JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (5, 21-43)
Gloria a ti, Señor
En aquel tiempo, cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se quedó en la orilla y ahí se le reunió mucha gente. Entonces se acercó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se echó a sus pies y le suplicaba con insistencia: "Mi hija está agonizando. Ven a imponerle las manos para que se cure y viva".
Jesús se fue con él, y mucha gente lo seguía y lo apretujaba. Entre la gente había una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y había gastado en eso toda su fortuna, pero en vez de mejorar, había empeorado. Oyó hablar de Jesús, vino y se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto, pensando que, con sólo tocarle el vestido, se curaría. Inmediatamente se le secó la fuente de su hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba curada.
Jesús notó al instante que una fuerza curativa había salido de él, se volvió hacia la gente y les preguntó: "¿Quién ha tocado mi manto?" Sus discípulos le contestaron: "Estás viendo cómo te empuja la gente y todavía preguntas: '¿Quién me ha tocado?' " Pero él seguía mirando alrededor, para descubrir quién había sido. Entonces se acercó la mujer, asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado; se postró a sus pies y le confesó la verdad. Jesús la tranquilizó, diciendo: "Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad".
Todavía estaba hablando Jesús, cuando unos criados llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle a éste: "Ya se murió tu hija. ¿Para qué sigues molestando al Maestro?" Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: "No temas, basta que tengas fe". No permitió que lo acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.
Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús el alboroto de la gente y oyó los llantos y los alaridos que daban. Entró y les dijo: "¿Qué significa tanto llanto y alboroto? La niña no está muerta, está dormida". Y se reían de él.
Entonces Jesús echó fuera a la gente, y con los padres de la niña y sus acompañantes, entró a donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo: "¡Talitá, kum!", que significa: "¡Óyeme, niña, levántate!" La niña, que tenía doce años, se levantó inmediatamente y se puso a caminar. Todos se quedaron asombrados. Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie y les mandó que le dieran de comer a la niña.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
Alaben al Señor los que lo buscan
Feria de la 4a. semana del Tiempo Ordinario
Le cumpliré mis promesas al Señor
Antífona de Entrada
Recordaremos, Señor, los dones de tu amor, en medio de tu templo. Que todos los hombres de la tierra te conozcan y alaben, porque es infinita tu justicia.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que por medio de la muerte de tu Hijo has redimido al mundo de la esclavitud del pecado, concédenos participar ahora de una santa alegría y, después en el cielo, de la felicidad eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Lectura de la carta a los hebreos (12, 1-4)
Hermanos: Rodeados, como estamos, por la multitud de antepasados nuestros, que dieron prueba de su fe, dejemos todo lo que nos estorba; librémonos del pecado que nos ata, para correr con perseverancia la carrera que tenemos por delante, fija la mirada en Jesús, autor y consumador de nuestra fe.
El, en vista del gozo que se le proponía, aceptó la cruz, sin temer su ignominia, y por eso está sentado a la derecha del trono de Dios.
Mediten, pues, en el ejemplo de aquel que quiso sufrir tanta oposición de parte de los pecadores, y no se cansen ni pierdan el ánimo. Porque todavía no han llegado a derramar su sangre en la lucha contra el pecado.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 21
Alaben al Señor los que lo buscan.
Le cumpliré mis promesas al Señor delante de sus fieles. Los pobres comerán hasta saciarse y alabarán al Señor los que lo buscan: su corazón ha de vivir para siempre.
Alaben al Señor los que lo buscan.
Recordarán al Señor y volverán a él desde los últimos lugares del mundo; en su presencia se postrarán todas las familias de los pueblos. Sólo ante él se postrarán todos los que mueren.
Alaben al Señor los que lo buscan.
Mi descendencia lo servirá y le contará a la siguiente generación, al pueblo que ha de nacer, la justicia del Señor y todo lo que él ha hecho.
Alaben al Señor los que lo buscan.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Cristo hizo suyas nuestras debilidades y cargó con nuestros dolores.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (5, 21-43)
Gloria a ti, Señor
En aquel tiempo, cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se quedó en la orilla y ahí se le reunió mucha gente. Entonces se acercó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se echó a sus pies y le suplicaba con insistencia: "Mi hija está agonizando. Ven a imponerle las manos para que se cure y viva".
Jesús se fue con él, y mucha gente lo seguía y lo apretujaba. Entre la gente había una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y había gastado en eso toda su fortuna, pero en vez de mejorar, había empeorado. Oyó hablar de Jesús, vino y se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto, pensando que, con sólo tocarle el vestido, se curaría. Inmediatamente se le secó la fuente de su hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba curada.
Jesús notó al instante que una fuerza curativa había salido de él, se volvió hacia la gente y les preguntó: "¿Quién ha tocado mi manto?" Sus discípulos le contestaron: "Estás viendo cómo te empuja la gente y todavía preguntas: '¿Quién me ha tocado?' " Pero él seguía mirando alrededor, para descubrir quién había sido. Entonces se acercó la mujer, asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado; se postró a sus pies y le confesó la verdad. Jesús la tranquilizó, diciendo: "Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad".
Todavía estaba hablando Jesús, cuando unos criados llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle a éste: "Ya se murió tu hija. ¿Para qué sigues molestando al Maestro?" Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: "No temas, basta que tengas fe". No permitió que lo acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.
Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús el alboroto de la gente y oyó los llantos y los alaridos que daban. Entró y les dijo: "¿Qué significa tanto llanto y alboroto? La niña no está muerta, está dormida". Y se reían de él.
Entonces Jesús echó fuera a la gente, y con los padres de la niña y sus acompañantes, entró a donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo: "¡Talitá, kum!", que significa: "¡Óyeme, niña, levántate!" La niña, que tenía doce años, se levantó inmediatamente y se puso a caminar. Todos se quedaron asombrados. Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie y les mandó que le dieran de comer a la niña.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Que el sacrificio que vamos a ofrecerte nos purifique, Señor, y nos ayude a conformar cada día más nuestra vida con los ejemplos de tu Hijo Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
Prefacio Común IV
La alabanza, don de Dios
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Pues, aunque no necesitas de nuestra alabanza, es don tuyo el que seamos agradecidos; y aunque nuestras bendiciones no aumentan tu gloria, nos aprovechan para nuestra salvación.
Por Cristo nuestro Señor. Por eso, unidos a los ángeles, te aclamamos llenos de alegría:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de la Comunión
Probad y ved qué bueno es el Señor; dichoso el que se acoge a él.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Dios omnipotente y eterno, que nos has alimentado con el sacramento de tu amor, concédenos vivir siempre en tu amistad y agradecer continuamente tu misericordia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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Dia 3/02-1 San Blas (Obispo y mártir, rojo)
Antífona de Entrada
Este santo luchó hasta la muerte por la ley de Dios y no se aterrorizó ante la amenaza de los impíos, pues estaba afianzado sobre roca firme.
Oración Colecta
Oremos:
Dios omnipotente y misericordioso, que mantuviste firme en medio de los tormentos a tu santo mártir san Blas, protege a quienes celebramos hoy su triunfo para que no caigamos nunca en las tentaciones del enemigo.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Nos gloriamos hasta de los sufrimientos
Lectura de la carta del apóstol, san Pablo a los Romanos 5, 1-5
Hermanos: Ya que hemos sido justificados por la fe, mantengámonos en paz con Dios, por mediación de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido, con la fe, la entrada al mundo de la gracia, en el cual nos encontramos; por él, podemos gloriarnos de tener la esperanza de participar en la gloria de Dios.
Más aún, nos gloriamos hasta de los sufrimientos, pues sabemos que el sufrimiento engendra la paciencia, la paciencia engendra la virtud sólida, la virtud sólida engendra la esperanza, y la esperanza no defrauda, porque Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que él mismo nos ha dado.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 116
Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.
Que alaben al Señor todos los pueblos, que todas las naciones lo festejen.
Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.
Porque grande es su amor hacia nosotros y su fidelidad dura por siempre.
Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Vayan y enseñen a todas las naciones, dice el Señor, y sepan que yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo.
Aleluya.
Evangelio
Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 16, 15-20
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: "Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda criatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. Estos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos".
El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba su predicación con los milagros que hacían.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Santifica, Señor, con tu bendición estas ofrendas y enciende en nosotros ese amor a ti, por el que tu santo mártir san Blas fue capaz de soportar todos los tormentos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Significado y ejemplaridad del martirio
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque la sangre del glorioso mártir san Blas, derramada, como la de Cristo, para confesar tu nombre, manifiesta las maravillas de tu poder; pues en su martirio, Señor, has sacado fuerza de lo débil, haciendo de la fragilidad tu propio testimonio, por Cristo, Señor nuestro.
Por eso,
como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la tierra te aclamamos diciendo sin cesar:
Antífona de la Comunión
Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y que me siga, dice el Señor.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que el sacramento que hemos recibido nos dé, Señor, la misma fortaleza con la que tu santo mártir san Blas fue fiel en tu servicio y generoso en el sufrimiento.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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Dia 3/02-2 San Oscar (Obispo, blanco)
Antífona de Entrada
Este santo luchó hasta la muerte por la ley de Dios y no se aterrorizó ante la amenaza de los impíos, pues estaba afianzado sobre roca firme.
Oración Colecta
Oremos:
Dios omnipotente y misericordioso, que mantuviste firme en medio de los tormentos a tu santo mártir san Blas, protege a quienes celebramos hoy su triunfo para que no caigamos nunca en las tentaciones del enemigo.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Nos gloriamos hasta de los sufrimientos
Lectura de la carta del apóstol, san Pablo a los Romanos 5, 1-5
Hermanos: Ya que hemos sido justificados por la fe, mantengámonos en paz con Dios, por mediación de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido, con la fe, la entrada al mundo de la gracia, en el cual nos encontramos; por él, podemos gloriarnos de tener la esperanza de participar en la gloria de Dios.
Más aún, nos gloriamos hasta de los sufrimientos, pues sabemos que el sufrimiento engendra la paciencia, la paciencia engendra la virtud sólida, la virtud sólida engendra la esperanza, y la esperanza no defrauda, porque Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que él mismo nos ha dado.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 116
Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.
Que alaben al Señor todos los pueblos, que todas las naciones lo festejen.
Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.
Porque grande es su amor hacia nosotros y su fidelidad dura por siempre.
Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Vayan y enseñen a todas las naciones, dice el Señor, y sepan que yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo.
Aleluya.
Evangelio
Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Marcos 16, 15-20
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: "Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda criatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. Estos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos".
El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba su predicación con los milagros que hacían.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Santifica, Señor, con tu bendición estas ofrendas y enciende en nosotros ese amor a ti, por el que tu santo mártir san Blas fue capaz de soportar todos los tormentos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Significado y ejemplaridad del martirio
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque la sangre del glorioso mártir san Blas, derramada, como la de Cristo, para confesar tu nombre, manifiesta las maravillas de tu poder; pues en su martirio, Señor, has sacado fuerza de lo débil, haciendo de la fragilidad tu propio testimonio, por Cristo, Señor nuestro.
Por eso,
como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la tierra te aclamamos diciendo sin cesar:
Antífona de la Comunión
Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y que me siga, dice el Señor.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que el sacramento que hemos recibido nos dé, Señor, la misma fortaleza con la que tu santo mártir san Blas fue fiel en tu servicio y generoso en el sufrimiento.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
† Meditación diaria
4ª semana. Martes
COMUNIONES ESPIRITUALES
— La fe de una mujer enferma: si logro tocar su vestido, quedaré curada. Nosotros nos encontramos con Cristo en la Sagrada Eucaristía.
— Las comuniones espirituales. Deseos de recibir a Cristo.
— La Comunión sacramental. Preparación y acción de gracias.
I. Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti; no me escondas tu rostro el día de la desgracia. Inclina tu oído hacia mí; cuando te invoco, escúchame enseguida1.
El Evangelio de la Misa2 relata los milagros que Jesús realizó en aquella ocasión, cuando volvió de nuevo a la otra orilla del lago, probablemente a Cafarnaún. San Lucas nos dice que todos estaban esperándole3. Están contentos de tener de nuevo a Jesús con ellos; y enseguida tomó el camino de la ciudad, seguido de sus discípulos y de la multitud que le rodea por todas partes.
Entre tantos que se apiñan en torno a Cristo, una mujer vacilante se acerca unas veces a Él, otras queda rezagada, mientras no cesa de repetirse: Si logro tocar su vestido quedaré curada. Doce años lleva enferma, y había puesto todos los remedios humanos a su alcance: Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos y se había gastado en eso toda su fortuna. Pero aquel día comprendió que Jesús era su único remedio: no solo el de una enfermedad que la hacía impura ante la ley, sino el remedio de toda su vida. Alargó la mano y logró tocar el borde del manto del Señor. En ese momento Jesús se paró, y ella se sintió curada.
¿Quién ha tocado mi vestido?, pregunta Jesús, dirigiéndose a los que le rodean. Yo sé que una fuerza ha salido de mí4. Y en el mismo instante, la mujer vio que caían sobre ella aquellos ojos que llegaban hasta lo más profundo del corazón, y asustada y temblorosa y llena de júbilo, todo a la vez, se echó a sus pies.
También nosotros necesitamos cada día el contacto con Cristo, porque es mucha nuestra debilidad y muchas nuestras enfermedades. Y al recibirle en la Comunión sacramental se realiza este encuentro con Él, oculto en las especies sacramentales. Y son tantos los bienes que recibimos en cada Comunión que el Señor nos mira y nos puede decir: Yo sé que una fuerza ha salido de mí: un torrente de gracias que nos inunda de alegría, nos da la firmeza necesaria para seguir adelante, y causa el asombro de los ángeles.
Cuando nos acercamos a Cristo sabemos bien que nos encontramos ante un misterio inefable, y que ni siquiera en nuestras Comuniones más fervorosas somos dignos de recibirle como se merece. La Sagrada Eucaristía es la fuente escondida de donde llegan al alma indecibles bienes que se prolongan más allá de nuestra existencia aquí en la tierra...: Jesús viene a remediar nuestra necesidad, acude prontamente a nuestra súplica.
La amistad creciente con Cristo nos impulsa a desear que llegue el momento de la Comunión, para unirnos íntimamente con Él. Le buscamos con la diligencia de esta mujer enferma, con todos los medios a nuestro alcance (los humanos y los sobrenaturales, como el acudir a nuestro Ángel Custodio). Si alguna vez, por razón de viajes, exámenes, trabajo, etcétera, se nos hiciera más dificultoso acudir a recibirlo, pondremos más empeño, más ingenio, más amor; le buscamos entonces con la decisión con la que acudió María Magdalena al sepulcro, al amanecer del tercer día, sin importarle los soldados que lo custodian, ni la piedra que le impide el paso...
Santa Catalina de Siena explica con un ejemplo la importancia de desear vivamente la Comunión. Supongamos –dice– que varias personas poseen una vela de diverso peso y tamaño. La primera lleva una vela de una onza; la segunda de dos onzas; la tercera, de tres; esta, de una libra (16 onzas). Cada una enciende su vela. Y sucede que la que tiene la de una onza tiene menos capacidad de alumbrar que la de una libra. Así acontece a los que se acercan a la Comunión. Cada uno lleva un cirio, es decir, los santos deseos con que recibe este sacramento5. Estos santos deseos, condición de una fervorosa Comunión, se manifiestan en primer lugar en el empeño por apartar todo pecado venial deliberado y toda falta consciente de amor a Dios.
II. Todas las condiciones para recibir siempre con fruto la Comunión sacramental se pueden resumir en una sola: tener hambre de la Santa Eucaristía6. Esta hambre y esta sed de Cristo por nada pueden ser sustituidas.
Este vivo deseo de comulgar, señal de fe y de amor, nos conducirá a realizar muchas comuniones espirituales antes de recibirle sacramentalmente y durante el día, en medio de la calle o del trabajo, en cualquier ocupación. "La comunión espiritual consiste en un deseo ardiente de recibir a Jesús Sacramentado y en un abrazo amoroso como si ya lo hubiésemos recibido"7. Prolonga en cierto modo los frutos de la anterior Comunión eucarística, prepara la siguiente y nos ayuda a desagraviar por las veces en las que quizá no nos preparamos con la delicadeza y el amor que el Señor esperaba, y también por todos aquellos que comulgan con pecados graves y por cuantos, de una manera u otra, han olvidado que Cristo se ha quedado en este Santo Sacramento.
"La comunión espiritual se puede hacer sin que nadie nos vea, sin que sea preciso estar en ayunas, y se puede llevar a cabo a cualquier hora; porque consiste en un acto de amor; basta decir de todo corazón: (...) Creo, mi Jesús, que estáis en el Santísimo Sacramento; os amo y deseo mucho recibiros, venid a mi corazón; yo os abrazo; no os ausentéis de mí"8. O aquella otra que muchos cristianos aprendieron quizá al prepararse para recibir por vez primera a Jesús en su corazón: Yo quisiera, Señor, recibiros con aquella pureza, humildad y devoción con que os recibió vuestra Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los santos9.
De modo particular, debemos ejercitarnos en las comuniones espirituales en aquel tiempo que antecede a la Misa y a la Comunión: por la noche, cuando llega la hora del descanso; por la mañana, al despertarnos, mientras nos preparamos para comenzar la jornada. De este modo, si ponemos empeño y si pedimos ayuda a nuestro Ángel Custodio, la Eucaristía presidirá nuestra existencia y será "el centro y la cima"10 al que se dirigen todos nuestros actos.
Acudamos en el día de hoy a nuestro Ángel Custodio para que nos recuerde frecuentemente la presencia cercana de Cristo en los sagrarios de la ciudad o del pueblo donde vivimos o donde nos encontramos, y que nos consiga gracias abundantes para que cada día sean mayores nuestros deseos de recibir a Jesús, y mayor nuestro amor, de modo particular en esos minutos en los que permanece sacramentalmente en nuestro corazón.
III. Por nuestra parte, debemos esforzarnos en acercarnos a Cristo con la fe de aquella mujer, con su humildad, con aquellos deseos grandes de querer sanar de los males que nos aquejan. "¿Quiénes somos, para estar tan cerca de Él? Como a aquella pobre mujer entre la muchedumbre, nos ha ofrecido una ocasión. Y no para tocar un poquito de su vestido, o un momento el extremo de su manto, la orla. Lo tenemos a Él. Se nos entrega totalmente, con su Cuerpo, con su Sangre, con su Alma y con su Divinidad. Lo comemos cada día, hablamos íntimamente con Él, como se habla con el padre, como se habla con el Amor"11. Es una realidad, como lo es nuestra existencia y el mundo y las personas que cada día encontramos mientras caminamos. Bajo las especies sacramentales se contiene verdadera, real y sustancialmente el Cuerpo glorioso de Cristo con su alma y su divinidad, el mismo que nació de Santa María, el que permaneció durante cuarenta días con sus discípulos después de la Resurrección, el que después de su Ascensión al Cielo vela nuestro caminar terreno.
La Comunión no es un premio a la virtud, sino alimento para los débiles y necesitados; para nosotros. Y nuestra Madre la Iglesia nos exhorta a comulgar con frecuencia, diariamente a quien le es posible, y nos insiste a la vez en que pongamos todo el empeño en apartar la rutina, la tibieza, el desamor, en que purifiquemos el alma de los pecados veniales mediante los actos de contrición y la Confesión frecuente y, sobre todo, en que no comulguemos jamás con sombra alguna de pecado grave, sin habernos acercado antes al sacramento del Perdón12. Ante las faltas leves, el Señor nos pide lo que está a nuestro alcance: el arrepentimiento y el deseo de evitarlas. Además de disponer convenientemente el alma con actos de fe, de esperanza y de amor, es necesario disponer también el cuerpo: no haber tomado ningún alimento desde una hora antes y acercarse con la debida reverencia, correctamente vestido, etcétera. Es la naturalidad del cristiano que manifiesta el respeto adecuado a quien más se le debe, y consecuencia de la fe del que sabe a qué Banquete ha sido invitado. "Es necesario que todo nuestro porte exterior dé, a los que nos ven, la sensación de que nos preparamos para algo grande"13.
El amor a Jesús presente en la Sagrada Eucaristía se manifestará en el modo de dar gracias después de la Comunión; el amor es ingenioso y sabe encontrar modos propios para expresar la gratitud. Y esto aunque el alma se encuentre en la aridez más completa. La aridez no es tibieza, sino amor en el que está ausente el sentimiento, pero que impulsa a poner más esfuerzo y a pedir ayuda a los intercesores del Cielo, como el propio Ángel Custodio, que nos prestará en esta, como en otras ocasiones, grandes servicios.
Incluso las mismas distracciones deben ayudarnos a un mayor fervor a la hora de dar gracias al Señor por el bien incomparable de habernos visitado. Todo debe aprovecharnos para que en esos minutos en que tenemos al mismo Dios nos encontremos en las mejores disposiciones posibles dentro de nuestras muchas limitaciones.
La Virgen, Nuestra Señora, nos ayudará a preparar nuestra alma con aquella pureza, humildad y devoción con que Ella le recibió después del anuncio del Ángel.
1 Sal 101. — 2 Mc 5, 21-43. — 3 Cfr. Lc 8, 41-56. — 4 Cfr. Lc 8, 46. — 5 Santa Catalina de Siena, El Diálogo, p. 385. — 6 Cfr. R. Garrigou-Lagrange, Las tres edades de la vida interior, vol. I, p. 484. — 7 San Alfonso Mª de Ligorio, Visitas al Stmo. Sacramento, Rialp, Madrid 1965, p. 40. — 8 Ibídem, p. 41. — 9 Cfr. A. Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei, Rialp, Madrid 1983, pp. 52-53. — 10 Cfr. Conc. Vat. II, Decr. Ad gentes, 9. — 11 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 199. — 12 Cfr. 1 Cor 11, 27-28; Pablo VI, Intr. Eucaristicum Mysterium, 37. — 13 Santo Cura de Ars, Sermón sobre la Comunión.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Blas significa: "arma de la divinidad".(año 316)
San Blas fue obispo de Sebaste, Armenia (al sur de Rusia).
Al principio ejercía la medicina, y aprovechaba de la gran influencia que le daba su calidad de excelente médico, para hablarles a sus pacientes en favor de Jesucristo y de su santa religión, y conseguir así muchos adeptos para el cristianismo.
Al conocer su gran santidad, el pueblo lo eligió obispo.
Cuando estalló la persecución de Diocleciano, se fue San Blas a esconderse en una cueva de la montaña, y desde allí dirigía y animaba a los cristianos perseguidos y por la noche bajaba a escondidas a la ciudad a ayudarles y a socorrer y consolar a los que estaban en las cárceles, y a llevarles la Sagrada Eucaristía.
Cuenta la tradición que a la cueva donde estaba escondido el santo, llegaban las fieras heridas o enfermas y él las curaba. Y que estos animales venían en gran cantidad a visitarlo cariñosamente. Pero un día él vio que por la cuesta arriba llegaban los cazadores del gobierno y entonces espantó a las fieras y las alejó y así las libró de ser víctimas de la cacería.
Entonces los cazadores, en venganza, se lo llevaron preso. Su llegada a la ciudad fue una verdadera apoteosis, o paseo triunfal, pues todas las gentes, aun las que no pertenecían a nuestra religión, salieron a aclamarlo como un verdadero santo y un gran benefactor y amigo de todos.
El gobernador le ofreció muchos regalos y ventajas temporales si dejaba la religión de Jesucristo y si se pasaba a la religión pagana, pero San Blas proclamó que él sería amigo de Jesús y de su santa religión hasta el último momento de su vida.
Entonces fue apaleado brutalmente y le desgarraron con garfios su espalda. Pero durante todo este feroz martirio, el santo no profirió ni una sola queja. El rezaba por sus verdugos y para que todos los cristianos perseveraran en la fe.
El gobernador, al ver que el santo no dejaba de proclamar su fe en Dios, decretó que le cortaran la cabeza. Y cuando lo llevaban hacia el sitio de su martirio iba bendiciendo por el camino a la inmensa multitud que lo miraba llena de admiración y su bendición obtenía la curación de muchos.
Pero hubo una curación que entusiasmó mucho a todos. Una pobre mujer tenía a su hijito agonizando porque se le había atravesado una espina de pescado en la garganta. Corrió hacia un sitio por donde debía pasar el santo. Se arrodilló y le presentó al enfermito que se ahogaba. San Blas le colocó sus manos sobre la cabeza al niño y rezó por él. Inmediatamente la espina desapareció y el niñito recobró su salud. El pueblo lo aclamó entusiasmado.
Le cortaron la cabeza (era el año 316). Y después de su muerte empezó a obtener muchos milagros de Dios en favor de los que le rezaban. Se hizo tan popular que en sólo Italia llegó a tener 35 templos dedicados a él. Su país, Armenia, se hizo cristiano pocos años después de su martirio.
En la Edad Antigua era invocado como Patrono de los cazadores, y las gentes le tenían gran fe como eficaz protector contra las enfermedades de la garganta. El 3 de febrero bendecían dos velas en honor de San Blas y las colocaban en la garganta de las personas diciendo: "Por intercesión de San Blas, te libre Dios de los males de garganta". Cuando los niños se enfermaban de la garganta, las mamás repetían: "San Blas bendito, que se ahoga el angelito".
A San Blas, tan amable y generoso, pidámosle que nos consiga de Dios la curación de las enfermedades corporales de la garganta, pero sobre todo que nos cure de aquella enfermedad espiritual de la garganta que consiste en hablar de todo lo que no se debe de hablar y en sentir miedo de hablar de nuestra santa religión y de nuestro amable Redentor, Jesucristo.
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San Oscar (año 865)
Este gran misionero fue el evangelizador y primer obispo de los países escandinavos, o sea: Dinamarca, Suecia y Noruega. Murió muy joven, agotado de tanto misionar y de tanto trabajar por extender el reino de Cristo. Su muerte sucedió el 3 de febrero del año 865.
Propósito: Pediré a Dios que me conceda su gran fortaleza para ser fiel creyente hasta el final de la vida. Si no pido esta gracia quizás no la reciba, pero si la pido muchas veces la voy a conseguir, porque Jesús prometió: "Todo el que pide, recibe".
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Fuente: Vatican.va
María de San Ignacio (Claudina) Thévenet, Santa Virgen y Fundadora, Febrero 3
Virgen y Fundadora Martirologio Romano: En Lyon, en Francia, santa María de San Ignacio (Claudina) Thévenet, virgen, quien, movida por la caridad y con ánimo esforzado, fundó la Congregación de las Hermanas de Jesús y María, para la formación espiritual de las jóvenes, especialmente las de condición humilde (1837). |
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Fuente: svdargentina.org.ar
María Elena Stollenwerk, Beata Co-fundadora, Febrero 3
Virgen y Co-fundadora Martirologio Romano: En la población de Steyl, en los Países Bajos, beata María Elena Stollenwerk, virgen, que colaboró con el beato Arnoldo Janssen en la fundación de la Congregación de las Misioneras Siervas del Espíritu Santo y, habiendo abandonado la función de superiora, se entregó a la adoración (1900). |
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Fuente: clairval.com
María Ana Rivier, Beata Fundadora, Febrero 3
Fundadora Martirologio Romano: En Bourg-Saint-Andéol, en la región de Viviers, en Francia, beata María Ana Rivier, virgen, la cual, durante la Revolución Francesa, que suprimió todas las órdenes y congregaciones religiosas, instituyó la Congregación de las Hermanas de la Presentación de María, para educar en la fe al pueblo cristiano (1838). |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Celerino de Cartago, Santo Mártir, Febrero 3
Lector y Mártir Martirologio Romano: En Cartago, ciudad de África, san Celerino, lector y mártir, que confesó denodadamente a Cristo en la cárcel, entre azotes, cadenas y otros suplicios, siguiendo las huellas de su abuela Celerina, anteriormente coronada por el martirio, y de sus tíos Lorenzo, paterno, e Ignacio, materno, los cuales, habiendo servido en campamentos militares, llegaron a ser soldados de Dios, obteniendo del Señor palmas y coronas con su gloriosa pasión (s. III). |
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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, Febrero 3
San Leonio, presbítero |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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