JMJ
Pax
Ustedes son la luz del mundo
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 13-16
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve desabrida, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla y que la pise la gente.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de una montaña. Tampoco se enciende una vela para meterla debajo de una olla, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Que alumbre así su luz a la gente para que vean sus buenas obras y den gloria a su Padre que está en el cielo.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
5o. Dom Ord Ciclo A
Antífona de Entrada
Entremos y adoremos de rodillas al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios.
Oración Colecta
Oremos:
Señor, que tu amor incansable cuide y proteja siempre a estos hijos tuyos, que han puesto en tu gracia toda su esperanza.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Entonces surgirá tu luz como la aurora
Lectura del profeta Isaías 58, 7-10
Esto dice el Señor:
"Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al que va desnudo, y no te desentiendas de tu semejantes.
Entonces brillará tu luz como la aurora, en seguida tus heridas sanarán; te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor.
Entonces clamarás al Señor y te responderá. Gritarás y te dirá: Aquí estoy.
Cuando destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia, cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 111
El justo brilla como una luz en las tinieblas.
Quien es justo, clemente compasivo, como una luz en las tinieblas brilla. Quienes, compadecidos, prestan y llevan su negocio honradamente jamás se desviará.
El justo brilla como una luz en las tinieblas.
El justo no vacilará; vivirá su recuerdo siempre. No temerá malas noticias, porque el Señor vive confiadamente.
El justo brilla como una luz en las tinieblas.
Firme está y sin temor en su corazón. Al pobre da limosna, obra siempre conforme a la justicia; su frente se alazará frente a su gloria. El justo brilla como una luz en las tinieblas.
Segunda Lectura
Les he anunciado a Cristo crucificado
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 2, 1-5
Hermanos: Cuando vine a anunciarles el testimonio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre ustedes me precié de saber cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado.
Me presenté a ustedes débil y temeroso; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que su fe no se apoye en la sabiduría humana, sino en el poder de Dios.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue tendrá la luz de la vida.
Aleluya.
Evangelio
Ustedes son la luz del mundo
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 13-16
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve desabrida, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla y que la pise la gente.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de una montaña. Tampoco se enciende una vela para meterla debajo de una olla, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Que alumbre así su luz a la gente para que vean sus buenas obras y den gloria a su Padre que está en el cielo.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Oremos, hermanos y hermanas, al Padre del Unigénito, al Hijo del Dios eterno y al Espíritu, fuente de todo bien.
Respondemos a cada petición:
Hágase tu voluntad, Señor.
Para la Iglesia inmaculada del Dios verdadero extendida por todo el mundo, pidamos la plena riqueza del amor de Dios, roguemos al Señor.
Hágase tu voluntad, Señor.
Para los que gobiernan los pueblos y tienen en su mano el destino de los seres humanos, pidamos el espíritu de justicia y el deseo de servir con dedicación a sus súbditos, roguemos al Señor.
Hágase tu voluntad, Señor.
Por los débiles que se ven oprimidos y por los justos que sufren persecución, oremos a Jesús, el Salvador, roguemos al Señor.
Hágase tu voluntad, Señor.
Para nosotros mismos, pidamos al Señor un temor filial, un amor ferviente, una vida feliz y una santa muerte, roguemos al Señor.
Hágase tu voluntad, Señor.
Celebrante:
Dios nuestro, que en la necedad de la cruz has manifestado cómo tu sabiduría está por encima de la prudencia del mundo; escucha nuestras oraciones y haz que comprendamos el verdadero espíritu del Evangelio, para que, fervorosos en la fe y fuertes en la caridad, nos convirtamos en luz del mundo y sal de la tierra. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Señor, Dios nuestro, que nos has dado este pan y este vino para reparar nuestras fuerzas, conviértelos para nosotros en sacramento de vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
El misterio pascual y el pueblo de Dios
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Quien, por su misterio pascual, realizó la obra maravillosa de llamarnos del pecado y de la muerte al honor de ser estirpe elegida,
sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de su propiedad, para que, trasladados de las tinieblas a tu luz admirable, proclamemos ante el mundo tus maravillas.
Por eso, con todos los ángeles y arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Antífona de la Comunión
Demos gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace por su pueblo. Calmó el ansia de los sedientos y a los hambrientos los colmó de bienes.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Señor, tú que has querido hacernos participar de un mismo pan y de un mismo cáliz, concédenos vivir de tal manera unidos en Cristo, que nuestro trabajo sea eficaz para la salvación del mundo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
__________________________________________________________________________________________
† Meditación diaria
Quinto Domingo
ciclo a
SER LUZ CON EL EJEMPLO
— Los cristianos debemos ser sal y luz en medio del mundo. El ejemplo ha de ir por delante.
— Ejemplaridad en la vida familiar, profesional, etc.
— Ejemplares en la caridad y en la templanza. Para nada sirve la sal insípida.
I. En el Evangelio de la Misa de este domingo1 nos habla el Señor de nuestra responsabilidad ante el mundo: Vosotros sois la sal de la tierra... Vosotros sois la luz del mundo. Y nos lo dice a cada uno, a quienes queremos ser sus discípulos.
La sal da sabor a los alimentos, los hace agradables, preserva de la corrupción y era un símbolo de la sabiduría divina. En el Antiguo Testamento se prescribía que todo lo que se ofreciera a Dios llevase la sal2, significando la voluntad del oferente de que fuera agradable. La luz es la primera obra de Dios en la creación3, y es símbolo del mismo Señor, del Cielo y de la Vida. Las tinieblas, por el contrario, significan la muerte, el infierno, el desorden y el mal.
Los discípulos de Cristo son la sal de la tierra: dan un sentido más alto a todos los valores humanos, evitan la corrupción, traen con sus palabras la sabiduría a los hombres. Son también luz del mundo, que orienta y señala el camino en medio de la oscuridad. Cuando viven según su fe, con su comportamiento irreprochable y sencillo, brillan como luceros en el mundo4, en medio del trabajo y de sus quehaceres, en su vida corriente. En cambio, ¡cómo se nota cuando el cristiano no actúa en la familia, en la sociedad, en la vida pública de los pueblos! Cuando el cristiano no lleva la doctrina de Cristo allí donde se desarrolla su vida, los mismos valores humanos se vuelven insípidos, sin trascendencia alguna, y muchas veces se corrompen.
Cuando miramos a nuestro alrededor nos parece como si, en muchas ocasiones, los hombres hubieran perdido la sal y la luz de Cristo. "La vida civil se encuentra marcada por las consecuencias de las ideologías secularizadas, que van, desde la negación de Dios o la limitación de la libertad religiosa, a la preponderante importancia atribuida al éxito económico respecto a los valores humanos del trabajo y de la producción; desde el materialismo y el hedonismo, que atacan los valores de la familia prolífica y unida, los de la vida recién concebida y la tutela moral de la juventud, a un "nihilismo" que desarma la voluntad para afrontar problemas cruciales como los de los nuevos pobres, emigrantes, minorías étnicas y religiosas, recto uso de los medios de información, mientras arma las manos del terrorismo"5. Hay muchos males que se derivan de "la defección de bautizados y creyentes de las razones profundas de su fe y del vigor doctrinal y moral de esa visión cristiana de la vida, que garantiza el equilibrio a personas y comunidades"6. Se ha llegado a esta situación –en la que es preciso evangelizar de nuevo a Europa y al mundo7– por el cúmulo de omisiones de tantos cristianos que no han sido sal y luz, como el Señor les pedía.
Cristo nos dejó su doctrina y su vida para que los hombres encuentren sentido a su existencia y hallen la felicidad y la salvación. No puede ocultarse una ciudad situada en lo alto de un monte; ni se enciende una luz para ponerla debajo del celemín, sino sobre un candelero a fin de que alumbre a todos los de la casa, nos sigue diciendo el Señor en el Evangelio de la Misa. Alumbre así vuestra luz ante los hombres para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Y para eso es necesario, en primer lugar, el ejemplo de una vida recta, la limpieza de conducta, el ejercicio de las virtudes humanas y cristianas en la vida sencilla de todos los días. La luz, el buen ejemplo, ha de ir por delante.
II. Frente a esa marea de materialismo y de sensualidad que ahoga a los hombres, el Señor "quiere que de nuestras almas salga otra oleada –blanca y poderosa, como la diestra del Señor–, que anegue, con su pureza, la podredumbre de todo materialismo y neutralice la corrupción, que ha inundado el Orbe: a eso vienen –y a más– los hijos de Dios"8, a llevar a Cristo a tantos que conviven con nosotros, a que Dios no sea un extraño en la sociedad.
Transformaremos de verdad el mundo –comenzando por ese mundo quizá pequeño en el que se lleva a cabo nuestra actividad y en el que se despiertan nuestras ilusiones– si la enseñanza comienza con el testimonio de la vida personal: si somos ejemplares, competentes y honrados en el trabajo profesional; en la familia, dedicando a los hijos, a los padres, el tiempo que necesitan; si nos ven alegres, también en medio de la contradicción y del dolor; si somos cordiales..., "creerán a nuestras obras más que a cualquier otro discurso"9 y se sentirán atraídos a la vida que muestran nuestras acciones. El ejemplo prepara la tierra en la que fructificará la palabra. Sin nada que no sea propio de cristianos corrientes, podemos mostrar lo que significa seguir de verdad al Señor en el quehacer cotidiano, como hicieron los primeros cristianos. San Pablo lo urgía así a los fieles de Éfeso: os conjuro a que os portéis de una manera digna de la vocación a la que habéis sido llamados10.
Nos han de conocer como hombres y mujeres leales, sencillos, veraces, alegres, trabajadores, optimistas; nos hemos de comportar como personas que cumplen con rectitud sus deberes y que saben actuar en todo momento como hijos de Dios, que no se dejan arrastrar por cualquier corriente. La vida del cristiano constituirá entonces una señal por la que conocerán el espíritu de Cristo. Por eso, debemos preguntarnos con frecuencia en nuestra oración personal si nuestros compañeros de trabajo, nuestros familiares y amigos, al presenciar nuestras acciones, se ven movidos a glorificar a Dios, porque ven en ellas la luz de Cristo: será un buen signo de que hay luz en nosotros y no oscuridad, amor a Dios y no tibieza. "Él –nos dice el Papa Juan Pablo II– tiene necesidad de vosotros... De algún modo le prestáis vuestro rostro, vuestro corazón, toda vuestra persona, convencidos, entregados al bien de los demás, servidores fieles del Evangelio. Entonces será Jesús mismo el que quede bien; pero si fueseis flojos y viles, oscureceríais su auténtica identidad y no le haríais honor"11. No perdamos nunca de vista esta realidad: los demás han de ver a Cristo en nuestro sencillo y sereno comportamiento diario: en el trabajo, en el descanso, al recibir buenas o malas noticias, cuando hablamos o permanecemos en silencio... Y para esto es necesario seguir muy de cerca al Maestro.
III. En la Primera lectura12, el Profeta Isaías enumera una serie de obras de misericordia, que darán al cristiano la posibilidad de manifestar la caridad de su corazón, y que consisten en amar a los demás como nos ama el Señor13: compartir el pan y el techo, vestir al desnudo, desterrar los gestos amenazadores y las maledicencias. Entonces –canta el Salmo responsorial– romperá tu luz como la aurora (...), brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía14. La caridad ejercida a nuestro alrededor, en las circunstancias más diferentes, será un testimonio que atraerá a muchos a la fe de Cristo, pues Él mismo dijo: En esto conocerán que sois mis discípulos15. Las mismas normas corrientes de la convivencia, que para muchas personas se quedan en algo exterior y solo las practican porque hacen más fácil el trato social, para los cristianos deben ser fruto también de la caridad –de su unión con Dios, que llena de contenido sobrenatural esos gestos–, manifestación externa de aprecio y de interés. "Ahora adivino –escribe Santa Teresa de Lisieux– que la verdadera caridad consiste en soportar todos los defectos del prójimo, en no extrañar sus debilidades, en edificarse con sus menores virtudes; pero he aprendido especialmente que la caridad no debe quedar encerrada en el fondo del corazón, pues no se enciende una luz para ponerla debajo de un celemín, sino sobre un candelero a fin de que alumbre a todos los de la casa. Me parece que esta antorcha representa la caridad que debe iluminar y alegrar no solo a aquellos que más quiero, sino a todos los que están en la casa"16, a toda la familia, a cada uno de los que comparten nuestro trabajo... Caridad que se manifestará en muchos casos a través de las formas usuales de la educación y de la cortesía.
Otro aspecto importante, en el que los cristianos hemos de ser esa sal y luz de la que nos habla el Señor, es la templanza y la sobriedad. Nuestra época "se caracteriza por la búsqueda del bienestar material a cualquier coste, y por el correspondiente olvido –mejor sería decir miedo, auténtico pavor– de todo lo que pueda causar sufrimiento. Con esta perspectiva, palabras como Dios, pecado, cruz, mortificación, vida eterna..., resultan incomprensibles para gran cantidad de personas, que desconocen su significado y su contenido"17. Por ello, es particularmente urgente dar testimonio generoso de templanza y de sobriedad, que manifiestan el señorío de los hijos de Dios, utilizando los bienes "según las necesidades y deberes, con la moderación del que los usa, y no del que los valora demasiado y se ve arrastrado por ellos"18.
Le pedimos hoy a la Virgen que sepamos ser sal, que impide la corrupción de las personas y de la sociedad, y luz, que no solo alumbra sino que calienta, con la vida y con la palabra; que estemos siempre encendidos en el amor, no apagados; que nuestra conducta refleje con claridad el rostro amable de Jesucristo. Con la confianza que Ella nos inspira, pidamos en la intimidad de nuestro corazón: Señor Dios nuestro, tú que hiciste de tantos santos una lámpara que a la vez ilumina y da calor en medio de los hombres, concédenos caminar con ese encendimiento de espíritu, como hijos de la luz19.
1 Mt 5, 13-16. — 2 Cfr. Lev 2, 13. — 3 Gen 1, 1-5.— 4 Cfr. Flp 2, 15. — 5 Juan Pablo II, Discurso 9-XI-1982. — 6 Ibídem. — 7 ídem, Discurso 11-X-1985. — 8 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 23. — 9 Cfr. San Juan Crisóstomo, Homilía sobre San Mateo, 15, 9. — 10 Ef 4, 1. — 11 Juan Pablo II, Homilía, 29-V-1983. — 12 Is 58, 7-10. — 13 Cfr. Jn 15, 12. — 14 Cfr. Sal 3, 4-5. — 15 Cfr. Jn 13, 35. — 16 Santa Teresa de Lisieux, Historia de un alma, IX, 24. — 17 A. del Portillo, Carta 25-XII-1985, n. 4. — 18 San Agustín, Sobre las costumbres de la Iglesia católica, 1, 21. — 19 Cfr. Oración colecta de San Bernardo Abad.
___________________________________________________________________________________________
2º Domingo de San José
LAS VIRTUDES DE SAN JOSÉ
— Humildad del Santo Patriarca.
— Fe, esperanza y amor.
— Sus virtudes humanas.
I. En este segundo domingo dedicado a San José podemos contemplar las virtudes por las cuales el Santo Patriarca es modelo para nosotros, que, como él, llevamos una vida corriente de trabajo. San Mateo, al presentar al Santo Patriarca, escribe: José, su esposo, como era justo...1. Esta es la alabanza y la definición que el Evangelio hace de San José: hombre justo. Esta justicia no es solo la virtud que consiste en dar a cada uno lo que se le debe: es también santidad, práctica habitual de la virtud, cumplimiento de la voluntad de Dios. El concepto de justo en el Antiguo Testamento es el mismo que el Evangelio expresa con el término santo. Justo es el que tiene un corazón puro y es recto en sus intenciones, es el que en su conducta observa todo lo prescrito con relación a Dios, al prójimo y a sí Mismo...2. José fue justo en todas las acepciones de la palabra; en él se dieron en plenitud todas las virtudes, en una vida sencilla, sin relieve humano especial.
Al considerar las virtudes del Santo Patriarca, ocultas en ocasiones a los ojos de los hombres pero resplandecientes siempre a los ojos de Dios, hemos de tener en cuenta que estas cualidades a veces no son valoradas por aquellos que solo viven en la superficie de las cosas y de los acontecimientos. Es un hábito frecuente entre los hombres "darse enteramente a lo de fuera y descuidar lo interior; trabajar contra reloj; aceptar la apariencia y despreciar lo efectivo y lo sólido; preocuparse demasiado por lo que parecen y no pensar qué es lo que deben ser. De aquí que las virtudes que se estimen sean las que entran en juego en los negocios y en el comercio de los hombres; muy al contrario, las virtudes interiores y ocultas en las que el público no toma parte, en donde todo pasa entre Dios y el hombre, no solo no se siguen, sino que incluso no se comprenden. Y sin embargo, en este secreto radica todo el misterio de la virtud verdadera (...). José, hombre sencillo, buscó a Dios; José, hombre desprendido, encontró a Dios; José, hombre retirado, gozó de Dios"3. Nuestra vida, como la del Santo Patriarca, consiste en buscar a Dios en el quehacer diario, encontrarle, amarle y alegrarnos en su amor.
La primera virtud que se manifiesta en la vida de San José es la humildad, al descubrir la grandeza de su vocación y la propia poquedad. Alguna vez, al terminar la tarea o en medio de ella, mientras miraba a Jesús cerca de él, se preguntaría: ¿por qué me eligió Dios a mí y no a otro?, ¿qué tengo yo para haber recibido este encargo divino? Y no encontraría respuesta, porque la elección para una misión divina es siempre asunto del Señor. Él es el que llama y da gracia abundante para que los instrumentos sean idóneos. Hemos de tener en cuenta que "el nombre de José significa, en hebreo, Dios añadirá. Dios añade, a la vida santa de los que cumplen su voluntad, dimensiones insospechadas: lo importante, lo que da su valor a todo, lo divino. Dios, a la vida humilde y santa de José, añadió –si se me permite hablar así– la vida de la Virgen María y la de Jesús, Señor Nuestro. Dios no se deja nunca ganar en generosidad. José podía hacer suyas las palabras que pronunció Santa María, su Esposa: Quia fecit mihi magna qui potens est, ha hecho en mí cosas grandes Aquel que es todopoderoso, quia respexit humilitatem, porque se fijó en mi pequeñez (Lc 1, 48-49).
"José era efectivamente un hombre corriente, en el que Dios se confió para obrar cosas grandes"4.
El conocimiento de su llamada, la enormidad de la gracia recibida y su gratuidad confirmaron la humildad de José. Su vida estuvo siempre llena de agradecimiento a Dios y de admiración ante el encargo recibido. Eso mismo espera el Señor de nosotros: mirar los acontecimientos a la luz de la propia vocación, vivida en su más plena radicalidad5, admirarnos una y otra vez ante tanto don de Dios y agradecer la bondad del Señor que nos llama a trabajar en su viña.
II. No le hizo vacilar la incredulidad ante la promesa de Dios, sino que, fortalecido por la fe, dio gloria a Dios6.
La fe de José, a pesar de la oscuridad del misterio, se mantuvo siempre firme, precisamente porque fue humilde. La palabra de Dios transmitida por el Ángel le esclarece la concepción virginal del Salvador, y José creyó con sencillez de corazón. Pero la oscuridad no debió de tardar en reaparecer: José era pobre, dependía de su trabajo ya cuando recibe la revelación sobre el misterio de la Maternidad divina de María; y resulta aún más pobre cuando viene Jesús al mundo, No puede ofrecer un lugar digno para el nacimiento del Hijo del Altísimo, pues no los reciben en ninguna de las casas ni en la posada de Belén; y José sabe que aquel Niño es el Señor, Creador de cielos y tierra. Después, la fe de José se pondría de nuevo a prueba en la huida precipitada a Egipto... El Dios fuerte huye de Herodes. ¡Cuántas veces nuestra fe habrá de reafirmarse ante acontecimientos en los que se pone de manifiesto que la lógica de Dios es, en tantas ocasiones, distinta de la lógica de los hombres! San José supo ver a Dios en cada acontecimiento, y para esto fue precisa una gran santidad, resultado de la continua correspondencia a las gracias que recibía.
La esperanza se puso de manifiesto en su anhelo creciente ante la llegada del Redentor, que había de estar a su cuidado. Más tarde esta virtud se ejercitó desde los primeros días de Jesús Niño, cuando le vio crecer a su lado, y se preguntaría muchas veces cuándo se manifestaría como Mesías al mundo. Su amor a Jesús y a María, alimentado por la fe y la esperanza, creció de día en día. Nadie les quiso tanto como él. Y este amor se manifestaba en su vida diaria: en la manera de trabajar, en el trato con los vecinos y clientes...
III. ... como era justo...
La gracia hace que cada hombre llegue a su plenitud, según el plan previsto por Dios; y no solo sana las heridas de la naturaleza humana, sino que la perfecciona. Los innumerables dones que recibió San José para cumplir la misión recibida de Dios y su perfecta correspondencia hicieron del Santo Patriarca un hombre lleno de virtudes humanas y sobrenaturales. "De las narraciones evangélicas se desprende la gran personalidad humana de José (...). Yo me lo imagino -decía San Josemaría Escrivá joven, fuerte, quizá con algunos años más que Nuestra Señora, pero en la plenitud de la edad y de la energía humana"7.
Su justicia, su santidad delante de Dios se traslucía en su hombría de bien delante de los hombres. San José era un hombre bueno, en toda la plenitud de esta palabra: un hombre del que los demás se podían fiar; leal con los amigos, con los clientes; honrado, cobrando lo justo, realizando a conciencia los encargos que recibía. Dios se fió de él hasta el punto de encomendarle a su Madre y a su Hijo. Y no quedó defraudado.
La vida de San José estuvo llena de trabajo, primero en Nazareth, luego quizá en Belén, en Egipto y después de nuevo en Nazareth. Todos le conocieron por su laboriosidad y espíritu de servicio, que debió tener una extraordinaria importancia en la formación de un carácter recio, como se comprueba en las diversas circunstancias en las que aparece en el Evangelio. No podía ser de otra manera quien en todo secundó con tanta prontitud los planes de Dios y se vio sometido a pruebas difíciles, según nos relata el Evangelio de San Mateo.
Su oficio en aquella época requería destreza y habilidad. En Palestina, un "carpintero" era un hombre hábil, singularmente hábil y muy estimado8. Construía objetos tan diversos, y tan necesarios y útiles, como vigas, arcas donde guardar la ropa, mesas, sillas, las tablas donde se amasaba la harina antes de llevarla al horno, yugos, artesas... Y utilizaba instrumentos tan distintos como la sierra, el cepillo, la garlopa, el escoplo, la lima, el formón, la azuela, el martillo... Sabía encolar, ensamblar... Conocía bien las diferentes maderas: su calidad, su dureza, para qué era más apropiada cada una...
Según aparece en el Evangelio, las virtudes humanas y sobrenaturales de San José se pueden resumir en pocas palabras: fue un hombre justo. Justo ante Dios y justo ante los hombres. Eso se debería decir de cada uno de nosotros. Eso es lo que Dios espera de todos.
Su justicia se manifestaba en un corazón puro e irreprochable, en un oído dispuesto para captar el querer divino y llevarlo a cabo. Era una persona agradable y cordial en el trato, atento a las necesidades de sus amigos y vecinos, amable con todos, alegre. Aunque el Evangelio no ha conservado ninguna palabra suya, sí nos ha descrito sus obras: acciones sencillas, cotidianas, en las que se reflejaban su santidad y su amor, y que deben ser el espejo donde frecuentemente nos miremos nosotros, que hemos de santificar una vida normal, como la del Santo Patriarca. "Se trata, en definitiva, de la santificación de la vida cotidiana, que cada uno debe alcanzar según el propio estado y que puede ser fomentada según un modelo accesible a todos: "San José es el modelo de los humildes, que el cristianismo eleva a grandes destinos; San José es la prueba de que para ser buenos y auténticos seguidores de Cristo no se necesitan grandes cosas, sino que se requieren solamente las virtudes comunes, humanas, sencillas, pero verdaderas y auténticas" (Pablo VI, Alocución, 19-III-1969)"9.
1 Cfr. Mt 1, 18. — 2 Cfr. J. Dheilly, Diccionario bíblico, Herder, Barcelona 1970, voz Justicia, p. 694 ss. — 3 Bossuet, Segundo panegírico de San José, exordio. — 4 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 40. — 5 Cfr. Juan Pablo II, Exhor. Apost. Christifideles laici, 30-XII-1988, 2. — 6 Liturgia de las Horas. Solemnidad de San José, Responsorio de la Primera lectura. — 7 San Josemaría Escrivá, o. c., 40. — 8 Cfr. H. Daniel-Rops, Vida cotidiana en Palestina, Hachette, París 1961, p, 295. — 9 Juan Pablo II, Exhor. Apost, Redemptoris custos, 15-VIII-1989, 24
___________________________________________________________________________________________
† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Santa Agueda, vírgen y mártir (Año 251)
Agueda significa "la buena", "la virtuosa".
Un himno latino sumamente antiguo canta así: "Oh Agueda: tu corazón era tan fuerte que logró aguantar que el pecho fuera destrozado a machetazos y tu intercesión es tan poderosa, que los que te invocan cuando huyen al estallar el volcán Etna, se logran librar del fuego y de la lava ardiente, y los que te rezan, logran apagar el fuego de la concupiscencia.".
Agueda nación en Catania, Sicilia, al sur de Italia, hacia el año 230.
Como Santa Inés, Santa Cecilia y Santa Lucía,
decidió conservarse siempre pura y virgen, por amor a Dios.
En tiempos de la persecución del tirano emperador Decio, el gobernador Quinciano se propone enamorar a Agueda, pero ella le declara que se ha consagrado a Cristo.
Para hacerle perder la fe y la pureza el gobernador la hace llevar a una casa de mujeres de mala vida y estarse allá un mes, pero nada ni nadie logra hacerla quebrantar el juramento de virginidad y de pureza que le ha hecho a Dios. Allí, en esta peligrosa situación, Agueda repetía las palabras del Salmo 16: "Señor Dios: defiéndeme como a las pupilas de tus ojos. A la sombra de tus alas escóndeme de los malvados que me atacan, de los enemigos mortales que asaltan.
El gobernador le manda destrozar el pecho a machetazos y azotarla cruelmente. Pero esa noche se le aparece el apóstol San Pedro y la anima a sufrir por Cristo y la cura de sus heridas.
Al encontrarla curada al día siguiente, el tirano le pregunta: ¿Quién te ha curado? Ella responde: "He sido curada por el poder de Jesucristo". El malvado le grita: ¿Cómo te atreves a nombrar a Cristo, si eso está prohibido? Y la joven le responde: "Yo no puedo dejar de hablar de Aquél a quien más fuertemente amo en mi corazón".
Entonces el perseguidor la mandó echar sobre llamas y brasas ardientes, y ella mientras se quemaba iba diciendo en su oración: "Oh Señor, Creador mío: gracias porque desde la cuna me has protegido siempre. Gracias porque me has apartado del amor a lo mundano y de lo que es malo y dañoso. Gracias por la paciencia que me has concedido para sufrir. Recibe ahora en tus brazos mi alma". Y diciendo esto expiró. Era el 5 de febrero del año 251.
Desde los antiguos siglos los cristianos le han tenido una gran devoción a Santa Agueda y muchísimos y muchísimas le han rezado con fe para obtener que ella les consiga el don de lograr dominar el fuego de la propia concupiscencia o inclinación a la sensualidad.
Propósito: Digámosle a Dios: "Señor, aquí están todas mis concupiscencias y malas inclinaciones. Mi vida se puede convertir fácilmente en un desorden. Toma en tus manos estas mis malas inclinaciones y cálmalas y cúralas, tu que curaste las heridas de tu sierva Agueda y le diste fortaleza para resistir al fuego. Creo que el poder y la bondad de mi Dios podrán obtener lo que mis pobres fuerzas no han logrado. Dios puede mejorar radicalmente mi personalidad. ¿Cuántas veces pondré en manos de Dios mis concupiscencias y malas inclinaciones para que El las cure y las calme? ¿Cuántas veces cada día?
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
San Felipe de Jesús, mártir (1572 – 1597)
"Jesús, Jesús, Jesús", gritó San Felipe de Jesús antes de morir en una cruz y atravesado por dos lanzas durante las persecuciones contra los cristianos en Japón. Su fiesta se celebra cada 5 de febrero y es el primer mártir mexicano, así como patrono de la Ciudad de México.
Felipe nació en la ciudad de México el año 1572, hijo de honrados inmigrantes españoles. En su niñez se caracterizó por su índole inquieta y traviesa. Se cuenta que su aya, una buena negra cristiana, al comprobar las diarias travesuras de Felipillo, solía exclamar, con la mirada fija en una higuera seca que, en el fondo del jardín, levantaba a las nubes sus áridas ramas: "Antes la higuera seca reverdecerá, que Felipe llegue a ser santo" El chico no tenía madera de santo.
Pero un buen día entró en el noviciado de los franciscanos dieguinos; más no pudiendo resistir la austeridad, otro buen día se escapó del convento.
Regresó a la casa paterna y ejerció durante algunos años el oficio de platero, si bien con escasas ganancias; por lo que su padre, Alonso de las Casas, lo envió a las islas Filipinas a probar fortuna. Felipe contaba ya para entonces 18 años. Se estableció en el emporio de artes, riquezas y placeres que era en esos tiempos la ciudad de Manila.
Nuestro joven gozó por un tiempo de los deslumbrantes atractivos de aquella ciudad, pero pronto se sintió angustiado: el vacío de Dios se dejó sentir muy hondo, hasta las últimas fibras de su ser; en medio de aquel doloroso vacío, volvió a oír la tenue llamada de Cristo: "Si quieres venir en pos de Mí, renuncia a ti mismo, toma tu cruz y sígueme" (Mt. 16, 24).
Y Felipe volvió a tomar la cruz: entró con los franciscanos de Manila y ahora sí tomó muy en serio su conversión... oró mucho, estudió, cuidó amorosamente a los enfermos y necesitados, y un buen día le anunciaron que ya podía ordenarse sacerdote, y que, por gracia especial, esa ordenación tendría lugar precisamente en su ciudad natal, en México.
Se embarcó juntamente con Fray Juan Pobre y otros franciscanos rumbo a la Nueva España; pero una gran tempestad arrojó el navío a las costas de Japón, entonces evangelizado, entre otros, por Fray Pedro Bautista y algunos Hermanos de la provincia franciscana de Filipinas. Felipe se sintió dichoso: ahora podría ahondar más en su conversión esforzándose por convertir a muchos japoneses.
Las conversiones en Japón aumentaban día a día; pero entonces estalló la persecución de Taicosama contra los franciscanos y sus catequistas.
Nuestro Felipe, por su calidad de náufrago hubiera podido evitar honrosamente la prisión y los tormentos, como habían hecho Fray Juan Pobre y otros compañeros de naufragio. Pero Felipe rechazó esa manera fácil de rehuir su actividad. Quería convertirse siempre más a fondo, hasta abrazarse del todo con la cruz de Cristo. Siguió, pues, hasta el último suplicio a San Pedro Bautista y demás misioneros franciscanos que desde hacía años evangelizaban el Japón.
Felipe, juntamente con ellos, fue llevado en procesión por algunas de las principales ciudades para que se burlaran de él. Sufrió pacientemente que le cortaran, como a todos los demás, una oreja, y, finalmente en Nagasaki, en compañía de otros 21 franciscanos, cinco de la Primera Orden y quince de la Tercera Orden, además de tres jóvenes jesuitas, se abrazó a la cruz de la cual fue colgado, suspendido mediante una argolla y atravesado por dos lanzas. Felipe fue el primero en morir en medio de todos aquellos gloriosos mártires. Sus últimas palabras fueron: "Jesús, Jesús, Jesús".
Felipe se había convertido plena y totalmente a Cristo. Era el 5 de febrero de 1597. Cuenta la leyenda que ese mismo día la higuera seca de la casa paterna reverdeció de pronto y dio fruto. Felipe fue beatificado, juntamente con sus compañeros de cruento martirio, el 14 de septiembre de 1627, y canonizado el 8 de junio de 1862.
Felipe, el joven que supo convertirse hasta dar la vida por Cristo, ha sido declarado patrono de la Ciudad de México y de su arzobispado.
A los pocos años se convirtió en fiesta nacional y el nombre del santo fue adoptado por barrios y pueblos que lo eligieron como patrono. Fue beatificado con sus compañeros de martirio, el 14 de septiembre de 1627, y canonizado el 8 de junio de 1862.
Entre 1958 y 1962 se construyó en Japón el conjunto arquitectónico del parque Nishizaka, en Nagasaki, conformado por la Iglesia San Felipe de Jesús y el museo de los 26 Mártires. Todo esto en el marco del centenario de la canonización de estos hombres de Dios y gracias a donaciones enviadas principalmente de México.
___________________________________________________________________________________________
Fuente: ACI Prensa
Isabel Canori Mora, Beata Laica, Febrero 5
Laica Martirologio Romano: En Roma, beata Isabel Canori Mora, madre de familia, que tras haber sufrido mucho tiempo, con caridad y paciencia, la infidelidad del marido, angustias económicas y la persecución de familiares, ofreció su vida a Dios por la conversión, salud, paz y santificación de los pecadores, y entró a formar parte de la Tercera Orden de la Santísima Trinidad (1825).
|
___________________________________________________________________________________________
Fuente: Enciclopedia Católica || ACI Prensa
Adelaida de Vilich, Santa Abadesa, Febrero 5
Abadesa Martirologio Romano: En Colonia, de Lotaringia, santa Adalheide, que fue la primera abadesa del monasterio de Vilich, en el que introdujo la Regla de san Benito, pasando después al monasterio de Santa María de Colonia, donde falleció (1015). |
___________________________________________________________________________________________
Fuente: agenciacatolica.com
Jesús Méndez Montoya, Santo Sacerdote y Mártir, 5 de febrero
Sacerdote y Mártir Martirologio Romano: En Valtiervilla, lugar de México, san Jesús Méndez, presbítero y mártir, que murió por Cristo durante la persecución mexicana (1928). |
___________________________________________________________________________________________
Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, Febrero 5
___________________________________________________________________________________________
Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
Si NO desea el evangelio, santoral y meditación diaria y sólo artículos interesantes censurados por la prensa (la mayoría), unos 4 por semana escriba a: ave-maria-purisima+subscribe@googlegroups.com (responder el mensaje de confirmación).
Para de-suscribirse escribir desde su casilla de email a:
REEMPLACEporNOMBREdelGRUPO+unsubscribe@googlegroups.com
Si no se desuscribe es porque recibe el mensaje en su otro email que le reenvía al actual: debe escribir desde ese otro email.
No hay comentarios:
Publicar un comentario