JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 19, 41-44
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, lloró por ella y exclamó:
"¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero eso está oculto a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, te atacarán por todas partes y te arrasarán; matarán a todos tus habitantes y no dejarán en ti piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento en que Dios ha venido a salvarte".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). ¿Qué pensaríamos de un cónyuge que le dice a su pareja: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
jue 33a. Ordinario año Par
Antífona de Entrada
Dios mío, ven en mi ayuda; Señor, date prisa en socorrerme. Tú eres mi auxilio y mi salvación: Señor, no tardes.
Oración Colecta
Oremos:
Ven, Señor, en ayuda de tus hijos; derrama tu bondad inagotable sobre los que te suplican, y renueva y protege la obra de tus manos en favor de los que te alaban como creador y como guía.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
El cordero fue sacrificado y nos redimió con su sangre
Lectura del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan 5, 1-10
Yo Juan, vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos. Y vi también un ángel poderoso que gritaba con fuerte voz:
"¿Quién es digno de abrir el libro y romper sus sellos?"
Y nadie en el cielo, ni en la tierra ni debajo de la tierra podía abrir el libro y ver su contenido. Entonces lloré desconsoladamente, porque no se encontró a nadie digno de abrir el libro y ver su contenido. Y uno de los ancianos me dijo:
"No llores; porque ha vencido el león de la tribu de Judá, el descendiente de David, y él abrirá el libro rompiendo sus siete sellos".
Vi entonces junto al trono, en medio de los cuatro seres vivientes y de los ancianos, un Cordero de pie con señales de haber sido degollado. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra. Se acerco el Cordero y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono; y cuando tomó el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante el Cordero; tenían cítaras y copas de oro llenas de incienso aromático, que son las oraciones de los santos. Y entonaron un cántico nuevo, diciendo:
"Eres digno de recibir el libro y romper sus sellos, porque fuiste degollado, y con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua y nación; y los constituiste en reino de sacerdotes que servirán a nuestro Dios y reinarán sobre la tierra".
Palabra de Dios.
Gloria a ti, Señor.
Salmo Responsorial
Sal 149, 1-2.3-4.5-6a. y 9b
Bendito sea el Señor.
Canten al Señor un canto nuevo, alábenlo en la asamblea de los fieles. Celebre Israel a su Creador, festejen los hijos de Sión a su Rey.
Bendito sea el Señor.
Que alaben su nombre con danzas, que toquen para él la pandereta y el arpa. Porque el Señor aprecia a su pueblo, concede a los débiles la victoria.
Bendito sea el Señor.
Que los fieles salten de alegría y hasta en sus lechos canten jubilosos: con vivas a Dios en la boca; será un honor para todos sus fieles.
Bendito sea el Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
No endurezcan su corazón como el día de la rebelión en el desierto, dice el Señor.
Aleluya.
Evangelio
¡Si comprendieras lo que conduce a la paz!
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 19, 41-44
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, lloró por ella y exclamó:
"¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero eso está oculto a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, te atacarán por todas partes y te arrasarán; matarán a todos tus habitantes y no dejarán en ti piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento en que Dios ha venido a salvarte".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Santifica, Señor, estos dones; y por medio del sacrificio de tu Hijo, transforma toda nuestra vida en una continua ofrenda.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Jesús, buen samaritano
En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro alabarte, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, en todos los momentos y circunstancias de la vida, en la salud y en la enfermedad, en el sufrimiento y en el gozo, por tu siervo, Jesús, nuestro Redentor.
Porque él, en su vida terrena, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal.
También hoy, como buen samaritano, se acerca a todo hombre que sufre en su cuerpo o en su espíritu, y cura sus heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza.
Por este don de tu gracia, incluso cuando nos vemos sumergidos en la noche del dolor, vislumbramos la luz pascual en tu Hijo, muerto y resucitado.
Por eso,
unidos a los ángeles y a los santos, cantamos a una voz el himno de tu gloria:
Antífona de la Comunión
Nos has enviado un pan del cielo, Señor, que encierra en sí toda delicia y satisface todos los gustos.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Protege, Señor, continuamente a quienes renuevas y fortaleces con esta Eucaristía, y hazlos dignos de alcanzar la salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
† Meditación diaria
33ª semana. Jueves
LAS LÁGRIMAS DE JESúS
— Jesús no queda indiferente ante la suerte de los hombres.
— Humanidad Santísima de Cristo.
— Tener los mismos sentimientos de Jesús.
I. Descendía Jesús por la vertiente occidental del monte de los Olivos dirigiéndose al Templo. Le acompañaba una multitud llena de fervor que gritaba alabanzas al Mesías. En un momento dado, Jesús se paró y contempló la ciudad de Jerusalén que se extendía a sus pies. Y al ver la ciudad lloró sobre ella1. Es un llanto inesperado que rompió la alegría de todos. En aquel instante, el Señor vio cómo quedaba destruida años más tarde la ciudad que tanto amaba, porque no conoció el tiempo de su visitación. El Mesías había estado por sus calles, había enseñado la Buena Nueva, sus habitantes habían visto milagros..., y siguieron igual. ¡Si conocieras en este día lo que puede traerte la paz! Pero ahora está oculto a tus ojos. Vendrán días en que tus enemigos te rodearán y te asediarán y te estrecharán por todas partes, y te arrasarán junto con tus hijos, porque no has conocido el tiempo en que Dios te ha visitado2.
A través de estas líneas se puede leer la angustia que oprimía el corazón del Señor. "Pero ¿por qué no entendía Jerusalén la gracia especialísima de conversión que se le ofrecía en aquel mismo día con el esplendor del triunfo de Jesús? ¿Por qué se obstinaba en cerrar los ojos a la luz? Ocasiones había tenido de reconocer a Jesús por su Mesías y su Redentor; esta que ahora se le da será la última. Si rechaza este postrer beneficio, todos los males descritos en la profecía caerán irremisiblemente sobre ella. Y rechazó, ¡oh dolor!, y todo se cumplió a la letra"3. El Señor se llena de aflicción, pues Él no queda indiferente ante la suerte de los hombres. Su pena es tan grande que sus ojos se cubrieron de lágrimas. Las palabras anteriores debieron de ser pronunciadas con un particular acento de dolor y de tristeza.
San Juan nos ha dejado constancia en otra ocasión de esas lágrimas de Jesús, que pueden ser tan consoladoras para nuestra alma. Llegó el Maestro a Betania, donde había muerto su amigo Lázaro. Allí se encontró con la hermana de Lázaro, María. Cuando Jesús la vio llorando se estremeció en su interior, se conmovió y dijo: ¿Dónde le habéis puesto? Le contestaron: Señor, ven y verás. En aquel momento Jesús da rienda suelta a su dolor por la muerte de aquel amigo, y comenzó a llorar. Los judíos presentes exclamaron: Mirad cómo le amaba4.
Jesús –perfecto Dios y hombre perfecto5– sabe querer a sus amigos, a sus íntimos y a todos los hombres, por los que dio la vida. Este amor que Jesús muestra en su aflicción es la expresión humana del amor que Dios tiene a los hombres, la manifestación sensible de la compasión con que nos mira. Y hoy, en este rato de oración, podemos contemplar la profundidad y la delicadeza de los sentimientos de Jesús, y comprender cómo Él no es indiferente a nuestra correspondencia a esa oferta de amistad y de salvación. No es indiferente a que vayamos cada día a visitarlo y permanezcamos junto a Él unos minutos delante del Sagrario; no es neutral ante el empeño diario por aumentar nuestra amistad con Él, ante el esfuerzo por vivir con esmero la caridad, por servirle en medio del mundo... ¡Tantas veces se hace el encontradizo con nosotros!
"El hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente (...). El hombre que quiere comprenderse hasta el fondo a sí mismo (...) debe, con su inquietud, incertidumbre e incluso con su debilidad y pecaminosidad, con su vida y con su muerte, acercarse a Cristo. Debe, por decirlo así, entrar en Él con todo su ser, debe "apropiarse" y asimilar toda la realidad de la Encarnación y de la Redención para encontrarse a sí mismo. Si se actúa en él este hondo proceso, entonces él da frutos no solo de adoración a Dios, sino también de profunda maravilla de sí mismo. ¡Qué valor debe tener el hombre a los ojos del Creador, si ha merecido tener tan grande Redentor (Misal Romano, Himno Exsultet de la Vigilia pascual), si Dios ha dado a su Hijo, a fin de que él, el hombre, no muera sino que tenga la vida eterna (cfr. Jn 3, 16)!"6. No dejemos de tratar cada día a Jesús que nos espera. En Él se encuentra el fin de nuestra vida.
II. La vida cristiana consiste en una amistad creciente con Cristo, en imitarle, en hacer nuestra su doctrina. Seguir a Jesús no consiste en detenerse en difíciles especulaciones teóricas, ni tampoco en la mera lucha contra el pecado, sino en amarle con obras y sentirnos amados por Él, "porque Cristo vive: Cristo no es una figura que pasó, que existió en un tiempo y que se fue, dejándonos un recuerdo y un ejemplo maravillosos"7. Él vive ahora en medio de nosotros: le vemos con los ojos de la fe, le hablamos en la oración, nos escucha apenas hemos levantado la voz o el corazón hacia Él; no es indiferente a nuestras alegrías y pesares, pues "se unió, en cierto modo, con cada hombre por su encarnación. Con manos humanas trabajó, con mente humana pensó, con voluntad humana obró, con corazón de hombre amó. Nacido de María Virgen se hizo de verdad uno de nosotros, igual que nosotros en todo menos en el pecado. Cordero inocente, mereció para nosotros la vida derramando libremente su sangre y en Él el mismo Dios nos reconcilió consigo y entre nosotros mismos y nos arrancó de la esclavitud del diablo y del pecado. Así cada uno de nosotros puede decir con el Apóstol: El Hijo de Dios me amó y se entregó por mí (Gal 2, 20)"8, por cada uno, como si no hubiera más hombres sobre la tierra. Su Humanidad Santísima es el puente que nos conduce a Dios Padre.
Hoy consideramos esas lágrimas de Jesús por aquella ciudad que tanto amó, pero que no conoció lo más importante de su historia: la visita del Mesías y los dones que llevaba para cada uno de sus habitantes. Y hemos de meditar también las ocasiones en las que nosotros personalmente le hemos llenado de aflicción por nuestros pecados, por las faltas de correspondencia a la gracia, por no haber sabido responder a tantas muestras de amistad. Y también las ocasiones en que nos ha echado de menos, como aquel día en que esperaba la vuelta de nueve leprosos que una vez curados se marcharon por otro camino y no volvieron. ¡Cuántas veces, quizá, ha quedado Jesús esperándonos!
Si no amamos a Jesús no podremos seguirle. Y para amarle hemos de meditar con frecuencia el Evangelio, donde se nos muestra profundamente humano y ¡tan cercano a todo lo nuestro! Unas veces le veremos cansado del camino9, sentado junto al pozo de Jacob, después de una larga caminata en un día caluroso, con sed real, que le dará ocasión para convertir a una mujer de Samaria y a muchos vecinos del pueblo de Sicar. Le contemplaremos con hambre, como el día en que, en el camino de Betania a Jerusalén, se acercó a una higuera que solo tenía hojas10; o agotado después de una jornada de intensa predicación a las gentes que no cesaban de acudir a Él, y era tal su cansancio que en medio incluso de un mar alborotado se quedó dormido sobre un cabezal en la popa11.
A lo largo de su vida irá aliviando las dolencias de quienes encuentra en su camino: vio una turba numerosa y sintió compasión de ellos, y curó a sus enfermos12. Aunque vino a salvar nuestras almas, no se olvida de los cuerpos. Para quererle y seguirle hemos de contemplarle: su vida es una inagotable fuente de amor, que hace fácil la entrega y la generosidad en su seguimiento. Y "cuando nos cansemos –en el trabajo, en el estudio, en la tarea apostólica–, cuando encontremos cerrazón en el horizonte, entonces, los ojos a Cristo: a Jesús bueno, a Jesús cansado, a Jesús hambriento y sediento. ¡Cómo te haces entender, Señor! ¡Cómo te haces querer! Te nos muestras como nosotros, en todo menos en el pecado: para que palpemos que contigo podremos vencer nuestras malas inclinaciones, nuestras culpas. Porque no importan ni el cansancio, ni el hambre, ni la sed, ni las lágrimas... Cristo se cansó, pasó hambre, estuvo sediento, lloró. Lo que importa es la lucha –una contienda amable, porque el Señor permanece siempre a nuestro lado– para cumplir la voluntad del Padre que está en los cielos (cfr. Jn 4, 34)"13.
III. El llanto de Jesús sobre Jerusalén encierra un profundo misterio. Ha expulsado demonios, curado enfermos, resucitado muertos, convertido a publicanos y pecadores, pero ante esta ciudad tropieza con la dureza de sus habitantes. Algo podemos entrever de lo que ocurría en su Corazón cuando hoy nos encontramos con la resistencia de tantos que se cierran a la gracia, a la llamada divina. "A veces, cara a esas almas dormidas, entran unas ansias locas de gritarles, de sacudirlas, de hacerlas reaccionar, para que salgan de ese sopor terrible en que se hallan sumidas. ¡Es tan triste ver cómo andan, dando palos de ciego, sin acertar con el camino!
"—Cómo comprendo ese llanto de Jesús por Jerusalén, como fruto de su caridad perfecta..."14.
Los cristianos proseguimos la obra del Maestro y participamos de los sentimientos de su Corazón misericordioso. Por eso, mirándole a Él, hemos de aprender a querer a nuestros hermanos los hombres, tratando a cada uno como es, en sus peculiares circunstancias, comprendiendo sus deficiencias cuando las haya, siendo siempre cordiales y estando disponibles para ayudar, para servir. De Cristo hemos de aprender a ser muy humanos, disculpando, alentando a seguir adelante, procurando –cada día– hacer la vida más grata y amable a los que comparten el mismo hogar, el mismo trabajo, idénticas aficiones, sacrificando los propios gustos, por legítimos que sean, cuando entorpecen la convivencia, interesándonos sinceramente por su salud y por su enfermedad... Y sobre todo nos preocupará especialmente el estado del alma de las personas que cada día tratamos, a quienes procuramos ayudar en su caminar hacia Cristo: a quienes están cerca de ti para que se aproximen más; a los que están lejos, para que emprendan el camino de vuelta hacia la casa del Padre. "No hay señal, no existe marca alguna que distinga mejor al cristiano, que el cuidado que tiene por sus hermanos"15, afirmaba San Juan Crisóstomo.
Hoy le pedimos a Nuestra Madre Santa María que nos dé un corazón semejante al de su Hijo, que no permanezca nunca indiferente ante la suerte de los que nos tratan cada día.
1 Lc 19, 41. — 2 Lc 19, 41-44. — 3 L. Cl. Fillion, Vida de Nuestro Señor Jesucristo, FAX, Madrid 1966, p. 713. — 4 Jn 11, 33-36. — 5 Símbolo Atanasiano. — 6 Juan Pablo II, Enc. Redemptor hominis, 4-III-1979, 10. — 7 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 102. — 8 Conc. Vat. II, Const. Gaudium et spes, 22. — 9 Jn 4, 4. — 10 Cfr. Mc 11, 12-13. — 11 Mc 4, 38. — 12 Mt 14, 14. — 13 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 201. — 14 ídem, Surco, n. 210. — 15 San Juan Crisóstomo, Homilía 6, 3.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Octavio u Octaviano, Santo Mártir, 20 Noviembre
Noviembre 20 | ||
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Adventor, Santo Mártir, 20 Noviembre
Este joven, juntamente con Solutor y Octavio (Octaviano), se celebran hoy en la iglesia de Turín, Italia. |
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María Fortunata Viti, Beata Monja, 20 de noviembre
Noviembre 20
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Bernardo de Hildesheim, Santo Obispo, 20 Noviembre
Miembro de una noble familia sajona, nieto de Athelberto, conde de Sajonia. |
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Fuente: Archidiócesis de Madrid
Edmundo, Santo Mártir, 20 Noviembre
Mártir |
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Gregorio del Decapolita, Santo Monje, 20 Noviembre
Nació en el año 762 en Irenopoli, murió en Constantinopla en 862. |
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Fuente: EnAccionDigital.com
Milagros Ortells Gimeno, Beata Virgen y Mártir, 20 Noviembre
Nació en el seno de una familia profundamente cristiana, un 28 de noviembre de 1882, siendo bautizada en la Parroquia Santa Catalina de la ciudad del Turía. |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04
Ambrosio Traversari, Beato Monje Camaldulense, 20 Noviembre
El Beato Ambrosio fue un teólogo y escritor italiano, nacido en Pórtico, cerca de Florencia el 16 de septiembre de 1386; murió el 21 de octubre de 1439. |
Fuente: ACI Prensa
Felix de Valois, Santo Trinitario, Noviembre 4
FundadorMartirologio Romano: En Cerfroid, en el territorio de Meaux, en Francia, san Félix de Valois, que, después de una larga vida de solitario, se le considera compañero de san Juan de Mata en la fundación de la Orden de la Santísima Trinidad, para la redención de los cautivos (1212). |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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