JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (1, 26-38)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.
Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.
El ángel le dijo: "No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin".
María le dijo entonces al ángel: "¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?" El ángel le contestó: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios". María contestó: "Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho". Y el ángel se retiró de su presencia.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/?media=200354
Película completa (1 hora): http://www.gloria.tv/?media=417295
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). ¿Qué pensaríamos de un cónyuge que le dice a su pareja: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
Cuarto Domingo de Adviento
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor
Tú eres mi padre, el Dios que me protege
Antífona de Entrada
Destilad, cielos, el rocío, y que las nubes lluevan al justo; que la tierra se abra y haga germinar al salvador.
No se dice Gloria.
Oración Colecta
Oremos:
Derrama, Señor tu gracia sobre nosotros, que hemos conocido por el anuncio del ángel la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección.
Por nuestro señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Lectura del segundo libro de Samuel (7, 1-5.8-12.14.16)
Tan pronto como el rey David se instaló en su palacio y el Señor le concedió descansar de todos los enemigos que lo rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: "¿Te has dado cuenta de que yo vivo en una mansión de cedro, mientras el arca de Dios sigue alojada en una tienda de campaña?" Natán le respondió: "Anda y haz todo lo que te dice el corazón, porque el Señor está contigo".
Aquella misma noche habló el Señor a Natán y le dijo: "Ve y dile a mi siervo David que el Señor le manda decir esto: '¿Piensas que vas a ser tú el que me construya una casa para que yo habite en ella? Yo te saqué de los apriscos y de andar tras las ovejas, para que fueras el jefe de mi pueblo, Israel. Yo estaré contigo en todo lo que emprendas, acabaré con tus enemigos y te haré tan famoso como los hombres más famosos de la tierra.
Le asignaré un lugar a mi pueblo, Israel; lo plantaré allí para que habite en su propia tierra. Vivirá tranquilo y sus enemigos ya no lo oprimirán más, como lo han venido haciendo desde los tiempos en que establecí jueces para gobernar a mi pueblo, Israel. Y a ti, David, te haré descansar de todos tus enemigos.
Además, yo, el Señor, te hago saber que te daré una dinastía; y cuando tus días se hayan cumplido y descanses para siempre con tus padres, engrandeceré a tu hijo, sangre de tu sangre, y consolidaré su reino. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí, y tu trono será estable eternamente' ".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 88
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor y daré a conocer que su fidelidad es eterna, pues el Señor ha dicho: "Mi amor es para siempre y mi lealtad, más firme que los cielos.
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Un juramento hice a David, mi servidor, una alianza pacté con mi elegido: 'Consolidaré tu dinastía para siempre y afianzaré tu trono eternamente'.
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
El me podrá decir: 'Tú eres mi padre, el Dios que me protege y que me salva'. Yo jamás le retiraré mi amor, ni violaré el juramento que le hice".
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Segunda Lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (16, 25-27)
Hermanos: A aquel que puede darles fuerzas para cumplir el Evangelio que yo he proclamado, predicando a Cristo, conforme a la revelación del misterio, mantenido en secreto durante siglos, y que ahora, en cumplimiento del designio eterno de Dios, ha quedado manifestado por las Sagradas Escrituras, para atraer a todas las naciones a la obediencia de la fe, al Dios único, infinitamente sabio, démosle gloria, por Jesucristo, para siempre. Amén.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Yo soy la esclava del Señor; que se cumpla en mí lo que me has dicho.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (1, 26-38)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.
Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.
El ángel le dijo: "No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin".
María le dijo entonces al ángel: "¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?" El ángel le contestó: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios". María contestó: "Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho". Y el ángel se retiró de su presencia.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Se dice Credo.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Por intercesión de María, la Madre de Dios y nuestra Madre, oremos al Padre para que escuche la oración de su pueblo que busca la liberación y que espera al Mesías. Digámosle:
Mira a la Madre de tu Hijo y escúchanos.
Para que en este tiempo ya cercano a la Navidad, el Espíritu Santo cubra con su sombra a la Iglesia, y haga que su vida comprometida descubra en el mundo la gloria del que viene en nombre del Señor.
Oremos.
Mira a la Madre de tu Hijo y escúchanos.
Para que todos los pueblos de la tierra, en este tiempo de espera del Mesías, se les manifieste su presencia salvadora y su oferta incondicional de liberación.
Oremos.
Mira a la Madre de tu Hijo y escúchanos.
para que la venida de Jesús a nuestra tierra, alcance la libertad a los que viven esclavos del pecado, y el consuelo a los que están tristes.
Oremos.
Mira a la Madre de tu Hijo y escúchanos.
Para que los difuntos gocen de la presencia bondadosa de Dios en la gloria.
Oremos.
Mira a la Madre de tu Hijo y escúchanos.
Para que Jesús renazca en nuestros corazones, y, como María, sepamos darlo a nuestros hermanos.
Oremos.
Mira a la Madre de tu Hijo y escúchanos.
Celebrante:
Oh Dios, que sales a salvar a tu pueblo y no dejas de bendecirlo con tu mano providente; escucha nuestras oraciones y prepara nuestro corazón, para que, siguiendo el ejemplo de María, acojamos a tu Hijo que viene a nuestra tierra.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Que el mismo Espíritu que cubrió con su sombra y fecundó con su poder el seno de la Virgen María, santifique, Señor, estas ofrendas que hemos depositado sobre tu altar.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de Adviento II
La doble espera de Cristo
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
A quien todos los profetas anunciaron y la Virgen esperó con inefable amor de madre; Juan lo proclamó ya próximo y lo señaló después entre los hombres.
El es quien nos concede ahora prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento, para encontrarnos así cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza.
Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel que quiere decir Dios-con-nosotros.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Tú que nos has dado en este sacramento la prenda de nuestra salvación, concédenos, Padre todopoderoso, prepararnos cada día con mayor fervor para celebrar dignamente el nacimiento de tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
† Meditación diaria
Adviento. Cuarto domingo
ADVIENTO, TIEMPO DE ESPERANZA
— Santa María, Maestra de esperanza. Origen del desánimo y del desaliento. Jesucristo, el bien supremo.
— El objeto de nuestra esperanza.
— Confianza en el Señor. Nunca llega tarde para darnos la gracia y las ayudas necesarias.
I. El espíritu del Adviento consiste en buena parte en vivir cerca de la Virgen en este tiempo en el que Ella lleva en su seno a Jesús. La vida nuestra es también un adviento un poco más largo, una espera de ese momento definitivo en el que nos encontraremos por fin con el Señor para siempre. El cristiano sabe que este adviento ha de vivirlo junto a la Virgen todos los días de su vida si quiere acertar con seguridad en lo único verdaderamente importante de su existencia: encontrar a Cristo en esta vida, y después en la eternidad.
Y para preparar la Navidad, ya tan cercana, nada mejor que acompañar en estos días a Santa María, tratándola con más amor y más confianza.
Nuestra Señora fomenta en el alma la alegría, porque con su trato nos lleva a Cristo. Ella es "Maestra de esperanza. María proclama que la llamarán bienaventurada todas las generaciones (Lc 1, 48). Humanamente hablando, ¿en qué motivos se apoyaba esa esperanza? ¿Quién era Ella, para los hombres y mujeres de entonces? Las grandes heroínas del Viejo Testamento –Judit, Ester, Débora– consiguieron ya en la tierra una gloria humana (...). ¡Cómo contrasta la esperanza de Nuestra Señora con nuestra impaciencia! Con frecuencia reclamamos a Dios que nos pague enseguida el poco bien que hemos efectuado. Apenas aflora la primera dificultad, nos quejamos. Somos, muchas veces, incapaces de sostener el esfuerzo, de mantener la esperanza"1.
No cae en desaliento quien padece dificultades y dolor, sino el que no aspira a la santidad y a la vida eterna, y el que desespera de alcanzarlas. La primera postura viene determinada por la incredulidad, por el aburguesamiento, la tibieza y el excesivo apegamiento a los bienes de la tierra, a los que considera como los únicos verdaderos. El desaliento, si no se le pone remedio, paraliza los esfuerzos para hacer el bien y superar las dificultades. En ocasiones, el desánimo en la propia santidad está determinado por la debilidad del querer, por miedo al esfuerzo que comporta la lucha ascética y tener que renunciar a apegamientos y desórdenes de los sentidos. Tampoco los aparentes fracasos de nuestra lucha interior o de nuestro afán apostólico pueden desalentarnos: quien hace las cosas por amor a Dios y para su Gloria no fracasa nunca: "Convéncete de esta verdad: el éxito tuyo –ahora y en esto– era fracasar. –Da gracias al Señor y ¡a comenzar de nuevo!"2. "No has fracasado: has adquirido experiencia–. ¡Adelante!"3.
Dentro de pocos días veremos en el belén a Jesús en el pesebre, lo que es una prueba de la misericordia y del amor de Dios. Podremos decir: "En esta Nochebuena todo se para en mí. Estoy frente a Él: no hay nada más que Él, en la inmensidad blanca. No dice nada, pero está ahí... Él es Dios amándome"4. Y si Dios se hace hombre y me ama, ¿cómo no buscarle? ¿Cómo perder la esperanza de encontrarle si Él me busca a mí? Alejemos todo posible desaliento; ni las dificultades exteriores ni nuestra miseria personal pueden nada ante la alegría de la Navidad que ya se acerca.
II. La esperanza se manifiesta a lo largo del Antiguo Testamento como una de las características más esenciales del verdadero pueblo de Dios. Todos los ojos están puestos en la lejanía de los tiempos, por donde un día llegaría el Mesías: "los libros del Antiguo Testamento narran la historia de la Salvación, en la que, paso a paso, se prepara la venida de Cristo al mundo"5.
En el Génesis se habla ya de la victoria de la Mujer sobre los poderes del mal, de un mundo nuevo6.
El profeta Oseas anuncia que Israel se convertirá y florecerá en el amor antiguo7. Isaías, en medio de las decepciones del reinado de Ezequiel, anuncia la venida del Mesías8, Miqueas señalará a Belén de Judá como el lugar de su nacimiento9.
Faltan pocos días para que veamos en el belén a Nuestro Señor, a quien todos los profetas anunciaron, la Virgen cuidó con inefable amor de Madre, Juan lo proclamó ya próximo y lo señaló después entre los hombres. El mismo Señor nos concede ahora prepararnos con alegría al misterio de su Nacimiento, para encontrarnos así, cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza10.
Jesucristo proclama, desde el pesebre de Belén hasta el momento de su Ascensión a los cielos, un mensaje de esperanza. Jesús mismo es nuestra única esperanza11. Él es la garantía plena para alcanzar los bienes prometidos. Miramos hacia la gruta de Belén, "en vigilante espera", y comprendemos que solo con Él nos podemos acercar confiadamente a Dios Padre12.
El Señor mismo nos señala que el objeto principal de la esperanza cristiana no son los bienes de esta vida, que la herrumbre y la polilla corroen y los ladrones desentierran y roban13, sino los tesoros de la herencia incorruptible, y en primer lugar la felicidad suprema de la posesión eterna de Dios.
Esperamos confiadamente que un día nos conceda la eterna bienaventuranza y, ya ahora, el perdón de los pecados y su gracia. Como una consecuencia, la esperanza se extiende a todos los medios necesarios para alcanzar ese fin. Desde este aspecto particular, también los bienes terrenales pueden caer en el ámbito de la esperanza, pero solo en la medida y en la manera con que Dios los ordena a nuestra salvación.
Vamos a luchar, estos días y siempre, con todas nuestras fuerzas contra esas formas menores de desesperación que son el desánimo, el desaliento y el estar preocupados casi exclusivamente por los bienes materiales.
La esperanza lleva al abandono en Dios y a poner todos los medios a nuestro alcance, para una lucha ascética que nos impulsará a recomenzar muchas veces, a ser constantes en el apostolado y pacientes en la adversidad, a tener una visión más sobrenatural de la vida y de sus acontecimientos. "En la medida en que el mundo se canse de su esperanza cristiana, la alternativa que le queda es el materialismo, del tipo que ya conocemos; esto y nada más. Su experiencia del cristianismo ha sido como la experiencia de un gran amor, el amor de toda una vida... Ninguna voz nueva (...) tendrá ningún atractivo para nosotros si no nos devuelve a la gruta de Belén, para que allí podamos humillar nuestro orgullo, ensanchar nuestra caridad y aumentar nuestro sentimiento de reverencia con la visión de una pureza deslumbradora"14.
III. Escuchadme, los desanimados, que os creéis lejos de la victoria. Yo acerco mi victoria; no está lejos, mi salvación no tardará15.
Nuestra esperanza en el Señor ha de ser más grande cuanto menores sean los medios de que se dispone o mayores sean las dificultades. En cierta ocasión en que Jesús vuelve a Cafarnaúm, nos dice San Lucas16 que todos estaban esperándole. En medio de aquella multitud sobresale un personaje que el Evangelista destaca diciendo que era un jefe de sinagoga y pide a Jesús la curación de su hija: se postró a sus pies; no tiene reparo alguno en dar esta muestra pública de humildad y de fe en Él.
Inmediatamente, a una indicación del Señor, todos se ponen en movimiento en dirección a la casa de Jairo. La niña, de doce años, hija única, se estaba muriendo. Debe de estar ya agonizando. Precisamente entonces, cuando han recorrido una parte del camino, y al amparo de la multitud, una mujer que padece una enfermedad que la hace impura según la ley se acerca por detrás y toca el extremo del manto del Señor. Es también una mujer llena de una profunda humildad.
Jairo había mostrado su esperanza y su humildad postrándose delante de todos ante Jesús. Esta mujer pretende pasar inadvertida, no quería entretener al Maestro; pensaba que era demasiado poca cosa para que el Señor se fijara en ella. Le basta tocar su manto.
Ambos milagros se realizarán acabadamente. La mujer, en la que había fracasado la ciencia de tantos médicos, será curada para siempre, y la hija de Jairo vivirá plena de salud a pesar de que cuando llega la comitiva después del retraso sufrido en el trayecto, haya muerto.
Durante el suceso con la hemorroísa, ¿qué ocurre con Jairo? Parece que ha pasado a segundo plano, y no es difícil imaginarlo un tanto impaciente, pues su hija se le moría cuando la dejó para buscar al Maestro. Cristo, por el contrario, no aparenta tener prisa. Incluso parece no dar importancia a lo que ocurre en casa de Jairo.
Cuando Jesús llega, la niña ya había muerto. Ya no hay posibilidad de salvarla; parece que Jesús ha acudido tarde. Y precisamente ahora, cuando humanamente no queda nada por hacer, cuando todo invita al desaliento, ha llegado la hora de la esperanza sobrenatural.
Jesús no llega nunca tarde. Solo se precisa una fe mayor. Jesús ha esperado a que se hiciese "demasiado tarde", para enseñarnos que la esperanza sobrenatural también se apoya, como cimiento, en las ruinas del esperar humano y que solo es necesario una confianza sin límites en Él, que todo lo puede en todo momento.
Nos recuerda este pasaje nuestra propia vida, cuando parece que Jesús no viene al encuentro de nuestra necesidad, y luego nos concede una gracia mucho mayor. Nos recuerda tantos momentos junto al Sagrario en que nos ha parecido oír palabras muy semejantes a estas: No temas, ten solo fe. Esperar en Jesús es confiar en Él, dejarle hacer. Más confianza, cuanto menores sean los elementos en que humanamente nos podamos apoyar.
La devoción a la Virgen es la mayor garantía para alcanzar los medios necesarios y la felicidad eterna a la que hemos sido destinados. María es verdaderamente "puerto de los que naufragan, consuelo del mundo, rescate de los cautivos, alegría de los enfermos"17. Pidámosle que sepamos esperar, en estos días que preceden a la Navidad y siempre, llenos de fe, a su Hijo Jesucristo, el Mesías anunciado por los Profetas. "Ella precede con su luz al peregrinante Pueblo de Dios como signo de esperanza cierta y de consuelo, hasta que llegue el día del Señor (Cfr. 2 Pdr 3, 10)"18.
1 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 286. — 2 ídem, Camino, n. 404. — 3 Ibídem, n. 405. — 4 J. Leclerq, Siguiendo el año litúrgico, Madrid 1957, p. 78. — 5 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 55. — 6 Cfr. Gen 8, 15. — 7 Os 2, 16-25. — 8 Is 7, 9-14. — 9 Cfr. Miq 5, 2-5. — 10 Prefacio II de Adviento. — l1 Cfr. 1 Tim 1, 1. — 12 1 Tim 3, 12. — 13 Mt 6, 19. — 14 R. A. Knox, Sermón sobre la Navidad, 29-XII-1953. — 15 Cfr. Is 46, 12-13. — 16 Lc 8, 40-56. — 17 San Alfonso Mª de Ligorio, Visita al Stmo. Sacramento, 2. — 18 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 68.
Adviento. 21 de diciembre
GENEROSIDAD Y ESPÍRITU DE SERVICIO
— Generosidad y espíritu de servicio de María.
— Hemos de imitar a la Virgen. Detalles de generosidad y de servicio con los demás.
— El premio a la generosidad.
I. Por aquellos días, María se levantó, y marchó deprisa a la montaña, a una ciudad de Judá; y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel1.
La Virgen se da del todo a lo que Dios le pide. En un momento sus planes personales –los tendría– quedan en un rincón para hacer lo que Dios le propone. No puso excusas. Desde el primer momento, Jesús es el ideal único y grandioso para el que vive.
Nuestra Señora manifestó una generosidad sin límites a lo largo de toda su existencia aquí en la tierra. De los pocos pasajes del Evangelio que se refieren a su vida, dos de ellos nos hablan directamente de su atención a los demás: fue generosa con su tiempo para atender a su prima Santa Isabel hasta que nació Juan2; estuvo preocupada por el bienestar de los demás, como nos muestra su intervención en las bodas de Caná3. Fueron actitudes habituales en Ella. Mucho tendrían que decirnos sus paisanos de Nazaret de los incontables detalles de María con ellos en la convivencia diaria.
La Virgen no piensa en sí misma, sino en los demás. Trabaja en las faenas de la casa con la mayor sencillez y con mucha alegría; también con gran recogimiento interior, porque sabe que el Señor está en Ella. Todo queda santificado en la casa de Isabel por la presencia de la Virgen y del Niño que va en su seno.
En María comprobamos que la generosidad es la virtud de las almas grandes, que saben encontrar la mejor retribución en el haber dado: habéis recibido gratis, dad gratis4. La persona generosa sabe dar cariño, comprensión, ayudas materiales..., y no exige que la quieran, la comprendan, la ayuden. Da, y se olvida de que ha dado. Ahí está toda su riqueza. Ha comprendido que es mejor dar que recibir5. Descubre que amar "es esencialmente entregarse a los demás. Lejos de ser una inclinación instintiva, el amor es una decisión consciente de la voluntad de ir hacia los otros. Para poder amar de verdad conviene desprenderse de todas las cosas y, sobre todo, de uno mismo, dar gratuitamente... Esta desposesión de uno mismo (...) es fuente de equilibrio. Es el secreto de la felicidad"6.
El dar ensancha el corazón y lo hace más joven, con más capacidad de amar. El egoísmo empobrece, hace el propio horizonte más pequeño. Cuanto más damos, más nos enriquecemos.
A la Virgen le suplicamos hoy que nos enseñe a ser generosos, en primer lugar con Dios, y luego con los demás, con quienes conviven o trabajan junto a nosotros, con quienes nos encontramos en las diversas circunstancias de la vida. Que sepamos darnos en el servicio a los demás, en la vida ordinaria de cada día.
II. Si sentimos que a pesar de nuestra lucha, aún nos puede el egoísmo, miremos hoy a la Virgen para imitarla en su generosidad y poder sentir la alegría de darnos y de dar. Necesitamos entender mejor que la generosidad enriquece y agranda el corazón y la posibilidad de recibir; el egoísmo, por el contrario, es como un veneno que destruye, con lentitud a veces y siempre con seguridad.
Junto a María percibimos que Dios nos ha hecho para la entrega, y que cada vez que nos "reservamos" para nuestros planes y para nuestras cosas, a espaldas de Él, morimos un poco. "El Reino de Dios no tiene precio, y sin embargo cuesta exactamente lo que tengas (...). A Pedro y a Andrés les costó el abandono de una barca y de unas redes; a la viuda le costó dos moneditas de plata..."7. Todo lo que tenían, como en nuestro caso.
Lo "nuestro" se salva precisamente cuando lo entregamos. "Tu barca –tus talentos, tus aspiraciones, tus logros– no vale para nada, a no ser que la dejes a disposición de Jesucristo, que permitas que Él pueda entrar ahí con libertad, que no la conviertas en un ídolo. Tú solo, con tu barca, si prescindes del Maestro, sobrenaturalmente hablando, marchas derecho al naufragio. Únicamente si admites, si buscas, la presencia y el gobierno del Señor, estarás a salvo de las tempestades y de los reveses de la vida. Pon todo en las manos de Dios: que tus pensamientos, las buenas aventuras de tu imaginación, tus ambiciones humanas nobles, tus amores limpios, pasen por el corazón de Cristo. De otro modo, tarde o temprano, se irán a pique con tu egoísmo"8.
Cada uno, donde y como Dios le llame, ha de hacer como aquella mujer de Betania que muestra su gran amor por el Señor rompiendo un frasco de nardo puro de gran precio9. Es la muestra exterior de su gran amor por el Señor. Esta mujer no quiere reservarse nada, ni para sí, ni para nadie. Es un gesto de entrega sin reservas, de amistad, de ternura profunda por Cristo. La casa se llenó de la fragancia del perfume. De nosotros también quedarán las muestras de amor y entrega a Cristo. Solo eso. Lo demás se irá perdiendo y pasará como agua de río.
La generosidad con Dios se ha de manifestar en la generosidad con los demás: lo que hicisteis con uno de estos, conmigo lo hicisteis10.
Es propio de la generosidad saber olvidar con prontitud los pequeños agravios que se pueden producir durante la convivencia diaria; sonreír y hacer la vida más amable a los demás, aunque se estén padeciendo contradicciones; juzgar con medida ancha y comprensiva a los demás; adelantarse en los servicios menos agradables del trabajo y de la convivencia; aceptar a los demás como son, sin estar excesivamente pendientes de sus defectos; un pequeño elogio, con el que, en ocasiones, podemos hacer mucho bien; dar un tono positivo a nuestra conversación y, si es el caso, a alguna posible corrección que debamos hacer; evitar la crítica negativa, frecuentemente inútil e injusta; abrir horizontes –humanos y sobrenaturales– a nuestros amigos, etc. Sobre todo, hay que facilitar el camino a quienes nos rodean para que se acerquen más a Cristo. Es lo mejor que podemos dar.
Todos los días tenemos un tesoro para distribuir. Si no lo damos, lo perdemos; si lo repartimos, el Señor lo multiplica. Si estamos atentos, si contemplamos su vida, Él nos descubrirá ocasiones de servir voluntariamente donde, quizá, pocos quieran hacerlo. Como Jesús en la Última Cena, que lavó los pies a sus discípulos11, no nos detendremos ante los trabajos más molestos, que son con frecuencia los más necesarios, y cargaremos con las ocupaciones menos gratas. Aprenderemos que las ocasiones de servir se hacen realidad con sacrificio, como fruto de una actitud interior de abnegación y de renuncia; nos daremos cuenta de que para encontrar estas oportunidades de servicio es necesario buscarlas: pensando en el modo de ser de quienes conviven o trabajan con nosotros, en aquello que necesitan, en qué podemos serles útiles. El egoísta, que pasa el día lejos de Dios, solo se da cuenta de sus propias necesidades y de sus caprichos.
La Virgen no solo fue generosa con Dios en grado sumo, sino también con todas aquellas personas con las que se encontró en su vida terrena. También de Ella se puede decir que pasó haciendo el bien12. Lo mismo deberían decir de cada uno de nosotros.
III. El Señor recompensa aquí, y luego en el Cielo, nuestras muestras, siempre pobres, de generosidad. Pero siempre colmando la medida. "Es tan agradecido, que un alzar los ojos con acordarnos de Él no deja sin premio"13.
En la Sagrada Escritura encontramos múltiples testimonios de la generosidad sobrenatural de Dios en relación a la generosidad del hombre. La viuda de Sarepta dio un puñado de harina... y un poco de aceite14 y recibe harina y aceite inagotables. La viuda del Templo echa dos monedas pequeñas, y Jesús comenta: ha echado en el cepillo más que nadie15. El siervo que procuró hacer rendir los talentos recibidos, oirá de boca del Señor: Puesto que has sido fiel en lo poco, recibirás el gobierno de diez ciudades16.
Un día Pedro le dijo: Ya ves que nosotros hemos dejado todo y te hemos seguido. Y Jesús le contestó: En verdad os digo que ninguno que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos por amor al reino de Dios, dejará de recibir mucho más en este siglo y la vida eterna en el venidero17.
Quien tiene en cuenta hasta la más pequeña de nuestras oraciones, ¿cómo podrá olvidar la fidelidad de un día tras otro? Quien multiplicó panes y peces por una multitud que le sigue unos días, ¡qué no hará por los que hayan dejado todo para seguirle siempre! Si estos necesitaran un día una gracia especial para seguir adelante, ¿cómo podrá negarse Jesús? Él es buen pagador.
El Señor da el ciento por uno por cada cosa dejada por su amor. Además, quien sigue a Jesús así, no solo se está enriqueciendo cien veces en esta vida, sino que está predestinado. Al final oirá la voz de Jesús a quien ha servido a lo largo de su vida: Ven, bendito de mi Padre, al cielo que te tenía prometido18. Oír estas palabras de bienvenida a la eternidad ya habría compensado la generosidad. Se entra en la eternidad de la mano de Jesús y de María.
1 Evangelio de la Misa, Lc 1, 39-40. — 2 Lc 1, 31. — 3 Jn 2, 1 ss. — 4 Mt 10, 8. — 5 Hech 20, 35. — 6 Juan Pablo II, Alocución, 1-VI-1980. — 7 San Gregorio Magno, Hom. 5 sobre los Evangelios. — 8 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 21. — 9 Jn 12, 3. — 10 Mt 25, 40. — 11 Cfr. Jn 13, 4-17. — 12 Hech 10, 38. — 13 Santa Teresa, Camino de perfección, 23, 3. — 14 1 Re 17, 10 ss. — 15 Mc 12, 38. — 16 Lc 19, 16-17. — 17 Lc 18, 28-30. — 18 Cfr. Mt 25, 34.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Pedro Canisio
Predicador, escritor
Año 1597
Este santo ha sido llamado: "El segundo evangelizador de Alemania" (después de San Bonifacio). Se le venera como uno de los creadores de la prensa católica y fue el primero del numeroso ejército de escritores jesuitas.
Nació en Holanda (en Nimega) en 1521. Su padre fue por nueve veces alcalde de su ciudad. Quedó huérfano de madre siendo él aún muy pequeño, pero su madrastra fue para él una segunda madre y fue educado en un gran temor de ofender a Dios. Él se quejaba de que en sus primeros años había perdido mucho tiempo dedicándose más a los juegos que a los estudios, pero luego se consagró de tal manera a estudiar que a los 19 años ya consiguió la licenciatura en teología.
Para complacer a su padre se dedicó a especializarse en abogacía, pero luego de hacer unos Ejercicios Espirituales con el Padre Fabro (que era compañero de San Ignacio) se entusiasmó por la vida religiosa, hizo votos o juramento de permanecer siempre casto, y prometió a Dios hacerse jesuita.
Fue admitido en la comunidad y los primeros años de religioso los pasó en Colonia (Alemania) dedicado a la oración, el estudio, la meditación y la ayuda a los pobres. La cuantiosa herencia que recibió de sus padres la repartió la mitad entre los pobres y la otra mitad para ayudar a obras sociales de su comunidad.
Desde sus primeros años de su sacerdocio empezó a brillar como un gran predicador. Cuando joven era impresionante su carácter batallador y amigo de las polémicas y discusiones, y estas aptitudes le van a ser muy útiles, porque durante toda su vida tendrá que batallar muy fuertemente en todas partes contra los protestantes. Siempre fue muy caritativo y amable con las personas que le discutían, pero tremendo e incisivo contra los errores de los protestantes (Tanto que estos haciendo alusión a su apellido lo llamaban el can que defiende a los católicos). Decía a sus sacerdotes: "no hieran, no humillen, pero defiendan la religión con toda su alma".
San Pedro Canisio tenía una especial cualidad para resumir las enseñanzas de todos los grandes teólogos y presentarlas de manera sencilla para que las entendiera el pueblo. Y así logró redactar dos catecismos, uno resumido y otro explicado. Estos dos libros fueron traducidos a 24 idiomas en la vida del autor, y en Alemania se propagaron por centenares de miles (junto con los de otros dos jesuitas, el Padre Astete y San Roberto Belarmino, San Pedro Canisio es de los que más éxitos logró obtener con su Catecismo).
San Ignacio y el Sumo Pontífice, aprovechando sus enormes cualidades como predicador y defensor de la Iglesia contra los protestantes, le encargaron muchísimas labores de apostolado. Como superior provincial de los jesuitas en Alemania recorrió a pie y a caballo diez mil kilómetros predicando, enseñando catecismo, propagando buenos libros y defendiendo la religión. En los treinta años de su incansable labor de misionero recorrió treinta mil kilómetros por Alemania, Austria, Holanda e Italia. Parecía incansable. A quien le recomendaba descansar un poco le respondía: "Descansaremos en el cielo".
Por muchas ciudades de Alemania fue fundando colegios católicos para formar religiosamente a los alumnos. A la universidad Católica la transformó y le dio una gran celebridad. Y ayudó a fundar numerosos seminarios para la formación de los futuros sacerdotes. Alemania, después de San Pedro Canisio, era ya otro país distinto y mucho más católico que cuando él empezó a trabajar allí.
San Pedro Canisio se dio cuenta del inmenso bien que hacen las buenas lecturas. Por eso recorría el país propagando los buenos libros y se propuso formar una asociación de escritores católicos. Él sabía muy bien que un buen libro puede hacer mayor bien que un sermón y que las buenas lecturas logran llegar a donde ni sacerdotes ni religiosos logran ir a llevar mensajes religiosos. Aún ya anciano y muy débil y casi paralizado, seguía escribiendo con la ayuda de un secretario, libros religiosos para el pueblo. Al morir tenía la satisfacción de haber ayudado a formar varias editoriales católicas muy bien organizadas.
Estando en Friburgo el 21 de diciembre de 1597, junto con varios padres jesuitas, después de haber rezado con ellos el santo rosario, su devoción favorita, de pronto exclamó lleno de alegría y emoción: "Mírenla, ahí esta. Ahí está". Y murió. Era la Virgen Santísima que había llegado a llevárselo para el cielo.
El Sumo Pontífice Pío XI, después de canonizarlo, lo declaró Doctor de la Iglesia, en 1925.
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Temístocles de Licia, Santo Mártir, 21 de diciembre
Mártir
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Delfín, Santo Obispo, 21 de diciembre
Diciembre 21
Etimológicamente significa " matador de serpientes". Viene de la lengua griega. |
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Fuente: Memorias de mi abuela. Ed. Congregación de Colegios de la Pureza de María Q21
Cayetana Alberta Giménez y Adrover, Venerable Fundadora, 21 de diciembre
Fundadora de la Congregación Pureza de María(Pollensa, 6 de agosto de 1837 - 21 de diciembre de 1922). |
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Pedro Friedhofen, Beato Fundador, 21 Diciembre
Nació en Weitersburg, cerca de Koblenz, Alemania. |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Domingo Spadafora, Beato Presbítero dominíco, Diciembre 21
Presbítero Dominico Martirologio Romano: En Montecerignone, de la Romagna, beato Domingo Spadafora, presbítero de la Orden de Predicadores, que trabajó diligentemente en el ministerio de la predicación (1521). |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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