JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 1, 14-20
Gloria a ti, Señor.
Después del arresto de Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea proclamando la buena noticia de Dios. Decía:
"El plazo se ha cumplido el. El Reino de Dios está llegando. Conviértanse y crean en el Evangelio".
Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que estaban echando las redes en el lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo:
"Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres".
Ellos dejaron inmediatamente las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan. Estaban en la barca reparando las redes. Jesús los llamó también; y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con sus trabajadores, se fueron con él.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
3er. Dom Ord Ciclo B
Antífona de Entrada
Canten al Señor un cántico nuevo, cante al Señor toda la tierra. Honor y majestad le preceden, fuerza y esplendor están en su templo.
Oración Colecta
Oremos:
Dios todopoderoso y eterno: ayúdanos a llevar una vida según tu voluntad, para que podamos dar en abundancia frutos de buenas obras en nombre de tu Hijo predilecto. Que vive y reina contigo...
Amén.
Primera Lectura
Los habitantes de Nínive se arrepintieron de su mala conducta
Lectura del libro del profeta Jonás 3, 1-5.10
En aquellos días, vino de nuevo la palabra del Señor a Jonás:
"Vete ahora mismo a Nínive, la gran capital, y proclama allí lo que yo te diré".
Jonás partió de inmediato a Nínive, como le había mandado el Señor. Nínive era una ciudad enorme; se necesitaban tres días para recorrerla. Jonás entró en la ciudad y caminó durante todo un día, pregonando:
"Dentro de cuarenta días Nínive será destruida".
Los ninivitas creyeron en Dios, ordenaron un ayuno y todos, desde el más grande hasta el más pequeño, se vistieron con ropa de penitencia.
Al ver Dios lo que hacían y cómo se habían convertido, se arrepintió y no llevó a cabo el castigo con que los había amenazado.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Sal 24, 4bc-5ab.6-7bc.8-9
Muéstrame, Señor, tus caminos.
Muéstrame, Señor, tus caminos, muéstrame tus sendas. Guíame en tu verdad; enséñame, pues tú eres el Dios que me salva.
Muéstrame, Señor, tus caminos.
Acuérdate, Señor, de que tu ternura y tu amor son eternos; acuérdate de mí, por tu amor, por tu bondad, Señor.
Muéstrame, Señor, tus caminos.
El Señor es bueno y recto y señala el camino a los pecadores; guía por la senda del bien a los humildes, les enseña el camino.
Muéstrame, Señor, tus caminos.
Segunda Lectura
Este mundo que vemos es pasajero
Lectura de la primera carta de apóstol san Pablo a los Corintios 7, 29-31
Hermanos: Les digo esto: el tiempo se termina. En lo que falta, los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que se alegran, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran; los que disfrutan del mundo, como si no disfrutaran. Porque la apariencia de este mundo pasa.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
El Reino de Dios está cerca, dice el Señor; conviértanse y crean en el Evangelio.
Aleluya.
Evangelio
Arrepiéntanse y crean en el Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 1, 14-20
Gloria a ti, Señor.
Después del arresto de Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea proclamando la buena noticia de Dios. Decía:
"El plazo se ha cumplido el. El Reino de Dios está llegando. Conviértanse y crean en el Evangelio".
Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que estaban echando las redes en el lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo:
"Vengan conmigo y los haré pescadores de hombres".
Ellos dejaron inmediatamente las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan. Estaban en la barca reparando las redes. Jesús los llamó también; y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con sus trabajadores, se fueron con él.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Oremos, hermanos y hermanas, a Dios Padre todopoderoso, en cuyas manos está el destino del universo, y pidámosle confiadamente que escuche las oraciones de su pueblo:
(Respondemos a cada petición: Señor, ten piedad).
Por la santa Iglesia de Dios para que busque cada día con mayor afán el rostro de su Señor, y sus fieles se esfuercen en purificarse de todas sus faltas y pecados, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad.
Por los que gobiernan las naciones, para que trabajen con interés y constancia por la paz y bienestar de los ciudadanos, a fin de que reine entre los pueblos la justicia y la paz, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad.
Por los enfermos, los encarcelados y por todos los que sufren, para que Dios, Padre de misericordia, venga en auxilio de sus males, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad.
Por todos lo que estamos aquí reunidos, para que el Señor nos conceda perseverar en la fe y progresar en el mutuo amor, roguemos al Señor.
Señor, ten piedad.
Celebrante:
Dios nuestro, que en Cristo, el Verbo eterno, nos has dado la plenitud de tu palabra: escucha la oración de la Iglesia y haz que sintamos la urgencia de convertirnos a ti y de adherirnos con toda el alma al Evangelio, para que toda nuestra vida anuncie a los que dudan y viven alejados al único salvador de los seres humanos, Jesucristo, tu Hijo y Señor nuestro, que vive y reina por los siglos de siglos.
Amén.
Oración Sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, las ofrendas que te presentamos para esta Eucaristía en la que se realiza un glorioso intercambio; a fin de que, al ofrecerte tus propios dones, podamos recibirte a ti mismo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
La salvación por la obediencia de Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque tu amor al mundo fue tan misericordioso que no sólo nos enviaste como redentor a tu propio Hijo, sino que lo quisiste en todo semejante a nosotros, menos en el pecado, para poder así amar en nosotros lo que en él amabas. Con su obediencia nos devolviste aquellos dones que por nuestra desobediencia habíamos perdido.
Por eso,
ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y los santos diciendo:
Antífona de la Comunión
Acudan al Señor, pongan en él su confianza y no quedarán defraudados.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Te damos gracias, Señor, por habernos alimentado con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y te pedimos que este don tuyo sea para nosotros fuente inagotable de vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
† Meditación diaria
Tercer Domingo
ciclo b
Desprendimiento para seguir a Cristo
— Los discípulos, dejadas todas las cosas, siguen a Jesús. Necesidad de un desprendimiento completo para responder a las llamadas que nos dirige el Señor.
— Algunos detalles de pobreza cristiana y de desprendimiento.
— La limosna y el desprendimiento de los bienes materiales.
I. El Evangelio de la Misa nos narra la llamada de Cristo a cuatro de sus discípulos: Pedro, Andrés, Santiago y Juan1. Los cuatro eran pescadores y se encuentran trabajando, echando las redes o arreglándolas, cuando Jesús pasa y les llama. Estos Apóstoles ya conocían al Señor2 y se habían sentido profundamente atraídos por su Persona y por su doctrina. El llamamiento que ahora reciben es el definitivo: Seguidme y os haré pescadores de hombres. Jesús, que les ha buscado en medio de su trabajo, emplea un símil sacado de su profesión, la pesca, para señalarles su nueva misión.
Estos pescadores, al instante, lo dejaron todo para seguir al Maestro. También de San Mateo se nos dice que, relictis omnibus, dejadas todas las cosas, se levantó de la mesa donde cobraba los tributos y se fue con Cristo. Y el resto de los Apóstoles, cada uno en las peculiares circunstancias en que los encontró Jesús, debieron de hacer lo mismo.
Para seguir a Cristo es necesario tener el alma libre de todo apegamiento: del amor a sí mismo en primer lugar, de la excesiva preocupación por la salud, del futuro..., de las riquezas y bienes materiales. Porque cuando el corazón se llena de los bienes de la tierra, ya no queda lugar para Dios. A unos les pedirá el Señor la renuncia absoluta para disponer de ellos con más plenitud, como hizo con los Apóstoles, con el joven rico3, con tantos, a lo largo de los siglos, que han encontrado en Él su tesoro y su riqueza. Y a todo el que pretenda seguirle, le exige Cristo un desprendimiento efectivo de sí mismo y de lo que tiene y usa. Si este desasimiento es real, se manifestará en muchos hechos de la vida ordinaria, pues siendo bueno el mundo creado, el corazón tiende a apegarse desordenadamente a las criaturas y a las cosas. Por eso necesita el cristiano una vigilancia continua y un examen frecuente, para que los bienes creados no impidan la unión con Dios, sino que sean un medio para amarle y servirle. "Vigilen, pues, todos para ordenar rectamente sus afectos –advierte el Concilio Vaticano II–, no sea que, en el uso de las cosas de este mundo y en el apego a las riquezas, encuentren un obstáculo que les aparte, contra el espíritu de pobreza evangélica, de la búsqueda de la perfecta caridad, según el aviso del Apóstol: Los que usan de este mundo, no se detengan en eso, porque los atractivos de este mundo pasan (Cfr. 1 Cor 7, 31)"4. Estas palabras de San Pablo a los cristianos de Corinto, que recoge la Segunda lectura de la Misa, son una invitación a poner nuestro corazón en lo eterno, en Dios.
La renuncia que pide el Señor ha de ser efectiva y concreta. Como dirá más tarde el mismo Jesús, es imposible servir a Dios y a las riquezas5. Si renunciamos a la propia vida por Cristo, con más motivo hemos de hacerlo con los bienes pasajeros que, en definitiva, duran poco y valen poco.
II. El desasimiento cristiano no es desprecio de los bienes materiales, si se adquieren y se utilizan conforme a la voluntad de Dios, sino hacer realidad en la propia vida aquel consejo del Señor: Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura6. Cuanto mayor es el desprendimiento, se descubre que mayor es la capacidad de querer a los demás y de apreciar la bondad y belleza de la creación.
Pero un corazón tibio y dividido, dado a compaginar el amor a Dios con el amor a los bienes, a la comodidad y al aburguesamiento, muy pronto desalojará a Cristo de su corazón y se encontrará prisionero de los bienes, que entonces se han convertido para él en males. No debemos olvidar que todos arrastramos como secuela del pecado original la tendencia a una vida más fácil, al aburguesamiento, al afán de dominio, a la preocupación por el futuro. A esta tendencia, que existe en todo corazón, se une la carrera desenfrenada por la posesión y el disfrute de medios materiales, como si fuera lo más importante de la vida, que parece extenderse cada vez más en la sociedad en que vivimos. En todas partes se observa una clara tendencia, no al legítimo confort, sino al lujo, a no privarse de nada placentero. Es una gran presión que se hace sentir por todas partes y que no debemos olvidar, si queremos de verdad mantenernos libres de estas ataduras para seguir a Cristo y ser ejemplos vivos de templanza, en medio de esa sociedad que debemos conducir hasta el Señor. La abundancia y el disfrute de bienes materiales nunca darán la felicidad al mundo; el corazón humano solo encontrará en su Dios y Señor la plenitud para la que fue creado. Cuando no se actúa con la necesaria fortaleza para vivir ese desprendimiento, "el corazón queda entonces triste e insatisfecho; se adentra por caminos de un eterno descontento y acaba esclavizado ya en la tierra, víctima de esos mismos bienes que quizá se han logrado a base de esfuerzos y renuncias sin cuento"7.
La pobreza y el desasimiento cristianos no tienen nada que ver con la suciedad y dejadez, con el desaliño o la falta de educación. Jesús va bien vestido. Su túnica, confeccionada seguramente por su Madre, es en el Calvario objeto de sorteo, porque era sin costura y de un solo tejido de arriba abajo8; era una vestidura orlada9. También observamos cómo en casa de Simón nota la falta de las normas usuales de educación y le echa en cara que no le haya ofrecido agua para lavarse los pies ni le haya saludado con el beso de la paz y que no unja su cabeza con óleo...10. La casa de la Sagrada Familia en Nazaret era modesta, limpia, sencilla, ordenada, alegre, sin desperfectos no recompuestos por dejadez o desidia, agradable, donde daba gusto estar. Frecuentemente no faltarían unas flores o algún pequeño detalle de adorno colocado con gusto.
La pobreza del cristiano que se ha de santificar en medio del mundo está muy ligada al trabajo del que vive y sostiene a su familia; en el estudiante su pobreza se relaciona con un estudio serio y un tiempo bien aprovechado, con la clara conciencia de que contrae con su formación una deuda con la sociedad y con los suyos, y que debe prepararse con competencia para ser útil; la pobreza de la madre de familia estará íntimamente unida al cuidado de su hogar, de la ropa, de los muebles..., para que duren, al prudente ahorro, que la llevará a evitar los caprichos personales, al examen de calidades en lo que compra, lo que supondrá en ocasiones recorrer más de una tienda, comparar precios... Y en relación a los hijos, ¡cómo agradecen luego el haber sido educados con esa cierta austeridad, que entra por los sentidos y que no necesita demasiadas explicaciones cuando se ve hecha vida en los padres! Y esto aunque se trate de una familia de posición desahogada. Los padres les dejan una gran herencia cuando descubren que el trabajo es el mejor y más sólido capital, cuando muestran el valor de las cosas y enseñan a gastar teniendo en cuenta las necesidades que padecen muchos en la tierra, cuando les educan para ser generosos.
III. El desprendimiento efectivo de los bienes supone sacrificio. Un desprendimiento que no cuesta es poco real. El estilo de vida cristiana supone un cambio radical de actitud frente a los bienes terrenos: se procuran y se usan no como si fueran un fin, sino como medio para servir a Dios, a la familia, a la sociedad. El fin de un cristiano no es tener cada vez más, sino amar más y más a Cristo, a través de su trabajo, de su familia, también a través de los bienes. La generosa preocupación por las necesidades ajenas que vivían los primeros cristianos11 y que San Pablo enseñó a vivir también a los fieles de las comunidades que iba fundando, será siempre un ejemplo de permanente vigencia: un cristiano jamás podrá contemplar con indiferencia las necesidades espirituales o materiales de los demás, y debe poner los medios para contribuir generosamente a solucionar esas necesidades. Unas veces con su aportación económica, otras cediendo su tiempo para obras buenas, sabiendo que entonces no solo se remedian las necesidades de los santos (de otros hermanos en la fe), sino que también se contribuye mucho a la gloria del Señor12.
La generosidad en la limosna a personas necesitadas o a obras buenas ha sido siempre una manifestación, no única, del desprendimiento real de los bienes y del espíritu de pobreza evangélica. Limosna, no solo de lo superfluo, sino aquella que se compone principalmente a base de sacrificios personales, de pasar necesidad en algún campo. Esta ofrenda, hecha con sacrificio de aquello que nos parecía quizá necesario, es gratísima al Señor. La limosna brota de un corazón misericordioso, y "es más útil para quien la ejerce que para aquel que la recibe. Porque quien la ejerce saca de allí un provecho espiritual, mientras quien la recibe solo temporal"13.
El Señor, como a los Apóstoles, nos ha invitado a seguirle, cada uno en unas peculiares condiciones, y para responder a esa llamada debemos vigilar si también nosotros hemos dejado todas las cosas, aunque de hecho tengamos que usar de ellas. Examinemos si somos generosos con lo que tenemos y usamos, si estamos desprendidos del tiempo, de la salud, si nuestros amigos nos conocen por ser personas que habitualmente viven con sobriedad, si somos generosos en la limosna, si evitamos gastos que son en el fondo capricho, vanidad, aburguesamiento, si cuidamos aquello que usamos: libros, instrumentos de trabajo, ropa; veamos, en definitiva, si nuestro deseo de seguir al Señor va acompañado del necesario desprendimiento de las cosas, y si este desprendimiento es real, si se expresa en hechos concretos. También Jesús pasa a nuestro lado; no dejemos que por cuatro cosas –basura las llama San Pablo14–, estemos retrasando esa unión más honda con Cristo.
1 Mc 1, 14-20. — 2 Jn 1, 35-42. — 3 Mc 10, 21. — 4 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 42. — 5 Lc 16, 13. — 6 Mt 6, 33. — 7 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 118. — 8 Jn 19, 23. — 9 Mt 9, 20; 14, 36. — 10 Lc 7, 36-50. — 11 Cfr. Hech 2, 44-47. — 12 2 Cor 9, 12. — 13 Santo Tomás, Comentario a la 2ª Epístola a los Corintios, 8, 10. — 14 Flp 3, 8.
25 de enero
LA CONVERSIÓN DE SAN PABLO*
Fiesta
— En el camino de Damasco.
— La figura de San Pablo, ejemplo de esperanza. Correspondencia a la gracia.
— Afán de almas.
I. Sé de quién me he fiado, y estoy firmemente persuadido de que tiene poder para asegurar hasta el último día, en que vendrá como juez justo, el encargo que me dio1.
Pablo, gran defensor de la Ley de Moisés, consideraba a los cristianos como el mayor peligro para el judaísmo; por eso, dedicaba todas sus energías al exterminio de la naciente Iglesia. La primera vez que aparece en los Hechos de los Apóstoles, verdadera historia de la primitiva cristiandad, lo vemos presenciando el martirio de San Esteban, el protomártir cristiano2. San Agustín hace notar la eficacia de la oración de Esteban sobre el joven perseguidor3. Más tarde, Pablo se dirige hacia Damasco, con poderes para llevar detenidos a Jerusalén a quienes encontrara, hombres y mujeres, seguidores del Camino4. El cristianismo se había extendido rápidamente, gracias a la acción fecunda del Espíritu Santo y al intenso proselitismo que ejercían los nuevos fieles, aun en las condiciones más adversas: los que se habían dispersado iban de un lugar a otro anunciando la palabra del Evangelio5.
Pablo iba camino de Damasco, respirando amenazas y muerte contra los discípulos del Señor; pero Dios tenía otros planes para aquel hombre de gran corazón. Y estando ya cerca de la ciudad, hacia el mediodía, de repente le envolvió de resplandor una luz del cielo. Y cayendo en tierra oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Respondió: ¿Quién eres tú, Señor? Y Él: Yo soy Jesús, a quien tú persigues6. Y enseguida la pregunta fundamental de Saulo, que es ya fruto de su conversión, de su fe, y que marca el camino de la entrega: ¿Señor, qué quieres que haga?7. Pablo ya es otro hombre. En un momento lo ha visto todo claro, y la fe, la conversión, le lleva a la entrega, a la disponibilidad absoluta en las manos de Dios. ¿Qué tengo que hacer de ahora en adelante?, ¿qué esperas de mí?
Muchas veces, quizá cuando más lejos estábamos, el Señor ha querido meterse de nuevo hondamente en nuestra vida y nos ha manifestado esos planes grandes y maravillosos que tiene sobre cada hombre, sobre cada mujer. "¡Dios sea bendito!, te decías después de acabar tu Confesión sacramental. Y pensabas: es como si volviera a nacer.
"Luego, proseguiste con serenidad: "Domine, quid me vis facere?" -Señor, ¿qué quieres que haga?
"-Y tú mismo te diste la respuesta: con tu gracia, por encima de todo y de todos, cumpliré tu Santísima Voluntad: "serviam!" -¡te serviré sin condiciones!"8. También ahora se lo repetimos una vez más. ¡Tantas veces se lo hemos dicho ya, en tonos tan diversos! Serviam! Con tu ayuda, te serviré siempre, Señor.
II. Vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí9.
Siempre recordaremos esos instantes en que Jesús, quizá inesperadamente, nos detuvo en nuestro camino para decirnos que se quiere meter de lleno en nuestro corazón. Nunca olvidó San Pablo aquel momento único, cuando tuvo lugar el encuentro personal con Cristo resucitado: en el camino de Damasco..., indica a veces, como si dijera: allí comenzó todo. En otras ocasiones señala que aquel fue el instante decisivo de su existencia. Y en último lugar, como a un abortivo, se me apareció a mí también...10.
La vida de San Pablo es una llamada a la esperanza, pues "¿quién dirá, cargado con el peso de sus faltas, "Yo no puedo superarme", cuando (...) el perseguidor de los creyentes se transforma en propagador de su doctrina?"11. Esta misma eficacia sigue operando hoy en los corazones. Pero la voluntad del Señor de sanarnos y convertirnos en apóstoles en el lugar donde trabajamos y donde vivimos necesita nuestra correspondencia; la gracia de Dios es suficiente, pero es necesaria la colaboración del hombre, como en el caso de Pablo, porque el Señor quiere contar con nuestra libertad. Comentando las palabras del Apóstol -no yo, sino la gracia de Dios en mí señala San Agustín: "Es decir, no solo yo, sino Dios conmigo; y por ello, ni la gracia de Dios sola, ni él solo, sino la gracia de Dios con él"12.
Contar siempre con la gracia nos llevará a no desanimarnos jamás, a pesar de que una y otra vez experimentemos la inclinación al pecado, los defectos que no acaban de desaparecer, las flaquezas e incluso las caídas. El Señor nos llama continuamente a una nueva conversión y hemos de pedir con constancia la gracia de estar siempre comenzando, actitud que lleva a recorrer con paz y alegría el camino que conduce a Dios –afianzados en la filiación divina y que mantiene siempre la juventud del corazón. Pero es necesario corresponder en esos momentos bien precisos en los que, como San Pablo, le diremos a Jesús: Señor, ¿qué quieres que haga?, ¿en qué debo luchar más?, ¿qué cosas debo cambiar? Jesús se nos hace encontradizo muchas veces; entonces, "es menester sacar fuerzas de nuevo para servir –escribe Santa Teresa y procurar no ser ingratos, porque en esa condición las da el Señor; que si no usamos bien del tesoro y del gran estado en que nos pone, nos los tornará a tomar y quedarnos hemos muy más pobres, y dará su Majestad las joyas a quien luzca y aproveche con ellas a sí y a otros"13.
Señor, ¿qué quieres que haga? Si se lo decimos de corazón -como una jaculatoria muchas veces a lo largo del día, Jesús nos dará luces y nos manifestará esos puntos en los que nuestro amor se ha detenido o no avanza como Dios desea.
III. Sé en quién he creído...
Estas palabras explican toda la vida posterior de Pablo. Ha conocido a Cristo, y desde ese momento todo lo demás es como una sombra, en comparación a esta inefable realidad. Nada tiene ya valor si no es en Cristo y por Cristo. "La única cosa que él temía era ofender a Dios; lo demás le tenía sin cuidado. Por esto mismo, lo único que deseaba era ser fiel a su Señor y darlo a conocer a todas las gentes"14. Lo que deseamos nosotros; lo único que queremos.
Desde el momento de su encuentro con Jesús, Pablo se convirtió a Dios de todo corazón. El mismo afán que le llevaba antes a perseguir a los cristianos lo pone ahora, aumentado y fortalecido por la gracia, en el servicio del ideal grandioso que acaba de descubrir. Hará suyo el mensaje que recibieron los demás Apóstoles y que recoge el Evangelio de la Misa: Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación15. Pablo aceptó este compromiso e hizo de él, desde ese momento, la razón de su vida. "Su conversión consiste precisamente en esto: en haber aceptado que Cristo, al que encontró por el camino de Damasco, entrará en su existencia y la orientará hacia un único fin: el anuncio del Evangelio. Me debo tanto a los griegos como a los bárbaros, tanto a los sabios como a los ignorantes... Yo no me avergüenzo del Evangelio: es fuerza de salvación para todos los que creen en él (Rom 1, 13-16)"16.
Sé en quién he creído... Por Cristo afrontará riesgos y peligros sin cuento, se sobrepondrá continuamente a la fatiga, al cansancio, a los aparentes fracasos de su misión, a los miedos, con tal de ganar almas para Dios. Cinco veces recibí cuarenta azotes menos uno; tres veces fui azotado con varas; una vez fui lapidado; tres veces naufragué; un día y una noche pasé náufrago en alta mar; en mis frecuentes viajes sufrí peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi raza, peligros de los gentiles, peligros en ciudades, peligros en despoblado, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; trabajos y fatigas, frecuentes vigilias, con hambre y sed, en frecuentes ayunos, con frío y desnudez; y además de otras cosas, mi responsabilidad diaria: la solicitud por todas las iglesias. ¿Quién desfallece sin que yo desfallezca? ¿Quién tiene un tropiezo sin que yo me abrase de dolor?17.
Pablo centró su vida en el Señor. Por eso, a pesar de todo lo que padeció por Cristo, podrá decir al final de su vida, cuando se encuentra casi solo y un tanto abandonado: Abundo y sobreabundo de gozo en todas mis tribulaciones... La felicidad de Pablo, como la nuestra, no estuvo en la ausencia de dificultades sino en haber encontrado a Jesús y en haberle servido con todo el corazón y todas las fuerzas.
Terminamos esta meditación con una oración de la liturgia de la Misa: Señor, Dios nuestro, Tú que has instruido a todos los pueblos con la predicación del apóstol San Pablo, concédenos a cuantos celebramos su conversión caminar hacia Ti, siguiendo su ejemplo, y ser ante el mundo testigos de tu verdad18. A nuestra Madre Santa María le pedimos que no dejemos pasar esas gracias bien concretas que nos da el Señor para que, a lo largo de la vida, volvamos una y otra vez a recomenzar.
1 Antífona de entrada. 2 Tim 1, 12; 4, 8. — 2 Cfr. Hech 7, 60. — 3 Cfr. San Agustín, Sermón 315. — 4 Hech 9, 2. — 5 Hech 8, 4. — 6 Hech 9, 3-5. — 7 Hech 22, 10. — 8 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 238. — 9 Antífona de comunión. Gal 2, 20. — 10 1 Cor 15, 8-10. — 11 San Bernardo, Sermón 1º en la Conversión de San Pablo, 1. — 12 San Agustín, Sobre la gracia y el libre albedrío, 5, 12. — 13 Santa Teresa, Vida, 10. — 14 Liturgia de las Horas, Segunda lectura; San Juan Crisóstomo, Homilía 2 sobre las alabanzas de San Pablo. — 15 Mc 16, 15. — 16 Juan Pablo II, Homilía 25-I-1987. — 17 2 Cor 11, 24-29. — 18 Misal Romano, Oración colecta de la Misa.
* Termina hoy el Octavario por la unidad de los cristianos conmemorando la conversión del Apóstol de las gentes. La gracia de Dios convierte a San Pablo de perseguidor de los cristianos en mensajero de Cristo. Este hecho nos enseña que la fe tiene su origen en la gracia y se apoya en la libre correspondencia humana, y que el mejor modo de acelerar la unidad de los cristianos consiste en fomentar cada día la conversión personal.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
La Conversión de San Pablo
La Sagrada Biblia, en el capítulo 9 de los Hechos de los Apóstoles, narra así La Conversión de San Pablo:
"Saulo, respirando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al Sumo Sacerdote y le pidió cartas de recomendación para las sinagogas de los judíos de Damasco, para que si encontraba algunos seguidores de Cristo, los pudiera llevar presos y encadenados a Jerusalén.
Y sucedió que yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente le rodeó una luz venida del cielo; cayó en tierra y oyó una voz que le decía: "Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues?". El respondió: ¿Quién eres tú Señor? Y oyó que le decían: "Yo soy Jesús a quien tú persigues. Pero ahora levántate; entra en la ciudad, y allí se te dirá lo que tendrás que hacer".
Los hombres que iban con él se habían detenido mudos de espanto, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, y aunque tenía los ojos abiertos no veía nada. Lo llevaron de la mano y lo hicieron entrar en Damasco. Pasó tres días sin comer y sin beber.
Había en Damasco un discípulo llamado Ananías. El Señor le dijo en una visión: ¡Ananías! El respondió: "Aquí estoy Señor" y el Señor le dijo: "Levántate. Vete a la calle Recta y pregunta en la casa de Judas por uno de Tarso que se llama Saulo; mira: él está en oración y está viendo que un hombre llamado Ananías entra y le coloca las manos sobre la cabeza y le devuelve la vista.
Respondió Ananías y dijo: "Señor, he oído a muchos hablar de ese hombre y de los males que ha causado a tus seguidores en Jerusalén, y que ha venido aquí con poderes de los Sumos Sacerdotes para llevar presos a todos los que creen en tu nombre".
El Señor le respondió: "Vete, pues a éste lo he elegido como un instrumento para que lleve mi nombre ante los que no conocen la verdadera religión y ante los gobernantes y ante los hijos de Israel. Yo le mostraré todo lo que tendrá que padecer por mi nombre".
Fue Ananías. Entró en la casa. Le colocó sus manos sobre la cabeza y le dijo: "Hermano Saulo: me ha enviado a ti el Señor Jesús, el que se te apareció en el camino por donde venías. Y me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo". Al instante se le cayeron de los ojos unas como escamas y recobró la vista. Se levantó y fue bautizado. Tomó alimento y recobró las fuerzas.
Estuvo algunos días con los discípulos de Damasco y enseguida se puso a predicar en favor de Jesús, en las sinagogas o casas de oración, y decía que Jesús es el Hijo de Dios. Todos los que lo escuchaban quedaban admirados y decían: ¿No es éste el que en Jerusalén perseguía tan violentamente a los que invocaban el nombre de Jesús? Y ¿No lo habían enviado los Sumos Sacerdotes con cartas de recomendación para que se llevara presos y encadenados a los que siguen esa religión? "Pero Saulo seguía predicando y demostraba a muchos que Jesús es el Mesías, el salvador del mundo".
Saulo se cambió el nombre por el de Pablo. Y en la carta a los Gálatas dice: "Cuando Aquél que me llamó por su gracia me envió a que lo anunciara entre los que no conocían la verdadera religión, me fui a Arabia, luego volví a Damasco y después de tres años subí a Jerusalén para conocer a Pedro y a Santiago". Las Iglesias de Judea no me conocían pero decían: "El que antes nos perseguía, ahora anuncia la buena noticia de la fe, que antes quería destruir". Y glorificaban a Dios a causa de mí.
Apóstol San Pablo: que tu conversión sea como un ideal para todos y cada uno de nosotros. Que también en el camino de nuestra vida nos llame Cristo y nosotros le hagamos caso y dejemos nuestra antigua vida de pecado y empecemos una vida dedicada a la santidad, a las buenas obras y al apostolado.
Si lo que busco es agradar a la gente, no seré siervo de Cristo.
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Fuente: Santopedia.com
Enrique Suso, Beato Dominico, Enero 25
Martirologio Romano: En Ulm, ciudad de Suabia (hoy Alemania), beato Enrique Suso, presbítero de la Orden de Predicadores, que soportó pacientemente muchos contratiempos y enfermedades, compuso un tratado sobre la sabiduría eterna y predicó a menudo sobre el Nombre de Jesús (1366). |
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Elvira, Santa Abadesa, 25 de enero
Abadesa |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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