JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (8, 5-17)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un oficial romano y le dijo: "Señor, tengo en mi casa un criado que está en cama, paralítico, y sufre mucho".
El le contestó: "Voy a curarlo".
Pero el oficial le replicó: Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; con que digas una sola palabra, mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; cuando le digo a uno: '¡Ve!', él va; al otro: '¡Ven!', y viene; a mi criado: '¡Haz esto!', y lo hace".
Al oír aquellas palabras, se admiró Jesús y dijo a los que lo seguían: "Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe tan grande.
Les aseguro que muchos vendrán de oriente y de occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos. En cambio, a los herederos del Reino los echarán fuera, a las tinieblas. Ahí será el llanto y la desesperación".
Jesús le dijo al oficial romano:
"Vuelve a tu casa y que se te cumpla lo que has creído". Y en aquel momento se curó el criado.
Al llegar Jesús a la casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre. Entonces la tomó de la mano y desapareció la fiebre. Ella se levantó y se puso a servirles.
Al atardecer le trajeron muchos endemoniados. El expulsó a los demonios con su palabra y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo dicho por el profeta Isaías: El hizo suyas nuestras debilidades y cargó con nuestros dolores.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
"El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
Mi alma glorifica al Señor
Feria de la 12a. S. T. O. o memoria libre de San Cirilo de Alejandría, o de nuestra señora del Perpetuo Socorro
El Señor se acordó de su misericordia
Antífona de Entrada
Dios nuestro y protector nuestro, un solo día en tu casa es más valioso para tus elegidos, que mil días en cualquier otra parte.
Oración Colecta
Oremos:
Enciende, Señor, nuestros corazones con el fuego de tu amor a fin de que, amándote en todo y sobre todo, podamos obtener aquellos bienes que no podemos nosotros ni siquiera imaginar y has prometido tú a los que te aman.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura Lectura del libro del Génesis (18, 1-15)
Un día, el Señor se le apareció a Abraham en el encinar de Mambré. Abraham estaba sentado en la entrada de su tienda, a la hora del calor más fuerte. Levantando la vista, vio de pronto a tres hombres que estaban de pie ante él. Al verlos, se dirigió a ellos rápidamente desde la puerta de la tienda, y postrado en tierra, dijo: "Señor mío, si he hallado gracia a tus ojos, te ruego que no pases junto a mí sin detenerte. Haré que traigan un poco de agua para que se laven los pies y descansen a la sombra de estos árboles; traeré pan para que recobren las fuerzas y después continuarán su camino, pues sin duda para eso han pasado junto a su siervo".
Ellos le contestaron: "Está bien. Haz lo que dices".
Abraham entró rápidamente en la tienda donde estaba Sara y le dijo: "Date prisa, toma tres medidas de harina, amásalas y cuece unos panes".
Luego Abraham fue corriendo al establo, escogió un ternero y se lo dio a un criado para que lo matara y lo preparara. Cuando el ternero estuvo asado, tomó requesón y leche y lo sirvió todo a los forasteros. El permaneció de pie junto a ellos, bajo el árbol, mientras comían. Ellos le preguntaron: "¿Dónde está Sara, tu mujer?" El respondió: "Allá, en la tienda".
Uno de ellos le dijo: "Dentro de un año volveré sin falta a visitarte por estas fechas; para entonces, Sara, tu mujer, habrá tenido un hijo".
Sara estaba escuchando detrás de la puerta de la tienda. (Abraham y Sara eran ya muy ancianos, y a Sara le había cesado su regla). Sara se rio por lo bajo y pensó: "Siendo yo tan vieja y mi marido un anciano, ¿podré experimentar el placer?"
Entonces el Señor le dijo a Abraham: "¿Por qué se ha reído Sara y ha dicho: '¿Será cierto que voy a dar a luz, siendo ya tan vieja?' ¿Acaso hay algo difícil para Dios? El año que viene, en el plazo señalado, volveré a visitarte, y Sara tendrá un hijo". Sara dijo entonces, asustada: "No me estaba riendo". Pero el Señor replicó: "No lo niegues; sí te estabas riendo".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Lucas 1
El Señor se acordó de su misericordia.
Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.
El Señor se acordó de su misericordia.
Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede.
Santo es su nombre.
El Señor se acordó de su misericordia.
Su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen. A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada.
El Señor se acordó de su misericordia.
Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel, su siervo, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia, para siempre.
El Señor se acordó de su misericordia.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Cristo hizo suyas nuestras debilidades y cargó con nuestros dolores.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (8, 5-17)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un oficial romano y le dijo: "Señor, tengo en mi casa un criado que está en cama, paralítico, y sufre mucho".
El le contestó: "Voy a curarlo".
Pero el oficial le replicó: Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; con que digas una sola palabra, mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; cuando le digo a uno: '¡Ve!', él va; al otro: '¡Ven!', y viene; a mi criado: '¡Haz esto!', y lo hace".
Al oír aquellas palabras, se admiró Jesús y dijo a los que lo seguían: "Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe tan grande.
Les aseguro que muchos vendrán de oriente y de occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos. En cambio, a los herederos del Reino los echarán fuera, a las tinieblas. Ahí será el llanto y la desesperación".
Jesús le dijo al oficial romano:
"Vuelve a tu casa y que se te cumpla lo que has creído". Y en aquel momento se curó el criado.
Al llegar Jesús a la casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre. Entonces la tomó de la mano y desapareció la fiebre. Ella se levantó y se puso a servirles.
Al atardecer le trajeron muchos endemoniados. El expulsó a los demonios con su palabra y curó a todos los enfermos. Así se cumplió lo dicho por el profeta Isaías: El hizo suyas nuestras debilidades y cargó con nuestros dolores.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, los dones que te presentamos para esta Eucaristía a fin de que, a cambio de ofrecerte lo que tú nos has dado, podamos recibir de ti, tu misma vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Común VIII
Jesús, buen samaritano
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro alabarte, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, en todos los momentos y circunstancias de la vida, en la salud y en la enfermedad, en el sufrimiento y en el gozo, por tu siervo, Jesús,
nuestro Redentor.
Porque él, en su vida terrena, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal. También hoy, como buen samaritano, se acerca a todo hombre que sufre en su cuerpo o en su espíritu, y cura sus heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza.
Por este don de tu gracia, incluso cuando nos vemos sumergidos en la noche del dolor, vislumbramos la luz pascual en tu Hijo, muerto y resucitado.
Por eso, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos a una voz el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de la Comunión
Mi alma espera al Señor con más ansia que los centinelas el amanecer, porque con el Señor viene la misericordia y la abundancia de su gracia.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Tú que nos has hecho partícipes de la vida de Cristo en este sacramento, transfórmanos, Señor, a imagen de tu Hijo, para que participemos también de su gloria en el cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
† Meditación diaria
12ª semana. Sábado
MARÍA, CORREDENTORA CON CRISTO
— María, presente en el sacrificio de la Cruz.
— Corredentora con Cristo.
— María y la Santa Misa.
I. A lo largo de la vida terrena de Jesús, su Madre Santa María cumplió la voluntad divina de atenderle con amorosa solicitud: en Belén, en Egipto, en Nazaret. Tuvo con Él todos los cuidados normales que necesitó, iguales a los de cualquier otro niño, y también los desvelos extraordinarios que fueron necesarios para proteger su vida. El Niño creció, entre María y José, en un ambiente lleno de amor sacrificado y alegre, de protección firme y de trabajo.
Más tarde, durante su vida pública, María pocas veces le sigue físicamente de cerca, pero Ella sabía en cada momento dónde se encontraba, y le llegaba el eco de sus milagros y de su predicación. Algunas veces Jesús fue a Nazaret, y estaba entonces más tiempo con su Madre; la mayoría de sus discípulos ya la conocían desde aquella boda en Caná de Galilea1. Salvo el milagro de la conversión del agua en vino, en el que tuvo una parte tan importante, los Evangelistas no señalan que estuviera presente en ningún otro milagro. Tampoco estuvo presente en los momentos en que las gentes desbordaban entusiasmo por su Hijo. "No la veréis entre las palmas de Jerusalén, ni –fuera de las primicias de Caná– a la hora de los grandes milagros.
"—Pero no huye del desprecio del Gólgota: allí está, "juxta crucem Jesu" —junto a la cruz de Jesús, su Madre"2. Ella se encuentra normalmente en Nazaret, en perfecta unión con su Hijo, ponderando en su corazón todo lo que iba ocurriendo; pero en la hora del dolor y del abandono, allí se encuentra María.
Dios la amó de un modo singular y único. Sin embargo, no la dispensó del trance del Calvario, haciéndola participar en el dolor como nadie, excepto su Hijo, haya jamás sufrido. Podría quizá haberse retirado a la intimidad de su casa, lejos del Calvario, en la compañía amable de las mujeres; "al fin y al cabo, nada podía hacer, y su presencia no evitaba ni aliviaba los dolores de su Hijo ni su humillación. Y no lo hizo por la misma razón por la que una madre permanece junto al lecho de su hijo agonizante en lugar de marcharse a distraerse, en vista de que no puede hacer nada para que siga viviendo o deje de sufrir. La Virgen se solidarizó con su Hijo; su amor la llevó a sufrir con Él"3. Poco a poco se fue aproximando a la Cruz; al final, los soldados le permitieron estar muy cerca. Mira a Jesús, y su Hijo la mira. En una estrechísima unión, ofrece a su Hijo a Dios Padre, corredimiendo con Él. En comunión con su Hijo doliente y agonizante, soportó el dolor y casi la muerte; "abdicó de los derechos de madre sobre su Hijo, para conseguir la salvación de los hombres; y para apaciguar la justicia divina, en cuanto dependía de Ella, inmoló a su Hijo, de suerte que se puede afirmar con razón que redimió con Cristo al linaje humano"4.
La Virgen no solo "acompañaba" a Jesús, sino que estaba unida activa e íntimamente al sacrificio que se ofrecía en aquel primer altar. De modo voluntario participaba en la redención de la humanidad, consumando su fiat, que años antes había pronunciado en Nazaret. Por eso, podemos pensar que en cada Misa, centro y corazón de la Iglesia, se encuentra María. En muchas ocasiones nos ayudará esta realidad a vivir mejor el sacrificio eucarístico –uniendo a la entrega de Cristo la nuestra, que también ha de ser holocausto–, sintiéndonos en el Calvario, muy cerca de Nuestra Señora.
II. Desde la Cruz, Jesús confía su Cuerpo Místico, la Iglesia, a Santa María, en la persona de San Juan. Sabía que constantemente necesitaríamos de una Madre que nos protegiera, que nos levantara y que intercediera por nosotros. A partir de ese momento, "Ella lo custodia y custodiará con la misma fidelidad y la misma fuerza con que custodió a su Primogénito: desde el portal de Belén, a través del Calvario, hasta el Cenáculo de Pentecostés, donde tuvo lugar el nacimiento de la Iglesia. María está presente en todas las vicisitudes de la Iglesia (...). De modo muy particular está unida a la Iglesia en los momentos más difíciles de su historia (...). María aparece particularmente cercana a la Iglesia, porque la Iglesia es siempre como su Cristo, primero Niño, y después Crucificado y Resucitado"5.
La Virgen Santa María intercede para que Dios imprima en las almas de los cristianos el mismo afán que puso en la suya, el deseo corredentor de que vuelvan a ser amigos de Dios todos los hombres. "La fe, la esperanza y la ardiente caridad de la Virgen en la cima del Gólgota, que la hacen Corredentora con Cristo de modo eminente, son también una invitación a crecernos, a ser fuertes humana y sobrenaturalmente ante las dificultades externas; a insistir, sin desanimarnos, en la acción apostólica, aunque en alguna ocasión parezca que no hay frutos, o el horizonte aparezca oscurecido por la potencia del mal.
"Luchemos –¡lucha tú!– contra ese acostumbramiento, contra ese ir tirando monótonamente, contra ese conformismo que equivale a la inacción. Mira a Cristo en la Cruz, mira a Santa María junto a la Cruz: ante su mirada se abren cauce, con seguridad pasmosa, la traición, la burla, los insultos...; pero Cristo, y secundando esa acción redentora, María, siguen fuertes, perseverantes, llenos de paz, con optimismo en el dolor, cumpliendo la misión que la Trinidad les ha confiado. Es un aldabonazo para cada uno de nosotros, recordándonos que a la hora del dolor, de la fatiga y de la contradicción más horrenda, Cristo –y tú y yo hemos de ser otros Cristos– da cumplimiento a su misión (...). Me decido a aconsejarte que vuelvas tus ojos a la Virgen, y le pidas, para ti y para todos: Madre, que tengamos confianza absoluta en la acción redentora de Jesús, y que –como tú, Madre– queramos ser corredentores..."6. Participar en la Redención, cooperar en la santificación del mundo, salvar almas para la eternidad: ¿cabe un ideal más grande para llenar toda una vida? La Virgen corredime ahora junto a su Hijo en el Calvario, pero también lo hizo cuando pronunció su fiat al recibir la embajada del Ángel, y en Belén, y en el tiempo que permaneció en Egipto, y en su vida corriente de Nazaret... Como Ella, podemos ser corredentores todas las horas del día, si las llenamos de oración, si trabajamos a conciencia, si vivimos una amable caridad con quienes encontremos en nuestras tareas, en la familia..., si ofrecemos con serenidad las contrariedades que cada día lleva consigo.
III. Jesús, viendo a su Madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, dijo a su Madre: Mujer, he ahí a tu hijo7. Era la última donación de Jesús antes de su Muerte; nos dio a su Madre como Madre nuestra.
Desde entonces el discípulo de Cristo tiene algo que le es propio: tiene a María como Madre suya. Su puesto de Madre en la Iglesia será para siempre: Desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa8. Aquella es la hora de Jesús, que inaugura con su Muerte redentora una era nueva hasta el fin de los tiempos. Desde entonces, "si queremos ser cristianos, debemos ser marianos"9; para ser buen cristiano es preciso tener un gran amor a María. La obra de Jesús se puede resumir en dos maravillosas realidades: nos ha dado la filiación divina, haciéndonos hijos de Dios, y nos ha hecho hijos de Santa María.
Un autor del siglo iii, Orígenes, hace notar que Jesús no dijo a María "ese es también tu hijo", sino "he ahí a tu hijo"; y como María no tuvo más hijo que Jesús, sus palabras equivalen a decirle: "ese será para ti en adelante Jesús"10. La Virgen ve en cada cristiano a su hijo Jesús. Nos trata como si en nuestro lugar estuviera Cristo mismo. ¿Cómo se olvidará de nosotros cuando nos vea necesitados? ¿Qué no conseguirá de su Hijo en favor nuestro? Nunca podremos imaginar, ni de lejos, el amor de María por cada uno.
Acostumbrémonos a encontrar a Santa María mientras celebramos o participamos en la Santa Misa. Allí, "en el sacrificio del Altar, la participación de Nuestra Señora nos evoca el silencioso recato con que acompañó la vida de su Hijo, cuando andaba por la tierra de Palestina. La Santa Misa es una acción de la Trinidad; por voluntad del Padre, cooperando con el Espíritu Santo, el Hijo se ofrece en oblación redentora. En ese insondable misterio, se advierte, como entre velos, el rostro purísimo de María: Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, Esposa de Dios Espíritu Santo.
"El trato con Jesús, en el Sacrificio del Altar, trae consigo necesariamente el trato con María, su Madre. Quien encuentra a Jesús, encuentra también a la Virgen sin mancilla, como sucedió a aquellos santos personajes –los Reyes Magos– que fueron a adorar a Cristo: entrando en la casa, hallaron al Niño con María, su Madre (Mt 2, 11)"11. Con Ella podemos ofrecer toda nuestra vida –todos los pensamientos, afanes, trabajos, afectos, acciones, amores– identificándonos con los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús12: ¡Padre Santo!, le decimos en la intimidad de nuestro corazón, y lo podemos repetir interiormente durante la Santa Misa, por el corazón Inmaculado de María os ofrezco a Jesús vuestro Hijo muy amado y me ofrezco yo mismo en Él, con Él y por Él a todas sus intenciones y en nombre de todas las criaturas13.
Celebrar o asistir como conviene al Santo Sacrificio del Altar es el mejor servicio que podemos prestar a Jesús, a su Cuerpo Místico y a toda la humanidad. Junto a María, en la Santa Misa estamos particularmente unidos a toda la Iglesia.
1 Cfr. Jn 2, 1-10. — 2 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 507. — 3 F. Suárez, La Virgen Nuestra Señora, p. 294. — 4 Benedicto XV, Epist. Inter sodalicia, 22-V-1918. — 5 K. Wojtyla, Signo de contradicción, pp. 261-262. — 6 A. del Portillo, Carta pastoral 31-V-1987, n. 19. — 7 Jn 19, 26. — 8 Jn 19, 27. — 9 Pablo VI, Homilía 24-IV-1970. — 10 Orígenes, Comentario sobre el Evangelio de San Juan, 1, 4, 23. — 11 San Josemaría Escrivá, La Virgen, en Libro de Aragón, Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y Rioja, Zaragoza 1976. — 12 Cfr. Flp 2, 5. — 13 P. M. Sulamitis, Oración de la Ofrenda al Amor Misericordioso, Madrid 1931.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro
Icono oriental antiguo de origen desconocido.
Fiesta: 27 de junio.
Patrona de los Padres Redentoristas y de Haití.
El icono original está en el altar mayor de la Iglesia de San Alfonso, muy cerca de la Basílica de Santa María la Mayor en Roma.
El icono de la Virgen, pintado sobre madera, de 21 por 17 pulgadas, muestra a la Madre con el Niño Jesús. El Niño observa a dos ángeles que le muestran los instrumentos de su futura pasión. Se agarra fuerte con las dos manos de su Madre Santísima quien lo sostiene en sus brazos. El cuadro nos recuerda la maternidad divina de la Virgen y su cuidado por Jesús desde su concepción hasta su muerte. Hoy la Virgen cuida de todos sus hijos que a ella acuden con plena confianza.
Historia
En el siglo XV un comerciante acaudalado de la isla de Creta (en el Mar Mediterráneo) tenía la bella pintura de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Era un hombre muy piadoso y devoto de la Virgen María. Cómo habrá llegado a sus manos dicha pintura, no se sabe. ¿Se le habría confiado por razones de seguridad, para protegerla de los sarracenos? Lo cierto es que el mercader estaba resuelto a impedir que el cuadro de la Virgen se destruyera como tantos otros que ya habían corrido con esa suerte.
Por protección, el mercader decidió llevar la pintura a Italia. Empacó sus pertenencias, arregló su negocio y abordó un navío dirigiéndose a Roma. En ruta se desató una violenta tormenta y todos a bordo esperaban lo peor. El comerciante tomó el cuadro de Nuestra Señora, lo sostuvo en lo alto, y pidió socorro. La Santísima Virgen respondió a su oración con un milagro. El mar se calmó y la embarcación llegó a salvo al puerto de Roma.
Cae la pintura en manos de una familia
Tenía el mercader un amigo muy querido en la ciudad de Roma así que decidió pasar un rato con él antes de seguir adelante. Con gran alegría le mostró el cuadro y le dijo que algún día el mundo entero le rendiría homenaje a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
Pasado un tiempo, el mercader se enfermó de gravedad. Al sentir que sus días estaban contados, llamó a su amigo a su lecho y le rogó que le prometiera que, después de su muerte, colocaría la pintura de la Virgen en una iglesia digna o ilustre para que fuera venerada públicamente. El amigo accedió a la promesa pero no la llegó a cumplir por complacer a su esposa que se había encariñado con la imagen.
Pero la Divina Providencia no había llevado la pintura a Roma para que fuese propiedad de una familia sino para que fuera venerada por todo el mundo, tal y como había profetizado el mercader. Nuestra Señora se le apareció al hombre en tres ocasiones, diciéndole que debía poner la pintura en una iglesia, de lo contrario, algo terrible sucedería. El hombre discutió con su esposa para cumplir con la Virgen, pero ella se le burló, diciéndole que era un visionario. El hombre temió disgustar a su esposa, por lo que las cosas quedaron igual. Nuestra Señora, por fin, se le volvió a aparecer y le dijo que, para que su pintura saliera de esa casa, él tendría que irse primero. De repente el hombre se puso gravemente enfermo y en pocos días murió. La esposa estaba muy apegada a la pintura y trató de convencerse a sí misma de que estaría más protegida en su propia casa. Así, día a día, fue aplazando el deshacerse de la imagen. Un día, su hijita de seis años vino hacia ella apresurada con la noticia de que una hermosa y resplandeciente Señora se le había aparecido mientras estaba mirando la pintura. La Señora le había dicho que le dijera a su madre y a su abuelo que Nuestra Señora del Perpetuo Socorro deseaba ser puesta en una iglesia; y, que si no, todos los de la casa morirían.
La mamá de la niñita estaba espantada y prometió obedecer a la Señora. Una amiga, que vivía cerca, oyó lo de la aparición. Fue entonces a ver a la señora y ridiculizó todo lo ocurrido. Trató de persuadir a su amiga de que se quedara con el cuadro, diciéndole que si fuera ella, no haría caso de sueños y visiones. Apenas había terminado de hablar, cuando comenzó a sentir unos dolores tan terribles, que creyó que se iba a morir. Llena de dolor, comenzó a invocar a Nuestra Señora para que la perdonara y la ayudara. La Virgen escuchó su oración. La vecina tocó la pintura, con corazón contrito, y fue sanada instantáneamente. Entonces procedió a suplicarle a la viuda para que obedeciera a Nuestra Señora de una vez por todas.
Accede la viuda a entregar la pintura
Se encontraba la viuda preguntándose en qué iglesia debería poner la pintura, cuando el cielo mismo le respondió. Volvió a aparecérsele la Virgen a la niña y le dijo que le dijera a su madre que quería que la pintura fuera colocada en la iglesia que queda entre la basílica de Sta. María la Mayor y la de S. Juan de Letrán. Esa iglesia era la de S. Mateo, el Apóstol.
La señora se apresuró a entrevistarse con el superior de los Agustinos quienes eran los encargados de la iglesia. Ella le informó acerca de todas las circunstancias relacionadas con el cuadro. La pintura fue llevada a la iglesia en procesión solemne el 27 de marzo de 1499. En el camino de la residencia de la viuda hacia la iglesia, un hombre tocó la pintura y le fue devuelto el uso de un brazo que tenía paralizado. Colgaron la pintura sobre el altar mayor de la iglesia, en donde permaneció casi trescientos años. Amado y venerado por todos los de Roma como una pintura verdaderamente milagrosa, sirvió como medio de incontables milagros, curaciones y gracias.
En 1798, Napoleón y su ejército francés tomaron la ciudad de Roma. Sus atropellos fueron incontables y su soberbia, satánica. Exilió al Papa Pío VII y, con el pretexto de fortalecer las defensas de Roma, destruyó treinta iglesias, entre ellas la de San Mateo, la cual quedó completamente arrasada. Junto con la iglesia, se perdieron muchas reliquias y estatuas venerables. Uno de los Padres Agustinos, justo a tiempo, había logrado llevarse secretamente el cuadro.
Cuando el Papa, que había sido prisionero de Napoleón, regresó a Roma, le dio a los agustinos el monasterio de S. Eusebio y después la casa y la iglesia de Sta. María en Posterula. Una pintura famosa de Nuestra Señora de la Gracia estaba ya colocada en dicha iglesia por lo que la pintura milagrosa de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fue puesta en la capilla privada de los Padres Agustinos, en Posterula. Allí permaneció sesenta y cuatro años, casi olvidada.
Hallazgo de un sacerdote Redentorista
Mientras tanto, a instancias del Papa, el Superior General de los Redentoristas, estableció su cede principal en Roma donde construyeron un monasterio y la iglesia de San Alfonso. Uno de los Padres, el historiador de la casa, realizó un estudio acerca del sector de Roma en que vivían. En sus investigaciones, se encontró con múltiples referencias a la vieja Iglesia de San Mateo y a la pintura milagrosa de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
Un día decidió contarle a sus hermanos sacerdotes sobre sus investigaciones: La iglesia actual de San Alfonso estaba construida sobre las ruinas de la de San Mateo en la que, durante siglos, había sido venerada, públicamente, una pintura milagrosa de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Entre los que escuchaban, se encontraba el Padre Michael Marchi, el cual se acordaba de haber servido muchas veces en la Misa de la capilla de los Agustinos de Posterula cuando era niño. Ahí en la capilla, había visto la pintura milagrosa. Un viejo hermano lego que había vivido en San Mateo, y a quien había visitado a menudo, le había contado muchas veces relatos acerca de los milagros de Nuestra Señora y solía añadir: "Ten presente, Michael, que Nuestra Señora de San Mateo es la de la capilla privada. No lo olvides". El Padre Michael les relató todo lo que había oído de aquel hermano lego.
Por medio de este incidente los Redentoristas supieron de la existencia de la pintura, no obstante, ignoraban su historia y el deseo expreso de la Virgen de ser honrada públicamente en la iglesia.
Ese mismo año, a través del sermón inspirado de un jesuita acerca de la antigua pintura de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, conocieron los Redentoristas la historia de la pintura y del deseo de la Virgen de que esta imagen suya fuera venerada entre la Iglesia de Sta. María la Mayor y la de S. Juan de Letrán. El santo Jesuita había lamentado el hecho de que el cuadro, que había sido tan famoso por milagros y curaciones, hubiera desaparecido sin revelar ninguna señal sobrenatural durante los últimos sesenta años. A él le pareció que se debía a que ya no estaba expuesto públicamente para ser venerado por los fieles. Les imploró a sus oyentes que, si alguno sabía dónde se hallaba la pintura, le informaran dueño lo que deseaba la Virgen.
Los Padres Redentoristas soñaban con ver que el milagroso cuadro fuera nuevamente expuesto a la veneración pública y que, de ser posible, sucediera en su propia Iglesia de San Alfonso. Así que instaron a su Superior General para que tratara de conseguir el famoso cuadro para su Iglesia. Después de un tiempo de reflexión, decidió solicitarle la pintura al Santo Padre, el Papa Pío IX. Le narró la historia de la milagrosa imagen y sometió su petición.
El Santo Padre escuchó con atención. Él amaba dulcemente a la Santísima Virgen y le alegraba que fuera honrada. Sacó su pluma y escribió su deseo de que el cuadro milagroso de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fuera devuelto a la Iglesia entre Sta. María la Mayor y S. Juan de Letrán. También encargó a los Redentoristas de que hicieran que Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fuera conocida en todas partes.
Aparece y se venera, por fin, el cuadro de Nuestra Señora
Ninguno de los Agustinos de ese tiempo había conocido la Iglesia de San Mateo. Una vez que supieron la historia y el deseo del Santo Padre, gustosos complacieron a Nuestra Señora. Habían sido sus custodios y ahora se la devolverían al mundo bajo la tutela de otros custodios. Todo había sido planeado por la Divina Providencia en una forma verdaderamente extraordinaria.
A petición del Santo Padre, los Redentoristas obsequiaron a los Agustinos una linda pintura que serviría para reemplazar a la milagrosa.
La imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fue llevado en procesión solemne a lo largo de las vistosas y alegres calles de Roma antes de ser colocado sobre el altar, construido especialmente para su veneración en la Iglesia de San Alfonso. La dicha del pueblo romano era evidente. El entusiasmo de las veinte mil personas que se agolparon en las calles llenas de flores para la procesión dio testimonio de la profunda devoción hacia la Madre de Dios
A toda hora del día, se podía ver un número de personas de toda clase delante de la pintura, implorándole a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro que escuchara sus oraciones y que les alcanzara misericordia. Se reportaron diariamente muchos milagros y gracias.
Hoy en día, la devoción a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro se ha difundido por todo el mundo. Se han construido iglesias y santuarios en su honor, y se han establecido archicofradías. Su retrato es conocido y amado en todas partes.
Signos de la imagen de Nuestra Madre del Perpetuo Socorro
(conocida en el Oriente bizantino como el icono de la Madre de Dios de la Pasión)
Aunque su origen es incierto, se estima que el retrato fue pintado durante el decimotercero o decimocuarto siglo. El icono parece ser copia de una famosa pintura de Nuestra Señora que fuera, según la tradición, pintada por el mismo San Lucas. La original se veneraba en Constantinopla por siglos como una pintura milagrosa pero fue destruida en 1453 por los Turcos cuando capturaron la ciudad.
Fue pintado en un estilo plano característico de iconos y tiene una calidad primitiva. Todas las letras son griegas. Las iniciales al lado de la corona de la Madre la identifican como la "Madre de Dios". Las iniciales al lado del Niño "ICXC" significan "Jesucristo". Las letras griegas en la aureola del Niño: owu significan "El que es", mientras las tres estrellas sobre la cabeza y los hombros de María santísima indican su virginidad antes del parto, en el parto y después del parto.
Las letras más pequeñas identifican al ángel a la izquierda como "San Miguel Arcángel"; el arcángel sostiene la lanza y la caña con la esponja empapada de vinagre, instrumentos de la pasión de Cristo. El ángel a la derecha es identificado como "San Gabriel Arcángel", sostiene la cruz y los clavos. Nótese que los ángeles no tocan los instrumentos de la pasión con las manos, sino con el paño que los cubre.
Cuando este retrato fue pintado, no era común pintar aureolas. Por esta razón el artista redondeó la cabeza y el velo de la Madre para indicar su santidad. Las halos y coronas doradas fueron añadidas mucho después. El fondo dorado, símbolo de la luz eterna da realce a los colores más bien vivos de las vestiduras. Para la Virgen el maforion (velo-manto) es de color púrpura, signo de la divinidad a la que ella se ha unido excepcionalmente, mientras que el traje es azul, indicación de su humanidad. En este retrato la Madona está fuera de proporción con el tamaño de su Hijo porque es -María- a quien el artista quiso enfatizar.
Los encantos del retrato son muchos, desde la ingenuidad del artista, quien quiso asegurarse que la identidad de cada uno de los sujetos se conociera, hasta la sandalia que cuelga del pie del Niño. El Niño divino, siempre con esa expresión de madurez que conviene a un Dios eterno en su pequeño rostro, está vestido como solían hacerlo en la antigüedad los nobles y filósofos: túnica ceñida por un cinturón y manto echado al hombro. El pequeño Jesús tiene en el rostro una expresión de temor y con las dos manitas aprieta la derecha de su Madre, que mira ante sí con actitud recogida y pensativa, como si estuviera recordando en su corazón la dolorosa profecía que le hiciera Simeón, el misterioso plan de la redención, cuyo siervo sufriente ya había presentado Isaías.
En su doble denominación, esta bella imagen de la Virgen nos recuerda el centralismo salvífico de la pasión de Cristo y de María y al mismo tiempo la socorredora bondad de la Madre de Dios y nuestra.
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Cirilo de Alejandría, Santo Obispo y Doctor de la Iglesia, 27 de junio
Obispo y Doctor de la Iglesia Martirologio Romano: San Cirilo, obispo y doctor de la Iglesia, que elegido para ocupar la sede de Alejandría, en Egipto, trabajó con empeño para mantener íntegra la fe católica, y en el Concilio de Éfeso defendió los dogmas de la unidad de persona en Cristo y la divina maternidad de la Virgen María (444).
Etimológicamente: Cirilo = Aquel que es un gran Rey, es de origen griego.
San Cirilo nació en el año 370, y desde el 412 al 444, año de su muerte, tuvo firmemente en mano las riendas de la Iglesia de Egipto, dedicándose al mismo tiempo en una de las épocas más difíciles en la historia de la Iglesia de Oriente a la lucha por la ortodoxia, en nombre del Papa san Celestino. En esta firmeza al servicio de la doctrina y en la valentía demostrada en defensa de la verdad católica está la santidad del luchador obispo de Alejandría, aunque reconocida tardíamente, por lo menos en Occidente.
En efecto, solamente bajo el pontificado de León XIII su culto se extendió a toda la Iglesia latina, y tuvo el título de "doctor".
Por la defensa de la ortodoxia, contra el error de Nestorio, obispo de Constantinopla, corrió el riesgo de ser desterrado y durante algunos meses vivió la humillación de la cárcel: "Nosotros—escribió—por la fe de Cristo estamos listos a padecerlo todo: Las cadenas, la cárcel, todas las incomodidades de la vida y la misma muerte".
En el concilio de Éfeso, del que Cirilo fue protagonista, quedó derrotado su adversario Nestorio, que había suscitado una verdadera tempestad en el seno de la Iglesia, pues negaba la maternidad divina de María.
Título de gloria para el obispo de Alejandría fue el haber elaborado en esta ocasión una auténtica y límpida teología de la Encarnación. "El Emanuel tiene con seguridad dos naturalezas: la divina y la humana. Pero el Señor Jesús es uno, único verdadero hijo natural de Dios, al mismo tiempo Dios y hombre; no un hombre deificado, semejante a los que por gracia se hacen partícipes de la divina naturaleza, sino Dios verdadero que por nuestra salvación apareció en la forma humana". De particular interés es la cuarta de las siete homilías que pronunció durante el concilio de Efeso, el célebre Sermo in laudem Deiparæ. En este importante ejemplo de predicación mariana, que da comienzo a un rico florecimiento de literatura en honor de la Virgen, Cirilo celebra las grandezas divinas de la misión de María, que es verdaderamente Madre de Dios, por la parte que tuvo en la concepción y en el parto de la humanidad del Verbo hecho carne.
Controversista maravilloso, Cirilo volcaba los ríos de su fecunda oratoria. Teólogo de mirada aguda, fue al mismo tiempo celoso pastor de almas. En efecto, además de sus tratados exclusivamente doctrinales, tenemos de él 156 Homilías sobre san Lucas de carácter pastoral y práctico, y las más conocidas Cartas pastorales, que se encuentran en 29 homilías pascuales.
Si quieres saber más de San Cirilo de Alejandría consulta corazones.org |
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Sansón de Constantinopla, Santo Patrono de los médicos bizantinos, Junio 27
Patrono de los médicos bizantinos Etimológicamente significa "sol". Viene de la lengua hebrea.
Sansón se sitúa en el siglo VI. Nació en Roma de una familia noble, casi de rango imperial. Desde joven soñó con hacer los estudios de medicina con la finalidad de ayudar de forma gratuita a los pobres y abandonados.
Cuando murieron sus padres, le vino un período de larga y profunda reflexión. Después de este tiempo, optó por hacer algo nuevo. Vendió todo lo que tenían los padres y se lo dio todo, absolutamente todo, a los más pobres.
Sin un céntimo de euro, se largó lejos, a Constantinopla. Siguió con el mismo trabajo: cuidar a los enfermos sin cobrar nada.
Por el año 520, como consecuencia de un motín, se declaró un incendio que quemó su pobre alojamiento. Se libró de milagro.
Mientras tanto, el patriarca de la ciudad había oído hablar muy bien de él. Tras varias conversaciones en la más estricta intimidad, el patriarca le sugirió la idea de por qué no se ordenaba de sacerdote. Tenía entonces 30 años.
Efectivamente, se ordenó de sacerdote, y desde ahora, se dedicó a curar los cuerpos y las almas de los enfermos sin recursos económicos.
El emperador Justianiano cayó gravemente enfermo. Mandó que fuera a verlo Sansón. Lo curó en seguida. Le pidió en recompensa que edificara un hospital para los pobres y enfermos.
Los médicos bizantinos lo reconocen como a su patrono.
Murió alrededor del 530 D.C. |
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Crescencio, Santo Obispo y Mártir, Junio 27
Obispo Etimológicamente significa "que crece". Viene de la lengua latina.
Crescencio. Fue un obispo del siglo I. Hace algunos años se hablaba de la Iglesia del silencio más allá del muro de Berlín, destruido felizmente en el año 1989.
Había muchas dificultades y cortapisas para que los creyentes pudieran manifestarse como tales. Los comunistas los solían enviar a la Siberia. Querían hacer una nación sin Dios, atea.
No les fue posible. Ante la pregunta esencial del ser humano sobre el más allá, las autoridades podían hacer callar los labios, pero no los sentimientos del corazón.
El nombre de Crescencio se encuentra en las cartas de san Pablo. "Crescencio ha ido a Francia".
Otros decían que se había ido a Galacia, en Turquía. Hoy tiene el nombre de Ankara. Leyendo su vida para hacer esta síntesis, no se ve nada claro. Unas veces se habla de Francia, y otras de Turquía.
De Roma se fue a Viena, ciudad francesa cerca de Lyon, para fundar una iglesia.
Se dice que estuvo por muchos lugares de Europa antes de que le diese muerte la espada de Trajano por el año 100. |
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Fuente: www.institutoocj.org
Luisa Teresa Montaignac, Beata Fundadora, Junio 27
Fundadora de las Oblatas del Corazón de Jesús Luisa Felicita de Montaignac de Chauvance, nace el 14 de Mayo de 1820, en el Havre de Grace. Luisa era la quinta de los hijos de Raymundo Amado de Montaignac y de Ana de Raffin. Poco después de su nacimiento, la familia de Montaignac se traslada a Rugles, departamento de Eure, en donde nace su último hijo: Carlos.
La señora de Montaignac, muy delicada de salud no puede dedicar a su hija todo el tiempo que amerita. Su vivacidad, su alegría de vivir, su destreza para realizar toda clase de trabajos, manualidades, hacen de ella una niña agradable y querida por su numerosa familia. A los siete años Luisa corre feliz por el campo pero no ha aprendido nada. Sus padres deben enviarla con su hermana al Convento de las Fieles Compañeras de Jesús en Chateauroux.
En la Navidad de 1827 Luisa descubre en el pesebre a un Dios pobre, pequeño y sufriente y empieza a amarlo con todo su corazón.
La salud de Luisa no toleraba mucho el ambiente y reglamento del colegio. Entonces, María Luisa Elizabeth de Montrichard de Raffin, su tía y madrina, decide hacerse cargo de la educación de su sobrina, tal como lo había prometido a su cuñada un buen día de 1819.
"Hoy comienza tu educación, todas las mañanas vendrás aquí para aprender ciencias y humanidades y, en fin, todo lo que debe saber una joven de tu edad. ¡Y deja de llorar! ¿No te queda toda la noche para hacerlo?" Le dice su tía. A lo que Luisa responde: "Y yo que creía que ya había terminado mi educación".
La preparación de Luisa para su primera Comunión, es dirigida, con mucha solidez y firmeza por la señora de Raffin. Aprende de memoria los cuatro Evangelios y los Salmos de David. El 6 de junio de 1833 Luisa recibe por primera vez el Cuerpo de Cristo en la Catedral de Nevers. La recepción de estos Sacramentos fueron para ella el inicio de una vida nueva: de traviesa, inquieta y juguetona, se volvió una jovencita seria, reflexiva y acomedida, de tal manera que sus familiares y amigos la creían enferma.
A los 17 años, frecuenta el convento de Los Pájaros, en París, allí se impregna de la devoción al Corazón de Jesús, la vive como una verdadera renovación de su fe, bajo la dirección de los Padres Jesuitas.
A los 22 años cae, por primera vez, gravemente enferma. Su tía le lanza este reto: "¿Si Jesús te dijera 'quieres permanecer clavada en la cruz conmigo y no descender de ella, sino después de la muerte' qué le dirías? "SÍ, y de todo corazón", respondió. Jesús tomó en serio este ofrecimiento y se dignó compartirle su trono glorioso, allí permaneció ella los últimos treinta años de su vida.
A los 23 años Luisa pronuncia el voto al Sagrado Corazón (hoy la Oblación). Ese voto le dio sentido a su existencia, así confiesa más tarde: "Mi voto al Sagrado Corazón hizo mi vida, hizo la Pía Unión".
A los 28 años, Luisa radica en Montluçon, donde comienza un activo apostolado, mientras 'la asociación de mujeres cristianas' maduraba lentamente rodeada de oración y salpicada con toda clase de contradicciones, sin faltar las incomprensiones y obstáculos de parte de aquellos mismos que deberían más bien ayudar a desarrollar el proyecto.
Para su intenso apostolado, Luisa Teresa encuentra colaboradoras incondicionales: la Sra. María Tresca, las Sritas: Clara de Senislhac, María Paula Maupetit, María Seguin, María Teresa de la Bruyere... quienes con su apoyo moral, financiero y personal hicieron posible responder a las necesidades de su tiempo a las que Luisa Teresa fue sensible: orfanatorios, catecismo, obras de las iglesias pobres, adoración reparadora, ejercicios espirituales para todos, visitas familiares y al hospital, actividades a favor de los soldados, apostolado de la oración, bibliotecas, construcciones de capillas, unión de sacerdotes diocesanos, obra de los Samueles...
Ella decía: "Busquemos las obras sencillas que nadie quiere y que requieren poco personal. No me gusta la espuma en las obras de Dios".
Todas estas obras se llevaron a cabo bajo su dirección, ella personalmente se desplazaba, poco al principio y después nada. Guía a sus colaboradoras por entrevistas personales y por una copiosa correspondencia. Se conservan, en Montluçon, más de 1500 cartas importantes, cumpliendo así su consigna de: "Ser mas que parecer".
Luisa Teresa tiene 43 años cuando muere su hermana Ana, dejando tres hijos huérfanos. Ella se encarga de su educación. Apoya y anima a su sobrina Sabina, en su elección de ser religiosa de la Visitación.
A los 54 años, Luisa Teresa redacta la primera Regla de Vida de la Pía Unión de las Oblatas del Sagrado Corazón de Jesús. A los 55 años es electa Secretaria General del Apostolado de la Oración y este hecho le permite ampliar el horizonte de su correspondencia hasta América.
A los 60 años Luisa Teresa comprende por fin que la Voluntad de Dios para la Pía Unión, es la autonomía. Un Instituto en el que se tiene la posibilidad de vivir su consagración en dos estilos de vida diferentes: religiosas en comunidad comprometidas en diversas obras según los carismas personales y sobre todo encargadas del aprovisionamiento espiritual de las Oblatas Seculares y de las mujeres casadas o célibes (Afiliadas) que armonizan las obligaciones familiares y profesionales con diferentes formas de apostolados. Todas unidas por la Oblación al Corazón de Jesús participan en una misma misión: "SER EN EL MUNDO TESTIGOS DE LA TERNURA DEL AMOR DE DIOS"
Luisa Teresa permanece activa hasta el fin de sus días, da prioridad a la formación de aquellas que deben continuar su misión. Muere a los 65 años de edad el 27 de Junio de 1885.
La vida de Luisa Teresa estuvo sembrada de trigo y cizaña. Ella supo "leer" la Voluntad de Dios a través de las mediaciones: sus padres y familia, sus Directores Espirituales, los Obispos, los acontecimientos del país, su enfermedad, las contradicciones, los sufrimientos físicos y morales, los duelos, las amistades, las rupturas, los cambios de opciones, las alegrías, la vida entera. Luisa Teresa confió en Dios. Dios quiere 'crédito' de nuestra parte, sin adelantos.
Fue beatificada el 4 de noviembre de 1990 por S.S. Juan Pablo II. |
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Fuente: Franciscanos.org
Margarita Bays, Beata Terciaria Franciscana, Junio 27
Laica de la Tercera Orden Seglar de San Francisco Margarita Bays nació en La Pierraz, parroquia de Siviriez (Friburgo de Suiza), el 8 de septiembre de 1815. Sus padres eran agricultores y buenos cristianos. A los 15 años aprendió el oficio de modista, que ejerció a domicilio y en las familias vecinas. Desde muy joven recibió como don del Espíritu Santo un gran amor a la oración: dejaba a menudo los juegos y los amigos para retirarse a su habitación a orar. Pasó su vida en la familia, dedicada a las tareas domésticas y a la costura, creando una atmósfera de buen humor y de paz entre sus tres hermanos y sus tres hermanas. Cuando se casó su hermano mayor, sufrió la hostilidad de su cuñada, que le reñía por el tiempo que pasaba en oración.
En la parroquia fue modelo de laica, llena de celo; dedicó su tiempo libre a un apostolado activo entre los niños, a los que enseñaba el catecismo de acuerdo con su edad, formándolos en la vida moral y religiosa personal. Preparaba con gran solicitud a las muchachas para su futura misión de esposas y madres; visitaba infatigablemente a los enfermos y moribundos. Los pobres hallaban en ella a una amiga fiel, llena de bondad. Introdujo en la parroquia las Obras misionales y contribuyó a difundir la prensa católica. Se hizo incansable apóstol de la oración, consciente de su importancia vital para todo cristiano. Amaba profundamente a Jesús eucaristía y a la Virgen. Vivía continuamente en la presencia de Dios.
A los 35 años le sobrevino un cáncer en el intestino, que los médicos no lograron detener. Margarita pidió a la Virgen le cambiase estos dolores por otros que le permitieran participar más directamente en la pasión de Cristo. El 8 de diciembre de 1854, en el momento en que el Papa Pío IX proclamaba en Roma el dogma de la Inmaculada Concepción, le sobrevino una enfermedad misteriosa que la inmovilizaba en éxtasis todos los viernes, mientras revivía en el espíritu y en el cuerpo los sufrimientos de Jesús, desde Getsemaní hasta el Calvario. Recibió al mismo tiempo los estigmas de la crucifixión, que disimulaba celosamente a los ojos de los curiosos.
En los últimos años de su vida el dolor se hizo más intenso, pero lo soportó sin un lamento, abandonándose totalmente a la voluntad del Señor. Murió, según su deseo, en la fiesta del Sagrado Corazón, el viernes 27 de junio de 1879, a las tres de la tarde.
El 29 de octubre de 1995, Juan Pablo II beatificó a tres hijas espirituales de san Francisco: María Bernarda Bütler (cf. 19 de mayo), María Teresa Sherer (cf. 16 de junio) y Margarita Bays. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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