JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 17-19
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"No crean que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Les aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra de la ley.
Por lo tanto, el que descuide uno de estos preceptos menos importantes y enseñe a hacer lo mismo a los demás, será el menos importante en el Reino de los cielos. Pero el que los cumpla y enseñe, será grande en el Reino de los cielos".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
"El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
mie 3a. Sem cuaresma
Antífona de Entrada
Haz, Señor, que siga con firmeza tu palabra, para que no se apodere de mí ningún pecado.
Oración Colecta
Oremos:
Te pedimos, Señor, que purificados por las prácticas cuaresmales y alimentados con tu palabra, podamos entregarnos enteramente a tu servicio y perseverar unidos en la oración.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Guarden mis mandamientos y pónganlos en práctica
Lectura del libro del Deuteronomio 4, 1.5-9
En aquellos días, habló Moisés al pueblo diciendo:
"Y ahora, Israel, escucha las leyes y los preceptos que les enseño a practicar, para que vivan y entren a tomar posesión de la tierra que les da el Señor, Dios de sus antepasados.
Miren, les he enseñado leyes y preceptos como el Señor mi Dios me mandó, para que los pongan en práctica en la tierra a la que van a entrar para tomar posesión de ella. Observénlos y pónganlos en práctica; eso los hará sabios y sensatos ante los demás pueblos, que al oír todas estas leyes dirán: "Esta gran nación es ciertamente un pueblo sabio y sensato". En efecto, ¿qué nación hay tan grande que tenga dioses tan cercanos a ella, como lo está el Señor nuestro Dios siempre que lo invocamos? Y ¿qué nación hay tan grande que tenga leyes y preceptos tan justos como esta ley que yo les promulgo hoy?
Pero presta atención y no te olvides de lo que has visto con tus ojos; recuérdalo mientras vivas y cuéntaselo a tus hijos y a tus nietos".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Sal 147, 12-13.15-16.19-20
Demos gloria a nuestro Dios.
Glorifica al Señor, Jerusalén, alaba a tu Dios, Sión. Que él refuerza los cerrojos de tus puertas y bendice a tus hijos en medio de ti.
Demos gloria a nuestro Dios.
El envía a la tierra sus órdenes, veloz va corriendo su mensaje; hace caer la nieve como lana y esparce la escarcha como ceniza.
Demos gloria a nuestro Dios.
Manifiesta su palabra a Jacob, sus leyes y decretos a Israel. Con ningún pueblo actuó así, ni les dio a conocer sus decretos.
Demos gloria a nuestro Dios.
Aclamación antes del Evangelio
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Evangelio
El que cumpla y enseñe mis mandamientos, será grande en el Reino de los cielos
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 17-19
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"No crean que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Les aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra de la ley.
Por lo tanto, el que descuide uno de estos preceptos menos importantes y enseñe a hacer lo mismo a los demás, será el menos importante en el Reino de los cielos. Pero el que los cumpla y enseñe, será grande en el Reino de los cielos".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, las ofrendas y oraciones que te presentamos y protege de todo mal a los que ahora celebramos tu Eucaristía.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Los frutos de la penitencia
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque con nuestras privaciones voluntarias nos enseñas a reconocer y agradecer tus dones, a dominar nuestro afán de suficiencia y a repartir nuestros bienes con los necesitados.
Por eso,
con todos los ángeles, te glorificamos y te aclamamos diciendo:
Antífona de la Comunión
Me has enseñado el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Santifícanos, Señor, con este pan del cielo que hemos recibido, para que, libres de nuestras faltas, podamos alcanzar tus promesas eternas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
† Meditación diaria
Cuaresma. 3ª semana. Miércoles
LAS VIRTUDES Y EL CRECIMIENTO ESPIRITUAL
— Las virtudes y la santidad.
— Virtudes humanas y virtudes sobrenaturales. Su ejercicio en la vida ordinaria.
— El Señor da siempre su gracia para vivir la fe cristiana en toda su plenitud.
I. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, Señor1.
Jesús nos enseña con diversas imágenes que el camino que conduce a la Vida, a la santidad, consiste en el pleno desarrollo de la vida espiritual: el grano de mostaza, que crece hasta llegar a ser un gran arbusto, donde se posan las aves del cielo; el trigo, que llega a la madurez y produce espigas con abundantes granos... Ese crecimiento, no exento de dificultades y que en ocasiones puede parecer lento, es el desarrollo de las virtudes. La santificación de cada jornada comporta el ejercicio de muchas virtudes humanas y sobrenaturales: la fe, la esperanza, la caridad, la justicia, la fortaleza..., la laboriosidad, la lealtad, el optimismo...
Las virtudes exigen para su crecimiento repetición de actos, pues cada uno de ellos deja una disposición en el alma que facilita el siguiente. Por ejemplo, la persona que ya al levantarse vive el "minuto heroico", venciendo la pereza desde el primer momento de la jornada2, tendrá más facilidad para ser diligente con otros deberes, pequeños o grandes, de la misma manera que el deportista mejora su forma física cuando se entrena, y adquiere mayor aptitud para repetir sus ejercicios. Las virtudes perfeccionan cada vez más al hombre, al mismo tiempo que le facilitan hacer buenas obras y el dar una pronta y adecuada respuesta al querer de Dios en cada momento. Sin las virtudes –esos hábitos buenos adquiridos por la repetición de actos y con la ayuda de la gracia– cada actuación buena se hace costosa y difícil, se queda solo como acto aislado, y es más fácil caer en faltas y pecados, que nos alejan de Dios. La repetición de actos en una misma dirección deja su huella en el alma, en forma de hábitos, que predisponen al bien o al mal en las actuaciones futuras, según hayan sido buenos o malos. De quien actúa bien habitualmente, se puede esperar que ante una dificultad lo seguirá haciendo: ese hábito, esa virtud le sostiene. Por eso es tan importante que la penitencia borre las huellas de los pecados de la vida pasada: para que no la vuelvan a inclinar al mal; penitencia más intensa cuanto más graves hayan sido las caídas o más largo el tiempo en que se haya estado separado de Dios, pues la huella que habrán dejado será mayor.
El ejercicio de las virtudes nos indica en todo momento el sendero que conduce al Señor. Cuando un cristiano, con la ayuda de la gracia, se esfuerza no solo por alejarse de las ocasiones de pecar y resistir con fortaleza las tentaciones, sino por alcanzar la santidad que Dios le pide, es cada vez más consciente de que la vida cristiana exige el desarrollo de las virtudes y también la purificación de los pecados y de las faltas de correspondencia a la gracia en la vida pasada. Especialmente en este tiempo de Cuaresma, la Iglesia nos invita precisamente a crecer en las virtudes: hábitos de obrar el bien.
II. La santidad es ejercicio de virtudes un día y otro, con constancia, en el ambiente y en las circunstancias en que vivimos. Las "virtudes humanas (...) son el fundamento de las sobrenaturales; y estas proporcionan siempre un nuevo empuje para desenvolverse con hombría de bien. Pero, en cualquier caso, no basta el afán de poseer esas virtudes: es preciso aprender a practicarlas. Discite benefacere (Is 1, 17), aprended a hacer el bien. Hay que ejercitarse habitualmente en los actos correspondientes –hechos de sinceridad, de veracidad, de ecuanimidad, de serenidad, de paciencia–, porque obras son amores, y no cabe amar a Dios solo de palabra, sino con obras y de verdad (1 Jn 3, 18)"3.
Aunque la santificación es enteramente de Dios, en su bondad infinita, Él ha querido que sea necesaria la correspondencia humana, y ha puesto en nuestra naturaleza la capacidad de disponernos a la acción sobrenatural de la gracia. Mediante el cultivo de las virtudes humanas –la reciedumbre, la lealtad, la veracidad, la cordialidad, la afabilidad...– disponemos nuestra alma, de la mejor manera posible, a la acción del Espíritu Santo. Se entiende bien así que "no es posible creer en la santidad de quienes fallan en las virtudes humanas más elementales"4.
Las virtudes del cristiano hay que ejercitarlas en la vida ordinaria, en todas las circunstancias: fáciles, difíciles o muy difíciles. "Hoy, como ayer, del cristiano se espera heroísmo. Heroísmo en grandes contiendas, si es preciso. Heroísmo –y será lo normal– en las pequeñas pendencias de cada jornada"5. De la misma manera que la planta se alimenta de la tierra en la que está, así la vida sobrenatural del cristiano, sus virtudes, hunden sus raíces en el mundo concreto en donde está inmerso: trabajo, familia, alegrías y desgracias, buenas y malas noticias... Todo debe servir para amar a Dios y hacer apostolado. Unos acontecimientos fomentarán más las acciones de gracias, otros la filiación divina; determinadas circunstancias harán crecer la fortaleza y otras la confianza en Dios... Teniendo en cuenta que las virtudes forman un entramado: cuando se crece en una, se adelanta en todas las demás. Y "la caridad es la que da unidad a todas las virtudes que hacen al hombre perfecto"6.
No podemos esperar situaciones ideales, circunstancias más propicias, para buscar la santidad y para hacer apostolado: "(...) cuando un cristiano desempeña con amor lo más intrascendente de las acciones diarias, aquello rebosa de la trascendencia de Dios (...). Dejaos, pues, de sueños, de falsos idealismos, de fantasías, de eso que suelo llamar mística ojalatera –¡ojalá no me hubiera casado, ojalá no tuviera esta profesión, ojalá tuviera más salud, ojalá fuera joven, ojalá fuera viejo!...–, y ateneos, en cambio, sobriamente, a la realidad más material e inmediata, que es donde está el Señor"7.
El esperar situaciones y circunstancias que a nosotros nos parezcan buenas y propicias para ser santos, equivaldría a ir dejando pasar la vida vacía y perdida. Este rato de oración de hoy nos puede servir para preguntarnos junto al Señor: ¿es real mi deseo de identificarme cada vez más con Cristo?, ¿aprovecho verdaderamente las incidencias de cada día para ejercitarme en las virtudes humanas y, con la gracia de Dios, en las sobrenaturales?, ¿procuro amar más a Dios, haciendo mejor las mismas cosas, con una intención más recta?
III. El Señor no pide imposibles. Y de todos los cristianos espera que vivan en su integridad las virtudes cristianas, también si están en ambientes que parecen alejarse cada vez más de Dios. Él dará las gracias necesarias para ser fieles en esas situaciones difíciles. Es más, esa ejemplaridad que espera de todos será en muchas ocasiones el medio para hacer atrayente la doctrina de Cristo y reevangelizar de nuevo el mundo.
Muchos cristianos, al perder el sentido sobrenatural y, por tanto, la influencia real de la gracia en sus vidas, piensan que el ideal propuesto por Cristo necesita adaptaciones para poder ser vivido por hombres corrientes de este tiempo nuestro. Ceden ante compromisos morales en el trabajo, o en temas de moral matrimonial, o ante el ambiente de permisivismo y de sensualidad, ante un aburguesamiento más o menos generalizado, etcétera.
Con nuestra vida –que puede tener fallos, pero que no se conforma a ellos– debemos enseñar que las virtudes cristianas se pueden vivir en medio de todas las tareas nobles; y que ser compasivos con los defectos y errores ajenos no es rebajar las exigencias del Evangelio.
Para crecer en las virtudes humanas y en las sobrenaturales necesitaremos, junto a la gracia, el esfuerzo personal por desplegar la práctica de estas virtudes en la vida ordinaria, hasta conseguir auténticos hábitos, y no solo apariencia de virtud: "La fachada es de energía y reciedumbre. —Pero ¡cuánta flojera y falta de voluntad por dentro!
"—Fomenta la decisión de que tus virtudes no se transformen en disfraz, sino en hábitos que definan tu carácter"8.
San Juan Crisóstomo nos anima a luchar en la vida interior como hacen "los párvulos en la escuela. Primero –dice el Santo– aprenden la forma de las letras; luego empiezan a distinguir las torcidas, y así, paso a paso, acaban por aprender a leer. Dividiendo la virtud en partes, aprendamos primero, por ejemplo, a no hablar mal; luego, pasando a otra letra, a no envidiar a nadie, a no ser esclavos del cuerpo en ninguna situación, a no dejarnos llevar por la gula... Luego, pasando de ahí a las letras espirituales, estudiemos la continencia, la mortificación de los sentidos, la castidad, la justicia, el desprecio de la gloria vana; procuremos ser modestos, contritos de corazón. Enlazando unas virtudes con otras escribámoslas en nuestra alma. Y hemos de ejercitar esto en nuestra misma casa: con los amigos, con la mujer, con los hijos"9.
Lo importante es que nos decidamos con firmeza y con amor a buscar las virtudes en nuestro quehacer ordinario. Cuanto más nos ejercitemos en estos actos buenos, más facilidad tendremos para realizar los siguientes, identificándonos así cada vez más con Cristo. Nuestra Señora, "modelo y escuela de todas las virtudes"10, nos enseñará a llevar a cabo nuestro empeño si acudimos a Ella en petición de ayuda y consejo, y nos facilitará alcanzar los resultados que deseamos en nuestro examen particular de conciencia, que frecuentemente estará orientado hacia adquirir una virtud bien concreta y determinada.
1 Antífona de la Comunión. Sal 15, 11. — 2 Cfr. San Josemaría Escrivá, Camino, n. 206. — 3 ídem, Amigos de Dios, 91.— 4 A. del Portillo, Escritos sobre el sacerdocio, Madrid, Epalsa, 4ª ed., p. 28. — 5 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 82. — 6 San Alfonso Mª. de Ligorio, Prácticas del amor a Jesucristo. — 7 Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer, 116. — 8 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 777. — 9 San Juan Crisóstomo, Homilías sobre los Salmos, 11, 8. — 10 San Ambrosio, Tratado sobre las vírgenes, 2.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Eulogio de Córdoba
Arzobispo
(año 859)
Eulogio significa: el que habla bien (Eu = bien, logios = hablar).
Dicen que San Eulogio es la mayor gloria de España en el siglo noveno. Vivió en la ciudad de Córdoba, que estaba ocupada por los musulmanes o mahometanos, los cuales solamente permitían ira misa a los que pagaban un impuesto especial por cada vez que fueran al templo, y castigaban con pena de muerte al que hablara en público de Jesucristo, fuera del templo.
Nació el año 800 de una familia que se conservaba fervientemente católica en medio de la apostasía general cuando la mayoría de los católicos había abandonado la fe por miedo al gobierno musulmán. Este santo será el que logrará renovar el fervor por la religión católica en su ciudad y los alrededores.
Su abuelo, que se llamaba también Eulogio, lo enseñó desde pequeño a que cada vez que el reloj de la torre daba las horas, dijera una pequeña oración, por ejemplo: "Dios mío, ven en mi auxilio, Señor, ven a prisa a socorrerme".
Tuvo por maestro a uno de los más grandes sabios de su tiempo, al famoso Esperaindeo, el cual lo formó muy bien en filosofía y otras ciencias. Como compañeros de estudios tuvo a Pablo Alvarez, el cual fue siempre su gran amigo y escribió más tarde la vida de San Eulogio con todos los detalles que logró ir coleccionado.
Su biógrafo lo describe así en su juventud: "Era muy piadoso y muy mortificado. Sobresalía en todas las ciencias, pero especialmente en el conocimiento de la Sagrada Escritura. Su rostro se conservaba siempre amable y alegre. Era tan humilde que casi nunca discutía y siempre se mostraba muy respetuoso con las opiniones de los otros, y lo que no fuera contra la Ley de Dios o la moral, no lo contradecía jamás. Su trato era tan agradable que se ganaba la simpatía de todos los que charlaban con él. Su descanso preferido era ir a visitar templos, casas de religiosos y hospitales. Los monjes le tenían tan grande estima que lo llamaban como consultor cuando tenían que redactar los Reglamentos de sus conventos. Esto le dio ocasión de visitar y conocer muy bien un gran número de casas religiosas en España".
Ordenado de sacerdote se fue a trabajar con un grupo de sacerdotes y pronto empezó a sobresalir por su gran elocuencia al predicar, y por el buen ejemplo de su santa conducta. Dice su biógrafo: "Su mayor afán era tratar de agradar cada día más y más a Dios y dominar las pasiones de su cuerpo". Decía confidencialmente: "Tengo miedo a mis malas obras. Mis pecados me atormentan. Veo su monstruosidad. Medito frecuentemente en el juicio que me espera, y me siento merecedor de fuertes castigos. Apenas me atrevo a mirar el cielo, abrumado por el peso de mi conciencia".
Eulogio era un gran lector y por todas partes iba buscando y consiguiendo nuevos libros para leer él y prestar a sus amigos. Logró obtener las obras de San Agustín y de varios otros grandes sabios de la antigüedad (cosa que era dificilísimo en esos tiempos en que los libros se copiaban a mano, y casi nadie sabía leer ni escribir) y nunca se guardaba para él solo los conocimientos que adquiría. Trataba de hacerlos llegar al mayor número posible de amigos y discípulos. Todos los creyentes de Córdoba, especialmente sacerdotes y religiosos se fueron reuniendo alrededor de Eulogio.
En el año 850 estalló la persecución contra los católicos de Córdoba. El gobierno musulmán mandó asesinar a un sacerdote y luego a un comerciante católico. Los creyentes más fervorosos se presentaron ante el alcalde de la ciudad para protestar por estas injusticias, y declarar que reconocían como jefe de su religión a Jesucristo y no a Mahoma. Enseguida los mandaron torturar y los hicieron degollar. Murieron jóvenes y viejos, en gran número. Algunos católicos que en otro tiempo habían renegado de la fe por temor, ahora repararon su falta de valor y se presentaron ante los perseguidores y murieron mártires.
Algunos más flojos decían que no había que proclamar en público las creencias, pero San Eulogio se puso al frente de los más fervorosos y escribió un libro titulado "Memorial de los mártires", en el cual narra y elogia con entusiasmo el martirio de los que murieron por proclamar su fe en Jesucristo.
A dos jóvenes católicas las llevaron a la cárcel y las amenazaron con terribles deshonras si no renegaban de su fe. Las dos estaban muy desanimadas. Lo supo San Eulogio y compuso para ellas un precioso librito: "Documento martirial", y les aseguró que el Espíritu Santo les concedería un valor que ellas nunca habían imaginado tener y que no les permitiría perder su honor. Las dos jóvenes proclamaron valientemente su fe en Jesucristo y le escribieron al santo que en el cielo rogarían por él y por los católicos de Córdoba para que no desmayaran de su fe. Fueron martirizada y pasaron gloriosamente de esta vida a la eternidad feliz.
El gobierno musulmán mandó a Eulogio a la cárcel y él aprovechó esos meses para dedicarse a meditar, rezar y estudiar. Al fin logra salir de la cárcel, pero encuentra que el gobierno ha destruido los templos, ha acabado con la escuela donde él enseñaba y que sigue persiguiendo a los que creen en Jesús.
Eulogio tiene que pasar diez años huyendo de sitio en sitio, por la ciudad y por los campos. Pero va recogiendo los datos de los cristianos que van siendo martirizados y los va publicando, en su "Memorial de los mártires".
En el año 858 murió el Arzobispo de Toledo y los sacerdotes y los fieles eligieron a Eulogio para ser el nuevo Arzobispo. Pero el gobierno se opuso. Algo más glorioso le esperaba en seguida: el martirio.
Había en Córdoba una joven llamada Lucrecia, hija de mahometanos, que deseaba vivir como católica, pero la ley se lo prohibía y quería hacerla vivir como musulmana. Entonces ella huyó de su casa y ayudada por Eulogio se refugió en casa de católicos. Pero la policía descubrió dónde estaba y el juez decretó pena de muerte para ella y para Eulogio.
Llevado nuestro santo al más alto tribunal de la ciudad, uno de los fiscales le dijo: "Que el pueblo ignorante se deje matar por proclamar su fe, lo comprendemos. Pero Tú, el más sabio y apreciado de todos los cristianos de la ciudad, no debes ira sí a la muerte. Te aconsejo que te retractes de tu religión, y así salvarás tu vida". A lo cual Eulogio respondió: "Ah, si supieses los inmensos premios que nos esperan a los que proclamamos nuestra fe en Cristo, no sólo no me dirías que debo dejar mi religión, sino que tu dejarías a Mahoma y empezarías a creer en Jesús. Yo proclamo aquí solemnemente que hasta el último momento quiero ser amador y adorador de Nuestro Señor Jesucristo".
Un soldado le abofeteó la mejilla derecha y nuestro santo le presentó la mejilla izquierda y fue nuevamente abofeteado. Luego lo llevaron al lugar de suplicio y le cortaron la cabeza. Poco después martirizaron también a Santa Lucrecia.
San Eulogio: ¡Consíguenos un gran entusiasmo por nuestra religión!.
Dichosos vosotros cuando os persigan y os traten mal por causa de la religión. Alegraos porque grande será vuestro premio en el reino de los cielos (Jesucristo Mt. 5).
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Constantino de Escocia, San Rey y Mártir. 11 Marzo
Rey y Mártir
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Claudia Russo, Sierva de Dios Fundadora, 11 Marzo
Fundadora
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Sofronio de Jerusalén, Santo Patriarca, 11 Marzo
Sofronio nació en Damasco y desde pequeño estudió tan excesivamente, que estuvo a punto de quedar ciego; pero gracias a eso el santo llegó a ser tan versado en la filosofía griega, que recibió el sobrenombre de "el sofista". |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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