JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (18, 12-14)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿acaso no deja las noventa y nueve en los montes, y se va a buscar a la que se le perdió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se le perdieron. De igual modo, el Padre celestial no quiere que se pierda uno solo de estos pequeños".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/
Explicación: http://www.youtube.com/watch?
San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/
Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
Ya viene el Señor a renovar el mundo
Feria de Adviento: martes de la 2a. semana o memoria libre de san Juan Diego
"Reina el Señor", digamos a los pueblos
Antífona de Entrada
Vendrá el Señor, mi Dios, y con él, todos sus santos; y brillará en aquel día una gran luz.
Oración Colecta
Oremos:
Señor y Dios nuestro, que has hecho llegar a todos los rincones de la tierra la buena nueva de la venida del salvador, concédenos esperar con sincera alegría las fiestas con que celebramos el día de su nacimiento.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Lectura del libro del profeta Isaías (40, 1-11)
"Consuelen, consuelen a mi pueblo, dice nuestro Dios. Hablen al corazón de Jerusalén y díganle a gritos que ya terminó el tiempo de su servidumbre y que ya ha satisfecho por sus iniquidades, porque ya ha recibido de manos del Señor castigo doble por todos sus pecados".
Una voz clama: "Preparen el camino del Señor en el desierto, construyan en el páramo una calzada para nuestro Dios. Que todo valle se eleve, que todo monte y colina se rebajen; que lo torcido se enderece y lo escabroso se allane. Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán". Así ha hablado la boca del Señor.
Una voz dice: "¡Griten!", y yo le respondo: "¿Qué debo gritar?" "Todo hombre es como la hierba y su grandeza es como flor del campo. Se seca la hierba y la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre".
Sube a lo alto del monte, mensajero de buenas nuevas para Sión; alza con fuerza la voz, tú que anuncias noticias alegres a Jerusalén. Alza la voz y no temas; anuncia a los ciudadanos de Judá:
"Aquí está su Dios. Aquí llega el Señor, lleno de poder, el que con su brazo lo domina todo. El premio de su victoria lo acompaña y sus trofeos lo anteceden. Como pastor apacentará a su rebaño; llevará en sus brazos a los corderitos recién nacidos y atenderá solícito a sus madres".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 95
Ya viene el Señor a renovar el mundo.
Cantemos al Señor un nuevo canto; que le cante al Señor toda la tierra; cantemos al Señor y bendigámoslo, proclamemos su amor día tras día.
Ya viene el Señor a renovar el mundo.
Su grandeza anunciemos a los pueblos; de nación en nación, sus maravillas. "Reina el Señor", digamos a los pueblos, gobierna a las naciones con justicia.
Ya viene el Señor a renovar el mundo.
Alégrense los cielos y la tierra, retumbe el mar y el mundo submarino. Salten de gozo el campo y cuanto encierra, manifiesten los bosques regocijo.
Ya viene el Señor a renovar el mundo.
Regocíjese todo ante el Señor, porque ya viene a gobernar el orbe. Justicia y rectitud serán las normas con las que rija a todas las naciones.
Ya viene el Señor a renovar el mundo.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Ya está cerca el día del Señor.
Ya viene el Señor a salvarnos.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo (18, 12-14)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿acaso no deja las noventa y nueve en los montes, y se va a buscar a la que se le perdió? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se le perdieron. De igual modo, el Padre celestial no quiere que se pierda uno solo de estos pequeños".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Que te sean agradables, Señor, nuestras humildes ofrendas y oraciones, y que tu misericordia supla la extrema pobreza de nuestros méritos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de Adviento III
Cristo, Señor y juez de la historia
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo darte gracias, es nuestro deber cantar en tu honor himnos de bendición y de alabanza, Padre todopoderoso, principio y fin de todo lo creado.
Tú nos has ocultado el día y la hora en que Cristo, tu Hijo, Señor y juez de la historia, aparecerá, revestido de poder y de gloria, sobre las nubes del cielo.
En aquel día terrible y glorioso pasará la figura de este mundo y nacerán los cielos nuevos y la tierra nueva.
El mismo Señor que se nos mostrará entonces lleno de gloria viene ahora a nuestro encuentro en cada hombre y en cada acontecimiento, para que lo recibamos en la fe y por el amor demos testimonio de la espera dichosa de su reino.
Por eso, mientras aguardamos su última venida, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
El Señor, justo juez, dará la corona merecida a todos los que esperan con amor su venida gloriosa.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Como fruto de nuestra participación en este sacramento de vida eterna, enséñanos, Señor, a no sobrevalorar las cosas terrenales y a estimar las del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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Dia 6/12 San Nicolás (obispo, blanco)
Antífona de Entrada
Cuidaré de mis ovejas, dice el Señor, y les buscaré un pastor que las apaciente, y yo, el Señor, seré su Dios.
Oración Colecta
Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que confiaste al obispo san Nicolás el cuidado pastoral de tu pueblo santo, concédenos, por su intercesión, tu perdón y tu gracia.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
¿A quién enviaré? ¿Quién irá de parte mía?
Lectura del libro del profeta Isaías 6, 1-8
El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor, sentado sobre un trono muy alto y magnífico. La orla de su manto llenaba el templo. Había dos serafines junto a él, con seis alas cada uno: con un par se cubrían el rostro; con otro, se cubrían los pies, y con el otro, volaban. Y se gritaban el uno al otro:
"Santo, santo, santo es el Señor, Dios de los ejércitos; su gloria llena toda la tierra".
Temblaban las puertas al clamor de su voz y el templo se llenaba de humo. Entonces exclamé:
"¡Ay de mí, estoy perdido, porque soy un hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, porque he visto con mis ojos al rey y Señor de los ejércitos!"
Después voló hacia mí uno de los serafines. Llevaba en la mano una brasa, que había tomado del altar con unas tenazas. Con la brasa me tocó la boca, diciéndome:
"Mira: Esto ha tocado tus labios. Tu iniquidad ha sido quitada y tus pecados están perdonados".
Escuché entonces la voz del Señor que decía:
"¿A quién enviaré? ¿Quién irá de parte mía?"
Yo le respondí:
"Aquí estoy, Señor, envíame".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 39
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Con una gran confianza esperé en el Señor; él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. El me puso en la boca un canto nuevo, un himno a nuestro Dios.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Sacrificios y ofrendas ya no quieres, en cambio me has dejado oír tu voz; no pides expiaciones ni holocaustos, así que dije: "Aquí estoy".
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
En el libro sagrado se me ordena cumplir lo que tú mandas. Me agrada hacer tu voluntad, Dios mío, pues tu ley es la entraña de mi entraña.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
He dado a conocer tu salvación ante todo tu pueblo; tú bien sabes, Señor, que no guardé silencio.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
El Señor me ha enviado para anunciar a los pobres la buena nueva y proclamar la liberación de los cautivos.
Aleluya.
Evangelio
La cosecha es mucha y los trabajadores, pocos
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 10, 1-9
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo:
"La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero ni morral ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: "Que la paz reine en esta casa". Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: "Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios"".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Mira, Señor, con bondad las ofrendas que te presentamos, en la fiesta del obispo san Nicolás, para que nos obtengan tu perdón y glorifiquen así tu santo nombre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Los santos pastores siguen presentes en la Iglesia
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, nuestro Señor.
Porque permites que tu Iglesia se alegre hoy con la festividad de san Nicolás, para animarnos con el ejemplo de su vida, instruirnos con su palabra y protegernos con su intercesión.
Por eso,
con los ángeles y los santos, te cantamos el himno de alabanza diciendo sin cesar:
Antífona de la Comunión
No son ustedes los que me han elegido, dice el Señor, soy yo quien los ha elegido, para que vayan y den fruto y ese fruto perdure.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Reanimados por este sacramento, te pedimos, Señor que, a ejemplo de san Nicolás, nos esforcemos en dar testimonio de la fe que él tuvo y en llevar a la práctica sus enseñanzas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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† Meditación diaria
Adviento. 2ª semana. Martes
NUESTROS PECADOS Y LA CONFESIÓN
— Confesión de los pecados y propósito de enmienda. Confesión individual, auricular y completa.
— Ante el mismo Jesucristo. Confesión frecuente.
— Cada Confesión, un bien para toda la Iglesia. La Comunión de los Santos y el sacramento de la Penitencia.
I. Una voz grita en el desierto: preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa un camino para nuestro Dios. Que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece, y lo escabroso se iguale1.
El mejor modo de disponer nuestra alma al Señor que llega es preparar muy bien la Confesión. La necesidad de este sacramento, fuente de gracia y de misericordia a lo largo de toda nuestra vida, se pone especialmente de manifiesto en este tiempo en el que la liturgia de la Iglesia nos impulsa y nos anima a esperar la Navidad.
Ella nos ayuda a rezar pidiendo: Señor Dios, que para librar al hombre de la antigua esclavitud del pecado enviaste a tu Hijo a este mundo; concede, a los que esperamos con devoción su venida, la gracia de tu perdón soberano y el premio de la libertad verdadera2.
La Confesión es también el sacramento, junto a la Sagrada Eucaristía, que nos dispone para el encuentro definitivo con Cristo al fin de nuestra existencia. Toda nuestra vida es un continuado adviento, una espera del instante último para el que no dejamos de prepararnos día tras día. Nos consuela pensar que es el mismo Señor quien ardientemente desea que estemos con Él en la tierra nueva y en el cielo nuevo que nos tiene preparados3.
Cada Confesión bien hecha es un impulso que recibimos del Señor para seguir adelante, sin desánimos, sin tristezas, libres de nuestras miserias. Y Cristo nos dice de nuevo: Ten confianza, tus pecados te son perdonados4, hijo mío, vuelve a empezar... Es Él mismo quien nos perdona después de la humilde manifestación de nuestras culpas. Confesamos nuestros pecados "a Dios mismo, aunque en el confesonario los escuche el hombre-sacerdote. Este hombre es el humilde y fiel servidor de ese gran misterio que se ha realizado entre el hijo que retorna y el Padre"5.
"Las causas del mal no deben buscarse en el exterior del hombre, sino, sobre todo, en el interior de su corazón. También su remedio parte del corazón. Por consiguiente los cristianos, mediante la sinceridad en su propio empeño de conversión, deben rebelarse frente al achatamiento del hombre, y proclamar con su propia vida la alegría de la verdadera liberación del pecado (...) mediante un sincero arrepentimiento, de un firme propósito de enmienda, y de una firme confesión de las culpas"6.
Para quienes han caído en pecado mortal después del Bautismo, este sacramento es tan necesario para la salvación como lo es el Bautismo para los que aún no han sido regenerados a la vida sobrenatural: "es el medio para saciar al hombre con la justicia que proviene del mismo Redentor"7. Y es de tanta importancia para la Iglesia, que "los sacerdotes pueden verse obligados a posponer o incluso dejar otras actividades por falta de tiempo, pero nunca el confesonario"8.
Todos los pecados mortales cometidos después del Bautismo, y las circunstancias que modifiquen su especie, deben pasar por el tribunal de la Penitencia, en una Confesión auricular y secreta con absolución individual.
El Santo Padre nos pide a todos que hagamos cuanto esté en nuestras manos "para ayudar a la comunidad eclesial a apreciar plenamente el valor de la Confesión individual como un encuentro personal con el Salvador misericordioso que nos ama, y a ser fieles a las directrices de la Iglesia en un asunto de tanta importancia"9.
"No podemos olvidar que la conversión es un acto interior de una especial profundidad, en el que el hombre no puede ser sustituido por otros, no puede hacerse "reemplazar" por la comunidad"10.
II. La Confesión, además de ser completa en lo que se refiere a los pecados graves, ha de ser sobrenatural: conscientes de que vamos a pedir perdón al mismo Señor, a quien hemos ofendido, pues todo pecado, también aquellos que se refieren a nuestros hermanos, son ofensa directa a Dios.
La Confesión hecha con sentido sobrenatural es un verdadero acto de amor a Dios, se oye a Cristo en la intimidad del alma que dice, como a Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Y con las mismas palabras de este apóstol le podremos también decir: Domine, tu omnia nosti, tu scis quia amo te11. Señor, Tú sabes todas las cosas, Tú sabes que te amo..., a pesar de todo.
Después del pecado mortal, la mayor desgracia para el alma es el pecado venial, pues nos priva de muchas gracias actuales. Cada pequeña infidelidad es un gran tesoro perdido: disminuye el fervor de la caridad, aumenta las dificultades para la práctica de las virtudes, que cada vez se presentan como más difíciles; y predispone al pecado mortal, que llegará si no se reacciona con prontitud.
La Comunión y la Confesión frecuentes son la mejor ayuda en la lucha para evitar los pecados veniales. En la Confesión obtenemos, además, específicas gracias para evitar esos defectos y pecados de los que nos hemos acusado y arrepentido. Amar la Confesión frecuente es síntoma de finura de alma, de amor a Dios; su desprecio o indiferencia sugiere falta de delicadeza interior y, frecuentemente, verdadero endurecimiento para lo sobrenatural.
La frecuencia de la Confesión viene determinada por las particulares necesidades de nuestra alma. Cuando una persona esté seriamente determinada a cumplir la voluntad de Dios en todo y ser del todo de Dios, tendrá verdadera necesidad de acudir a este sacramento con más frecuencia y puntualidad: "la confesión renovada periódicamente, llamada "devoción", siempre ha acompañado en la Iglesia el camino de la santidad"12.
III. La reconciliación de cada hombre con Dios y con la Iglesia en el sacramento de la Penitencia es uno de los actos más íntimos y personales del hombre. Muchas cosas fundamentales cambian en el santuario de la conciencia en cada Confesión. A la vez, no podemos olvidar que este sacramento entraña una profunda e inseparable dimensión social. Muchas cosas cambian también en el ámbito familiar, en el estudio, en el trabajo, con los amigos, etcétera, de la persona que se confiesa.
El pecado, porque es la mayor tragedia para el hombre, produce un profundo descentramiento en quien lo comete. Y quien está descentrado, descentra también a quien tiene a su alrededor. En el sacramento de la Penitencia, el Señor coloca de nuevo las cosas en su sitio; además de perdonar el pecado, introduce en el alma el orden y la armonía perdidos.
Una Confesión bien hecha es un gran regalo a todos aquellos que conviven y trabajan con nosotros; también se beneficia de ella otra muchísima gente con la que nos relacionamos todos los días. Se hacen y se dicen las cosas de muy diferente manera cuando hemos recibido a su tiempo la gracia de este sacramento.
Cuando un fiel se confiesa, también se opera un bien incalculable en toda la Iglesia. Toda Ella se alegra y se enriquece misteriosamente cada vez que el sacerdote pronuncia las palabras de la absolución. Por la Comunión de los Santos, cada Confesión tiene sus resonancias bienhechoras en todo el Cuerpo Místico de Cristo.
En la vida íntima de la Iglesia –de la que Cristo es la piedra angular– cada fiel sostiene a los demás con sus buenas obras y merecimientos y es a la vez sostenido por ellos. Todos nos necesitamos y, de hecho, estamos continuamente participando de bienes espirituales comunes. Nuestros propios merecimientos están ayudando a nuestros hermanos los hombres repartidos por toda la tierra; así mismo, el pecado, la tibieza, los pecados veniales, el aburguesamiento, son lastre para todos los miembros de la Iglesia peregrina: si padece un miembro, todos los miembros padecen con él; y si un miembro es honrado, todos lo otros a una se gozan13.
"Es esta la otra cara de aquella solidaridad que, a nivel religioso, se desarrolla en el misterio profundo y magnífico de la comunión de los santos, merced a la cual se ha podido decir que "toda alma que se eleva, eleva al mundo". A esta ley de la elevación corresponde, por desgracia, la ley del descenso, de suerte que se puede hablar de una comunión del pecado, por el que un alma que se abaja por el pecado abaja consigo a la Iglesia y, en cierto modo, al mundo entero. En otras palabras, no existe pecado alguno, aun el más íntimo y secreto, el más estrictamente individual, que afecte exclusivamente a aquel que lo comete. Todo pecado repercute, con mayor o menor intensidad, con mayor o menor daño en todo el conjunto eclesial y en toda la familia humana"14.
Cuando alguien se acerca con buenas disposiciones a la Confesión es un momento de alegría para el propio penitente y para todos. Cuando encuentra la dracma, llama a sus amigas y vecinas y les dice: Alegraos conmigo15. Los bienaventurados del Cielo, las benditas almas del Purgatorio, y la Iglesia que todavía peregrina en este mundo se alegran cada vez que se imparte una absolución.
"Desatar" los vínculos del pecado es al mismo tiempo atar los nudos de la fraternidad. ¿No deberíamos ir a este sacramento con más alegría y con más prontitud, sabiendo que estamos ayudando, por el mismo hecho de confesarnos bien, a tantos otros cristianos y especialmente a quienes están más cerca de nosotros?
Pidamos a Dios con la Iglesia: que la presencia de tu Hijo, ya cercano, nos renueve y nos libre de volver a caer en la antigua servidumbre de pecado16.
1 Is 40, 1-11. — 2 Oración de la Misa. Sábado de la 1ª Semana de Adviento. — 3 Apoc 21, 1. — 4 Mt 9, 2. — 5 Juan Pablo II, Hom. Parroquia S. Ignacio de A., Roma, 16-III-1980. — 6 Cfr. ídem, Homilía, Roma, 5-IV-1979. — 7 ídem, Enc. Redemptor hominis, 20. — 8 ídem, Roma, 17-XI-1978. — 9 ídem, Alocución, Tokio, 23-II-1981. — 10 ídem, Enc. Redemptor hominis, 20. — 11 Jn 21, 17. — 12 Juan Pablo II, Alocución, 30-1-1981. — 13 1 Cor 12, 16. — 14 Juan Pablo II, Exhort. apost. Reconciliatio et Paenitentia, 2-XII-1984, 16. — 15 Lc 15, 19. — 16 Oración de la Misa. Martes de la 1ª Semana de Adviento.
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6 de diciembre. 7º Día de la Novena REFUGIO DE LOS PECADORES — La Virgen y el sacramento de la Penitencia. — Su actitud misericordiosa para con los pecadores. — Nuestro refugio. I. Salve, llena de gracia, eres llamada clementísima para los pecadores, porque contemplas misericordiosa nuestra miseria1. Desde muy antiguo fue costumbre en algunos lugares representar a Nuestra Señora con un gran manto debajo del cual se encuentran, con rostros de paz, todo género de gentes: papas y reyes, comerciantes y campesinos, hombres y mujeres... A algunos, que no se cobijaron bien bajo este manto protector, se les ve heridos por alguna flecha: el perezoso es representado sentado y con la flecha en una pierna anquilosada, el goloso con el plato en la mano y la flecha en el vientre...2. Refugium peccatorum: desde siempre los cristianos la han visto como amparo y refugio de los pecadores, donde acudimos a protegernos, como por instinto, en momentos de mayor tentación o dificultades más grandes, o cuando quizá no hemos sido fieles al Señor. Ella es el atajo que nos facilita la vuelta rápida a Jesús. En los primeros siglos de nuestra fe, los Santos Padres, al tratar del misterio de la Encarnación del Verbo, afirmaron con frecuencia que el seno virginal de María fue el lugar donde se realizó la paz entre Dios y los hombres. Ella, por su especialísima unión con Cristo, ejerce una maternidad sobre los hombres que consiste en "contribuir a restaurar la vida sobrenatural en las almas"3; por esta maternidad, forma parte muy especial del plan querido por Dios para librar al mundo de sus pecados. Para eso, "se consagró totalmente como esclava del Señor a la Persona y a la obra de su Hijo, sirviendo bajo Él y con Él al misterio de la redención"4; estuvo asociada a la expiación de Cristo por todos los pecados del mundo, padeció con Él y fue corredentora en todos los momentos de la vida de Jesús, y de modo muy particular en el Calvario, donde ofreció a su Hijo al Padre y Ella se ofreció juntamente con Él: "Verdaderamente María se ha convertido en la aliada de Dios en virtud de su maternidad divina en la obra de la reconciliación"5. Por esto, suelen comentar muchos teólogos que la Virgen está de algún modo presente en la Confesión sacramental, donde se nos conceden particularmente las gracias de la redención. "Si alguien separa del sacramento de la penitencia la coexpiación de María, introduce entre Ella y Cristo una división que ni existió nunca ni puede ser admitida (...), puesto que es Cristo mismo quien asume en su expiación toda la cooperación expiatoria de su Madre"6. Muy cerca de la Confesión se encuentra siempre María: está presente en el camino que lleva a este sacramento, disponiendo el alma para que, con humildad, sinceridad y arrepentimiento, se llegue a este sacramento de la misericordia divina. Ella ejerce una labor maternal importantísima, facilitando el camino de la sinceridad y moviendo suavemente a esa fuente de la gracia. En el apostolado de la Confesión, Ella es la primera aliada. Si alguna vez avergüenzan particularmente las faltas cometidas, es el Refugio primero al que hay que acudir. Y Ella, poco a poco, con su gracia maternal, hace fácil lo que al principio quizá resultaba difícil. Si un hijo se ha alejado de la casa paterna, ¿qué madre no estaría dispuesta a facilitarle el regreso? "La Madre de Dios, que buscó afanosamente a su Hijo, perdido sin culpa de Ella, que experimentó la mayor alegría al encontrarle, nos ayudará a desandar lo andado, a rectificar lo que sea preciso cuando por nuestras ligerezas o pecados no acertemos a distinguir a Cristo. Alcanzaremos así la alegría de abrazarnos de nuevo a Él, para decirle que no lo perderemos Más"7. Santa María, Refugio de los pecadores, nuestro refugio, danos el instinto certero de acudir a Ti cuando nos hayamos alejado, aunque sea poco, del amor de tu Hijo, Danos el don de la contrición. II. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores... Siempre es posible el perdón. El Señor desea nuestra salvación y la limpieza de nuestra alma más que nosotros mismos. Dios es todopoderoso, es nuestro Padre y es Amor. Y Jesús dice a todos, y a nosotros también: no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores8. Él nos llama y en esta Novena con más fuerza para que, con la ayuda de su Madre, nos despeguemos del egoísmo, de pequeños rencores quizá, faltas de amor, juicios precipitados sobre los demás, faltas de desprendimiento... Debemos acercarnos a la gran fiesta de Nuestra Señora con un corazón más limpio. En la intimidad del corazón, debemos sentir esa llamada a una mayor pureza interior. Una tradición muy antigua narra la aparición del Señor a San Jerónimo. Jesús le dijo: Jerónimo, ¿qué me vas a dar?, a lo que el Santo respondió: Te ofreceré mis escritos. Y Cristo replicó que no era suficiente. ¿Qué te entregaré entonces?, ¿mi vida de mortificación y de penitencia? La respuesta fue: Tampoco me basta. ¿Qué me queda por dar?, preguntó Jerónimo. Y Cristo le contestó: Puedes darme tus pecados, Jerónimo9. A veces puede costar reconocer ante Dios los pecados, las flaquezas y los errores: darlos sin envoltura alguna, como son, sin justificación, con sinceridad de corazón, llamando a cada cosa por su nombre. Dios los toma porque es lo que nos separa de Él y de los demás, lo que nos hace sufrir, lo que impide una verdadera vida de oración. Dios los desea para destruirlos, para perdonarlos, y darnos a cambio una fuente de Vida. Enseña San Alfonso M.ª de Ligorio que el principal oficio que el Señor encomendó a María es ejercitar la misericordia, y que todas sus prerrogativas las pone María al servicio de la misma10. Resulta sorprendente, gozosamente sorprendente, la insistencia de Jesús en su llamada constante a los pecadores, pues el Hijo del hombre ha venido a salvar lo que estaba perdido11. A través del ejercicio de esta actitud misericordiosa para con todos, le conocieron muchos de quienes vivieron cerca de Él: los fariseos y los escribas murmuraban y, decían: éste recibe a los pecadores y come con ellos12. Y, ante el asombro de todos, libra a la mujer adúltera de la humillación a que está siendo sometida, y luego la despedirá, perdonada, con estas sencillas palabras: Vete y no peques más13. Siempre es así Jesús. Nunca entre en nuestra mente recomendaba el Cardenal Newman la idea de que Dios es un amo duro, severo14. Esta imagen es la que se puede formar quien se comportaría de esa manera -con enfado, con dureza, con frialdad; quien se sintiera ofendido por otro. Pero Dios no es así, nos quiere más, nos busca más cuanto peor es nuestra situación. La misión de María no es ablandar la justicia divina. Dios es siempre bueno y misericordioso. La misión de Nuestra Señora es la de disponer nuestro corazón para que podamos recibir las innumerables gracias que el Señor nos tiene preparadas. "¿No será María un suave y poderoso estímulo para superar las dificultades inherentes a la Confesión sacramental? Más aún, ¿no invita Ella a la aceptación de esas dificultades para transformarlas en medio de expiación de las culpas propias y ajenas?"15. Acudamos siempre a Ella mientras nos preparamos y disponemos a recibir este sacramento. Santa María, "Esperanza nuestra, míranos con compasión, enséñanos a ir continuamente a Jesús y si caemos, ayúdanos a levantarnos, a volver a Él, mediante la confesión de nuestras culpas y pecados en el Sacramento de la Penitencia, que trae sosiego al alma"16. III. Sancta María, refugium nostrum et virtus... Refugio y fortaleza nuestra. La palabra refugio viene del latín lugere, huir de algo o de alguien... Cuando se acude a un refugio se huye del frío, de la oscuridad de la noche, de una tormenta; y se busca seguridad, abrigo y resguardo. Cuando acudimos a Nuestra Señora, encontramos la única protección verdadera contra las tentaciones, el desánimo, la soledad... Muchas veces solo el hecho de comenzar a rezarle es suficiente para que la tentación desaparezca, para recuperar la paz y el optimismo. Si en algún momento encontramos más dificultades y las tentaciones aprietan, hemos de acudir con prontitud a guarecernos bajo el manto de Nuestra Señora. "Todos los pecados de tu vida parece como si se pusieran de pie. No desconfíes. Por el contrario, llama a tu Madre Santa María, con fe y abandono de niño. Ella traerá el sosiego a tu alma"17. En Ella siempre encontraremos cobijo y protección. Ella "consuela nuestro temor, mueve nuestra fe, fortalece nuestra esperanza, disipa nuestros temores y anima nuestra pusilanimidad"18. Sus hijos, percibiendo su amor de madre, se refugian en Ella implorando perdón, y "al contemplar su espiritual belleza se esfuerzan por librarse de la fealdad del pecado, y al meditar sus palabras y ejemplos se sienten llamados a cumplir los mandatos de su Hijo"19. Madre mía, Refugio de los pecadores, enséñanos a reconocer nuestros pecados y a arrepentirnos de ellos. Sal a nuestro encuentro cuando nos resulte difícil el camino de vuelta hasta tu Hijo, cuando nos sintamos perdidos. 1 Misas de la Virgen María, n. 14. Antífona de la Misa Madre de la reconciliación. — 2 Cfr. M. Trens, María. Iconografía de la Virgen en el arte español, pp. 274 ss. — 3 Conc. Vat. II Const. Lumen gentium, 61. — 4 Ibídem, 56. — 5 Juan Pablo II, Exhort. Apost. Reconciliatio et Paenitentia, 2-XII-1984, n. 35. — 6 A. Bandera, La Virgen María y los sacramentos, Rialp, Madrid 1978, p. 173. — 7 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 278. — 8 Mt 9, 13. — 9 Cfr. F. J. Sheen, Desde la Cruz, p. 16. — 10 San Alfonso Mª. de Ligorio, Las glorias de María, VI. 3, 5. — 11 Mt 18, 11. — 12 Mt 11, 19. — 13 Jn 8, 11. — 14 Card. J. H. Newman, Sermón para el Domingo IV después de Epifanía. — 15 A. Bandera, o. c., pp. 179-180. — 16 Juan Pablo II, Oración a la Virgen de Guadalupe, enero 1979. — 17 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 498. — 18 San Bernardo, Homilía en la Natividad de la Virgen María, 7. — 19 Cfr. Misas de la Virgen María, n. 14. Prefacio de la Misa Madre de la reconciliación. |
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6 de diciembre
SAN NICOLÁS DE BARI*
Memoria
— Los santos amigos de Dios, son nuestros intercesores ante Él. San Nicolás.
— Necesidad de los bienes humanos y materiales.
— Generosidad y desprendimiento en los bienes. Acudir a San Nicolás en las necesidades económicas.
I. Leemos en el Antiguo Testamento cómo, cuando el Señor se disponía a destruir las ciudades de Sodoma y Gomorra en castigo por sus pecados, intercedió Abrahán ante Él: Si hubiera cincuenta justos en la ciudad, ¿los exterminarías acaso y no perdonarías al lugar por los cincuenta justos?... Y le dijo Yahvé: si hallare en Sodoma cincuenta justos, perdonaría por ellos a todo el lugar. Pero Abrahán insistía lleno de confianza: ¿Y si se hallaren allí cuarenta?..., ¿veinte?... ¿Y si se hallaren allí diez? Y le contestó Yahvé: por los diez no la destruiría1. La respuesta del Señor es siempre misericordiosa.
También Moisés acudía a la misericordia divina, invocando a los que habían sido amigos de Dios: acuérdate de Abrahán, de Isaac y de Jacob, tus siervos2. De Jeremías, ya difunto, se lee: este es el amador de la nación, que ora mucho por el pueblo y por la ciudad santa3. En el Evangelio vemos cómo un centurión envía a unos ancianos, amigos del Señor, para que intercedan por él. Y estos, cuando llegaron junto a Jesús, le rogaban encarecidamente diciendo: Merece que le hagas esto, pues aprecia a nuestro pueblo y él mismo nos ha construido una sinagoga4. Jesús escuchó complacido a los judíos que hablaban en favor de este gentil: merece que le hagas esto... El mismo San Pablo pedía a los cristianos de Roma: os suplico, hermanos, por Nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu Santo, que me ayudéis con vuestras oraciones, rogando por mí al Señor5. Y comenta San Jerónimo al hablar de los hermanos ya muertos: "si los Apóstoles y los mártires, cuando estaban encerrados en un cuerpo y tenían motivos para ocuparse de sí mismos, oraban por los demás, ¡cuánto más, después de la corona, la victoria y el triunfo!"6.
Desde siempre creyó la Iglesia que los santos que gozan ya de la eterna bienaventuranza, y las benditas almas del Purgatorio, son nuestros grandes aliados e intercesores. Ellos atienden nuestras peticiones y las presentan al Señor, avaladas por los méritos que adquirieron aquí en la tierra con su vida santa.
De San Nicolás, cuya fiesta celebramos hoy, se cuenta que fue muy generoso aquí en la tierra con la fortuna que heredó de unos padres ricos, cuando él era aún joven. Por eso se le considera intercesor en las necesidades materiales y económicas.
El Fundador del Opus Dei le tenía una gran devoción, y contaba que un día, abrumado ante muchos problemas económicos, se acordó de San Nicolás momentos antes de comenzar la celebración de la Santa Misa. Le hizo esta promesa en la sacristía: "si me sacas de esto, te nombro Intercesor". Pero, al subir las gradas del altar, se arrepintió de las condiciones, y le dijo: "y si no me sacas, te nombro igual". Salió adelante en aquellas circunstancias y acudió a la intercesión del Santo otras muchas veces7.
Muchas personas a lo largo de los siglos han acudido a San Nicolás ante situaciones económicas difíciles en la familia, en el trabajo, en las obras apostólicas, que frecuentemente han de tener una base económica. No temamos pedir al Señor estas ayudas materiales que Él mismo nos invita a solicitar cuando recitamos el Padrenuestro: danos hoy nuestro pan de cada día. Y muchas veces lo podemos pedir por mediación de los santos.
II. Mientras estemos en la tierra vamos a necesitar medios materiales y humanos, tanto para el sostenimiento de la propia familia como de aquellas tareas apostólicas que el Señor nos pida que promovamos o que colaboremos de alguna manera en ellas. Los bienes económicos son eso: bienes; se convierten en males cuando no sirven para hacer el bien; cuando hay un apegamiento desordenado que impide ver los sobrenaturales. San León Magno enseña que Dios no solo nos ha dejado los bienes espirituales, sino también los corporales8, para que los orientemos al bien humano y sobrenatural de los demás.
El mismo Jesús enseñó a los Apóstoles la necesidad de emplear medios humanos. En la primera misión apostólica les indicó expresamente: no llevéis bolsa ni alforja... Les deja sin apoyo material alguno para que vean que es Él, Jesús, quien da la eficacia. Comprendieron entonces que las curaciones, las conversiones, los milagros no se debían a sus cualidades humanas, sino al poder de Dios. Sin embargo, cuando está ya próxima la partida, complementa aquella primera enseñanza: ahora, el que tenga bolsa, que la lleve; y del mismo modo alforja9. Aunque los medios sobrenaturales son los principales en todo apostolado, quiere el Señor que utilicemos todos los medios humanos a nuestro alcance como si no existiera ninguno sobrenatural; los económicos, también.
Jesús mismo, para realizar su misión divina quiso servirse a menudo de medios terrenos: unos cuantos panes y unos pececillos, un poco de barro, la ayuda material de aquellas piadosas mujeres que le seguían...
Cuando sintamos la necesidad en la familia, en las obras apostólicas en las que colaboramos, etc., no dudemos en acudir al Señor. No olvidemos cómo su primer milagro, por intercesión de Nuestra Señora, se realizó para sacar de apuros a unos recién casados en un asunto que no era de vital importancia. ¿Cómo no nos va a atender a nosotros, si alguna vez le necesitamos? Pero no nos olvidemos tampoco de hacer todo lo que esté de nuestra parte, como aquellos sirvientes de Caná que llenaron de agua las tinajas hasta arriba10: pusieron todo lo que estaba en sus manos.
Alguna vez, en situaciones económicas apuradas, este texto puede dar paz a nuestras almas: "Me encuentro en una situación económica tan apurada como cuando más. No pierdo la paz. Tengo absoluta seguridad de que Dios, mi Padre, resolverá todo este asunto de una vez.
"Quiero, Señor, abandonar el cuidado de todo lo mío en tus manos generosas. Nuestra Madre ¡tu Madre! a estas horas, como en Caná, ha hecho sonar en tus oídos: ¡no tienen!... Yo creo en Ti, espero en Ti, Te amo, Jesús: para mí, nada; para ellos"11.
III. Se darán en nuestra vida ocasiones en las que el Señor aliente nuestra generosidad, y contribuyamos con nuestros medios económicos muchos o apenas ninguno al sostenimiento de la Iglesia o de instituciones buenas que promueven obras de cultura o de asistencia a gentes más necesitadas. También es posible que, además, debamos recaudar fondos para esas obras. Muchas páginas del Nuevo Testamento nos muestran el empeño de los discípulos de Cristo y de los primeros cristianos por allegar medios para la extensión del Evangelio. Vemos, por ejemplo, a Mateo, de buena posición económica, que desborda gratitud hacia Cristo12. Y aquel grupo de mujeres que sigue al Señor y le asistían con sus bienes13. Y esos otros discípulos gentes hacendadas, como José de Arimatea, que cede su sepulcro al Maestro y costea su sudario14; o Nicodemo, que se ocupa de comprar gran cantidad de mirra y áloes para embalsamar el Cuerpo del Señor15. De igual modo, observamos el heroico comportamiento de los primeros cristianos que vendían sus posesiones y demás bienes16, y todos los que tenían posesiones o casas, vendiéndolas, traían el precio de ellas y lo ponían a los pies de los Apóstoles17.
San Pablo organizará colectas en Antioquía, en Galacia, en Macedonia, en Grecia para socorrer a los fieles de Jerusalén, provocando la emulación de unos y otros18. Cuando el Apóstol escribe a los cristianos de Corinto les agradece su generosidad en la colecta que llevan a cabo, les alienta en su propósito y les dice: porque esto es lo que os conviene19. Y Santo Tomás, comentando estas palabras, resalta el provecho que se saca del desprendimiento de los bienes en favor de otros: "El bien de la piedad es más útil para quien la ejerce que para aquel que la recibe. Porque quien la ejerce saca de allí un provecho espiritual, mientras quien la recibe solo temporal"20. La limosna es uno de los principales remedios para curar las heridas del alma, que son los pecados21, y atrae siempre la misericordia divina.
Junto a nuestra generosidad y desprendimiento de los bienes, hemos de fomentar en nuestros amigos esa buena disposición del alma, que conseguirá del Señor tantas bendiciones para ellos y sus familias. "He aquí una tarea urgente: remover la conciencia de creyentes y no creyentes hacer una leva de hombres de buena voluntad, con el fin de que cooperen y faciliten los instrumentos materiales necesarios para trabajar con las almas"22. Nos puede servir, para terminar, esta frase que anima al esfuerzo, a la generosidad y al desprendimiento: "pensad ¿cuánto os cuesta también económicamente- ser cristianos?"23.
San Nicolás será nuestro aliado en el Cielo para ser generosos con Dios y con nuestros hermanos, y buscar estos medios económicos necesarios en la tierra. Acudamos a él. Cerca de Dios sigue siendo generoso con los que le invocan.
1 Cfr. Gen 18, 24-32. — 2 Ex 32, 13. — 3 2 Mac 15, 14. — 4 Cfr. Lc 7, 1-10. — 5 Rom 15, 30. — 6 San Jerónimo, Contra Vigilantium, 1, 6. — 7 Cfr A. Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei, Rialp, 155, 161, 256, 470. — 8 San León Magno, Homilías, 10, 1. — 9 Lc 22, 36. — 10 Jn 2, 7. — 11 Cfr. San Josemaría Escrivá, Forja, n. 807. — 12 Mt 9, 9-10. — 13 Lc 8, 3. — 14 Mc 15, 46. — 15 Jn 19, 39. — 16 Hech 2, 45. — 17 Hech 4, 34-35. — 18 2 Cor 8, 8. — 19 2 Cor 8, 10. — 20 Santo Tomás, Comentario a la Segunda Carta a los Corintios, in loc. — 21 Cfr. Catecismo Romano, IV, 14, 23. — 22 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 24. — 23 ídem, Amigos de Dios, 126.
* San Nicolás de Bari nació en Patara hacia el año 270, fue Obispo de Mira en Licia (actualmente Turquía) y murió un 6 de diciembre entre los años 345 y 352. Su culto se extendió con rapidez en Oriente y se propagó más tarde en Occidente, principalmente después del traslado de sus reliquias a Bari (Italia) en el siglo xi. Son muy numerosas las iglesias e imágenes que se le han dedicado.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Nicolás
Obispo
Año 345
San Nicolás bendito, ruégale a Dios que
nos libre de todo peligro del alma y del cuerpo.
Su nombre significa "Protector y defensor de pueblos".
Este santo fue tan popular en la antigüedad, que se le han consagrado en el mundo más de dos mil templos. Era invocado en los peligros, en los naufragios, en los incendios y cuando la situación económica se ponía difícil, y la gente conseguía por su intercesión favores admirables.
Por haber sido tan amigo de la niñez, en su fiesta se reparten dulces y regalos a los niños, y prácticamente con esta fecha se empezaban las festividades de diciembre. Como en alemán se llama "San Nikolaus", lo empezaron a llamar Santa Claus, y lo pintan como un anciano vestido de rojo, con una barba muy blanca, que pasaba de casa en casa repartiendo regalos y dulces a los niños (entre nosotros lo llamaron Papá Noel).
De San Nicolás escribieron muy hermosamente San Juan Crisóstomo y otros grandes santos. Su biografía la escribió San Metodio, Arzobispo de Constantinopla, y de ella sacamos los siguientes datos curiosos.
Nació en Licia, Turquía, de padres muy ricos. Desde niño se caracterizó porque todo lo que conseguía lo repartía entre los pobres. Decía a sus padres: "sería un pecado no repartir mucho, siendo que Dios nos ha dado tanto".
Tenía un tío que era obispo y este lo consagró como sacerdote. Al morir sus padres atendiendo a los enfermos en una epidemia, él quedó heredero de una inmensa fortuna. Entonces repartió sus riquezas entre los pobres y se fue de monje a un monasterio. Después quiso visitar la Tierra Santa donde vivió y murió Jesús, y al volver de allá llegó a la ciudad de Mira (en Turquía) donde los obispos y sacerdotes estaban en el templo discutiendo a quién deberían elegir como nuevo obispo de la ciudad, porque el anterior se había muerto. Al fin dijeron: "elegiremos al próximo sacerdote que entre al templo". Y en ese momento sin saber esto, entró Nicolás y por aclamación de todos fue elegido obispo. Por eso se le llama San Nicolás de Mira.
La especialidad de este santo fueron los milagros tan numerosos que logró conseguir de Dios. Lo pintaban con unos niños, porque los antiguos contaban que un criminal hirió a cuchillo a varios niñitos, y el santo al rezar por ellos obtuvo su curación instantánea. También pintan junto a él a una señorita, porque en su ciudad había un anciano muy pobre con tres hijas y no lograba que se casaran por ser en tan extremo pobres. Entonces el santo por tres días seguidos, cada noche le echó por la ventana una bolsa con monedas de oro, y así el anciano logró casar a sus hijas muy bien.
Es Patrono de los marineros, porque estando unos marineros en medio de una terribilísima tempestad en alta mar, empezaron a decir: "Oh Dios, por las oraciones de nuestro buen Obispo Nicolás, sálvanos". Y en ese momento vieron aparecer sobre el barco a San Nicolás, el cual bendijo al mar, que se calmó, y en seguida desapareció.
Otro día iban a condenar injustamente a tres amigos suyos que estaban muy lejos. Ellos rezaron pidiendo a Dios que por la intercesión de Nicolás su obispo los protegiera. Y esa noche en sueños el santo se apareció al juez y le dijo que no podía condenar a esos tres inocentes. Y fueron absueltos.
El emperador Licino decretó una persecución contra los cristianos y Nicolás fue encarcelado y azotado, pero siguió aprovechando toda ocasión que se le presentaba, para enseñar la religión a cuantos trataban con él. Más tarde llegó el emperador Constantino y lo liberó a él junto con todos los demás prisioneros cristianos.
Luego apareció la herejía de Arrio que decía que Jesucristo no es Dios. San Nicolás se opuso con toda su sabiduría y con su gran ascendiente y no permitió que los arrianos entraran a su ciudad de Mira.
Dicen que el santo murió el 6 de diciembre del año 345.
En oriente lo llaman Nicolás de Mira, por la ciudad donde estuvo de obispo, pero en occidente se le llama Nicolás de Bari, porque cuando los mahometanos invadieron a Turquía, un grupo de católicos sacó de allí en secreto las reliquias del santo y se las llevó a la ciudad de Bari, en Italia. En esa ciudad se obtuvieron tan admirables milagros al rezarle a este gran santo, que su culto llegó a ser sumamente popular en toda Europa. Es Patrono de Rusia, de Grecia y de Turquía. En Roma ya en el año 550 le habían construido un templo en su honor.
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Pedro Pascual, Santo Mártir Mercedario, 6 Diciembre
Mártir Mercedario
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Emilio y compañeros, Santos Mártires, 6 de diciembre
Dionisia, Mayórico, Dativa, Leoncia, Tercio, Bonifacio, Servio y Emiliano (Emilio)
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Abraham de Kratia, Santo Monje, 6 de diciembre
Diciembre 6
Etimológicamente significa "hombre excelso, padre de muchos". Viene de la lengua hebrea. |
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Luisa María Frías Cañizares, Beata Mártir, 6 Diciembre
Nacida el 20 de junio de 1896 en Valencia, murió en Picadero de Paterna,Valencia, España, el 6 de Diciembre de 1936. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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