viernes, 1 de agosto de 2014

[ † ] Domingo por la Santísima Trinidad. 03/08/2014. Excepto causa grave, no asistir a Misa dominical es pecado GRAVE (Catecismo 2042, 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). Precepto: Misa ENTERA. Víspera del Domingo comienza el Sábado a las 15 o 16:00 hs según diócesis

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 14, 13-21

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí en barca a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar vio Jesús a la muchedumbre, se compadeció de ella y curó a los enfermos. Como ya se hacía tarde, se acercaron sus discípulos a decirle:
"Estamos en despoblado y empieza a oscurecer. Despide a la gente para que vayan a las aldeas y compren algo de comer".
Pero Jesús les replicó:
"No hace falta que vayan; denles ustedes de comer".
Ellos le replicaron:
"No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados".
El les dijo:
"Tráiganmelos".
Luego mandó que la gente se recostara en la hierba. Tomó los cinco panes y los dos pescados, alzó la mirada al cielo, pronunció una bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que los distribuyeran a la gente. Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que habían sobrado se llenaron doce canastos. Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

18o. Dom Ord Ciclo A

Antífona de Entrada

Dios mío, ven en mi ayuda; Señor, date prisa en socorrerme. Tú eres mi auxilio y mi salvación; Señor, no tardes.

 

Se dice "Gloria".

Oración Colecta

Oremos:
Ven, Señor, en ayuda de tus hijos; derrama tu bondad inagotable sobre los que te suplican, y renueva y protege la obra de tus manos en favor de los que te alaban como creador y como guía.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

Dense prisa y coman

Lectura del profeta Isaías 55, 1-3

Esto dice el Señor:
"Todos ustedes, los que tienen sed, vengan por agua; y los que no tienen dinero, vengan, tomen trigo y coman; tomen leche y vino sin pagar.
¿Por qué gastar el dinero en lo que no es pan y el salario, en lo que no alimenta? Escúchenme atentos y comerán bien, saborearán platillos sustanciosos. Préstenme atención, vengan a mí, escúchenme y vivirán. Sellaré con ustedes una alianza perpetua, cumpliré las promesas que hice a David".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 144

Abres, Señor, tu mano, y nos sacias de favores.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. Bueno es el Señor para con todos y su amor se extiende a todas sus criaturas.
Abres, Señor, tu mano, y nos sacias de favores.

A ti, Señor, sus ojos vuelven todos y tú los alimentas a su tiempo. Abres, Señor, tus manos, generosas y cuantos viven quedan satisfechos.
Abres, Señor, tu mano, y nos sacias de favores.

Siempre es justo el Señor en sus designios y están llenas de amor todas sus obras. No está lejos de aquéllos que lo buscan; muy cerca está el Señor, de quien lo invoca.
Abres, Señor, tu mano, y nos sacias de favores.

Segunda Lectura

Ninguna criatura podrá apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 35.37-39

Hermanos:
¿Quién podrá apartarnos del amor con que nos ama Cristo? ¿Las tribulaciones?
¿Las angustias? ¿La persecución? ¿El hambre? ¿La desnudez? ¿El peligro? ¿La espada?
Ciertamente de todo esto salimos más que victoriosos, gracias a Aquél que nos ha amado; pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni el presente ni el futuro, ni los poderes de este mundo, ni lo alto ni lo bajo, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor que nos ha manifestado Dios en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya
No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Aleluya.

Evangelio

Comieron todos hasta quedar satisfechos

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 14, 13-21

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí en barca a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar vio Jesús a la muchedumbre, se compadeció de ella y curó a los enfermos. Como ya se hacía tarde, se acercaron sus discípulos a decirle:
"Estamos en despoblado y empieza a oscurecer. Despide a la gente para que vayan a las aldeas y compren algo de comer".
Pero Jesús les replicó:
"No hace falta que vayan; denles ustedes de comer".
Ellos le replicaron:
"No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados".
El les dijo:
"Tráiganmelos".
Luego mandó que la gente se recostara en la hierba. Tomó los cinco panes y los dos pescados, alzó la mirada al cielo, pronunció una bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que los distribuyeran a la gente. Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que habían sobrado se llenaron doce canastos. Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Se dice "Credo".

Oración de los Fieles

Celebrante:
Invoquemos y hermanas, hermanos, a Dios Padre, pidámosle que escuche nuestras oraciones y roguémosle con fe que venga en auxilio de nuestras necesidades:
Respondemos a cada petición: Escúchanos, Señor.

Oremos por el Papa, por nuestros obispos y sacerdotes, para que el Señor los haga santos y les conceda el espíritu de la sabiduría, a fin de que proclamen con rectitud la verdadera Palabra, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.

Oremos por los que están lejos de sus hogares, por los viajeros, por los que se encuentran en peligro, para que el Señor les conceda un ángel que los proteja y los aleje de todo mal, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.

Oremos por hombres y mujeres de todos los pueblos y todas las religiones, para que el Señor les revele su bondad y dirija su camino hacia el conocimiento de la verdad plena, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.

Oremos por nuestros hermanos que han muerto en el Señor; que Dios perdone sus pecados, acoja sus almas junto a él y los conduzca al descanso de la luz y de la paz, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.

Celebrante:
Señor Dios, que con el ejemplo de compasión de tu Hijo hacia los pobres y los que sufren nos manifiestas tu amor de Padre; escucha nuestras oraciones y haz que el pan, que tu providencia multiplica, nuestra caridad lo reparta, y que la participación en tus sacramentos nos abra siempre al diálogo y al servicio de los necesitados.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Oración sobre las Ofrendas

Santifica, Señor, estos dones y por medio del sacrificio de tu Hijo, transforma toda nuestra vida en una continua ofrenda.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

El misterio pascual y el pueblo de Dios

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y
en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Quien, por su misterio pascual, realizó la obra maravillosa de llamarnos del pecado y de la muerte al honor de ser estirpe elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de su propiedad, para que, trasladados de las tinieblas a tu luz admirable, proclamemos ante el mundo tus maravillas.
Por eso,
con todos los ángeles y arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Antífona de la Comunión

Nos has enviado, Señor, un pan del cielo que encierra en sí toda delicia y satisface todos los gustos.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Protege, Señor, continuamente a quienes renuevas y fortaleces con esta Eucaristía y hazlos dignos de alcanzar la salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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Meditación diaria

Décimo octavo Domingo

ciclo a

LOS BIENES MESIÁNICOS

— Multiplicación de los panes. Jesús cuida de quienes le siguen.

— Este milagro es, además, figura de la Sagrada Eucaristía, en la que el Señor se da como alimento.

— Buscar al Señor en la Comunión como aquellas gentes que se olvidaban hasta de lo indispensable para no perderle. Preparar cada Comunión como si fuera la única de nuestra vida.

I. Nos has dado, Señor, Pan del Cielo que encierra en sí toda delicia1.

El Evangelio de la Misa2 relata cómo el Señor se alejó en una barca, Él solo, hacia un lugar desierto. Pero muchos se enteraron y le siguieron a pie desde las ciudades. Al desembarcar vio a esta multitud que le busca y se llenó de compasión por ella y curó a los enfermos. Los sana sin que se lo pidan, porque, para muchos llegar hasta allí llevando incluso enfermos impedidos, ya era suficiente petición y expresión de una fe grande. San Marcos3 señala, a propósito de este pasaje, que Jesús se detuvo largamente enseñando a esta multitud que le sigue, porque andaban como ovejas sin pastor, de tal manera que se hizo muy tarde. Se le pasa el tiempo al Señor con aquellas gentes, y los discípulos, no sin cierta inquietud, se sienten movidos a intervenir, porque la hora es avanzada y el lugar desierto: despide a la gente para que vayan a las aldeas a comprarse alimentos, le dicen. Y Jesús les sorprende con su respuesta: No tienen necesidad de ir, dadles vosotros de comer. Y obedecen los Apóstoles; hacen lo que pueden: encuentran cinco panes y dos peces. Es de notar que eran como unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños. Jesús realizará un portentoso milagro con estos pocos panes y peces, y con la obediencia de quienes le siguen.

Después de mandar que se acomodaran en la hierba, Jesús, tomando los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, recitó la bendición, partió los panes y los dio a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos hasta que quedaron satisfechos. El Señor cuida de los suyos, de quienes le siguen, también en las necesidades materiales cuando es necesario, pero busca nuestra colaboración, que es siempre pobre y pequeña. "Si le ayudas, aunque sea con una nadería, como hicieron los Apóstoles, Él está dispuesto a obrar milagros, a multiplicar los panes, a cambiar las voluntades, a dar luz a las inteligencias más oscuras, a hacer –con una gracia extraordinaria– que sean capaces de rectitud los que nunca lo han sido.

"Todo esto... y más, si le ayudas con lo que tengas"4. Entonces comprendemos mejor lo que nos dice San Pablo en la Segunda lectura: ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada? (...). Mas en todas estas cosas vencemos por aquel que nos amó. Porque persuadido estoy que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni lo presente, ni lo futuro, ni las potestades, ni la altura, ni la profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios en Cristo Jesús, nuestro Señor5.

Ni las adversidades en la vida personal (pequeños o grandes fracasos, dolor, enfermedad...), ni las dificultades que podamos encontrar en el apostolado (resistencia de las almas en ocasiones a recibir la doctrina de Cristo, hostilidad de un ambiente que huye de la Cruz y del sacrificio...) podrán separarnos de Cristo, nuestro Maestro, pues en Él encontramos siempre la fortaleza.

II. El relato del milagro comienza con las mismas palabras y con las mismas actitudes con que los Evangelios y San Pablo nos han transmitido la institución de la Eucaristía6. Tal coincidencia nos hace ver7 que el milagro, además de ser una muestra de la misericordia divina de Jesús con los necesitados, es figura de la Sagrada Eucaristía, de la cual hablará el Señor poco después, en la sinagoga de Cafarnaún8. Así lo han interpretado muchos Padres de la Iglesia. El mismo gesto del Señor –elevar los ojos al cielo– lo recuerda la Liturgia en el Canon Romano de la Santa Misa: Et elevatis oculis in caelum, ad Te Deum Patrem suum omnipotentem... Al recordarlo nos preparamos para asistir a un milagro mayor que la multiplicación de los panes: la conversión del pan en su propio Cuerpo, que es ofrecido sin medida como alimento a todos los hombres.

El milagro de aquella tarde junto al lago manifestó el poder y el amor de Jesús a los hombres. Poder y amor que harán posible también que encontremos el Cuerpo de Cristo bajo las especies sacramentales, para alimentar, a todo lo largo de la historia, a las multitudes de los fieles que acuden a Él hambrientas y necesitadas de consuelo. Como expresó Santo Tomás en la secuencia que compuso para la Misa del Corpus Christi: Sumit unus, sumunt mille... "Lo tome uno o lo tomen mil, lo mismo tomen este que aquel, no se agota por tomarlo...".

"El milagro adquiere así todo su significado, sin perder nada de su realidad. Es grande en sí mismo, pero resulta aún mayor por lo que promete: evoca la imagen del buen pastor que alimenta a su rebaño. Se diría que es como un ensayo de un orden nuevo. Multitudes inmensas vendrán a tomar parte del festín eucarístico, en el que serán alimentadas de manera mucho más milagrosa, con un manjar infinitamente superior"9.

Esta multitud que acude al Señor revela la fuerte impresión que su Persona había producido en el pueblo, pues tantos se disponen a seguir a Jesús hasta las alturas desiertas, a gran distancia de los caminos importantes y de las aldeas. Suben sin provisiones, no quieren perder tiempo en ir a procurárselas por miedo a perder de vista al Señor. Un buen ejemplo para cuando nosotros tengamos alguna dificultad para visitarle o recibirle. Por encontrar al Maestro vale la pena cualquier sacrificio.

San Juan nos indica que el milagro causó un gran entusiasmo en aquella multitud que se había saciado10. "Si aquellos hombres, por un trozo de pan –aun cuando el milagro de la multiplicación sea muy grande–, se entusiasman y te aclaman, ¿qué deberemos hacer nosotros por los muchos dones que nos has concedido, y especialmente porque te nos entregas sin reserva en la Eucaristía?"11.

En la Comunión recibimos cada día a Jesús, el Hijo de María, el que realizó aquella tarde este grandioso milagro. "Nosotros poseemos, en la Hostia, al Cristo de todos los misterios de la Redención: al Cristo de la Magdalena, del hijo pródigo y de la Samaritana, al Cristo resucitado de entre los muertos, sentado a la diestra del Padre (...). Esta maravillosa presencia de Cristo en medio de nosotros debería revolucionar nuestra vida (...); está aquí con nosotros: en cada ciudad, en cada pueblo (...)"12. Nos espera y nos echa de menos cuando nos retrasamos.

III. Los ojos de todos te están aguardando, // tú les das la comida a su tiempo; // abres la mano, // y sacias de favores a todo viviente, leemos en el Salmo responsorial13.

Jesús, realmente presente en la Sagrada Eucaristía, da a este sacramento una eficacia sobrenatural infinita. Nosotros, cuando deseamos expresar nuestro amor a una persona le damos algún objeto, nuestros conocimientos, le hacemos favores y le prestamos ayudas, procuramos estar pendientes de la persona amada..., pero siempre encontramos un límite: no podemos darnos nosotros mismos. Jesucristo sí puede: se nos da Él mismo, uniéndonos a Él, identificándonos con Él. Y nosotros, que le buscamos con más deseos y más necesidad que aquellas gentes que se olvidan incluso del alimento hasta hallarle, le encontramos cada día en la Sagrada Comunión. Él nos espera, a cada uno. No aguarda a que le pidamos: nos cura de nuestras flaquezas, nos protege contra los peligros, contra las vacilaciones que pretenden separarnos de Él, y aviva nuestro andar. Cada Comunión es una fuente de gracias, una nueva luz y un nuevo impulso que, a veces sin notarlo, nos da fortaleza para la vida diaria, para afrontarla con garbo humano y sobrenatural, y para que nuestros quehaceres nos lleven a Él.

La participación de estos beneficios depende, sin embargo, de la calidad de nuestras disposiciones interiores, porque los sacramentos "producen un efecto mayor cuanto más perfectas son las disposiciones en que se los recibe"14. Disposiciones habituales de alma y cuerpo, de deseos cada vez mayores de limpieza y de purificación, acudiendo a la Confesión con la periodicidad que hemos establecido en la dirección espiritual, o antes si fuera necesario o solo conveniente. El amor nos llevará a una honda piedad eucarística. "Esta –señalaba Juan Pablo II en su primer viaje a España– os acercará cada vez más al Señor; y os pedirá el oportuno recurso a la Confesión sacramental, que lleva a la Eucaristía, como la Eucaristía lleva a la Confesión"15. Los dos sacramentos, que hacen al alma más delicada y más fino y puro el amor, están íntimamente relacionados.

Cuanto más se acerca el momento de comulgar, más vivo se ha de hacer el deseo de preparación, de fe y de amor. "¿Has pensado en alguna ocasión cómo te prepararías para recibir al Señor, si se pudiera comulgar una sola vez en la vida?

"—Agradezcamos a Dios la facilidad que tenemos para acercarnos a Él, pero... hemos de agradecérselo preparándonos muy bien, para recibirle"16, como si fuera la única Comunión de toda nuestra vida, como si fuera la última; una vez será la última, y poco después nos encontraremos cara a cara con Jesús, con quien tan íntimamente unidos estuvimos en el sacramento. ¡Cómo nos alegrarán las muestras de fe y de amor que le manifestamos!

A quienes has alimentado con este Pan del Cielo, Señor, protégelos con tu auxilio y concédeles alcanzar la redención eterna, le pedimos con la liturgia de la Misa17.

1 Is 55, 1-3. — 2 Mt 14, 13-21. — 3 Mc 6, 33-44. — 4 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 675. — 5 Rom 8, 35; 37-39. — 6 Cfr. Mt 26, 26; Mc 14, 22; Lc 22, 19; 1 Cor 11, 25. — 7 Cfr. Sagrada Biblia, Santos Evangelios, EUNSA, Pamplona 1983, nota a Jn 6, 11 y Mc 6, 41. — 8 Cfr. Jn 6, 26-59. — 9 M. J. Indart, Jesús en su mundo, Herder, Barcelona 1963, pp. 265-266. — 10 Jn 6, 14. — 11 San Josemaría Escrivá, o. c., n. 304. — 12 M. M. Philipon, Los sacramentos en la vida cristiana, Palabra, Madrid 1980, p. 116. — 13 Sal 144, 15-16. 14 San Pío X, Decr. Sacra Tridentina Synodus, 20-XII-1905. — 15 Juan Pablo II, Alocución 31-X-1982. — 16 San Josemaría Escrivá, o. c., n. 828. — 17 Oración después de la Comunión.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Santa Juana de Chantal
Fundadora
Año 1641

Que Santa Juana nos consiga de Dios la gracia 
de dedicar totalmente nuestra vida y nuestras fuerzas
 y capacidades a propagar el Reino de Dios y 
a conseguir la salvación de muchas almas.

Nadie tiene mayor amor que quien sacrifica
 su vida por los demás (Jesucristo Jn. 15, 13).

 

Esta santa fue la más activa colaboradora de San Francisco de Sales en la fundación de la comunidad de las Hermanas de la Visitación.

Nació en Dijon, Francia, en 1572. Era hija del Presidente del Parlamento de esa región, el Sr. Fremiot, hombre muy distinguido y apreciado. Su santa madre murió cuando la niñá tenía apenas 18 meses, y toda la educación de la futura santa en sus primeros años corrió por cuenta de su padre, el cual supo encaminarla hacia la consecución de una gran personalidad.

Cuando la niña tenía aproximadamente unos ocho años, llegó a su casa un protestante, el cual decía que no era posible que Dios convirtiera una hostia en el cuerpo de Cristo. La jovencita le preguntó: "¿Sabe Ud. el Credo?". - Claro que sí, respondió el otro- "¡Pués dígalo!" Y el protestante empezó a decir: Creo en Dios Padre Todopoderoso... En ese momento Juana lo interrumpió exclamando: -¡Uy, no diga Ud. eso de que Dios es Todopoderoso!- ¿Por qué? - ¡Porque si Dios no puede hacer que una hostia se convierta en el cuerpo de Jesucristo, ya Dios no es Todopoderoso!- El otro no fue capaz de responderle.

En 1592, al cumplir Juana sus 20 años, se casó con el Barón de Chantal, un aguerrido militar que poseía un castillo cerca al de la familia de la joven. En adelante ella se llamará la Señora Fermiot de Chantal. Su matrimonio transcurrió felizmente por nueve años, y tuvierón un hijo y tres hijas. Pero en 1601 el esposo salió de cacería y a uno de sus compañeros se le disparó el arma y lo hirió mortalmente. Ya moribundo el Sr. Chantal hizo jurar a Juana que no tomaría ninguna venganza contra el que lo había herido, y murió santamente. Ella quedaba viuda de sólo 29 años y con cuatro hijos pequeños. Fue después madrina de los hijos del que había matado a su marido, y para demostrar que sí perdonaba totalemente, ayudó siempre a esa familia.

Por dos años le pidió a Nuestro Señor la gracia de encontrar un director espiritual que la encaminara hacia la santidad. Y una vez en sueños vio a un sacerdote alto y venerable, y oyó una voz que le decía: "Ese es". - Ella no lo había visto nunca antes. Y en el año 1604 San Francisco de Sales fue a la ciudad de Dijon a predicar la Cuaresma, y Juana asistió a sus sermones, y tan pronto lo vio la primera vez, se dio cuenta de que este era el sacerdote que le había sido indicado en el sueño. Por su parte San Francisco fijó su atención en una señora de riguroso luto que le atendía muy esmeradamente su sermón y al terminar la predicación le preguntó al Sr. Arzobispo quién era la tal señora.- "Es mi hermana - le dijo el prelado - y mañana se la presento". Al día siguiente llevó a su hermanaa Juana a visitar a Monseñor de Sales.

Desde el primer día en que se encontraron, San Francisco de Sales y Santa Juana de Chantal, se dieron cuenta de que estaban destinados a ayudarse fuertemente en lo espiritual el uno al otro. La santa hizo con él una confesión general de toda su vida, y le pidió que fuera su director espiritual. Esta amistad santa la hará progresar mucho en la perfección. El personal de servicio que había en el Castillo de Dijon, donde Juana vivía (al lado de su suegro duro gruñón, que la hizo sufrir muchísimo, pero del cual ella nunca se quejó), comentaba: "Esta señora ha cambiado como la noche al día, desde que recibe consejos del santo obispo de Sales. Ahora es mucho más amable y bondadosa".

La viuda Juana se dedicó a educar a sus hijos, y a administrar muy bien los bienes que le había dejado su marido, y a repartir cuantiosas limosnas a los pobres. Había hambre y escasez en el país y cada día una gran fila de mendicantes llegaba al castillo a recibir abundante comida y buenas atenciones médicas. Ella misma visitaba en sus ranchos a los que estaban postrados y asistía a los enfermos más repugnantes y abandonados. Todo el numeroso personal de trabajadores de sus fincas rezaba las oraciones por la mañana y por la noche, asistía a misa cada domingo y recibía instrucciones religiosas cada semana. La amaban como a madre cariñosa.

Su inmenso deseo era el de hacerse religiosa, pero San Francisco se oponía a ello, porque primero tenía que educar bien a sus hijos. Finalmente cuando estos ya estuvieron bien formados y preparados para triunfar en la vida, el santo aceptó que se fuera de religiosa. Pero entonces su padre y sus hijos se opusieron totalmente. El papa se le arrodilló llorando, a suplicarle que no se alejara de los suyos, pero ella seguía inconmovible en su determinación de seguir su vocación. Su hijo se acostó en la puerta diciendo que tendría que pasar sobre él si quería irse de religiosa. La valiente mujer, pasó sobre el cuerpo de su muy amado hijo, y casi desmayada por su inmenso pesar se alejó llorando y partió velozmente hacia el sitio en donde iba a empezar su labor de religiosa. Todos sus parientes se alegrarán después y se felicitarán por tener de familiar a una religiosa de tanto prestigio y de tan grande santidad.

San Francisco de Sales había preparado con muchos años de oración y de meditación la fundación de una nueva comunidad de religiosas. Las llamó Hermanas de la Visitación de la Sma. Virgen. El santo obispo encontró en Juana Francisca la mujer ideal para que le dirigiera su comunidad de mujeres. Así que en 1610, los dos santos emprendieron la fundación de esta nueva Congregación que tantos triunfos religiosos le iba a proporcionar a la Iglesia Católica. Esta comunidad tenía la especialidad de que recibía personas aun con graves defectos, y muy pobres, con tal de que tuvieran un fuerte deseo de llegar a la santidad. San Francisco repetía que cada casa religiosa es un hospital de almas a donde acuden quienes tienen el alma enferma, pero desean conseguir su curación espiritual.

Pronto se hizo popular en el mundo el Reglamento tan bondadoso y humano que el santo de Sales redactó para sus religiosas de la Visitación. Se propuso que no fuera "ni demasiado duro para las débiles, ni demasiado suave para las fuertes". El santo quería que la bondad, la mansedumbre y la humildad fueran las características o distintivos de sus religiosas, y santa Juana y sus compañeras se propusieron llevar a la práctica lo mejor posible estos ideales del santo fundador.

Para ellas y para las demás mujeres que desearan llegar a la santidad por medios fáciles y sencillos, compuso San Francisco tres libros formidables que han hecho inmenso bien en todo el mundo "La Práctica del amor de Dios" (el preferido por Santa Juana), que la llevó a ella a un altísimo grado de amor hacia nuestro Señor. "Las conversaciones Espirituales" (que son las charlas que el santo les hacía a las religiosas cuando iba a visitarlas y que la Madre Chantal y sus compañeras fueron copiando cuidadosamente) y El arte de aprovachar nuestras faltas que no fue redactado como libro por el santo, sino que ha sido extractado de los centenares de cartas que el escribió a las personas a las cuales proporcionaba dirección espiritual por correspondencia. Estos escritos sumados a su libro más famoso "La introducción a la Vida Devota" (o Filotea) llevaron a la Madre Chantal y a sus compañeras a un altísimo grado de espiritualidad.

Su padre, el Presidente Fremiot, había formado a Juana con una rigidez especial, como preparándola para terribilísimos problemas que se le pudieran presentar en la vida, y esta formación le llegó muy oportuna, porque el sartal de dificultades que le fueron llegando, parecía interminable.

Primero fue la muerte inesperada de su esposo en tan absurdo accidente y el aguantar pacientemente por años a su suegro, viejo gruñón y cansón. Luego su hijo Celso, al cual había preparado con tanto esmero, entró de militar, y al salir a defender la patria contra los invasores extranjeros y contra los herejes hugonotes, cayó muerto en la batalla, dejando una viuda muy joven y una niña recién nacida (de cuya formación tuvo que encargarse la madre Chantal). Una de sus hijas se casó con un alto empleado de la corte, el cual murió inesperadamente en una epidemia, y la joven esposa en medio de grandes angustias murió al dar a luz a su primer hijo.

En 1622 murió San Francisco de Sales, dejándola sola al frente de una numerosa Comunidad, recién fundada, y luego llegó la peste que acabó con buena parte de las religosas de su comunidad. Además de todo esto, la alta sociedad no dejaba de criticarla y burlarse de ella por haber entrado de religiosa (San Francisco le escribía una vez: "Si Ud. se hubiera casado nuevamente con un señor riquísimo, la gente no la criticaría, pero como se dedicó a servir al Creador del cielo y de la tierra, ahora sí que la critican sin compasión. Ánimo: trabajar y hacer el bien incansablemente, y dejar que murmuren hasta que se revienten").

Cuando San Francisco de Sales murió, se encargó de la dirección espiritual de Juana y de sus religiosas, San Vicente de Paul, y este santo dejó de ella el siguiente retrato espiritual: "Era una mujer de gran fe y sin embargo tuvo tentaciones contra la fe toda su vida. Aparentemente había alcanzado la paz y la tranquilidad del espíritu, pero en su interior sufría terribles pruebas, tentaciones abominables y una sequedad espiritual que la hacía sufrir mucho. La vista de su propia alma la atormentaba. Pero en medio de tan grandes sufrimientos jamás perdió la serenidad y el buen genio, y todo lo hacía por amor a Dios y por la salvación de las almas. Por eso la considero como una de las almas más santas que haya habido sobre la tierra". Magnífico elogio hecho por un gran santo, acerca de una santa admirable.

En 1641 había visitado ya uno por uno los 65 conventos que su comunidad tenía en varios países. Tenía 69 años. Le había dicho a Nuestro Señor: "Puedes destruir y cortar y quemar todo lo que en mí y en mi vida te parezca que es necesario sacrificar para cooperar a la extensión de tu reino". Y Dios le había aceptado su generoso ofrecimiento. Extenuada y falta de fuerzas a causa de tanto trabajar y sacrificarse por la salvación de las almas, expiró santamente el 13 de diciembre de ese mismo año, 1641. El Papa la declaró santa en 1767.

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Fuente: Mercaba.org
Lidia de Tiatira, Santa Comerciante, 3 de agosto  

Lidia de Tiatira, Santa

Comerciante

Martirologio Romano: Conmemoración de santa Lidia de Tiatira, vendedora de púrpura, que fue la primera que creyó en el Evangelio en Filipos, en Macedonia, cuando lo predicó el apóstol san Pablo (s. I).

 

Ser el primero en hacer algo es un modo seguro de hacer que tu nombre figure en el libro de los récords. La primera persona en dar la vuelta al globo. La primera persona en correr la milla en menos de tres minutos. La primera persona en llegar al Polo Sur. Lidia también fue una de las primeras. Su familia fue la primera en Europa en convertirse al cristianismo y ser bautizada.

Lidia era una comerciante de púrpuras. Eso podría no significar mucho para nosotros hoy en día, pero en el siglo primero eso significaba que era una mujer muy rica. Dado que el tinte de la púrpura se extraía con muchas dificultades de cierto molusco, sólo una elite podía permitirse tener telas teñidas de ese color. Una mercader que vendiera ese tinte tan extremadamente costoso era rica, se mirase como se mirase.

La riqueza se cita a menudo como uno de los principales obstáculos al crecimiento espiritual.

Se nos advierte que "es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de los Cielos". Eso no significa, sin embargo, que ser pobre te haga mejor automáticamente. Una persona pobre que acumula unas pocas posesiones no es mejor que una persona rica que acumula muchas. No hay indicaciones de que Lidia abandonara su negocio tras convertirse al cristianismo. Pero hay muchas pruebas de que utilizó su fortuna sabiamente.

Entendió que el valor real de la riqueza reside en el modo en que la usas, no en cuánto tienes.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Agustín Kazotic, Beato Obispo, 3 de agosto,  

Agustín Kazotic, Beato

Obispo

Martirologio Romano: En Lucera, en la Apulia, beato Agustín Kazotic, obispo, de la orden de Predicadores, que en un principio estuvo al frente de la Iglesia de Zagreb y, posteriormente, por la hostilidad del rey de Dalmacia, asumió la sede de Lucera, donde desarrolló una gran obra de ayuda en favor de los pobres y los necesitados (1323).

 

Agustín Kazotic nació en Trogir, ciudad de la Dalmacia, en 1260. Tomó el hábito de los frailes predicadores antes de cumplir los veinte años. Estudió en la Universidad de París. El beato predicó con gran fruto a sus compatriotas y fundó en su patria varios conventos de su orden, a los que dio por lema las palabras de San Agustín: "Desde que estoy al servicio de Dios no he conocido hombres más buenos que los monjes que viven santamente, pero tampoco he conocido hombres más malos que los monjes que no viven como debieran".

Fue enviado a Hungría, donde conoció al cardenal Nicolás Boccasini, legado pontificio, quien sería más tarde Papa con el nombre de Benedicto XI. En 1303, el cardenal Boccasini consagró al Beato Agustín obispo de Zagreb, en Croacia.

El clero y toda la diócesis de Zagreb necesitaban urgentemente una reforma. El beato reunió varios sínodos disciplinares, cuyos cánones puso en ejecución en frecuentes visitas pastorales y fomentó las ciencias sagradas y el estudio de la Biblia mediante la fundación de un convento de la Orden de Santo Domingo. Además, asistió al Concilio ecuménico de Vienne (1311-12). A su retorno, sufrió la persecución del gobernador de Dalmacia, Miladino, contra cuya tiranía y exacciones había protestado.

Tras de regir durante 14 años la diócesis de Zagreb, el beato fue trasladado a la sede de Lucera, en la provincia de Benevento. Ahí trabajó por desarraigar la corrupción moral y religiosa que los sarracenos habían dejado tras de sí.

El beato poseía el don de curar a los enfermos. Su muerte ocurrió el 3 de agosto de 1323. Su culto fue oficialmente confirmado en 1702.

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Fuente: Santiebeati.it
Asprenato, Santo Obispo, 3 de agosto  

Asprenato, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Nápoles, de la Campania, san Asprenato, primer obispo de la ciudad (s. II/III).

 

Muchos napolitanos, por la gran devoción para el patrón principal de la ciudad san Genaro y de su espectacular milagro anual de la licuefacción de la sangre, ha olvidado o hasta ignoran que el primer obispo de la naciente comunidad cristiana de Nápoles fue san Asprenato, mientras san Genaro fue obispo de Benevento y mártir en Pozzuoli en las proximidades de Nápoles.

De san Asprenato se sabe que vivió entre finales del siglo I y principios del siglo II, época en que los más recientes estudios arqueológicos, fijan los principios de la Iglesia napolitana, y como confirmación de esto, se sabe que el nombre Asprenato fue muy popular en el período de la república y en los primeros tiempos del imperio romano, luego cayó en desuso.

Varios antiguos documentos comprendidos en el famoso Calendario Marmóreo de Nápoles, certifican su existencia durante los mandatos de los emperadores Trajano y a Adriano y fijan en veintitrés años la duración de su episcopado.

De su vida no se sabe nada cierto, pero una antiquísima leyenda repetida con modificaciones en textos posteriores, cuenta que san Pedro, fundada la Iglesia de Antioquía, se encaminó hacia Roma con algunos discípulos, pasó por Nápoles, aquí encontró una viejecita enferma (identificada luego como santa Cándida La Anciana), quien prometió adherirse a la nueva fe si se curaba.

Pedro hace una oración pidiendo la sanación, a lo que los discípulos de Antioquía contestaron con ¡Amén!, Cándida se sanó, y encomienda cure también a un amigo suyo llamado Asprenato enfermo desde hace tiempo y que si lo curara también ciertamente se convirtiría.

En este instante Pedro también intercede y logra que sea curado, y luego de catequizarlo, lo bautiza. El cristianismo vivía una rápida difusión en Nápoles, y cuando Pedro decidió retomar el viaje hacia Roma, consagro a Asprenato como obispo.

Él hizo construir el oratorio de Santa María del Principio sobre que surgirá la basílica de santa Restituta y fundó la iglesia de san Pedro en Aram donde todavía hoy se conserva el altar sobre el que el apóstol celebró el Sacrificio.

El santo obispo murió rico en méritos, y varios milagros fueron conseguidos por su intercesión; su cuerpo fue llevado al oratorio de santa María del Principio, algunos estudios más recientes dicen que las reliquias están en las catacumbas de san Genaro, en cuyos alas superiores están las imágenes, no bien conservadas, de los primeros 14 obispos napolitanos.

Después de san Genaro es el segundo de los 47 santos protectores de Nápoles, cuyos bustos de plata son custodiados en la capilla del tesoro de san Genaro en la Catedral (el Duomo), aquí también esta conservado el bastón con el que san Pedro lo curó.

En la ciudad, en épocas diferentes, fueron elegidas dos iglesias en su honor y una capilla le es dedicada en la antiquísima basílica de santa Restituta.

Es invocado para calmar la jaqueca, su fiesta litúrgica es recordada en el Martirologio Romano y en el Calendario Marmóreo al 3 de agosto.

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Fuente: Franciscanos.org
Alfonso López López y Miguel Ramón Salvador, Beatos Mártires, 3 de agosto  

Alfonso López López y Miguel Ramón Salvador, Beatos

Martirologio Romano: En la aldea de Samalús, cerca de Barcelona, en España, beatos mártires Alfonso López López, presbítero, y Miguel Remón Salvador, religiosos de la Orden de Hermanos Menores Conventuales, que en el furor de la persecución contra la fe recibieron la corona del martirio por dar testimonio de Cristo (1936).

 

El 11 de marzo del año 2001, el papa Juan Pablo II beatificó a 233 mártires de la persecución religiosa en España (1936-39). Son el Beato José Aparicio y 232 compañeros. Entre ellos hay 49 miembros de la Familia Franciscana.

Alfonso López López, que encabeza el grupo, era sacerdote. Nació en Secorún (Huesca) en 1878 y fue fusilado, junto con el Beato Miguel, en Samalús (Barcelona) el 3 de agosto de 1936. Hizo los estudios eclesiásticos en Italia y, tras su ordenación sacerdotal, estuvo tres años de confesor en el Santuario de Loreto (1912-1915). Pasó el resto de su vida en Granollers (Barcelona) como docente y director espiritual.

Miguel Remón Salvador, hermano profeso, nació en Caudé (Teruel) en 1907 y fue fusilado, junto con el Beato Alfonso, en Samalús (Barcelona) el 3 de agosto de 1936. Ingresó en la Orden en Granollers, pero luego marchó a Italia e hizo la profesión solemne en Loreto donde permaneció un par de años prestando diversos servicios en la Basílica. Regresó a Granollers en 1935 para ejercer los oficios que se le confiaron, en los que siempre se mostró laborioso, afable y pacífico.

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Fuente: Santiebeati.it
Pedro de Anagni, Santo Obispo, 3 de agosto  

Pedro de Anagni, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Anagni, en el Lacio, san Pedro, obispo, que brilló primeramente en la observancia monástica y después en el celo pastoral, y llevó a término la construcción de la iglesia catedral (1105).

 


Con la Bula dada en Segni el 4 junio de 1110, dirigida a los obispos de Anagni y la Campania romana, el papa Pascual II contó a Pedro, obispo de Anagni, en el catálogo de los santos, autorizó de esta manera el culto en las diócesis de la Campania y asignó para ello que su celebración sea el 3 agosto. Por las virtudes ejercidas por el santo y los hechos milagrosos con que la divina gracia lo ilustró en vida y después de muerte, la Bula hizo referencia a la fiel narración de Bruno, obispo de Segni.

Esta narración no ha llegado a nuestros días, para conocer a Pedro ha quedado una leyenda escrita poco antes de 1181, desafortunadamente no ha sido conservada completa, le falta el prólogo y ha padecido alguna otra mutilación cuando, en 1325, fue distribuida en partes que debieron servir como lecciones para la celebración de los Oficios Divinos el día festivo del santo y en la novena previa. y en él octava. El Oficio del santo con las mencionadas lecciones es agenciado en el "Lectionarium por annum" usado en las iglesias de Anagni.

Para la composición de la leyenda el anónimo autor, que pertenece probablemente al clero de la catedral, tuvo a disposición — además del relato escrito por Bruno de Segni, que quizás sea la fuente principal — el relato, que entre 1113 y 1117 escribiera el obispo Pedro II de Anagni, de los prodigios verificados durante el doble traslado del mártir Magno y durante el reconocimiento de las reliquias de Pedro y, claro está, la tradición oral de la Iglesia de Anagni. Dando como resultado un escrito que a pesar de algunas obvias incongruencias, guarda la cronología y las circunstancias de los hechos contados, la leyenda es por lo tanto sustancialmente atendible.

Este relato nos presenta al santo obispo, animado por el espíritu de la reforma gregoriana, poniendo todos sus esfuerzos en la sede a él confiada por el Papa Alejandro II, dedicándose a la obra de restauración de la disciplina eclesiástica, a avivar el culto al mártir Magno, a recuperar los bienes de su Iglesia, usurpados por los laicos, y a reconstruir desde los cimientos el ruinoso edificio de la catedral.

Una vida de recogimiento y ruego lo prepararon para el despacho pastoral, al que fue encaminado dese niño, cuando, descendiente de la familia de los príncipes longobardos de Salerno y habiendo quedado huérfano de los padres, fue ofrecido al monasterio de San Benito. Al estudio en un ambiente rodeado de los sagrados cánones le siguió la práctica en la disertación de los asuntos eclesiásticos adquirida por su contacto con Alejandro II, a cuyo servicio como capellán, lo colocó el cardenal Ildebrando, después de lo haberlo conocido en el monasterio salernitano. Durante su episcopado Alejandro II, confía ahora en él, mandándolo como apocrisiario (legado eclesiástico) a la corte de Miguel VII emperador de oriente. Posteriormente se ausentó de su sede al seguir a Bohemundo de Tarento a las cruzadas, estando en Constantinopla cerca del emperador.

En Anagni, tuvo que sufrir mucho a causa de los clérigos hostiles a la reforma, pero cuando, después de cuarenta y tres años de episcopado, le llegó la muerte el 3 de agosto de 1105, la ardua obra estaba cumplida: reconstruida la catedral y restaurada la disciplina canónica; eclesiásticos por él formados estuvan listos a sucederle dignamente como pastores de la Iglesia de Anagni. Su amigo y colaborador, Bruno de Segni, pudo entonces, después de haber celebrado las exequias, contar la vida edificante y preparar su glorificación. En lo referente al culto, recordamos que, después de la proclamación de la santidad de Pedro, ocurrida el 4 junio de 1110, el segundo sucesor del santo, Pedro II, como es referido en la leyenda, ordenó el traslado del cuerpo de San Pedro de Anagni de la basílica superior a la inferior. Después de más de dos siglos, el canónico anagnini Jacobo de Guerra restauró el altar erguido en su honor, consagrado luego el día 11 de febrero de 1324, y, en un amplio nicho cavado en la pared de fondo, hizo pintar, noblemente sentado en cátedra, al santo obispo, entre las figuras erguidas de los santas Aurelia y Neomisia. Por fin, una constitución capitular del 15 de enero de 1325 estableció que la celebración festiva del santo fuera elevada a ritual doble con octava como las de san Magno y santa Secundina. La Iglesia de Anagni celebra todavía su fiesta el 3 de agosto, pero ya que él es uno de los patronos principales de la ciudad y diócesis, su busto de cobre cubierto de plata, que es un relicario, obra del 1541, es expuesta junto a un busto similar del mártir Magno en las celebraciones patronales del 19 de agosto.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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