jueves, 2 de abril de 2015

[ † ] Viernes SANTO: Pasión y Muerte de Jesucristo: día de penitencia y abstinencia de carne, excepto fiesta de precepto (CDC 1250/3). 03/04/2015. San ¡ruega por nosotros!

JA

JMJ

Pax

† Pasión de nuestro Señor Jesucristo, según san Juan 18, 1-40; 19, 1-42

Leer abajo por favor.

Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu

El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

"El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?

Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).

Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?

Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html

Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.

 

 

Misal

 

Viernes Santo

El día de hoy y el de mañana, por una antiquísima tradición, la Iglesia omite por completo la celebración del sacrificio eucarístico.
El altar deber estar desnudo por completo: sin cruz, sin candelabros, sin manteles.
Después del mediodía, alrededor de las tres, a no ser que por razón pastoral se elija una hora más avanzada, se celebra la Pasión del Señor, que consta de tres partes: Liturgia de la Palabra, Adoración de la Cruz y Sagrada Comunión. En este día la sagrada comunión se distribuye a los fieles únicamente dentro de la celebración de la Pasión del Señor.

No se dice "Oremos".

Oración Colecta

¡Oh Dios!, tu Hijo Jesucristo, Señor nuestro, por medio de su pasión ha destruido la muerte, que, como consecuencia del antiguo pecado, a todos los hombres alcanza. Concédenos hacernos semejantes a él. De este modo, los que hemos llevado grabada, por exigencia de la naturaleza humana, la imagen de Adán, el hombre terreno, llevaremos grabada en adelante, por la acción santificadora de tu gracia, la imagen de Jesucristo, el hombre celestial. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

 

Primera Lectura

El fue traspasado por nuestros crímenes

Lectura del libro del profeta Isaías 52, 13-15; 53, 1-12

Mi siervo tendrá éxito, crecerá y llegará muy alto. Lo mismo que muchos se horrorizaban al verlo, porque estaba tan desfigurado que no parecía hombre ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchas naciones. Los reyes se quedarán sin palabras, al ver algo que nunca les habían contado y comprender algo que nunca habían oído. ¿Quién creyó nuestro anuncio? ¿A quién se manifestó el poder del Señor?
Creció ante el Señor como un retoño, como raíz en tierra árida. No tenía gracia ni belleza para que nos fijáramos en él, tampoco aspecto atractivo para que lo admiráramos. Fue despreciado y rechazado por los hombres, abrumado de dolores y habituado al sufrimiento; como alguien a quien no se quiere mirar, lo
despreciamos y lo estimamos en nada. Sin embargo, él llevaba nuestros sufrimientos, soportaba nuestros dolores. Nosotros lo creíamos castigado, herido por Dios y humillado, pero eran nuestras rebeldías las que lo traspasaban y nuestras culpas las que lo trituraban. Sufrió el castigo para nuestro bien y con sus heridas nos sanó. Andábamos todos errantes como ovejas, cada uno por su camino, y el Señor cargó sobre él todas nuestras culpas. Cuando era maltratado, él se sometía, y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa ni juicio se lo llevaron, y ¿quién se preocupó de su suerte?
Lo arrancaron de la tierra de los vivos, lo hirieron por los pecados de mi pueblo; lo enterraron con los malhechores, lo sepultaron con los malvados, aunque él no cometió ningún crimen ni hubo engaño en su boca. Pero el Señor quiso quebrantarlo con sufrimientos. Y si él entrega su vida como expiación, verá su
descendencia, tendrá larga vida y por medio de él, prosperarán los planes del Señor. Después de una vida de amarguras verá la luz, comprenderá su destino. Mi siervo, el justo, traerá a muchos la salvación cargando con las culpas de ellos.
Por eso, le daré un puesto de honor entre los grandes y con los poderosos participará del triunfo, por haberse entregado a la muerte y haber compartido la suerte de los pecadores. Pues él cargó con los pecados de muchos e intercedió por los pecadores.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17 y 25

Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

A ti, Señor, me acojo, que no quede yo nunca defraudado; líbrame por tu bondad. En tus manos encomiendo mi espíritu; tú, mi Dios leal, me librarás.
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

Soy la burla de mis agresores, motivo de risa para mis vecinos, el espanto de mis conocidos; los que me ven por la calle huyen de mí; olvidado de todos como un muerto, me he convertido en un objeto inútil.
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

Pero yo confío en ti, Señor; yo te digo: "Tú eres mi Dios". Mi destino está en tus manos, líbrame de los enemigos que me persiguen.
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

Que tu rostro resplandezca sobre tu siervo, sálvame por tu amor. Sean fuertes y anímense, todos los que esperan en el Señor.
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

Segunda Lectura

Aprendió a obedecer y se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen

Lectura de la carta a los Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9

Hermanos: Ya que tenemos en Jesús, el Hijo de Dios, un sumo sacerdote eminente que ha penetrado en los cielos, mantengámonos firmes en la fe que profesamos.
Pues no es él un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras flaquezas, sino que ha sido probado en todo como nosotros excepto en el pecado.
Acerquémonos, pues, con plena confianza al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y encontrar la gracia de un socorro oportuno.
El mismo Cristo, que en los días de su vida mortal presentó oraciones y súplicas con grandes gritos y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte, fue escuchado en atención a su actitud reverente; y precisamente porque era Hijo, aprendió sufriendo a obedecer. Llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre.
Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

† Pasión de nuestro Señor Jesucristo, según san Juan 18, 1-40; 19, 1-42

C. En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron el torrente Cedrón y entraron en un huerto que había cerca. Este lugar era conocido por Judas, el traidor, porque Jesús se reunía frecuentemente allí con sus discípulos. Así que Judas, llevando consigo un destacamento de soldados romanos y los guardias puestos a su disposición por los sumos sacerdotes y los fariseos, se dirigió a aquel lugar. Iban armados y equipados con faroles y antorchas.
Jesús, que sabía todo lo que iba a ocurrir, salió a su encuentro y les preguntó:
†. "¿A quién buscan?"
C. Ellos contestaron:
S. "A Jesús de Nazaret".
C. Les dijo Jesús:
†. "Yo soy".
C. Judas, el traidor, estaba allí con ellos. En cuanto les dijo:"Yo soy", retrocedieron y cayeron a tierra. Jesús les preguntó de nuevo:
†. "¿A quién buscan?"
C. Volvieron a contestarle:
S. "A Jesús de Nazaret".
C. Jesús les dijo:
†. "Ya les he dicho que soy yo. Por tanto, si me buscan a mí, dejen que éstos se vayan".
C. Así se cumplió lo que él mismo había dicho: "No he perdido a ninguno de los que me diste".
Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó e hirió con ella a un criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Pero Jesús dijo a Pedro:
†. "Guarda tu espada. ¿Es que no debo beber este cáliz de amargura que el Padre me ha preparado?"
C. Los soldados romanos, con su comandante al frente, y la guardia judía, arrestaron a Jesús y le ataron las manos. Acto seguido, lo condujeron a casa de Anás, el cual era suegro de Caifás, que era sumo sacerdote aquel año. Caifás era el que había aconsejado a los judíos: "Conviene que muera un solo hombre por el pueblo".
Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo, que era conocido del sumo sacerdote, entró al mismo tiempo que Jesús en el patio interior de la casa del sumo sacerdote. Pedro, en cambio, tuvo que quedarse fuera junto a la puerta, hasta que el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera y consiguió que lo dejara entrar. Pero la portera preguntó a Pedro:
S."¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?"
C. Pedro le contestó:
S. "No, no lo soy".
C. Como hacía frío, los criados y la guardia habían preparado una fogata y estaban en torno a ella calentándose. Pedro estaba también con ellos calentándose.
El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su enseñanza. Jesús declaró:
†. "Yo he hablado siempre en público. He enseñado en las sinagogas y en el templo, donde se reúnen todos los judíos. No he enseñado nada clandestinamente. ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que me han oído, y ellos podrán informarte".
C. Al oír esta respuesta, uno de los guardias, que estaba junto a él, le dio una bofetada, diciéndole:
S. "¿Cómo te atreves a contestar así al sumo sacerdote?"
C. Jesús le dijo:
†. "Si he hablado mal, demuéstrame en qué; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?"
C. Entonces Anás lo envió, con las manos atadas, a Caifás, el sumo sacerdote.
Mientras Simón Pedro estaba junto a la fogata, calentándose, uno le preguntó:
S. "¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?"
C. Pedro lo negó diciendo:
S. "No, no lo soy".
C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquél a quien Pedro había cortado la oreja, le insistió:
S. "¿Cómo que no? Yo mismo te vi en el huerto con él".
C. Pedro volvió a negarlo. Y en aquel momento cantó el gallo.
Después condujeron a Jesús desde la casa de Caifás hasta el palacio del gobernador. Era de madrugada. Los judíos no entraron en el palacio para no contraer impureza legal, y poder celebrar así la cena de pascua. Pilato, por su parte, salió adonde estaban ellos y les preguntó:
S. "¿De qué acusan a este hombre?"
C. Ellos le contestaron:
S. "Si no fuera un criminal, no te lo habríamos entregado".
C. Pilato les dijo:
S. "Llévenselo y júzguenlo según su ley".
C. Los judíos dijeron:
S. "Nosotros no estamos autorizados para condenar a muerte a nadie".
C. Así se cumplió la palabra de Jesús, que había anunciado de qué forma iba a morir. Pilato volvió a entrar en su palacio, llamó a Jesús y le interrogó:
S. "¿Eres tú el rey de los judíos?"
C. Jesús le contestó:
†. "¿Dices eso por ti mismo o te lo han dicho otros de mí?"
C. Pilato respondió:
S. "¿Acaso soy yo judío? Son los de tu propia nación y lo sumos sacerdotes los que te han
entregado a mí. ¿Qué has hecho?"
C. Jesús le explicó:
†. "Mi reino no es de este mundo. Si lo fuera, mis seguidores hubieran luchado para impedir que yo fuera entregado a los judíos. Pero no, mi reino no es de este mundo".
C. Pilato insistió:
S. "Entonces, ¿eres rey?"
C. Jesús le respondió:
†. "Soy rey, como tú dices. Y mi misión consiste en dar testimonio de la verdad. Precisamente para eso he nacido y para eso he venido al mundo. Todo el que pertenece a la verdad escucha mi voz".
C. Pilato le preguntó:
S. "¿Y qué es la verdad?"
C. Después de decir esto, Pilato salió de nuevo y dijo a los judíos:
S. "Yo no encuentro delito alguno en este hombre. Pero como ustedes tienen derecho a que les ponga en libertad un prisionero durante la fiesta de la pascua, ¿quieren que deje en libertad al rey de los judíos?"
C. Pero ellos seguían gritando:
S. "¡No, a ése no! ¡Deja en libertad a Barrabás!" (El tal Barrabás era un bandido).
C. Entonces Pilato ordenó que lo azotaran. Los soldados prepararon una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza. También le colocaron sobre los hombros un manto rojo. Y se acercaban a él, diciendo:
S. "¡Salve, rey de los judíos!"
C. Y le daban bofetadas. Pilato salió, una vez más, y les dijo:
S. "Miren, lo traigo de nuevo para que quede bien claro que yo no encuentro delito alguno en este hombre".
C. Salió, pues, Jesús afuera. Llevaba sobre su cabeza la corona de espinas y sobre sus hombros el manto rojo. Pilato lo presentó con estas palabras:
S. "¡Este es el hombre!"
C. Los sumos sacerdotes y los guardias, al verlo, comenzaron a gritar:
S. "¡Crucifícalo, crucifícalo!"
C. Pilato les dijo:
S. "Llévenselo ustedes y crucifíquenlo; porque yo no encuentro delito alguno en él".
C. Los judíos insistieron:
S. "Nosotros tenemos una ley y, según ella, debe morir, porque se ha presentado a sí mismo como Hijo de Dios".
C. Al oír esto, Pilato sintió aún más miedo. Entró de nuevo en el palacio y preguntó a Jesús:
S. "¿De dónde eres tú?"
C. Pero Jesús no le contestó. Pilato le dijo:
S. "¿Te niegas a contestarme? ¿Es que no sabes que yo tengo autoridad, tanto para dejarte en libertad como para ordenar que te crucifiquen?"
C. Jesús le respondió:
†. "No tendrías autoridad alguna sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto; por eso, el que me entregó a ti tiene más culpa que tú".
C. Desde ese momento Pilato intentaba ponerlo en libertad. Pero los judíos le gritaban:
S. "Si pones en libertad a ese hombre, no eres amigo del emperador romano. Porque cualquiera que tenga la pretensión de ser rey, es enemigo del emperador".
C. Pilato, al oír esto, mandó que sacaran fuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el lugar conocido con el nombre de "Enlosado" (que en la lengua de los judíos, se llama "Gábbata"). Era la víspera de la fiesta de la pascua, hacia el mediodía. Pilato dijo a los judíos:
S. "¡Aquí tienen a su rey!"
C. Ellos comenzaron a gritar:
S. "¡Mátalo! ¡Crucifícalo!"
C. Pilato insistió:
S. "¿Cómo voy a crucificar a su rey?"
C. Pero los sumos sacerdotes contestaron:
S. "Nuestro único rey es el emperador romano".
C. Entonces Pilato les entregó a Jesús para que lo crucificaran.
Se hicieron, pues, cargo de Jesús quien, llevando a hombros su propia cruz, salió de la ciudad hacia un lugar llamado "La Calavera" (que en la lengua de los judíos se dice "Gólgota"). Allí lo crucificaron junto con otros dos, uno a cada lado de Jesús.
Pilato mandó escribir y poner sobre la cruz un letrero con esta inscripción: "Jesús de Nazaret, el rey de los judíos". Leyeron el letrero muchos judíos, porque el lugar donde Jesús había sido crucificado estaba cerca de la ciudad, y estaba escrito en hebreo, en latín y en griego. Los sumos sacerdotes se presentaron a Pilato y le dijeron:
S. "No escribas: "El rey de los judíos", sino más bien: "Este hombre ha dicho: Yo soy el rey de los judíos"".
C. Pilato les contestó:
S. "Lo que he escrito, escrito queda".
C. Los soldados, después de crucificar a Jesús, se apropiaron de sus vestidos e hicieron con ellos cuatro partes, una para cada uno. Dejaron aparte la túnica. Como era una túnica sin costuras, tejida de una sola pieza de arriba abajo, los soldados llegaron a este acuerdo:
S. "Es mejor que no la dividamos, vamos a sortearla para ver a quién le toca".
C. Así se cumplió este texto de la Escritura:
Dividieron entre ellos mis vestidos y mi túnica la echaron a suertes.
Eso fue lo que hicieron los soldados.
Junto a la cruz de Jesús
estaban su madre, la hermana de su madre, María la mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo a quien tanto amaba, dijo a su madre:
†. "Mujer, ahí tienes a tu hijo".
C. Después dijo al discípulo:
†. "Ahí tienes a tu madre".
C. Y desde aquel momento, el discípulo la recibió como suya. Después Jesús, sabiendo que todo se había cumplido, para que también se cumpliera la Escritura, exclamó:
†. "Tengo sed".
C. Había allí una jarra con vinagre. Los soldados colocaron en la punta de una caña una esponja empapada en el vinagre y se la acercaron a la boca. Jesús probó al vinagre y dijo:
†. "Todo está cumplido".
C. E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Aquí todos se arrodillan y oran en silencio unos instantes.

C. Como era el día de la preparación de la fiesta de pascua, los judíos no querían que los cuerpos quedaran en la cruz aquel sábado, ya que aquel día se celebraba una fiesta muy solemne. Por eso pidieron a Pilato que ordenara romper las piernas a los crucificados y que los bajaran de la cruz.
Fueron, pues, los soldados y rompieron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús. Cuando se acercaron a Jesús, se dieron cuenta de que ya había muerto; por eso no le rompieron las piernas. Pero uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza, y en seguida brotó del costado sangre y agua.
El que vio estas cosas da testimonio de ellas, y su testimonio es verdadero. El sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura, que dice: No le quebrarán ningún hueso. La Escritura dice también en otro pasaje: Mirarán al que traspasaron.
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque lo mantenía en secreto por miedo a los judíos, pidió autorización a Pilato para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se lo concedió.
Entonces él fue y tomó el cuerpo de Jesús. Llegó también Nicodemo, el que en una ocasión había ido a hablar con Jesús durante la noche, con unos treinta kilos de una mezcla de mirra y perfume. Entre los dos se llevaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas de lino bien empapadas en la mezcla de mirra y perfume, según la costumbre judía de sepultar a los muertos.
Cerca del lugar donde fue crucificado Jesús había un huerto y, en el huerto, un sepulcro nuevo en el que nadie había sido enterrado. Allí, pues, depositaron a Jesús, dado que el sepulcro estaba cerca y era la víspera de la fiesta de pascua.
Hasta aquí la Pasión de nuestro Señor Jesucristo, según san Juan.

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Oración Universal

I. Por la Santa Iglesia

Oremos, hermanos y hermanas, por la santa Iglesia de Dios, para que el Señor le conceda la paz y la unidad, la proteja en toda la tierra y a todos nos conceda una vida serena para alabar a Dios Padre todopoderoso.

Se ora un momento en silencio. Prosigue el celebrante:

Dios todopoderoso y eterno, que en Cristo revelaste tu gloria a todas las naciones, conserva la obra de tu amor para que tu Iglesia, extendida por todo el mundo, persevere con fe inquebrantable en la confesión de tu nombre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

II. Por el Papa

Oremos también por nuestro Santo Padre, el Papa N., para que Dios nuestro Señor, que lo eligió entre los obispos, lo asista y proteja para bien de su Iglesia como guía y pastor del pueblo santo de Dios.

Se ora un momento en silencio. Prosigue el celebrante:

Dios todopoderoso y eterno, cuya providencia gobierna todas las cosas: atiende nuestras súplicas y protege con tu amor al Papa que nos has elegido, para que el pueblo cristiano, confiado por ti a su guía pastoral, progrese siempre en la fe.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

III. Por el pueblo de Dios y sus ministros

Oremos también por nuestros obispos, presbíteros, diáconos, y por todos los miembros del pueblo santo de Dios.

Se ora un momento en silencio. Prosigue el celebrante:

Dios todopoderoso y eterno, que con tu Espíritu santificas y gobiernas a toda tu Iglesia; escucha las súplicas que te dirigimos por todos sus miembros, para que, con la ayuda de tu gracia, cada uno te sirva fielmente en la vocación a que les has llamado.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

IV. Por los catecúmenos

Oremos también por los catecúmenos, para que Dios nuestro Señor les ilumine interiormente y les comunique su amor; y para que, mediante el bautismo, se les perdonen todos sus pecados y queden incorporados a Cristo, nuestro Señor.

Se ora un momento en silencio. Prosigue el celebrante:

Dios todopoderoso y eterno, que sin cesar concedes nuevos hijos a tu Iglesia; aumenta en los catecúmenos el conocimiento de su fe, para que puedan renacer por el bautismo a la vida nueva de tus hijos de adopción.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

V. Por la unidad de los cristianos

Oremos también por todos los hermanos que creen en Cristo, para que Dios nuestro Señor les conceda vivir sinceramente lo que profesan y se digne reunirlos para siempre en un solo rebaño.

Se ora un momento en silencio. Prosigue el celebrante:

Dios todopoderoso y eterno, que reúnes a los que están dispersos y los mantienes en la unidad: mira con amor a todos los cristianos, a fin de que cuantos están consagrados por un solo bautismo formen una sola familia unida por el amor y la integridad de la fe.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

VI. Por los judíos

Oremos también por el pueblo judío, al que Dios se dignó hablar por medio de los profetas, para que el Señor le conceda progresar continuamente en el amor a su nombre y en la fidelidad a la alianza que selló con sus padres.

Se ora un momento en silencio. Prosigue el celebrante:

Dios todopoderoso y eterno, que prometiste llenar de bendiciones a Abrahán y su descendencia; escucha las súplicas de tu Iglesia y concede al pueblo de la primitiva alianza alcanzar la plenitud de la redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

VII. Por los que no creen en Cristo

Oremos también por los que no creen en Cristo, para que, iluminados por el Espíritu Santo, encuentren también ellos el camino de la salvación.

Se ora un momento en silencio. Prosigue el celebrante:

Dios todopoderoso y eterno, concede a quienes no creen en Cristo buscar sinceramente agradarte para que encuentren la verdad; y a nosotros, tus fieles, concédenos progresar en el amor fraterno y en el deseo de conocerte más, para dar al mundo un testimonio creíble de tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

VIII. Por los que no creen en Dios

Oremos también por los que no admiten a Dios, para que obren siempre con bondad y rectitud y puedan alcanzar el premio de llegar a él.

Se ora un momento en silencio. Prosigue el celebrante:

Dios todopoderoso y eterno, que creaste a todos los seres humanos para que te busquen, y, sólo al encontrarte, hallen descanso; concédenos que, en medio de las adversidades de este mundo, todos reconozcan las señales de tu amor y, estimulados por el testimonio de nuestra vida, tengan por fin la alegría de reconocerte como único Dios y Padre de todos los seres humanos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

IX. Por los gobernantes

Oremos también por los gobernantes de todas las naciones, para que Dios nuestro Señor les inspire decisiones que promuevan el bien común en un ambiente de paz y libertad.

Se ora un momento en silencio. Prosigue el celebrante:

Dios todopoderoso y eterno, en cuyas manos está mover el corazón de los seres humanos y defender los derechos de los pueblos; asiste a los que gobiernan para que, con tu ayuda, promuevan una paz duradera, un auténtico progreso social y una verdadera libertad religiosa.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

X. Por los que se encuentran en alguna tribulación

Oremos, hermanos y hermanas, a Dios Padre todopoderoso por todos los que en el mundo sufren las consecuencias del pecado, para que cure a los enfermos, dé alimento a los que padecen hambre, libere de la injusticia a los perseguidos, redima a los encarcelados, conceda volver a casa a los emigrantes y desterrados, proteja a los que viajan y dé la salvación a los moribundos.

Se ora un momento en silencio. Prosigue el celebrante:

Dios todopoderoso y eterno, consuelo de los que lloran y fuerza de los que sufren: lleguen hasta ti las súplicas de quienes te invocan en su tribulación, para que sientan en sus adversidades la ayuda de tu misericordia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Adoración de la Cruz

Se lleva al altar la cruz cubierta, acompañada por dos ministros con velas encendidas. El celebrante, de pie ante el altar, toma la cruz, descubre un poco su extremo superior y la eleva, comenzando a cantar el invitatorio "Miren el árbol de la cruz". Todos responden "Vengan a adorarlo". El celebrante descubre el brazo derecho de la cruz y, elevándola de nuevo, canta la invitación "Miren el árbol de la cruz", y prosigue como la primera vez. Finalmente descubre por completo la cruz y, elevándola, comienza por tercera vez el invitatorio "Miren el árbol de la cruz", y el pueblo responde "Vengan a adorarlo".
El celebrante el clero y los fieles se acercan procesionalmente y adoran la cruz, haciendo delante de ella una genuflexión simple o venerarla besándola. Mientras tanto, se canta la antífona "Tu cruz adoramos", los Improperios u otros cánticos apropiados.

Tu cruz adoramos

Tu cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos. Por el árbol de la cruz ha venido la alegría al mundo entero.

El Señor tenga piedad de nosotros y nos bendiga, que nos muestre su rostro radiante y misericordioso.
Tu cruz adoramos, Señor, y tu santa resurrección alabamos y glorificamos. Por el árbol de la cruz ha venido la alegría al mundo entero.

El Señor tenga piedad de nosotros y nos bendiga, que nos muestre su rostro radiante y misericordioso.

Improperios

Pueblo mío, ¿qué te he hecho, en qué te he ofendido? Respóndeme.
Yo te saqué de Egipto; tú preparaste una cruz para tu Salvador.

Santo es Dios. Santo y fuerte. Santo e inmortal, ten piedad de nosotros.

Yo te guié cuarenta años por el desierto, te alimenté con el maná, te introduje en una tierra excelente; tú preparaste una cruz para tu Salvador.

Santo es Dios. Santo y fuerte. Santo e inmortal, ten piedad de nosotros.

¿Qué más pude hacer por ti? Yo te planté como viña mía, escogida y hermosa. ¡Qué amarga te has vuelto conmigo! Para mi sed me diste vinagre, con la lanza traspasaste el costado a tu Salvador.

Santo es Dios. Santo y fuerte. Santo e inmortal, ten piedad de nosotros.

Celebrante:
Fieles a la recomendación del Salvador, y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:

El celebrante, con las manos extendidas, y todos los presentes prosiguen:
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.

El celebrante con las manos extendidas, prosigue él solo:

Líbranos, Señor, de todos los males, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.

Junta las manos. El pueblo concluye la plegaria aclamando:

¡Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor!

A continuación el celebrante, con las manos juntas, dice en secreto:

Señor Jesucristo, que esta comunión de tu Cuerpo que me atrevo a recibir, no sea para mí causa de condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.

Seguidamente hace genuflexión, toma una hostia y, sosteniéndola un poco elevada sobre el copón y vuelto hacia el pueblo, dice en voz alta:

Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.

Y juntamente con el pueblo, prosigue:

Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

Luego, comulga reverentemente el Cuerpo de Cristo. Después distribuye a los fieles la comunión. Durante ella se pueden entonar cánticos apropiados.

Oración
Dios todopoderoso y eterno, que nos has redimido con la gloriosa muerte y resurrección de Jesucristo por medio de nuestra participación en este Sacramento, prosigue en nosotros la obra de tu amor y ayúdanos a vivir entregados siempre a tu servicio.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Oración sobre el Pueblo

Oremos:
Que tu bendición, Señor, descienda con abundancia sobre este pueblo, que ha celebrado la muerte de tu Hijo con la esperanza de su santa resurrección; venga sobre él tu perdón, concédele tu consuelo, acrecienta su fe y consolida en él la redención eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

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Meditación diaria

Viernes Santo
Pasión de Nuestro Señor

JESÚS MUERE EN LA CRUZ

— En el Calvario. Jesús pide perdón por quienes le maltratan y crucifican.

— Cristo crucificado: se consuma la obra de nuestra Redención.

— Jesús nos da a su Madre como Madre nuestra. Los frutos de la Cruz. El buen ladrón.

I. Jesús es clavado en la cruz. Y canta la liturgia: ¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza...!1.

Toda la vida de Jesús está dirigida a este momento supremo. Ahora apenas logra llegar, jadeando y exhausto, a la cima de aquel pequeño altozano llamado «lugar de la calavera». Enseguida lo tienden sobre el suelo y comienzan a clavarle en el madero. Introducen los hierros primero en las manos, con desgarro de nervios y carne. Luego es izado hasta quedar erguido sobre el palo vertical que está fijo en el suelo. A continuación le clavan los pies. María, su Madre, contempla toda la escena.

El Señor está firmemente clavado en la cruz. «Había esperado en ella muchos años, y aquel día se iba a cumplir su deseo de redimir a los hombres (...). Lo que hasta Él había sido un instrumento infame y deshonroso, se convertía en árbol de vida y escalera de gloria. Una honda alegría le llenaba al extender los brazos sobre la cruz, para que supieran todos que así tendría siempre los brazos para los pecadores que se acercaran a Él: abiertos (...).

»Vio, y eso le llenó de alegría, cómo iba a ser amada y adorada la cruz, porque Él iba a morir en ella. Vio a los mártires, que, por su amor y por defender la verdad, iban a padecer un martirio semejante. Vio el amor de sus amigos, vio sus lágrimas ante la cruz. Vio el triunfo y la victoria que alcanzarían los cristianos con el arma de la cruz. Vio los grandes milagros que con la señal de la cruz se iban a hacer a lo largo del mundo. Vio tantos hombres que, con su vida, iban a ser santos, porque supieron morir como Él y vencieron al pecado»2. Contempló tantas veces cómo nosotros íbamos a besar un crucifijo; nuestro recomenzar en tantas ocasiones...

Jesús está elevado en la cruz. A su alrededor hay un espectáculo desolador; algunos pasan y le injurian; los príncipes de los sacerdotes, más hirientes y mordaces, se burlan; y otros, indiferentes, miran el acontecimiento. Muchos de los allí presentes le habían visto bendecir, e incluso hacer milagros. No hay reproches en los ojos de Jesús, solo piedad y compasión. Le ofrecen vino con mirra. Dad licor a los miserables y vino a los afligidos: que bebiendo olviden su miseria y no se acuerden más de sus dolores3. Era costumbre reservar estos gestos humanitarios con los condenados. La bebida –un vino fuerte con algo de mirra– adormecía y aliviaba el terrible sufrimiento.

El Señor lo probó por gratitud al que se lo ofrecía, pero no quiso tomarlo, para apurar el cáliz del dolor. ¿Por qué tanto padecimiento?, se pregunta San Agustín. Y responde: «Todo lo que padeció es el precio de nuestro rescate»4. No se contentó con sufrir un poco: quiso agotar el cáliz sin reservarse nada, para que aprendiéramos la grandeza de su amor y la bajeza del pecado. Para que fuéramos generosos en la entrega, en la mortificación, en el servicio a los demás.

II. La crucifixión era la ejecución más cruel y afrentosa que conoció la antigüedad. Un ciudadano romano no podía ser crucificado. La muerte sobrevenía después de una larga agonía. A veces, los verdugos aceleraban el final del crucificado quebrantándole las piernas. Desde los tiempos apostólicos hasta nuestros días muchos son los que se niegan a aceptar a un Dios hecho hombre que muere en un madero para salvarnos: el drama de la cruz sigue siendo motivo de escándalo para los judíos y locura para los gentiles5. Desde siempre, ahora también, ha existido la tentación de desvirtuar el sentido de la Cruz.

La unión íntima de cada cristiano con su Señor necesita de ese conocimiento completo de su vida, también de este capítulo de la Cruz. Aquí se consuma nuestra Redención, aquí encuentra sentido el dolor en el mundo, aquí conocemos un poco la malicia del pecado y el amor de Dios por cada hombre. No quedemos indiferentes ante un Crucifijo.

«Ya han cosido a Jesús al madero. Los verdugos han ejecutado despiadadamente la sentencia. El Señor ha dejado hacer, con mansedumbre infinita.

»No era necesario tanto tormento. Él pudo haber evitado aquellas amarguras, aquellas humillaciones, aquellos malos tratos, aquel juicio inicuo, y la vergüenza del patíbulo, y los clavos, y la lanza... Pero quiso sufrir todo eso por ti y por mí. Y nosotros, ¿no vamos a saber corresponder?

»Es muy posible que en alguna ocasión, a solas con un crucifijo, se te vengan las lágrimas a los ojos. No te domines... Pero procura que ese llanto acabe en un propósito»6.

III. Los frutos de la Cruz no se hicieron esperar. Uno de los ladrones, después de reconocer sus pecados, se dirige a Jesús: Señor, acuérdate de mí cuando estés en tu reino. Le habla con la confianza que le otorga el ser compañero de suplicio. Seguramente habría oído hablar antes de Cristo, de su vida, de sus milagros. Ahora ha coincidido con Él en los momentos en que parece estar oculta su divinidad. Pero ha visto su comportamiento desde que emprendieron la marcha hacia el Calvario: su silencio que impresiona, su mirar lleno de compasión ante las gentes, su majestad grande en medio de tanto cansancio y de tanto dolor. Estas palabras que ahora pronuncia no son improvisadas: expresan el resultado final de un proceso que se inició en su interior desde el momento en que se unió a Jesús. Para convertirse en discípulo de Cristo no ha necesitado de ningún milagro; le ha bastado contemplar de cerca el sufrimiento del Señor. Otros muchos se convertirían al meditar los hechos de la Pasión recogidos por los Evangelistas.

Escuchó el Señor emocionado, entre tantos insultos, aquella voz que le reconocía como Dios. Debió producir alegría en su corazón, después de tanto sufrimiento. Yo te aseguro, le dijo, que hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso7.

La eficacia de la Pasión no tiene fin. Ha llenado el mundo de paz, de gracia, de perdón, de felicidad en las almas, de salvación. Aquella Redención que Cristo realizó una vez, se aplica a cada hombre, con la cooperación de su libertad. Cada uno de nosotros puede decir en verdad: el Hijo de Dios me amó y se entregó por mí8. No ya por «nosotros», de modo genérico, sinopor mí, como si fuese único. Se actualiza la Redención salvadora de Cristo cada vez que en el altar se celebra la Santa Misa9.

«Jesucristo quiso someterse por amor, con plena conciencia, entera libertad y corazón sensible (...). Nadie ha muerto como Jesucristo, porque era la misma vida. Nadie ha expiado el pecado como Él, porque era la misma pureza»10. Nosotros estamos recibiendo ahora copiosamente los frutos de aquel amor de Jesús en la Cruz. Solo nuestro «no querer» puede hacer baldía la Pasión de Cristo.

Muy cerca de Jesús está su Madre, con otras santas mujeres. También está allí Juan, el más joven de los Apóstoles. Jesús, viendo a su Madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, dijo a su madre: Mujer, he ahí a tu hijo. Luego dijo al discípulo: He ahí a tu madre. Y desde aquel momento el discípulo la recibió en su casa11. Jesús, después de darse a sí mismo en la Última Cena, nos da ahora lo que más quiere en la tierra, lo más precioso que le queda. Le han despojado de todo. Y Él nos da a María como Madre nuestra.

Este gesto tiene un doble sentido. Por una parte se preocupa de la Virgen, cumpliendo con toda fidelidad el Cuarto Mandamiento del Decálogo. Por otra, declara que Ella es nuestra Madre. «La Santísima Virgen avanzó también en la peregrinación de la fe, y mantuvo fielmente su unión con el Hijo hasta la Cruz, junto a la cual, no sin designio divino, se mantuvo de pie (Jn19, 25), sufriendo profundamente con su Unigénito y asociándose con entrañas de madre a su sacrificio, consintiendo amorosamente en la inmolación de la Víctima que Ella misma había engendrado; y, finalmente, fue dada por el mismo Cristo Jesús, agonizante en la Cruz, como madre al discípulo»12.

«Se apaga la luminaria del cielo, y la tierra queda sumida en tinieblas. Son cerca de las tres, cuando Jesús exclama:

»—Elí, Elí, lamma sabachtani?! Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Mt 27, 46).

»Después, sabiendo que todas las cosas están a punto de ser consumadas, para que se cumpla la Escritura, dice:

»—Tengo sed (Jn 19, 28).

»Los soldados empapan en vinagre una esponja, y poniéndola en una caña de hisopo se la acercan a la boca. Jesús sorbe el vinagre, y exclama:

»—Todo está cumplido (Jn 19, 30).

»El velo del templo se rasga, y tiembla la tierra, cuando clama el Señor con una gran voz:

»—Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu (Lc 23, 46).

»Y expira.

»Ama el sacrificio, que es fuente de vida interior. Ama la Cruz, que es altar del sacrificio. Ama el dolor, hasta beber, como Cristo, las heces del cáliz»13.

Con María, nuestra Madre, nos será más fácil, y por eso le cantamos con el himno litúrgico: «¡Oh dulce fuente de amor!, hazme sentir tu dolor para que llore contigo. Hazme contigo llorar y dolerme de veras de sus penas mientras vivo; porque deseo acompañar en la cruz, donde le veo, tu corazón compasivo. Haz que me enamore su cruz y que en ella viva y more...»14.

1 Himno Crux fidelis. Adoración de la Cruz .— 2 L. de la Palma, La Pasión del Señor, pp. 168-169. — 3 Prov 31, 6-7. — 4 San Agustín, Comentario sobre el salmo 21, 11, 8. — 5 Cfr. 1 Cor 1, 23. — 6 San Josemaría Escrivá, Vía Crucis, XI, 1. — 7 Lc 23, 43. — 8 Gal 2, 20. — 9 Cfr. Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 3 y Oración sobre las Ofrendas del Domingo II del tiempo ordinario. — 10 R. Guardini, El Señor, Madrid 1956, vol. II, p. 170. — 11 Jn 19, 26-27. — 12 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 58. — 13 San Josemaría Escrivá, Vía Crucis, XII. — 14 HimnoStabat Mater.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Fuente: Archidiócesis de Madrid
Ricardo de Chichester, Santo Obispo, Abril 3  

Ricardo de Chichester, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Chichester, en Inglaterra, san Ricardo, obispo, que, desterrado por el rey Enrique III y restituido después en la sede, se mostró generoso en ayudar a los pobres (1235).

Etimológicamente: Ricardo = Aquel que es un líder, es de origen germánico.

 

A finales del siglo XII nace Ricardo, en Wyche, en una familia de trabajadores del campo. Choca la austeridad y dureza permanente de su vida con el estilo de los grandes de su tiempo. Los obispos son "lores" y amantes de los cuidados humanos; los monjes abundan en la prosperidad y el lujo; los nobles son ambiciosos y en el trono se aprecia una corriente fuertemente regalista. La clase baja del pueblo es pobre y está sumida en la ignorancia y en la superstición. Ricardo es enérgico e intransigente cuando se tratan asuntos en los que está presente la injusticia, la inmoralidad o la avaricia.

Posiblemente esta condición natural en él sea lo que le lleva a un distanciamiento, cuando no rechazo de los poderosos. El caso es que la austeridad vivida en casa de sus padres -cuando fue niño- debió prepararle para la misión que había de desempeñar de adulto.

Marcha a estudiar a Oxford donde tiene buenos maestros franciscanos y dominicos; y como los recursos no estiran más, pasó hambre y frío. Una corta estancia en París y vuelta a Oxford, graduándose en Artes. En Bolonia aprende durante siete años los cánones, haciendo lo que hoy llamaríamos la carrera de Derecho. Cuando vuelve a Oxford es nombrado Canciller de la Universidad, Canciller del arzobispado de Canterbury y también de Lincoln, donde estaba de obispo su antiguo amigo y profesor Grosseteste. Ejerce la docencia en Orleáns por dos años y allí se ordena sacerdote.

El Arzobispo de Canterbury lo nombra obispo de Chichester, a la muerte del obispo Ralph Neville. Y aquí comienza una etapa de dificultades mayores y de vigoroso testimonio.

El rey Enrique III, que se apodera por sistema de los beneficios eclesiásticos vacantes, se opone rotundamente a esta elección. Además, prefiere para la sede libre a Roberto Passelewe por razones de "erario real". Interviene el papa Inocencio IV que está presidiendo en este tiempo el concilio de Lyon, confirmando el nombramiento de Ricardo y consagrándolo personalmente, el 5 de marzo de 1245. Pero esto pone peor las cosas. Y es que el alto prestigio adquirido por el papado desde el siglo IX ha venido a menos desde que se hundió la Casa de Hohenstaufen y los papas se han inclinado hacia Francia; la rivalidad existente entre Inglaterra y Francia provoca de rebote reacciones contra Roma que se manifiestan en un fuerte nacionalismo inglés, en la resistencia del trono a aceptar las decisiones del papa y en intransigencias e intromisiones en las materias mixtas. Hasta los Legados pontificios son mal recibidos, si no ignorados, en la corte inglesa.

En estas circunstancias, el nombramiento de Ricardo ha caído, humanamente, en mal momento. El rey ha mandado cerrarle físicamente las puertas del palacio episcopal y ha prohibido darle cobijo y dinero. El temor de la gente a la venganza real lleva a que se vea a Ricardo-obispo vagabundo por su legítima diócesis, haciendo de obispo misionero, viajando a pie y desprovisto de servicio. Debía ser una estampa curiosa en la época en que los obispos eran "lores" y jamás trabajaban sin séquito. Visita las casas de los pescadores y catequiza a los humildes con quienes comparte alimento. ¡Todo un escándalo para altos eclesiásticos que gustan de fastuosidades y de monjes que disfrutan de buena mesa! Condena los abusos de poder y los vicios de la época con extraordinaria energía; de modo especial presenta una defensa a ultranza del derecho frente a la arbitrariedad y al abuso de poder; predica la doctrina evangélica frente al nepotismo reinante.

Fueron ocho años de obispo en que supo mantenerse, con fortaleza, libre de presiones. De hecho, nadie se explica cómo fue posible reunir una y otra vez a su Cabildo para sacar adelante las Constituciones que son de esa época y sientan los modos de hacer en adelante, señalando una praxis pastoral distinta y más adecuada a los principios evangélicos.

Murió en la casa-asilo -"Mas-Dieu"- para sacerdotes pobres y peregrinos, a los 55 años.

Navegar contra corriente tiene sabor de Evangelio, pero precisa rectitud, austeridad y disposición a aceptar el sufrimiento.

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Fuente: sdb.org
Dorotea de Chopitea, Venerable Cooperadora Salesiana, Abril 3  

Dorotea de Chopitea, Venerable

Dorotea nació en Santiago de Chile, el 5 de junio de 1816 en una familia católica rica, rica en hijos (¡18!) y en bienes materiales.

Tres años más tarde, poco después que Chile alcanzara su independencia de España, don Pedro Nolasco Chopitea (su esposo) llevó a su familia a Barcelona. Dorotea era enérgica, vivaz, emprendedora y con un corazón de oro.

Casada con un banquero y empresario

Estuvieron feliz y fielmente casados durante 50 años. Al final José decía: "nuestro amor creció diariamente". Tuvieron seis hijos: Dorotea, Ana María, Isabel, María Luisa, Carmen y Jesuina. La gran preocupación de Dorotea era vivir primordialmente para Dios. Ella desarrollo su piedad: Misa diaria, Comunión, Rosario. Pero lo más extraordinario de todo era su caridad hacia los demás, especialmente los pobres.

Limosnera de Dios

Su amor a los pobres estaba primero en su escala de valores: "Los pobres serán mi primer preocupación". Ella era llamada la "limosnera de Dios". Acompañó a su marido en sus muchos viajes y fue recibida por León XIII, quien la trató con gran deferencia. Unas 30 fundaciones fueron el resultado de su caridad y la de su esposo: jardín de infantes, escuelas, hospitales, talleres… Alguien calculó que lo que ella logró es más de lo que han logrado algunos estados.

Le escribe a Don Bosco para fundar una obra para jóvenes trabajadores

El 20 de septiembre de 1882, cuando ya era viuda desde hacía varios meses, le escribió a Don Bosco: "Querría fundar una obra para jóvenes trabajadores y huérfanos en los suburbios de Barcelona". Don Bosco aceptó y Dorotea se convirtió así en una Cooperadora Salesiana.

"Nuestra mamá de Barcelona"

El trabajo comenzó en Sarriá en 1884. También trabajó con Don Rinaldi, provincial en España, para instalar otras obras salesianas; el futuro Rector Mayor ha dicho de ella: "Muchas veces la escuché decir que llevaba adelante el más humilde de los servicios por los enfermos". En abril-mayo de 1886 Don Bosco se encontró con las santa benefactora, siempre dispuesta a ayudarlo. Cuando Don Bosco murió, Doña Dorotea inició tres nuevas obras, entre las cuales el Colegio de Santa Dorotea en Sarriá, encomendado a las Hijas de María Auxiliadora, para el cual dio el dinero que estaba guardando para su vejez.

Don Bosco la llamaba "nuestra mamá de Barcelona". Dorotea, al igual que mamá Margarita antes que ella, murió pobre el 3 de abril de 1891. Está sepultada en Barcelona – Sarriá

El proceso se inició el 4 de abril de 1927.
Declarada Venerable el 9 de junio de 1983

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José el Himnógrafo , Santo Monje y Presbítero, Abril 3  

José el Himnógrafo , Santo

Monje y Presbítero

Martirologio Romano: En Constantinopla, san José, por sobrenombre "Himnógrafo", presbítero, que, siendo monje, en la persecución desencadenada por los iconoclastas fue enviado a Roma para pedir la protección de la Sede Apostólica y, después de muchos padecimientos, recibió la custodia de los vasos sagrados de la iglesia de Santa Sofía (886).

Etimológicamente: José = Aquel al que Dios ayuda, es de origen hebreo

 

Los cristianos del tiempo de las catacumbas sacaron su valor de lo más profundo del corazón de la fe. Sometidos a las más fuertes presiones, comprendieron que, para el Evangelio, el sentido de la existencia era el de "dar su vida".

El Evangelio se sitúa ante una elección. O bien dar su vida – no algunos fragmentos – sino toda la existencia. O bien servirse a sí mismo y seguir su propia sombra, entre otras cosas, en la búsqueda del prestigio humano.

Era originario de Sicilia. Huyó con su familia a Grecia, al Peloponeso escapando de las invasiones árabes Tenía tan sólo 15 años.

De allí salió para Tesalónica y se convirtió en monje en el monasterio de Latomos.

En tiempos de la persecuciones iconoclastas, le enviaron a Roma al Papa Gregorio IV para que le informara de la situación y así obtener el apoyo de la Iglesia de Occidente.

Cuando iba de camino, lo capturaron unos piratas árabes y lo condenaron.

¿Qué hacía?

No paraba de cantar su fe. El Señor vino en su ayuda. Una vez que fue liberado, volvió a Constantinopla.

Fue durante este período cuando compuso himnos.

Uno de los más famosos fue el "Paráclito" con ocho tonos musicales para los días de la semana.

De esta forma, completó los himnos de san Juan Damasceno para la Resurrección.

Redactó igualmente cánones en honor de los santos para que sus ceremonias fueran dignas. Exiliado en Crimea por haber injuriado la unión escandalosa de un ministro imperial, continuó su obra.
Murió en el año 886.

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Piotr Edward (Pedro Eduardo) Dankowski, Beato Sacerdote Mártir, Abril 3  

Piotr Edward (Pedro Eduardo) Dankowski, Beato

Presbítero y Mártir

Martirologio Romano: Cerca de Cracovia, en Polonia, en el campo de concentración de Oswiecin o Auschwitz, beato Pedro Eduardo Dankowski, presbítero y mártir, que al ser ocupada militarmente Polonia fue detenido por su confesión cristiana y atormentado hasta consumar el martirio (1942).

Etimológicamente: Eduardo = Aquel que protege la propiedad, es de origen germánico

 

Sacerdote de la Arquidiócesis de Kraków.

Nació el 21 de junio de 1908 en Jordanów, Ma³opolskie (Polonia)

Murió el 03 de abril de 1942 en Oœwiêcim (a.k.a. Auschwitz), Ma³opolskie (Polonia)

El régimen alemán nasi lo hizo prisionero por su fe, recibiendo la tortura y el mártirio

Para ver más sobre los 108 mártires Polacos durante la segunda guerra mundial haz "click"
AQUI

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Fuente: Vatican.va
Ezequiel Huerta Gutiérrez, Beato Laico Mártir, Abril 3  

Ezequiel Huerta Gutiérrez, Beato

Mártir Laico

Etimológicamente: Ezequiel = Aquel para quien Dios es su fortaleza, es de origen hebreo.

 

Nació en Magdalena, Jalisco, el 6 de enero de 1876. Esposo y padre ejemplar de numerosa familia, fue poseedor de una magnífica y bien cultivada voz de tenor dramático, gracias a la cual asistía a los oficios litúrgicos con bastante lucimiento y decoro. Muy devoto de la sagrada Eucaristía, comulgaba con frecuencia. Muy caritativo, compartía sus bienes entre los necesitados.

Fue aprehendido la mañana del 2 de abril de 1927; tenía dos hermanos presbíteros, Eduardo y José Refugio, los cuales eran muy respetados en Guadalajara. Cuando fue hecho prisionero, acababa de visitar la capilla ardiente donde era velado el cadáver del líder católico Anacleto González Flores. En los calabozos de la Inspección de Policía, lo torturaron hasta hacerlo perder el conocimiento. Cuando volvió en sí, expresó sus lamentos cantando el himno eucarístico: "Que viva mi Cristo, que viva mi Rey".

La madrugada del día siguiente, 3 de abril, fue trasladado, junto con su hermano, al cementerio municipal; se formó el cuadro para la ejecución; había llegado la hora. Ezequiel dijo a su hermano Salvador: "Los perdonamos, ¿verdad?". "Sí, y que nuestra sangre sirva para la salvación de muchos", repuso el interpelado; una descarga de fusilería cortó el diálogo. Muy cerca de ese lugar, la esposa de Ezequiel escuchó los disparos; ignoraba quiénes eran las víctimas; con todo, reunió a su numerosa familia: "Hijitos, vamos rezando el rosario, por esos pobres que acaban de fusilar".

El grupo de los 9 mártires beatificados por Benedicto XVI el 20 de Noviembre de 2005, es completado por:

Anacleto Gonzalez Flores, Laico, 1 abril
José Dionisio Luis Padilla Gómez, Laico, 1 abril
Jorge Ramon Vargas González, Laico, 1 abril
Ramón Vicente Vargas González, Laico, 1 abril

José Luciano Ezequiel Huerta Gutiérrez, Laico, 3 abril
José Salvador Huerta Gutiérrez, Laico, 3 abril
Miguel Gómez Loza, Laico, 21 marzo
Luis Magaña Servin, Laico, 9 febrero
José Sanchez Del Rio, Laico, 10 febrero

Además ese mismo día se beatificó también a:
Andrés Sola Molist, Sacerdote, 25 abril
José Trinitad Rangel Montano, Laico, 25 abril
Leonardo Pérez Larios, Laico, 25 abril
Dario Acosta Zurita, Sacerdote, 25 julio
(las fechas indicadas corresponden a la de sus mártirios).

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Fuente: Vatican.va
Salvador Huerta Gutiérrez, Beato Mártir Laico, Abril 3  

Salvador Huerta Gutiérrez, Beato

Mártir Laico

Etimológicamente: Salvador = Aquel que salva, es de origen latino.

 

Nació en Magdalena, Jalisco, el 18 de marzo de 1880. Mecánico por vocación, se dedicó a este oficio, llegando a ser uno de los más competentes de Guadalajara. Devoto de Jesús Sacramentado, participaba todos los días de la Eucaristía y adoraba, con frecuencia, el Santísimo en el sagrario. Su conducta como hijo, esposo y padre fue siempre ejemplar. Poseía una particular intuición ante el peligro, al que se enfrentaba con singular fortaleza.

Al comenzar el año de 1927 la situación religiosa se tornó imposible para los católicos. Se perseguía sin tregua a los clérigos por considerárseles instigadores de la resistencia armada. El 2 de abril de 1927, consumado el asesinato de Anacleto González y sus tres compañeros, acudió al cementerio a despedir los restos del conocido líder.

De regreso a su taller, lo esperaban agentes de la policía, quienes valiéndose de un ardid, lo arrestaron. En la Inspección general comenzó un crudísimo tormento; lo colgaron de los dedos pulgares; querían los verdugos conocer el paradero de los presbíteros Eduardo y José Refugio. Exánime lo tiraron en un calabozo.

En las primeras horas del 3 de abril, lo condujeron, junto con su hermano Ezequiel, al panteón de Mezquitán. Ante el pelotón de fusilamiento, pidió una vela encendida, iluminando su pecho descubierto dijo: "¡Viva Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe!; disparen; muero por Dios, que lo amo mucho".

El grupo de los 9 mártires beatificados por Benedicto XVI el 20 de Noviembre de 2005, es completado por:

Anacleto Gonzalez Flores, Laico, 1 abril
José Dionisio Luis Padilla Gómez, Laico, 1 abril
Jorge Ramon Vargas González, Laico, 1 abril
Ramón Vicente Vargas González, Laico, 1 abril

José Luciano Ezequiel Huerta Gutiérrez, Laico, 3 abril
José Salvador Huerta Gutiérrez, Laico, 3 abril
Miguel Gómez Loza, Laico, 21 marzo
Luis Magaña Servin, Laico, 9 febrero
José Sanchez Del Rio, Laico, 10 febrero

Además ese mismo día fueron beatificados:
Andrés Sola Molist, Sacerdote, 25 abril
José Trinitad Rangel Montano, Laico, 25 abril
Leonardo Pérez Larios, Laico, 25 abril
Dario Acosta Zurita, Sacerdote, 25 julio
(las fechas indicadas corresponden a la de sus mártirios).

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Fuente: ACI Prensa
Sixto I, Santo VII Papa, Abril 3  

Sixto I, Santo

VII Papa

Martirologio Romano: En Roma, san Sixto I, papa, que en tiempo del emperador Adriano rigió la Iglesia Romana, siendo el sexto tras el bienaventurado Pedro (128).

Etimológicamente: Sixto = Aquel que es listo, es de origen griego.

 

El Papa San Sixto I (en los documentos más antiguos se usa "Xystus" para los primeros tres papas con ese nombre), sucedió a San Alejandro y fue sucedido por San Telesforo.

Según el "Catálogo Liberiano" de papas, fue la cabeza de la Iglesia durante el reino de Adrián "a conulatu Nigri et Aproniani usque Vero III et Ambibulo", es decir, desde 117 hasta 126. En su "Chronicon" Eusebio usó un catalogo de papas distinto al que usó en su "Historia ecclesiastica"; en su "Chronicon" dice que Sixto I ocupó la posición de papa de 114 a 124, mientras que en su "Historia" menciona que fue papa de 114 a 128.

Todas las autoridades concuerdan en que la duración de su papado fue de cerca de diez años.

Era Romano por nacimiento, y su padre se llamaba Pastor. Según el "Liber Pontificalis", pasó las tres ordenanzas siguientes:
1.- que no se le permita a nadie excepto por los sacerdotes tocar los Vasos Sagrados
2.- que los obispos que han sido convocados a la Santa Sede, no sean recibidos por su diócesis hasta que presenten las Cartas Apostólicas
3.- que después del prefacio en la Misa, el sacerdote recite el Sanctus junto con los fieles.

El "Catálogo Feliciano" de papas y las varias martirologías lo titulan de mártir.

Fue enterrado en el Vaticano junto a la tumba de San Pedro, y se dice que sus reliquias fueron transferidas a Alatri en 1132, aunque O Jozzi sostiene que todavía están en la Basílica Vaticana. Butler (Vidas de los Santos, 6 de Abril) dice que Clemente X le dio algunas de sus reliquias al Cardenal de Retz, quien las puso en la Abadía de San Miguel en Lorraine.

El Xystus a quien se conmemora en el Canon de la Misa es Xystus II, no Xystus I.

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Luigi Scrosoppi, Santo Fundador, Abril 3  

Luigi Scrosoppi, Santo

Presbítero y Fundador
de la Congregación de Hermanas de la Divina Providencia

Martirologio Romano: En Udine, en la región de Venecia, san Luis Scrosoppi, presbítero de la Congregación del Oratorio, que fundó la Congregación de Hermanas de la Divina Providencia, para la educación cristiana de la juventud femenina (1884)

Etimológicamente: Luigi = versión en italiano del nombre Luis = Aquel que es famoso en la guerra, es de origen germánico

 

El más joven de los tres hijos de Domenico Scrosoppi, joyero, y Antonia Lazzarini; nació el 4 de agosto de 1804 en Udine (Italia). Su hermano Carlo fue ordenado cuando Luigi tenía seis años, y su hermano Giovanni varios años después. Cuando él tenía 11 años o 12 años, la región en que vivía Luigi fue golpeada por sequía, hambre, tifo, y viruela en sucesión rápida; la visión de tal miseria, pobreza completa, y el número de huérfanos tuvo un efecto duradero en el muchacho.

En sus adolescencia, sentía el llamado al sacerdocio, y entró en el mismo seminario que su hermano Giovanni. Diácono en 1826; ordenado el 31 de marzo de 1827 en la catedral en Udine; fue asistido en su primera Misa por sus hermanos.

Director de la Pía Unión al Corazón de Jesucristo. Ayudaba a manejar el centro infantil a su hermano Carlo como Director Auxiliar del orfanato de Carlo en 1829. el instituto cayó en tiempos más duros que lo usual; Luigi, desesperado, salió a las calles rogando apoyo, esta lección de fe pronto dio sus frutos para la escuela consiguiendo bastante dinero para comprar un edificio.

Como había demasiados huérfanos para el espacio disponible, los hermanos decidieron agrandar la casa; Luigi salió a pedir materiales de construcción y trabajadores. La obra empezó en 1834 con Luigi coordinando, rogando, dirigiendo, y trabajando en la construcción, los trabajos se completaron en 1836, la llamaron "Casa para los Desposeídos". Ese año la región sufrió una epidemia de cólera, y los orfanatos, de nuevo, estaban llenos.

Las necesidades de los huérfanos, y el trabajo constante de los hermanos sacerdotes, llamaron la atención de varias mujeres del área que también estaban trabajando por los pobres y abandonados. Entre ellas estaban Felicita Calligaris, Rosa Molinis, Caterina Bros, Cristina y Amalia Borghese y Orsola Baldasso. Estas mujeres, bajo la dirección espiritual de Carlo y Luigi, fundaron lo que se volvería la Congregación de Hermanas de Providencia para la educación académica básica y destrezas en la costura a jóvenes. Luigi los puso bajo la protección de San Cayetano. La Congregación recibió aprobación final el 22 de septiembre de 1871 por el Papa Pío IX.

En 1846 Luigi se unió el Oratorio de San Felipe Neri, una congregación consagrada a la caridad y el aprendizaje; elegido preboste elegido de la comunidad el 9 de noviembre de 1856.

El 4 de octubre de 1854 inauguró la Casa de Rescate para las muchachas abandonadas. El 7 de marzo de 1857 abrió la escuela y casa para las muchachas sordomudas, institución que lastimosamente tan sólo sobreviviría 15 años. Abrió también una Casa de Providencia para las antiguas estudiantes desempleadas. Además trabajaba en los hospitales con los más enfermo y pacientes más pobres.

En sus últimos años, Luigi tuvo que combatir sentimientos anti-clericales que surgieron a lo largo de de la península italiana durante la unificación; muchas casas y grupos, incluso el Oratorio, fueron cerrados, y sus recursos vendidos. Aunque no pudo salvar el Oratorio o las propiedades de la parroquia, logró proteger sus instituciones caritativas, y vio a la Congregación crecer y extenderse.

Murió el 3 de abril de 1884 en Udine,

El milagro de la canonización: curación de sida.

El 1ero de julio del 2000 se promulgó el decreto eclesiástico reconociendo la curación milagrosa de un joven por la intercesión del Padre Luigi. Ocurrió en Oudshoon, República de Africa del Sur. La declaración del Papa fue la siguiente:

"Es el caso de un milagro obtenido a través de la intercesión del Beato Luigi Scrosoppi, sacerdote del Oratorio de San Felipe Neri, fundador de la Congregación de las Hermanas de la Providencia, de la rápida, completa y permanente recuperación de polineuritis y caquexia* de un joven HIV positivo"

Este joven era un estudiante en el Oratorio de San Felipe Neri. En el mes de octubre de 1994 comenzó a mostrar los síntomas del SIDA. El resultado de los exámenes confirmaron que era HIV positivo y rápidamente alcanzó un estado avanzado de SIDA. Él había sido fuerte y activo pero ya no podía sujetarse parado, tampoco podía ingerir alimentos, ni ver, ni oír convirtiéndose en un hombre extremadamente delgado. Cuando ya no respondía a los tratamientos, el doctor aconsejó que fuera regresado a sus familiares en Zambia antes que fuera muy tarde.

La comunidad del Oratorio de San Felipe Neri y todos los fieles de Oudtshoon comenzaron a rezar por su recuperación a través de la intercesión del Padre Luigi, porque llegó al conocimiento de los fieles de que el joven tenía una devoción muy especial al Padre Scrosoppi. Él mismo, al igual que su familia en Zambia, venían orando por la misma gracia desde hacía meses.

Durante la noche del 10 de octubre de 1996, él joven vio al P. Luigi en sueño y súbitamente se comenzó a sentir mejor, al amanecer cuando se despertó se sorprendió al descubrir que estaba completamente sanado, había regresado a su salud plenamente como la tenía antes de la enfermedad.

Hoy este joven es un seminarista, preparándose para el sacerdocio en la Congregación de los Padres Orantes de San Felipe Neri y para siempre permanecer el amigo y colega del P. Luigi.

Con este milagro, el P. Luigi continua señalándonos el camino a la oración constante, a la oración de compasión y de amor. Así como hizo durante su vida, todavía viene en socorro del último, de los jóvenes en dificultades, de todos los que sufren, de los que viven en situaciones tormentosas. Siempre está presto en acompañar los pasos de aquellos que se entregan a la Providencia Divina.>>

Fue canonizado el 10 de junio de 2001 por S.S. Juan Pablo II

*caquexia: estado del cuerpo en que está impedida la nutrición y por consiguiente debilitada las funciones vitales.

Referencias: corazones.org

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Fuente: Franciscanos.net
Gandolfo o Gandulfo de Binasco, Beato Presbítero Franciscano, Abril 3  

Gandolfo o Gandulfo de Binasco, Beato

Presbítero Franciscano

Martirologio Romano: En Policio, en Sicilia, beato Gandulfo de Binasco Sacchi, presbítero de la Orden de Hermanos Menores, que llevó una vida solitaria y austera, e iluminó aquella región con la predicación de la palabra de Dios (c. 1260).

Etimológicamente: Gandolfo = Aquel que es un valiente guerrero, es de origen germánico.

 

León XIII aprobó su culto el 10 de marzo de 1881.

Gandolfo nació entre finales del siglo XII y principios del XIII en la provincia de Milán, diócesis de Pavía. Fue educado cristianamente por sus padres, iniciado por su padre en la literatura y en la doctrina cristiana. Fascinado por el ejemplo de la vida y de la regla evangélica de San Francisco, su contemporáneo, con heroica generosidad dejó el mundo, distribuyó entre los pobres sus riquezas y pidió ser admitido en la Orden de los Hermanos Menores. Como auténtico seguidor del seráfico Pobrecillo, se dedicó al estudio, a la oración y a la penitencia. Sacerdote de Cristo, dedicó toda su vida al bien de las almas en el ministerio de la predicación y la evangelización. Con los pies descalzos y el crucifijo en la mano, al cual llamaba su arma, predicó en las más grandes ciudades de Italia, con palabra simple y ardiente; las conversiones fueron numerosísimas. Lunes, miércoles y viernes ayunaba a pan y agua. Observaba rigurosamente tres cuaresmas al año, la de Pascua, la de Navidad y la llamada de los "Benditos", que comenzaba con la Epifanía y duraba cuarenta días, su vestido era una áspera túnica que le cubría su macilento cuerpo, mortificado con el cilicio.

Estaba íntimamente convencido de que el apostolado de la palabra sólo tiene eficacia para llevar las almas a Cristo y expiar y reparar los pecados de la humanidad cuando va acompañado de la oración y la penitencia. Después de muchas peregrinaciones apostólicas llegó a Sicilia donde transcurrió la última parte de su vida penitente.

En un eremitorio solitario cerca de Polizzi Generosa, a 98 kilómetros de Palermo, se retiró para entregarse con más libertad a una vida enteramente celestial, y recrear su espíritu en la meditación del paraíso. Fray Pascual, hombre virtuoso, fue su compañero de oración y soledad.

Varias veces Gandolfo dejó el eremitorio para ir a la evangelización. En 1260 fue invitado a predicar la cuaresma en Polizzi Generosa. Fue una predicación que produjo grandes frutos. Sólo la interrumpió para visitar y asistir antes de la muerte a su fiel seguidor fray Pascual que había permanecido en el eremitorio. El miércoles santo, mientras predicaba, fue interrumpido por el ruido de una imprevista bandada de golondrinas que entraron en el templo. En el nombre del Señor les impuso silencio y ellas callaron. El sábado santo el Beato anunció al pueblo de Polizzi que ya no lo volverían a oír predicar. En efecto, aquel mismo día se sintió mal, recibió el viático y la unción de los enfermos. Luego tomó entre sus manos el crucifijo, lo besó repetidamente con profundos gemidos, y expiró serenamente. Era el 3 de abril de 1260. Glorioso en prodigios, León XIII aprobó su culto el 10 de marzo de 1881.

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Fuente: Franciscanos.net
Juan de Penna San Giovanni, Beato Compañero de San Francisco, Abril 3  

Juan de Penna San Giovanni, Beato

Presbítero Franciscano

Martirologio Romano: En Penna, del Piceno, en Italia, beato Juan, presbítero, uno de los primeros compañeros de san Francisco, siendo enviado a la Galia Narbonense, donde enseñó la nueva forma de vida evangélica (1275).

Etimológicamente: Juan = Dios es misericordia, es de origen hebreo.

 

Pío VII concedió su oficio y misa en su honor el 20 de noviembre de 1806.

Juan, nacido hacia 1200 en Penna San Giovanni, en la provincia de Macerata, pertenece a aquella primera generación franciscana que hizo gloriosa la región de las Marcas. Es comúnmente contado entre los discípulos de San Francisco sin que se puedan precisar sus relaciones con el santo Fundador.

El capítulo 45 de las Florecillas de San Francisco describe con vivos colores el candor de su alma, la vocación franciscana, el largo apostolado en Provenza y en su patria, las experiencias místicas, y las arduas pruebas a que fue sometido por el espíritu del mal al final de sus días.

Juan, de unos quince años, fue atraído a la naciente familia franciscana por la predicación de Fray Felipe, uno de los primeros discípulos enviados por San Francisco a evangelizar las Marcas y vistió el hábito de los Hermanos Menores en el convento de Recanati. Más tarde llegó a ser sacerdote.

Su nombre está ligado a la primera expedición franciscana a Provenza. Entre los treinta hermanos destinados por San Francisco en el Capítulo de 1217 a la Galia Narbonesa, y bajo el mando de Fray Juan Bonelli de Florencia, figura nuestro "Frater Joannes de Pinna Picena". De su ministerio en aquella región, que se prolongó por unos veinticinco años, nada de particular nos han transmitido las fuentes. Sabemos que se distinguió por el celo apostólico y por la elocuencia de su palabra, hasta ser tenido como "predicador digno de veneración y admiración". Junto con los demás religiosos, se dedicó a frenar y combatir la herejía de los albigenses, que en aquellos años bullía por toda Francia, y a restaurar las costumbres y la concordia entre las regiones y las facciones. Se recuerda de modo especial su caridad en la asistencia a los leprosos y otros enfermos. Con su santa vida y actividad contribuyó a la primera difusión y al afianzamiento del franciscanismo en tierras de Francia.

Las Florecillas de San Francisco hablan así de él: "Viviendo en gran honestidad, santidad y ejemplaridad, creciendo siempre en virtud y en gracia de Dios, era sumamente amado por los hermanos y los seglares". Es probable que haya conocido a San Antonio de Padua en los años en que el santo predicó en Limoges y Tolosa y que haya intervenido en el capítulo de Arles, célebre por la presencia del mismo santo y de una aparición de San Francisco a los hermanos.

Después de veinticinco años de apostolado en Provenza, regresó a su ciudad natal, donde transcurrió los últimos treinta años de su larga peregrinación terrena, alternando los trabajos apostólicos con la contemplación de las cosas celestiales. Fue avisado por un ángel de que su caminar terreno estaba a punto de terminar. Superó los últimos ataques del demonio y murió serenamente el 3 de abril de 1271.
Tenía 71 años.

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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando santoral de este día, Abril 3  

Otros Santos y Beatos

Santos Cresto y Papo, mártires
En Tomis, en Escitia, santos Cresto y Papo, mártires (c. s. IV).

San Ulpiano, mártir
En Tiro, de Fenicia, san Ulpiano, mártir, que, siendo aún adolescente, durante la persecución bajo el emperador Maximino Daza fue encerrado en un odre con un áspid y un perro y sumergido en el mar, completando así su martirio (306).

San Juan, obispo
En Nápoles, de la Campania, san Juan, obispo, que durante la Noche Santa de Pascua, mientras celebraba los sagrados misterios, falleció, y, acompañado de multitud de fieles y neófitos, fue inhumado el día de la solemnidad de la Resurrección del Señor (432).

San Nicetas, abad
En el monasterio de Medicio, en Bitinia, san Nicetas, hegúmeno, que, por defender el culto de las sagradas imágenes, en tiempo del emperador León el Armenio sufrió cárcel y exilio (824).

Beatos Roberto Middleton, y Turstano Hunt, presbíteros y mártires
En Lancaster, en Inglaterra, beatos Roberto Middleton, de la Compañía de Jesús, y Turstano Hunt, presbíteros y mártires. Este último, al querer liberar durante el camino al primero, que era conducido prisionero, él mismo fue apresado y, reinando Isabel I, ambos fueron condenados a muerte por ser sacerdotes, y por sus tormentos llegaron a la derecha de Cristo (1601).

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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