martes, 3 de febrero de 2015

[ † ] Miércoles de San José. 04/01/2015. Santa Juana, reina de Francia ¡ruega por nosotros!

JA

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (6, 1-6)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús fue a su tierra en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba se preguntaba con asombro: "¿Dónde aprendió este hombre tantas cosas? ¿De dónde le viene esa sabiduría y ese poder para hacer milagros? ¿Qué no es éste el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿No viven aquí, entre nosotros, sus hermanas?" Y estaban desconcertados.

Pero Jesús les dijo: "Todos honran a un profeta, menos los de su tierra, sus parientes y los de su casa". Y no pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó a algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y estaba extrañado de la incredulidad de aquella gente. Luego se fue a enseñar en los pueblos vecinos.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu

El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?

Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).

Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?

Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html

Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

 

Misal

 

El Señor es bueno, el Señor nos ama

Feria de la 4a. semana del Tiempo Ordinario

Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor

Antífona de Entrada

Yo quiero acercarme a ti, Señor, y saciarme de gozo en tu presencia.

Oración Colecta

Oremos:

Señor, tú que iluminas a los extraviados con la luz de tu Evangelio para que vuelvan al camino de la verdad, concede a cuantos nos llamamos cristianos imitar fielmente a Cristo y rechazar lo que pueda alejarnos de él.

Por nuestro Señor Jesucristo…

Amén.

 

Primera Lectura

Lectura de la carta a los hebreos (12, 4-7. 11-15)

Hermanos: Todavía no han llegado ustedes a derramar su sangre en la lucha contra el pecado, y ya se han olvidado de la exhortación que Dios les dirigió, como a hijos, diciendo: Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor, ni te desanimes cuando te reprenda. Porque el Señor corrige a los que ama y da azotes a sus hijos predilectos. Soporten, pues, la corrección, porque Dios los trata como a hijos; ¿y qué padre hay que no corrija a sus hijos? Es cierto que de momento ninguna corrección nos causa alegría, sino más bien tristeza. Pero después produce, en los que la recibieron, frutos de paz y santidad.

Por eso, robustezcan sus manos cansadas y sus rodillas vacilantes; caminen por un camino plano, para que el cojo ya no se tropiece, sino más bien, se alivie. Esfuércense por estar en paz con todos y por aquella santificación, sin la cual no es posible ver a Dios. Velen para que nadie se vea privado de la gracia de Dios, para que nadie sea como una planta amarga, que hace daño y envenena a los demás.

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.

 

Salmo Responsorial Salmo 102

El Señor es bueno, el Señor nos ama.

Bendice al Señor, alma mía; que todo mi ser bendiga su santo nombre. Bendice, al Señor, alma mía, y no te olvides de sus beneficios.

El Señor es bueno, el Señor nos ama.

Como un padre es compasivo con sus hijos, así es compasivo el Señor con quien lo ama, pues bien sabe él de lo que estamos hechos y de que somos barro, no se olvida.

El Señor es bueno, el Señor nos ama.

El amor del Señor a quien lo teme, es un amor eterno y entre aquellos que cumplen con su alianza, pasa de hijos a nietos su justicia.

El Señor es bueno, el Señor nos ama.

 

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.

Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor; yo las conozco y ellas me siguen.

Aleluya.

 

Evangelio

† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (6, 1-6)

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús fue a su tierra en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba se preguntaba con asombro: "¿Dónde aprendió este hombre tantas cosas? ¿De dónde le viene esa sabiduría y ese poder para hacer milagros? ¿Qué no es éste el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿No viven aquí, entre nosotros, sus hermanas?" Y estaban desconcertados.

Pero Jesús les dijo: "Todos honran a un profeta, menos los de su tierra, sus parientes y los de su casa". Y no pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó a algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y estaba extrañado de la incredulidad de aquella gente. Luego se fue a enseñar en los pueblos vecinos.

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Mira bondadosamente, Señor, las ofrendas de tu Iglesia suplicante, y conviértelas en alimento espiritual que ayude a crecer en santidad a todos tus fieles. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Prefacio Común V

Proclamación del misterio deCristo

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón.

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor. Cuya muerte celebramos unidos en caridad, cuya resurrección proclamamos con viva fe, y cuyo advenimiento glorioso aguardamos con firmísima esperanza. Por eso, con todos los ángeles y santos, te alabamos, proclamando sin cesar:

Santo, Santo, Santo…

Antífona de la Comunión

Dichosos los que se acercan a tu altar, Señor. Dichosos los que viven en tu casa y pueden alabarte siempre, Rey mío y Dios mío.

Oración después de la Comunión

Oremos:

Te suplicamos, Señor, que esta Eucaristía que hemos recibido, nos ayude a amarte más y a servirte mejor cada día.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

 


Meditación diaria

4ª semana. Miércoles

TRABAJAR BIEN

— Vida de trabajo de Jesús en Nazaret. La santificación del trabajo.

— El trabajo nos hace partícipes de la obra creadora de Dios. Jesús y el mundo del trabajo.

— Sentido redentor del trabajo. Acudir a San José para que nos enseñe a trabajar con competencia y a corredimir con nuestras tareas.

I. Después de un tiempo, Jesús volvió a Nazaret, su ciudad, con sus discípulos1. Allí le esperaba su Madre con inmensa alegría. Quizá fue la primera vez que aquellos primeros seguidores del Maestro conocieron el lugar donde se había desarrollado la vida de Jesús; y en casa de María repondrían fuerzas. La Virgen tendría particulares atenciones con ellos; les serviría como nadie hasta entonces lo había hecho.

En Nazaret todos conocen a Jesús. Le conocen por su oficio y por la familia a la que pertenece, como a todo el mundo: es el artesano, el hijo de María. Como ocurre a tantos en la vida, el Señor siguió el oficio de quien hizo de padre suyo aquí en la tierra. Por eso también le llaman el hijo del artesano2; tuvo la profesión de José, que ya habría muerto, quizá hacía años. Su familia, que custodiaba el mayor de los tesoros, el Verbo de Dios hecho hombre, fue una más entre las del vecindario, querida y apreciada por todos. "El mismo Verbo encarnado quiso hacerse partícipe de esta humana solidaridad. Tomó parte en las bodas de Caná, se invitó a casa de Zaqueo, comió con publicanos y pecadores. Reveló el amor del Padre y la excelsa vocación del hombre, echando mano de las realidades más vulgares de la vida social y sirviéndose del lenguaje y de las imágenes de la existencia más corriente. Santificó las relaciones humanas, sobre todo las relaciones familiares, de las que brotan las relaciones sociales, siendo voluntariamente un súbdito más de las leyes de su patria. Llevó una vida idéntica a la de cualquier obrero de su tiempo y región"3.

Jesús debió de estar varios días en casa de su Madre, y visitar a otros parientes y conocidos... Y llegado el sábado se puso a enseñar en la sinagoga. Las gentes de Nazaret quedaron sorprendidas. Uno que les ha construido muebles y aperos de labranza, que se los ha arreglado cuando se estropeaban, les habla con suma autoridad y sabiduría, como nadie lo había hecho hasta entonces. Solo ven en Él lo humano, lo que habían observado durante treinta años: la normalidad más completa. Les cuesta trabajo descubrir al Mesías detrás de esa "normalidad".

También la ocupación de la Virgen fue la de cualquier ama de casa de su tiempo, con su forma peculiar de hablar, propia de las mujeres galileas, con el modo de vestir sencillo y común de aquella región. Todo igual a las demás mujeres..., menos, claro está, su amor a Dios, que jamás podrá ser igualado.

El taller de José, que luego heredaría Jesús, era como los otros existentes en aquellos tiempos en Palestina. Quizá era el único de Nazaret. Olía a madera y a limpio. José cobraba lo habitual; quizá daba más facilidades a quien estaba con apuros económicos, pero cobraba lo justo. Los trabajos que se realizaban en aquel pequeño taller eran los propios de ese oficio, en el que se hacía un poco de todo: construir una viga, fabricar un armario sencillo, arreglar una mesa desajustada, pasarle la garlopa a una puerta que no encajaba bien... No se fabricaban allí cruces de madera, como nos presentan algunos grabados piadosos: ¿quién les iba a encargar un objeto semejante? Tampoco importaban del cielo las maderas, sino de los bosques vecinos.

Los habitantes de Nazaret se escandalizaron de Él. La Virgen, no. Ella sabe bien que su hijo es el Hijo de Dios. Le mira con inmenso amor y con una admiración sin límites. Ella le comprende bien.

La meditación de este pasaje, en el que indirectamente queda reflejada la vida anterior de Jesús en Nazaret, nos ayuda a examinar si nuestra vida corriente, llena de trabajo y de normalidad, es camino de santidad, como lo fue la de la Sagrada Familia. Así será si procuramos llevarla a cabo con perfección humana, con honradez y, a la vez, con fe y sentido sobrenatural. No debemos olvidar que, permaneciendo en nuestro lugar, con nuestros quehaceres aquí en la tierra nos ganamos el Cielo y ayudamos a toda la Iglesia y a la humanidad entera.

II. El Señor manifestó conocer muy bien el mundo del trabajo. En su predicación utiliza frecuentemente imágenes, parábolas, comparaciones de la vida de trabajo que Él vivió o vivieron sus paisanos.

Quienes le oyen entienden bien el lenguaje que emplea. Jesús hizo su trabajo en Nazaret con perfección humana, acabándolo en sus detalles, con competencia profesional. Por eso ahora, cuando vuelve a su ciudad, es conocido precisamente como el artesano, por su oficio. A nosotros nos enseña hoy el valor de la vida corriente, del trabajo y de las tareas que debemos desempeñar cada día4.

Si nuestras disposiciones son realmente sinceras, Dios nos concederá siempre la luz sobrenatural para imitar el ejemplo del Señor, buscando en la ocupación profesional no solo el cumplir, sino el sobreabundar en la abnegación y el sacrificio, en un empeño gustoso, con amor. Nuestro examen personal ante el Señor y nuestra conversación con Él versará frecuentemente sobre esas tareas que nos ocupan: debemos llegar al fondo, con valentía. Hemos de realizar el trabajo a conciencia, haciendo rendir el tiempo, sin dejarnos dominar por la pereza; mantener la ilusión por mejorar día a día la preparación profesional; cuidar los detalles en la tarea cotidiana; abrazar con amor la Cruz, la fatiga de la labor de cada día.

El trabajo, cualquier trabajo noble hecho a conciencia, nos hace partícipes de la Creación y corredentores con Cristo. "Esta verdad –enseña Juan Pablo II–, según la cual el hombre, a través del trabajo, participa en la obra de Dios mismo, su Creador, ha sido particularmente puesta de relieve por Jesucristo, aquel Jesús ante el que muchos de sus primeros oyentes en Nazaret permanecían estupefactos y decían: ¿De dónde sabe estas cosas? ¿Y qué sabiduría es la que se le ha dado?... ¿No es este el artesano?"5.

Los años de Jesús en Nazaret son el libro abierto donde aprendemos a santificar lo de cada día. La misma ausencia forzosa de trabajo, la enfermedad... es una situación querida o permitida por Dios para ejercitar las virtudes sobrenaturales y las humanas6. Todo cuanto hacéis de palabra o de obra, todo sea en el nombre del Señor, dando gracias a Dios7.

III. La extrañeza de los vecinos de Nazaret –¿no es este el artesano...?– es para nosotros una luminosa enseñanza: nos revela que la mayor parte de la vida del Redentor fue de trabajo, como la de los demás hombres. Y esta tarea realizada día a día fue instrumento de redención, como todas las acciones de Cristo. Siendo una tarea humana sencilla (la propia de un carpintero que en un pueblo pequeño debía hacer otras muchas labores) se convierte en acciones de valor infinito y redentor por estar realizadas por la Segunda Persona de la Trinidad Beatísima hecha hombre.

El cristiano, al ser otro Cristo por el Bautismo, ha de convertir sus quehaceres humanos rectos en tarea de corredención. Nuestro trabajo, unido al de Jesús, aunque según el juicio de los hombres sea pequeño y parezca de poca importancia, adquiere un valor inconmensurable.

El mismo cansancio que todo trabajo lleva consigo, consecuencia del pecado original, adquiere un nuevo sentido. Lo que aparecía como castigo es redimido por Cristo y se convierte en mortificación gratísima a Dios, que sirve para purificar nuestros propios pecados y para corredimir con el Señor a la entera Humanidad. Aquí radica la diferencia profunda entre el trabajo humanamente bien realizado por un pagano y el de un cristiano que, además de estar bien acabado, es ofrecido en unión con Cristo.

La unión con el Señor, buscada en el trabajo diario, reforzará en nosotros el propósito de hacer todo solamente por la gloria de Dios y el bien de las almas. Nuestro prestigio, noblemente acrecentado, atraerá a nuestro lado a los mejores colegas y será abundante la ayuda del Cielo para empujar a otras muchas personas por el camino de una intensa vida cristiana. De ese modo irán a la par en nuestra vida la santificación del trabajo y el afán apostólico en nuestra labor profesional, índice claro de que trabajamos realmente con rectitud de intención.

San José enseñó a Jesús su oficio. Lo hizo poco a poco, según crecía aquel Niño que el mismo Dios le había encomendado. Un día le explicó cómo se manejaba la garlopa; otro, la sierra, la gubia, el formón... Jesús supo pronto distinguir las clases de maderas y las que debían utilizarse en cada caso; aprendió a fabricar la cola para ensamblar las juntas, el modo de encajar una cuña para ajustar dos piezas... Jesús seguía las indicaciones de José sobre el modo de cuidar los instrumentos, aprendió de él a recoger las virutas después de la jornada, a dejar las herramientas ordenadas en su sitio...

Acudamos hoy a San José para pedirle que nos enseñe a trabajar bien y a amar nuestro quehacer. José es Maestro excepcional del trabajo bien realizado, pues enseñó su oficio al Hijo de Dios; de él aprenderemos, si acudimos a su patrocinio mientras trabajamos. Y si amamos nuestros quehaceres, los realizaremos bien, con competencia profesional, y entonces podremos convertirlos en tarea redentora, al ofrecerlos a Dios.

1 Mc 6, 1-6. — 2 Cfr. Mt 13, 55. — 3 Conc. Vat. II, Const. Gaudium et spes, 32. — 4 Cfr. J. L. Illanes, La santificación del trabajo, p. 29. — 5 Juan Pablo II, Enc. Laborem exercens, 14-IX-1981. — 6 Cfr. Pablo VI, Discurso a la Asociación de Juristas Católicos, 15-XII-1963. 7 Col 3, 17.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Fuente: Archidiócesis de Madrid
Juana de Valois, Santa Reina de Francia, Febrero 4  

Juana de Valois, Santa

Reina de Francia
Fundadora de la Orden
de la Santísima Anunciación de la Santa Virgen María

Martirologio Romano: En Bourges, de Aquitania, santa Juana de Valois, que siendo reina de Francia, al ser declarado nulo su matrimonio con Luis XII se dedicó a servir a Dios, cultivando una especial piedad hacia la Santa Cruz y fundando la Orden de la Santísima Anunciación de la Santa Virgen María (1505).

No por ser hija del rey de Francia iba a pasarlo muy bien en su vida; más bien se puede asegurar todo lo contrario. El conjunto de su existencia fue una mezcla de los sufrimientos más amargos a los que puede estar abocada una persona. Ni querida, ni rica, ni agasajada -como suele hacerse con los príncipes y princesas- ni galanes, ni fiestas palaciegas. Más bien todo lo contrario. Fue despreciada por su padre el rey por desencanto al esperar un hijo varón y nacerle una hembra. Peor asunto cuando se descubre que a su condición de mujer se añade la fealdad de rostro y, por si fuera poco, hay que añadir la incipiente cojera. "Una cosa así" hay que sacarla de la Corte de los Valois. Será el castillo de Linières su sitio para aprender a bordar. Allí pasará una vida monótona y solitaria sin volver a ver a su madre, Carlota de Saboya, desde los cinco años.

Luis XI es, aunque Valois, un tirano, dueño de vidas y haciendas. Ha querido casar a su hija Juana con Luis de Orleáns porque eso sí entra dentro de su juego y engranajes políticos. Ya lo tiene todo dispuesto. Los Orleáns se niegan a emparentar con la fea, coja y jorobada maltrecha Juana; pero las amenazas de muerte por parte del enojadizo rey son cosa seria y el matrimonio de celebra el 8 de setiembre de 1476 en la capilla de Montrichard, aunque el novio ni hable ni mire a la novia. A partir de este acontecimiento, sólo hay visitas del esposo a la malquerida mujer cuando lo manda el rey.

El duque Luis de Orleáns -el esposo de paja- es levantisco; da con sus huesos en la cárcel por rebeldía y la buena esposa despreciada intercede por él ante su hermano, el nuevo rey Carlos VIII. Inesperadamente sube al trono francés el duque de Orleáns por la muerte repentina de Carlos. Ahora es el rey Luis XII y precipitadamente consigue la anulación del matrimonio.

Ya Juana no es reina, sólo duquesa de Berry. Retirada en Bourges funda la Orden de la Anunciación que honre a la Virgen María, aprenda de ella las virtudes y se desviva por los pobres. Es el año 1504 cuando ella hace su propia profesión para morir en santidad el año 1505. La canonización solemne será en Pentecostés del 1950.

Con añadido de matices y divergencias uno piensa si la verdad de esta vida es susceptible de ser narrada como una real versión de "cenicienta". Hay reyes, príncipes y palacios; abundan los desprecios más que duraderos, notables y bien sufridos; el final es feliz en ambos, si bien el del cuento termina aquí mientras que el verdadero es más radiante; un hada madrina -con varita mágica- hizo un papel fugaz en tanto que la Virgen María prestó su ayuda eficaz.

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Fuente: Enciclopedia Católica || ACI Prensa
Isidoro de Pelusio, Santo Abad, Febrero 4  

Isidoro de Pelusio, Santo

Abad

Martirologio Romano: En Pelusio, en Egipto, san Isidoro, presbítero, hombre de profunda doctrina, que, despreciando el mundo y las riquezas, trató de imitar la vida de san Juan Bautista en el desierto, vistiendo el hábito monástico (c. 449).

Etimología: Isidoro = Don de Isis, es de origen griego.

Nació en Alejandría en la segunda mitad del siglo IV, murió no más tarde del 449-50. En ocasiones se le designa por error como Isidoro de Damieta. Dejó su familia y propiedades, se retiró a una montaña cerca de la ciudad de Pelusio, cuyo nombre se conectó luego al de él, y abrazó la vida religiosa en el monasterio de Licnos, donde pronto fue famoso por su exactitud en la observancia de la regla y por su austeridad. Un pasaje en su voluminosa correspondencia ofrece razones para creer que ejercía el oficio de abad. Facundo y Suidas se refieren a él como sacerdote, aunque ninguno de estos escritores nos informan a qué iglesia pertenecía; puede ser que no tuviera puesto clerical, sino que sólo fuera sacerdote de un monasterio. Su correspondencia nos da una idea sobre su actividad. Lo muestran peleando contra clérigos indignos cuya elevación al sacerdocio y al diaconato era un serio peligro y escándalo para los fieles. Él se quejaba de que muchos laicos dejaban de recibir los sacramentos para evitar contacto con estos hombres deshonrosos.

Su veneración por San Juan Crisóstomo le hizo proponerle a San Cirilo de Alejandría que le hiciera completa justicia a la memoria del gran doctor. Se opuso a los nestorianos y durante el conflicto que surgió a finales del Concilio de Éfeso entre San Cirilo y Juan de Antioquia, él pensó que San Cirilo estaba muy obstinado. Por lo tanto le escribió a este último en términos insistentes suplicándole, como un hijo a su padre, que pusiera fin a la división y no pusiera una ofensa privada como un pretexto para una ruptura eterna. San Isidoro todavía estaba vivo cuando la herejía de Eutiques comenzó a extenderse en Egipto; muchas de sus cartas lo describen como oponiéndose a la afirmación de una sola naturaleza en Jesucristo. Parece que su vida no se prolongó más allá del 449, porque en sus cartas no se menciona el Concilio Ladrón de Éfeso (agosto de 449) ni el Concilio de Calcedonia (451).

Según Evagrio del Ponto, San Isidoro fue el autor de un gran número de escritos, pero dicho historiador no nos dice nada más, excepto que uno de éstos iba dirigido a Cirilo, incluso dejándonos en la duda de si esta persona era el famoso obispo de Alejandría o un homónimo. Isidoro mismo dice incidentalmente que él compuso un tratado "Adversus Gentiles" pero que se perdió. Otra obra "De Fato", de la cual su autor nos dice que tuvo cierto grado de éxito, también se perdió. Las únicas obras existentes de San Isidoro son su considerable correspondencia, que comprenden cerca de dos mil cartas. Aun este número parece ser pequeño comparado con la gran cantidad escrita, pues San Nicéforo habla de 10,000. De éstas existen 2,182 divididas en cinco libros que contienen respectivamente 590, 380, 413, 230 y 569 cartas. Estas cartas de San Isidoro pueden ser divididas en tres clases, de acuerdo al tema tratado: las que tratan sobre el dogma y la Biblia, sobre la disciplina eclesiástica y monástica y sobre la moralidad práctica para la guía de los laicos de todas clases y condiciones. Muchas de estas cartas, como es natural, tienen una importancia secundaria, muchas son meras notas. En este artículo se le pondrá énfasis a las principales. Entre éstas está la carta a Teologio contra los nestorianos, en la cual Isidoro señala que hay una gran diferencia entre la madre de los dioses en las fábulas y la Madre de Jesucristo, el Hijo de Dios, pues la primera, según reconocido por los paganos mismos, concebían y parían los frutos del libertinaje, mientras que María concibió sin haber tenido relación sexual con ningún hombre, como es reconocido por todas las naciones del mundo.

Su carta a Hierax defiende la legitimidad de la veneración de las reliquias; la carta a Tuba muestra que era considerado impropio para un soldado cargar una espada en la ciudad en tiempos de paz y aparecer en público con armas y uniforme militar. Sus cartas a personas en la vida religiosa traen muchas pistas importantes que nos permiten tener una idea bastante exacta de las normas intelectuales que existían en los centros monásticos egipcios. Isidoro le reprocha al monje Taleleo el estar interesado en leer a historiadores y poetas paganos cuyos escritos estaban llenos de fábulas, mentiras y obscenidades capaces de abrir heridas ya sanadas y de llamar al espíritu de la impureza a la casa de donde había sido echado. Su consejo respecto a los que abrazaban el estado monástico era que al principio no se les hiciera sentir todo el rigor de la austeridad de la regla para que no les tomaran repulsión, y que no se les debía dejar ociosos y exentos de las tareas ordinarias para que no fueran a adquirir el hábito de la pereza, sino que se les debía guiar paso a paso a la perfección. Las grandes abstinencias no sirven un gran propósito si no van acompañadas de la mortificación de los sentidos. En un gran número de las cartas de San Isidoro respecto al estado monástico se debe notar que él afirma que consiste principalmente en el retiro y la obediencia; que el retiro incluye olvidar todas las cosas que se han dejado atrás y la renuncia a viejos hábitos, mientras que la obediencia se obtiene mediante la mortificación de la carne. El monje de un hábito debe ser de cuero, y su comida debe consistir de hierbas, a menos que la debilidad corporal requiera algo más, en cuyo caso debe ser guiado por el juicio de su superior, pues él no se debe gobernar a sí mismo, sino de acuerdo a la voluntad de los que han crecido en la práctica de la vida religiosa.

Aunque la mayoría son muy breves, la mayoría de las cartas de Isidoro contienen mucha instrucción, la cual a menudo se expone con elegancia, ocasionalmente con un cierto arte literario. Su estilo es natural, sin afectación, aunque no carece de refinamiento. La correspondencia se caracteriza por una imperturbable ecuanimidad de temperamento; ya sea que esté explicando o regañando, disputando o elogiando, siempre hay la misma moderación, los mismos sentimientos de sinceridad, el mismo gusto sobrio. En la explicación de las Escrituras el santo no disimila su preferencia por el sentido moral y espiritual, el cual juzga más útil para aquellos que lo consultan. Por doquier se le veía practicando lo que enseñaba a otros, es decir que su vida correspondía con sus palabras (coherencia), que uno debe practicar lo que enseña, y que no es suficiente indicar lo que se debe hacer, si uno no traduce sus palabras en acción.

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Fuente: ACI Prensa
Juan de Britto, Santo Sacerdote y Mártir, Febrero 4  

Juan de Britto, Santo

Sacerdote y Mártir

Martirologio Romano: En el lugar de Oriur, en el reino de Maravá, en la India, san Juan de Britto, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, que después de convertir a muchos a la fe por el hecho de haber abrazado la vida y las costumbres de los ascetas de aquellas regiones, terminó su vida con un glorioso martirio (1693).

Siendo muy joven, pidió ser admitido en la Comunidad de los Padres Jesuitas. En los estudios del seminario brilló por su gran inteligencia y por su dedicación total a la preparación para el sacerdocio, y luego de su ordenación, recibió del rey y, de muy altas personalidades, la petición de quedarse en Portugal. Sin embargo, el santo deseando imitar a San Francisco Javier pidió y obtuvo ser enviado como misionero a la India, y con 16 compañeros emprendió el larguísimo viaje por mar.

Desde 1673 hasta 1693, por veinte años estuvo misionando incansablemente en la India. Y fue tanto el entusiasmo con el cual se dedicó a las actividades misioneras que lo nombraron superior de las Misiones de la India.

Logró ganarse la simpatía de todas las clases sociales, y obtuvo notables éxitos espirituales en toda clase de personas. Los sacerdotes paganos de estas tierras eran muy fanáticos y atacaban sin piedad a San Juan y a sus cristianos; muchas veces lo echaron a la cárcel y le hicieron padecer feroces torturas.

El 4 de febrero de 1693 un gran gentío se reunió para ver la ejecución del santo misionero, a quien se le acusaba de enseñar doctrinas que no eran las de los sacerdotes de los dioses de ese país. El gobernador estuvo varias horas demorando la sentencia porque sentía miedo de ordenar semejante crimen. Pero al fin movido por los fanáticos enemigos del cristianismo mandó que le cortaran la cabeza.

Fue canonizado en 1947 por el Papa Pío XII.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Gilberto de Sempringham, Santo Fundador, Febrero 4  

Gilberto de Sempringham, Santo

Fundador

Martirologio Romano: En Sempringham, en Inglaterra, san Gilberto, presbítero, que fundó, con la aprobación del papa Eugenio III, una Orden monástica, en la que impuso una doble disciplina: la Regla de san Benito para las monjas y la de san Agustín para los clérigos (1189).

Etimología: Gilberto = Aquel que es un famos arquero, es de origen germánico.

San Gilberto nació en Sempringham de Lincolnshire. Después de su ordenación sacerdotal, enseñó algún tiempo en una escuela gratuita; pero su padre, que estaba encargado de repartir los beneficios eclesiásticos de Sempringham y Terrington, le eligió para uno de ellos en 1123. El santo distribuía las rentas a los pobres y sólo reservaba una mínima parte para cubrir sus necesidades.

Con su ejemplo, arrastró a la santidad a muchos de sus parroquianos. Redactó las reglas para siete jóvenes que vivían en estricta clausura en una casa anexa desarrolló rápidamente y, San Gilberto se vio obligado a emplear hermanas y hermanos legos en las tierras de la fundación. En 1147, fue a Citeaux a pedir al abad que tomase la dirección de la comunidad; pero como los cistercienses no pudieran hacerlo el Papa Eugenio III animó a San Gilberto a dirigirla por sí mismo. San Gilberto completó la obra, añadiendo un grupo de canónigos regulares que ejercían las funciones de capellanes de las religiosas. Tales fueron los orígenes de las Gilbertinas, la única orden religiosa medieval que produjo Inglaterra. Sin embargo, excepto una casa en Escocia, la fundación no se extendió nunca más allá de las fronteras de Inglaterra, y se extinguió en la época de la disolución de los monasterios, cuando contaba con veintiséis conventos. Las religiosas tenían las reglas de San Benito, y los canónigos las de San Agustín. Los conventos eran dobles, pero la orden era principalmente femenina, aunque el superior general era un canónigo. La disciplina era muy severa, con cierta influencia cisterciense. El deseo de simplicidad en el ornato de las iglesias y en el culto en general llegó hasta imponer que el oficio se recitase en tono simple, como muestra de humildad.

San Gilberto desempeñó por algún tiempo el cargo de superior general, pero renunció a él, poco antes de su muerte, pues la pérdida de la vista le impedía cumplir perfectamente sus obligaciones. Era tan abstinente, que sus contemporáneos se maravillaban de que pudiese mantenerse en vida, comiendo tan poco. En su mesa había siempre lo que él llamaba "el plato del Señor Jesús", en el que apartaba para los pobres lo mejor de la comida. Vestía una camisa de cerdas, dormía sentado, y pasaba gran parte de la noche en oración. Durante el destierro de Santo Tomás de Canterbury, fue acusado, junto con otros superiores de su orden, de haberle prestado ayuda. La acusación era falsa; pero San Gilberto prefirió la prisión y exponerse a la supresión de su orden, antes que defenderse, para evitar la impresión de que condenaba una cosa buena y justa. Cuando era ya nonagenario, tuvo que soportar las calumnias de algunos hermanos legos que se habían rebelado.

San Gilberto murió en 1189, a los 106 años de edad, y fue canonizado en 1202. Se dice que el rey Luis VIII llevó sus reliquias a Toulouse, donde se hallan probablemente todavía, en la iglesia de San Sernín. Las diócesis de Northampton y Nottíngham celebran la fiesta de San Gilberto el día 3; los Canónigos de Letrán la celebran el 4 de febrero, día en que le conmemora el Martirologio Romano.

Fue canonizado en 1202.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
José de Leonessa, Santo Sacerdote Capuchino, Febrero 4  

José de Leonessa, Santo

Presbítero Capuchino

Martirologio Romano: En Amatrice, lugar del Abruzo, san José de Leonessa, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, que en Constantinopla sostuvo en su fe a los cristianos cautivos y, habiendo sufrido grandes tribulaciones por haber predicado el Evangelio incluso en el palacio del Sultán, regresó a su patria y se distinguió por atender a los pobres (1612).

Este santo nació en 1556 en Leonessa en Umbria, y a la edad de dieciocho años hizo su profesión como fraile capuchino en su ciudad natal, y tomó el nombre de José, en lugar de Eufranio, su nombre de pila.

Era humilde, obediente y mortificado en grado heroico, y tres días a la semana no tomaba otro sustento que pan y agua. Generalmente predicaba con un crucifijo en la mano, y el fuego de sus palabras inflamaba el corazón de sus oyentes. En 1587 fue enviado a Turquía como misionero entre los cristianos de Pera, suburbio de Constantinopla. Allí animaba y servía a los esclavos cristianos de las galeras con maravillosa devoción, especialmente durante una peste maligna, de la cual se contagió, aunque después recobró la salud. Convirtió a muchos apóstatas, y se expuso al rigor de la ley turca cuando predicaba la fe a los musulmanes. José fue encarcelado dos veces, y la segunda vez lo condenaron a cruel muerte.

Mediante afilados garfios que atravesaban una de sus manos y uno de sus pies fue colgado de una horca. Sin embargo, después de haber sido torturado por muchas horas, fue puesto en libertad y se le conmutó su sentencia por el destierro. Desembarcó en Venecia y, después de una ausencia de dos años, regresó de nuevo a Leonessa, donde reanudó sus labores con extraordinario celo. Hacia el fin de su vida sufrió mucho a causa de un tumor. Para extirpárselo, fue sometido a dos operaciones durante las que no exhaló el menor gemido o queja, sosteniendo todo el tiempo un crucifijo sobre el cual tenía fijos los ojos. Cuando se sugirió que antes de la operación debería ser atado, señaló el crucifijo, diciendo: "Este es el lazo más fuerte; esto me sujetará mejor que cualquier cuerda lo haría". La operación no tuvo éxito y San José murió felizmente el 4 de febrero de 1612, a la edad de cincuenta y ocho años.

Fue canonizado en 1745.

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Nicolás Estudita, Santo Monje, Febrero 4  

Nicolás Estudita, Santo

Monje

Martirologio Romano: En Constantinopla, san Nicolás Estudita, monje, que fue exiliado repetidas veces por defender el culto de las santas imágenes y terminó sus días como hegúmeno del monasterio de Estudion (868).

Etimología: Nicolás = Aquel que es vencedor del pueblo o de la multitud, es de origen griego.

Este Nicolás nació en Sidonia (ahora Canea) en Creta, de padres acomodados quienes lo llevaron a los diez años de edad a Constantinopla con su tío Teofanes, al monasterio de Studius. El abad quedó muy bien impresionado con el jovencito y le permitió entrar a la escuela del monasterio, donde pronto se distinguió por su docilidad y ahínco para aprender. A la edad de dieciocho años, se hizo monje y se notó que la obediencia a la regla no representaba ningún obstáculo para él, pues ya había llegado al dominio de sí mismo.

No estaba destinado Nicolás para llevar una vida pacífica en aquellos tumultuosos tiempos. Los sarracenos saquearon su hogar en Creta, mientras que en Constantinopla y Grecia la Iglesia era cruelmente perseguida por los emperadores iconoclastas. No pasó mucho tiempo sin que fueran desterrados Nicolás, el patriarca San Nicéforo, el abad San Teodoro y otros, y Nicolás hizo todo lo que pudo para ayudar a sus compañeros y aliviar sus sufrimientos. Después del asesinato de León V el armenio, la persecución fue disminuyendo y se permitió a los expatriados volver, pero en tales condiciones que no todos aceptaban. Cuando San Teodoro murió, San Nicolás que había sido un discípulo modelo para los demás, se convirtió en su guía y maestro. La persecución duró hasta la muerte del emperador Teófilo, en 842, cuando su viuda, Teodora, hizo volver a los siervos de Dios desterrados y restituyó las imágenes que se veneraban en las iglesias. Entre los que regresaron, estaba el nuevo abad de los estuditas, a quien después sucedió San Nicolás.

En diciembre de 858, comenzó una tremenda disputa de gran trascendencia, cuando se destituyó a San Ignacio de la sede patriarcal de Constantinopla y pusieron a Photius, nombrado por el emperador Miguel III. San Nicolás no quiso tener ningún trato con él y se desterró voluntariamente, negándose a volver a la amistad de Miguel, quien entonces nombró otro abad. Por varios años el santo anduvo errante, pero al cabo fue aprehendido y enviado de vuelta a su monasterio, donde fue puesto en completo aislamiento. Por ese motivo, no pudo obedecer el llamamiento del Papa San Nicolás I, que deseaba examinarlo como testigo en favor de Ignacio. En 867, mataron a Miguel y su sucesor, el emperador Basilio, no sólo restituyó a San Ignacio, sino que también deseó restablecer al abad Nicolás, quien, sin embargo, se excusó por su avanzada edad. Murió entre sus monjes y fue sepultado junto a San Teodoro, su gran predecesor.

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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Rabano "Mauro", Santo Obispo, Febrero 4  

Rabano "Mauro", Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Maguncia, de la Franconia, en Alemania, san Rabano, apellidado "Mauro", obispo, que, siendo monje de Fulda, fue elevado a la sede de Maguncia, y hombre docto en ciencia y elocuente en el hablar, nunca dejó de llevar a cabo todo lo que pudiese redundar a mayor gloria de Dios (856).

Rabano, que nació alrededor del año 784, probablemente era nativo de Mainz, aunque algunos escritores creen que fue escocés o irlandés. Sus padres fueron sus primeros maestros, y quienes después lo llevaron al cercano monasterio de Fulda, que San Bonifacio, el apóstol inglés de Alemania, había fundado. La escuela del monasterio que se hallaba bajo la dirección del abate Bangulfo era muy famosa, y Rabano correspondió con mucho ahínco a la instrucción.

Pronto llegó a ser la admiración de sus maestros y condiscípulos, por su gran talento y la rapidez con que aprendía. Para completar su educación, fue enviado con su amigo Hatto a estudiar un año en Tours, bajo el cuidado de otro gran inglés, el docto consejero de Carlomagno, Alcuino. En él encontró un maestro ideal y un segundo padre. Alcuino le cobró mucho afecto y le apodó Mauro, por el discípulo favorito de San Benito, y cuando el joven había regresado a Fulda, le escribió cartas conmovedoras llenas de consejos. "Sé un padre para los pobres y necesitados", le dice en una de ellas, "sé humilde al servir a los demás, generoso al otorgar beneficios y así descenderán sobre ti sus bendiciones".

En Fulda había una magnífica biblioteca fundada por Carlomagno y enriquecida por el celo de los amanuenses monásticos. Allí trabajaba Rabano, buscando cómo comprender y poder explicar las Sagradas Escrituras, sobre las que después escribió muchos comentarios. Aprendió el griego, el hebreo, algo del siríaco y estudió a los Padres e hizo una sinopsis de sus enseñanzas.

Cerca del año 799, recibió la ordenación de diácono y fue nombrado director
de la escuela del monasterio. Por ese mismo tiempo compuso unos versos métricos en forma de acróstico en honor de la Santa Cruz. En 805 los monjes, tuvieron una época muy dura, cuando al hambre siguió la peste. Más duro se le hizo a Rabano abandonar sus amados libros para dedicarse a un trabajo manual, para el cual era bastante inepto. El abad Ratgar había dado la orden de que todos los monjes trabajaran en la obra de construcción. Se ordenó de sacerdote en 815, y bajo el abad Egilius, reanudó su labor escolástica como profesor. Nunca omitió ninguna de las prácticas prescritas por su orden, aunque su labor de enseñar y de escribir le llevaban mucho tiempo.

En 822, llegó a ser abad y probablemente fue entonces cuando escribió la mayoría de sus obras, particularmente las sesenta y cuatro homilías que han llegado hasta nosotros y que ilustran su competente método de enseñar, (aunque se quejaba tristemente de que "es un gran impedimento el procurar que estos jóvenes tengan lo suficiente para comer"). Era tan obediente a la Santa Sede, que se le llamaba "el esclavo del Papa", y aborrecía de tal modo la herejía, que para él todo hereje era un anticristo; se basaba en la autoridad de los Padres para todo lo referente a asuntos dogmáticos y desconfiaba de las innovaciones. Su fama se había extendido tanto, que lo encontramos continuamente en sínodos y concilios, en diversas ciudades. Acabó los edificios del monasterio y construyó iglesias y oratorios en todas las fincas que pertenecían a su casa. También construyó uno o dos monasterios. Renunció a su cargo en favor de su amigo Hatto y parece que vivió algún tiempo en el recogimiento, pero en 847 fue nombrado arzobispo de Mainz, a pesar de tener en esas fechas ya setenta y un años de edad.

De ahí en adelante, Rabano vivió quizá más activamente que nunca: jamás suavizó su antigua regla de vida, no bebía vino ni comía carne. Tres meses después de haber sido elegido arzobispo, convocó un sínodo, que dio por resultado una serie de resoluciones referentes en su totalidad a una observancia más estricta de las leyes de la Iglesia. Estas reglamentaciones le ganaron adversarios al nuevo arzobispo; se formó una conspiración contra su vida, pero se descubrió, y él perdonó a los conspiradores magnánimamente. Un segundo sínodo tuvo lugar en 852 y Rabano contribuyó a que se condenaran las doctrinas del monje Gottschalk, que había estado difundiendo doctrinas heréticas sobre la gracia y la predestinación, basado sobre una exageración de las enseñanzas de San Agustín. Rabano conservó sus energías casi hasta el fin. Viajaba por la diócesis con sacerdotes letrados, enseñando, predicando y reconciliando a los pecadores con Dios. Cierta vez que hubo hambre en la región, alimentó diariamente a 300 pobres en su casa y continuó en sus trabajos y sus escritos hasta que su salud se quebrantó por completo. Poco antes de su muerte, en 856, tuvo que guardar cama. El beato Rabano fue uno de los hombres más ilustres de su época.

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_Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, Febrero 4  

Otros Santos y Beatos

San Eutiquio, mártir
En Roma, en las catacumbas de la vía Apia, san Eutiquio, mártir, que durante mucho tiempo fue castigado con insomnio y hambre y, finalmente, arrojado a una profunda cavidad. Con su fe en Cristo venció la crueldad del tirano (s. inc.).

Santos Papías, Diodoro y Claudiano, mártires
En Perge, de Pamfilia, santos Papías, Diodoro y Claudiano, mártires (s. III).

Santos Fileas, y Filoromo,, mártires
En Alejandría, en Egipto, pasión de los santos mártires Fileas, obispo de Thmuis, y Filoromo, tribuno militar, que durante la persecución bajo el emperador Diocleciano, no pudiendo ser persuadidos por deudos y amigos a pensar en sí mismos, obtuvieron del Señor la palma del martirio al ser degollados (s. IV).

San Juan Speed, mártir
En Durham, en Inglaterra, beato Juan Speed, mártir, que, durante el reinado de Isabel I, por haber auxiliado a unos sacerdotes alcanzó la palma del martirio al ser degollado (1594).

San Aventino,, obispo
En Châteaudun, cerca de Chartres, en la Galia, tránsito de san Aventino, obispo, que había ocupado la mencionada sede de Chartres (c. 511).

San Aventino, laico
En Troyes, en la Galia Lugdunense, san Aventino, que fue servidor de san Lupo, obispo (c. 537).

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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