos" (Mt  5,11).


SANTO TOMÁS MORO
Mártir
(Año 1535)


SU VIDA

Este es uno de los dos grandes mártires de la Iglesia de Inglaterra, cuando un rey impuro quiso acabar con la Religión Católica y ellos se opusieron. El otro es San Juan Fisher (20 de junio). Tomás significa: "el gemelo". Y en verdad que fue un verdadero gemelo en santidad y en cualidades con su compañero de martirio, San Juan Fisher.

Nació Tomás Moro en Cheapside, Inglaterra en 1478. A los 13 años se fue a trabajar de mensajero en la casa del Arzobispo de Canterbury, y éste al darse cuenta de la gran inteligencia del joven, lo envió a estudiar al colegio de la Universidad de Oxford.

Su padre que era juez, le enviaba únicamente el dinero indispensable para sus gastos más necesarios, y esto le fue muy útil, pues como él mismo afirmaba después: "Por no tener dinero para salir a divertirme, tenía que quedarme en casa y en la biblioteca estudiando". Lo cual le fue de gran provecho para su futuro.

A los 22 años ya es doctor en abogacía, y profesor brillante. Es un apasionado lector que todos los ratos libres los dedica a la lectura de buenos libros. Uno de sus compañeros de ese tiempo dio de él este testimonio: "Es un intelectual muy brillante, y a sus grandes cualidades intelectuales añade una muy agradable simpatía".

Le llegaron dudas acerca de cuál era la vocación para la cual Dios lo tenía destinado. Al principio se fue a vivir con los cartujos (esos monjes que nunca hablan, ni comen carne, y rezan mucho de día y de noche) pero después de 4 años se dio cuenta de que no había nacido para esa heroica vocación. También intentó irse de franciscano, pero resultó que tampoco era ese su camino. Entonces se dispuso optar por la vocación del matrimonio. Se casó, tuvo cuatro hijos y fue un excelente esposo y un cariñosísimo papá. Su vocación estaba un poco más allá: su vocación era actuar en el gobierno y escribir libros.

Para con sus hijos, para con los pobres y para cuantos deseaban tratar con él, Tomás fue siempre un excelente y simpático amigo. Acostumbraba ir personalmente a visitar los barrios de los pobres para conocer sus necesidades y poder ayudarles mejor. Con frecuencia invitaba a su mesa a gentes muy pobres, y casi nunca invitaba a almorzar a los ricos. A su casa llegaban muchas visitas de intelectuales que iban a charlar con él acerca de temas muy importantes para esos momentos y a comentar los últimos libros que se iban publicando. Su esposa se admiraba al verlo siempre de buen humor, pasara lo que pasara. Era difícil encontrar otro de conversación más amena.

Tomás Moro escribió bastantes libros. Muchos de ellos contra los protestantes, pero el más famoso es el que se llama Utopía. Esta es una palabra que significa: "Lo que no existe" (U=no. Topos: lugar. Lo que no tiene lugar). En ese libro describe una nación que en realidad no existe pero que debería existir. En su escrito ataca fuertemente las injusticias que cometen los ricos y los altos del gobierno con los pobres y los desprotegidos y va describiendo cómo debería ser una nación ideal. Esta obra lo hizo muy conocido en toda Europa.

El joven abogado Tomás Moro fue aceptado como profesor de uno de los más prestigiosos colegios de Londres. Luego fue elegido como secretario del alcalde de la capital. En 1529 fue nombrado Canciller o Ministro de Relaciones Exteriores. Pero este altísimo cargo no cambió en nada su sencillez. Siguió asistiendo a Misa cada día, confesándose con frecuencia y comulgando. Tratable y amable con todos. Alguien llegó a afirmar: "Parece que lo hubieran elegido Canciller, solamente para poder favorecer más a los pobres y desamparados". Otro añadía: "El rey no pudo encontrar otro mejor consejero que este". Pero Tomás, que conocía bien cómo era Enrique VIII, declaraba con su fino humor: "El rey es de tal manera que si le ofrecen una buena casa por mi cabeza, me la mandará cortar de inmediato".

Ya llevaba dos años como Canciller cuando sucedió en Inglaterra un hecho terrible contra la religión católica. El impúdico rey Enrique VIII se divorció de su legítima esposa y se fue a vivir con la concubina Ana Bolena. Y como el Sumo Pontífice no aceptó este divorcio, el rey se declaró Jefe Supremo de la religión de la nación, y declaró la persecución contra todo el que no aceptara su divorcio o no lo aceptara a él como reemplazo del Papa en Roma. Muchos católicos tendrían que morir por oponerse a todo esto.

Tomás Moro no aceptó ninguno de los terribilísimos errores del malvado rey: ni el divorcio ni el que tratara de reemplazar al Sumo Pontífice. Entonces fue destituido de su alto puesto, le confiscaron sus bienes y el rey lo mandó encerrar como prisionero de la espantosa Torre de Londres. Santo Tomás y San Juan Fisher fueron los dos principales de todos los altos funcionarios de la capital que se negaron a aceptar tan grandes infamias del monarca. Y ambos fueron llevados a la torre fatídica. Allí estuvo Tomás encerrado durante 15 meses.

Verdaderamente hermosas son las cartas que desde la cárcel escribió este gran sabio a su hija Margarita que estaba muy desconsolada por la prisión de su padre. En ellas le dice: "Con esta cárcel estoy pagando a Dios por los pecados que he cometido en mi vida. Los sufrimientos de esta prisión seguramente me van a disminuir las penas que me esperan en el purgatorio. Recuerda hija mía, que nada podrá pasar si Dios no permite que me suceda. Y todo lo permite Dios para bien de los que lo aman. Y lo que el buen Dios permite que nos suceda es lo mejor, aunque no lo entendamos, ni nos parezca así".

El día en que Margarita fue a visitar por última vez a su padre, vieron los dos salir hacia el sitio del martirio a cuatro monjes cartujos que no habían querido aceptar los errores de Enrique VIII. Tomás dijo a Margarita: "Mire cómo van de contentos a ofrecer su vida por Jesucristo. Ojalá también a mí me conceda Dios el valor suficiente para ofrecer mi vida por su santa religión".

Tomás fue llamado a un último consejo de guerra. Le pidieron que aceptara lo que el rey le mandaba y él respondió: "Tengo que obedecer a lo que mi conciencia me manda, y pensar en la salvación de mi alma. Eso es mucho más importante que todo lo que el mundo pueda ofrecer. No acepto esos errores del rey". Se le dictó entonces sentencia de muerte. El se despidió de su hijo y de su hija y volvió a ser encerrado en la Torre de Londres.

En la madrugada del 6 de julio de 1535 le comunicaron que lo llevarían al sitio del martirio, él se colocó su mejor vestido. De buen humor como siempre, dijo al salir al corredor frío: "por favor, mi abrigo, porque doy mi vida, pero un resfriado sí no me quiero conseguir". Al llegar al sitio donde lo iban a matar rezó despacio el Salmo 51: "Misericordia Señor por tu bondad". Luego prometió que rogaría por el rey y sus demás perseguidores, y declaró públicamente que moría por ser fiel a la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Luego enseguida de un hachazo le cortaron la cabeza.

Tomás Moro fue declarado santo por el Papa en 1935. Un sabio decía:

"Este hombre, aunque no hubiera sido mártir, 
bien merecía que lo canonizaran, porque su vida fue 
un admirable ejemplo de lo que debe ser el 
comportamiento de un servidor público: 
un buen cristiano y un excelente ciudadano".

 

CARTA APOSTÓLICA
EN FORMA DE MOTU PROPRIO
PARA LA PROCLAMACIÓN DE 
SANTO TOMÁS MORO
COMO PATRONO DE LOS GOBERNANTES 
Y DE LOS POLÍTICOS


JUAN PABLO II
SUMO PONTÍFICE
PARA PERPETUA MEMORIA

1. De la vida y del martirio de santo Tomás Moro brota un mensaje que a través de los siglos habla a los hombres de todos los tiempos de la inalienable dignidad de la conciencia, la cual, como recuerda el Concilio Vaticano II, "es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella" (Gaudium et spes, 16). Cuando el hombre y la mujer escuchan la llamada de la verdad, entonces la conciencia orienta con seguridad sus actos hacia el bien. Precisamente por el testimonio, ofrecido hasta el derramamiento de su sangre, de la primacía de la verdad sobre el poder, santo Tomás Moro es venerado como ejemplo imperecedero de coherencia moral. Y también fuera de la Iglesia, especialmente entre los que están llamados a dirigir los destinos de los pueblos, su figura es reconocida como fuente de inspiración para una política que tenga como fin supremo el servicio a la persona humana.

Recientemente, algunos Jefes de Estado y de Gobierno, numerosos exponentes políticos, algunas Conferencias Episcopales y Obispos de forma individual, me han dirigido peticiones en favor de la proclamación de santo Tomás Moro como Patrono de los Gobernantes y de los Políticos. Entre los firmantes de esta petición hay personalidades de diversa orientación política, cultural y religiosa, como expresión de vivo y difundido interés hacia el pensamiento y la conducta de este insigne hombre de gobierno.

2. Tomás Moro vivió una extraordinaria carrera política en su País. Nacido en Londres en 1478 en el seno de una respetable familia, entró desde joven al servicio del Arzobispo de Canterbury Juan Morton, Canciller del Reino. Prosiguió después los estudios de leyes en Oxford y Londres, interesándose también por amplios sectores de la cultura, de la teología y de la literatura clásica. Aprendió bien el griego y mantuvo relaciones de intercambio y amistad con importantes protagonistas de la cultura renacentista, entre ellos Erasmo Desiderio de Rotterdam.

Su sensibilidad religiosa lo llevó a buscar la virtud a través de una asidua práctica ascética: cultivó la amistad con los frailes menores observantes del convento de Greenwich y durante un tiempo se alojó en la cartuja de Londres, dos de los principales centros de fervor religioso del Reino. Sintiéndose llamado al matrimonio, a la vida familiar y al compromiso laical, se casó en 1505 con Juana Colt, de la cual tuvo cuatro hijos. Juana murió en 1511 y Tomás se casó en segundas nupcias con Alicia Middleton, viuda con una hija. Fue durante toda su vida un marido y un padre cariñoso y fiel, profundamente comprometido en la educación religiosa, moral e intelectual de sus hijos. Su casa acogía yernos, nueras y nietos y estaba abierta a muchos jóvenes amigos en busca de la verdad o de la propia vocación. La vida de familia permitía, además, largo tiempo para la oración común y la lectio divina, así como para sanas formas de recreo hogareño. Tomás asistía diariamente a Misa en la iglesia parroquial, y las austeras penitencias que se imponía eran conocidas solamente por sus parientes más íntimos.

3. En 1504, bajo el rey Enrique VII, fue elegido por primera vez para el Parlamento. Enrique VIII le renovó el mandato en 1510 y lo nombró también representante de la Corona en la capital, abriéndole así una brillante carrera en la administración pública. En la década sucesiva, el rey lo envió en varias ocasiones para misiones diplomáticas y comerciales en Flandes y en el territorio de la actual Francia. Nombrado miembro del Consejo de la Corona, juez presidente de un tribunal importante, vicetesorero y caballero, en 1523 llegó a ser portavoz, es decir, presidente de la Cámara de los Comunes.

Estimado por todos por su indefectible integridad moral, la agudeza de su ingenio, su carácter alegre y simpático y su erudición extraordinaria, en 1529, en un momento de crisis política y económica del País, el Rey le nombró Canciller del Reino. Como primer laico en ocupar este cargo, Tomás afrontó un período extremadamente difícil, esforzándose en servir al Rey y al País. Fiel a sus principios se empeñó en promover la justicia e impedir el influjo nocivo de quien buscaba los propios intereses en detrimento de los débiles. En 1532, no queriendo dar su apoyo al proyecto de Enrique VIII que quería asumir el control sobre la Iglesia en Inglaterra, presentó su dimisión. Se retiró de la vida pública aceptando sufrir con su familia la pobreza y el abandono de muchos que, en la prueba, se mostraron falsos amigos.

Constatada su gran firmeza en rechazar cualquier compromiso contra su propia conciencia, el Rey, en 1534, lo hizo encarcelar en la Torre de Londres dónde fue sometido a diversas formas de presión psicológica. Tomás Moro no se dejó vencer y rechazó prestar el juramento que se le pedía, porque ello hubiera supuesto la aceptación de una situación política y eclesiástica que preparaba el terreno a un despotismo sin control. Durante el proceso al que fue sometido, pronunció una apasionada apología de las propias convicciones sobre la indisolubilidad del matrimonio, el respeto del patrimonio jurídico inspirado en los valores cristianos y la libertad de la Iglesia ante el Estado. Condenado por el tribunal, fue decapitado.

Con el paso de los siglos se atenuó la discriminación respecto a la Iglesia. En 1850 fue restablecida en Inglaterra la jerarquía católica. Así fue posible iniciar las causas de canonización de numerosos mártires. Tomás Moro, junto con otros 53 mártires, entre ellos el Obispo Juan Fisher, fue beatificado por el Papa León XIII en 1886. Junto con el mismo Obispo, fue canonizado después por Pío XI en 1935, con ocasión del IV centenario de su martirio.

4. Son muchas las razones a favor de la proclamación de santo Tomás Moro como Patrono de los Gobernantes y de los Políticos. Entre éstas, la necesidad que siente el mundo político y administrativo de modelos creíbles, que muestren el camino de la verdad en un momento histórico en el que se multiplican arduos desafíos y graves responsabilidades. En efecto, fenómenos económicos muy innovadores están hoy modificando las estructuras sociales. Por otra parte, las conquistas científicas en el sector de las biotecnologías agudizan la exigencia de defender la vida humana en todas sus expresiones, mientras las promesas de una nueva sociedad, propuestas con buenos resultados a una opinión pública desorientada, exigen con urgencia opciones políticas claras en favor de la familia, de los jóvenes, de los ancianos y de los marginados.

En este contexto es útil volver al ejemplo de santo Tomás Moro que se distinguió por la constante fidelidad a las autoridades y a las instituciones legítimas, precisamente porque en las mismas quería servir no al poder, sino al supremo ideal de la justicia. Su vida nos enseña que el gobierno es, antes que nada, ejercicio de virtudes. Convencido de este riguroso imperativo moral, el Estadista inglés puso su actividad pública al servicio de la persona, especialmente si era débil o pobre; gestionó las controversias sociales con exquisito sentido de equidad; tuteló la familia y la defendió con gran empeño; promovió la educación integral de la juventud. El profundo desprendimiento de honores y riquezas, la humildad serena y jovial, el equilibrado conocimiento de la naturaleza humana y de la vanidad del éxito, así como la seguridad de juicio basada en la fe, le dieron aquella confiada fortaleza interior que lo sostuvo en las adversidades y frente a la muerte. Su santidad, que brilló en el martirio, se forjó a través de toda una vida entera de trabajo y de entrega a Dios y al prójimo.

Refiriéndome a semejantes ejemplos de armonía entre la fe y las obras, en la Exhortación apostólica postsinodal Christifideles laici escribí que "la unidad de vida de los fieles laicos tiene una gran importancia. Ellos, en efecto, deben santificarse en la vida profesional ordinaria. Por tanto, para que puedan responder a su vocación, los fieles laicos deben considerar las actividades de la vida cotidiana como ocasión de unión con Dios y de cumplimiento de su voluntad, así como también de servicio a los demás hombres" (n. 17).

Esta armonía entre lo natural y lo sobrenatural es tal vez el elemento que mejor define la personalidad del gran Estadista inglés. Él vivió su intensa vida pública con sencilla humildad, caracterizada por el célebre "buen humor", incluso ante la muerte.

Éste es el horizonte a donde le llevó su pasión por la verdad. El hombre no se puede separar de Dios, ni la política de la moral. Ésta es la luz que iluminó su conciencia. Como ya tuve ocasión de decir, "el hombre es criatura de Dios, y por esto los derechos humanos tienen su origen en Él, se basan en el designio de la creación y se enmarcan en el plan de la Redención. Podría decirse, con expresión atrevida, que los derechos del hombre son también derechos de Dios" (Discurso 7.4.1998, 3).

Y fue precisamente en la defensa de los derechos de la conciencia donde el ejemplo de Tomás Moro brilló con intensa luz. Se puede decir que él vivió de modo singular el valor de una conciencia moral que es "testimonio de Dios mismo, cuya voz y cuyo juicio penetran la intimidad del hombre hasta las raíces de su alma" (Enc. Veritatis splendor, 58). Aunque, por lo que se refiere a su acción contra los herejes, sufrió los límites de la cultura de su tiempo.

El Concilio Ecuménico Vaticano II, en la Constitución Gaudium et spes, señala cómo en el mundo contemporáneo está creciendo "la conciencia de la excelsa dignidad que corresponde a la persona humana, ya que está por encima de todas las cosas, y sus derechos y deberes son universales e inviolables" (n.26). La historia de santo Tomás Moro ilustra con claridad una verdad fundamental de la ética política. En efecto, la defensa de la libertad de la Iglesia frente a indebidas ingerencias del Estado es, al mismo tiempo, defensa, en nombre de la primacía de la conciencia, de la libertad de la persona frente al poder político. En esto reside el principio fundamental de todo orden civil de acuerdo con la naturaleza del hombre.

5. Confío, por tanto, que la elevación de la eximia figura de santo Tomás Moro como Patrono de los Gobernantes y de los Políticos ayude al bien de la sociedad. Ésta es, además, una iniciativa en plena sintonía con el espíritu del Gran Jubileo que nos introduce en el tercer milenio cristiano.

Por tanto, después de una madura consideración, acogiendo complacido las peticiones recibidas, constituyo y declaro Patrono de los Gobernantes y de los Políticos a santo Tomás Moro, concediendo que le vengan otorgados todos los honores y privilegios litúrgicos que corresponden, según el derecho, a los Patronos de categorías de personas.

Sea bendito y glorificado Jesucristo, Redentor del hombre, ayer, hoy y siempre.

Roma, junto a San Pedro, el día 31 de octubre de 2000, vigésimo tercero de mi Pontificado

IOANNES PAULUS PP.II

 

 01:55:32 Subtitulada

A Man for All Seasons--English & Spanish

 

 01:55:33

Un Hombre de dos Reinos

 

 04:16

Carta de Tomás Moro a su hija Margarita

 

 22:12

Santo Tomás Moro - Dibujos Animados

 

 15:01

SANTO TOMAS MORO 1/2

 14:39

SANTO TOMAS MORO 2/2

 

031-SANTO TOMAS MORO-HISTORIETA

 

 

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San Juan Fischer
Cardenal y mártir
Año 1535

Este santo mártir nació en Beverley, Inglaterra, en el año 1469, su padre murió cuando Juan era todavía muy niño. A los 14 años ya era el más sobresaliente entre sus compañeros estudiantes y a los 20 fue nombrado profesor del colegio San Miguel. Se doctoró con gran brillo en la famosa Universidad de Cambridge, y a los 22 años, obtuvo ser dispensado de la falta de edad, y fue ordenado sacerdote. Poco después recibió el nombramiento de vicecanciller o vicerrector de la gran universidad.

Margarita, la madre del rey, al quedar viuda por tercera vez, y desilusionada de la vida de intrigas del mundo, dispuso dedicarse a la vida espiritual, e impresionada por la santidad y la sabiduría de Juan, lo eligió como su director espiritual. Guiada por el santo distribuyó su fortuna en ayudar a instituciones benéficas, y a la que más ayudas concedió fue a la Universidad de Cambridge.

San Juan Fisher recordaba después con emoción que cuando él empezó a ser director espiritual de la madre del rey, la universidad tenía pocas cátedras o ramas de enseñanza y que luego se pusieron nuevas y muy modernas facultades de estudio. Que la Biblioteca de la universidad sólo tenía 300 libros y que luego se consiguieron millares de ejemplares para el estudio de los universitarios.

Juan fue elegido Canciller de la Universidad y este cargo lo tuvo hasta su muerte. Era un verdadero sabio y un gran benefactor.

En 1504 fue elegido nuestro santo como obispo de Rochester, cuando sólo tenía 35 años. Y él, como hacía con todos los cargos que le confiaban, se dedicó a este oficio con todas las fuerzas de su recia personalidad. Con un entusiasmo no muy frecuente en su época, se dedicó a visitar todas y cada una de las parroquias para observar si cada uno estaba cumpliendo con su deber, y animar a los no muy entusiastas. A los sacerdotes les insistía en la grave responsabilidad de cumplir muy exactamente sus deberes sacerdotales. Iba personalmente a visitar las chozas de los más pobres. Distribuía limosnas con enorme generosidad, y en su casa siempre las puertas estaban abiertas para recibir a visitantes, peregrinos y necesitados.

Y aunque parezca imposible, además de todos sus demás trabajos, dedicaba horas y horas al estudio y a escribir libros. Se hicieron famosos sus discursos fúnebres a la muerte del rey Enrique VII y en el funeral de la reina Margarita.

Aunque era obispo y además canciller de la universidad, llevaba una vida tan austera como la de un monje. No dormía más de seis horas. Hacía fuertes penitencias. En su mesa tenía frente a sí una calavera, para recordar que también a él le llegaría la muerte y la hora de tener que darle cuentas a Dios de todos sus comportamientos.

Decía que su deporte favorito era leer. Sus ahorros eran para comprar nuevos libros, que después de leídos los obsequiaba a la Biblioteca de la Universidad.

Cuando le ofrecían otras diócesis que producían más en dinero, respondía: "No cambio a esta esposa pobre pero amable y muy fiel, por la viuda más rica que exista".

Cuando Lutero empezó a difundir los errores de los protestantes, el obispo Fisher fue elegido para atacar tan fatales errores, y escribió cuatro voluminosos libros para combatir los errores de los luteranos. Esto lo hizo famoso.

El embajador de España llegó a afirmar que el obispo Juan era el prelado más santo del país en ese tiempo. Y el rey de Inglaterra exclamó: "ningún otro reino tiene actualmente un obispo tan sabio y tan santo como Juan Fisher".

En un Sínodo o reunión de todo el clero de Inglaterra, el obispo Fisher protestó fuertemente contra la mundanalidad de algunos eclesiásticos, y la vanidad de aquellos que lo buscaban eran altos puestos y no la verdadera santidad. Criticaba fuertemente los defectos que era necesario corregir, pero él personalmente daba muy buenos ejemplos de vida santa.

Cuando el rey Enrique VIII dispuso divorciarse de su legítima esposa y casarse con su concubina Ana Bolena, el obispo Juan Fisher fue el primero en oponerse a semejante escándalo. Y aunque muchos altos personajes, por conservar la amistad del rey, declararon que ese divorcio sí se podía hacer, en cambio Juan, aun con peligro de perder sus cargos y ser condenado a muerte, declaró públicamente que el matrimonio católico es indisoluble y que el divorcio no es posible para un matrimonio católico que no sea nulo.

Muchos le decían que la mayoría de los altos empleados oficiales aprobaban el divorcio del rey, y él les respondía: "Ellos tienen que cumplir lo que les diga su propia conciencia. Yo para salvarme estoy obligado a obedecer lo que mi conciencia me dice, y ella me afirma que este divorcio no lo puedo aprobar".

El terrible rey Enrique VIII se declaró jefe supremo de la Iglesia en Inglaterra en reemplazo del Sumo Pontífice, y todos los que deseaban conservar sus altos puestos en el gobierno y en la Iglesia, lo apoyaron. Pero Juan Fisher declaró que esto era absolutamente equivocado y en pleno Parlamento exclamó: "Querer reemplazar al Papa de Roma por el rey de Inglaterra, como jefe de nuestra religión es como gritarle un 'muera' a la Iglesia Católica".

Las amenazas de los enemigos empezaron a llegar sobre él. Dos veces lo llevaron a la cárcel. Otra vez trataron de envenenarlo. Una bala pasó sobre sus hombros mientras leía en su escritorio. Le inventaron toda clase de calumnias, y como no lograron que dejara de proclamar sus creencias católicas lo encerraron en la terribilísima Torre de Londres. Tenía 66 años, pero los muchos sufrimientos, y sus ayunos y el excesivo trabajo lo hacían aparecer como de ochenta. Un testigo decía: "su cuerpo está tan débil que casi no es capaz de soportar el peso de su vestido". Pero su espíritu seguía fuerte e invencible. Las gentes se admiraban de que hubiera podido resistir diez meses de prisión en tan horrorosa Torre.

Estando en prisión, recibió del sumo Pontífice el nombramiento de Cardenal. El impío rey exclamó: "Le mandaron el sombrero de Cardenal, pero no podrá ponérselo, porque yo le mandaré cortar la cabeza". Y así fue.

El 17 de junio de 1535 le leyeron la sentencia de muerte. El rey Enrique VIII mandaba matarlo por no aceptar el divorcio y por no aceptar que el rey reemplazara al Papa en el gobierno de la Iglesia Católica.

Unos días después al amanecer llegan los guardias a llevarlo al sitio donde debe morir. Lleva en sus manos el Nuevo Testamento. Abre donde primero salga y lee esta frase: "La Vida Eterna consiste en conocerte a Ti Padre Dios y a tu Enviado Jesucristo. Padre yo te he glorificado en la tierra y he cumplido la tarea que tú lleno de ánimo y de consuelo me habías confiado". Esta lectura lo llenó de ánimo y de consuelo.

Al llegar al sitio donde le van a cortar la cabeza, el venerable anciano se dirige a la multitud y les dice a todos que muere por defender a la Santa Iglesia Católica fundada por Jesucristo. Pide a los verdugos que le concedan unos minutos para recitar el Himno Tedeum, en acción de gracias. Al decir la última frase: "En Ti Señor espero, no sea yo confundido eternamente", inclina su cabeza, la cual es cortada por un hachazo de los verdugos de un rey impuro. Dios nos conceda por medio del mártir San Juan Fisher, un gran valor por defender y practicar nuestra santa religión hasta el último momento de nuestra vida.

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Albano de Inglaterra, Santo Máritr, Junio 22  

Albano de Inglaterra, Santo

Mártir

Etimológicamente significa "del Alba". Viene de la lengua latina.

Este joven pertenece al siglo 3º ó 4º. Es muy probable que ya hubiese cristianos en Inglaterra en el siglo I, porque al final del siglo II, muchos de los habitantes del sur de Inglaterra eran cristianos.

Albano es el primero que se recuerda como mártir. Tradicionalmente, todos están de acuerdo que debió morir así en el 304. Pero hay otros estudiosos que sitúan su muerte en el año 209. Todos estos argumentos están sacados del manuscrito "La Pasión de Albano" que se conserva en Turín.

Se supone que fue un soldado romano que alojó a un sacerdote cristiano en su casa durante la dura persecución de Diocleciano.

Al ver cómo quería a Dios y cómo le rezaba, decidió hacerse cristiano. Renunció a la adoración de sus ídolos.

La noticia llegó a oídos del emperador. Enterado Albano, le dio al sacerdote lo que tenía para que escapase. No lo hizo sino que junto con su neófito fueron arrestados.

Ya ante el tribunal, les dijo en su cara que era cristiano. En seguida lo condenaron a muerte.
De camino para el lugar en donde iba a ser ejecutado, Holmhurst. Tuvo que ir por pasos difíciles. La gente, al verlo tan alegre y con los sufrimientos que le proporcionaban, le fue siguiendo y adorando al mismo Dios que hacía Albano.

En lo alto de la colina, cuando el verdugo iba a darle muerte, sintió pena, arrojó la espada y le dijo a todos: "Quiero seguir el ejemplo de este hombre".

Bautizó al soldado con su propia sangre. A su muerte, hubo muchos milagros, ante los cuales se quedó impresionado el mismo gobernador. San Beda el Venerable decía que siempre se harían milagros en la tumba de este primer mártir de las islas británicas.

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Nicetas de Remesiana, Santo Obispo, Junio 22  

Nicetas de Remesiana, Santo

Obispo

Etimológicamente significa " triunfador, victorioso". Viene de la lengua griega.

Desde el principio Cristo estaba en Dios. Desde el nacimiento de la humanidad, él fue la Palabra viva. Vino a la tierra para hacer accesible la confianza de la fe. Resucitado, hace de nosotros su morada, nos habita.. y descubrimos que el amor de Cristo se manifiesta ante todo por su perdón y su continua presencia.

Estas palabras introductorias han marcado la vida de muchos santos y siguen convirtiéndose hoy en el lema de los creyentes en Cristo.

Sin la presencia vivificadora suya, ¿qué sería de nosotros?
Nació en el año 335 y murió en el 414.
Este santo fue un amigo íntimo de san Paulino de Nola. Lo nombraron obispo de Remesiana (Bela Palanca en Serbia) en el 370.

No se conoce mucho acerca de su vida, salvo que fue muy conocido por sus actividades misioneras, especialmente entre los Godos, Dacianos y Bessi.

Todo esto lo conmemora Paulino en un bello poema.
Eran amigos. Nicetas tuvo la ocasión – y si no se las buscó – de visitarle dos veces en Italia.

Habla de él como en auténtico evangelista entre los habitantes de una tierra gélida.

Nicetas escribió una exposición muy importante acerca del Credo de lo Apóstoles, disertaciones sobre la fe, la Trinidad y el valor de los salmos cantados.

Escribió también sobre la importancia del canto en la iglesia. Se cree que fue él el autor y redactor del TE DEUM.

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Fuente: Enciclopedia Católica | ACI Prensa

Inocencio V (Pedro de Tarentasia), Beato CLXXXV Papa, Junio 22  

Inocencio V (Pedro de Tarentasia), Beato

CLXXXV Papa

Nacido en Tarentasia, hacia el 1225; elegido en Arezzo el 21 de enero de 1276; murió en Roma el 22 de junio de 1276. Tarentasia en el alto Isère en el sudeste de Francia ciertamente fue su provincia natal, y el poblado de Champagny con alta certeza fue su lugar de nacimiento. A los dieciseis años ingresó a la orden de los dominicos.

Luego de completar sus estudios en la Universidad de París, de dónde se graduó con una maestría en teología sagrada en 1259, logró distinción como profesor de esa institución, en la cual se le conoce como "el más famoso doctor" (Doctor famosissimus). Por algún tiempo fue provincial de su orden en Francia, fue nombrado Arzobispo de Lyon en 1272 y Cardenal-obispo de Ostia en 1273. Jugó un papel importante en el Segundo Concilio Ecuménico de Lyon (1274), durante el cual dio dos discursos a los padres conciliares y también pronunció la oración fúnebre de San Buenaventura.

Al ser elegido sucesor de Gregorio X, de quien era consejero íntimo, tomó el nombre de Inocencio V y fue el primer papa dominico. Su política fue pacifista. Buscó la reconciliación entre los güelfos y los gibelinos en Italia, restauró la paz entre Pisa y Lucca y, medió entre Rodolfo de Habsburgo y Carlos de Anjou. Asímismo, buscó consolidar la unión de los griegos con Roma, la cual había sido pactada en el Concilio de Lyon.

Es el autor de varias obras relacionadas con la filosofía, teología y leyes canónicas, algunas de las cuales aún no se han publicado. La más importante de éstas es su "Comentario sobre las Sentencias de Pedro Lombardo" (Toulouse, 1652). Cuatro tratados filosóficos también son de autoría suya: "De unitate formæ", "De materia cæli", "De æternitate mundi", "De intellectu et voluntate". Algunos críticos también le adjudican un comentario sobre las Epístolas Paulinas, el cual frecuentemente se publica bajo el nombre de Nicolás de Gorran (Colonia, 1478).

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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