JMJ
Pax
Espíritu inmundo, sal de este hombre
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 5, 1-20
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del lago, a la región de los gerasenos. En cuanto desembarcó Jesús, le salió al encuentro de entre los sepulcros un hombre poseído por un espíritu impuro. Vivía entre los sepulcros y nadie podía sujetarlo ni siquiera con cadenas. Muchas veces lo habían sujetado con argollas y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado las argollas. Nadie podía dominarlo.
Continuamente, día y noche, andaba entre los sepulcros y por la montaña, dando gritos e hiriéndose con piedras.
Al ver a Jesús desde lejos, vino corriendo y se postró ante él, gritando con todas sus fuerzas:
"¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes".
Es que Jesús le estaba diciendo:
"Espíritu impuro, sal de este hombre".
Entonces le preguntó:
"¿Cómo te llamas?"
Le respondió:
"Legión es mi nombre, porque somos muchos".
Y le rogaba insistentemente que no los echara de la región.
Había allí cerca una gran cantidad de cerdos, que estaban buscando alimento al pie de la montaña, y los demonios rogaron a Jesús:
"Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos".
Les permitió Jesús y los espíritus impuros salieron para entrar en los cerdos, que se lanzaron al lago desde lo alto del barranco, y los cerdos, que eran unos dos mil, se ahogaron en el lago.
Los que cuidaban los cerdos huyeron y lo contaron tanto en la ciudad como en los alrededores. La gente fue a ver lo que había sucedido. Llegaron donde estaba Jesús y, al ver que el endemoniado que había tenido la legión estaba sentado, vestido y en su sano juicio, se llenaron de temor. Los testigos les contaron lo ocurrido con el endemoniado y con los cerdos. Entonces comenzaron a suplicarle que se alejara de su territorio.
Al subir a la barca, el que había estado endemoniado le pedía que lo dejara ir con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo:
"Vete a tu casa con los tuyos, y cuéntales todo lo que el Señor ha hecho contigo y cómo ha tenido compasión de ti".
El se fue y comenzó a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; y todos se
quedaban maravillados.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
lun 4a. Ordinario año impar
Que se postre ante ti, Señor, la tierra entera; que todos canten himnos en tu honor y alabanzas a tu nombre.
Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que con amor gobiernas los cielos y la tierra, escucha paternalmente las súplicas de tu pueblo y haz que los días de nuestra vida transcurran en paz.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Por la fe nuestros antepasados conquistaron reinos, y Dios dispone para nosotros algo mejor
Lectura de la carta a los Hebreos 11, 32-40
Hermanos: ¿Qué más diré? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Baruc, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, que por la fe sometieron reinos, administraron justicia, consiguieron las promesas, cerraron la boca de los leones, apagaron la violencia del fuego, escaparon al filo de la espada, superaron la enfermedad, fueron valientes en la guerra, hicieron huir ejércitos enemigos, y hasta hubo mujeres que recobraron, resucitados a sus difuntos.
Unos perecieron bajo las torturas, rechazando la libertad con la esperanza de una resurrección mejor; otros soportaron burlas y azotes, cadenas y prisiones; fueron apedreados, torturados, aserrados, pasados a cuchillo; llevaron una vida errante, cubiertos de pieles de ovejas y cabras, desprovistos de todo, perseguidos, maltratados.
Aquellos hombres, de los que el mundo no era digno, andaban errantes por los desiertos, por las montañas, por las cuevas y cavernas de la tierra.
Y sin embargo, todos ellos, tan acreditados por su fe, no obtuvieron la promesa, porque Dios, con una providencia más misericordiosa para con nosotros, no quiso que llegaran sin nosotros a la perfección final.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Sal 30, 20.21.22.23.24
Quien confía en el Señor, no desespere.
¡Qué grande es tu bondad, Señor! Tú la reservas para los que te respetan, y la ejerces en presencia de todos los que se refugian en ti.
Quien confía en el Señor, no desespere.
Al amparo de tu presencia, los ocultas de las intrigas de los hombres; bajo la tienda los proteges de las lenguas murmuradoras.
Quien confía en el Señor, no desespere.
Bendito sea el Señor, que me mostró su amor en el momento de peligro.
Quien confía en el Señor, no desespere.
Yo decía consternado: "Me has echado de tu presencia". Pero tú escuchabas mi voz suplicante cuando te invocaba. Quién confía en el Señor, no desespere. Amen al Señor todos sus fieles, pues el Señor protege a sus leales, pero castiga sin compasión al orgulloso. Quién confía en el Señor, no desespere.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.
Aleluya.
Espíritu inmundo, sal de este hombre
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 5, 1-20
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del lago, a la región de los gerasenos. En cuanto desembarcó Jesús, le salió al encuentro de entre los sepulcros un hombre poseído por un espíritu impuro. Vivía entre los sepulcros y nadie podía sujetarlo ni siquiera con cadenas. Muchas veces lo habían sujetado con argollas y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado las argollas. Nadie podía dominarlo.
Continuamente, día y noche, andaba entre los sepulcros y por la montaña, dando gritos e hiriéndose con piedras.
Al ver a Jesús desde lejos, vino corriendo y se postró ante él, gritando con todas sus fuerzas:
"¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes".
Es que Jesús le estaba diciendo:
"Espíritu impuro, sal de este hombre".
Entonces le preguntó:
"¿Cómo te llamas?"
Le respondió:
"Legión es mi nombre, porque somos muchos".
Y le rogaba insistentemente que no los echara de la región.
Había allí cerca una gran cantidad de cerdos, que estaban buscando alimento al pie de la montaña, y los demonios rogaron a Jesús:
"Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos".
Les permitió Jesús y los espíritus impuros salieron para entrar en los cerdos, que se lanzaron al lago desde lo alto del barranco, y los cerdos, que eran unos dos mil, se ahogaron en el lago.
Los que cuidaban los cerdos huyeron y lo contaron tanto en la ciudad como en los alrededores. La gente fue a ver lo que había sucedido. Llegaron donde estaba Jesús y, al ver que el endemoniado que había tenido la legión estaba sentado, vestido y en su sano juicio, se llenaron de temor. Los testigos les contaron lo ocurrido con el endemoniado y con los cerdos. Entonces comenzaron a suplicarle que se alejara de su territorio.
Al subir a la barca, el que había estado endemoniado le pedía que lo dejara ir con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo:
"Vete a tu casa con los tuyos, y cuéntales todo lo que el Señor ha hecho contigo y cómo ha tenido compasión de ti".
El se fue y comenzó a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; y todos se
quedaban maravillados.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Concédenos, Señor, participar dignamente en esta Eucaristía, porque cada vez que celebramos el memorial del sacrificio de tu Hijo, se lleva a cabo la obra de nuestra redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
La salvación por Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Pues por amor creaste al hombre, y, aunque condenado justamente, lo redimiste por tu misericordia, por Cristo nuestro Señor.
Por él,
los ángeles y arcángeles y todos los coros celestiales celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces cantando humildemente tu alabanza:
Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Infúndenos, Señor, el espíritu de tu caridad para que, alimentados del mismo pan del cielo, permanezcamos siempre unidos en el amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
4ª semana. Lunes
DESPRENDIMIENTO Y VIDA CRISTIANA
— La presencia de Jesús en nuestra vida puede significar, alguna vez, perder algo temporal. Jesús vale más.
— Todas las cosas deben ser medios que nos acerquen a Cristo.
— Desprendimiento. Algunos detalles.
I. Nos dice San Marcos en el Evangelio de la Misa1 que llegó Jesús a la región de los gerasenos, una tierra de gentiles, al otro lado del lago de Genesaret. Allí, nada más dejar la barca, le salió al encuentro un endemoniado que, postrado ante Él, gritaba: ¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, hijo de Dios Altísimo? Te pido por Dios que no me atormentes. Porque Jesús le estaba diciendo: Espíritu inmundo, sal de este hombre. Jesús le preguntó por su nombre, y él respondió: Me llamo Legión, porque somos muchos. Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella región. Cerca del lugar donde ellos se encontraban pacía una gran piara de cerdos.
La aparición del Mesías lleva consigo la derrota del reino de Satanás, que por eso muestra su resistencia de modo tan acentuado en numerosos pasajes del Evangelio. Como en los demás milagros, cuando Jesús expulsa a los demonios pone de relieve su poder redentor. El Señor se presenta siempre en la vida de los hombres librándolos de los males que les oprimen: Pasó haciendo el bien y sanando a todos los que habían caído bajo el poder del diablo2, dirá San Pedro en el discurso ante Cornelio y su familia, resumiendo esta y otras muchas expulsiones de demonios que hizo el Señor.
Aquí los demonios hablan por boca de este hombre y se quejan de que Jesús haya venido a destruir su reino en la tierra. Y le piden quedarse en aquel lugar. Por eso quieren entrar en los cerdos. Era también, quizá, una manera de perjudicar y de vengarse de aquellas gentes, y de alborotarlas contra Jesús. El Señor accede, con todo, a la petición de los demonios. Entonces, la piara corrió con ímpetu por la pendiente hacia el mar y pereció en el agua. Los porqueros huyeron y dieron la noticia en la ciudad y en el campo. Y la gente fue a ver lo que había pasado.
San Marcos nos indica expresamente que eran alrededor de dos mil los cerdos que se ahogaron. Debió de significar una gran pérdida para aquellos gentiles. Quizá sea el rescate pedido a este pueblo por librar a uno de los suyos del poder del demonio: han perdido unos cerdos, pero han recuperado a un hombre. Y este endemoniado, este hombre «rebelde y dividido, con dominio miserable de una multitud de espíritus impuros, ¿no ofrece por ventura algún parecido con un tipo humano que no es ajeno a nuestro tiempo? En todo caso, el alto costo pagado por la liberación de aquel hombre, la hecatombe de la piara de los dos mil cerdos ahogados en las aguas del mar de Galilea, tal vez sea el índice del elevado precio que tiene el rescate del hombre pagano contemporáneo. Un costo valorable también en riquezas que se pierden; un rescate cuyo precio es la pobreza del que generosamente intenta redimirle. La pobreza real de los cristianos quizá sea el valor que Dios haya fijado por el rescate del hombre de hoy. Y vale la pena pagarlo (...); un solo hombre vale mucho más que dos mil cerdos»3, vale más que todo el mundo creado con sus riquezas y sus maravillas.
Sin embargo, sobre estas gentes pesa más el daño temporal que la liberación del endemoniado. En el cambio de un hombre por unos cerdos se inclinan por estos, por los cerdos. Ellos, al ver lo que había pasado, rogaron a Jesús que se marchara de su país. Cosa que el Señor hizo enseguida.
La presencia de Jesús en nuestras vidas puede significar, alguna vez, perder la ocasión de un buen negocio, porque no era del todo limpio, o por no poder competir con los mismos medios ilícitos que nuestros colegas..., o, sencillamente, porque quiere que ganemos su corazón con nuestra pobreza. Y siempre nos pedirá el Señor, para permanecer junto a Él, un desprendimiento efectivo de los bienes, una pobreza cristiana real, que señale con claridad la primacía de lo espiritual sobre lo material, y del fin último –la salvación, la nuestra y la del prójimo– sobre los fines temporales del bienestar humano.
II. Le pidieron a Jesús que se alejase de su región. No incurramos nosotros jamás en la aberración de decir a Jesús que se aleje de nuestra vida, porque por manifestarnos como cristianos perdamos en alguna circunstancia un cargo público, un puesto de trabajo, o debamos sufrir un perjuicio material de cualquier clase. Al contrario, hemos de decirle muchas veces al Señor, con las palabras que el sacerdote pronuncia en secreto antes de la Comunión en la Santa Misa: fac me tuis semper inhaerere mandatis, et a te numquam separari permittas: haz que cumpla siempre tus mandatos y no permitas que me separe nunca de Ti. Es preferible estar con Cristo sin nada, que estar sin Él y tener todos los tesoros del mundo juntos. «Bien sabe la Iglesia que solo Dios, al que ella sirve, responde a las aspiraciones más profundas del corazón humano, el cual nunca se sacia plenamente con solo los elementos humanos»4.
Todas las cosas de la tierra son medios para acercarnos a Dios. Si no sirven para eso, no sirven ya para nada. Más vale Jesús que cualquier negocio, más que la vida misma. «Si destierras de ti a Jesús y lo pierdes, ¿a dónde irás?, ¿a quién buscarás por amigo? Sin amigo no puedes vivir mucho; y si no fuere Jesús tu especialísimo amigo, estarás triste y desconsolado»5. Perderás mucho en esta vida, y todo en la otra.
Los primeros cristianos, y muchos hombres y mujeres a lo largo de los siglos, han preferido el martirio antes que perder a Cristo. «Durante las persecuciones de los primeros siglos, las penas habituales eran la muerte, la deportación y el exilio.
»Hoy, a la prisión, a los campos de concentración o de trabajos forzados, a la expulsión de la propia patria, se han unido otras penas menos llamativas pero más sutiles: no es ya una muerte sangrienta, sino una especie de muerte civil; no solo la segregación en una prisión o en un campo, sino la restricción permanente de la libertad personal o la discriminación social (...)»6. ¿Seremos nosotros capaces de perder, si fuera necesario, la honra o la fortuna, a cambio de permanecer con Dios?
Seguir a Jesús no es compatible con todo. Hay que elegir, y renunciar a todo lo que sea un impedimento para estar con Él. Para eso, debemos tener muy enraizada en el alma una clara disposición de horror al pecado, pidiendo al Señor y a su Madre que aparten de nosotros todo lo que nos separe de Él: «Madre, líbranos a tus hijos –a cada una, a cada uno– de toda mancha, de todo lo que nos aparte de Dios, aunque tengamos que sufrir, aunque nos cueste la vida»7. ¿Para qué queremos el mundo entero si perdiéramos a Jesús?
III. «Y que entre los moradores de aquella región había gentes necias –comenta San Juan Crisóstomo– bien claro se ve por el desenlace de todo este episodio. Porque cuando debían haberse postrado en adoración y admirar su poder, le mandaron recado suplicándole que se marchara de sus términos»8. Jesús fue a visitarles y no supieron comprender quién estaba allí, a pesar de los prodigios que había hecho. Esta fue la mayor necedad de estas gentes: no reconocer a Jesús.
El Señor pasa cerca de nuestra vida todos los días. Si tenemos el corazón apegado a las cosas materiales no le reconoceremos; y hay muchas formas, algunas muy sutiles, de decirle que se vaya de nuestros dominios, de nuestra vida, ya que nadie puede servir a dos señores, porque o tendrá aversión al uno y amor al otro, o prestará su adhesión al primero y menospreciará al segundo: no podéis servir a Dios y a las riquezas9.
Conocemos por propia experiencia el peligro que corremos de servir a los bienes terrenos, en sus múltiples manifestaciones de deseo desordenado de mayores bienes, aburguesamiento, comodidad, lujo, caprichos, gastos innecesarios, etc.; y vemos también lo que ocurre a nuestro alrededor: «Muchos hombres parecen guiarse por la economía, de tal manera que casi toda su vida personal y social está como teñida de cierto espíritu materialista»10. Piensan que su felicidad está en los bienes materiales y se llenan de ansiedad por conseguirlos.
Nosotros debemos estar desprendidos de todo cuanto tenemos. De este modo, sabremos utilizar todos los bienes de la tierra según lo dispuesto por Dios, y tendremos el corazón en Él y en los bienes que nunca se agotan. El desasimiento hace de la vida un sabroso camino de austeridad y eficacia. El cristiano ha de examinar con frecuencia si se mantiene vigilante para no caer en la comodidad, o en un aburguesamiento que no se compagina de ninguna forma con ser discípulo de Cristo; si procura no crearse necesidades superfluas; si las cosas de la tierra le acercan o le separan de Dios. Siempre podemos y debemos ser parcos en las necesidades personales, frenando los gastos superfluos, no cediendo a los caprichos, venciendo la tendencia a crearse falsas necesidades, siendo generosos en la limosna.
También podemos considerar hoy en nuestra oración si estamos dispuestos a tirar lejos de nosotros lo que nos estorbe para acercarnos a Cristo, como hizo Bartimeo, aquel ciego que pedía limosna en las afueras de Jericó11.
El Señor vale infinitamente más que todos los bienes creados. No ocurrirá en nuestra vida como en la de aquellos gerasenos: toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, al verle, le rogaron que se alejara de su región12. Nosotros, por el contrario, digámosle, con las palabras de la oración de San Buenaventura para después de la Comunión: que Tú seas siempre (...) mi herencia, mi posesión, mi tesoro, en el cual esté siempre fija y firme e inconmoviblemente arraigada mi alma y mi corazón13. Señor, ¿a dónde iría yo sin Ti?
1 Mc 5, 1-20. — 2 Hech 10, 38. — 3 J. Orlandis, La vocación cristiana del hombre de hoy, Rialp, 2ª ed., Madrid 1964, p. 186. — 4 Conc. Vat. II, Const. Gaudium et spes, 41. — 5 T. Kempis, Imitación de Cristo, II, 8, 3. — 6 Juan Pablo II, Meditación-plegaria, Lourdes, 14-VIII-1983. — 7 A. del Portillo, Carta 31-V-1987, n. 5. — 8 San Juan Crisóstomo, Homilías sobre San Mateo, 28, 3. — 9 Mt 6, 24. — 10 Conc. Vat. II, loc. cit., 63. — 11 Cfr. Mc 10, 50. — 12 Mt 8, 34. — 13 Misal Romano, Oración para la acción de gracias de la Comunión.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Martina Santa Virgen y Mártir, Enero 30
Virgen y Mártir Martirologio Romano: En Roma, conmemoración de santa Martina, a quien el papa Dono dedicó una basílica a su nombre en el foro romano (677). |
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San Fulgencio de Ruspe
Obispo
Año 533
Nace en Cartago, Africa, hacia el año 468.
Fulgencio significa: resplandeciente, brillante.
Aprendió a hablar perfectamente el griego y el latín y resultó ser un excelente administrador. Por eso fue nombrado tesorero general de la provincia donde vivía. Pero alarmado ante los peligros de pecar que hay en el mundo, y desilusionado de lo que lo material promete y no cumple, dispuso dedicarse a la vida espiritual.
Lo conmovió profundamente el leer un sermón que San Agustín hizo acerca del bellísimo Salmo 36 que dice: "No envidies a los que se dedican a obrar mal, porque ellos se secarán pronto como la hierba. Dedícate a hacer el bien y a confiar en el Señor, y El te dará lo que pide tu corazón". Desde entonces se dedicó a leer libros espirituales, a orar, a visitar templos y a mortificarse en el comer y en el beber.
A los 22 años llegó a un monasterio y pidió ser admitido como religioso. El Superior, viendo que era un hombre de mundo y de negocios, le dijo: "Primero aprenda a vivir en el mundo sin dedicarse a placeres prohibidos. ¿Se imagina que va a ser capaz de pasar una vida llena de dinero y de comodidades a una vida de pobreza y de ayunos como es la de los monjes?". Pero Fulgencio le respondió humildemente: ¿Padre: el buen Dios que me ha iluminado que me conviene hacerme religioso, no me concederá la fuerza y el valor para soportar las penitencias de los religiosos? Esta amable respuesta impresionó al superior, el cual lo admitió a hacer la prueba de ser monje.
Esta noticia conmovió a toda la ciudad. Pero la mamá se fue a la puerta del convento a gritar que Fulgencio debía dedicarse a administrar los bienes materialds, porque para ello tenía muy buenas cualidades. Tanto insistió aquella mujer que Fulgencio tuvo que huir de noche e irse a un convento a otra ciudad.
El año 499 una tribu de feroces guerreros de Numidia obligó a los religiosos a salir huyendo. Fulgencio llegó a la ciudad de Siracusa en Sicilia, Italia. Luego llegó a Roma y allí al ver las impresionantes ceremonias llenas de tanta solemnidad exclamó: "Dios mío: si aquí hay tanto esplendor, ¿Cómo será en el cielo?".
Volvió a su patria y fue nombrado obispo de la ciudad de Ruspe en Túnez. Como obispo siguió vistiendo pobremente y sacrificándose como un humilde monje. Siempre llevaba su traje pobre y desteñido de religioso mortificado. Jamás comía carne. Si alguna vez tomaba vino lo mezclaba con agua. Rezaba cada día más de 12 Salmos. Muchas veces viajaba descalzo.
Pero las gentes admiraban su atractiva amabilidad, y su gran humildad. Era querido y estimado por todos. E invitaba a muchos jóvenes a irse de monjes, y para ello construyó un monasterio cerca de la casa episcopal.
Un rey hereje expulsó a todos los jefes de la Iglesia Católica del norte de Africa y los envió a la isla de Cerdeña. Allí desterrado, Fulgencio se dedicó a escribir contra los herejes arrianos (que niegan que Jesucristo es Dios) y al rey le impresionaron tanto los escritos de este santo que le pidió que no los propagara. Le permitió volver al Africa, pero allá los herejes al oír lo bien que hablaba Fulgencio en defensa de la religión católica, pidieron que fuera desterrado otra vez.
Al salir hacia el destierro les dijo a los católicos que lloraban: "No se afanen. Pronto volveré y ya no me volverán a desterrar". Y así sucedió. Poco después murió el rey hereje (Trasimundo) y su sucesor (Hilderico) permitió que todos los católicos desterrados volvieran a su país.
La gente de Cartago (Africa) salió en grandes multitudes a recibir a Fulgencio. Como durante el desfile se desató un fuerte aguacero, los cristianos hicieron un toldo con sus mantos y allí llevaron a su queridísimo obispo.
San Fulgencio predicaba tan sumamente bien, que el obispo de Cartago, Bonifacio, decía: "No puedo oírle predicar sin que las lágrimas se me vengan a los ojos y sin que la emoción me llene totalmente. Bendito sea Dios que le dio tan grande sabiduría al obispo Fulgencio. En verdad se merece el nombre que tiene, nombre que significa el resplandeciente, el brillante".
Los últimos años sufría mucho por varias enfermedades y exclamaba frecuentemente: "Señor: ya que me mandas sufrimientos, envíame también la paciencia necesaria para soportarlos. Acepto en esta vida los sufrimientos que permites que me llegue, y en cambio te pido tu perdón y tu misericordia y la vida eterna".
Murió a los 66 años, en enero del año 533. Se había propuesto imitar en todo lo posible a San Agustín y lo consiguió admirablemente. Tanta era la estimación que la gente sentía por él que no le permitieron que fuera enterrado en otro sitio sino debajo del altar mayor en la Catedral. Aún hoy día, en los libros de oraciones de los sacerdotes hay varios sermones de San Fulgencio de Ruspe, gran sabio y gran santo.
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Fuente: Archidiócesis de Madrid
Jacinta Mariscotti, Santa Virgen, Enero 30
Abadesa Martirologio Romano: En la ciudad de Viterbo, en el Lacio (hoy Italia), santa Jacinta Mariscotti, virgen, de la Tercera Orden Regular de San Francisco, la cual, después de perder quince años entregada a vanos deleites, abrazó con ardor la conversión y promovió confraternidades para consolar a los ancianos, fomentando el culto a la Eucaristía (1640). |
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Muciano María Wiaux, Santo Religioso Lasallisa, Enero 30
El Hermano que siempre ora Martirologio Romano: En Malonne, lugar de Bélgica, san Muciano María Viaux, de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que dedicó toda su vida con constancia y generosidad a la formación de los jóvenes (1917). |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Sebastian Valfre, Beato Sacerdote, Enero 30
Presbítero Martirologio Romano: En Turín, ciudad del Piamonte, en Italia, beato Sebastián Valfré, presbítero de la Congregación del Oratorio, que con su entrega desinteresada ayudó a pobres, enfermos y encarcelados, y condujo a muchos hacia Cristo con su amistad y su eximia caridad (1710). |
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Fuente: Vatican.va
Columba Marmion, Beato Abad Benedictino, Enero 30
Abad Martirologio Romano: En el monasterio de san Benito de Maredsous, también en Bélgica, beato Columba (José) Marmión, que, nacido en Irlanda y ordenado sacerdote, llegó a ser abad de aquel monasterio benedictino, donde se distinguió como padre del cenobio, guía de almas en el camino de la santidad y por su riqueza en doctrina espiritual y elocuencia (1923). |
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Fuente: Vatican.va
Bronislao Buenaventura Markiewicz, Beato Sacerdote Salesiano, 30 de enero
Bronislao Markiewicz nació el 13 de julio de 1842 en Pruchnik, Polonia, en la actual archidiócesis de Przemyśl de la Iglesia latina, sexto de once hijos de Juan Markiewicz, burgomaestre de la ciudad, y Marianna Gryziecka. Recibío en su familia una sólida formación religiosa. Más tarde, durante sus estudios clásicos en Przemyśl, experimentó una cierta vacilación en la fe debido, en gran parte, al ambiente fuertemente antirreligioso que reinaba en la escuela. Logró, sin embargo, superarla pronto recobrando serenidad y paz interior. |
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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, Enero 30
San Matías, obispo |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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