JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 19, 16-22
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó:
"Maestro, ¿qué debo hacer de bueno para obtener la vida eterna?"
Jesús le respondió:
"¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno sólo es bueno: Dios. Si quieres entrar en la vida, observa los mandamientos".
El le preguntó:
"¿Cuáles?"
Jesús contestó:
"No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre, ama a tu prójimo como a ti mismo".
El joven le dijo:
"Todo eso ya lo he cumplido.
¿Qué me falta aún?"
Jesús le dijo:
"Si quieres ser perfecto, ve a vender todo lo que tienes y dáselo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme".
Al oír esto, el joven se fue muy triste porque poseía muchos bienes.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te amo, pero quiero verte todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice eso a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
lun 20a. Ordinario año Par
Antífona de Entrada
Yo soy la salvación del pueblo, dice el Señor. Cuando me llamen desde el peligro, yo los escucharé, y seré para siempre su Dios.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que has puesto la plenitud de la ley en el amor a ti y al prójimo; concédenos cumplir tus mandamientos para llegar así a la vida eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Ezequiel les servirá de señal; ustedes harán lo mismo que él ha hecho
Lectura del libro del profeta Ezequiel 24, 15-24
Recibí esta palabra del Señor:
"Hijo de hombre, voy a quitarte de repente a la que es la delicia de tus ojos; pero tú no te lamentes, no llores, no derrames lágrimas. Suspira en silencio, no hagas duelo, colócate el turbante en la cabeza, cálzate las sandalias, no te tapes la barba, no comas lo que te ofrezcan tus vecinos en día de duelo".
Yo había hablado al pueblo por la mañana, y por la tarde murió mi esposa. Al día siguiente hice lo que se me había mandado. El pueblo me dijo:
"¿Explícanos qué significa para nosotros lo que estás haciendo".
Yo les respondí:
"He recibido esta palabra del Señor: Dile al pueblo de Israel: Esto dice el Señor: Voy a profanar mi santuario, del que están tan orgullosos, la delicia de sus ojos, el amor de su vida. Los hijos e hijas que dejaron en Jerusalén, caerán a espada.
Entonces harán como yo he hecho: no se taparán la barba, no comerán lo que les ofrezcan sus vecinos en día de duelo. Llevarán el turbante en la cabeza y las sandalias en los pies; no se lamentarán ni llorarán, sino que se irán consumiendo a causa de sus maldades y gemirán unos con otros. Ezequiel será para ustedes un símbolo: cuando esto suceda, harán lo que él ha hecho, y reconocerán que yo soy el Señor".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Dt 32, 18-19.20.21
Abandonaron a Dios, que les dio la vida.
Despreciaste a la Roca que te engendró y olvidaste al Dios que te dio a luz. Lo vio el Señor y rechazó, lleno de ira, a sus hijos y a sus hijas.
Abandonaron a Dios, que les dio la vida.
Dijo: "Voy a ocultarles mi rostro y veré qué suerte les espera; pues es una raza pervertida, hijos sin libertad.
Abandonaron a Dios, que les dio la vida.
Me han dado celos con un dios que no es dios, me han irritado con sus ídolos vacíos. Pues yo les daré celos con un pueblo que no es pueblo, los irritaré con una nación necia".
Abandonaron a Dios, que les dio la vida.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Aleluya.
Evangelio
Si quieres ser perfecto, vende lo que tienes y tendrás un tesoro en el cielo
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 19, 16-22
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó:
"Maestro, ¿qué debo hacer de bueno para obtener la vida eterna?"
Jesús le respondió:
"¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno sólo es bueno: Dios. Si quieres entrar en la vida, observa los mandamientos".
El le preguntó:
"¿Cuáles?"
Jesús contestó:
"No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre, ama a tu prójimo como a ti mismo".
El joven le dijo:
"Todo eso ya lo he cumplido.
¿Qué me falta aún?"
Jesús le dijo:
"Si quieres ser perfecto, ve a vender todo lo que tienes y dáselo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme".
Al oír esto, el joven se fue muy triste porque poseía muchos bienes.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, las ofrendas de tu pueblo, para que alcance en el sacramento eucarístico los bienes en que ha creído por la fe.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Proclamación del misterio de Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque, unidos en la caridad, celebramos la muerte de tu Hijo, con fe viva proclamamos su resurrección, y con esperanza firme anhelamos su venida gloriosa.
Por eso,
con todos los ángeles y santos, te alabamos, proclamando sin cesar:
Antífona de la Comunión
Yo soy el Buen Pastor, dice el Señor, que conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que tu auxilio, Señor, nos acompañe siempre a los que alimentas con tus sacramentos, para que por ellos y en nuestra propia vida recibamos los frutos de la redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
Dia 18/08 Santa Elena (santa, blanco)
Antífona de Entrada
Alabemos a esta mujer santa que construyó su casa en el amor, vivió en santo temor de Dios y cumplió siempre su voluntad.
Oración Colecta
Dios nuestro, recompensa de los humildes, que en santa Elena has dejado a tu Iglesia un ejemplo sublime de amor y de paciencia; concédenos, por su intercesión, saber llevar serenamente nuestra cruz y amarte más cada día.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Que los dos juntos vivamos felices hasta la vejez
Lectura del libro de Tobías 8, 5-10
La noche de su boda, Tobías dijo a Sara:
"Somos descendientes de un pueblo de santos, y no podemos unirnos como los paganos que no conocen a Dios".
Se levantaron los dos y, juntos, se pusieron a orar con fervor. Pidieron a Dios su protección.
Tobías dijo:
"Señor, Dios de nuestros padres, que te bendigan el cielo y la tierra, el mar, las fuentes, los ríos y todas las criaturas que en ellos se encuentran.
Tú hiciste a Adán del barro de la tierra y le diste a Eva como ayuda. Ahora, Señor, tú lo sabes: si yo me caso con esta hija de Israel no es para satisfacer mis pasiones, sino solamente para fundar una familia en la que se bendiga tu nombre por siempre".
Y Sara, a su vez, dijo:
"Ten compasión de nosotros, Señor, ten compasión. Que los dos juntos vivamos felices hasta nuestra vejez".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 130
Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad.
Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre.
Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Espere Israel en el Señor, ahora y por siempre.
Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros como yo los he amado, dice el Señor.
Aleluya.
† Evangelio
Has escondido estas cosas a los sabios y las has revelado a la gente sencilla
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 25-30
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús exclamó:
"Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Vengan a mí todos los que estén cansados y agobiados y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán nuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Mira, Señor, con bondad, los dones que tu pueblo te presenta en honor de santa Elena, y haz que esta Eucaristía nos dé fuerzas para progresar por el camino de nuestra salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
La gloria de los santos
En verdad es justo darte gracias y deber nuestro glorificarte, Padre santo.
Porque tu gloria resplandece en cada uno de los Santos, ya que, al coronar sus méritos, coronas tus propios dones. Con su vida, nos proporcionas ejemplo; ayuda, con su intercesión, y por la comunión con ellos, nos haces participar de sus bienes, para que, alentados por testigos tan insignes, lleguemos victoriosos al fin de la carrera y alcancemos con ellos la corona inmortal de la gloria, por Cristo, Señor nuestro.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles y con la multitud de los santos, te cantamos un himno de alabanza diciendo sin cesar:
Antífona de la Comunión
Todo el que cumple la voluntad de mi Padre, que está en el cielo, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre, dice el Señor.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Reconfortados con el pan del cielo, imploramos, Señor, de tu bondad que a cuantos nos llena de alegría el recuerdo de santa Elena, nos concedan el perdón de las culpas, la salud de los cuerpos, la gracia del alma y la gloria eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
† Meditación diaria
20ª semana. Lunes
ALEGRÍA Y GENEROSIDAD
— El joven rico. La alegría de la entrega.
— El Señor pasa y pide.
— La tristeza hace mucho daño al alma. Buscar la alegría a través de la generosidad.
I. Después de bendecir a unos niños, Jesús partió de aquel lugar, y cuando estaba en camino llegó un joven, se postró de rodillas1 y le preguntó: Maestro, ¿qué cosas buenas debo hacer para alcanzar la vida eterna? Jesús, de pie, contempla a aquel joven con una gran esperanza; los discípulos, que se han detenido, callan y miran. La escena, recogida en el Evangelio de la Misa2, es de una gran belleza. Quizá el joven ha escuchado a Jesús en alguna otra ocasión, y hasta ahora no se ha atrevido a comunicarse directamente con Él; en su alma hay deseos de entrega, de amar más..., quizá está insatisfecho con su vida. Por eso, cuando el Señor le dice que debe guardar los Mandamientos, él dice que ya los cumple, y pregunta: Quid adhuc mihi deest? ¿Qué me falta aún? Es la pregunta que tantos y tantas se han hecho al comprobar que no les llena la vida que llevan.
Jesús, tan atento a los menores movimientos de las almas, se conmovió al contemplar los deseos y la limpieza de aquel corazón. Fue entonces cuando le dirigió la mirada de la que nos habla San Marcos, y lo amó3. La mirada de Jesús, una mirada honda, imborrable, es por sí sola una llamada. Y le invitó a seguirle dejando atrás todos sus tesoros. Es una invitación a dejar libre el corazón para llenarlo todo de Dios. Se trata de cambiar el amor a los bienes por el amor a Jesús, se trata de dejar las posesiones materiales para enriquecerse, de una manera real y efectiva, con bienes eternos4.
No fue generoso este joven: se quedó con sus riquezas, de las que disfrutaría unos años, y perdió a Jesús, a quien tenemos para siempre, tesoro infinito, en este mundo y en la eternidad. En su egoísmo, el joven rico no esperaba esta respuesta del Maestro. Los planes de Dios no coinciden generalmente con los nuestros, con los que proyectamos en la imaginación, con aquellos que fabrica la vanidad o el egoísmo. Los planes divinos, forjados desde la eternidad para nosotros, son los más bellos que nunca pudimos imaginar, aunque alguna vez nos desconcierten.
Al oír el joven estas palabras de Jesús se marchó triste, pues tenía muchas posesiones. Todos vieron cómo resistía aquella amable y amorosa invitación del Señor y se marchaba con la huella de la tristeza en la cara. Posiblemente, más tarde, este joven encontraría falsas justificaciones a su falta de generosidad, que le devolverían al menos la tranquilidad perdida (nunca la paz, que es fruto de la entrega): quizá pensó que era muy joven, o que más tarde vería todo con más claridad y buscaría al Maestro... ¡Qué fracaso! ¡Qué ocasión desaprovechada!, pues a Jesús, o se le sigue o se le pierde. Cada encuentro con Él lleva consigo unas claras exigencias, y también un gran enriquecimiento de toda la persona. Jesús nunca nos deja indiferentes.
Una vez que alguien ha sentido posarse sobre él la mirada del Señor, ya nunca la olvida, ya no es posible vivir como antes. La alegría es fruto de la generosidad, de responder a las sucesivas llamadas que a cada uno en su estado dirige Cristo que pasa. La vida se llena de gozo y de paz en esa disponibilidad absoluta ante la voluntad de Dios que se manifiesta en momentos bien precisos de nuestra vida; quizá ahora.
II. "Aquel muchacho rechazó la insinuación, y cuenta el Evangelio que abiit tristis (Mt 19, 22), que se retiró entristecido (...): perdió la alegría porque se negó a entregar su libertad a Dios"5. Libertad que, si no le había servido para llegar a la meta, a Cristo que pasaba por su vida, para bien poco habría ya de servirle.
La tristeza nace en el corazón, como una planta dañina, cuando nos alejamos de Cristo, cuando le negamos aquello que de una vez, o poco a poco, nos va pidiendo, cuando nos falta generosidad. Esta mala enfermedad del alma "es un vicio causado por el amor desordenado de sí Mismo"6. Puede haber enfermedad, puede existir cansancio y dolor, pero la tristeza del corazón es distinta. En su origen encontramos siempre la soberbia y el egoísmo: detrás de esa desgana, sin causa aparente, en el propio quehacer, puede estar la imposibilidad de afirmar el propio criterio, la propia personalidad, la vanidad; detrás de ese dolor puede esconderse la rebeldía de no querer aceptar la voluntad de Dios; en ese desaliento, al ver una y otra vez las propias faltas, puede ocultarse más la humillación sufrida que el dolor por haber ofendido al Señor... "Si Dios me ha perdonado, si su amor misericordioso, siempre presente, se vuelca en mí, ¿cómo puedo estar yo triste? Si alguien alimentara su tristeza en el dolor de sus pecados, agarrado a su culpa, ese hombre debe saber que se trata posiblemente de un pretexto y, siempre, de un error"7. Las mismas faltas y pecados nos deben llevar a la alegría del arrepentimiento y del amor que nace de nuevo con más fuerza aún.
El Señor pasa cerca de nuestra vida en incontables ocasiones. Alguna vez nos pedirá mucho, para darnos más; otras, cosas pequeñas: el cumplimiento del deber, llevar a cabo en la hora prevista las prácticas de piedad que tenemos señaladas en nuestro plan de vida, sin dar cabida a la pereza; mortificar la imaginación y el recuerdo en asuntos banales; vivir con esmero la caridad con quienes están a nuestro lado; indicar con afabilidad la dirección que nos han pedido... Quizá se presente el Señor –tal vez cuando menos lo esperábamos– para invitarnos a seguirle aún más de cerca, quizá sin abandonar nuestros quehaceres en medio del mundo, pero con la plena entrega del corazón, según el propio estado, sin poner límites ni condiciones. "Hay que saber entregarse, arder delante de Dios como esa luz, que se pone sobre el candelero, para iluminar a los hombres que andan en tinieblas; como esas lamparillas que se queman junto al altar, y se consumen alumbrando hasta gastarse"8. Y esto nos lo pide a todos: cada uno en su lugar y en el estado al que es llamado, en la peculiar vocación que de Dios ha recibido. Esta vocación es el asunto más importante de la vida, y, una vez conocida, el negocio en el que debemos empeñarnos con tenacidad, con la ayuda de la gracia, hasta el último instante de nuestros días.
III. Se marchó triste. Nada más sabemos de él. Su historia termina envuelta en un manto de tristeza; quizá podría haber sido uno de los Doce. Pero no quiso; y Jesús respetó su libertad. Una libertad que no supo emplear. "El mercader –comenta San Basilio– no se entristece gastando en las ferias lo que posee para adquirir sus mercancías; pero tú (hace referencia a este joven rico) te entristeces dando polvo a cambio de la vida eterna"9: prefirió conservar el polvo –eso son todas las posesiones y riquezas– en vez de elegir la vida perdurable que le ofrecía Cristo, prefirió quedarse con el polvo en que se convirtieron estas al cabo de unos años, no demasiados.
La tristeza hace mucho daño al alma. Como la polilla al vestido y la carcoma a la madera, así la tristeza daña el corazón del hombre10, y predispone al mal. Por eso hemos de luchar enseguida, si alguna vez hiciera su aparición en el alma: Anímate, pues, y alegra tu corazón, y echa lejos de ti la congoja; porque a muchos mató la tristeza. Y no hay utilidad alguna en ella11. De ese estado solo cabe esperar males.
Si nuestra vida consiste realmente en seguir a Cristo, es lógico que siempre estemos alegres: es la única alegría verdadera del mundo, sin límite y sin medida; compatible, por otra parte, con el dolor, con la enfermedad, con el fracaso... "La alegría cristiana excluye de modo definitivo y combate implacablemente toda tristeza enfermiza o imaginaria: la envidia, el desaliento, el repliegue sobre sí mismo no pueden emparejarse con ella, y uno de sus beneficios es el de excluir todas esas penas, llenas de veneno y fuentes de muerte"12.
Un alma triste está a merced de muchas tentaciones. ¡Cuántos pecados han tenido su origen en la tristeza! ¡Cuántos ideales ha roto! Si alguna vez sentimos el zarpazo de la tristeza, examinemos su causa con sinceridad en la oración. Muchas veces encontraremos falta de generosidad con Dios o con los demás. ""Laetetur cor quaerentium Dominum" —Alégrese el corazón de los que buscan al Señor.
"—Luz, para que investigues en los motivos de tu tristeza"13. Preguntémonos, si esa situación llegara, y ahora, porque siempre podemos crecer en alegría, si estamos buscando seriamente al Señor en lo que cada día nos sucede, en la oración, en el empeño por mantener la presencia de Dios. Examinemos nuestra generosidad con los demás: a la hora de interesarnos por su salud, por sus ilusiones, en el sacrificio pequeño pero continuo que exige una fraternidad bien vivida, en los bienes y talentos que poseemos...
Si alguna vez nos sentimos con el alma entristecida, preguntémonos: ¿en qué no estoy yo siendo generoso con Dios?, ¿en qué no soy desprendido con los demás?, ¿me preocupo excesivamente de mí mismo, de mis cosas, de mi salud, de mi futuro, de mis pequeñeces?... Es posible que encontremos enseguida la causa y el remedio. Mientras tanto, procuremos afinar en el trato con el Señor, intentemos darnos sin cálculo a quienes están cerca, aunque sea en pequeños servicios; abramos el corazón a quien nos conoce y aprecia, a quien tenemos encomendada la dirección espiritual del alma.
Con la alegría que Cristo nos da, hacemos mucho bien a nuestro alrededor. Comunicarla a los demás será frecuentemente una de las mayores muestras de caridad hacia ellos. Muchas personas pueden encontrar a Dios en esa alegría honda; procuremos no perderla. Santa María, Causa de nuestra alegría, ruega por nosotros, concédenos seguir a Cristo de cerca, danos la gracia de no volverle nunca la espalda, ni siquiera en lo pequeño de todos los días.
1 Cfr. Mc 10, 17. — 2 Mt 19, 16-22. — 3 Mc 10, 21. — 4 Cfr. M. J. Indart, Jesús en su mundo, p. 251. — 5 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 24. — 6 Santo Tomás, Suma Teológica, 2-2, q. 28, a. 4, ad 1. — 7 C. López Pardo, Sobre la vida y la muerte, Rialp, Madrid 1973, p. 157. — 8 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 44. — 9 San Basilio, en Catena Aurea, vol. VI, p. 313. — 10 Prov 25, 20. — 11 Ecl 30, 24-25. — 12 J. M. Perrin, El evangelio de la alegría, Rialp, Madrid 1962, pp. 59-60. — 13 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 666.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Santa Elena |
Elena significa: "antorcha resplandeciente".
Esta gran santa se ha hecho famosa por haber sido la madre del emperador que les concedió la libertad a los cristianos, después de tres siglos de persecución, y por haber logrado encontrar la Santa Cruz de Cristo en Jerusalén.
Nació ella en el año 270 en Bitinia (hacia el sur de Rusia, junto al Mar Negro). Era hija de un hotelero, y especialmente hermosa.
Y sucedió que llegó por esas tierras un general muy famoso del ejército romano, llamado Constancio Cloro y se enamoró de Elena y se casó con ella. De su matrimonio nació un niño llamado Constantino que se iba a hacer célebre en la historia por ser el que concedió la libertad a los cristianos.
Cuando ya llevaban un buen tiempo de matrimonio sucedió que el emperador de Roma, Maximiliano, ofreció a Constancio Cloro nombrarlo su más cercano colaborador, pero con la condición de que repudiara a su esposa Elena y se casara con la hija de Maximiliano. Constancio, con tal de obtener tan alto puesto repudió a Elena. Y así ella tuvo que estar durante 14 años abandonada y echada a un lado. Pero esto mismo la llevó a practicar una vida de santidad.
Pero al morir Constancio Cloro, fue proclamado emperador por el ejército el hijo de Elena, Constantino, y después de una fulgurante victoria obtenida contra los enemigos en el puente Milvio en Roma (antes de la cual se cuenta que Constantino vio en sueños que Cristo le mostraba una cruz y le decía: "Con este signo vencerás"), el nuevo emperador decretó que la religión católica tendría en adelante plena libertad (año 313) y con este decreto terminaron tres siglos de crueles y sangrientas persecuciones que los emperadores romanos habían hecho contra la Iglesia de Cristo.
Constantino amaba inmensamente a su madre Elena y la nombró Augusta o emperatriz, y mandó hacer monedas con la figura de ella, y le dio plenos poderes para que empleara el dinero del gobierno en las obras buenas que ella quisiera.
Elena, que se había convertido al cristianismo, se fue a Jerusalén, y allá, con los obreros, que su hijo, el emperador, le proporcionó, se dedicó a excavar en el sitio donde había estado el monte Calvario y allá encontró la cruz en la cual habían crucificado a Jesucristo (por eso la pintan con una cruz en la mano).
Dice San Ambrosio que Santa Elena aunque era la madre del emperador, vestía siempre con mucha sencillez y se mezclaba con la gente pobre y aprovechaba de todo el dinero que su hijo le daba para hacer limosnas entre los necesitados. Que era supremamente piadosa y pasaba muchas horas en el templo rezando.
En Tierra Santa hizo construir tres templos: uno en el Calvario, otro en el monte de los Olivos y el tercero en Belén.
Gastó su vida en hacer obras buenas por la religión y los pobres, y ahora reina en el cielo y ruega por nosotros que todavía sufrimos en la tierra.
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Fuente: http://www.egrupos.net/grupo/caminando-con-jesus
Padre Alberto Hurtado Cruchaga Fundador del HOGAR DE CRISTO, 18 de agosto
Sacerdote Jesuita Chileno Martirologio Romano: En Santiago de Chile, beato Alberto Hurtado Cruchaga, presbítero de la Compañía de Jesús, que fundó una obra para que los pobres que carecen de techo y los vagabundos, sobre todo niños, pudieran encontrar un verdadero y familiar hogar (1952). |
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Fuente: Santiebeati.it
Reinaldo de Concorégio, Beato Obispo, 18 de agosto
Obispo Martirologio Romano: En Ravena, en la Romaniola, beato Reinaldo de Concorégio, obispo, ilustre por su celo, prudencia y caridad (1321) De la noble familia de los De Concorégio, nació en Milán entre los años 1240 y 1250; de su juventud no se sabe nada, lo encontramos ya en la universidad de Bolonia donde algunos ciudadanos de Lodi le proponen, que a partir de octubre de 1287, sea el profesor de Derecho en su ciudad; en el mayo de 1287, el obispo de Lodi le pide su opinión sobre algunos temas legales, esto nos hace entender que gozó de fama de jurisconsulto y en efecto tuvo el título académico de ´magister´ en 1295. responsable de la traducción: Xavier Villalta
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Floro, Lauro y compañeros, Santos Mártires, 18 de agosto
Mártires Martirologio Romano: En la Iliria, los santos Mártires Floro y Lauro, canteros, los cuales, en tiempo del prefecto Licinio, después del martirio de sus maestros Próculo y Máximo, ambos, al cabo de muchos tormentos, fueron sumergidos en un pozo profundo. |
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Fuente: Franciscanos.net
Paula Montaldi, Beata Abadesa Clarisa, 18 de agosto
Abadesa Clarisa Martirologio Romano: En Mantua, de la Lombardía, beata Paula Montaldi, virgen, abadesa de la Orden de las Clarisas, que se distinguió por su devoción a la pasión del Señor y por su constante oración y austeridad (1514). Paula Montaldi nació en Volta Mantovana en 1443. De sólo quince años, en 1458, ingresó en el monasterio de las Hermanas Clarisas, de Santa Lucía en Mantua, donde por largos años fue abadesa. La Pasión de Jesús era el objeto más familiar de sus conversaciones, como también de sus meditaciones y contemplaciones. Fue devotísima de la Eucaristía. Llevó una vida muy austera, llevaba cilicio, se flagelaba y ayunaba, siempre feliz en las humillaciones, en el trabajo y en las fatigas. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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