martes, 23 de septiembre de 2014

[ † ] Miércoles de San José. 24/09/2014. FIESTA. Nuestra Señora de la Merced ¡ruega por nosotros!

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 27-28

Gloria a ti, señor.

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a las turbas, una mujer de entre el gentío levantó la voz diciendo:
"¡Dichosos el vientre que te llevó y los pechos que te criaron!"
pero él repuso:
Mejor: ¡Dichoso los que escuchaban la palabra de Dios y la cumplen!
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354

Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). ¿Qué pensaríamos de un cónyuge que le dice a su pareja: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html

Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

Misal

 

mie 25a. Ordinario año Par

Antífona de Entrada

Tengo los ojos puestos en el Señor, porque él me libra de todo peligro. Mírame, Dios mío, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido.

 

Oración Colecta

Oremos:
Nos acogemos, Señor, a tu providencia que nunca se equivoca, y te pedimos humildemente que apartes de nosotros todo mal y nos concedas aquello que pueda contribuir a nuestro bien.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

No me des pobreza ni riqueza; dame solamente lo necesario para vivir

Lectura del libro de los Proverbios 30, 5-9

Toda palabra de Dios es verdadera, él es escudo para quienes en él confían. No agregues nada a sus palabras, no sea que te reprenda y quedes por mentiroso. Dos cosas te he pedido, antes de morir no me las niegues: aleja de mí falsedad y mentira, no me des pobreza ni riqueza, dame sólo lo necesario para vivir; no sea que la abundancia me aparte de ti y me haga olvidarte; no sea que la pobreza me obligue a robar y me lleve a ofenderte.
Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 118, 29.72.89.101.104.163

Condúceme, Señor, por tu camino.

Apártame de los caminos falsos y dame la gracia de cumplir tu voluntad. Para mí valen más tus enseñanzas que miles de monedas de oro y plata.
Condúceme, Señor, por tu camino.

Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo. Aparto mi pie de toda senda mala, para cumplir tus palabras.
Condúceme, Señor, por tu camino.

Medito tus decretos y odio el camino de la mentira. Detesto y aborrezco la mentira y amo tu voluntad.
Condúceme, Señor, por tu camino.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
El Reino de Dios está cerca, dice el Señor; arrepiéntanse y crean en el Evangelio.
Aleluya.

Evangelio

Los envió a predicar el Reino de Dios y a curar a los enfermos

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 1-6

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a predicar el Reino de Dios y a curar a los enfermos. Y les dijo:
"No lleven para el camino ni bastón ni morral, ni comida ni dinero, ni dos túnicas. Quédense en la casa donde se alojen hasta que se vayan de aquel sitio. Y si en algún pueblo no los reciben, váyanse de allí y sacúdanse el polvo de los pies en señal de acusación".
Ellos se pusieron en camino y fueron de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio y curando enfermos por todas partes.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Confiados en tu misericordia, Señor, venimos a tu altar con nuestros dones, a fin de que te dignes purificarnos por este memorial que estamos celebrando.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

La gloria de Dios es el hombre viviente

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Tú eres el Dios vivo y verdadero; el universo está lleno de tu presencia, pero sobre todo has dejado la huella de tu gloria en el hombre, creado a tu imagen.
Tú lo llamas a cooperar con el trabajo cotidiano en el proyecto de la creación y le das tu Espíritu para que sea artífice de justicia y de paz, en Cristo, el hombre nuevo.
Por eso,
unidos a los ángeles y a los santos, cantamos con alegría el himno de tu alabanza:

Antífona de la Comunión

Yo te invoco, porque tú me respondes, Dios mío; inclina el oído y escucha mis palabras.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Padre Santo: tú que nos has alimentado con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, guíanos por medio de tu Espíritu a fin de que, no sólo con palabras, sino con toda nuestra vida, podamos demostrarte nuestro amor y así merezcamos entrar al Reino de los cielos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén


Dia 24/09 Nuestra Señora de la Merced (blanco)

Antífona de Entrada

¡Salve, Madre santa, Virgen, Madre del Rey, que gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos!

 

Oración Colecta

Oremos:
Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud del alma y del cuerpo; y por la intercesión de Santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo y concédenos las alegrías del cielo.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

El amor es fuerte como la muerte

Lectura del Cantar de los Cantares 8, 6-7

Grábame como un sello en tu brazo, como un sello en tu corazón, porque es fuerte
el amor como la muerte; es cruel la pasión como el abismo; es centella de fuego, llamarada divina: las aguas torrenciales no podrán apagar el amor, ni anegarlo los ríos.
Si alguien quisiera comprar el amor con todas las riquezas de su casa, se haría despreciable.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del Salmo 148

Aleluya!

Alaben al Señor en el cielo, alaben al Señor en lo alto; alábenlo todos su ángeles, alábenlo todos sus ejércitos.
Aleluya!

Reyes y pueblos del orbe, príncipes y jefes del mundo; los jóvenes y también las doncellas, los viejos junto con los niños.
Aleluya!

Alaben el nombre del Señor, el único nombre sublime. Su majestad sobre el cielo y la tierra; él acrece el vigor de su pueblo.
Aleluya!

Alabanza de todos sus fieles; de Israel, su pueblo escogido.
Aleluya!

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la empleen!.
Aleluya.

Evangelio

Dichoso el vientre que te llegó

† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 27-28

Gloria a ti, señor.

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a las turbas, una mujer de entre el gentío levantó la voz diciendo:
"¡Dichosos el vientre que te llevó y los pechos que te criaron!"
pero él repuso:
Mejor: ¡Dichoso los que escuchaban la palabra de Dios y la cumplen!
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

El amor y la gracia de tu Hijo, hecho hombre por nosotros, sea nuestro socorro, Señor; y el que al nacer de la Virgen no menoscabó la integridad de su Madre, sino que la santificó, nos libre del peso de nuestros pecados y vuelva así aceptable nuestra ofrenda delante de tus ojos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

María, imagen de la humanidad nueva

En verdad es justo darte gracias, Padre Santo, fuente de la vida y de la alegría.
Porque en esta etapa final de la historia has querido revelarnos el misterio escondido desde siglos, para que así el mundo entero retorne a la vida y recobre la esperanza. En Cristo, nuevo Adán, y en María, nueva Eva, se revela el misterio de tu Iglesia, como primicia de la humanidad redimida. Por este inefable don la creación entera, con la fuerza del Espíritu Santo, emprende de nuevo su camino hacia la Pascua eterna.
Por eso,
nosotros, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos a una voz el himno de tu gloria:

Antífona de la Comunión

Dichoso el vientre de María, la Virgen, que llevó al Hijo del Eterno Padre.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Al recibir estos sacramentos, Señor imploramos de tu misericordia que cuantos nos gozamos en la festividad de María, siempre Virgen, nos entreguemos como ella al servicio de tu plan de salvación sobre los hombres.
por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén


Meditación diaria

 

25ª semana. Miércoles

VISITAR A LOS ENFERMOS

— Imitar a Cristo en su compasión por los que sufren.

— Llevar a cabo lo que Él haría en esas circunstancias.

— Con la caridad, la mirada se hace más penetrante para percibir los bienes divinos.

I. Entre las obras de misericordia corporales, la Iglesia ha vivido desde los primeros tiempos la de visitar y acompañar a quien padece una enfermedad, aliviándole en lo posible y ayudándole a santificar ese estado. Ha insistido siempre en la necesidad y en la urgencia de esta manifestación de caridad, que tanto nos asemeja al Maestro y que tanto bien hace al enfermo y a quien la practica. "Ya se trate de niños que han de nacer, ya de personas ancianas, de accidentados o de necesitados de cura, de impedidos física o mentalmente, siempre se trata del hombre, cuya credencial de nobleza está escrita en las primeras páginas de la Biblia: Dios creó al hombre a su imagen (Gen 1, 27). Por otra parte, se ha dicho a menudo que se puede juzgar de una civilización según su manera de conducirse con los débiles, con los niños, con los enfermos, con las personas de la tercera edad..."1. Allí donde se encuentra un enfermo ha de ser "el lugar humano por excelencia donde cada persona es tratada con dignidad; donde experimente, a pesar del sufrimiento, la proximidad de hermanos, de amigos"2.

Los Evangelios no se cansan de ponderar el amor y la misericordia de Jesús con los dolientes y sus constantes curaciones de enfermos. San Pedro compendia la vida de Jesús en Palestina con estas palabras en casa de Cornelio: Jesús el de Nazaret... pasó haciendo el bien y sanando...3. "Curaba a los enfermos, consolaba a los afligidos, alimentaba a los hambrientos, liberaba a los hombres de la sordera, de la ceguera, de la lepra, del demonio y de diversas disminuciones físicas; tres veces devolvió la vida a los muertos. Era sensible a todo sufrimiento humano, tanto del cuerpo como del alma"4. No pocas veces se hizo encontradizo con el dolor y la enfermedad. Cuando ve al paralítico de la piscina, que llevaba ya treinta y ocho años con su dolencia, le preguntó espontáneamente: ¿Quieres curar?5. En otra ocasión se ofrece a ir a la casa donde estaba el siervo enfermo del Centurión6. No huye de las dolencias tenidas por contagiosas y más desagradables: al leproso de Cafarnaún, a quien podía haber curado a distancia, se le acercó y, tocándole, le curó7. Y, como leemos en el Evangelio de la Misa de hoy8, cuando envía por vez primera a los Apóstoles para anunciar la llegada del Reino, les dio a la vez potestad para curar enfermedades.

Nuestra Madre la Iglesia enseña que visitar al enfermo es visitar a Cristo9, servir al que sufre es servir al mismo Cristo en los miembros dolientes de su Cuerpo místico. ¡Qué alegría tan grande oír un día de labios del Señor: Ven, bendito de mi Padre, porque estuve enfermo y me visitaste...! Me ayudaste a sobrellevar aquella enfermedad, el cansancio, la soledad, el desamparo...

Examinemos hoy cómo es nuestro trato con quienes sufren, qué tiempo les dedicamos, qué atención... "—Niño. —Enfermo. —Al escribir estas palabras, ¿no sentís la tentación de ponerlas con mayúscula?

"Es que, para un alma enamorada, los niños y los enfermos son Él"10.

II. La misericordia en el hombre es uno de los frutos de la caridad, y consiste en "cierta compasión de la miseria ajena, nacida en nuestro corazón, por la que –si podemos– nos vemos movidos a socorrerla"11. Es propio de la misericordia volcarse sobre quien padece dolor o necesidad, y tornar sus dolores y apuros como cosa propia, para remediarlos en la medida en que podamos. Por eso, cuando visitamos a un enfermo no estamos como cumpliendo un deber de cortesía; por el contrario, hacemos nuestro su dolor, procuramos aliviarlo, quizá con una conversación amable y positiva, con noticias que le agraden, prestándole pequeños servicios, ayudándole a santificar ese tesoro de la enfermedad que Dios ha puesto en sus manos, quizá facilitándole la oración, o leyéndole algún libro bueno, cuando sea oportuno... Procuramos obrar como Cristo lo haría, pues en su nombre prestamos esas pequeñas ayudas, y nos comportamos a la vez como si acudiéramos a visitar a Cristo enfermo, que tiene necesidad de nuestra compañía y de nuestros desvelos.

Cuando visitamos a una persona enferma o de alguna manera necesitada hacemos el mundo más humano, nos acercamos al corazón del hombre, a la vez que derramamos sobre él la caridad de Cristo, que Él mismo pone en nuestro corazón. "Se podría decir –escribe el Papa Juan Pablo II– que el sufrimiento presente bajo tantas formas diversas en el mundo, está también presente para irradiar el amor al hombre, precisamente en ese desinteresado don del propio "yo" en favor de los demás hombres, de los hombres que sufren. Podría decirse que el mundo del sufrimiento humano invoca sin pausa otro mundo: el del amor humano; y aquel amor desinteresado, que brota en su corazón y en sus obras, el hombre lo debe de algún modo al sufrimiento"12. ¡Cuánto bien podemos hacer siendo misericordiosos con el sufrimiento ajeno! ¡Cuántas gracias produce en nuestra alma! El Señor agranda nuestro corazón y nos hace entender la verdad de aquellas palabras del Señor: Es mejor dar que recibir13. Jesús es siempre un buen pagador.

III. La misericordia –afirma San Agustín– es "el lustre del alma", pues la hace aparecer buena y hermosa14 y cubre la muchedumbre de los pecados15, pues "el que comienza a compadecerse de la miseria de otro, empieza a abandonar el pecado"16. Por eso es tan oportuno que nos acompañe ese amigo que tratamos de acercar a Dios cuando vamos a visitar a un enfermo. La preocupación por los demás, por sus necesidades, por sus apuros y sufrimientos, da al alma una especial finura para entender el amor de Dios. Afirma San Agustín que amando al prójimo limpiamos los ojos para poder ver a Dios17. La mirada se hace más penetrante para percibir los bienes divinos. El egoísmo endurece el corazón, mientras que la caridad dispone para gozar de Dios. Aquí la caridad es ya un comienzo de la vida eterna18, y la vida eterna consistirá en un acto ininterrumpido de caridad19. ¿Qué mejor recompensa, por ir a visitarlo, podría darnos el Señor, sino Él mismo? ¿Qué mayor premio que aumentar nuestra capacidad de querer a los demás? "Por mucho que ames, nunca querrás bastante.

"El corazón humano tiene un coeficiente de dilatación enorme. Cuando ama, se ensancha en un crescendo de cariño que supera todas las barreras.

"Si amas al Señor, no habrá criatura que no encuentre sitio en tu corazón"20.

Ancianos y enfermos, personas tristes y abandonadas, forman hoy una legión cada vez mayor de seres dolientes que reclaman la atención y la ayuda particular de nosotros los cristianos. "Habrá entre ellos quienes sufran en sus domicilios los rigores de la enfermedad o de la pobreza vergonzante, aunque esos quizá sean los menos. Existen actualmente, como es sabido, numerosos hospitales o residencias de ancianos, promovidos por el Estado y por otras instituciones, bien dotados en lo material y destinados a acoger a un creciente número de necesitados. Pero esos grandes edificios albergan con frecuencia a multitudes de individuos solitarios, que viven espiritualmente en completo abandono, sin compañía ni cariño de parientes y amigos"21. Nuestra atención y compañía a estas personas que sufren atraerá sobre nosotros la misericordia del Señor, de la que andamos tan necesitados.

En la Liturgia de las Horas, se dirige hoy al Señor una petición que bien podemos hacer nuestra al terminar la oración: Haz que sepamos descubrirte a Ti en todos nuestros hermanos, sobre todo en los que sufren y en los pobres22. Muy cerca de quienes sufren encontramos siempre a María. Ella dispone nuestro corazón para que nunca pasemos de largo ante un amigo enfermo, y ante quien padece necesidad en el alma o en el cuerpo.

1 Pablo VI, Alocución 24-V-1974. — 2 Ibídem. — 3 Hech 10, 38. — 4 Juan Pablo II, Carta Apost. Salvifici doloris, 11-II-1984, 16. — 5 Jn 5, 6. — 6 Cfr. Mt 8, 7. — 7 Mt 8, 3. — 8 Lc 9, 1-6. — 9 Cfr. Mt 25, 36-44 ss. — 10 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 19. — 11 San Agustín, La Ciudad de Dios, 9, 5. — 12 Juan Pablo II, loc cit., 29. — 13 Hech 20, 35. — 14 San Agustín, en Catena Aurea, vol. VI, p. 48. — 15 Cfr. 1 Pdr 4, 8. — 16 San Agustín, loc., cit. — 17 ídem, Comentario al Evangelio de San Juan, 17, 8. — 18 1 Jn 3, 14. — 19 Cfr. Santo Tomás, Suma Teológica, 1-2, q. 114, a. 4. — 20 San Josemaría Escrivá, Vía Crucis, VIII, 5. — 21 J. Orlandis, 8 Bienaventuranzas, EUNSA. Pamplona 1982, p. 105. — 22 Liturgia de las Horas, Preces de Laudes.



24 de septiembre

NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED*

Memoria

— Nuestra Madre Santa María, eficaz intercesora para librarnos de todas las ataduras.

— Sus manos están llenas de gracias y de dones.

— Acudir siempre a su Maternidad divina.

I. Proclama mi alma la grandeza del Señor, porque auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres1.

A la Virgen Santísima se la venera con el título de la Merced en muchos lugares de Aragón, Cataluña y del resto de España y de América latina. Bajo esta advocación nació una Orden religiosa, que tuvo como misión rescatar cautivos cristianos en poder de los musulmanes. "Todos los símbolos de las imágenes de la Merced nos recuerdan su función liberadora: cadenas rotas y grilletes abiertos, como sus brazos y manos extendidas ofreciendo la libertad..., su Hijo Redentor"2. Hoy, la Orden dedica sus afanes principalmente a librar a las almas de los cristianos de las cadenas del pecado, más fuertes y más duras que las de la peor de las prisiones. En la fiesta de nuestra Madre, debemos acordarnos de nuestros hermanos que de diferentes modos sufren cautiverio o son marginados a causa de su fe, o padecen en un ambiente hostil a sus creencias. Se trata en ocasiones de una persecución sin sangre, la de la calumnia y la maledicencia, que los cristianos tuvieron ya ocasión de conocer desde los orígenes de la Iglesia y que no es extraña en nuestros días, incluso en países de fuerte tradición cristiana.

Dios padece, también hoy, en sus miembros. Naturalmente, "no llora en los cielos, donde habita en una luz inaccesible y donde goza eternamente de una felicidad infinita. Dios llora en la tierra. Las lágrimas se deslizan ininterrumpidamente por el rostro divino de Jesús, que, aun siendo uno con el Padre celestial, aquí en la tierra sobrevive y sufre (...). Y las lágrimas de Cristo son lágrimas de Dios.

"De este modo, Dios llora en todos los afligidos, en todos los que sufren, en todos los que lloran en nuestro tiempo. No podemos amarlo si no enjugamos sus lágrimas"3. La Pasión de Cristo, en cierto modo, continúa en nuestros días. Sigue pasando con la Cruz a cuestas por nuestras calles y plazas. Y nosotros no podemos quedar indiferentes, como meros espectadores.

Hemos de tener un corazón misericordioso para todos aquellos que sufren la enfermedad o se encuentran necesitados. Debemos pedir unidos en la Comunión de los Santos por todos aquellos que de algún modo sufren a causa de su fe, para que sean fuertes y den testimonio de Cristo. Y de modo muy particular hemos de vivir la misericordia con aquellos que experimentan el mayor de los males y de las opresiones: la del pecado.

La Primera lectura de la Misa4 nos habla de Judit, aquella mujer que con gran valentía liberó al Pueblo elegido del asedio de Holofernes. Así cantaban todos, llenos de alegría: Tú eres la gloria de Jerusalén, tú eres el honor de Israel, tú eres el orgullo de nuestra raza. Con tu mano lo hiciste, bienhechora de Israel... La Iglesia aplica a la Virgen María de la Merced este canto de júbilo, pues Ella es la nueva Judit, que con su fiat trajo la salvación al mundo, y cooperó de modo único y singular en la obra de nuestra salvación. Asociada a su Pasión junto a la Cruz, es ahora elevada a la ciudad celeste, abogada nuestra y dispensadora de los tesoros de la redención5. A la Virgen de la Merced acudimos hoy como eficaz intercesora, para que mueva a esos amigos, parientes o colegas que se encuentran alejados de su Hijo para que se acerquen a Él, especialmente a través del sacramento de la Penitencia, y para que fortalezca y alivie a quienes de alguna forma sufren persecución por ser fieles en su fe.

A Ella acudimos también para pedirle por esas pequeñas necesidades que la familia tiene, y que tan necesarias nos son también a nosotros. Nuestra Madre del Cielo siempre se distinguió por su generosidad en conceder mercedes.

II. En el Evangelio de la Misa leemos el momento en que el Señor nos dio a su Madre como Madre nuestra: Jesús, al ver a su Madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su Madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego, dijo al discípulo: Ahí tienes a tu Madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa6. Nos dio a María como Madre amantísima7. Ella cuida siempre con afecto materno a los hermanos de su Hijo que se hallan en peligros y ansiedad, para que, rotas las cadenas de toda opresión, alcancen la plena libertad del cuerpo y del espíritu8. Sus manos están siempre llenas de gracias y dones de mercedes- para derramarlos sobre sus hijos. Siempre que nos encontremos en un apuro, en una necesidad, hemos de acudir, como por instinto, a la Madre del Cielo. Especialmente si en algún momento se nos presenta una dificultad interior esos nudos y enredos que el demonio tiende a poner en las almas que separan de los demás y hacen dificultoso el camino que lleva a Dios. Ella es Auxilio de los cristianos, como le decimos en las Letanías, nuestro auxilio y socorro en esta larga singladura que es la vida, en la que encontraremos vientos y tormentas.

De mil maneras, los cristianos hemos acudido a Nuestra Señora: visitando sus santuarios, en medio de la calle, cuando se ha presentado la tentación, con el rezo del Santo Rosario... Uno de los testimonios más antiguos de la devoción filial a la Virgen se halla en esa oración tantas veces repetida: Sub tuum praesidium confugimus... "Nos acogemos bajo tu protección, Santa Madre de Dios: no desprecies las súplicas que te dirigimos en nuestra necesidad, antes bien sálvanos siempre de todos los peligros, Virgen gloriosa y bendita"9, y en la oración Memorare o Acordaos, que podemos rezar cada día por aquel de la familia que más lo necesite.

A Ella le decimos con versos de un poeta catalán, puestos en una hornacina de una calle de Barcelona: Verge i Mare // consol nostre, // femnos trobar el bon camí. // Jo sóc home, // sóc fill vostre. // Vos l'estel, yo el pelegrí. "Virgen y Madre, consuelo nuestro, haznos encontrar el buen camino. Yo soy hombre, soy hijo vuestro. Tú eres la estrella, yo el peregrino". Tú iluminarás siempre mi camino.

III. Mujer, ahí tienes a tu hijo. Al aceptar al Apóstol Juan como hijo suyo muestra su amor incomparable de Madre. "Y en aquel hombre oraba el Papa Juan Pablo II te ha confiado a cada hombre, te ha confiado a todos. Y Tú, que en el momento de la Anunciación, en estas sencillas palabras: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra (Lc 1, 38), has concentrado todo el programa de tu vida, abrazas a todos, buscas maternalmente a todos (...). Perseveras de manera admirable en el misterio de Cristo, tu Hijo unigénito, porque estás siempre dondequiera están los hombres sus hermanos, dondequiera está la Iglesia"10. Sus manos se encuentran siempre llenas de gracias, siempre dispuestas a derramarlas sobre sus hijos.

San Juan recibió a María en su casa y cuidó con suma delicadeza de Ella hasta que fue asunta a los Cielos en cuerpo y alma: Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa. "Los autores espirituales han visto en esas palabras, que relata el Santo Evangelio, una invitación dirigida a todos los cristianos para que pongamos también a María en nuestras vidas. En cierto sentido, resulta casi superflua esa aclaración. María quiere ciertamente que la invoquemos, que nos acerquemos a Ella con confianza, que apelemos a su maternidad, pidiéndole que se manifieste como nuestra Madre"11. ¡Muestra que eres Madre! ¡Tantas veces se lo hemos pedido! Jamás ha dejado de escucharnos. No olvidemos nunca que la presencia de la Virgen en la Iglesia, y por tanto en la vida de cada uno, es siempre "una presencia materna"12, que tiende a facilitarnos el camino, a librarnos de los descaminos -pequeños o grandes a los que nos induce nuestra torpeza. ¡Qué sería de nosotros sin sus desvelos de madre! Procuremos nosotros ser buenos hijos.

Nuestra Señora está siempre atenta a sus hijos. Continúa el poeta catalán diciendo: ¿Per que ens miren, Verge Santa, // amb aquests ulls tan oberts?... ¿Por qué nos miras, Virgen Santa, // con esos ojos tan abiertos? // ¡Crea siempre en el alma // un santo estremecimiento! // Que los milagros de antaño // se repitan hoy en día, // ¡líbranos del pecado // y de una vil cobardía!

1 Antífona de entrada. Lc 1, 46. 54-55. — 2 A. Vázquez, Santa María de la Merced, Madrid 1988, p. 86. — 3 W. Van Straten, Dios llora en la tierra, BAC, 5.ª ed., Madrid 1981, pp. 7-8. — 4 Jdt 15, 8-10; 16, 13-14. — 5 Misas de la Virgen María, l, n. 43. Prefacio. — 6 Jn 19, 26-27. — 7 Oración después de la Comunión. — 8 Cfr. Prefacio de la Misa. — 9 A. G. Hamman, Oraciones de los primeros cristianos, Rialp, Madrid 1956. — 10 Juan Pablo II, Homilía en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, 27-I-1979. — 11 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 140. — 12 Cfr. Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, 25-III-1987, 24.

* Esta fiesta conmemora la fundación de la Orden de los Mercedarios, dedicada en sus orígenes a la redención de cautivos. Cuenta una piadosa tradición que la Santísima Virgen se apareció la misma noche al rey Jaime I de Aragón, a San Raimundo de Peñafort y a San Pedro Nolasco, pidiéndoles que instituyesen una Orden con el fin de libertar a los cristianos que habían caído en poder de los musulmanes. En recuerdo de este hecho se creó esta fiesta, que el Papa Inocencio XII extendió a toda la Cristiandad en el siglo xvii. Actualmente se celebra en algunos lugares. Tiene una Misa propia en las Misas de la Virgen María, publicadas por Juan Pablo II. Es la Patrona de Barcelona.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

 

Nuestra Señora de la Merced

Patrona de Barcelona
y de República Dominicana

En castellano se le ha llamado en plural, Virgen de las Mercedes, que no corresponde con el sentido originario de la advocación.

El significado del título "Merced" es ante todo "misericordia". La Virgen es misericordiosa y también lo deben ser sus hijos. Esto significa que recurrimos a ella ante todo con el deseo de asemejarnos a Jesús misericordioso.

MARÍA Y PEDRO NOLASCO

Eran tiempos en que los musulmanes saqueaban las costas y llevaban a los cristianos como esclavos a África. La horrenda condición de estas víctimas era indescriptible. Muchos perdían la fe pensando que Dios les había abandonado. Pedro Nolasco era comerciante. Decidió dedicar su fortuna a la liberación del mayor número posible de esclavos. Recordaba la frase del evangelio: "No almacenéis vuestra fortuna en esta tierra donde los ladrones la roban y la polilla la devora y el moho la corroe. Almacenad en el cielo, donde no hay ladrones que roben, ni polilla que devore ni óxido que las dañe" (Mt 6,20).

Año 1203. El laico, Pedro Nolasco inicia en Valencia la redención de cautivos, redimiendo con su propio patrimonio a 300 cautivos. Forma un grupo dispuesto a poner en común sus bienes y organiza expediciones para negociar redenciones. Su condición de comerciantes les facilita la obra. Comerciaban para rescatar esclavos. Cuando se les acabó el dinero forman cofradías-para recaudar la "limosna para los cautivos". Pero llega un momento en que la ayuda se agota y Pedro Nolasco se plantea entrar en alguna orden religiosa o retirarse al desierto. Entra en una etapa de reflexión y oración profunda.

LE RESPONDE LA VIRGEN

Nolasco pide a Dios ayuda y, como signo de la misericordia divina, le responde la Virgen que funde una congregación liberadora. La noche del 1 al 2 de agosto de 1218, la Virgen se les apareció a Pedro Nolasco, a Raimundo de Peñafort, y al rey Jaime I de Aragón, y les comunicó a cada uno su deseo de fundar una congregación para redimir cautivos. La Virgen María movió el corazón de Pedro Nolasco para formalizar el trabajo que el y sus compañeros estaban ya haciendo. La Virgen llama a Pedro Nolasco y le revela su deseo de ser liberadora a través de una orden dedicada a la liberación de los cautivos de los musulmanes, expuestos a perder la fe. Nolasco le dice a María:

-¿Quién eres tú, que a mí, un indigno siervo, pides que realice obra tan difícil, de tan gran caridad, que es grata Dios y meritoria para mi?:

-"Yo soy María, la que le dio la carne al Hijo de Dios, tomándola de mi sangre purísima, para reconciliación del género humano. Soy la que recibió la profecía de Simeón, cuando ofrecí a mi Hijo en el templo:"Mira que éste ha sido puesto para ruina y resurrección de muchos en Israel; ha sido puesto como signo de contradicción: y a ti misma una espada vendrá a atravesarte por el alma":

-¡Oh Virgen María, madre de gracia, madre de misericordia! ¿Quién podrá creer que tú me mandas?:

-"No dudes en nada, porque es voluntad de Dios que se funde esta congregaciónn en honor mío; será una familia cuyos hermanos, a imitación de mi hijo Jesucristo, estarán puestos para ruina y redención de muchos en Israel y serán signo de contradicción para muchos."

LA INSTITUCION NUEVA

Pedro Nolasco, funda la congregación, apoyado por el Rey Jaime I de Aragón, el Conquistador y aconsejado por San Raimundo de Peñafort. Su espiritualidad se fundamenta en Jesús, el liberador de la humanidad y en la Virgen, la Madre liberadora e ideal de la persona libre. Los mercedarios querían ser caballeros de la Virgen María al servicio de su obra redentora. Por eso la honran como Madre de la Merced o Virgen Redentora. En el capítulo general de 1272, los frailes toman el nombre de La Orden de Santa María de la Merced, de la redención de los cautivos, mercedarios. El Padre Antonio Quexal, siendo general de la Merced en 1406, dice: "María es fundamento y cabeza de nuestra orden".

EN LA CATEDRAL DE BARCELONA

El 10 de agosto de 1218 en el altar mayor de la Catedral de Barcelona, en presencia del rey Jaime I de Aragón y del obispo Berenguer de Palou, se crea la nueva institución. Pedro y sus compañeros vistieron el hábito y recibieron el escudo con las cuatro barras rojas sobre un fondo amarillo de la corona de Aragón y la cruz blanca sobre fondo rojo, titular de la catedral de Barcelona. Pedro Nolasco reconoció siempre a María Santísima como la auténtica fundadora de la congregación mercedaria.

LA VIRGEN DE LA MERCED, LA FUNDADORA

El título mariano de la Merced tiene su origen en Barcelona, España, cuando muchos eran cautivos de los moros y en su desesperación y abandono estaban en peligro de perder la fe . La Virgen de La Merced, manifesta su misericordia por para atenderlos y liberarlos. La talla de la imagen de la Merced venerada en la basílica de la Merced de Barcelona es del siglo XIV, de estilo sedente, como las románicas. He subido piadosamente a su camarín y he comprobado su aspecto imponente por su talla extraordinaria e impresionante. El año 1696, el papa Inocencio XII extendió la fiesta de la Virgen de la Merced a toda la Iglesia el 24 de septiembre.

ACTUALIDAD DEL CARISMA

El carisma mercedario de liberar a los cautivos sigue siendo tan necesario como siempre. María ofreció todo su ser para que viva el Hijo de Dios encarnado. En el cántico del Magníficat (Lc 1, 46), María expresa la liberación de Dios. El Papa Juan Pablo II dijo que "María es la imagen más perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad". La Virgen continúa velando por sus hijos cautivos de Satanás (LG 62) y nos pide nuestra cooperación. Nosotros debemos dar nuestra vida para que su Hijo viva en nosotros y así pueda liberar a nuestros hermanos. Ella nos enseñará como hacerlo.

DIOS PADRE DE MISERICORDIA, MARÍA MADRE DE MISERICORDIA.

Dios es Padre de Misericordia, María es Madre de Misericordia. Ella refleja la misericordia de Dios, sufriéndolo todo por sus hijos. Los cristianos debemos también reflejar la misericordia de Dios sufriéndolo todo por amor. "Mirad la hondura o cavidad del lago de donde habéis sido tomados, las entrañas de la Madre de Dios" - Las obras de misericordia que la Virgen pidió incluyen la visita, el acompañamiento y la ayuda a los que salen de la cárcel.

UNA CONGREEGACION LAICAL

Así fue en los primeros tiempos. Su primera ubicación fue el hospital de Santa Eulalia, junto al palacio real. en Barcelona. Allí recogían a indigentes y a cautivos que regresaban de tierras de moros y no tenían donde ir. Seguían la labor que ya antes hacían de crear conciencia sobre los cautivos y recaudar dinero para liberarlos. Salían cada año en expediciones redentoras. San Pedro continuó sus viajes personalmente en busca de esclavos cristianos. En Argelia, África, lo hicieron prisionero pero logró conseguir su libertad. Aprovechando sus dones de comerciante, organizó con éxito por muchas ciudades colectas para los esclavos.

CUARTO VOTO

Además de los tres votos de la vida religiosa, pobreza, castidad y obediencia, hacían un cuarto voto: dedicar su vida a liberar esclavos. Se comprometían a quedarse en lugar de algún cautivo que estuviese en peligro de perder la fe, cuando el dinero no alcanzara a pagar su redención. Así lo hizo San Pedro Ermengol, un noble que entró en la orden tras una juventud disoluta. Este cuarto voto distinguió a la nueva comunidad de mercedarios. El Papa Gregorio IX aprobó la comunidad y San Pedro Nolasco fue nombrado Superior General. El rey Jaime decía que la conquista de Valencia, se debía a las oraciones de Pedro Nolasco. Cada triunfo que obtenía lo atribuía a sus oraciones.

DESCANSA YA, SIERVO BUENO Y FIEL

Pedro Nolasco, a los 77 años, pronunció el Salmo 76: "Tú, oh Dios, haciendo maravillas, mostraste tu poder a los pueblos y con tu brazo has rescatado a los que estaban cautivos y esclavizados". y se durmió en el regazo de la Virgen. Su intercesión logró muchos milagros y fue canonizado en 1628.

En el año 1696, el papa Inocencio XII extendió la fiesta de la Virgen de la Merced a toda la Iglesia, y fijó su fecha el 24 de septiembre.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Pacífico, Santo Sacerdote, Septiembre 24  

Pacífico, Santo

Presbítero Franciscano

Martirologio Romano: En Sanseverino Marche, del Piceno, en Italia, san Pacífico de San Severino, presbítero de la Orden de Hermanos Menores, preclaro por sus penitencias, amor a la soledad y oración ante el Santísimo Sacramento (1721).

Etimología: Pacífico = manso, humilde. Viene de la lengua latina.


San Pacífico de San Severiano, desde la primera niñez solamente conoció adversidades y que malogró cada uno de sus intentos sucesivos de hacer lo que se proponía.

Huérfano a los cuatro años, pobre, maltratado por los parientes que le acogieron, pareció que iba a encontrar en el claustro lo que el mundo le negaba, y en 1670 ingresó en un convento de franciscanos reformados. Su camino parecía claro, ser profesor de filosofía, pero según él mismo "no se necesitan doctores, sino apóstoles", y pide una ocupación más activa.

Está terminando el siglo XVII, se avecina la gran tormenta de la Ilustración, y será predicador en tareas misionales, hasta que este servicio se le hace imposible por tener los pies hinchados y cubiertos de llagas. ¿Qué va a hacer un apóstol que no puede caminar? Dedicarse a la confesión, pero la sordera absoluta le impide ejercer este ministerio. Un confesor que no puede oír...

Más aún, quedará ciego, ya ni celebrar la misa, ni salir de su celda. Y entonces en este desamparo le falta incluso el consuelo de sus hermanos de religión, y el sacristán y el enfermero que le cuidan le maltratan de palabra y de obra, como acosándole en su último refugio.

Así durante años hasta la muerte, como un nuevo Job, desposeído de todo excepto de paciencia y de amor a Dios, siervo inútil que se santifica por su misma obligada inutilidad.

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Fuente: www.telefonica.net
Dalmacio Moner, Beato Presbítero Dominíco, Septiembre 24  

Dalmacio Moner, Beato

Presbítero Dominico

Martirologio Romano: En Girona, de Cataluña, en España, beato Dalmacio Moner, presbítero de la Orden de Predicadores, conocido por su amor a la soledad y al silencio (1341).

San Dalmacio Moner (san Dalmau Moner para los catalanes) nace el año 1289 en Santa Coloma de Farners, a unos 20 kms. de la ciudad de Girona. Sus padres eran de condición económica acomodada, como consta por su comparecencia en diversos juicios sobre conflictos de bienes, relatados en documentos de la época.

Cursó estudios elementales con los padres benedictinos, En Gerona, donde radicó en su adolescencia y juventud, aprendió las artes liberales; en esa época conoció a los padres dominicos, a quienes admiró por sus conocimientos.

Estudió lógica en Montpellier, profesó en 1314 en la Orden de los Predicadores, concluyó filosofía en Valencia y se doctoró en teología.

Fue docente en Castelló, Tarragona y Cervera. Se distinguió por la extrema obediencia a la Regla Dominica, su entrega a la oración, estudio y predicación; promovió vocaciones entre los jóvenes, además de ser consejero de prelados, reyes y catedráticos.
Contribuyó en la organización de nuevos conventos y formó centros de espiritualidad y apostolado. En vida, los frailes y el pueblo lo reconocían como santo; le llamaban "el fraile que habla con el ángel", debido a su piedad y silencio; además, se le atestiguaron levitaciones y favores considerados milagrosos.

Fray Dalmacio practicó la austeridad también en el alimento, vestido y aposento. Durante su vida religiosa, no sólo fue solícito en el cumplimiento de los ayunos y abstinencias, prescritos por las Constituciones dominicanas, sino que renunció del todo a comer carne (salvo en caso de enfermedad) y procuraba alimentarse de verduras endurecidas -a veces de raíces- y de legumbres, cocidas y preferentemente frías. Cuando había de compartir la misma comida que los otros religiosos en el refectorio, evitaba los platos sabrosos o les echaba agua para quitarles el sabor. En cuanto a la vestimenta, usaba hábitos viejos y apedazados, aunque procuraba ir limpio.

Cuando le regalaban un hábito o una capa, pedía a otro religioso que la usase primero él hasta envejecerla por el uso. Su celda era pequeña y angosta, una de las destinadas a los novicios o jóvenes estudiantes. Oraba hasta altas horas de la noche y, cuando le vencía el sueño, se acostaba sobre un saco de sarmientos, a modo de colchón, y reposaba su cabeza sobre un saco rellenado de paja sin cortar, a modo de almohada.
En los cuatro últimos años de su vida vivió una vida de extrema austeridad. Empeñado en dedicar los últimos años de su vida a la contemplación y a la mortificación de su cuerpo, obtuvo del P. Maestro General de los dominicos en 1336 un permiso especial para ir a vivir y morir en la Cueva de Santa Magdalena, conocida aún hoy día como La Sainte Baume, situada cerca de Marsella y custodiada por los frailes dominicos franceses. Vivió allí unos meses, pero tuvo que volver a Girona por asuntos urgentes.
Entonces fue cuando empezó el cuatrienio más severo de su vida en Girona. Volvió a conseguir del P. Maestro General un permiso especial para vivir como anacoreta en una cueva angosta y húmeda excavada en una de las laderas de la amplia huerta del Convento de Santo Domingo. Allí pasó los cuatro últimos años de su vida dedicado a la oración, contemplación y penitencia, con la única obligación comunitaria de acudir al convento a las horas de las comidas y de los rezos en el coro.

El P. Diago resume su muerte con estas palabras: "Recibidos los Santos Sacramentos de la Iglesia, estando presentes los frailes más importantes de la Provincia que habían acudido a aquel convento para celebrar el capítulo y, rogando por él, murió dichosamente de edad de cincuenta años en aquella áspera cueva a 24 de septiembre del año de 1341.

Su culto fue confirmado por Inocencio XIII de 13 de agosto de 1721.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Gerardo Sagredo, Santo Obispo y Mártir, Septiembre 24  

Gerardo Sagredo, Santo

Obispo y Mártir

Martirologio Romano: En Panonia (hoy Hungría), san Gerardo Sagredo, obispo de la sede de Morisena (hoy Csanad) y mártir, que fue preceptor de san Emerico, príncipe adolescente hijo del rey san Esteban, y en una sedición de húngaros paganos murió apedreado cerca del río Danubio (1046).

Etimología: Gerardo = Audaz con la lanza, viene del germano


San Gerardo, algunas veces llamado Sagredo, fue el apóstol de un vasto distrito de Hungría.

Era originario de Venecia, donde nació a principios del siglo once. Desde muy joven, se consagró al servicio de Dios en el monasterio benedictino de San Giorgio Maggiore en Venecia, pero al cabo de algún tiempo, abandonó el convento para hacer una peregrinación a Jerusalén.

Al pasar por Hungría, conoció al rey San Esteban, a quien impresionaron tanto las cualidades de Gerardo, que lo retuvo para que fuese el tutor de su hijo, el Beato Emeric. Al tiempo que ejercía sus funciones de educador, el santo predicó la palabra de Dios con mucho éxito. Cuando San Esteban fundó la sede episcopal de Csanad, nombró a Gerardo como su primer obispo. La gran mayoría de los habitantes del lugar eran paganos, y los pocos que llevaban el nombre de cristianos, eran ignorantes, salvajes y brutales, pero San Gerardo trabajó entre ellos con tan buenos frutos que, en poco tiempo, el cristianismo progresó considerablemente. Siempre que le era posible, unía Gerardo la perfección en su desempeño de la tarea episcopal con el recogimiento de la vida contemplativa que le fortalecía para continuar con sus funciones. Además, Gerardo fue investigador y escritor; entre sus obras figura una inconclusa disertación sobre el Himno de los Tres Jóvenes (Daniel III) y otros escritos que se perdieron con el correr del tiempo.

El rey Esteban secundó el celo del buen obispo en tanto que vivió, pero a su muerte, ocurrida en 1038, el reino quedó en la anarquía a causa de las disputas por la sucesión al trono y, al mismo tiempo, estalló una rebelión contra el cristianismo.

Las cosas iban de mal en peor, hasta el extremo de que, virtualmente, se declaró una abierta persecución contra los cristianos. Por entonces, Gerardo, que celebraba la misa en la iglesita de una aldea junto al Danubio, llamada Giod, tuvo la premonición de que aquel mismo día habría de recibir la corona del martirio. Terminada la visita a la aldea, el obispo y su comitiva partieron hacia la ciudad de Buda.

Ya se disponían a cruzar el río, cuando fueron detenidos por una partida de soldados al mando de un oficial, idólatra recalcitrante y acérrimo enemigo hasta de la memoria del rey Esteban. Sin mediar palabra, los soldados comenzaron a lanzar piedras contra San Gerardo y sus gentes, que se hallaban dentro de la barca, amarrada a un pilote. Algunos de ellos se metieron al agua, volcaron la embarcación y sacaron a rastras al santo obispo. Asido a los brazos de sus captores, se incorporó hasta ponerse de rodillas y oró en voz alta con las palabras de San Esteban, el Protomártir: "¡Señor, no les toméis en cuenta esta culpa!" Apenas había pronunciado estas palabras cuando le atravesaron el pecho con una lanza.

Los soldados arrastraron el cuerpo hasta el borde de un acantilado que lleva el nombre de Blocksberg y arrojaron el cadáver al Danubio. Era el 24 de septiembre de 1046. La muerte heroica de San Gerardo produjo un profundo efecto entre el pueblo que, desde el primer momento, comenzó a venerarlo como mártir. Sus reliquias fueron colocadas en un santuario, en 1083, al mismo tiempo que las de San Esteban y las de su hijo, el Beato Emeric. En 1333, la República de Venecia obtuvo del rey de Hungría la concesión de trasladar la mayor parte de las reliquias de San Gerardo a la iglesia de Nuestra Señora, en la isla de Murano, vecina a Venecia donde hasta hoy se venera al santo como al protomártir de aquel lugar donde vino al mundo.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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