JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 1, 6b-11
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Juan predicaba diciendo:
"Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo. Yo no soy digno de postrarme ante él para desatar la correa de sus sandalias. Yo los bautizo con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo".
Por esos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. En cuanto salió del agua, vio abrirse los cielos y al Espíritu que bajaba sobre él como una paloma. Se oyó entonces una voz que venía del cielo:
"Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. Idolatramos aquello que preferimos a Él (descanso, comida, trabajo, compañía, flojera). Por eso, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15). ¿Qué pensaríamos de un cónyuge que le dice a su pareja: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente? Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es necesaria la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa.
† Misal
Bautismo del Señor (B)
Antífona de Entrada
Apenas se bautizó el Señor se abrió el cielo, y el Espíritu Santo se posó sobre él como una paloma. Y se oyó la voz del Padre, que decía: Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto.
Oración Colecta
Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que en el bautismo de Cristo en el Jordán quisiste revelar solemnemente que él era tu Hijo amado enviándole tu Espíritu Santo; concede a tus hijos adoptivos, renacidos del agua y del Espíritu, perseverar siempre en tu benevolencia.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Este es mi siervo, en quien me complazco
Lectura del libro del profeta Isaías 42, 1-4.6-7
Esto dice el Señor:
"Este es mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, en quien me complazco. He puesto sobre él mi espíritu para que manifieste el derecho a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles; no romperá la caña resquebrajada, ni apagará la mecha que apenas arde. Manifestará firmemente el derecho, y no se debilitará ni se cansará hasta implantarlo en la tierra. Los pueblos lejanos anhelan su enseñanza.
Yo, el Señor, te llamé, según mi plan salvador; te tomé de la mano, te formé y te hice mediador del pueblo y luz de las naciones, para que abras los ojos a los ciegos, sacar prisioneros de la cárcel, y del calabozo a los que viven en tinieblas".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Sal 28, 1a.2.3ac-4.3b y 9b-10
El Señor bendice a su pueblo con la paz.
Alaben al Señor, hijos de Dios, alaben la gloria del nombre del Señor, póstrense ante el Señor cuando manifiesta su grandeza.
El Señor bendice a su pueblo con la paz.
La voz del Señor sobre las aguas, el Señor sobre las aguas torrenciales. La voz del Señor es potente, la voz del Señor es majestuosa.
El Señor bendice a su pueblo con la paz.
El Dios de la gloria ha tronado, el Señor arrasa los bosques. El Señor domina las aguas desbordadas, el Señor se sienta como rey eterno.
El Señor bendice a su pueblo con la paz.
Segunda Lectura
Dios ungió con el Espíritu Santo a Jesús de Nazaret
Lectura del libro de los Hechos a los Apóstoles 10, 34-38
En aquellos días, Pedro se dirigió a Cornelio y a los que estaban en su casa con estas palabras:
"Ahora comprendo que Dios no hace distinción de personas, sino que acepta a quien lo honra y obra rectamente sea de la nación que sea. El envió su palabra a los hijos de Israel, anunciando la buena noticia de la paz por medio de Jesucristo, que es Señor de todos.
Ustedes están enterados de lo que ha ocurrido en Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo predicado por Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, a quien Dios ungió con el poder del Espíritu Santo. El pasó haciendo el bien y sanando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Se abrió el cielo y resonó la voz del Padre, que decía: Este es mi Hijo amado; escúchenlo.
Aleluya.
Evangelio
Tú eres mi Hijo amado; yo tengo en ti mis complacencias
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 1, 6b-11
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Juan predicaba diciendo:
"Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo. Yo no soy digno de postrarme ante él para desatar la correa de sus sandalias. Yo los bautizo con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo".
Por esos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán. En cuanto salió del agua, vio abrirse los cielos y al Espíritu que bajaba sobre él como una paloma. Se oyó entonces una voz que venía del cielo:
"Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Oremos, hermanos y hermanas, a nuestro Salvador, que quiso ser bautizado para santificar nuestro bautismo y renovar por él a la humanidad caída, y pidámosle que se compadezca de quienes ha querido que fueran sus hermanos:
(Respondemos a cada petición: Escúchanos, Señor).
Para que Cristo, el Siervo de Dios, en quien el Padre se complace, mire con amor a todos los que se preparan para el bautismo o la confirmación o preparan el bautismo de sus hijos, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Para que Cristo, el Elegido de Dios para llevar el derecho a las naciones, ilumine a los que buscan a Dios con sinceridad de corazón, les haga oír la voz magnífica y potente del Padre, que los llama a escuchar a su Hijo amado y los conduzca hacia el bautismo, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Para que Cristo, el Enviado del Padre, que no quiebra la caña resquebrajada ni apaga la mecha que apenas arde, conceda la salud a los que viven oprimidos por el diablo, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Para que Cristo, el Hijo amado, que quiso ser bautizado en el Jordán para dar fuerza a nuestro bautismo, nos haga descubrir y amar la grandeza del bautismo cristiano, don del amor de Dios a la humanidad, roguemos al Señor.
Escúchanos, Señor.
Celebrante:
Padre todopoderoso, que haces resonar tu voz magnífica en las aguas del bautismo y en la unción de la confirmación; escucha nuestras oraciones y concede a los bautizados cumplir fielmente las promesas de su bautismo y ser testigos valientes de la fe.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, los dones que te presentamos al conmemorar el bautismo y manifestación de tu Hijo amado, y conviértelos en aquel mismo sacrificio con el que Cristo lavó misericordiosamente los pecados del mundo.
El, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
Prefacio
El bautismo, inicio de la vida nueva
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque en el bautismo de Cristo en el Jordán has realizado signos prodigiosos, para manifestar el misterio del nuevo bautismo: hiciste descender tu voz desde el cielo, para que el mundo creyese que tu Palabra habitaba entre nosotros; y por medio del Espíritu, manifestado en forma de paloma, ungiste a tu siervo Jesús para que los hombres reconociesen en él al Mesías, enviado a anunciar la salvación a los pobres.
Por eso,
como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la tierra te aclamamos, diciendo sin cesar:
Antífona de la Comunión
Este es de quien Juan decía: Yo lo he visto y doy testimonio de que éste es el Hijo de Dios.
Oración después de la Comunión
Oremos:
A cuantos hemos participado del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, concédenos, Señor, escuchar con fe su palabra, para que así podamos llamarnos hijos tuyos y serlo de verdad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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En España y otros países
Fiesta del Bautismo del Señor
Libro de Isaías 55,1-11.
Así habla el Señor:
¡Vengan a tomar agua, todos los sedientos,
y el que no tenga dinero, venga también!
Coman gratuitamente su ración de trigo,
y sin pagar, tomen vino y leche.
¿Por qué gastan dinero en algo que no alimenta
y sus ganancias, en algo que no sacia?
Háganme caso, y comerán buena comida,
se deleitarán con sabrosos manjares.
Presten atención y vengan a mí,
escuchen bien y vivirán.
Yo haré con ustedes una alianza eterna,
obra de mi inquebrantable amor a David.
Yo lo he puesto como testigo para los pueblos, jefe y soberano de naciones.
Tú llamarás a una nación que no conocías, y una nación que no te conocía correrá hacia ti, a causa del Señor, tu Dios, y por el Santo de Israel, que te glorifica.
¡Busquen al Señor mientras se deja encontrar, llámenlo mientras está cerca!
Que el malvado abandone su camino
y el hombre perverso, sus pensamientos;
que vuelva el Señor, y él le tendrá compasión,
a nuestro Dios, que es generoso en perdonar.
Porque los pensamientos de ustedes no son los míos,
ni los caminos de ustedes son mis caminos
-oráculo del Señor-.
Como el cielo se alza por encima de la tierra,
así sobrepasan mis caminos y mis pensamientos
a los caminos y a los pensamientos de ustedes.
Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven a él sin haber empapado la tierra, sin haberla fecundado y hecho germinar, para que dé la semilla al sembrador y el pan al que come,
así sucede con la palabra que sale de mi boca:
ella no vuelve a mí estéril,
sino que realiza todo lo que yo quiero
y cumple la misión que yo le encomendé.
Libro de Isaías 12,2-4bcd.5-6.
Este es el Dios de mi salvación:
yo tengo confianza y no temo,
porque el Señor es mi fuerza y mi protección;
él fue mi salvación.
Ustedes sacarán agua con alegría
de las fuentes de la salvación.
Den gracias al Señor, invoquen su Nombre,
anuncien entre los pueblos sus proezas,
proclamen qué sublime es su Nombre.
Canten al Señor porque ha hecho algo grandioso:
¡que sea conocido en toda la tierra!
¡Aclama y grita de alegría, habitante de Sión,
porque es grande en medio de ti
el Santo de Israel!
Epístola I de San Juan 5,1-9.
Queridos hermanos:
El que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y el que ama al Padre ama también al que ha nacido de él,
La señal de que amamos a los hijos de Dios es que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.
El amor a Dios consiste en cumplir sus mandamientos, y sus mandamientos no son una carga,
porque el que ha nacido de Dios, vence al mundo. Y la victoria que triunfa sobre el mundo es nuestra fe.
¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Jesucristo vino por el agua y por la sangre; no solamente con el agua, sino con el agua y con la sangre. Y el Espíritu da testimonio porque el Espíritu es la verdad.
Son tres los que dan testimonio:
el Espíritu, el agua y la sangre; y los tres están de acuerdo.
Si damos fe al testimonio de los hombres, con mayor razón tenemos que aceptar el testimonio de Dios. Y Dios ha dado testimonio de su Hijo.
Evangelio según San Marcos 1,7-11.
Juan predicaba, diciendo:
"Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias.
Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo".
En aquellos días, Jesús llegó desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán.
Y al salir del agua, vio que los cielos se abrían y que el Espíritu Santo descendía sobre él como una paloma;
y una voz desde el cielo dijo: "Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección."
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† Meditación diaria
Domingo después de Epifanía
El Bautismo del Señor
EL SEÑOR ES BAUTIZADO. NUESTRO BAUTISMO
— Jesús quiso ser bautizado. Institución del Bautismo cristiano. Agradecimiento.
— Efectos del Bautismo: limpia el pecado original, nueva vida, filiación divina, etcétera.
— Incorporación a la Iglesia. Llamada a la santidad y al apostolado. Bautismo de los niños.
I. Inmediatamente después de ser bautizado, Jesús salió del agua y he aquí que se le abrieron los Cielos y vio al espíritu de Dios que descendía en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz del Cielo que decía: Este es mi hijo, el amado, en quien me he complacido1.
En la solemnidad de hoy conmemoramos el bautismo de Jesús por San Juan Bautista en las aguas del río Jordán. Sin tener mancha alguna que purificar, quiso someterse a este rito de la misma manera que se sometió a las demás observancias legales, que tampoco le obligaban. Al hacerse hombre, se sujetó a las leyes que rigen la vida humana y a las que regían en el pueblo israelita, elegido por Dios para preparar la venida de nuestro Redentor. Juan cumplió, con energía, la misión de profetizar y suscitar un gran movimiento de penitencia como preparación inmediata al reino mesiánico.
El Señor deseó ser bautizado, dice San Agustín, "para proclamar con su humildad lo que para nosotros era necesidad"2.
Con el bautismo de Jesús quedó preparado el Bautismo cristiano, que fue directamente instituido por Jesucristo con la determinación progresiva de sus elementos, y lo impuso como ley universal el día de su Ascensión: Me fue dado todo poder en el Cielo y en la tierra, dirá el Señor; id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo3.
En el Bautismo recibimos la fe y la gracia. El día en que fuimos bautizados fue el más importante de nuestra vida. De igual modo que "la tierra árida no da fruto si no recibe el agua, así también nosotros, que éramos como un leño seco, nunca hubiéramos dado frutos de vida sin esta lluvia gratuita de lo alto"4. Nos encontrábamos, antes de recibir el Bautismo, con la puerta del Cielo cerrada y sin ninguna posibilidad de dar el más pequeño fruto sobrenatural.
Hoy nuestra oración nos puede ayudar a dar gracias por haber recibido este don inmerecido y para alegrarnos por tantos bienes como Dios nos concedió. "La gratitud es el primer sentimiento que debe nacer en nosotros de la gracia bautismal; el segundo es el gozo. Jamás deberíamos pensar en nuestro bautismo sin un profundo sentimiento de alegría interior"5.
Hemos de agradecer la purificación de nuestra alma de la mancha del pecado original, y de cualquier otro pecado si lo hubo, en el momento de recibir el Bautismo. Todos los hombres somos miembros de la familia humana que en su origen fue dañada por el pecado de nuestros primeros padres. Este "pecado original se transmite juntamente con la naturaleza humana, por propagación, no por imitación, y se halla como propio en cada uno"6. Pero Jesús dotó al Bautismo de una especialísima eficacia para purificar la naturaleza humana y liberarla de ese pecado con el que hemos nacido. El agua bautismal significa y opera de un modo real lo que el agua natural evoca: la limpieza y la purificación de toda mancha e impureza"7.
"Gracias al sacramento del bautismo te has convertido en templo del Espíritu Santo: no se te ocurra –nos exhorta San León Magno– ahuyentar con tus malas acciones a tan noble huésped, ni volver a someterte a la servidumbre del demonio: porque tu precio es la sangre de Cristo"8.
II. Dios todopoderoso y eterno, que en el bautismo de Cristo en el Jordán quisiste revelar solemnemente que él era tu Hijo amado enviándole tu Espíritu Santo: concede a tus hijos de adopción, renacidos del agua y del Espíritu Santo, la perseverancia continua en el cumplimiento de tu voluntad9.
El Bautismo nos inició en la vida cristiana. Fue un verdadero nacimiento a la vida sobrenatural. Es la nueva vida que predicaron los Apóstoles y de la que habló Jesús a Nicodemo: En verdad te digo que quien no naciera de arriba no podrá entrar en el reino de Dios... Lo que nace de la carne, carne es; pero lo que nace del Espíritu, es espíritu10.
El resultado de esta nueva vida es cierta divinización del hombre y la capacidad de producir frutos sobrenaturales.
La dignidad del bautizado está como velada muchas veces, por desgracia, en la existencia ordinaria; por eso nosotros, al igual que hicieron los santos, hemos de esforzarnos en vivir conforme a esa dignidad.
Nuestra más alta dignidad, la condición de hijos de Dios, que se nos comunica en el Bautismo, es consecuencia de la nueva generación. Si la generación humana da como resultado la "paternidad" y la "filiación", de modo semejante aquellos que son engendrados por Dios son realmente hijos suyos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos realmente! Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos...11.
En el momento del Bautismo, por la efusión del Espíritu Santo, se produce el milagro de un nuevo nacimiento. El agua bautismal se bendice en la noche de Pascua y en la oración se pide: Así como el Espíritu Santo descendió sobre María y produjo en Ella el nacimiento de Cristo, así descienda Él sobre su Iglesia y produzca en su claustro materno (la pila bautismal) el renacer de los hijos de Dios.
A esta expresión tan gráfica corresponde esta profunda realidad: el bautizado renace a una nueva vida, a la vida de Dios, por eso es su "hijo". Y si somos hijos, también somos herederos, herederos de Dios y coherederos con Cristo12.
Demos muchas gracias a nuestro Padre Dios que ha querido dones tan inconmensurables, tan fuera de toda medida, para cada uno de nosotros. ¡Qué gran bien nos puede hacer el considerar frecuentemente estas realidades! "Padre –me decía aquel muchachote (¿qué habrá sido de él?), buen estudiante de la Central–, pensaba en lo que usted me dijo... ¡que soy hijo de Dios!, y me sorprendí por la calle, "engallado" el cuerpo y soberbio por dentro... ¡hijo de Dios!
"Le aconsejé, con segura conciencia, fomentar la "soberbia""13.
III. En la Iglesia nadie es un cristiano aislado. A partir del Bautismo, el cristiano forma parte de un pueblo, y la Iglesia se le presenta como la verdadera familia de los hijos de Dios. "Fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres, no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo que le confesara en verdad y le sirviera santamente"14. Y el Bautismo es la puerta por donde se entra a la Iglesia15.
"Y en la Iglesia, precisamente por el bautismo, somos llamados todos a la santidad"16, cada uno en su propio estado y condición, y a ejercer el apostolado. "La llamada a la santidad y la consiguiente exigencia de santificación personal, es universal: todos, sacerdotes y laicos, estamos llamados a la santidad, y todos hemos recibido, con el bautismo, las primicias de esa vida espiritual que, por su misma naturaleza, tiende a la plenitud"17.
Otra verdad íntimamente unida a esta condición de miembro de la Iglesia es la del carácter sacramental, "un cierto signo espiritual e indeleble" impreso en el alma18. Es como el resello de posesión de Cristo sobre el alma del bautizado. Cristo tomó posesión de nuestra alma en el momento de ser bautizado. Él nos rescató del pecado con su Pasión y Muerte.
Con estas consideraciones comprendemos bien el deseo de la Iglesia de que los niños reciban pronto estos dones de Dios19. Desde siempre ha urgido a los padres para que bauticen a sus hijos cuanto antes. Es una muestra práctica de fe. No se atenta a su libertad, como no se les causó agravio alguno por darles la vida natural, ni por alimentarles, limpiarles y curarles, cuando no podían ellos pedir estos bienes. Por el contrario, tienen derecho a recibir esa gracia. ¡Qué buen apostolado habremos de hacer en muchos casos!: con amigos, compañeros, conocidos...
En el caso del Bautismo está en juego algo infinitamente mayor que ningún otro bien: la gracia y la fe; quizá, la salvación eterna. Solo por ignorancia y por una fe dormida se puede explicar que muchos niños queden privados, por sus propios padres ya cristianos, del mayor don de su vida. Nuestra oración se dirige a Dios hoy, para que no permita que esto suceda.
Hemos de agradecer a nuestros padres que, quizá a los pocos días de nacer, nos llevaran a recibir este santo sacramento.
1 Mt 3, 16-17. — 2 San Agustín, Sermón, 51, 33. — 3 Mt 28, 13. — 4 San Ireneo, Trat. contra las herejías, 3, 17. — 5 Columba Marmion, Le Christ, vie de l'ame, Abbaye de Maredsous, 1933, pp. 186 y 203-204. — 6 Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, Roma 1967, 16. — 7 Cfr. 1 Cor 6, 11; Jn 3, 3-6. — 8 San León Magno, Homilía de Navidad, 3. — 9 Oración colecta de la Misa. — 10 Jn 3, 3-6. — 11 Cfr. 1 Jn 3, 1-9. — 12 Cfr. Rom 8, 14-17. — 13 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 274. — 14 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 9. — 15 Cfr. ídem, Const. Lumen gentium, 14; Decr. Ad Gentes, 7. — 16 Cfr. ídem, Const. Lumen gentium, 11 y 42. — 17 A. del Portillo, Escritos sobre el sacerdocio, Ed. Palabra, 5ª ed. 1979, p. 111. — 18 Dz 852. — 19 S. C. para la Doctrina de la Fe, Instrucción, 20-X-1980; Cfr. Código de Derecho Canónico, canon 867.
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Después de Epifanía
11 de enero
LA OBEDIENCIA DE JESÚS. NUESTRA OBEDIENCIA
— Jesús, modelo de obediencia.
— Frutos de la obediencia.
— Obediencia y libertad. Obediencia por amor.
I. Después del encuentro en el Templo, Jesús regresó a Galilea con María y José. Y bajó con ellos, y vino a Nazaret, y les estaba sujeto1. El Espíritu Santo ha querido dejar consignado este hecho en el Evangelio. La fuente solo puede provenir de María, que vio una y otra vez la obediencia callada de su Hijo. Es una de las pocas noticias que nos han llegado de estos años de vida oculta: que Jesús les obedecía. «Cristo, a quien el universo está sujeto –comenta San Agustín–, estaba sujeto a los suyos»2. Por obediencia al Padre, se sometió Jesús a quienes en su vida terrena encontró investidos de autoridad; en primer lugar, a sus padres.
Nuestra Señora debió de reflexionar en muchas ocasiones acerca de la obediencia de Jesús, que fue extremadamente delicada y a la vez sencilla y llena de naturalidad. San Lucas nos dice inmediatamente que su madre guardaba todas estas cosas en su corazón3.
Toda la vida de Jesús fue un acto de obediencia a la voluntad del Padre: Yo hago siempre lo que es de su agrado4, nos afirmará más tarde. Y en otra ocasión dijo claramente a sus discípulos: Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra5.
El alimento es lo que da energías para vivir. Y Jesús nos dice que la obediencia a la voluntad de Dios –manifestada de formas tan diversas– deberá ser lo que alimente y dé sentido a nuestras vidas. Sin obediencia no hay crecimiento en la vida interior, ni verdadero desarrollo de la persona humana; la obediencia, «lejos de menoscabar la dignidad humana, la lleva por la más amplia libertad de los hijos de Dios, a la madurez»6.
No hay ninguna situación en nuestra vida que sea indiferente para Dios. En cada momento espera de nosotros una respuesta: la que coincide con su gloria y con nuestra personal felicidad. Somos felices cuando obedecemos, porque hacemos lo que el Señor quiere para nosotros, que es lo que nos conviene, aunque en alguna ocasión nos cueste.
La voluntad de Dios se nos manifiesta a través de los mandamientos de su Iglesia, de acontecimientos que suceden, y también de personas a quienes debemos obediencia.
II. La obediencia es una virtud que nos hace muy gratos al Señor.
En la Sagrada Escritura se nos narra la desobediencia de Saúl a un mandato que había recibido de Yahvé. Y a pesar de su victoria sobre los amalecitas y de los sacrificios que después ofreció el propio rey, el Señor se arrepintió de haberlo hecho rey, y, por boca del profeta Samuel, le dijo: Mejor es la obediencia que las víctimas7. Y comenta San Gregorio: «Con razón se antepone la obediencia a las víctimas; porque mediante la obediencia se inmola la propia voluntad»8. En la obediencia manifestamos nuestra entrega al Señor.
En el Evangelio vemos cómo obedece nuestra Madre Santa María, que se llama a sí misma la esclava del Señor9, manifestando que no tiene otra voluntad que la de su Dios. Obedece San José, y siempre con presteza, las cosas que se le ordenan de parte del Señor10. Es la prontitud en hacer lo mandado, una de las cualidades de la verdadera obediencia.
Los Apóstoles, a pesar de sus limitaciones, saben obedecer. Y porque confían en el Señor echan la red a la derecha de la barca11, donde les ha dicho Jesús, y obtienen una pesca abundante, a pesar de no ser la hora oportuna y de tener experiencia de que aquel día parecía no haber un solo pez en todo el lago. La obediencia y la fe en la palabra del Señor hacen milagros.
Muchas gracias y frutos van unidos a la obediencia. Los diez leprosos son curados por la obediencia a las palabras del Señor: Id y mostraos a los sacerdotes. Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios12. Y lo mismo le ocurrió a aquel ciego a quien el Señor le puso lodo en los ojos, y le dijo: anda, y lávate en la piscina de Siloé, que significa el Enviado. Fue, pues, el ciego y se lavó allí, y volvió con vista13. «¡Qué ejemplo de fe segura nos ofrece este ciego! Una fe viva, operativa. ¿Te conduces tú así con los mandatos de Dios, cuando muchas veces estás ciego, cuando en las preocupaciones de tu alma se oculta la luz? ¿Qué poder encerraba el agua, para que al humedecer los ojos fueran curados? Hubiera sido más apropiado un misterioso colirio, una preciosa medicina preparada en el laboratorio de un sabio alquimista. Pero aquel hombre cree, pone por obra el mandato de Dios y vuelve con los ojos llenos de claridad»14. ¡Cuántas veces vamos a encontrar la luz nosotros también en esa persona puesta por Dios para que nos guíe y nos cure si somos dóciles en la obediencia! Dios Padre otorga el Espíritu Santo a los que obedecen15, se lee en los Hechos de los Apóstoles.
El Evangelio nos muestra muchos ejemplos de personas que supieron obedecer: los sirvientes de Caná de Galilea16, los pastores de Belén17, los Magos18... Todos recibieron abundantes gracias de Dios.
«La obediencia hace meritorios nuestros actos y sufrimientos de tal modo que, de inútiles que estos últimos pudieran parecer, pueden llegar a ser muy fecundos. Una de las maravillas realizadas por nuestro Señor es haber hecho que fuera provechosa la cosa más inútil, como es el dolor. Él lo ha glorificado mediante la obediencia y el amor. La obediencia es grande y heroica cuando por cumplirla está uno dispuesto a la muerte y a la ignominia»19.
III. «Jesucristo, en cumplimiento de la voluntad del Padre, inauguró en la tierra el Reino de los cielos, nos reveló su misterio y realizó la redención con su obediencia»20. Y San Pablo nos dice que se humilló, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz21. En Getsemaní, la obediencia de Jesús alcanza su punto culminante, cuando renuncia completamente a su voluntad para aceptar la carga de todos los pecados del mundo y así redimirnos: Padre, dice (...), no se haga lo que yo quiero sino lo que quieres tú22. No nos extrañe si al abrazar la obediencia nos encontramos con la cruz. La obediencia exige, por amor a Dios, la renuncia a nuestro yo, a nuestra más íntima voluntad. Sin embargo, Jesús ayuda y facilita el camino, si somos humildes. «Díjome una vez (el Señor) –cuenta Santa Teresa–, que no era obedecer sino estar determinada a padecer, que pusiese los ojos en lo que Él había padecido y todo se me haría fácil»23.
Cristo obedece por amor, ese es el sentido de la obediencia cristiana: la que se debe a Dios y a sus mandamientos, la que se debe a la Iglesia, a los padres –a sus mandatos y a la doctrina del Magisterio–, y la que afecta a aquellas cosas más íntimas de nuestra alma. En todos los casos, de forma más o menos directa, estamos obedeciendo a Dios a través de las autoridades. Y no quiere el Señor servidores de mala gana, sino hijos que desean cumplir su voluntad.
La obediencia, que siempre supone sujeción y entrega, no es falta de libertad ni de madurez. Hay vínculos que esclavizan y otros que liberan. La cuerda que une al alpinista con sus compañeros de escalada no es atadura que perturbe, sino vínculo que da seguridad y evita la caída al abismo. Y los ligamentos que unen las partes del cuerpo no son ataduras que impiden los movimientos, sino garantía de que estos se realicen con soltura, armonía y firmeza.
Por el contrario, la verdadera libertad se ve amenazada por la sensualidad desordenada, la estrechez de pensamiento originada en el egoísmo y en la voluntad individualista. Estos obstáculos son superados por la obediencia que eleva y ensancha la propia personalidad.
La obediencia, lleva también consigo la educación verdadera del carácter y una gran paz en el alma, frutos del sacrificio y de la entrega de la propia voluntad por un bien más alto. Sirviendo a Dios, a través de la obediencia, se adquiere la verdadera libertad: Deo servire, regnare est. Servir a Dios es reinar... Te pedimos, Señor, que quienes nos gloriamos de obedecer los mandatos de Cristo, Rey del Universo, vivamos eternamente con Él en el reino de los Cielos24.
Si nos ponemos muy cerca de la Virgen aprenderemos con facilidad a obedecer con prontitud, alegría y eficacia. «Tratemos de aprender, siguiendo su ejemplo en la obediencia a Dios, en esa delicada combinación de esclavitud y de señorío. En María no hay nada de aquella actitud de las vírgenes necias, que obedecen, pero alocadamente. Nuestra Señora oye con atención lo que Dios quiere, pondera lo que no entiende, pregunta lo que no sabe. Luego, se entrega toda al cumplimiento de la voluntad divina: he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra (Lc 1, 38)»25.
1 Lc 2, 51. — 2 San Agustín, Sermón 51, 19. — 3 Lc 2, 51. — 4 Jn 8, 29. — 5 Jn 4, 34. — 6 Conc. Vat. II, Decr. Perfectae caritatis, 14. — 7 1 Sam 15, 22. — 8 San Gregorio Magno, Moralia, 14. — 9 Lc 1, 38. — 10 Cfr. Mt 2, 13-15. — 11 Jn 21, 6. —12 Lc 17, 14. — 13 Jn 9, 6-7. — 14 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 193. —15 Hech 5, 32. — 16 Cfr. Jn 2, 3 ss. — 17 Cfr. Lc 2, 18. — 18 Cfr. Mt 2, 1-12. — 19R. Garrigou Lagrange, Las tres edades de la vida interior, vol. II, p. 683. — 20 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 3. — 21 Flp 2, 8. — 22 Mc 14, 36. — 23 Santa Teresa,Vida, 26. — 24 Oración después de la Comunión. — 25 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 173.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Teodosio
Señor Dios: gracias por darnos ejemplos tan maravillosos en tus santos.
Te suplicamos que a imitación de San Teodosio vivamos de
manera tan santa cada día, que a cualquier hora que vengas
a llamarnos a la eternidad nos puedas decir
aquellas palabras del evangelio:
"Bien siervo bueno y prudente: has sido fiel en lo poco,
ahora te constituiré sobre lo mucho". Amen.
Su nombre significa: "Regalo de Dios".
Nació en Turquía en el año de 423.
Sus padres lo acostumbraban desde jovencito a leer cada día con atención una página de la Sagrada Escritura, lo cual le sirvió muchísimo para llegar a la santidad.
Al leer en el Génesis que Abraham agradó a Dios al dejar su patria y su familia para irse a la Tierra Santa a servir al verdadero Dios, dispuso hacer él otro tanto, y dejando sus grandes riquezas y su familia, se fue a Jerusalén.
Antes que todo se fue a visitar al famoso San Simeón el Estilita, el cual le anunció muchas de las cosas que le iban a suceder durante su vida y le dio consejos muy prácticos para saber comportarse bien.
Después de visitar en peregrinación a Jerusalén, Belén y Nazaret, se propuso dedicarse a vivir como un religioso solitario. Pero luego, el temor de tener que vivir sin un director espiritual y por lo tanto quedar expuesto a graves equivocaciones, lo hizo quedarse cerca de Belén, donde vivía el más sabio director de religiosos de esas regiones, el abad Longinos.
Después de ser ordenado sacerdote, recibió de Longinos la orden de encargarse del culto de una iglesia que estaba en el camino entre Jerusalén y Belén. Después de los actos de culto en la iglesia se iba a una cueva solitaria a meditar y rezar.
Pronto vinieron muchos jóvenes a pedirle ser admitidos como religiosos. El recibía a todos aquellos que demostraban estar dispuestos sinceramente a hacer penitencia y convertirse. A uno de sus discípulos, el que después fue obispo de Petra, le debemos los datos que vamos a narrar en seguida.
A sus jóvenes religiosos les hacía cavar ellos mismos su propia sepultura (una pala cada noche cada uno, antes de acostarse diciendo: "Yo he de morir, yo no sé cuándo; yo he de morir, yo no sé dónde; yo he de morir, yo so sé cómo; pero lo que sí sé de cierto es que si muero en pecado mortal me condenaré para siempre"). Esto para que recordaran que somos polvo y en polvo nos hemos de convertir y que "a la hora menos pensada vendrá el Hijo de Dios a tomarnos cuentas y que hay que estar preparados, porque no sabemos ni el día ni la hora".
Cuando terminaron de cavar la primera sepultura, el abad Teodosio, les dijo: "La sepultura ya está lista; ¿quién desea ocuparla?". Un sacerdote llamado Basilio se adelantó y dijo: "Padre, si al buen Dios le parece bien así, yo acepto ser el primero en morir. Pero rezad por mí y dadme la bendición". Teodosio mandó que rezaran por Basilio las oraciones por los moribundos. A los cuatro días el sacerdote cayó muerto de repente, sin haber estado enfermo antes. Pero estaba bien preparado para la muerte.
Un día de pascua no había nada con qué almorzar. Los monjes empezaron a murmurar pero Teodosio les recomendó que tuvieran fe en la Divina Providencia. A medio día llegó una recua de mulas cargadas con alimentos. Nadie supo de dónde llegaron ni quién las envió.
Como la fama de santidad de Teodosio atraía muchos jóvenes que venían a vivir como religiosos, tuvo que hacer tres conventos: uno para los que hablaban griego, otro para los que hablaban idiomas eslavos y el tercero para los de idiomas orientales como hebreo, árabe y persa. Todos cerca de Belén. Los salmos los rezaba cada convento en su propio idioma, pero la Eucaristía la celebraban todos juntos en el templo.
También construyó Teodosio cerca de Belén tres hospitales: uno con ancianato, otro para los que sufrían toda clase de enfermedades, y el tercero para los que padecían enfermedades mentales. Esta idea era muy nueva en esos tiempos y poco frecuente en el mundo.
Eran tantos los enfermos que venían a ser atendidos, que los historiadores de ese tiempo cuentan que hubo días en que llegaron cien enfermos a ser curados. Cuando no había alimentos o medicinas, Teodosio ponía a sus monjes a rezar con toda fe y las ayudas llegaban de las maneras más inesperadas.
Los monasterios dirigidos por San Teodosio eran como una ciudad de santos en el desierto. Todo se hacía a su tiempo y con exactitud, oración, trabajo, descanso, etc. Cada uno se esmeraba por tratar a los demás como deseaba ser tratado por ellos. El silencio era perfecto. Todos estaban obligados a dedicar varias horas del día a trabajos manuales para conseguir lo necesario para alimentar a tanta gente. El Arzobispo de Jerusalén quedó tan admirado de aquel orden y seriedad, que nombró a Teodosio "Superior de todos los religiosos que vivían en Tierra Santa".
El emperador de Constantinopla apoyaba una herejía que le negaba algunas cualidades de Jesucristo, y para que Teodosio lo apoyara le envió una gran cantidad de dinero. Teodosio recibió el dinero y lo repartió entre los pobres pero recorrió toda Palestina diciéndole a la gente cristiana: "El que enseñe algo acerca de Jesucristo, contrario a lo que enseña la Santa Iglesia Católica, sea maldito". Y los sermones de este santo producían efectos maravillosos en los oyentes.
También obtenía milagros de Dios. Una vez una mujer que tenía un tumor maligno incurable, tocó con fe el manto de Teodosio y quedó curada instantáneamente.
El emperador se disgustó porque el abad no apoyaba sus herejías y lo desterró. Pero enseguida murió el emperador, y él que lo reemplazó mandó a nuestro santo que volviera inmediatamente a sus conventos de Belén.
Teodosio enfermó de una afección dolorosísima. Como el había curado a tantos enfermos con su oración, un discípulo le aconsejó que le pidiera a Dios que le quitara la enfermedad. El santo le respondió: "Eso sería falta de paciencia; eso sería no aceptar la santa voluntad del Señor". ¿No sabes que "Todo redunda en bien de los que aman a Dios?".
Cuando sintió que se iba a morir mandó reunir junto a su lecho a sus religiosos y les recomendó vivir de tal manera bien que cada día estuvieran prontos para presentarse ante el Juicio de Dios. Y anunció varios hechos que sucedieron después.
Murió a los 105 años, en el año 529. Era admirable su vigor en la ancianidad, a pesar de que ayunaba y empleaba muchas noches en la oración. De él se pudo decir lo que la S. Biblia afirma de Moisés: "Conservó su robustez y vigor hasta la más avanzada ancianidad".
El Arzobispo de Jerusalén y muchísimos cristianos de esa Ciudad Santa asistieron a su entierro y durante sus funerales se obraron varios milagros.
Lo sepultaron en la cueva en la cual escamparon los Reyes Magos cuando viajaban de Jerusalén a Belén.
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Autor: Archidiócesis de Madrid
Tomás de Cori, Santo Franciscano Menor, 11 Enero
Nacido en Cori (Latina) el 4 de junio de 1655, Tomás tuvo una infancia marcada por la pérdida prematura de su madre primero y de su padre después, quedando sólo, a los catorce años, al cuidado de la hermana más pequeña. Hará de pastor, aprendiendo la sabiduría de las cosas simples. Casadas las hermanas, queda libre para seguir la inspiración que desde algún año guardaba en el silencio del corazón: pertenecer completamente a Dios en la vida religiosa franciscana. Había conocido a los Frailes Menores en su misma ciudad en el Convento de S. Francisco. Casadas las dos hermanas y libre de toda preocupación, fue acogido en la Orden y enviado a Orvieto para hacer el año de noviciado. Profesada la Regla de S. Francisco y finalizados los estudios de teología, se ordena sacerdote en 1683. Fue nombrado inmediatamente vice maestro de novicios en el convento de la SS. Trinidad de Orvieto; sus superiores reconocieron desde muy pronto sus dotes. |
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Fuente: Corazones.org
Higinio Santo IX Papa, 11 Enero
IX Papa
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Fuente: Vatican.va
Francisca de Sales (Leonia Aviat), Santa Fundadora, 11 Enero
Fundadora de la Congregación de Oblatas de San Francisco de Sales |
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Fuente: usuarios.lycos.es/DOMINICOS
Bernardo Scammacca, Beato Dominico, 11 Enero
Bernardo, antes Antonio, nace en Catania (Sicilia) de familia noble el año 1430. |
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Francisco Rogaczewski, Beato Mártir, 11 Enero
Nació en Lipanki en 1892 y fue martirizado durante la ocupación nazi. |
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Vital de Gaza, Santo Emitaño, Enero 11
Etimológicamente significa " vitalista, lleno de vida". Viene de la lengua latina. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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