JMJ
Pax
Le quitó la lepra y quedó limpio
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 1, 40-45
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso y le suplicó de rodillas:
"Si quieres, puedes limpiarme".
Jesús, compadecido, extendió la mano, lo tocó y le dijo:
"¡Sí quiero, queda limpio!"
Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio.
Al despedirlo, Jesús le mandó con severidad:
"No se lo digas a nadie; pero para que conste, preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés".
El, sin embargo, tan pronto como se fue, comenzó a divulgar entusiasmado lo ocurrido, de modo que Jesús no podía ya entrar abiertamente en ninguna ciudad; tenía que quedarse fuera, en lugares solitarios, y aún así seguían acudiendo a él de todas partes.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
jue 1a. Ordinario año impar
Antífona de Entrada
Tengo los ojos puestos en el Señor, porque él me libra de todo peligro. Mírame, Dios mío, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido.
Oración Colecta
Oremos:
Nos acogemos, Señor, a tu providencia que nunca se equivoca; y te pedimos humildemente que apartes de nosotros todo mal y nos concedas aquello que pueda contribuir a nuestro bien.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Anímense mutuamente mientras dura este "hoy"
Lectura de la carta a los Hebreos 3, 7-14
Hermanos: Oigamos lo que dice el Espíritu Santo en un salmo: Si escuchan hoy la voz de Dios, no endurezcan sus corazones como sucedió en el lugar de la rebelión el día de la prueba en el desierto, cuando sus antepasados me pusieron a prueba después de haber visto mis obras durante cuarenta años. Por eso me irrité contra aquella generación y dije: Su corazón anda siempre extraviado; jamás han conocido mis caminos. Por eso juré enojado: ¡No entrarán en mi descanso!
Tengan cuidado, hermanos, que no se encuentre en alguno de ustedes un corazón malo e
incrédulo que lo aleje del Dios vivo. Al contrario, exhórtense mutuamente cada día mientras dure este hoy, para que ninguno de ustedes se endurezca por la seducción del pecado. Porque participamos de la muerte de Cristo, siempre y cuando mantengamos firme hasta el final la confianza del principio.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Sal 94, 6-7.8-9.10-11
Señor, que no seamos sordos a tu voz.
Entremos, postrémonos para adorarlo, arrodillémonos ante el Señor, que nos ha hecho. Porque él es nuestro Dios y nosotros su pueblo, ovejas que él apacienta.
Señor, que no seamos sordos a tu voz.
¡Ojalá escuchen su voz!: "No endurezcan su corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto, cuando me tentaron sus antepasados y me pusieron a prueba, a pesar de haber visto mis obras.
Señor, que no seamos sordos a tu voz.
Cuarenta años estuve disgustado con aquella generación, y dije: "Son un pueblo de corazón rebelde, que no conoce mis caminos". Por eso juré indignado: "¡Jamás entrarán en mi descanso!"
Señor, que no seamos sordos a tu voz.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, Aleluya.
Jesús predicaba el Evangelio del Reino y curaba toda clase de enfermedades en el pueblo.
Aleluya.
Evangelio
Le quitó la lepra y quedó limpio
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 1, 40-45
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso y le suplicó de rodillas:
"Si quieres, puedes limpiarme".
Jesús, compadecido, extendió la mano, lo tocó y le dijo:
"¡Sí quiero, queda limpio!"
Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio.
Al despedirlo, Jesús le mandó con severidad:
"No se lo digas a nadie; pero para que conste, preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés".
El, sin embargo, tan pronto como se fue, comenzó a divulgar entusiasmado lo ocurrido, de modo que Jesús no podía ya entrar abiertamente en ninguna ciudad; tenía que quedarse fuera, en lugares solitarios, y aún así seguían acudiendo a él de todas partes.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Que tu auxilio, Señor, nos acompañe siempre a los que alimentas con tus sacramentos, para que por ellos y en nuestra propia vida recibamos los frutos de la redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
La gloria de Dios es el hombre viviente
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Tú eres el Dios vivo y verdadero; el universo está lleno de tu presencia, pero sobre todo has dejado la huella de tu gloria en el hombre, creado a tu imagen.
Tú lo llamas a cooperar con el trabajo cotidiano en el proyecto de la creación, y le das tu Espíritu para que sea artífice de justicia y de paz, en Cristo, el hombre nuevo.
Por eso,
unidos a los ángeles y a los santos, cantamos con alegría el himno de tu alabanza:
Antífona de la Comunión
Yo te invoco, porque tú me respondes, Dios mío; inclina el oído y escucha mis palabras.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Padre Santo y todopoderoso, que nos has alimentado con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, guíanos por medio de tu Espíritu a fin de que, no sólo con palabras, sino con toda nuestra vida, podamos demostrarte nuestro amor y así merezcamos entrar al Reino de los cielos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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Dia 12/01 San Martín de León (religioso, blanco)
Antífona de Entrada
El Señor es la parte que me ha tocado en herencia; la parte que he recibido es la más hermosa. El mismo Señor es mi recompensa.
Oración Colecta
Oremos:
Señor, tú que otorgaste a san Martín de León, la gracia de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde; ayúdanos a vivir fielmente nuestra vocación cristiana para que reproduzcamos cada día mejor, en nosotros, la imagen de tu Hijo, que vive y reina contigo...
Amén.
Primera Lectura
El Señor es su heredad
Lectura del libro del Deuteronomio 10, 8-9
Moisés habló al pueblo y dijo:
"El Señor apartó a la tribu de Leví para que llevara el arca de la alianza del Señor, estuviera en presencia del Señor, a su servicio, y bendijera en su nombre, y así hacen todavía hoy. Por eso el levita no recibe parte en la heredad de sus hermanos, sino que el Señor es su heredad, como le dijo el Señor tu Dios".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 14
El justo habitará en tu monte santo, Señor.
El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua.
El justo habitará en tu monte santo, Señor.
El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor.
El justo habitará en tu monte santo, Señor.
El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente.
El justo habitará en tu monte santo, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados.
Aleluya.
Evangelio
Ustedes son la luz del mundo
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 13-16.
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Ustedes son la luz del mundo.
No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una vela para meterla debajo de una olla, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así la luz de ustedes a los hombres, para que vean sus buenas obras y den gloria a su Padre que está en el cielo".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Dios misericordioso, que transformaste a san Martín de León, para hacer de él un hombre nuevo a imagen de Cristo, renuévanos también a nosotros mediante este sacrificio de reconciliación que vamos a ofrecerte.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Acción de los santos en la Iglesia
En verdad es justo y necesario, nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque con la vida de tus santos, enriqueces a tu Iglesia con formas siempre nuevas de admirable santidad, y nos das pruebas indudables de tu amor por nosotros; y también, porque su ejemplo nos impulsa y su intercesión nos ayuda a colaborar en el misterio de la salvación.
Por eso,
ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y santos diciendo:
Antífona de la Comunión
Yo les aseguro, dice el Señor, que los que han dejado todo para seguirme, recibirán cien veces más y alcanzarán la vida eterna.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, con la luz y la fuerza de este sacramento que hemos recibido, condúcenos siempre por el camino de tu amor, a fin de que la obra de salvación que has iniciado en nosotros, se vea coronada el día de la venida gloriosa de tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
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† Meditación diaria
1ª Semana. Jueves
LA COMUNIÓN SACRAMENTAL
— Jesucristo nos espera cada día.
— Presencia real de Cristo en el Sagrario. Ser consecuentes.
— El Señor nos sana y purifica en la Sagrada Comunión, y nos da las gracias que necesitamos.
I. Llegó un leproso a donde estaba Jesús1, se postró de rodillas, y le dijo: Si quieres puedes limpiarme. Y el Señor, que siempre desea el bien nuestro, se compadeció de él, le tocó y le dijo: Quiero, queda limpio. Y al momento desapareció de él la lepra y quedó limpio. "Aquel hombre se arrodilla postrándose en tierra –lo que es señal de humildad–, para que cada uno se avergüence de las manchas de su vida. Pero la vergüenza no ha de impedir la confesión: el leproso mostró la llaga y pidió el remedio. Su oración está además llena de piedad: esto es, reconoció que el poder curarse estaba en manos del Señor"2. En sus manos sigue estando el remedio que necesitamos.
El mismo Cristo nos espera cada día en la Sagrada Eucaristía. Allí está verdadera, real y sustancialmente presente, con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Allí se encuentra con el esplendor de su gloria, pues Cristo resucitado no muere ya3. El Cuerpo y el Alma permanecen inseparables y unidos para siempre a la Persona del Verbo. Todo el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios está contenido en la Hostia Santa, con la riqueza profunda de su Santísima Humanidad y la infinita grandeza de su Divinidad, una y otra veladas y ocultas. En la Sagrada Eucaristía encontramos al mismo Señor que dijo al leproso: Quiero, queda limpio. El mismo que contemplan y alaban los ángeles y los santos por toda la eternidad.
Cuando nos acercamos a un Sagrario, allí le encontramos. Quizá hemos repetido muchas veces en su presencia el himno con el que Santo Tomás expresó la fe y la piedad de la Iglesia, y que tantos cristianos han convertido en oración personal:
Te adoro con devoción, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas apariencias. A Ti se somete mi corazón por completo, y se rinde totalmente al contemplarte.
Al juzgar de Ti se equivocan la vista, el tacto, el gusto, pero basta con el oído para creer con firmeza; creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios: nada es más verdadero que esta Palabra de verdad.
En la Cruz se escondía solo la divinidad, pero aquí también se esconde la humanidad; creo y confieso ambas cosas, y pido lo que pidió el ladrón arrepentido.
No veo las llagas como las vio Tomás, pero confieso que eres mi Dios; haz que yo crea más y más en Ti, que en Ti espere, que te ame4.
Esta maravillosa presencia de Jesús en medio de nosotros debería renovar cada día nuestra vida. Cuando le recibimos, cuando le visitamos, podemos decir en sentido estricto: hoy he estado con Dios. Nos hacemos semejantes a los Apóstoles y a los discípulos, a las santas mujeres que acompañaban al Señor por los caminos de Judea y de Galilea. "Non alius sed aliter", no es otro, sino que está de otro modo, suelen decir los teólogos5. Se encuentra aquí, con nosotros: en cada ciudad, en cada pueblo. ¿Con qué fe le visitamos?, ¿con qué amor le recibimos?, ¿cómo disponemos nuestra alma y nuestro cuerpo cuando nos acercamos a la Comunión?
II. El cuerpo del leproso quedó limpio al sentir la mano de Cristo. Y nosotros podemos quedar divinizados al contacto con Jesús en la Comunión. Hasta los ángeles se asombran de tan gran Misterio. El Alma de Cristo está en la Hostia Santa, y todas sus facultades humanas conservan en ella las mismas propiedades que en el Cielo. Nada escapa a la mirada amable y amorosa de Cristo: ni la creación material, ni la gloria de los bienaventurados, ni la actividad de los ángeles. Él conoce el pasado, el presente, el porvenir. "Su vida eucarística es una vida de amor. Del Corazón de Cristo sube sin cesar el fervor de una caridad infinita. Toda la vida íntima del alma sacerdotal del Verbo encarnado –adoración, peticiones, acción de gracias, expiación– es inspirada por este amor sin límites"6. La Santísima Trinidad encuentra en Jesucristo presente en el Sagrario una gloria sin medida y sin fin.
Enseña Santo Tomás de Aquino7 que el Cuerpo de Cristo está presente en la Sagrada Eucaristía tal como es en sí mismo, y el Alma de Cristo con su inteligencia y voluntad; se excluyen solo aquellas relaciones que hacen referencia a la cantidad, pues no está Cristo presente en la Hostia Santa a la manera de una cantidad localizada en el espacio8. De un modo misterioso e inefable está con su Cuerpo glorioso.
La Segunda Persona de la Trinidad Beatísima está allí, en el Sagrario que visitamos cada día, quizá muy cercano a la casa donde vivimos o muy próximo a la oficina donde trabajamos, en la Capilla de la Universidad, de un hospital o del aeropuerto; y está con el poder soberano de su Divinidad increada. Él, el Hijo Unigénito de Dios, ante quien tiemblan los Tronos y las Dominaciones, por Quien todo fue hecho, igual en poder, en sabiduría, en misericordia a las otras Personas de la Trinidad Beatísima, permanece perpetuamente con nosotros, como uno de los nuestros, sin dejar jamás de ser Dios. En verdad, en medio de vosotros está uno a quien no conocéis9. Absortos por nuestros negocios, por el trabajo, por las preocupaciones diarias, ¿pensamos con frecuencia que allí, muy cerca, al lado de nuestro hogar, habita realmente Dios misericordioso y omnipotente? Nuestro gran fracaso, el mayor error de nuestra vida, sería que se nos pudiesen aplicar en algún momento aquellas palabras que el Espíritu Santo puso en la pluma de San Juan: Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron10, porque estaban –podemos añadir– ocupados en sus cosas y en sus trabajos, asuntos todos que sin Él no tienen la menor importancia. Pero nosotros hacemos hoy el propósito firme de permanecer con un amor vigilante: alegrándonos mucho cuando divisamos los muros de una iglesia, realizando durante el día muchas comuniones espirituales, y actos de fe y de amor; y le expresaremos nuestros deseos de desagravio por quienes pasan a su lado sin dirigirse a Él.
III. Señor Jesús, bondadoso pelícano, límpiame, a mí inmundo, con tu Sangre, de la que una gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero11.
El Señor nos da en la Sagrada Eucaristía, a cada hombre en particular, la misma vida de la gracia que trajo al mundo por su Encarnación12. Si tuviéramos más fe se realizarían en nosotros los mismos milagros al contacto con su Santísima Humanidad: en cada Comunión nos limpiaría hasta lo más profundo del alma de nuestras flaquezas e imperfecciones. ¡Haz que yo crea más y más en Ti!, nos invita a clamar, a suplicar interiormente, el himno eucarístico. Si acudimos con fe, oiremos las mismas palabras que dirigió al leproso: Quiero, sé limpio. Otras veces veremos cómo se levanta ante las olas, como en Tiberíades, para apaciguar la tempestad. Y en el alma se hará también una gran calma, se llenará de paz.
Señor Jesús, bondadoso pelícano... En la Comunión el Señor no solo ofrece un alimento espiritual, sino que Él mismo se nos da como Alimento. Antiguamente se pensaba que cuando morían los polluelos del pelícano, este se abría el costado y alimentaba con su sangre a sus hijos muertos y así los volvía a la vida... Cristo nos da la vida eterna. La Comunión, recibida con las debidas disposiciones, suscita en el alma fervientes actos de amor, y nos transforma e identifica con Cristo. El Maestro viene a cada uno de sus discípulos con su amor personal, eficaz, creador y redentor. Se nos presenta como el Salvador de nuestras vidas, ofreciéndonos su amistad. Este sacramento es alimento insustituible de toda intimidad con Jesús.
En contacto con Cristo, el alma se purifica y allí encontramos el vigor necesario para ejercitar la caridad en los mil pequeños incidentes de cada jornada, para vivir ejemplarmente los propios deberes, para vivir la santa pureza, para realizar con valentía y espíritu de sacrificio el apostolado que Él mismo nos ha encomendado... En la Sagrada Eucaristía hallamos remedio para las faltas diarias, para salir adelante en esas pequeñas dejaciones y faltas de correspondencia, que no matan el alma pero que la debilitan y la conducen a la tibieza. La Comunión fervorosa nos impulsa eficazmente hacia Dios, por encima de las propias flaquezas y cobardías. Allí encontramos diariamente las fuerzas que necesitamos, el alimento imprescindible para el alma. La vida humana tiene en Cristo su realización, su prenda de vida eterna... "Cristo es el pan de vida. Y así como el pan ordinario está en proporción al hambre terrena, así Cristo es el pan extraordinario proporcionado al hambre extraordinaria, desmedida, del hombre, capaz, más aún, inquieto por abrirse a aspiraciones infinitas... Cristo es el pan de vida. Cristo es necesario a todos los hombres, a todas las comunidades"13. Sin Él, no podríamos vivir.
En la Sagrada Eucaristía nos espera Jesús para restaurar nuestras fuerzas: Venid a Mí todos los que andáis fatigados y agobiados, y yo os aliviaré14. Y fundamentalmente agobian y fatigan esas enfermedades que fuera de Cristo no tienen remedio. Venid todos: a nadie excluye Jesús: si alguien quiere acercarse a Mí, yo no lo echaré fuera15. Mientras dure el tiempo de la Iglesia militante, Jesús permanecerá con nosotros como la fuente de todas las gracias que nos son necesarias.
Con Santo Tomás de Aquino, podemos decirle a Jesús, presente en la Sagrada Eucaristía, cuando nos acerquemos a recibirle: "me acerco como un enfermo al médico de la vida, como un inmundo a la fuente de la misericordia, como un ciego a la luz de la claridad eterna, como un pobre y necesitado al Señor de cielos y tierra. Imploro la abundancia de tu infinita generosidad para que te dignes curar mi enfermedad, lavar mi impureza, iluminar mi ceguera, remediar mi pobreza y vestir mi desnudez, para que me acerque a recibir el Pan de los Ángeles, al Rey de reyes y Señor de señores con tanta reverencia y humildad, con tanta contrición y piedad, con tanta pureza y fe, y con tal propósito e intención como conviene a la salud de mi alma"16.
Nuestra Madre la Virgen nos impulsa siempre al trato con Jesús sacramentado: "Acércate más al Señor..., ¡más! —Hasta que se convierta en tu Amigo, en tu Confidente, en tu Guía"17.
1 Mc 1, 40-45. — 2 San Beda, Comentario al Evangelio de San Marcos. in loc. — 3 Rom 6, 9. — 4 Himno Adoro te devote. — 5 Cfr. M. M. Philipon, Nuestra transformación en Cristo, p. 116. — 6 Ibídem, p. 117. — 7 Cfr. Santo Tomás, Suma Teológica, III, q. 76, a. 5, ad 3. — 8 Cfr. Ibídem, III, q. 81, a. 4. — 9 Jn 1, 26. — 10 Jn 1, 11. — 11 Himno Adoro te devote. — 12 Cfr. Santo Tomás, o. c., I, q. 3, a. 79. — 13 Pablo VI, Homilía 8-VIII-1976. — 14 Mt 11, 28. — 15 Cfr. Jn 6, 37. — 16 Misal Romano, Praeparatio ad Missam. — 17 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 680.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Arcadio
Señor Dios Omnipotente: te pedimos el favor de poder
exclamar como tu mártir San Arcadio:
"primero lograrán sacar de mi cuerpo el corazón,
que sacar de mi alma el amor hacia Jesucristo".
Haz que la esperanza del premio que nos espera en el cielo
nos lleve a resistir con valentía contra los enemigos del alma nuestra. Amen.
Fue martirizado en la persecución de Diocleciano en el año 304, en Mauritania (hoy Argelia), al norte de Africa. Pertenecía a una familia muy distinguida. Diocleciano había decretado que todo el que se declarara amigo de Cristo debía ser asesinado. Los soldados y policías penetraban a las casas de los cristianos y sacaban arrastrando a hombres y mujeres y si no querían quemar incienso a los ídolos y asistir a las procesiones de los falsos dioses, los llevaban ante los jueces para que los condenaran a muerte. Arcadio al darse cuenta de todo esto, huyó a las montañas para que no lo llevaran a adorar ídolos. Pero la policía llegó a su casa y se llevó a uno de sus familiares como rehén, amenazando que si Arcadio no aparecía, moriría su familiar. Entonces el joven regresó de su escondite de la montaña y se presentó ante el tribunal pidiendo que lo apresaran a él pero que dejaran libre a su familiar. El juez le prometió la libertad para él y para su pariente si adoraba ídolos y les quemaba inciensos. Arcadio respondió: "Yo sólo adoro al Dios Unico del cielo y a su Hijo Jesucristo". Su pariente fue puesto en libertad, pero él fue a la prisión. Los jueces dispusieron convencerlo a base de amenazas y le dijeron que si no dejaba de ser cristiano lo despedazarían cortándole manos y pies, pedazo por pedazo. Arcadio respondió: "Pueden inventar todos los tormentos que quieran contra mí. Pero estén seguros de que nadie ni nada me apartará del amor de Jesucristo. Espero no traicionar nunca mi fe. Es tan alto el premio que espero en el cielo, que los tormentos de la tierra me parecen pocos con tal de conseguirlo". Le presentaron entonces ante sus ojos todos los instrumentos con los cuales acostumbraban torturar a los cristianos para que renunciaran a su religión: garfios de hierro afilados, azotes con punta de plomo, carbones encendidos, etc., etc. Pero nuestro mártir no se dejó asustar y continuó diciendo que prefería morir antes que ser infiel a la religión de Cristo. Entonces el tribunal decreta que sea despedazado a cuchilladas, primero los brazos, pedazo por pedazo, y luego los pies. Así lo hacen. Arcadio siente que su cuerpo se estremece de dolor, pero al mismo tiempo recibe en su alma una fuerza tal del Espíritu Santo que lo mueve a entonar himnos de adoración y acción de gracias a Dios. Los que están allí presentes se sienten emocionados ante tan enorme valentía. Cuando le presentan ante sus ojos todos los pedazos de manos y de pies que le habían quitado a cuchilladas, exclama: "Dichoso cuerpo mío que ha podido ofrecer este sacrificio a mi Señor Jesucristo". Y dirigiéndose a los presentes les dice: "Los sufrimientos de esta vida no son comparables con la gloria que nos espera en el cielo. Jamás les ofrezcan oraciones o sacrificios a los ídolos. Sólo hay un Dios verdadero: nuestro Dios que está en el cielo. Y un sólo Señor: Jesucristo, Nuestro Redentor". Y quedó suavemente dormido. Había muerto mártir de Cristo. Los paganos se quedaron maravillados de tanto valor, y los cristianos recogieron su cadáver y empezaron a honrarlo como a un gran santo. |
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Santo Martino o San Martín de León o Santo Martino de la Santa Cruz
(León, ca. 1120-1130 - † León, 12 de enero de 1203) fue un sacerdote y canónigo regular de San Agustín. Hizo largos viajes de peregrinación y es autor de obras exegéticas y teológicas.
El nombre de Santo Martino es la denominación como se le conoce en León -por un leonesismo arcaico que mantuvo todas las sílabas del latín, Sanctus Martinus-. También puede aparecer mencionado, en otros ámbitos, como San Martín de León, o con el apellido de la Santa Cruz -Santo Martino de la Santa Cruz- que el santo incorporó a su nombre tras su entrada como canónigo en San Isidoro.1
Se conocen algunos detalles de la vida de Santo Martino, por estar recogidos en la obra del historiador Lucas de Tuy, contemporáneo suyo, a la vez que hermano de hábito y comunidad en San Isidoro de León, y más tarde obispo de Tuy, en su obra Liber de Miraculis Sancti Isidori Hispalensis, donde nos describe la vida de santo Martino en los capítulos 52 a 75. Una traducción al castellano de dicha obra, Libro de los Miraglos de Sant Isidro fue realizada por Juan de Robles en 1525.2 Más recientemente, en 1992, se publicó una edición facsímil del original y de la edición de Juan Robles, junto con la transcripción al castellano de Pérez Llamazares, por la Universidad de León y la Cátedra de San Isidoro3
Infancia y juventud
Nació en el primer tercio del siglo XII, en fecha no conocida pero que habitualmente se sitúa hacia 1120-1130.4 Era hijo de Juan y de Eugenia, y el lugar de nacimiento fue la ciudad de León o su alfoz. Sus padres, muy religiosos, acordaron que a la muerte de uno de ellos, el otro renunciaría al mundo y viviría en religión, ingresando en un monasterio. Muerta su madre, siendo aún Martino niño, su padre ingresó en el convento de canónigos regulares de San Agustín de San Marcelo en León, llevando al convento a su hijo. Allí aprendió Martino las primeras letras y se instruyó en cantar salmos, himnos y el antifonario gregoriano, siendo niño de coro.4 En el convento de San Marcelo pasó su infancia y parte de su juventud, y a la edad de 18-20 años fue ordenado subdiácono.4 Hacia 1154, al morir su padre, dio a los pobres todas sus pertenencias y comenzó su largo peregrinaje, teniendo entonces Martino unos 25 a 30 años.1
Años de peregrinación
Imagen de Santo Martino en los códices (siglo XII)
Primero viajó Martino a San Salvador de Oviedo, y posteriormente a Santiago de Compostela y Roma. En Roma pasó una cuaresma sometiéndose a mortificaciones y ayunos –hacía cuatro comidas a la semana, comiendo solo algo de pan y agua–, por lo que llamó la atención del Romano Pontífice, –probablemente Adriano IV, según A Viñayo–,1que le recibió en audiencia durante la pascua. Desde allí marchó a Jerusalén por el Adriático, permaneciendo dos años sirviendo en Santo Hospital de Jerusalén, coincidiendo esta estancia entre la segunda y la tercera de las Cruzadas. De regreso, pasó por Antioquia y Constantinopla, donde compró una casulla de seda, que luego le traerá problemas, con idea de donarla al convento de San Marcelo a su regreso. Vuelve por Italia, atraviesa los Alpes y llega a Francia, donde estaban las famosas escuelas-catedralicias de Chartres, Reims y París. Allí estudió teología y se relacionó con los discípulos de Pedro Lombardo, cuya obra Sententiarum Libri IV, influye en él de modo notable y aparece después abundantemente copiada en su Concordia.5 Continúa hacia Inglaterra e Irlanda, desde donde vuelve de nuevo al continente. En Francia, pasa por Toulouse, para visitar la tumba de San Saturnino, y en la zona de Narbona, probablemente en Beziers, es acusado del robo de la casulla adquirida en Constantinopla, yendo a parar a la cárcel. Probablemente también fue motivo de la detención la ideología albigense, mayoritaria en esta zona. Deshecho el malentendido y liberado vuelve a León.1
Canónigo de San Isidoro
Entre 1181 y 1185 Martino regresa a León, después de cerca de treinta años de peregrinación, incorporándose al convento de San Marcelo como canónigo regular, siendo ordenado diácono y presbítero. Discrepancias entre los canónigos de este convento y el obispo Manrique de León, llevan a que éste secularice a los canónigos de San Marcelo, pasando hacia 1185 Martino al monasterio de San Isidoro, iglesia a donde se habían trasladado las reliquias de San Isidoro de Sevilla, también de canónigos regulares agustinianos. Su austeridad hizo que algunos compañeros canónigos se sintieran molestos, aunque después todo se arregló, pues solo bebía agua, -vino muy rebajado con agua, solo cuando estaba enfermo-, y comía queso y huevos, nunca carne. Dormía sobre paja, en el suelo, y visitaba a los enfermos con frecuencia, por la noche. Martino se fue distinguiendo por su celo en la observancia, su caridad y su profunda devoción al Santísimo Sacramento.3
En San Isidoro pasó a dirigir el Scriptorium y comenzó a escribir hacia 1185, cuando ya tenía alrededor de sesenta años, su obra Veteris ac Noui Testamenti Concordia.5 Para tan inmensa obra se ayudó de siete clérigos amanuenses, sostenidos por la reina doña Berenguela que pasaban sus escritos, realizados sobre unas tablas enceradas, a los pergaminos y los embellecían con miniaturas.1 Padecía de fuertes dolores de cabeza y, ya anciano, probablemente aquejado de algún proceso reumático,4 no podía sujetar bien sus brazos, por lo que los tenía apoyados en cuerdas colgadas de las vigas para así poder seguir escribiendo su ingente obra.1 Era visitado por obispos, nobles y reyes para que les diera consejo, acudiendo a verlo con frecuencia y a confesarse con él el rey Alfonso IX y su mujer, la reina Berenguela. Próximo a morirse anunció su muerte a los conocidos y devolvió las llaves de la cámara en la que guardaba las riquezas que le encomendaban para que las custodiara. Murió por causas naturales el 12 de enero de 1203, el día que él mismo había anunciado que moriría. La fecha exacta y causa de su muerte fueron recogidas en el Necrologio de la Colegiata.6 Le sucedió en la dirección del Scriptorium de San Isidoro el canónigo, después obispo de Tuy, conocido como Lucas de Tuy.
Nota: Pérez Llamazares establece otra cronología diferente a la señalada fundamentalmente por Antonio Viñayo: nacimiento hacia 1155, inicio de su peregrinación en 1184, regreso a León en 1190, inicio de sus escritos hacia 1196 y muerte el 12 de enero de 1203, sin haber llegado a los cincuenta años. Esta cronología es poco probable pues Lucas de Tuy menciona en varias ocasiones su avanzada edad.7
Obras
Escritos
Letra capitular. Códices de Santo Martino (siglo XII)
La obra de Santo Martino de León, Veteris ac Noui Testamenti Concordia o simplemente Concordia, se encuentra en un manuscrito único, conservado en la Real Colegiata de San Isidoro de León. Es un códice encuadernado en tabla y cuero, que consta de dos volúmenes. Está escrito sobre pergamino en letra carolina del siglo XII.5 Los dos volúmenes tienen preciosas miniaturas en las mayúsculas iniciales de cada sermón y en los márgenes, con representaciones de figuras humanas, animales, flores y figuras geométricas.8 Toda su obra está escrita en un latín suelto y elegante y abarca todas las cuestiones que entonces trataba la teología, presentadas en forma de sermones. Las Concordia de Santo Martino contienen 54 sermones y cuatro explanationes –tres referentes a epístolas del Nuevo Testamento y, la cuarta, al Apocalipsis–, en los que intenta conciliar el Antiguo y el Nuevo testamento, así como una recopilación de sentencias de los Padres de la Iglesia. También da directrices para la vida santa de los eclesiásticos, que deben obedecer a los superiores y evitar el ocio interior y exterior, dedicándose al trabajo, la lectura y la oración. Muestra en su obra un especial interés en la defensa de las ideas cristianas frente al judaísmo.9 10 Se le considera el teólogo más importante de la España del siglo XII,11 siendo el autor del primer comentario bíblico tras Beato de Liébana.12
La primera publicación de las obras de santo Martino fue realizada en Segovia, en la imprenta de Antonio Espinosa, a expensas del cardenal-arzobispo de Toledo, Francisco Antonio de Lorenzana. La edición consta de cuatro tomos, los dos primeros publicados en 1782, el tercero en 1785 y el cuarto en 1786.13 10 Posteriormente, en París (1842) Migne IP recoge las obras de Santo Martino, copiando la edición de Lorenzana, en Patrologiae Cursus Completus, donde ocupan en la sección de Padres Latinos, todo el tomo 208 y parte del 209.14 10
A pesar de que Concordia es un códice único, parece que hay algún manuscrito más en el que puede aparecer parte de la obra de Santo Martino –algunos sermones sueltos- en la Biblioteca Nacional de Madrid, en concreto Explanatio in epistula beati Iohannis, aunque sólo se conserva el inicio de dicha obra y es atribuida erróneamente a San Isidoro.5
Capilla de la Santísima Trinidad. San Isidoro de León
Obra arquitectónica
Lápida encargada por Santo Martino
Sus afanes no se limitaron a la oración y el estudio, pues según narra Lucas de Tuy también dejó dos monumentos arquitectónicos que él mismo ordenaría construir en San Isidoro de León, un oratorio dedicado a la Santa Cruz y una capilla en honor de la Santísima Trinidad.
- Oratorio de la Santa Cruz. Estaba situado encima del Panteón Real de la colegiata de San Isidoro de León, en lo que antes fue tribuna regia.3 Es tradición que en esta estancia habitó la infanta doña Sancha, por eso hoy lleva el nombre de Cámara de doña Sancha.15 Santo Martino utilizó este espacio para su propia celda, para el scriptorium y para el oratorio o capilla de la Santa Cruz. Posteriormente, este espacio fue convertido en Sala Capitular y en la actualidad guarda parte del tesoro de la colegiata.15
- Capilla de la Santísima Trinidad. Está situada en el claustro-cementerio, detrás del ábside septentrional del templo. La mando construir el santo, con el fin de guardar las reliquias acumuladas a lo largo de sus viajes y para que sirviera también como cementerio común de los canónigos. La capilla es pequeña, de planta rectangular y cabecera semicircular, y construida con materiales muy pobres, con aparejo de ladrillo. Hacia el norte se abre la puerta de la capilla, con arco de medio punto, y en ella se puede leer la inscripción con la fecha de la consagración, 1190. En el exterior fijó Santo Martino dos inscripciones en bellos caracteres románicos, una es el inventario de las reliquias de la capilla y, la otra, una súplica al abad y cabildo para que cuiden del recinto. Estas inscripciones fueron usadas en su tiempo como lápidas en la tumba del santo, a modo de epitafio.16 En la actualidad esta capilla está dedicada al Santo Cristo.
Nota: En la ciudad de León existe desde el siglo X-XI la iglesia de San Martín (referida a San Martín de Tours -santo del siglo IV-, no a San Martín de León). La mayor parte de la construcción actual es del siglo XVIII, y sólo queda un ábside de época románica, adosado al consistorio de la Plaza mayor. Esta iglesia de San Martín dio nombre al barrio o burgo de la parte más comercial de la ciudad, así como a una cofradía y un hospital en León.17
Veneración
Santo Martino fue sublimado por popular aclamación y venerado desde su misma muerte, siendo considerado santo por la vía del culto inmemorial, como ocurría hasta poco antes de su muerte, cuando Alejandro III trasladó a Roma todas las causas de canonización. No fue incluido en el Martirologio romano, por lo que su culto decayó a partir del siglo XVI. El culto se convirtió en local y, al comenzar el siglo XX, sólo tenía lugar en la colegiata de San Isidoro de León.
Las aprobaciones más recientes del culto a Santo Martino por parte de la Santa Sede datan de 1959 para el culto en la Real Colegiata de San Isidoro y de 1962 para el culto en toda la diócesis de León.18 16 En la última edición típica del Martirologio Romano, del año 2001, santo Martino figura el día 12 de enero con la descripción elogiosa: «León, en España, Santo Martino de la Santa Cruz, presbítero y canónigo regular, varón verdaderamente perito en las Sagradas Escrituras».18
Iconografía
Cómo San Isidoro milagrosamente dio la sabiduría a Santo Martino, canónigo de su monasterio, con un librito que le hizo comer y tragar por fuerza. Liber de Miraculis S Isidori
Debido a lo limitado de su culto, la iconografía de Santo Martino es escasa. Suele aparecer representado con el hábito de canónigo, con roquete, un libro en la mano izquierda y una pluma en la mano derecha. Así aparece en la imagen que se encuentra en la capilla del santo en la basílica de San Isidoro en León. Algunas representaciones pictóricas recogen el episodio de la aparición de San Isidoro, obligándolo a tragarse el librito.
Santo Martino, como san Isidoro, aparece representado en las Concordia, formando parte de una "I" mayúscula. Esta representación, realizada en vida del santo, debe guardar alguna relación, a pesar de la sencillez del dibujo, con la fisonomía del protagonista, aportándonos algunos datos, como que llevaba barba y era bastante calvo.
Con frecuencia se refiere que el Martinus pintado en el Panteón Real de San Isidoro -conocido como la Capilla Sixtina del arte románico-, con un texto: "Martinus dixit, vade Satanas", representa a Santo Martino de León. Aunque coincidan en el tiempo –segunda mitad del siglo XII– y el lugar –San Isidoro de León– las pinturas murales del Panteón Real fueron realizadas entre 1160 y 117019 -para otros a inicios del siglo XII-,15 bastante antes de que Martino entrase como canónigo en San Isidoro. Según Antonio Viñayo el santo representado en el Panteón de los Reyes, que ya aparece con corona, es San Martín de Tours.20
Leyendas y prodigios
Animales fantásticos. Códices de Santo Martino
- La casulla de Constantinopla. Durante su peregrinación, Martino compró en Constantinopla una casulla de seda, que pensaba obsequiar, a su vuelta, al convento de San Marcelo de León. Estando en Francia, por la zona de Narbona, probablemente en Beziers, fue detenido y encarcelado, pensando los alguaciles que la casulla debía ser robada. Cuenta la leyenda que una mujer le ofreció la liberación si renunciaba a su fe –en aquella zona triunfaba la doctrina de los cátaros o albigenses–, pero Martino le dijo: «Mala mujer, apártate de mí, que más quiero si posible fuese morir mil veces, que ser ensuciado en el lodo de tu herejía». Ella, airada, le dio una bofetada y al momento se puso como loca, chillando y gritando. La gente, al verlo, creyó que era un castigo divino a la mujer descreída. Poco después llegó a la ciudad un caballero que se presentó ante el corregidor y le pidió que liberara el preso, aportando todos los avales y documentos necesarios para la retirada de las acusaciones a Martino. Cuando los dos se marchaban de la ciudad, el caballero se le presentó como su ángel de la guarda y le indicó que volviese ya a su tierra.3
- San Isidoro y el libro. El canónigo Martino era muy buen hombre y llevaba una vida santa, pero echaba en falta el conocimiento último y profundo de las Sagradas Escrituras. Estando de ayuno, se le apareció San Isidoro de Sevilla con un librito que le mandó tragar. Como Martino se resistía, principalmente por no querer romper el ayuno, San Isidoro le hizo tragar el librito por la fuerza. Desde entonces, Martino comprendió el significado profundo de los contenidos bíblicos y se convirtió en un gran teólogo.3
- Curaciones. Se le atribuyen numerosos milagros y curaciones. Las curaciones se relatan repitiendo un procedimiento muy sencillo. En primer lugar pedía una profesión de fe al sujeto; a continuación pronunciaba «En el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo» a la vez que hacía la señal de la Cruz; y despedía al afortunado con un «sé sano». Así curó de fiebres cuartanas -paludismo- al deán, de un pecho inflamado a una dama noble, de un terrible dolor de muelas a un canónigo, de apostema de esquinancia –absceso periamigdalino– a un muchacho, de un parto complicado, con peligro de muerte, a una condesa, etc.3
- Predicciones. Estando León cercado por Alfonso VIII de Castilla y Pedro II de Aragón fueron los leoneses a pedirle consejo, a lo que les respondió que no había motivo de preocupación porque levantarían el cerco en breve tiempo ya que el Rey de León estaba atacando a Castilla. Resultó cumplirse tal como lo había predicho con la admiración general imaginable. Próximo a morirse anunció su muerte a los conocidos y devolvió las llaves de la cámara en la que guardaba las riquezas que le encomendaban para que las custodiara.3
La mano incorrupta de Santo Martino.
Pasaron más de trescientos años desde la muerte del santo, hasta que el día 12 de enero de 1513, coincidiendo con la festividad de Santo Martino, se abrió su sepultura -para trasladar sus restos a la nueva capilla construida para tal fin- en un solemne acto que contó con la presencia del Nuncio de su Santidad, el clero leonés, la nobleza y el pueblo llano. Ante tantos testigos apareció su cuerpo intacto, revestido con los ropajes para la celebración de la santa misa. Pero al tocarle, se convirtió en polvo, quedando solo los huesos y su mano derecha que se mantuvo intacta, con los tres primeros dedos juntos, en la posición de estar escribiendo. El suceso está documentado, levantando acta dos notarios, conservándose copia del acta en el Archivo de San Isidoro de León. Sus reliquias reposan en una arqueta que se conserva bajo el sagrario de la capilla de Santo Martino. El 12 de enero de 1576 fue extraída de la urna la mano derecha momificada del santo y colocada en un relicario que había sido anteriormente custodia.1 A principios del siglo XX, la reliquia de la mano incorrupta se daba a besar a los fieles desde el día de su festividad hasta el 21 del mismo mes. En las últimas décadas ha sido sacada en procesión en ocasiones muy señaladas, como el congreso internacional de Santo Martino en 1985 o el octavo centenario de su muerte en 2003.21 22 Unos huesecillos de su mano izquierda y algunos dientes están guardados en otro relicario, por donde se pasaba agua bendita que era llevada a los enfermos como remedio en su enfermedad.7
La barrica de Santo Martino.
La Real Colegiata de San Isidoro de León alberga una cuba de vino con más de 800 años de solera, que se conserva escondida en algún lugar de la Colegiata. Según la tradición, la barrica fue rellenada por primera vez por Santo Martino en el siglo XII. Rodeada de un gran misterio, esta barrica está custodiada con tanto celo que la puerta detrás de la que se esconde desde tiempo inmemorial está cerrada bajo tres llaves. Una llave la guarda el abad, otra el administrador y una tercera una persona desconocida. Los tres se reúnen con sigilo cada Jueves Santo, después de los Oficios, en algún punto de la Colegiata para extraer de la cuba este preciado vino. En ese momento, sacan de la cuba un litro de vino y rellenan con el doble de cantidad, para afrontar la evaporación y la absorción de la madera. Nadie, salvo los referidos la ha visto, ni tampoco se la ha fotografiado, pero se sabe que la barrica tiene una capacidad de dieciséis cántaras -unos 256 litros-. Los miembros del Cabildo Isidoriano son los únicos privilegiados que pueden degustar este vino añejo en la comida de confraternidad que celebran cada año, el día de Jueves Santo. Dicen que el rey Alfonso XIII renunció a beberlo un día que no era Jueves Santo, para no romper la tradición. Según los que lo han probado es un vino añejo, como un coñac con gran solera, probablemente el más antiguo del mundo. No deja de ser curioso que Santo Martino, famoso por su vida ascética y su austeridad en el comer y beber –solo vino, como medicina, cuando estaba enfermo y muy rebajado con agua– sea el titular de la barrica de vino, en actividad, más vieja del mundo.23
La capilla de Santo Martino
Capilla de Santo Martino. San Isidoro de León
La mandó construir el abad don Juan de León, para recoger los restos mortales de Santo Martino, cuya traslación a dicha capilla se celebró en 1513. Ubicada junto al ábside norte del templo románico, es una obra románica rehecha en el siglo XVI en estilo gótico tardío. Tiene planta rectangular y se cubre con bóveda de crucería, dividida en dos tramos. Toda la cabecera de la capilla está ocupada por el altar y el retablo churrigueresco. La documentación sobre el mismo sólo nos habla del contrato del dorado, que se encomendó al maestro dorador Miguel de Robles en 1701. El retablo es de finales del siglo XVII y, sin duda, para él dio trazas el ensamblador José de Margotedo, autor del antiguo retablo de la capilla mayor de la basílica -destruido en 1811, al parecer por un incendio provocado por un rayo-. Las imágenes de Santo Martino y de Santa Mónica –madre de San Agustín– figuran en sendas hornacinas, pero el retablo fue también concebido como relicario para guardar las multitud de reliquias que atesora el templo.16Debajo del sagrario, se encuentra la urna con los restos de Santo Martino, salvo la mano derecha que se encuentra en su relicario. En la actualidad esta capilla se utiliza para el culto diario de la basílica.24
Patrono
Santo Martino tuvo una incesante inquietud por el aprendizaje de la teología, las lenguas y la cultura. Su peregrinación constante en busca de la sabiduría, y del conocimiento le llevó durante toda su fecunda y longeva vida de estudiante a recorrer numerosas naciones y lugares. Su erudición, excepcional para la época en nuestras tierras, proviene de sus viajes, saberes y experiencias que comparte con los maestros de las escuelas europeas y asiáticas, y lo hace a una edad madura. Estos rasgos le han convertido en el Patrono de la Universidad de la Experiencia de la Universidad de León4 25 y de la Universidad Permanente de la Universidad de Alicante.
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Benito Biscop, Santo Abad, Enero 12
AbadMartirologio Romano: En el monasterio de Wearmouth, en Northumbria (hoy Inglaterra), san Benito Biscop, abad, que peregrinó cinco veces a Roma, de donde trajo muchos maestros y libros para que los monjes reunidos en la clausura del monasterio bajo la Regla de san Benito progresaran en la ciencia del amor de Cristo, en bien de la Iglesia (c. 690). |
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Margarita Bourgeoys, Santa Virgen Fundadora, Enero 12
Fundadora de la Congregación |
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Fuente: ACI Prensa
Elredo de Rievaulx, Santo Abad, Enero 12
AbadMartirologio Romano: En el monasterio de Rievaulx, también en Northumbria (hoy Inglaterra), san Elredo, abad, el cual, educado en la corte del rey de Escocia, ingresó en la Orden Cisterciense, siendo maestro eximio de la vida monástica y promoviendo constante y suavemente, con su ejemplo y sus escritos, la vida espiritual y la amistad en Cristo (c. 1166). |
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Antonio María Pucci, Santo |
Presbítero Servita
Martirologio Romano: En Viareggio, ciudad de Italia, san Antonio María Pucci, presbítero de la Orden de los Siervos de María, el cual, párroco durante casi cincuenta años, se dedicó sobre todo a atender a los niños pobres y enfermos (1892).
San Antonio María Pucci, aunque miembro de la Congregación de los Siervos de María (Servita), pasó casi toda su vida y se santificó como sacerdote de una parroquia. Nació en Poggiole, cerca de Pistoia, en 1810. Fue uno de los siete hermanos de la humilde familia de Agustín y María Pucci.
No obstante la heroicidad de sus virtudes, los trazos elementales de su biografía traen al recuerdo tantas vidas paralelas de seminaristas y sacerdotes, compañeros de estudios unos, conocidos otros tal vez en la propia parroquia. Ya durante su vida el padre Pucci se hizo tan familiar e intimo a sus feligreses, que cariñosamente le llamaban, "el Curatino". Una de estas figuras de párroco, que ha visto nacer y morir casi toda una generación y ahonda en el corazón del pueblo, como una institución patriarcal.
Su nombre bautismal era Eustaquio. Monaguillo servicial y piados, ganó la confianza de don Luigí, su párroco. En cambio de los servicios prestados recibía clase de latín y cultura general. No conoció el Liceo del Renacimiento italiano. Y no lo echaría de menos después; su vida sacerdotal transcurrió ajena a la lucha de políticas y de culturas; y eso que su tiempo fue el de la unidad italiana y en parte pertenecía al de la "Kulturkampf". En último término, su padre no pretendía hacer de Eustaquio más que un buen labrador; y se opuso cuando el párroco de Poggiole fue a hablarle de que Eustaquio, joven ya de dieciocho años, aspiraba a "hacerse cura". Considerando su piedad mariana, don Luigi le había propuesto ingresar en la Orden de los Siervos de la Madre de Dios, de Florencia, con quienes cultivaba una sincera amistad y estima.
Al fin, el hombre del arado y de la esteva cedió al hombre de iglesia, y consintió; el padre de Eustaquio no era de los peores parroquianos de don Luigi. Y el "curato" se hace respetar mucho también en Italia, hoy todavía, entre las buenas familias de las parroquias rurales.
Conseguido el permiso paterno, Eustaquio ingresaba el 10 de julio de 1837 en el convento de la Anunciación. La primera etapa de su vida aldeana se cierra con un certificado protocolario de buena conducta, presentado por el párroco al superior de Florencia. ¡Habría hecho tantos otros para sus feligreses! Y, sin embargo, aquel del hijo de la familia Pucci sería un eslabón más del proceso de canonización de un santo.
Su inclinación al sacerdocio, observada por don Luigi y alguno de sus familiares que le habían visto jugar "a decir misa", se convirtió en realidad. Eustaquio, ahora fray Antonio María, fue ordenado sacerdote el 24 de septiembre de 1843.
Fue destinado a ejercer su ministerio en Viareggío, pequeña ciudad junto al Tirreno, hoy famosa playa internacional. Tres años de coadjutor y después... siempre párroco de San Andrés. Sus feligreses eran casi todos pescadores, que se fueron encariñando poco a poco con el párroco de pequeña estatura y ojos serenos. Los más íntimos se sentirían orgullosos de tener un párroco apreciado en la curia de Lucca, de la que había sido nombrado, tan joven como era todavía, examinador prosinodal. Los primeros años de actividad pastoral no le habían impedido preparar el examen de "maestro en Sagrada Teología", título que concedía el capitulo de la Orden. En otro ambiente, el padre Pucci hubiera sido tal vez un hombre de estudios; pero si la Orden ha perdido un científico, ha ganado, en cambio, un santo.
Los que le conocieron, confiesan que no era simpático; su voz nasal y de tono monótono, la cabeza siempre inclinada, sus ligeros gestos nerviosos, no hacían de su persona una figura estética. Se diría que era un hombre con complejo de inferioridad. Algunos contemporáneos, al saber que se introducía su proceso de canonización, desconfiaban del éxito, porque consideraban que era una personalidad ordinaria. No es un caso aislado. También el alcalde de Viareggio, de aquella época liberal, respondía al superior de San Andrés, que solicitaba la dedicación de una calle en recuerdo del padre Pucci, minimizando su actuación y justificando su negativa. "Al fin y al cabo, es un cura que no ha hecho más que cumplir con su deber."
Es bella esta heroicidad humilde de un párroco que cumple durante cuarenta y cinco años con su deber. Heroicidad perseverante y desapercibida en su actividad apostólica y en su vida de religioso. Como el cardenal Laurenti, prefecto de la Congregación de Ritos, decía, de broma y de veras, al padre Ferrini, postulador general de la Orden: "Si el padre Pucci ha sido siempre buen párroco y buen religioso a la vez, es sin duda un santo de verdad."
Objetivo central de sus preocupaciones pastorales fue la organización parroquial: la enseñanza del catecismo y la beneficencia, grupos de seglares y fundación de religiosas, acción social y apostolado del mar.
Para desarrollar más eficazmente sus tareas de catequista, organizó la Congregación de la Doctrina Cristiana. Con sorprendente espíritu de dinamismo apostólico utilizaba todos los resortes para atraer los niños a la parroquia; ayudado de sus fieles militantes de la congregación, daba especial relieve, religioso y espectacular a la vez, a las fiestas de las primeras comuniones, del reparto de premios, de la "Befana" (o "´hada - buena"), manifestación italiana de la tradición española de los Reyes Magos, llevando él mismo los juguetes a casa de los niños.
Con una concepción orgánica de las obras parroquiales, instituyó para la formación integral de los jóvenes y en función también de la enseñanza del catecismo, la "Compañía de San Luis". Sin conocerse, el padre Pucci realizaba con los jóvenes una labor paralela a la que contemporáneamente San Juan Bosco lleva a cabo en Turín. Humano y perspicaz psicólogo, no olvidaba prescribir a sus muchachos en el reglamento de la asociación que "buscaran un buen amigo y huyeran de los tristes". Posteriormente, esta asociación fue la base en Viareggio de uno de los primeros centros interparroquiales de la Acción Católica, promovida poco después de la muerte del padre Pucci con las directrices pontificias.
Incrementó la devoción eucarística con la Cofradía del Santísimo Sacramento y organizó los grupos apostólicos femeninos, cuya dirección encomendó a una joven piadosa, Giuliana Luccí; más tarde, con otro grupo de jóvenes de la parroquia, ingresó en las Siervas de María de Viareggio, cuyo fundación se atribuye fundidamente al Beato Pucci.pa, en frase de Chateaubriand, "León de la libertad italiana".
Contra tal previsión ilusionada, la unidad de Italia, sin intervención pontificia, fue proclamada por Cavour en Turín, en 1861. En 1870 las tropas italianas eran saludadas en Roma, como libertadoras y Pío IX se refugiaba en el Vaticano. Cairoli, Crispí, Zanardellí, De Pretiis son nombres de notables republicanos, antipontificios, conmemorados ahora como gloria nacional en las calles de la que en otros tiempos fue la Roma papal. Cavour resumía su ideología política en pocas palabras: "La Iglesia libre en Estado libre". El espíritu laico tomó auge en Italia después de la constitución del Reino; en 1873 era abolida la Facultad de Teología de las Universidades y suprimida la enseñanza religiosa en las escuelas.
El ambiente cargado de incertidumbre religiosa se hacia sentir también en Viareggio. Para el párroco de San Andrés la 8ituación ofrecía un aspecto eminentemente pastoral. Frente al problema de la descristianización pública que se planteaba en Viareggio, cuyas autoridades civiles eran todas republicanas y hacían profesión de incredulidad, el "Curatino" pensó en una asociación de hombres católicos; así organizó "La Pía Unión de los hijos de San José para mantener incólume la fe católica en la familia y en la sociedad cristiana".
Podría pensarse con motivo, que el párroco de Viareggio habría sido criticado de "hacer política"; sobre todo, cuando los biógrafos aseguran que "defendía con todas las armas de la ciencia y de la historia los sacrosantos derechos de la Iglesia, incluido el poder temporal de los Papas". Pero el "Curatino" no fue tildado de clericalismo político, campaña preferida de los grupos de oposición desde que en Italia comenzó a desarrollarse la democracia cristiana. Ni siquiera los republicanos de Viareggio quisieron mezclar el recuerdo del padre Pucci con la política; porque el "Curatino" ¡había sido tan bueno! Había socorrido heroicamente a los enfermos en los días de la epidemia. 1854-55; había dado tantas veces su manteo y su colchón a los pobres ateridos de frío, no excluidos los anticlericales; había instituido para la beneficencia la Cofradía de la Misericordia y la Conferencia de San Vicente; su vida había sido una cadena de heroica caridad.
La venerable figura del párroco. recorriendo las calles a socorrer a los pobres o a asistir a los enfermos, se había grabado hondamente en los miembros del Consejo Comunal y en atención a su obra asistencial, declaraban en sesión plenaria, después de su muerte: "Que el padre Pucci, no ocupándose nunca de política, dejó esta misión a quien pertenecía, siendo así ejemplo de cómo se debería comportar el clero en la convivencia social".
El "Curatino" había conquistado de veras el amor de su pueblo. Los hechos de celo y de caridad se sucedían día a día. De sus obras asistenciales merece destacarse la Colonia Marina, que organizó para hijos de obreros, la primera en Italia, superando así con su acción su ideología social, enmarcada en el "paternalismo" propio de la época y paralela al título que el pueblo le dio de "Padre de los pobres".
Su temple de santo se acendraba en la vida religiosa. Elegido superior de la casa de Viareggio en 1859, fue reelegido, contra toda costumbre, continuamente, llegando a ser en 1883 Superior Provincial en toda la Toscana. Pero su personalidad de párroco modelo absorbe la de religioso observante.
San Antonio Pucci murió el 14 de enero de 1892, a los setenta y tres años de edad. Su muerte causó gran consternación den Viareggio. Su tumba fue honrada por Dios con algunas curaciones. Fue beatificado sesenta años después de su muerte por Pío XII, en 1952 y canonizado el 9 de Diciembre de 1962 por Juan XXIII.
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Fuente: Vatican.va
Bernardo de Corleone (Filippo Latini), Santo Laico Capuchino, Enero 12
Laico CapuchinoMartirologio Romano: En Palermo, ciudad de Sicilia (hoy Italia), san Bernardo de Corileone, de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, admirable por su caridad y eximio por su penitencia (1667). |
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Pedro Francisco Jamet, Beato Presbítero, Enero 12
Segundo Fundador del Instituto de |
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Nicolás Bunkerd, Beato Sacerdote y Mártir, Enero 12
Sacerdote Tailandés, MártirMartirologio Romnano: En el lugar llamado Tomhom, cerca de Bangkok, en Tailandia, beato Nicolás Bunkerd Kitbamrung, presbítero y mártir, predicador eximio del Evangelio, que fue encarcelado en tiempo de persecución contra la Iglesia y a causa de la tisis, que contrajo ayudando a los enfermos, falleció de modo ejemplar (1944). |
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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, Enero 12
Santos Tigrio, presbítero, y Eutropio,, mártires |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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