JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (12, 38-44)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, enseñaba Jesús a la multitud y le decía:
"¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplios ropajes y recibir reverencias en las calles; buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; se echan sobre los bienes de las viudas haciendo ostentación de largos rezos. Estos recibirán un castigo muy riguroso".
En una ocasión Jesús estaba sentado frente a las alcancías del templo, mirando cómo la gente echaba allí sus monedas. Muchos ricos daban en abundancia. En esto, se acercó una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor.
Llamando entonces a sus discípulos, Jesús les dijo:
"Yo les aseguro que esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos. Porque los demás han echado de lo que les sobraba; pero ésta, en su pobreza ha echado todo lo que tenía para vivir".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos su oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin sus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que lea. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdenos en sus intenciones y misas!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). "Te quiero, pero no te quiero ver todos los días, y menos los de descanso". ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice a otro? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesar pecados graves al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, demorar en bautizar a los niños, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado, etc. Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
Dios anuncia la paz a su pueblo
Feria de la 9a. semana del Tiempo Ordinario o memoria libre de san Efrén, diácono y doctor de la Iglesia
Mi boca, Señor, anunciará siempre tu salvación
Antífona de Entrada
Dios anuncia la paz a su pueblo, a todos sus amigos y a cuantos se convierten a él de
corazón.
Oración Colecta
Oremos:
Mueve, Señor, nuestros corazones para que correspondamos generosamente a la acción de tu gracia y recibamos, así, con abundancia, los dones de tu amor.
Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.
Primera Lectura
Lectura de la segunda carta
del apóstol san Pablo a
Timoteo (4, 1-8)
Querido hermano:
En presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos, te pido encarecidamente, por su advenimiento y por su Reino, que anuncies la palabra; insiste a tiempo y a destiempo; convence, reprende y exhorta con toda
paciencia y sabiduría.
Porque vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por sus propias pasiones, se rodearán de maestros que les halaguen el oído; se harán sordos a la verdad y sólo escucharán las
fábulas.
Tú, en cambio, sé siempre prudente, soporta los sufrimientos, cumple tu trabajo de evangelizador y desempeña a la perfección tu ministerio.
Para mí ha llegado la hora del sacrificio y se acerca el momento de mi partida. He luchado bien en el combate, he corrido hasta la meta, he perseverado en la fe. Ahora sólo espero la corona merecida, con la que el Señor, justo juez, me premiará en aquel día, y no solamente a mí, sino a todos aquellos que esperan con amor
su glorioso advenimiento.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 70
Mi boca, Señor,
anunciará siempre tu salvación.
Mis labios no han cesado de alabarte y pregonan tu gloria todo el día. Señor, en la vejez no me rechaces ni me abandones,falto de energías.
Mi boca, Señor,
anunciará siempre tu salvación.
En ti, Señor, yo seguiré confiando, y más y más te alabará mi boca. Yo proclamaré siempre tu justicia y a todas horas, tu misericordia.
Mi boca, Señor,
anunciará siempre tu salvación.
Tus hazañas, Señor, alabaré; diré a todos que sólo tú eres justo. Me enseñaste a alabarte desde niño y seguir alabándote es mi orgullo.
Mi boca, Señor,
anunciará siempre tu salvación.
La lealtad del Señor para conmigo celebrará mi lira. Al Santo de Israel, a ti, Dios mío, cantaré con mi cítara.
Mi boca, Señor,
anunciará siempre tu salvación.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos (12, 38-44)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, enseñaba Jesús a la multitud y le decía:
"¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplios ropajes y recibir reverencias en las calles; buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; se echan sobre los bienes de las viudas haciendo ostentación de largos rezos. Estos recibirán un castigo muy riguroso".
En una ocasión Jesús estaba sentado frente a las alcancías del templo, mirando cómo la gente echaba allí sus monedas. Muchos ricos daban en abundancia. En esto, se acercó una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor.
Llamando entonces a sus discípulos, Jesús les dijo:
"Yo les aseguro que esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos. Porque los demás han echado de lo que les sobraba; pero ésta, en su pobreza ha echado todo lo que tenía para vivir".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, este santo sacrificio que nos has mandado ofrecer en tu alabanza y concédenos por él obedecer siempre tus mandatos para que seamos
dignos de tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Común II
La salvación por Cristo
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Pues por amor creaste al hombre, y, aunque condenado justamente, lo redimiste por tu misericordia. Por Cristo nuestro Señor.
Por él, los ángeles y arcángeles, y todos los coros celestiales celebran tu gloria, unidos en común alegría. Permítenos asociarnos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo…
Antífona de la Comunión
Alabad al Señor todas las naciones, aclamadlo todos los pueblos, porque grande es su amor hacia nosotros y su fidelidad dura por siempre.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Tú que nos has hecho partícipes de tu propia vida en este sacramento, no permitas, Señor, que nos separemos ya de ti, que eres la fuente de todo bien.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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† Meditación diaria
9ª semana. Sábado
EL VALOR DE LO PEQUEÑO
— La limosna de la viuda pobre. Lo importante para Dios.
— El amor da valor a lo que es en sí pequeño y de escasa importancia. La tibieza y el descuido en lo pequeño.
— La santidad es un tejido de pequeñas menudencias. El crecimiento en las virtudes y las cosas pequeñas.
I. Nos relata San Marcos en el Evangelio de la Misa1 que estaba Jesús sentado frente al cepillo del Templo y observaba a la gente que echaba dinero en él. La escena tiene lugar en uno de los atrios, en la llamada Cámara del tesoro o Sala de las ofrendas; los días de la Pasión están ya cercanos.
Ante muchos que daban grandes cantidades, el Señor no hizo el menor comentario. Pero vio Jesús una mujer que se acercaba con el clásico atuendo de las viudas, con clara apariencia de ser una mujer pobre. Había esperado quizá a que la aglomeración desapareciera, y dejó dos monedas pequeñas; eran, entre las que estaban en circulación, las de menos valor. San Marcos aclara para los lectores no judíos, a quienes se dirige particularmente su Evangelio, la entidad real de estas monedas. Quiere llamar la atención de todos sobre la exigua cantidad que representaban. De cara a los hombres aquella limosna tenía muy poco valor: las dos monedas hacían un cuadrante, es decir, la cuarta parte de un as. Esta moneda era a su vez la decimosexta parte de un denario, que constituía la primera unidad monetaria; un denario era el jornal de un trabajador del campo. Pocas cosas se podían comprar con un cuadrante.
Si alguien hubiera llevado una relación de las ofrendas que se hicieron aquel día en el Templo, quizá habría pensado que no valía la pena tomar nota de la limosna de esta mujer. ¡Y resultó ser, entre todas, la más importante! Tan grata fue a Dios que Jesús convocó a sus discípulos dispersos por los alrededores para que aprendieran la lección de aquella viuda. Aquellas piezas de cobre apenas hicieron ruido, pero Jesús percibió claramente el amor sin palabras de esta mujer que daba a Dios todos sus ahorros. Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el cepillo más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía2.
¡Qué diferente es con frecuencia lo importante para Dios y lo importante para nosotros los hombres! ¡Qué diferentes medidas! A nosotros nos suele impresionar lo llamativo, lo grande, lo sorprendente. A Dios le conmueven –el Evangelio nos ha dejado abundantes testimonios– pequeños detalles llenos de amor, que están al alcance de todos; también los sucesos que nosotros consideramos de gran importancia, pero cuando están realizados con el mismo espíritu de rectitud, de humildad y de amor. Los Apóstoles, que serían más tarde el fundamento de la Iglesia, no olvidaron la lección de esta jornada. Aquella mujer nos ha enseñado a todos cómo conmover el corazón de Dios cada día con lo único que corrientemente tenemos a nuestro alcance: cosas pequeñas. "¿No has visto en qué "pequeñeces" está el amor humano? Pues también en "pequeñeces" está el Amor divino"3.
Aprendemos también en este pasaje del Evangelio el verdadero valor de las cosas. Cualquier acontecimiento –aunque parezca sin importancia– podemos convertirlo en algo gratísimo a Dios. Y, por ser grato a Él, valioso. Solo tiene valor real, verdadero y eterno lo que hacemos agradable a Dios.
Hoy, en nuestra oración, podemos considerar la gran cantidad de oportunidades que nos salen al paso: "Raras veces se ofrecen grandes ocasiones de servir a Dios, pero pequeñas continuamente. Pues ten entendido que el que sea fiel en lo poco será constituido en lo mucho. Haz, pues, todas tus cosas en honor de Dios, y todas las harás bien: ora comas, ora bebas, oras duermas, ora te diviertas, ora des vueltas al asador, si sabes aprovechar estas haciendas, adelantarás mucho a los ojos de Dios realizando todo esto porque así quiere Dios que lo hagas"4.
II. Son las cosas pequeñas las que hacen perfecta una obra y, por tanto, digna de ser ofrecida al Señor. No basta que aquello que se realiza sea bueno (trabajo, rezar...), sino que además debe ser una obra bien terminada. Para que haya virtud –enseña Santo Tomás de Aquino– es necesario atender a dos cosas: a lo que se hace y al modo de hacerlo5. Y en cuanto al modo de hacerlo, la cincelada, la pincelada, el retoque final convierte aquel trabajo en una obra maestra. Por el contrario, la chapuza, lo desmañado y defectuoso es señal de languidez espiritual y de tibieza en el cristiano, que se ha de santificar con su trabajo de cada día: conozco tus obras y que tienes nombre de viviente y estás muerto (...). Porque yo no hallo tus obras cabales en presencia de mi Dios6. El cuidado de las cosas pequeñas viene exigido por la naturaleza propia de la vocación cristiana: imitar a Jesús en los años de Nazaret, aquellos largos años de trabajo, de vida de familia, de trato amistoso con las gentes de su pueblo. Poner amor en lo pequeño por Dios requiere atención, sacrificio y generosidad. Un pequeño detalle aislado puede no tener importancia: "lo que es pequeño, pequeño es; pero el que es fiel en lo poco, ese es grande"7.
El amor es el que hace importante lo pequeño8. Si faltara este amor no tendría sentido el interés por cuidar las cosas pequeñas: se convertirían en manía o fariseísmo; se pagarían diezmos de la hierbabuena, del eneldo y del comino –como hacían los fariseos–, y se correría el riesgo de abandonar los puntos más esenciales de la ley, de la justicia y de la misericordia. Aunque lo que podamos ofrecer nos parezca poca cosa –como la limosna de esta pobre viuda–, adquiere un gran valor si lo ponemos sobre el altar y lo unimos al ofrecimiento que el Señor Jesús hace de Sí mismo al Padre. Entonces, "nuestra humilde entrega –insignificante en sí, como el aceite de la viuda de Sarepta o el óbolo de la pobre viuda– se hace aceptable a los ojos de Dios por su unión a la oblación de Jesús"9. Otras veces, los detalles, tanto en el trabajo, en el estudio, como en las relaciones con otros, son la coronación de algo bueno que sin ese detalle quedaría incompleto.
Uno de los síntomas más claros de que se inicia el camino de la tibieza es que se valoran poco los pormenores en la vida de piedad, los detalles en el trabajo, los actos pequeños y concretos en las virtudes; y se acaba descuidando también lo grande. "La desgracia es tanto más funesta e incurable cuando al deslizarse hacia lo profundo apenas se nota, y se verifica con mayor lentitud (...). Que con este estado se da un golpe mortal a la vida del espíritu, es cosa a todos manifiesta"10. El amor a Dios, por el contrario, se pone de relieve en el ingenio, en la vibración, en el esfuerzo por encontrar en todo ocasión de amor a Dios y de servicio a los demás.
III. El Señor no es indiferente a un amor que sabe estar en los detalles. No es indiferente, por ejemplo, a que vayamos a saludarle –lo primero– al entrar en una iglesia o al pasar delante de ella; al esfuerzo por llegar puntuales (mejor unos minutos antes) a la Santa Misa; a la genuflexión bien realizada ante Él en el Sagrario; a las posturas o al recogimiento que guardamos en su presencia... Además, cuando se ve a alguien doblar con devoción la rodilla ante el Sagrario es fácil pensar: tiene fe y ama a Dios. Y ese gesto de adoración ayuda a los demás a tener más fe y más amor. "Os podrá parecer quizá que la Liturgia está hecha de cosas pequeñas: actitud del cuerpo, genuflexiones, inclinaciones de cabeza, movimiento del incensario, del misal, de las vinajeras. Es entonces cuando hay que recordar las palabras de Cristo en el Evangelio: El que es fiel en lo poco, lo será en lo mucho (Lc 16, 10). Por otra parte, nada es pequeño en la Santa Liturgia, cuando se piensa en la grandeza de Aquel a quien se dirige"11.
El espíritu de mortificación se nos concreta normalmente en pequeños sacrificios a lo largo de la jornada: lucha perseverante en el examen particular, sobriedad en las comidas, puntualidad, afabilidad en el trato, levantarse a la hora, no dejar la tarea aunque nos resulte costosa y falte ilusión humana, orden y cuidado de los instrumentos de trabajo, comer con agradecimiento lo que nos sirven, sin andar con caprichos...
Para vivir la caridad en un tono cada vez más delicado y heroico será necesario también descender a los detalles pequeños y menudos de la convivencia cotidiana. "El deber de la fraternidad, con todas las almas, hará que ejercites el "apostolado de las cosas pequeñas", sin que lo noten: con afán de servicio, de modo que el camino se les muestre amable"12. En ocasiones será poner verdadero interés en lo que nos cuentan; otras, pasar por alto las preocupaciones personales para atender a quienes conviven con nosotros; el no enfadarnos por cosas sin importancia; no ser susceptibles; ser cordiales; la ayuda, quizá inadvertida, que alivia el peso; pedir a Dios por una persona necesitada; evitar toda crítica; ser siempre agradecidos..., cosas que están al alcance de todos... Y así ocurre en cada una de las virtudes.
Si estamos atentos a lo pequeño, viviremos con plenitud todos los días, sabremos dar a cada momento el sentido de estar preparando la eternidad. Para eso, pidamos con mucha frecuencia la ayuda de María. Digámosle frecuentemente: Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros... ahora, en cada situación ordinaria y pequeña de nuestra vida.
1 Mc 12, 38-44. — 2 Mc 12, 43-44. — 3 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 824. — 4 San Francisco de Sales, Introducción a la vida devota, III, 34. — 5 Cfr. Santo Tomás, Quodl. IV, a. 19. — 6 Apoc 3, 1-2. — 7 San Agustín, Sobre la doctrina cristiana, 14, 35. — 8 Cfr. San Josemaría Escrivá, o. c., n. 814. — 9 Juan Pablo II, Homilía en Barcelona 7-XI-1982. — 10 B. Baur, La confesión frecuente, p. 105. — 11 Pablo VI, Alocución 30-V-1967. — 12 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 737.
Meditaciones sobre la Sagrada Eucaristía. 5
ALIMENTO PARA LOS DÉBILES
— La Sagrada Eucaristía, memorial de la Pasión.
— El Pan vivo.
— Sustento para el camino. Deseos grandes de recibir la Comunión. Evitar toda rutina.
I. O memoriale mortis Domini! Panis vivus... ¡Oh memorial de la muerte del Señor, Pan vivo que das la vida al hombre, concede a mi alma que viva de ti, y que saboree siempre tu dulzura1.
Desde los inicios de la Iglesia, los cristianos conservaron como un tesoro las palabras que el Señor pronunció en la Última Cena, por las que el pan y el vino se convirtieron por vez primera en su Cuerpo y en su Sangre sacratísima. Unos años después de aquella noche grande en que fue instituida la Sagrada Eucaristía, San Pablo recordaba a los primeros cristianos de Corinto lo que ya les había enseñado. Él mismo dice que recibió esta doctrina del Señor, es decir, de una tradición guardada celosamente, que se remontaba hasta el mismo Jesús. Dice el Apóstol: Porque yo recibí del Señor lo que también os transmití (esto es la tradición de la Iglesia: "recibir" y "transmitir"): que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan, y dando gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo, que se da por vosotros; haced esto en conmemoración mía. Y de la misma manera, después de cenar, tomó el cáliz, diciendo: Este cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre; cuantas veces lo bebáis, hacedlo en conmemoración mía2. Son substancialmente las mismas palabras que cada sacerdote repite al hacer presente a Cristo sobre el altar.
Haced esto en conmemoración mía. La Santa Misa, la renovación incruenta del sacrificio del Calvario, es un banquete en el que el mismo Cristo se da como alimento, y un recuerdo –un memorial– que se hace realidad en cada altar en el que se renueva el misterio eucarístico3. La palabra conmemoración tiene un sentido distinto del recuerdo subjetivo de un hecho o de un acontecimiento que hacemos presente trayéndolo de nuevo a la memoria. El Señor no encarga a los Apóstoles y a la Iglesia que recuerden simplemente aquel acontecimiento que presencian, sino que lo actualicen. La palabra conmemoración toma su sentido de un término hebreo que se usaba para designar la esencia de la fiesta de la Pascua, como recuerdo o memorial de la salida de Egipto y del pacto o alianza que Dios había hecho con su Pueblo. Con el rito pascual los israelitas no solamente recordaban un acontecimiento pasado, sino que tenían conciencia de actualizarlo y de revivirlo, para participar en él a lo largo de las generaciones4. En la cena pascual se actualizaba el pacto que Dios había hecho con ellos en el Sinaí. Cuando Jesús dice a los suyos haced esto en conmemoración mía, no se trata, pues, de recordar meramente la cena pascual de aquella noche, sino de renovar su propio sacrificio pascual del Calvario, que está ya presente, anticipadamente, en aquella Cena última. Enseña Santo Tomás que "Cristo instituyó este sacramento como el memorial perenne de su pasión, como el cumplimiento de las antiguas figuras y la más maravillosa de sus obras; y lo dejó a los suyos como singular consuelo en las tristezas de su ausencia"5.
La Santa Misa es el memorial de la Muerte del Señor, en el que tiene lugar, realmente, el banquete pascual, "en el cual se recibe como alimento a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da en prenda la gloria venidera"6.
Meditando en la Sagrada Eucaristía, nos unimos a la oración que nos propone la liturgia: Oh Dios, que en este Sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu Pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los Sagrados Misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu Redención.
II. Tú les diste pan del Cielo7, había escrito el salmista, pensando en aquella maravilla, blanca como el rocío, que un día encontraron los israelitas en el desierto cuando las provisiones escaseaban. Pero aquello, como lo declara el Señor en la sinagoga de Cafarnaún, no era el verdadero Pan del Cielo. En verdad os digo, que no os dio Moisés pan del Cielo, sino que mi Padre os da el verdadero Pan del Cielo. Pues el Pan de Dios es el que ha bajado del Cielo y da la vida al mundo. Ellos le dijeron: Señor, danos siempre de ese pan8.
La verdadera realidad está en el Cielo; aquí encontramos muchas cosas que consideramos como definitivas y en realidad son copias pasajeras en relación con las que nos aguardan. Cuando, por ejemplo, Jesús habla a la samaritana del agua viva, no quiere decir agua fresca o agua corriente, como al principio supone la mujer; quiere indicarnos que no sabremos lo que realmente quiere decir agua hasta que tengamos experiencia directa de aquella realidad de la gracia de la cual el agua es solo una pálida imagen9.
Lo mismo ocurre con el pan, que durante muchos siglos ha sido alimento básico, y a veces casi único, para el sustento de muchos pueblos. El pan que sirve de alimento y el maná que recogían cada día los israelitas en el desierto son signos e imágenes desvaídas para que pudiéramos entender lo que debe representar la Eucaristía, Pan vivo que da la vida al hombre, en nuestra existencia. Quienes oyen a Jesús saben que el maná que sus antepasados recogían todas las mañanas10 era símbolo de los bienes mesiánicos; por eso, en aquella ocasión pidieron a Jesús un portento semejante. Pero no podían sospechar que el maná era figura del don inefable de la Eucaristía, el pan que ha bajado del Cielo y da la Vida al mundo11. "Aquel maná caía del cielo, este está por encima del Cielo; Aquel era corruptible, este no solo es ajeno a toda corrupción sino que comunica la incorrupción a todos los que lo comen con reverencia (...). Aquello era la sombra, esto es la realidad"12.
Este sacramento admirable es sin duda la acción más amorosa de Jesús, que se entrega no ya a la humanidad entera sino a cada hombre en particular. La Comunión es siempre única e irrepetible; cada una es un prodigio de amor; la del día de hoy es siempre diferente a la de ayer; nunca se repite del mismo modo la delicadeza de Jesús con nosotros, y tampoco se debe repetir el amor que se renueva incesantemente, sin rutina, cuando nos acercamos al banquete eucarístico.
Ecce panis angelorum... He aquí el pan de los ángeles, hecho alimento de los caminantes; es verdaderamente el Pan de los hijos, que no debe ser echado a los perros13, canta la liturgia. Día tras día, año tras año, es nuestro alimento indispensable. El Profeta Elías realizó un viaje a través del desierto que duró cuarenta días con la energía que le proporcionó una sola comida que le fue enviada por el ángel del Señor14. Y a los cristianos que vivan en lugares donde les sea imposible comulgar, el Señor les otorgará las gracias necesarias, pero normalmente la Sagrada Eucaristía es la que restablecerá nuestra debilidad en cada día de marcha por esta tierra en la que nos encontramos como peregrinos.
III. ... Pan vivo que das la vida al hombre, concede a mi alma que viva de Ti, y que saboree siempre tu dulzura.
Jesucristo, que se nos da en la Eucaristía, es nuestro alimento absolutamente imprescindible. Sin Él, muy pronto caemos en una extrema debilidad. "La comida material primero se convierte en el que la come y, en consecuencia, restaura sus pérdidas y acrecienta sus fuerzas vitales. La comida espiritual, en cambio, convierte en sí al que la come, y así el efecto propio de este sacramento es la conversión del hombre en Cristo, para que no viva él sino Cristo en él; y, en consecuencia, tiene el doble efecto de restaurar las pérdidas espirituales causadas por los pecados y deficiencias, y de aumentar las fuerzas de las virtudes"15.
Él nos fortalece para caminar, pues cada jornada recorremos un trozo de camino que nos acerca al Cielo. Dios, al final de la vida, debe encontrarnos en la plenitud del amor. Pero "el alimento para la marcha está destinado precisamente a la marcha y tenéis que haber estirado bien los músculos si queréis disfrutarlo. No hay nada que resulte más insípido que la comida de una excursión que, a causa del mal tiempo, habéis tenido que comer en casa. Tienes que ceñirte la cintura, dice Nuestro Señor; tenemos que ser peregrinos bona fide si queremos encontrar el alimento adecuado en la Sagrada Eucaristía"16. Nuestros deseos de mejorar cada día –de estar en cada jornada un poco más cerca del Señor– son la mejor preparación para la Comunión. El "hambre de Dios", los deseos de santidad nos impulsan a tratar a Jesús con esmero, a desear vivamente que llegue el momento de acercarnos a recibirle; contaremos entonces las horas... y los minutos que faltan para tenerlo en nuestro corazón. Acudiremos al Ángel Custodio para que nos ayude a prepararnos bien, a dar gracias. Nos dará pena que pase tan deprisa ese rato en que Jesús Sacramentado permanece en el alma después de haber comulgado. Y durante el día nos acordaremos con nostalgia de aquellos momentos en que tuvimos a Jesús tan cerca que nos identificamos con Él, y esperaremos, impacientes, que llegue la nueva oportunidad de recibirle. ¡No permitamos jamás que se metan la rutina ni la dejadez ni la precipitación en estos instantes que son los más grandes de la vida del hombre!
Es de bien nacido el ser agradecido, y nosotros debemos agradecer a Jesús "el hecho maravilloso de que se nos entregue Él mismo. ¡Que venga a nuestro pecho el Verbo encarnado!... ¡Que se encierre, en nuestra pequeñez, el que ha creado cielos y tierra!... La Virgen María fue concebida inmaculada para albergar en su seno a Cristo. Si la acción de la gracia ha de ser proporcional a la diferencia entre el don y los méritos, ¿no deberíamos convertir todo nuestro día en una Eucaristía continua? No os alejéis del templo apenas recibido el Santo Sacramento. ¿Tan importante es lo que os espera, que no podéis dedicar al Señor diez minutos para decirle gracias? No seamos mezquinos. Amor con amor se paga"17. ¡No tengamos jamás prisa al dar gracias a Jesús después de la Comunión! ¡Nada es más importante que saborear esos minutos con Él!
1 Himno Adoro te devote, 5. — 2 1 Cor 11, 23-25. — 3 Cfr. Conc. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium, 47. — 4 Cfr. Sagrada Biblia, Epístolas de San Pablo a los Corintios, EUNSA, Pamplona 1984. nota a 1 Cor 11, 24; cfr. L. Bouver, Diccionario de Teología, voz Memorial. p. 441. — 5 Santo Tomás, Sermón para la fiesta del Corpus Christi. — 6 Conc. Vat. II, loc. cit. — 7 Sal 77, 24, 104, 40. — 8 Jn 6, 32-34. — 9 Cfr. R. A. Knox, Sermones pastorales, Rialp, Madrid 1963, pp. 432 ss . — 10 Cfr. Ex 16, 13 ss. — 11 Cfr. Jn 6, 33. — 12 San Ambrosio, Tratado sobre los misterios, 48. — 13 Secuencia Lauda, Sion, Salvatorem. — 14 Cfr. 3 Reg 19, 6. — 15 Santo Tomás, Comentario al Libro de las Sentencias, d. 12, q. 2, a. 11 — 16 R. A. Knox, o. c., p. 469.— 17 San Josemaría Escrivá, Amor a la Iglesia, pp. 78-79.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Efrén Espíritu Santo: envíanos muchos poetas y escritores que como tu fiel discípulo San Efrén, redacten bellos escritos que nos entusiasmen a todos por nuestra santa religión católica. |
Efrén significa: "muy fructífero".
San Efrén logró ya durante su vida gran fama como poeta y compositor de himnos religiosos, y en la antigüedad fue el más grande poeta cantor de la Santísima Virgen. La Iglesia Católica lo ha declarado Doctor de la Iglesia y los antiguos lo llamaban "Arpa del Espíritu Santo". Tenía especialísima cualidad para escribir poesías, y San Basilio dice que era tal la estimación que los antiguos tenían por sus escritos, que después de las lecturas de la Sagrada Escritura, en varias iglesias se leía alguna página escrita por este santo.
El mejor triunfo de San Efrén es el que a él le debemos en gran parte la introducción de los cánticos sagrados e himnos en las ceremonias católicas. Por medio de la música, los himnos se fueron haciendo populares y se extendieron prontamente por todas las iglesias. Los himnos de San Efrén se hicieron famosos por todas partes.
Efrén nació en Nisibe, Mesopotamia (Irak) en el año 306. El afirma de sí mismo que de joven no le daba mucha importancia a la religión, pero que cuando le llegaron las pruebas y los sufrimientos, entonces así se dio cuenta de que necesitaba de Dios.
El santo narra que en un sueño vio que de su lengua nacía una mata de uvas, la cual se extendía por muchas regiones, llevando a todas partes racimos muy agradables y provechosos. Con esto se le anunciaba que sus obras (sus himnos y cantos) se iban a extender por muchas regiones, llevando alegría y agradabilidad.
El obispo lo nombró director de la escuela de canto religioso de su ciudad, y allí formó muchos maestros de canto para que fueran a darle solemnidad a las fiestas religiosas de diversas parroquias.
Los persas de Irán invadieron la ciudad de Nisibe, tratando de acabar con la religión católica, y entonces Efrén junto con gran número de católicos, huyeron a la ciudad de Edesa, y en esa ciudad pasó los últimos años de su vida, dedicado a componer sus inmortales poesías, y a rezar, meditar y enseñar religión a cuantos más podía. Dicen que la idea de dedicarse a componer himnos religiosos le llegó al ver que los herejes llevaban mucha gente a sus reuniones por medio de los cantos que allí recitaban. Y entonces Efrén dispuso hacer también muy simpáticas las reuniones de los católicos, por medio de himnos y cánticos religiosos, y en verdad que logró conseguirlo.
Para mejor inspirarse, nuestro santo buscaba siempre la soledad de las montañas, y en los sitios donde santos monjes y eremitas vivían en oración y en continuo silencio. Allí lejos del remolino de la vida social, le llegaba mejor la inspiración de lo alto.
Pero el obispo de Edesa al darse cuenta de las cualidades artísticas del santo lo nombró director de la escuela de canto de la ciudad y allí estuvo durante 13 años (del 350 al 363) formando maestros de canto para las parroquias. Y sus himnos servían en las iglesias para exponer la doctrina cristiana, alejar las herejías y los vicios, y aumentar el fervor de los creyentes. Y aun hoy sus composiciones poéticas siguen siendo de grandísimo provecho para los lectores. El expone las enseñanzas de la religión católica demostrando gran admiración por nuestros dogmas, o grandes verdades de la fe.
Dicen los historiadores que cuando hablaba de la segunda venida de Cristo y el día del juicio final, empleaba una elocuencia tan vigorosa que el pueblo estallaba en gemidos y sonoros llantos. Y en sus predicaciones consideraba como deber suyo principalísimo prevenir y preparar al pueblo para que nadie se dejara engañar por los errores de las sectas.
Los herejes se quejaban de que los muy bien ensayados coros de Efrén en los templos católicos atraían tantos devotos, que los templos de las sectas se quedaban vacíos.
La humildad de San Efrén era tan grande que se creía totalmente indigno de ser sacerdote (Aunque las gentes lo consideraban un gran santo, y su vida era la de un fervoroso monje o religioso). Por eso prefirió quedarse de simple diácono.
La última vez que tomó parte en los asuntos públicos fue en el año 370 cuando hubo una gran carestía y una pavorosa escasez de alimentos. Los ricos habían acaparado los alimentos y se negaban a repartirlos entre los pobres por temor a que se aprovecharan los avivados. Entonces San Efrén se ofreció de mediador y como a él si le tenían total confianza, organizó un equipo de entrenados distribuidores y logró llevar cuantiosos alimentos a las gentes más necesitadas. En una grandísima epidemia organizó un grupo de 300 camilleros y con ellos recogía a los enfermos y los llevaba a sitios especiales para tratar de conseguir su curación. Uno de sus biógrafos comenta: "Estas dos labores fueron dos ocasiones formidables que Dios le dio a nuestro santo, para que se ganara dos bellísimas coronas más para la eternidad: la de calmar el hambre de los más pobres y la de devolverles la salud a los enfermos más abandonados". Seguramente al llegar al cielo, habrá oído de labios de Jesús aquella bellísima frase que El prometió que dirá un día a los que ayudan a los pobres y enfermos: "Estuve enfermo y me fuiste a visitar: tuve hambre y me diste de comer. Ven al banquete preparado desde el comienzo de los siglos". (Mt. 25,40).
De San Efrén se conservan 77 himnos en honor de Cristo, de la Virgen Santísima y de los temas más sagrados de la religión católica. Su admiración inmensa hacia los sufrimientos son verdaderamente admirables y conmovedoras. Con razón las gentes lloraban cuando lo escuchaban o cuando leían sus emocionantes escritos. Por Jesús y por María tenía los más profundos sentimientos de simpatía y admiración. A María la llama siempre "Madre de Dios".
Su muerte sucedió probablemente en junio del año 373.
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Fuente: Corazones.org
Ana María Taigi, Beata Madre de familia, Junio 9
Madre de Familia y Mística Tal vez no hubo en toda Roma, durante el siglo XIX, una mujer más notable que Ana María Taigi, la abnegada y trabajadora esposa de un criado y la madre ejemplar de muchos hijos, quien fue honrada con la particular estimación de tres sucesivos Pontífices y cuya pobre casa fue el centro de reunión para muchos de los altos personajes de la Iglesia y el Estado que buscaban su intercesión, su consejo y su opinión, en las cosas de Dios. |
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Amada de Bolonia, Beata Religiosa, Junio 9
Religiosas Etimológicamente significa "amada", de la lengua latina. |
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Placido de Amiterno, Santo Abad, Junio 9
Abad Etimológicamente significa " de carácter suave". Viene de la lengua latina. |
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Fuente: www.aciprensa.com
José de Anchieta, Beato Sacerdote, Junio 9
Jesuita Nació el 19 de marzo de 1534 en San Cristobal de La Laguna, (Tenerife). A los 14 años ingresó al Colegio de Artes, anexo a la Universidad en Coimbra, destacando como uno de los mejores alumnos y como un gran poeta. Componía versos latinos con extrema facilidad y era llamado el "Canario de Coimbra". El 1 de mayo de 1551 ingresó a la Compañía de Jesús y comenzó sus estudios de Filosofia. Debido a un enfermedad en 1553 partió de Tejo (Lisboa) a Brasil, donde inició su primera labor de catequesis con los indios tupis. |
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ente: www.op.com.ar
Diana degli Andalò. Beata Religiosa, Junio 8
Virgen Dominica Diana de Andaló (abreviación del nombre del noble padre: Andrea Lovello), es una de las más características y simpáticas figuras de los orígenes de la Orden. Ayudó al beato Reginaldo a fundar el convento de Bolonia. |
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Columba de Iona, Santo Abad, 9 de junio
Abad |
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Fuente: Vatican.va
Luis Boccardo, Beato Canónigo y Fundador, Junio 9
Fundador de las Hijas de Jesús Rey Nació en Moncalieri el 9 de agosto de 1861. En 1875 entró en el seminario diocesano; recibió la ordenación sacerdotal el 7 de junio de 1884. Sus superiores lo destinaron a una parroquia de Pancalieri, como vicepárroco de su hermano Juan María. Antes de transcurrir un año, el beato José Allamano lo llamó a ejercer el cargo de vicerrector y padre espiritual del centro de formación de sacerdotes Virgen del Consuelo, en Turín, tarea a la que se sumó la enseñanza de varias materias en la escuela de teología del seminario. |
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Fuente: Magnificat.ca
Primo y Feliciano, Santos Hermanos Mártires, Junio 9
San Primo y San Feliciano, hermanos, nacieron en Roma, ilustres por su sangre y por su fe. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; Colección Hablar con Dios de www.FranciscoFCarvajal.org de www.edicionespalabra.es , misalpalm.com, Catholic.net
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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